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Prebisch - Hayek e Friedman PDF
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CEPAL
Director
RAUL PREBISCH
Secretario Técnico
ADOLFO GURRIERI
Secretario Adjunto
GREGORIO WEINBERG
NACIONES UNIDAS
COMISIÓN ECONÓMICA PARA AMERICA LATINA
SUMARIO
El concepto de integración.
Isaac Cohen Orantes. 149
g e n e r a el mercado, con el fin de lograr una los costos. Pero el aumento de la oferta no es
distribución de la renta distinta y más equitati- instantáneo. El proceso productivo requiere
va. Existe una fuerte corriente de opinión que cierto tiempo, desde la producción de materia
presiona en este sentido". 4 prima hasta q u e aflora el bien terminado en el
La lectura d e estas páginas es el punto de mercado. Durante este proceso, destinado a
partida de nuestro diálogo. V en los escarceos producir bienes futuros, las empresas pagan a
de este diálogo surge casi siempre esta pregun- la fuerza de trabajo ingresos superiores a los
ta: ingresos pagados con anterioridad, y que cons-
— ¿Por qué objeta usted estas ideas que Mil- tituyen el costo de la oferta de bienes presen-
ton Friedman presenta con tanta claridad? tes. ¿Es así?
— Permítanme q u e antes de presentar mis — Conforme, si bien se trata de un razona-
objeciones les formule una pregunta para com- miento muy simplificado.
p r e n d e r bien la interpretación de ustedes. ¿Có- — Bien. Podría complicarlo, si ustedes así lo
mo creen q u e opera esa 'mano invisible' de desean, a u n q u e no me parece necesario. Prosi-
Adam Smith, según la cual el interés económi- go. D e esos ingresos q u e así pagan los empresa-
co d e los individuos lleva a soluciones que be- rios en el curso del proceso productivo, surge la
nefician a toda la colectividad? d e m a n d a de los consumidores. Cuando se trata
— Para nosotros es evidente. El empresario de una empresa aislada, esta demanda se dilu-
individual, impulsado por el incentivo de ga- ye en la amplitud del mercado; y sólo en medi-
nancia, introduce innovaciones técnicas que da insignificante recae sobre los bienes finales
aumentan la productividad y reducen los cos- q u e produce la empresa considerada. No tiene
tos. Esto tiene dos consecuencias; por un lado, p u e s por q u é afectar esa tendencia hacia el
le lleva a aumentar la producción para ganar equilibrio q u e ustedes postulan. Pero cuando
más; y por otro, en un régimen de competencia, se considera en cambio el crecimiento global
otros empresarios se empeñan en hacer lo mis- q u e caracteriza al desarrollo, el fenómeno es
mo. De este modo se acrecienta la producción, diferente.
y ello trae aparejado el descenso de los precios.
O sea que, para usar la expresión que usted — ¿Por qué va a serlo si se trata de la suma de
emplea en sus trabajos, el fruto del progreso las partes, esto es del conjunto de empresas?
técnico se traslada a los consumidores. Y se — Por una razón muy sencilla. Cuando se trata
tiende a llegar a una posición de equilibrio del conjunto de empresas, el aumento de los
donde la ganancia desaparece, y sólo queda la ingresos q u e surgen de una creciente produc-
remuneración de los empresarios por su traba- ción e n proceso incrementa la demanda global
jo y el riesgo que han corrido. A nuestro juicio, q u e se extiende a todos los bienes, aunque en
este razonamiento es irrebatible. ¿No le parece grados muy diversos. Pero no se trata eviden-
a usted? t e m e n t e de los bienes que aún están en proce-
so, esto es, d e los bienes futuros que saldrán
— I n d u d a b l e m e n t e lo es desde el punto de oportunamente de esa producción en proceso,
vista d e empresas aisladas. Pero examinemos sino de los que forman la oferta presente. Es
nuestro asunto desde el punto de vista de la u n a d e m a n d a q u e surge de ingresos que, como
dinámica del crecimiento global. ¿Les parece acabo de decir, son superiores a los contenidos
b i e n a ustedes? en el costo de los bienes de la actual oferta.
— Por supuesto. El fenómeno global es la su-
Esta mayor demanda es lo que permite ab-
ma de las partes, y como tal: ¿por qué no ha-
sorber el fruto del incremento de la productivi-
bría de presentarse asimismo la tendencia al
dad sin q u e bajen los precios.
equilibrio?
Tengan en cuenta que esta mayor deman-
— Creo q u e hemos llegado a un punto muy da se expresa mediante la creación de dinero
importante. Según ustedes, esta tendencia se por el sistema bancario, y cuando la oferta de
manifiesta en el aumento de la oferta que hace b i e n e s finales sale al mercado, las empresas
d e s c e n d e r los precios hasta equipararlos con recuperan no sólo el dinero que antes habían
pagado para obtener dicha oferta, sino también
4
Ibídem, p. 23. el incremento de dinero con que pagan los in-
DIALOGO ACERCA D E FRIEDMAN V HAYEK / Raúl Prebisch 165
técnicas de alta productividad, por otro lado — Le seguiremos escuchando con gran aten-
hay una gran masa humana que trabaja con muy ción, a fin de comprender esta afirmación tan
baja productividad. Y, entre estos dos extremos, terminante.
una variada gama de técnicas y productivida-
d e s . Esta heterogeneidad estructural tiene con- 3. La dinámica del excedente económico
siderable importancia, pues la fuerza de trabajo
q u e en la dinámica del desarrollo se va absor- — Pues bien, a esta altura de nuestro diálogo,
b i e n d o con alta productividad, gracias a la introduciré el concepto del excedente econó-
acumulación de capital, no mejora sus ingresos mico. En una primera aproximación, suficiente
correlativamente a esa productividad en el jue- por ahora, podríamos suponer que el excedente
go libre del mercado. Lo impide la competen- se identifica con la ganancia de las empresas.
cia de la gran masa de trabajadores que queda Los remito a mi libro, si se interesan en este
e n las capas sociales de inferior productividad. punto, y m e concentro ahora en el excedente
Preséntase una competencia regresiva que im- económico que tiene profunda significación di-
p i d e mejorar las remuneraciones en la medida námica,
q u e correspondería a la creciente productivi- Retengan bien el concepto. El excedente
dad del sistema. ¿Comprenden ustedes este representa aquella parte de sucesivos incre-
fenómeno estructural? mentos d e productividad que no se trasladan a
la fuerza de trabajo en virtud de la heterogenei-
— Creemos entenderlo, pero no termina de dad de la estructura social, y a aquel fenómeno
persuadirnos, pues nos parece que esta falta de d e competencia regresiva antes mencionado.
ajuste entre productividad y remuneraciones Los propietarios de los medios productivos de
constituye un fenómeno transitorio que tam- las empresas se apropian del mismo y lo retie-
bién tenderá a desaparecer. En otros términos, nen gracias a la expansión continua de la de-
la tendencia al equilibrio del sistema demora- manda. El excedente representa la combina-
rá más tiempo, pero terminará por imponerse. ción d e un fenómeno estructural y de un fenó-
— Pues bien, comprendo que la fe que tienen meno dinámico.
en el equilibrio neoclásico es inexpugnable. — Temo que usted nos esté desviando de nues-
Ustedes confían posiblemente en que una acu- tro razonamiento. Que cambie de nombre a la
mulación cada vez mayor de capital traerá con- ganancia y nos hable de excedente no significa
sigo una absorción creciente de trabajadores, la que éste no tienda a disminuir hasta desapare-
q u e se realizará con ingresos cada vez mayores cer por el juego de una activa competencia
d e b i d o a la creciente productividad, lo cual irá entre las empresas.
c u m p l i é n d o s e a expensas de las ganancias de
las empresas. De esta manera, se aproximará el — Les ruego seguirme con alguna paciencia.
sistema a su posición de equilibrio. Sería en- Dada la índole del sistema, el excedente econó-
tonces una cuestión de tiempo... mico tiene que crecer continuamente. Es una
exigencia dinámica del sistema; y lo es porque
— Efectivamente. Tal es a nuestro juicio la d e l excedente —y de sus aledaños— sale la
tendencia del sistema si no hay interferencias mayor proporción de la acumulación de capital
que lo perturben, esto es si funciona sin trabas reproductivo de las empresas. Para que el sis-
el sistema económico, si impera la libertad de tema se desenvuelva y aumenten el empleo y la
mercado. Ahí radica la gran significación de productividad, es indispensable que el exce-
los razonamientos neoclásicos. ¿Podría usted d e n t e se acreciente en forma incesante.
negarlo?
Pero el excedente no sólo sirve para acu-
— Así sería si la dinámica del sistema se des- mular, sino también para consumir. Es un he-
plegara como ustedes piensan. Pero infortuna- cho q u e gran parte del mismo se dedica cada
d a m e n t e no sucede así. Infortunadamente di- vez más al consumo privilegiado de los estratos
go, p u e s si así sucediera, los grandes problemas superiores de la estructura social que concen-
q u e enfrentamos podrían resolverse de un mo- tran la mayor parte de los medios productivos.
do espontáneo. ¡Y yo me convertiría en fried¬ Y esto ocurre en detrimento de la intensidad de
manista! la acumulación. Otro tanto sucede con la sue-
DIALOGO ACERCA DE FRIEDMAN Y HAYEK / Raúl Prebisch 167
ción exagerada de ingresos periféricos que rea- — Admitimos que sea así. Pero ahí podría dar-
lizan los centros. Y esta insuficiente acumula- se la solución del problema. En efecto, la con-
ción debilita la absorción de los estratos infe- tracción y el desempleo harán descender las
riores, esto es, trae consigo la tendencia exclu- remuneraciones. Las remuneraciones habían
yente del sistema. aumentado desmesuradamente, en desmedro
— Sin embargo, lo que acaba de decir no ocu- de la acumulación. Y este reajuste, por penoso
rre necesariamente. Supóngase que el exceden- que sea momentáneamente, tiene la virtud de
te se dedique intensamente a la acumulación, hacer bajar las remuneraciones hasta conse-
así como los ingresos que succionan los cen- guir el restablecimiento del excedente, la rea-
tros. En tal caso, la transición hacia el equili- nudación de su dinámica y, por tanto, el proce-
brio sería de mucho menor duración, pero al so creciente de acumulación y de empleo.
equilibrio se llegaría de todos modos. — Bien. Pero reflexionen en lo que ustedes
— No interpreten que hay obstinación de mi están arguyendo. Si es necesaria una contrac-
parte, pero los fenómenos no ocurren así. Para ción para q u e el excedente vuelva a crecer,
demostrarlo, permítanme volver al excedente. quiere decir que aquella tendencia hacia el
Mencionaba antes la exigencia dinámica equilibrio que ustedes suponen no se cumple
de acrecentar en forma continua el excedente. en realidad. No se cumple, porque el exceden-
Se acrecienta gracias a incrementos incesantes te vuelve a crecer gracias al descenso de los
de productividad. Ahora bien, a medida que salarios. Para llegar al equilibrio sería indis-
a u m e n t a la aptitud espontánea de la fuerza de p e n s a b l e que el excedente se elimine.
trabajo para compartir la productividad, se va — Déjenos reflexionar un instante. El hecho
resintiendo el ritmo de crecimiento del exce¬ que disminuya el excedente no significa nece-
dente y, por tanto, d e la acumulación de capital sariamente que no siga creciendo la acumula-
reproductivo. ción. Son posibles otras formas; por ejemplo,
Supongamos así q u e llega un momento en que a medida que se debilita la acumulación
q u e el mejoramiento de las remuneraciones por parte de quienes se apropiaban del exce-
toma todo el incremento de la productividad. dente, sea la misma fuerza de trabajo la que
Pero el excedente global habría llegado enton- acumule conforme se elevan las remuneracio-
ces a su máximo nivel. Y de acuerdo con el nes. No se interrumpiría, pues, la dinámica del
razonamiento q u e ustedes venían haciendo, la sistema.
competencia entre las empresas para conseguir
más y más fuerza de trabajo para acrecentar la — D e acuerdo. Pero nada hay en el juego es-
producción, las forzaría a elevar progresiva- pontáneo del sistema que lleve a la fuerza de
m e n t e las remuneraciones hasta que el exce- trabajo a acumular en lugar de los estratos supe-
d e n t e termine por desaparecer. La verifica- riores. E n verdad tendría que acumular más a
ción del razonamiento neoclásico llevaría de fin de corregir la tendencia excluyente del sis-
esta manera a la eutanasia del excedente. tema. Pero el sistema no funciona de esta for-
ma. ¿Creen ustedes que las empresas verían
— Lo cual nos demuestra que el postulado disminuir impasiblemente su rentabilidad
neoclásico del equilibrio es correcto, como ve- mientras aumentan las remuneraciones? Y en
níamos diciendo. el supuesto de que así fuera, ¿qué sucedería si
— Sería correcto si los fenómenos se desen- la fuerza de trabajo aumentara su propio con-
volvieran de esta manera. Sin embargo, siguen sumo en vez de acumular?
un curso muy diferente. Recuerden que el
e x c e d e n t e es fuente primordial de la acumula- — Evidentemente no podría seguirse desen-
ción d e capital. Y si se va reduciendo por la volviendo la dinámica del sistema. Pero en tal
competencia creciente de las empresas para caso, la responsabilidad no habría que atri-
procurarse fuerza de trabajo adicional, sufriría buirla al consumo privilegiado de los estratos
cada vez más la acumulación de capital. Las superiores, sino al consumo de la fuerza de
consecuencias serían muy serias, pues dismi- trabajo.
nuiría el empleo y la producción, y sobreven- — No es esto lo q u e está en tela de juicio. No se
dría la contracción de la economía. trata de responsabilidades, sino de la forma co-
168 REVISTA DE LA CEPAL N.° 15 / Diciembre de 1981
rancia de la autoridad monetaria. Por eso nos distributiva, salvo que continúe la represión
parece muy importante la recomendación de sindical y política.
Milton Friedman de fijar un límite estricto a la ¿Podrán seguir hablando entonces los
creación de dinero. adeptos de Milton Friedman de libertad políti-
— ¡Cuidado! Están ustedes pisando un terreno ca y eficacia reguladora del mercado mediante
m u y movedizo. Frente a los fenómenos que la libertad económica?
estamos considerando y que son diferentes a
— ¿Está usted impugnando también al mer-
los de tiempos pretéritos, la política monetaria
cado?
no sólo resulta incapaz de contener la espiral
— De ninguna manera. Hay que hacer una dis-
inflacionaria, sino también contraproducente.
tinción tajante entre el mercado y la virtud re-
P e r m í t a n m e ustedes explicarles por qué hago
guladora q u e se le atribuye. Debe examinarse
esta afirmación tan terminante.
la estructura social que está detrás del mercado,
Recuerden lo que dije acerca del acrecen- las mutaciones que en ella ocurren, así como el
tamiento de la producción en proceso y de la j u e g o de relaciones de poder que surge de todo
necesidad de crear dinero para pagar los ingre- ello. El mercado en sí mismo es un mecanismo
sos cada vez mayores que ella requiere. Pues eficaz, y tiene una gran significación política.
bien, si la autoridad monetaria se niega a am- Pero no se pida al mercado lo que sencillamen-
pliar la corriente de dinero que necesitan las te no p u e d e dar.
empresas para pagar las mayores remuneracio- Como ya he explicado, la heterogeneidad
nes, ¿ q u é harán las empresas frente a la presión de la estructura permite, principalmente a los
sindical? No tienen otro remedio que emplear estratos superiores, apropiarse del excedente
parte de esa corriente de dinero en hacer frente económico a medida que penetra la técnica
a esas mayores remuneraciones. Y al proceder productiva de los centros. Y como no lo em-
en esta forma tienen necesariamente que dis- plean a fondo en acumulación de capital repro-
minuir el dinero q u e hubieran debido destinar ductivo, dado su consumo privilegiado, la insu-
al acrecentamiento de la producción. Se debili- ficiente acumulación no permite absorber con
ta o se contrae pues el ritmo de la producción en creciente productividad los estratos inferiores
proceso —según la intensidad de la restricción q u e quedan relegados en el fondo de la estruc-
monetaria. H e aquí el fenómeno que no se tura social, fenómeno este que se acentúa por el
daba antes, a saber, alza de remuneraciones y extraordinario aumento de la población. He
de precios, por un lado, encogimiento de la mencionado en el mismo sentido la succión de
producción y el empleo, por otra. ¿Me com- ingresos por los centros. Nada de esto puede
prenden? corregirse espontáneamente por el mercado.
— Es claro su razonamiento; pero debe exa- — Usted también suele mencionar la hipertro-
minarse qué pasa después. ¿No cree que el fia del Estado, que conspira contra la acumu-
desempleo terminará por quebrar el poder sin- lación, por donde habría una cierta coinciden-
dical y politico, hacer bajar las remuneracio- cia con Milton Friedman.
nes y contener finalmente el alza de los precios, — Con una gran diferencia, sin embargo. Por-
terminando así con la espiral? q u e esa hipertrofia en buena parte se debe a las
— Si no hay represión del poder sindical y fallas dinámicas del sistema, a su insuficiencia
político por parte del Estado, no creo que suce- para absorber fuerza de trabajo y a la arbitraria
da lo q u e ustedes dicen. Pero admitamos por un apropiación del fruto del progreso técnico. El
m o m e n t o q u e sea así; supongamos que ese po- Estado cumple una función absorbente, sobre
der se ha disuelto en virtud del empleo de la todo en los estratos intermedios. Pero la cum-
fuerza por el Estado. La autoridad monetaria ple mal, porque se trata en parte de una absor-
podrá entonces seguir una política expansiva ción espuria de fuerza de trabajo que realmente
para animar la recuperación de la economía. Se no se necesita. Además, los diversos servicios
corregirá el desempleo y la fuerza de trabajo sociales q u e presta el Estado se justifican en
pugnará nuevamente por recuperar el nivel de gran parte por las grandes desigualdades distri-
remuneraciones y superarlo después. Se caerá butivas del sistema. Pero esto no es todo. El
de esta manera en un nuevo ciclo de pugna Estado es también un reflejo de cambiantes
DIALOGO ACERCA DE FRIEDMAN Y HAYEK / Raúl Prebisch 171
relaciones de poder, sin excluir, desde luego, la — La explicación parece muy clara. Las leyes
influencia del poder militar sobre sus gastos. Y, del mercado no han operado libremente, pues
a d e m á s , está muy lejos de ser eficiente en su la competencia se ha restringido muy seria-
funcionamiento. Más que hipertrofia, debiéra- mente. Unas pocas compañías han dominado
mos hablar de una obesidad del Estado que le el mercado y fijado precios indebidamente ba-
i m p i d e ser ágil y eficaz en el cumplimiento de jos.
sus funciones. — Es muy cierto lo que dicen acerca de las
serias limitaciones de la competencia. ¿Pero
5. La asignación de recursos creen ustedes que si hubiera habido muchas
empresas en plena competencia —como supo-
— Decía usted que el mercado es un mecanis- nía Adam Smith—, ello hubiera hecho subir los
mo eficaz en sí mismo. ¿Le reconoce usted esta precios? El interés de las empresas les hubiera
eficacia en cuanto a la asignación de los recur- llevado a aumentar la producción para elevar
sos productivos? sus ganancias; después, la competencia entre
— La reconocería si se resolviera fuera del ellas habría provocado la disminución de los
mercado, subrayo esta expresión fuera del mer- precios a expensas de sus márgenes. De mane-
cado, el problema de la acumulación y el de las ra q u e el aumento del consumo habría sido aún
grandes disparidades estructurales en la distri- más intenso, en desmedro de otras fuentes de
bución del ingreso, q u e deben distinguirse de energía y de otras consecuencias muy lamenta-
las disparidades funcionales. Entonces la asig- bles. Por lo demás, los países productores care-
nación d e recursos sería correcta, pero aún así, cían de poder para defender el petróleo que se
hay q u e t e n e r en cuenta que el mercado no sólo malbarataba.
carece por sí mismo de horizonte social, sino
también de un horizonte dilatado de tiempo, y — Pero reconoce usted que el aha de los pre-
hay q u e guiarlo con sentido de previsión. cios tendrá la virtud, por un lado, de disminuir
Esta falta de previsión en el juego de las leyes el ritmo del consumo y, por otro, estimular el
del mercado la estamos comprobando ahora en desenvolvimiento de otras formas de energía.
ciertas manifestaciones dramáticas de la ambi- — Lo reconozco plenamente. Pero tengan en
valencia d e la técnica. Me refiero a la explota- cuenta q u e no se trata de precios que el merca-
ción irresponsable de recursos naturales agota- do ha establecido espontáneamente, sino de
bles y al deterioro del medio ambiente. ¿Creen precios deliberados que los países productores
ustedes q u e las leyes del mercado han llevado se han visto forzados a adoptar para corregir la
e n este caso a la asignación racional de factores grave situación a la q u e se había llegado.
productivos? Tampoco tuvo el mercado sentido de pre-
— Por supuesto que no; sería desconocer la visión en materia de deterioro del medio am-
evidencia misma de los hechos. Pero no cabe biente. Y el Estado ha debido hacer lo que e!
duda que el mercado permite corregir esas fa- j u e g o d e leyes del mercado no pudo resolver.
llas mediante el sistema de precios, como tam- Ha tenido que imponer medidas limitativas
bién lo ha expresado Milton Friedman. q u e significan mayores precios, ya sea por el
— Reconozco q u e el sistema de precios ofrece mayor capital requerido para evitar la contami-
u n a b u e n a solución, siempre que se tomen de- nación, o por impuestos que inciden sobre los
liberadamente ciertas medidas fundamentales. precios. El problema radica ahora en que el
Es indudable q u e el alza de precios del petró- costo social de todo esto se distribuya equitati-
leo contribuirá a restringir el consumo y alentar vamente.
la producción. ¿Pero acaso el mecanismo del — Los elementos abordados constituyen ma-
mercado hizo subir espontáneamente los pre- teria que nos llevará a meditar mucho antes de
cios? Durante varios decenios los precios rea- formarnos un juicio definitivo. Quisiéramos,
les del petróleo estuvieron descendiendo per- de todos modos, mantener este mismo diálogo
sistentemente, a pesar de tratarse de un recurso con respecto a los maestros neoclásicos. Pero
en vías de agotarse. ¿Cómo explican ustedes usted sólo nos habló de Milton Friedman, de-
esta grave falla en la asignación de recursos en jando de lado a un neoclásico tan eminente y
el juego de las leyes del mercado? vigoroso como Friedrich von Hayek.
172 REVISTA D E LA CEPAL N.° 15 / Diciembre de 1981
II
El pensamiento de Friedrich von Hayek
1. Sus grandes lineamientos p r e n d e n conclusiones muy importantes. Es ne-
cesario q u e la Constitución limite el poder de
— Me había reservado para considerar algunas las asambleas legislativas y también el poder
de sus ideas. Creo que ha llegado ahora la opor- de las mayorías, para evitar aquellas violacio-
tunidad, aunque les invitaré más adelante a nes.
volver al profesor Friedman. Una constitución esencialmente democrá-
Siempre he seguido con interés la profusa tica —en el correcto sentido de este concepto—
obra de Friedrich von Hayek, pero en esta consagra derechos humanos esenciales, y si
oportunidad me referiré sólo a un artículo re- una mayoría legislativa no los respeta, cae en lo
ciente titulado " E l ideal democrático y la con- arbitrario, en la más flagrante violación de la
tención del poder", 8 debido a que representa Constitución.
una b u e n a síntesis de sus ideas políticas, sobre Define von Hayek lo arbitrario de la si-
todo de su defensa del Estado liberal en su guiente forma: "'Arbitrario' significa ... acción
acepción primigenia y del principio de la liber- establecida por una voluntad particular que no
tad personal q u e le es inherente. está restringida por una regla general, inde-
Como en el caso del pensamiento de Mil- p e n d i e n t e m e n t e de si esta voluntad es la vo-
ton Friedman, antes de emprender un diálogo, luntad de uno o de una mayoría. En consecuen-
quisiera q u e nos entendiéramos acerca de las cia, no es el acuerdo de una mayoría sobre una
ideas primordiales de von Hayek. acción particular, ni siquiera su conformidad
Ante todo, me parece que en el trasfondo con una constitución, sino sólo la buena volun-
de estas ideas, como en el caso anterior, se tad de un cuerpo representativo para someterse
encuentra el concepto fundamental de las teo- a la aplicación universal de una regla que re-
rías neoclásicas. Recuerden ustedes que, según quiere esa acción particular, lo que puede
este concepto, cuando rige plenamente la libre aceptarse como evidencia que sus miembros
competencia, los ingresos de los individuos consideran justo lo que deciden." 9
t i e n d e n a igualarse con su respectiva aporta- Lo mismo ocurre cuando la mayoría inter-
ción al proceso productivo. Tal es la ética sub- fiere en las leyes del mercado. Sería una arbi-
yacente en el razonamiento neoclásico. Una trariedad al margen de los principios consagra-
ética q u e , por cierto, dista mucho de cumplirse dos por la Constitución.
en la realidad. — Puesto que tiene usted a mano el escrito de
Dado este concepto, toda restricción a la von Hayek, le pedimos nos lea los párrafos
libre competencia es arbitraria, porque viola pertinentes. ¿De dónde surge la Constitución?
ese principio de equidad distributiva, si se me ¿Quiénes la aprueban?
p e r m i t e emplear mis propias expresiones. Co- — La Constitución es la expresión de un con-
mo también será arbitraria toda intervención senso colectivo, o sea es en "el consentimiento
del Estado q u e transfiera ingresos de unos gru- de las personas en el cual descansa todo el
pos sociales a otros, violando también las leyes poder y la coherencia del Estado. Si ese con-
del mercado. No hay que perturbar en forma sentimiento sólo aprueba el dictamen y la eje-
alguna su papel de supremo regulador de la cución de reglas generales de conducta justa, y
economía. a nadie se le otorga poder para ejercer la coer-
Como aparentemente estamos de acuerdo, ción excepto para la ejecución de estas reglas (o
proseguiré mi interpretación, si ustedes no se temporalmente durante una interrupción vio-
oponen. D e lo que acabo de expresar se des- lenta del orden por algún cataclismo), incluso
el más alto poder constituido puede ser limita-
8
Estudios Públicos, No. 1, diciembre de 1981 (Santiago 9
d e Chile). Friedrích von Hayek, op. cit., pp. 31 y 32.
DIALOGO ACERCA DE FRIEDMAN Y HAYEK / Raúl Prebisch 173
do. Por cierto, la demanda de soberanía del les poderes de los sindicatos descansan com-
Parlamento en un comienzo sólo significó que pletamente en el permiso que tienen para usar
no reconocía ninguna voluntad superior a él; el poder de evitar que otros trabajadores hagan
sólo gradualmente llegó a significar q u e podía el trabajo q u e desearían hacer." 11
hacer cualquier cosa que deseara. Ello no sigue Pero no se trata solamente de las restric-
necesariamente de lo primero, porque el con- ciones a la competencia autorizada por las
sentimiento sobre el cual se apoya la unidad asambleas legislativas, sino también de las in-
del Estado y por e n d e el poder de cualquiera de terferencias directas del gobierno en materia
sus órganos sólo p u e d e restringir el poder, pero d e distribución del ingreso. Así nos dice el emi-
no conferir poder positivo para actuar. nente profesor:
" E s la obediencia lo que crea poder y el " E n la medida que sea legítimo que el
poder así creado se extiende sólo tan lejos como gobierno use la fuerza para efectuar una redis-
lo permita el consentimiento de las personas. tribución d e los beneficios materiales —y esto
D e b i d o al olvido de esto último, la soberanía de es la esencia del socialismo—, no puede haber
la ley se convirtió en lo mismo que la soberanía contención a los instintos rapaces de todos los
del Parlamento. Y mientras la concepción del grupos que quieren más para ellos. Una vez
imperio d e la ley presupone un concepto de ley q u e la política se convierte en un tira y afloja
definido por los atributos de las reglas, no por por las porciones de la torta del ingreso, un
su fuente, hoy las asambleas legislativas ya no gobierno decente es imposible. Esto requiere
se llaman así porque hacen las leyes, sino que q u e todo uso de coerción para asegurar un cier-
las leyes se llaman así porque emanan de las to ingreso a grupos específicos (más allá de un
asambleas legislativas, cualquiera sea la forma mínimo fijado para todos aquellos que no pue-
o contenido de sus resoluciones". 1 " den ganar más en el mercado) sea proscrito
12
No se trata pues de una 'voluntad' superior como inmoral y estrictamente antisocial."
q u e limita el poder—insiste von Hayek—, sino Y agrega algo más adelante: "una vez que
el consentimiento de las personas. le damos licencia a políticos para interferir en
E s e consenso, sobre el que se sustenta la el orden espontáneo del mercado para benefi-
Constitución, tiene que limitar el poder de las ciar a grupos particulares, ellos no pueden ne-
asambleas legislativas frente a las leyes del garle tales concesiones a ningún grupo del cual
mercado. Así pues "toda presión sobre el go- d e p e n d a su respaldo", lo cual conduce "a una
b i e r n o para que use sus poderes coercitivos en dominación siempre creciente de los políticos
beneficio de grupos particulares, es dañina sobre el proceso económico". 13
para la generalidad". Y añade enseguida: "dar una licencia ge-
Veamos en q u é consisten estas presiones. neral a los políticos para otorgar beneficios es-
Ante todo la presión que pueden ejercer las peciales a cambio de apoyo político, necesaria-
grandes firmas o corporaciones. m e n t e destruirá el orden del mercado que sirve
Esta presión, sin embargo, no es compara- al bien general, y lo reemplazará por un orden
b l e a la d e la organización del trabajo, que en la impuesto a la fuerza, determinado por algunas
14
mayoría de los países ha sido autorizada por ley voluntades humanas arbitrarias".
o por fuero para utilizar poderes coercitivos D e todo esto se desprende una conclusión
para ganar apoyo para sus políticas. "Al confe- definitiva y terminante: "En su actual forma
rírseles, por razones supuestamente 'sociales', ilimitada, la democracia ha perdido gran parte
privilegios únicos a los sindicatos de los que de la capacidad de servir como una protección
difícilmente disfruta el mismo gobierno, las or- en contra del poder arbitrario. Ha dejado de ser
ganizaciones de trabajadores han sido capaces un salvaguardia de la libertad personal, una
de explotar a otros trabajadores privándolos to- restricción al abuso del poder gubernamental;
talmente de la oportunidad de un buen empleo. lo q u e se esperaba demostraría ser cuando se
Si bien este hecho es todavía convencional-
m e n t e ignorado, en la actualidad los principa-
11
lbídem,p. 65.
12
Ibidem, pp.72 y 73.
13
Ibidem, p. 73.
l0 14
Ibídem, pp. 25 y 26. (Subrayado en el original.) Ibidem, p. 74.
174 REVISTA DE LA CEPAL N.° 15 / Diciembre de 1981
creía ingenuamente que, en tanto el poder es- ma, en la violación de las leyes del mercado,
tuviese sujeto a control democrático, se podría sino intrínsecamente en el sistema mismo, en
prescindir de todas las demás restricciones al un sistema cuya dinámica depende fundamen-
p o d e r gubernamental. Por el contrario, ha lle- talmente de la necesidad de que el excedente
gado a ser la causa principal de un crecimiento se acreciente en forma continua en vez de
progresivo y acelerado en el poder y peso de la aquella eutanasia a la que se llegaría prosi-
máquina administrativa". 1 5 guiendo los razonamientos neoclásicos.
T o d o esto lleva a la progresiva desintegra- — ¿Cómo se explica usted que no se tenga en
ción d e l sistema y a "recurrir en la desespera- cuenta este fenómeno?
ción a algún tipo de régimen dictatorial". 16 — Pues en mi larga existencia he visto hom-
bres brillantes empecinarse en la afirmación de
2. La arbitrariedad del excedente ciertos dogmas. Diría que cuanto más brillan-
y la arbitrariedad de la redistribución tes, tanto más se encierran en sus dogmas, y
más se exalta su dialéctica para afirmar la ver-
— M e detengo aquí para preguntarles: ¿qué dad absoluta que contienen. No olviden, ade-
p i e n s a n ustedes d e todo esto? más, q u e la así llamada ciencia económica es
— Pues nos parecen muy lógicas las ideas ex- muy nueva comparada con otras disciplinas
presadas por Friedrich von Hayek, muy lógicas científicas. Pero retomemos el hilo de nuestra
si se parte de la premisa mencionada por usted discusión.
al comienzo, o sea el supremo papel regulador — Nos parece bien hacerlo. Le manifestamos
de las leyes del mercado. Si se violan dichas hace un momento que, a pesar de sus diferen-
leyes, como acaba de verse, se va fatalmente a cias fundamentales con Friedrich von Hayek,
gobiernos de fuerza. Es interesante anotar que usted llega a una conclusión parecida cuando
si bien usted no acepta esa premisa concer- sostiene que, si mal no le hemos comprendido,
niente a las leyes del mercado en su crítica del
en el curso avanzado de las mutaciones estruc-
capitalismo periférico, llega a un desenlace po-
turales del sistema se tiende al empleo dicta-
lítico similar. ¿Estamos en lo cierto?
torial de la fuerza.
— Comentaremos esto último más adelante; — Así es en efecto. Pero les ruego aguardar un
en cuanto a lo anterior, es correcta la interpre- instante antes de llegar a este punto de enorme
tación d e ustedes. Si admitimos la validez de significación. Quisiera insistir sobre una gran
esa premisa, todo viene por añadidura; pero diferencia q u e existe entre el razonamiento de
carece por completo de validez, como traté de nuestro autor neoclásico y de quien está dialo-
demostrarlo al referirme al pensamiento fried¬ gando con ustedes, y hace bastante tiempo dejó
maniano. de serlo.
Conviene insistir al respecto, pues es muy Para von Hayek los trastornos del sistema,
importante. Tanto un autor como el otro sostie- en cuanto a la distribución del ingreso, obede-
nen q u e es arbitrario interferir en las leyes del cen al hecho de que hay grupos sociales que
mercado. Pero ambos se niegan a reconocer la interfieren en el juego de las leyes del mercado
existencia del excedente económico y su apro- para apropiarse de lo que otros grupos han ob-
piación, sobre todo por parte de quienes con- t e n i d o según su aportación al proceso produc-
centran en sus manos la mayor parte de los tivo. Para mí el problema comienza antes, esto
medios productivos. A la luz de los razona- es, cuando ciertos grupos sociales se apropian
mientos neoclásicos, también serían arbitrarios del fruto del progreso técnico que debió distri-
tanto esta apropiación como el hecho de que el buirse entre todos según su aportación produc-
e x c e d e n t e no tienda a eliminarse por el juego tiva.
de la competencia.
— Si le entendimos bien, usted sostiene que
Según esta interpretación mía, la arbitra- hay grupos sociales privilegiados que se apro-
riedad no radica en las desviaciones del siste- pian del fruto de la productividad del sistema e
impiden que este fruto se distribuya según la
15 racionalidad de las leyes del mercado que su-
Ibidem, p.58.
16
Ibidem, p. 75. ponen los economistas neoclásicos.
DIALOGO ACERCA DE FRIEDMAN Y HAYEK / Raúl Prebisch 175
— La interpretación de ustedes no podría ser portante. Para von Hayek y para Friedman hay
más correcta. Y a riesgo de repetición, podría q u e establecer una limitación constitucional
decirse q u e a la arbitrariedad de esa apropia- q u e impida las restricciones a la competencia,
ción primaria sigue la arbitrariedad de la redis- ya se trate de combinaciones de empresas o de
tribución en el juego de relaciones de poder. Y sindicatos de trabajadores, y que impida a la
cómo en esta pugna distributiva no hay princi- vez transferencias arbitrarias de ingreso entre
pio regulador alguno, el sistema tiende a su los grupos sociales. En cambio, yo propongo
crisis. transformar el régimen de acumulación y distri-
— Explíquenos, sin embargo, por qué esta ten- bución.
dencia a la crisis no se ha presentado antes en — Antes de explayarse al respecto, le ruego me
el desenvolvimiento del capitalismo perifé- permita una digresión. Usted no ha comentado
rico. una afirmación de von Hayek (y también de
— Trataré de hacerlo. La tendencia a la crisis Friedman) según la cual los sindicatos, al fijar
es una consecuencia de las mutaciones estruc- arbitrariamente los salarios, impiden el em-
turales d e l sistema conforme penetra la técnica pleo de otros trabajadores.
d e los centros. Hay fases estructurales durante — Esta es la tesis muy difundida ahora en cier-
las cuales no existe, o es muy débil, el poder tos artículos de divulgación neoclásica. El de-
redistributivo de la fuerza de trabajo, por ser sempleo se explicaría por la elevación artificial
incipiente el proceso de democratización; de de salarios que consiguen los sindicatos; estos
democratización genuina y no aparente o ma- salarios tendrían q u e ser tan bajos como fuese
nipulada. Pues bien, cuando avanza este proce- necesario para llegar al equilibrio de oferta y
so, la fuerza de trabajo va adquiriendo poder d e m a n d a de trabajo. Supongamos que sea así.
para compartir los sucesivos incrementos de Sin embargo, se olvida algo muy importante en
productividad y para resarcirse de los impues- este razonamiento. En efecto, si bajan los sala-
tos y demás cargas d e un Estado que tiende a la rios, también tendrían que reducirse los precios
obesidad, por las razones antes explicadas. Y según las leyes del mercado; pero creo haber-
c u a n d o esta pugna, cada vez más conflictiva, no les demostrado que los precios no descienden,
p e r m i t e seguir cumpliendo la exigencia diná- sino q u e sube el excedente. Estos fenómenos
mica d e acrecentar continuamente el exceden- mal p u e d e n explicarse ignorando la estructura
te, sobreviene la crisis y la espiral inflacionaria social.
q u e trastorna el sistema.
— Estaba usted refiriéndose a ciertas limita-
3. Aparentes analogías y grandes diferencias ciones constitucionales que, según von Hayek,
debieran asegurar el libre juego de las leyes del
— Aquí está precisamente lo que decíamos; mercado. ¿Cuáles serían estas limitaciones?
usted desemboca en una conclusión semejante — Ante todo limitaciones que impidan aque-
a la de von Hayek, llas combinaciones de empresas y trabajadores.
— Semejante sí, pero muy diferente en su ex- Enseguida, un límite que no permita que los
plicación. Porque para von Hayek la crisis se gastos del Estado excedan de una cierta propor-
d e b e , en última instancia, a que el abuso de la ción d e l producto global, para así poner freno a
mayoría democrática ha violado las leyes del las transferencias arbitrarias de ingresos que
mercado. E n tanto que yo sostengo que la crisis decidan las mayorías parlamentarias. Y, final-
r e s p o n d e a un sistema que tiene un vicio origi- m e n t e , un impuesto negativo o subsidio para
nal, p o r q u e no permite que las leyes del mer- aliviar la suerte de aquellos que, así lo supongo,
cado cumplan el papel redistributivo q u e se les o b t i e n e n muy bajos ingresos, sea por su escasa
atribuye. aportación al proceso productivo o por alguna
— Ahora comprendemos. ¿Pero cuáles serían otra razón moralmente aceptable.
las consecuencias de dos tesis que, a pesar de — Se comprenden muy bien estas proposicio-
ser tan diferentes, tan contrarias en su signifi- nes a la luz de los principios neoclásicos. Pero
cación,- parecerían conducir fatalmente a un como ya vamos penetrando en su pensamiento,
mismo desenlace? suponemos que usted ha de tener objeciones.
— Procuraré responder a esta pregunta tan im- — Por supuesto que las tengo. En efecto, se
176 REVISTA DE LA CEPAL N.° 15 / Diciembre de 1981
sigue prescindiendo del excedente estructural; dad y gestión de los medios productivos para
r e c u e r d e n lo q u e antes he manifestado. El he- conseguir el propósito que usted acaba de
cho de q u e los precios no desciendan de acuer- enunciar?
d o con la creciente productividad no obedece a — No, terminantemente no. Esto es lo que se
las combinaciones de empresas, sino al me- m e atribuye muy equivocadamente. Son las
canismo de apropiación del excedente que im- mismas empresas de donde surge el excedente
p i d e la difusión social del fruto de la producti- q u i e n e s tendrían q u e distribuirlo entre acumu-
vidad por obra de la competencia. Las combi- lación, mejoras redistributivas y gastos del Es-
naciones modifican la distribución interna del tado, mediante la compresión de aquella parte
excedente, pero no influyen sobre su cuantía. del excedente q u e se dedica al consumo exage-
Por otro lado, la disolución del poder sin- rado o se transfiere exageradamente al exterior.
dical significaría acrecentar el ritmo de creci- — ¿Está usted proponiendo que las empresas
miento del excedente. Si este fenómeno fuera desempeñen este papel importantísimo por su
acompañado de un proceso espontáneo de des- propia determinación?
censo de los precios, en la medida en que no
— D e ninguna manera. Las empresas serían
aumentaran las remuneraciones, nada tendría-
ejecutoras del uso social del excedente. La de-
mos q u e objetar, Pero como bien sabemos, el
cisión tiene que resultar de un consenso colec-
sistema está muy lejos de funcionar así.
tivo, un consenso consagrado en la Constitu-
Es cierto que podría aumentar la acumula- ción q u e impida a las empresas disponer arbi-
ción si el excedente se acrecentara así por la trariamente del excedente. Como advertirán
eliminación del poder sindical o la limitación u s t e d e s , m e inspiro en Friedrich von Hayek en
de los gastos del Estado. Y ello podría tener cuanto al consenso constitucional; un consenso
efectos positivos en ciertas fases del desarrollo. q u e determine los principios generales que
¿Y si, por el contrario, el excedente así acrecen- han d e guiar el uso social del excedente. Las
tado se dedicara al consumo, qué ocurriría? mayorías legislativas tendrán que seguir estos
— Esto es lo que, justamente, queríamos de- lineamientos en sus decisiones concretas, pero
cirle. Para que esas limitaciones preconizadas n o podrían modificarlos; la modificación ten-
dría q u e ser objeto de reformas constituciona-
por nuestros autores neoclásicos tuvieran efec-
les. Trato de explicar todo esto en mi libro, y no
tos dinámicos positivos, sería necesario limitar
m e pidan ustedes entrar a fondo ahora en la
asimismo el consumo privilegiado. ¿Qué pen-
materia.
saría usted al respecto?
— Bien, pero permítanos mencionar un punto
4. El uso social del excedente de gran significación política; habla usted de
un consenso consagrado en la constitución, y
— Ahora veo q u e ustedes están entreviendo el dice usted que se inspira en Von Hayek.
b u e n camino. Es necesario limitar el consumo
privilegiado para elevar la acumulación e im- 5. Cambios en la estructura del poder
pulsar la eficacia absorbente del sistema; será
la mejor forma de lograr una distribución diná- — Es d e s d e luego una coincidencia en el pro-
mica del ingreso. Pero es claro que se necesita- cedimiento, pero no en el objetivo buscado. Mi
ría además una cierta redistribución directa del objetivo es fundamentalmente diferente del
ingreso, a expensas, sobre todo, del consumo q u e se propone von Hayek. Para conseguir lo
privilegiado, o si se quiere llamarle como lo q u e persigue este economista, sería necesario
hace Milton Friedman, un impuesto negativo. un cambio regresivo en la estructura del poder,
T o d o esto, sin embargo, no podría conce- en claro detrimento de la fuerza de trabajo. Por
birse como una serie de medidas fragmentarias el contrario, el objetivo de usar socialmente el
e inconexas, d e b e n formar parte de un concep- excedente exige un cambio progresivo de la
to racional de uso social del excedente. estructura del poder, en detrimento de quienes
— Le interrumpimos para formularle una pre- se apropian y retienen una proporción conside-
' gunta, a nuestro juicio, de extrema importancia. rable del excedente.
¿Será necesario transferir al Estado la propie- — Nos habla usted de un cambio regresivo en
DIALOGO ACERCA DE FRIEDMAN Y HAYEK / Raúl Prebisch 177
la estructura del poder en detrimento de los fuera, mejoraría la aptitud dinámica del siste-
trabajadores en su sentido más amplio. ¿Qué ma, a u n q u e con el gran costo social y político
relación tiene esto con su tesis acerca del em- q u e significa un régimen de fuerza. Observen
pleo de la fuerza para hacer frente a la crisis ustedes la realidad, los casos concretos, para
del sistema? ver q u é pasa en casos semejantes.
— Se trata en verdad de dos formas de expresar — ¿No niega usted, de este modo, la posibili-
lo mismo. Les manifesté antes que cuando los dad de que el restablecimiento dinámico del
trabajadores han adquirido gran poder sindical excedente permita alcanzar una tasa satisface
y político, es imposible dominar la crisis con torta de desarrollo y eliminar la inflación en un
una política monetaria restrictiva. No se evita el régimen de fuerza?
alza de precios, acaso se logre atenuarla, y se
— No lo niego. Sería necesario para ello una
provoca la contracción de la economía y el de-
política coherente y sistemática, y la prueba
sempleo. Se acude entonces al empleo de la
terminante de que se sigue una política de esta
fuerza para dominar el poder sindical y político
índole sería el acrecentamiento' del ritmo de
de los trabajadores. Y a esto llamo un cambio
acumulación a expensas del consumo privile-
regresivo en la estructura del poder.
giado, a fin de mejorar progresivamente el em-
— Esto parecería conducir a una conclusión pleo y la distribución. Creo también que sería
política muy grave. ¿No se concibe otra forma posible contener la inflación social.
que el empleo de la fuerza para que los traba-
jadores acepten el imperio irrestricto de las — ¿Pero realmente podrían conseguirse esos
leyes del mercado? y otros objetivos dinámicos? Quisiéramos en
este aspecto su franca opinión.
— Pues les digo francamente a ustedes que he
llegado a esta conclusión. ¿Estarían ustedes — Yo creo que sí, si esto es lo que realmente se
dispuestos a aconsejar a los trabajadores que no persigue. Pero al examinar los hechos, sin em-
e m p l e e n su poder redistributivo para asegurar bargo, me he convencido que una vez restable-
el crecimiento continuo del excedente econó- cida la dinámica del excedente en favor de los
mico en manos de los estratos superiores? estratos superiores y en detrimento de la fuerza
— Bueno, acaso pudiéramos ofrecer este con- d e trabajo, la inflación se vuelve tolerable para
sejo si al mismo tiempo se pusiera un limite al los grupos sociales dominantes, provenga ésta
consumo privilegiado, a fin de aumentar la de factores internos o externos. Y si a ello se
acumulación y mejorar la distribución. ¿Qué agrega q u e no se consigue impulsar resuelta-
diría usted? m e n t e la economía, y que en algunos casos se
eleva la desocupación ¿no creen ustedes que el
— Tengan en cuenta que esta limitación del
e m p l e o de la fuerza d e b e terminar en una tre-
consumo, si ha de alcanzar dimensiones efica-
m e n d a frustración? Una tremenda frustración
ces, exigiría aquel cambio progresivo en la es-
para todos aquellos que han creído sincera-
tructura del poder. Sucede, sin embargo, que
m e n t e en la eficacia de las leyes del mercado.
c u a n d o se llega al empleo de la fuerza para
No así para aquellos que aumentan extraordi-
resolver la crisis del sistema se suprime el po-
nariamente su poder económico: exaltan la li-
der sindical y político sin tomar medidas que
bertad q u e tuvieron para hacerlo, lo cual es
limiten el consumo privilegiado. Por el contra-
incompatible con la libertad de los demás.
rio, se suprime aquel poder para restablecer la
dinámica del excedente. Y esto da nuevo im- Esto es lo q u e no ven ni Friedman ni
pulso al consumo privilegiado. von Hayek. No quieren reconocer que los prin-
— ¿No se concibe que los estratos superiores cipios neoclásicos sólo pueden aplicarse bajo
lo hagan espontáneamente, amparados por un un régimen de fuerza. ¿Aceptan ustedes que
régimen de fuerza, y aumenten sin coerción p u e d a implantarse la libertad económica su-
alguna su coeficiente de acumulación? primiendo la libertad política? ¿Habrá para ello
— Sí, se concibe, como dicen ustedes. Si así un consenso constitucional?
178 REVISTA D E LA CEPAL N.° 15 / Diciembre de 1981
III
Otra vez Milton Friedman
1. Protección y subsidio d e la industria exportadora más maravillosa
q u e se pudiese concebir.
— Para mantener la secuencia de nuestro diá- "Naturalmente, los japoneses no nos vende-
logo, les había propuesto comentar el pensa- rían mercancías útiles con el fin de obtener inúti-
miento de von Hayek y retomar el hilo poste- les trozos de papel para quemarlos o enterrarlos.
riormente. Ha llegado ahora el momento de Al igual que nosotros, quieren obtener algo real a
hacerlo. cambio de su trabajo. Si todas las mercancías
En la C E P A L siempre nos hemos preocu- fuesen más baratas en el Japón que en los Esta-
p a d o por cierta tendencia latente al desequili- dos Unidos al cambio de 360 yens por un dólar,
brio exterior en la periferia. Es cierto que M. los exportadores tratarían de desembarazarse
F r i e d m a n no considera en especial el desequi- de sus dólares, procurarían venderlos al cambio
librio periférico, sino el que acontece even¬ de 360 yens por un dólar al objeto de comprar
tualmente en los centros. Pero no por ello hay las mercancías japonesas más baratas. Pero
por q u é acudir a medidas de intervención. ¿quién querría comprar los dólares? Lo que es
Sostiene, en efecto, que el desequilibrio cierto para el exportador japonés lo es también
comercial provocado por factores externos se para todos los habitantes del Japón. Nadie de-
corrige espontáneamente por el juego de los searía dar 360 yens a cambio de un dólar si con
tipos de cambio. Aquí tengo el libro, y para 360 yens se pudiesen comprar más cosas en el
evitar confusiones conviene releer la parte per- Japón q u e con un dólar en los Estados Unidos.
t i n e n t e . D i c e así: Los exportadores, al descubrir que nadie que-
"Supongamos que, para empezar, 360 yens rría comprar sus dólares a 360 yens, estarían
equivalen a un dólar. A este tipo de cambio, dispuestos a cobrar menos yens por un dólar. El
vigente durante varios años, supongamos que precio de un dólar expresado en yens disminui-
los japoneses p u e d e n producir y vender todo ría: 300 yens por un dólar, 250 yens o 200 yens.
por m e n o s dólares de lo que podemos hacerlo Enfoquemos las cosas al revés: necesitarían un
en los Estados Unidos: televisores, automóvi- n ú m e r o creciente de dólares para adquirir un
les, acero e incluso brotes de soja, trigo, leche y n ú m e r o dado de yens japoneses. Las mer-
helados. Si tuviésemos libertad de comercio cancías japonesas expresan su precio en yens,
internacional, trataríamos de adquirir todas con lo q u e su precio en dólares aumentaría. A la
nuestras mercancías en el Japón. Esto parece- inversa, las mercancías estadounidenses ex-
ría confirmar los temores de quienes defienden presan su precio en dólares, por lo que cuantos
los aranceles; nos veríamos inundados de mer- más dólares obtuviesen los japoneses por un
cancías japonesas y no podríamos vender nada n ú m e r o dado d e yens, más baratas resultarían
en contrapartida. las mercancías estadounidenses para los japo-
neses dispuestos a pagar en yens.
"Antes de que levanten sus manos horroriza-
dos, prosigamos con el análisis. ¿Cómo paga- " E l precio del dólar expresado en yens dis-
ríamos a los japoneses? ¿Les ofreceríamos dó- minuiría hasta que el promedio del valor en dó-
lares en billetes? ¿Qué harían con ellos? He- lares de las mercancías que los japoneses com-
mos partido de que al cambio de 360 yens por prasen a los Estados Unidos fuese más o menos
un dólar todo es más barato en el Japón, por lo igual al valor en dólares de las mercancías que
q u e en el mercado norteamericano no habría los Estados Unidos comprasen al Japón. A este
nada q u e quisiesen comprar. Si los exportado- precio, todo el que quisiese comprar yens con
res japoneses desearan quemar o enterrar los dólares encontraría a alguien que estaría dis-
billetes, sería fantástico para nosotros. Obten- puesto a venderle yens a cambio de dólares". 17
dríamos toda clase de mercancías a cambio de
trozos de papel verde que podemos producir en
gran abundancia y a bajo costo. Dispondríamos 17
Milton y Rose Friedman, op. tit., pp. 41-43.
DIALOGO ACERCA DE FRIEDMAN Y HAYEK / Raúl Prebisch 179
— Otra vez nos encontramos con un razona- Esto es al mismo tiempo un hecho indiscu-
miento seductor por su simplicidad. El merca- tible. Los costos superiores de la industrializa-
do resuelve por sí solo el desequilibrio sin que ción periférica significan un obstáculo conside-
tenga que intervenir el Estado. Nos interesa rable, ya se trate de exportar bienes industria-
ahora saber que piensa usted al respecto. les en competencia con los bienes de los cen-
— Examinemos este asunto tomando como tros, o de producirlos internamente, en compe-
p u n t o de partida varios hechos indiscutibles, y tencia también con dichos bienes. ¿Están uste-
siempre con relación a la periferia. Primero, el des de acuerdo?
desarrollo económico trae consigo un intenso — Por supuesto. Estos son hechos que existen
crecimiento de la demanda, sobre todo de bie- independientemente de consideraciones teóri-
nes industriales. Segundo, las exportaciones cas. Proseguimos escuchándolo.
primarias de la periferia son insuficientes para — Pues bien, para Miton Friedman la solución
q u e esta demanda pueda satisfacerse con ellas, está al alcance de la mano. Si debido a los costos
salvo casos excepcionales; de ahí que la indus- superiores se exporta menos de lo necesario y
trialización sea una exigencia ineludible del se importa más de lo debido y ocurre un dese-
desarrollo. Y, tercero, la industrialización es quilibrio, éste se corregirá solo, pues el dese-
también indispensable para absorber la gran quilibrio traerá consigo la devaluación moneta-
masa de la fuerza de trabajo que no puede em- ria, y en esta forma se abaratarán las exporta-
plearse en la producción primaria, sea destina- ciones y encarecerán las importaciones sin ne-
da al consumo interno o a la exportación. Y cesidad de que el Estado intervenga.
cuanto más penetre la técnica en la producción — Sin duda que se trata de una consecuencia
primaria, mayor será la necesidad de industria- lógica de la teoría friedmaniana.
lización. — Si bien se reflexiona, los efectos momentá-
neos d e la devaluación serían semejantes a los
Si no se oponen a este punto de partida,
de la protección o el subsidio, ¿por qué oponer-
seguiremos con el razonamiento.
se entonces a la protección para hacer posible
Para satisfacer esta demanda sólo se pre- la producción interna defendiéndola de las im-
sentan dos posibilidades y la combinación en- portaciones excesivas? ¿Y por qué oponerse a
tre ambas: una de ellas consiste en desarrollar un subsidio equivalente a la protección a fin de
la producción interna de los bienes industriales promover las exportaciones? Yo prefiero fran-
con tecnologías que están a nuestro alcance, y camente esto último, y voy a explicarles los
exportar una parte de estos bienes para impor- motivos. Sospecho; sin embargo, que ustedes
tar otros bienes industriales que no podríamos se inclinarán por la propuesta de Milton Fried-
fabricar por su complejidad tecnológica o por man.
carecer de los recursos naturales necesarios. Se
— No abriremos opinión hasta no conocer sus
trataría de una industrialización con gran aper-
argumentos.
tura exterior.
— H e aquí mis objeciones. La devaluación sig-
La Otra posibilidad sería poner el acento en nifica no sólo abaratar las exportaciones de bie-
la producción para el mercado interno, sustitu- nes industriales que no son competitivas, sino
y e n d o importaciones, más que en las exporta- las exportaciones primarias que sí son competi-
ciones industriales. ¿Qué preferirían ustedes? tivas. Esto significa una pérdida de ingreso pa-
— Nos parece que la primera posibilidad sería ra el país considerado sobre todo en productos
la más conveniente, pues nos permitiría obte- muy sensibles, donde el aumento de la oferta
ner las ventajas bien reconocidas del inter- iría acompañado de un descenso de los precios
cambio. q u e anule en todo o en parte el aumento del
— Yo también estoy de acuerdo con ustedes, y valor exportado, o que aun lo sobrepase.
volveremos después sobre este aspecto. Por el — Permítanos una interrupción. Quienes re-
m o m e n t o , quiero referirme a las diferencias de comiendan la devaluación sugieren un im-
costos industriales entre centro y periferia de- puesto a la exportación de los bienes competi-
bido a la superioridad técnica y económica de tivos, a fin de evitar este efecto adverso; pero
los primeros, sobre lo cual también me explaya- los bienes no competitivos se verían favoreci-
ré más adelante. dos por la devaluación.
180 REVISTA DE LA CEPAL N.° 15 / Diciembre de 1981
— Reflexionen, sin embargo, en que el im- — No atribuyo a esos países un designio ma-
puesto no sería consecuencia espontánea del ligno, sino que es la consecuencia de la índole
j u e g o del mercado, sino una acción deliberada centrípeta del capitalismo avanzado, y es éste
d e l Estado. Sería una protección al revés, por un hecho d e gran significación, que conviene
decirlo así. Continúo con mis objeciones. subrayar. La industrialización se ha desenvuel-
La devaluación significa modificar todo el to históricamente en aquellos países y las ince-
sistema interno de costos y precios; por el con- santes innovaciones tecnológicas han provoca-
trario, la protección tendría efectos internos do allí un enorme aumento de la productividad.
m u c h o más limitados, tanto más cuanto menor Pero el fruto de esta productividad ha quedado
fuere el coeficiente de comercio exterior con en los mismos centros, no se ha difundido en la
respecto al producto global de la economía. periferia a través de la disminución de los pre-
Finalmente, ese trastorno de costos y pre- cios. Y como quiera que este fruto se haya dis-
cios se traduce en el alza general de los precios, tribuido socialmente ha quedado en los mis-
y trae consigo la necesidad de una serie de mos centros, ha acrecentado allí la demanda, y
reajustes que, a la larga, impondrán una nueva esta demanda cada vez mayor ha estimulado las
devaluación, porque se habrán perdido aque- innovaciones y el desarrollo industrial.
llos efectos momentáneos a los que me refería. E n el curso de este proceso centrípeto no
— Usted se opone entonces a las devaluacio- p u d o haber llegado espontáneamente la indus-
nes. tria a la periferia. Hasta que las crisis de los
— Aclaremos. Me opongo a este tipo de deva- centros —primera guerra mundial, gran depre-
luaciones, y prefiero sin vacilación la protec- sión, segunda guerra mundial— impusieron la
ción o el subsidio equivalente, siempre que industrialización para sustituir lo que no podría
sean moderados y no abusivos, como sucede importarse. Por consiguiente, la sustitución no
con frecuencia. fue la consecuencia de una preferencia doctri-
Pero no me opongo a las devaluaciones, naria, sino una imposición ineludible de con-
por el contrario, las considero absolutamente diciones exteriores adversas. Y dado que los
necesarias, cuando se trata de ajusfar el valor centros habían avanzado considerablemente
externo d e la moneda a un aumento inflaciona- en su técnica y en su acumulación de capital, la
rio de precios internos que excede a los precios periferia comenzó a industrializarse en franca
internacionales. Es bien sabido que la sobreva¬ inferioridad. D e ahí los mayores costos que
luación provoca serios desequilibrios, pues fre- exigen la protección y el subsidio. Y si bien esa
na la exportación y alienta exageradamente la inferioridad se va corrigiendo en ciertos bie-
importación, en desmedro de la producción in- nes, aparece en otros debido a las incesantes
terna y el empleo. innovaciones tecnológicas de los centros.
— Usted ha expresado antes su preferencia
— Pero después cambió todo este panorama y
por una industrialización más orientada hacia
fue posible exportar.
la exportación que hacia la sustitución de im-
portaciones. También es esta nuestra preferen- — Correcto, sobre todo durante los largos años
cia, como lo dijimos a su tiempo. de prosperidad de los centros, que se prolon-
gan hasta mediados de los años setenta. Y hay
— Así es, efectivamente. Pero que podamos
países latinoamericanos que aprovecharon es-
seguir esta preferencia no depende sólo de la
tas condiciones favorables y lograron resulta-
decisión d e nuestros países, sino también de la
dos estupendos. Siguieron una política de sub-
de los países avanzados, y en gran medida. Di-
sidios y diversas formas de promoción de las
chos países ni han promovido en el pasado la
exportaciones. ¡Violaron las leyes del mercado!
industrialización de la periferia, ni han favore-
Política que aún hoy, en plena crisis de los
cido después sus exportaciones industriales.
centros, sigue dando positivos resultados.
2. La índole centrípeta del capitalismo — ¿Cree usted que habría que extremar los
avanzado esfuerzos en promover las exportaciones y
abandonar la política de sustitución de impor-
— ¿Sostiene usted que ésta ha sido una acti- taciones?
tud intencionada? — Se trata de dos aspectos del mismo proble-
D I A L O G O ACERCA D E FRIEDMAN Y HAYEK / Raúl Prebisch 181
d e b e tratar de acelerar el proceso; y, sobre todo, sión internacional del trabajo, al que ahora, con
hacerlo sin caer en actitudes dogmáticas. la prédica neoclásica, se recomienda volver. Y
— ¿A qué se refiere usted? e n n o m b r e de la libertad económica se justifica
— Precisamente al dogma friedmaniano con- el sacrificio de la libertad política.
trario al subsidio y la protección. Bajo el impe- ¡Comprenda Milton Friedman! ¡Comprén-
rio de ese dogma se están desbaratando sólidas dalo también Friedrich von Hayek! Un proceso
industrias en algunos casos, y destruyendo un genuino de democratización se estaba abrien-
prolongado esfuerzo de industrialización. do paso en nuestra América Latina, con grandes
dificultades y frecuentes retrasos. Pero su in-
T e r m i n o aquí, por ahora este diálogo. Por- compatibilidad con el régimen de acumulación
q u e creo q u e hay que continuarlo, y contrarres- y distribución del ingreso conduce hacia la cri-
tar la penetración de ideologías de muy graves sis del sistema. Y la crisis lleva a interrumpir el
consecuencias para el desarrollo latinoameri- proceso, a suprimir la libertad política; condi-
cano; es una responsabilidad insoslayable. ciones propicias para promover el juego irres-
P o r q u e en este caso no se trata de uno de los tricto de las leyes del mercado. Tremenda pa-
tantos episodios de irradiación intelectual de radoja la de ustedes. Exaltan la libertad política
los centros. Es un claro fenómeno de propaga- y los derechos individuales. ¿Pero no advierten
ción deliberada. Visitas, entrevistas y conferen- q u e en estas tierras periféricas la prédica de
cias, con el ferviente apoyo de una dispendiosa ustedes sólo p u e d e fructificar suprimiendo esa
y muy bien organizada campaña en los medios libertad y violando esos derechos? Tremenda
masivos de difusión. Hay en ello algo más, mu- paradoja y tremenda responsabilidad histórica.
cho más q u e un simple celo apostólico. Es un Porque, además de perpetuar y agravar las desi-
e m p e ñ o sistemático por volver hacia atrás, un gualdades sociales, las ideologías que ustedes
t r e m e n d o retroceso intelectual, después que predican conspiran flagrante mente contra el
habíamos logrado avanzar, con grandes dificul- ineludible empeño de llegar a nuevas formas
tades, en la interpretación del desarrollo lati- de entendimiento y articulación entre el Norte
noamericano. y el Sur. ¡Inconmensurable es el mal que con su
dogma están haciendo!
Hace más de treinta años demostramos la
falsedad de aquel pretérito esquema de divi-