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Derecho civil y constitucional

“La propiedad”

Gonzalez Mercado Hugo Carlos

Pecina Pérez Alondra Judith

Licenciado en Administración –
Generación del Conocimiento

1° H salón 302
Propiedad
Según el artículo 544 del código civil, la propiedad es el derecho de gozar y disponer
de las cosas de la manera más absoluta. Esta definición tiene el mal de no señalar
más que un solo carácter de la propiedad, cuya exactitud misma, puede ponerse en
duda, pues se verá que ni el derecho de goce ni el de disposición de los propietarios
son, realmente, absolutos; al contrario, implica numerosas restricciones. Pero la
propiedad posee otro carácter esencial: es exclusiva, es decir, consiste en la
atribución del goce de una cosa a una persona determinada; con exclusión de las
demás. Debemos, pues, preferir la definición siguiente: El derecho en virtud del cual
una cosa se encuentra sometida de una manera absoluta y exclusiva a la acción y
voluntad de una persona.
El derecho de propiedad implica una relación jurídica entre el propietario o sujeto, y
un sujeto pasivo universal. Propiamente, el sujeto pasivo universal queda
constituido por el conjunto de personas que de manera permanente o transitoria
integran una comunidad jurídica, pues se requiere siempre un dato especial para
que exista la oponibilidad del derecho de propiedad a los terceros y la posibilidad
física de su violación.
(Rojina Villegas R., Compendio de derecho civil, 1962, pág. 80)

Evolución histórica

 Derecho romano
Evolución histórica  En la edad media
 En la revolución francesa

Primera etapa: El derecho de propiedad a través de la evolución sufrida en el


derecho romano. Este la considero como un derecho absoluto, exclusivo y perpetuo
para usar, disfrutar y disponer de una cosa. esta era la característica del dominio ex
jure quiritum.
En el derecho romano, además de estas tres características de derecho absoluto,
exclusivo y perpetuo, se fijaron los tres elementos clásicos jus utendi, jus fruendi y
jus abutendi
Jus utendi: expresión latina que designa el derecho del propietario de un bien a
utilizarlo.
Jus fruendi: expresión latina que significa el derecho del propietario de percibir los
frutos de su cosa
Jus abutendi: expresión latina con la cual se designa el derecho del propietario de
un bien a disponer plenamente de él.
Segunda etapa: Esta comprende desde Justiniano hasta el Código civil de francés
de napoleón de 1804. En el estado feudal la propiedad o dominio otorgo el imperio.
Todo el Estado descansaba en este principio: los señores feudales, por razón del
dominio que tenían sobre ciertas tierras, no solo gozaban del derecho de propiedad
en el sentido civil, para usar, disfrutar y disponer de los bienes, sino que también
tenían un imperio para mandar sobre los vasallos que se establecieron en aquellos
feudos.
EI señor feudal se convertía en un órgano del estado y esta etapa llego hasta la
revolución francesa en donde se dio el derecho de propiedades su aspecto civil
desvinculado de toda influencia política.

Una característica esencial de esta época es la confusión que existía en relación a


los vínculos personales y los vínculos reales. La existencia de los señoríos crea una
figura parecida a un Jefe Rural los cuales tenían total autonomía, llevándolos a
mezclar soberanía y propiedad. El régimen de los feudos más relacionado al
derecho privado que al público, se convierte en un derecho concreto de propiedad
que subsistiría hasta 1,789, año en que la Revolución Francesa pondría fin
radicalmente al feudalismo.
La propiedad no otorga imperio, soberanía o poder; que no concede privilegios, sino
que simplemente es un derecho real de carácter privado para usar y disponer de
una cosa; que es, además, un derecho absoluto, exclusivo y perpetuo, como lo
caracterizó el derecho romano. Se reconoce en la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789, que la propiedad es un derecho natural que el
hombre trae consigo al nacer, derecho que el Estado sólo puede reconocer, pero
no crear, porque es anterior al Estado y al derecho objetivo; que toda sociedad tiene
por objeto amparar y reconocer los derechos naturales del hombre, que son
principalmente la libertad y la propiedad; que el derecho de propiedad es absoluto
e inviolable y con estos fundamentos de carácter filosófico que se expresan en la
Declaración de los Derechos del Hombre, el Código Napoleón elabora un nuevo
concepto de propiedad muy semejante al romano en cuanto a su aspecto jurídico,
en cuanto a su organización legal; pero con un fundamento filosófico que no le dio
aquél.
Tanto en el derecho romano como a partir de la revolución francesa, priva un
concepto individualista: proteger el derecho de propiedad en favor del individuo,
para sus intereses personales.

Tercera etapa: Nuestros códigos de 1870 y 1844 en relación con el Código


Napoleón y la Declaración de los Derechos del hombre y el Ciudadano de1789. En
nuestro derecho siempre se nota una característica especial digna de llamar la
atención: no obstante, la influencia enorme del Código Napoleón y su fama mundial;
y de que se vino reconociendo en éste como verdad casi axiomática, el carácter
absoluto del derecho de propiedad, nuestro Código de 1870 consagra una definición
por la cual se dice que "la propiedad es el derecho de gozar y disponer de una cosa,
sin más limitaciones que las que fijan las leyes" (Art. 827).
Por esto creemos que puede caracterizarse para nosotros un tercer período que se
inicia con los códigos de 1870 y 1884, pues ya no son una reproducción del
concepto napoleónico, sino que introducen una modificación esencial a la
propiedad, adelantándose en cierta forma a las legislaciones del siglo pasado, más
si se considera que es en el año de 1870 cuando se limita el concepto legal que dio
carácter absoluto al dominio.
Esta definición de la propiedad pasó a nuestro Código de 1884 en su artículo 729.
En artículos posteriores se recuerda el concepto napoleónico, al declarar en el 730
que la propiedad es inviolable y que no puede ser atacada sino por utilidad pública
y previa indemnización.

Aquí ya encontramos la posibilidad de restringir la propiedad, cuando existe una


razón de orden público que pueda llevar no sólo a la modificación, sino incluso a la
extinción total del derecho mediante expropiación. En el artículo 731 se contiene un
concepto de propiedad de gran interés, sobre todo para nuestro derecho,
relacionándolo con sus antecedentes desde la época colonial, con la legislación
minera, con la Constitución de 1857 y con el art. 27 de la vigente. Tiene gran
importancia este precepto, porque declara que el propietario es dueño del suelo y
del subsuelo.

En la legislación nacional, antigua y moderna

El derecho moderno tiene su antecedente doctrinal en las ideas de Duguit, y su


expresión legislativa, entre nosotros, en el art. 27 Constitucional y en el Código Civil
de 1928. Uno de los autores que en nuestro concepto ha expuesto mejor la crítica
a la doctrina individualista, y al propio tiempo ha formulado un concepto de
propiedad que está de acuerdo con las nuevas orientaciones del derecho, es León
Duguit, quien estudió las transformaciones sufridas por diferentes instituciones
jurídicas del derecho privado a partir del Código Napoleón, y sustentó unas
conferencias en 1911 en la Universidad de Buenos Aires, tratando de tales
transformaciones y relacionándolas con el Código Napoleón.
Duguit considera que el derecho de propiedad no puede ser in nata en el hombre y
anterior a la sociedad.

El hombre jamás ha vi. vida fuera de la sociedad y, por tanto, es inadmisible


imaginarlo como ocurre sólo en hipótesis en el contrato social de Rousseau, en
estado de naturaleza, aislado, con sus derechos absolutos, innatos, y
posteriormente celebrando un y limitar, en la medida derechos absolutos. Como el
hombre siempre ha vivido en sociedad, tendrá que estudiársele como miembro de
un grupo, y sus derechos, por tanto, tendrán que referirse a este estado social
indiscutible. Si el hombre al nacer y al reconocérsele derechos, es miembro de esa
colectividad, en concepto de Duguit, es en ocasión de estos deberes como se le
confieren derechos.
En otras palabras: los derechos no pueden ser anteriores a la sociedad, ni
sociológica ni jurídicamente, porque el derecho no se concibe sino implicando una
relación social, y no puede haber, por con· siguiente, ese derecho absoluto antes
de formar parte del grupo, ni esa limitación voluntaria para lograr la convivencia
social. Tampoco dice Duguit puede considerarse que el Estado o la sociedad, por
medio de la ley estén impedidos para limitar, organizar o restringir la propiedad,
porque el hombre la tenga antes de formar parte de la sociedad y se le reconozca
en atención a su calidad de ser humano.

Según Duguit, como no es fundada la tesis de que el hombre tenga derechos


innatos anteriores a la sociedad, debe desecharse este fundamento que se invoca
en la Declaración de los Derechos del Hombre y en las primeras constituciones
francesas para hacer inviolable la propiedad.
Tampoco la propiedad es un derecho subjetivo, anterior al objetivo. En la doctrina
francesa se consideró que como el hombre tenía derechos innatos, eran anteriores
a la norma jurídica, y que ésta sólo podía reconocerlos y armonizarlos para evitar
los distintos choques en las esferas jurídicas individuales.

Para Duguit, el derecho objetivo es anterior al subjetivo y especialmente al de


propiedad. Si el hombre, al formar parte de un grupo tiene principalmente un
conjunto de deberes impuestos por la norma jurídica, para lograr la solidaridad
social, es la ley la que vendrá en cada caso a reconocer y otorgar ciertos poderes,
para que el hombre pueda cumplir con el deber social fundamental que tiene de
realizar la interdependencia humana.

Esto permitió al legislador de 1928 disponer en el Art. 16 del Código Civil que "los
habitantes del Distrito Federal tienen obligación de ejercer sus actividades y de usar
y disponer de sus bienes, en forma que no perjudique a la colectividad, bajo las
sanciones establecidas en este código y en las leyes relativas".

Aquí ya francamente el legislador ordinario impone la obligación de usar y disponer


de los bienes en forma que no perjudique a la colectividad. Ya no hay un estado de
libertad absoluta que pueda implicar acción o inacción; ya el propietario no es libre
de abandonar su riqueza emplearla en forma que perjudique a colectividad.
Posteriormente se regula en diversos artículos el aspecto que hemos llamado
negativo, y positivo de la propiedad.

Dice el Art. 830 que "el propietario de una cosa puede gozar y disponer de ella con
las limitaciones y modalidades que fijen las leyes". El 840 reglamenta el aspecto
negativo: "No es lícito ejercitar el derecho de propiedad de manera que su ejercicio
no dé otro resultado que causar perjuicios a un tercero, sin utilidad para el
propietario".

También el 1912 consagra un principio no sólo para el derecho de propiedad, si· no


para el ejercicio de todo derecho, impidiendo el perjuicio a tercero, cuando el titular
no obtiene utilidad alguna al ejercitarlo. "Cuando al ejercitar un derecho se cause
daño a otro, hay obligación de indemnizarlo si se demuestra que el derecho sólo se
ejercitó a fin de causar el daño sin utilidad para el titular del derecho". Reglamenta
el aspecto positivo el Art. 836, al decir que no sólo procede la expropiación, cuando
se trate de evitar perjuicios a la colectividad, sino también para lograr un beneficio
colectivo.

Función social de la propiedad


La función social de la propiedad, reconocida en el artículo 33.2 de la Constitución,
permite que las leyes modulen el derecho de propiedad privada en función de
intereses sociales superiores, sean públicos o privados, de modo que
manteniendo su esencia pueden limitarse mediante los instrumentos jurídicos
oportunos las facultades inherentes a tal derecho.

Por tanto, con la función social de la propiedad, todo individuo tiene la obligación
de cumplir ciertas obligaciones comunales, en razón directa del lugar que ocupa y
de los intereses del grupo social que lo representa. El propietario tiene el poder de
emplear el bien objeto del dominio en la satisfacción de sus propias necesidades,
pero correspondiéndole el deber de ponerla también al servicio de las necesidades
sociales cuando tal comportamiento sea imprescindible.

Cuestión distinta es el tratamiento fiscal que se le da en determinados casos, que


me parece un abuso y un sinsentido. Que por ejemplo una madre de a su hijo una
vivienda y que el Estado meta la mano (impuesto de donación) siendo en algunos
casos una cantidad desorbitada, al igual que con el fallecimiento (impuesto de
sucesión) aunque en este caso es menor el gravamen, puesto que la transmisión
mortis causa es menor que inter vivos.

Si el Código Civil regula el abuso del derecho y el ejercicio antisocial del mismo
(art. 7.2), la Constitución va a aportar la idea de la función social como cauce
delimitador del derecho de propiedad.

Ante todo, es claro que la premisa mayor es el reconocimiento constitucional a la


propiedad privada; ello implica la consideración y el reconocimiento de un
medio patrimonial con un conjunto de facultades, que quiere garantizar,
en definitiva, un ámbito de autonomía personal como medio efectivo de
la libertad y la responsabilidad humanas.
Deriva de lo anterior que la fórmula «función social» de la propiedad no puede
convertir al propietario en un funcionario, que no puede entenderse que
el ejercicio por el propietario de su derecho implica una función:
los derechos socialistas funcionarían los derechos subjetivos a un concreto fin
económico-social, de modo que, en este sentido, la función social de la
propiedad implicaría una verdadera norma jurídica de conducta. Pero en
los ordenamientos no socialistas, la «función social» de la propiedad ha de
entenderse: por un lado, como fuente de limitaciones al arbitrio del titular para
evitar ejercer su derecho antisocialmente, y por otro, como fuente de deberes para
con la comunidad a través de leyes que el propietario ha de cumplir y que
configuran el entorno normal del derecho, delimitándolo y encauzando
el ejercicio de las facultades dominicales.

Conclusión, por tanto, del silogismo es -al menos en principio- que la propiedad no
es función, pero como tampoco el propietario es un individuo aislado, sino un
miembro de la comunidad, la consecuencia es que la función social de la
propiedad ha de ser entendida como cierta vinculación transindividual, y ella la
desempeña no el propietario, sino la institución misma, a la que
el legislador encauza mediante normas que tienen en cuenta los intereses de la
generalidad.

(Rojina Villegas R., Compendio de derecho civil, 1962)

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