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Había una vez una dulce niña.

Su abuela la amaba mucho, y ella le dio una


pequeña gorra hecha de terciopelo rojo. Debido a que le iba muy bien, y ella
quería usarlo todo el tiempo, llegó a ser conocida como Caperucita Roja. Un
día su madre le dijo: - Venga Caperucita Roja. Aquí hay un pedazo de pastel y
una botella de vino. Llévalos a su abuela. Ella está enferma y débil, y le harán
bien. Comportarse en el camino, y no dejar el camino - Caperucita Roja
prometió obedecer a su madre. Cuando el Caperucita Rojo entró en el bosque,
un lobo se acercó a ella. No sabía qué animal tan perverso era, y no le tenía
miedo. - ¿A dónde vas tan temprano, Caperucita Roja? - preguntó el lobo - A
la casa de mi abuela - - ¿Y qué llevas debajo de tu delantal? - preguntó el lobo
nuevamente - Mi abuela está enferma y débil, y le estoy tomando un poco de
pastel y vino - - Escucha, Caperucita Roja, ¿no has visto las hermosas flores
que están floreciendo en el bosque? ¿Por qué no vas a echar un vistazo? Es
muy bonito en el bosque. La Caperucita Roja abrió los ojos y vio la luz del sol
atravesar los árboles y cómo el suelo estaba cubierto de hermosas flores. Ella
pensó: "Si un tomar un ramo a la abuela, ella estará muy contento" Y corrió al
bosque buscando flores. Cada vez que escogía uno, pensó que podía ver a una
mujer aún más bella, y corrió tras ella, yendo más y más hacia el bosque. Pero
el lobo corrió directamente a la casa de la abuela y llamó a la puerta. - ¿Quién
está ahí? - preguntó la abuela - Caperucita Roja. Te traigo un poco de pastel y
vino. - Entre, querida - dijo la abuela El lobo apretó el pestillo, y la puerta se
abrió. Entró y se dirigió directamente a la cama de la abuela, y se la comió.
Luego se llevó la ropa, se la puso y se puso la gorra en la cabeza. Se metió en
la cama y cerró las cortinas. Cuando la Caperucita Roja llegó, entró en el salón
y todo parecía tan extraño que ella pensó, la abuela estaba allí, con la gorra
puesta sobre su cara y muy extraña. - ¡Oh, abuela, qué oídos grandes tienes! -
Es mejor escucharte. - ¡Oh, abuela, qué grandes ojos tienes! - Es mucho mejor
verte. - ¡Oh, abuela, qué grandes manos tienes! - ¡Lo mejor para agarrarte! -
¡Oh, abuela, qué boca horriblemente grande tienes! - ¡Para comerte mejor! Y
con eso saltó de la cama, saltó encima de la Caperucita Roja y la comió. Tan
pronto como el lobo había terminado este sabroso bocado, volvió a meterse en
la cama, se durmió y empezó a roncar muy fuerte. Un cazador estaba de paso.
Le pareció extraño que la vieja roncara tan fuerte, por lo que decidió echar un
vistazo. Entró y en la cama estaba el lobo que había estado cazando durante
tanto tiempo. - Ha comido a la abuela, pero tal vez todavía se puede salvar. No
le disparé, ¿no? pensó el cazador. Así que tomó unas tijeras y abrió el vientre.
El Caperucita Rojo y la abuela salieron vivos. Entonces la Caperucita Roja
tomó algunas grandes piedras pesadas. Se llenaron el vientre del lobo con
ellos, y cuando se despertó y trató de huir, las piedras eran tan pesadas que
cayó muerto. Los tres fueron felices, y la Caperucita Roja volvió a casa feliz y
segura.

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