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Reproducción de microorganismos eficientes (EM y cepas) de manera

artesanal para uso agropecuario.

Dra. Schwentesius R. Rita 1, M.C. Montoya T. J. Nelson.2, Dr. Gómez C. Manuel.


A.1, M.C. Gómez T. Laura2, Ing. Vicencio N. Manuel3

1) CIIDRI, IISEHMER, Universidad Autónoma Chapingo, Estado de México,


ciidri2008@yahoo.com.mx; 2) Departamento de Agroecología, Universidad
Autónoma Chapingo; 3) Consultoría Empresarial en Agronegocios S.A de C.V.
Veracruz.

INTRODUCCIÓN
El actual modelo de producción agrícola ha promovido el uso masivo de productos
de síntesis química como la única y mejor alternativa para el control de plagas y
enfermedades, así como para nutrición en los cultivos, como consecuencia nos ha
llevado a tener diferentes problemas ambientales y humanos.
Sin embargo, dentro de las alternativas en el manejo de plagas y enfermedades se
presentan diferentes métodos, uno de ellos es el control biológico y uso de EM. El
control biológico intenta restablecer el perturbado equilibrio ecológico, mediante la
utilización de organismos vivos o sus metabolitos, para eliminar o reducir los daños
causados por organismos perjudiciales, por otro lado los EM, están compuestos por
organismos benéficos y altamente eficientes. Estos microorganismos no son
nocivos, ni patógenos, ni genéticamente modificados, ni químicamente sintetizados.
Estos microorganismos no son nocivos, ni patógenos, ni genéticamente
modificados, ni químicamente sintetizados., intervienen en los ciclos de los
nutrientes, regulan la dinámica de la materia orgánica, secuestran carbono y regulan
la emisión de gases invernadero, modifican la estructura física del suelo, actúan
sobre el régimen del agua y la erosión, y en consecuencia mejoran la eficiencia en
la adquisición de nutrientes por parte de los cultivos. El uso de microorganismos
eficientes fue desarrollado por el profesor Higa de Japón en los años 80 y está

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mostrando resultados que se comparan con una nueva revolución en la agricultura
(Mau, 2011).

Es importante resaltar la bondad de la propuesta, la cual va orientada para que sea


instrumentada por el productor al reproducir sus propios insumos y dejar de
depender mayoritariamente de los insumos externos y que tiene que adquirir en las
casas comerciales. Y que pone al alcance de los pequeños y medianos productores
tecnologías de bajo impacto ambiental, adaptables a las condiciones locales, de
bajos costos en pro de una producción sustentable (económica, social y ecológica).

REVISIÓN DE LITERATURA
Se denomina de forma generalizada la “mezcla de microorganismos efectivos”,
término acuñado por Teruo Higa, quien ha desarrollado en más de veinte años de
investigación, esta mezcla de microorganismos efectivos, que resultó ser un recurso
polifacético en innumerables campos de la vida cotidiana: en la agricultura, la
economía del agua, la construcción, la energía, la industria, la hostelería, el hogar y
la medicina (Mau, 2011).

Se emplea el EM (que se activa bajo los siguientes porcentajes EM al 10%, melaza


al 10%, vinagre al 10%, alcohol de caña al 10% y agua al 60%) como modulador de
enfermedades de hongo, pero el efecto solo se logra si el suelo se ha regenerado
lo suficiente, es decir, si la microbiología vuelve a estar en pleno funcionamiento. La
mayor parte de los parásitos tienen una característica en común: su preferencia por
las sustancias oxidadas, las plantas con tratamientos químicos, las provenientes de
suelos contaminados y las enfermas o estresadas retienen grandes cantidades de
oxidantes que atraen a su vez a muchos parásitos. Las plantas y circunstancias
medioambientales con un alto grado de antioxidantes rechazan estos parásitos,
estos antioxidantes se encuentran contenidos en el EM. Otra característica es que
la mayor parte de los parásitos son herbívoros, se alimentan de plantas enfermas o
débiles, mientras que los antiparasitarios suelen ser carnívoros. Los antioxidantes

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que reciben tratamientos EM favorecerá el desarrollo de los antiparasitarios,
mientras que tiende a ahuyentar los parásitos (Mau, 2011).

Las bacterias son los organismos más abundantes en el suelo y en el dosel vegetal.
La mayoría de los organismos usados como benéficos en la agricultura, han sido
aislados del suelo, por lo que el número de bacterias que interactúan con los cultivos
agrícolas, están en función de: la estación del año, tipo de suelo, fuentes de oxígeno
en el suelo, grado de labranza y fertilización, así como de la presencia de plantas
con raíces de dichos suelos (Lynch, 1983)

Para que la enfermedad se propague de un individuo a otro en el seno de


una población, es necesario que el aislamiento o patotipo tenga alta capacidad de
transmisión, además de que éste sea “virulento”, capacidad que se mide mediante
una técnica muy sensible, el bioensayo. En el caso de los microorganismos
entomopatógenos se emplean tres tipos de bioensayos: a) prueba de
patogenicidad, en la cual se determina si un agente biológico causa enfermedad o
no en el insecto a una dosis establecida; b) intervalo de respuesta biológica, en la
cual por lo general recomiendan cuatro concentraciones que permiten establecer o
determinar la concentración mínima capaz de matar al 100 % de la población y la
máxima que ocasione el 0 % de mortalidad; por último, c) los bioensayos, que
permiten determinar la CL50 (concentración en que se presenta el 50 % de
mortalidad de los insectos tratados), la TL50 (tiempo en que alcanza el 50 % de
mortalidad de los insectos tratados con el hongo a una dosis determinada), y
además permiten definir la concentración o dosis a aplicar en campo. En general se
espera que los bioinsecticidas tengan la misma eficacia y comportamiento que un
insecticida convencional, sin embargo se debe enfatizar que en este caso se está
manejando un organismo vivo, por lo que requiere de un manejo más adecuado
(Alatorre, 2002).

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Existe un grupo de microorganismos, que incluye a los hongos entomopatógenos,
los cuales han demostrado tener potencial para infectar o matar a cualquier
insecto en algunas de sus fases de ciclo biológico; no produce efecto inmediato
como los productos químicos, pero una vez que están en su ambiente dado, pueden
sobrevivir, incrementarse e infectar a los insectos (Alatorre, 1998).

Los entomopatógenos son importantes y efectivos reguladores de insectos; sin


embargo, éstos dependen en gran medida de una amplia gama de factores que
influyen en su establecimiento y éxito como estrategia de control.

Mecanismo de infección
Los hongos son microorganismos unicelulares (levaduras) o multicelulares
(especies filamentosas), que constan de células alargadas provistas de una pared
que contiene celulosa y quitina, además de otros carbohidratos y proteínas. Estas
estructuras vegetativas son llamadas hifas. Después de la infección exitosa de un
hospedante, se producen asexualmente estructuras reproductivas conocidas como
esporas o conidias que ayudan a la diseminación del patógeno. Los hongos poseen
una gran variabilidad genética y un amplio rango de hospedantes (Alcides, 2012).

El término entomopatógeno se ha definido por varios autores de distintas maneras,


algunos lo definen como aquellos organismos (bacterias, hongos, nemátodos y
virus) que son capaces de atacar insectos (Devotto et al., 2000), o como los que
reducen las poblaciones de insectos plagas a niveles que no causan daño
económico a los cultivos (Tanzini et al., 2001), o bien los que son un medio de
control en la reducción de poblaciones de insectos vectores de enfermedades
(Scholte et al., 2004).

Los hongos entomopatógenos se conocen desde hace dos milenios, cuando los
Chinos identificaron especies de Cordyceps e Isaria de especímenes del gusano de
seda y una especie de cicada (Chicharra o cigarra). Agostino Bassi en 1836 relata
un tratado sobre la enfermedad del gusano de seda, la muscardina, cuyo agente

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causal era Bauveria bassiana. Este hecho marca el inicio de la Patología de
Insectos. El desarrollo y aplicabilidad de la patología de insectos, se inicia en 1879
con Hagen quien estudia el posible uso de hongos para el control de insectos
(Vergara, 2004).

Los hongos entomopatógenos inician su proceso infectivo en los insectos


hospederos cuando las esporas viables son retenidas por contacto en la superficie
del integumento, mientras encuentran un espacio propio para establecer la
asociación patógeno-hospedero y formar los túbulos germinales y a veces el
apresorio, que facilitaran la invasión del hongo (Pucheta, 2006). La infección del
hongo sobre el insecto se inicia al adherirse el conidio, germinar y penetrar el tubo
germinativo en la cutícula. La penetración de la hifa, a través de la epicutícula, se
realiza por un doble proceso, uno enzimático y otro mecánico, actuando ambos en
forma simultanea (Zarate, 1997).

La germinación de la espora inicia con el hinchamiento de la misma, que es


favorecido con una humedad alta (70% durante 14 h); la germinación es disparada
por mensajeros que generalmente son carbohidratos presentes en las proteínas
cuticulares del insecto. La hidratación de la espora es favorecida por la acción
antidesecante de su cubierta mucilaginosa, que además funciona como protector
ante la presencia de polifenoles tóxicos y enzimas, secretadas por sistema inmune
del insecto.

Una vez dentro del insecto, el hongo prolifera formando cuerpos hifales secundarios,
que se ramifican en la procutícula conformada principalmente de fibrillas lameladas
de quitina embebidas en una matriz proteínica que actúa como cubierta física
protectora ante las secreciones extracelulares del patógeno. Posteriormente, los
cuerpos hifales se encuentran con la capa epidérmica y con su respectiva
membrana basal y se disemina a través del hemocele. Así, invaden diversas
estructuras como tejidos musculares, cuerpos grasos, tubos de Malpighi,
mitocondrias, hemocitos, retículo endoplásmico y membrana nuclear. Se ha

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sugerido que iones divalentes como el Ca +2 y el Mg+2 reducen las fuerzas de
repulsión electrostática de la superficie de la del insecto, por lo que pueden afectar
su hidrofobicidad y promover la adhesión pared celular fúngica-cutícula, creando
condiciones favorables para el establecimiento de la espora y la subsecuente
invasión del hospedero (Pucheta, 2006).

Montoya (1989), determinó la toxicidad de diferentes cepas de Bacillus thuringiensis


sobre adultos de A. ludens incorporando el producto a la dieta. La cepa GM18 a las
72 horas ocasionó el 100% de mortalidad de los adultos cuando se mezcló en un
proporción 1:1 con la dieta (sacarosa).

Campos (2000), reporta al hongo Metarhizium anisopliae en pupas y larvas de A.


ludens. Asimismo, Paecilomyces fumosoroseus en larvas de A. fraterculus; Mucor
spp., Penicillium spp y Serratia spp., en larvas y pupas de otros tefrítidos han
causado mortalidad en porcentajes significativos (Bateman, 1972; Carneiro y Salles,
1994).

De acuerdo a lo propuesto por Ruvalcaba (2008) actualmente, en la práctica, es


imposible sanar aquellas plantas infectadas por virus. La lucha contra los virus tiene,
por tanto, un carácter esencialmente preventivo. En la mayoría de los casos, las
pérdidas de cosecha provocadas por virus son más importantes cuando la
contaminación es precoz. Todas las plantas a menudo interaccionan con diferentes
microorganismos; sin embargo estas relaciones raramente presuponen una
infección en la planta. Cuando una planta es infectada por un patógeno al cual
resiste, se inducen una variedad de respuesta fisiológica y bioquímica. Se cree que
por medio de muchas de ellas la planta se protege restringiendo o eliminando al
patógeno o también limitando el daño que causa.

De acuerdo a la evaluación del efecto de Bacillus subtilis, Saccharomys cerevisiae,


ácido acetil salicílico y miel como agentes de resistencia sobre la infección
ocasionada por el Cucumber mosaic virus (CMV) en Cucurbita pepo Var Zucchini

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grey. Las plantas de todos los tratamientos, a excepción del testigo negativo, fueron
inoculadas de forma mecánica con CMV a los 16 días después de la siembre y a
los 36 días después de la inoculación de evalúo la concentración viral relativa
mediante la técnica de DAS-ELISA, el peso de biomasa fresca del follaje y de raíz.
Las plantas de calabacita tratadas con SC, BS + AH y M tuvieron el mayor peso de
biomasa fresca de follaje y de raíz. Los tratamientos SC, TN y M fueron negativos
al CMV en la prueba de DAS-ELISA tanto en la parte aérea como en la raíz, mientras
que TP, BS + AH y ASA fueron positivos siendo el tratamiento TP el que tuvo
mayores valores de absorbancia (Ruvalcaba, 2008).

Beijerinck en 1925 observó microorganismos en forma de espiral capaces de fijar


nitrógeno, nombrándolos Azotobacter spirillum y en 1925 le asignó el nombre de
Spirillum lipoferum. Pero fue hasta 1973, gracias a las observaciones de Peña-
Cabriales y Döbereiner, donde se inició la época moderna de esta bacteria. Pocos
años después del redescubrimiento de Azospirillum y hasta alrededor de 1993, este
género fue el más estudiado entre las bacterias asociadas a plantas. La capacidad
de Azospirillum para estimular el crecimiento de las plantas y de aumentar el
rendimiento de los cereales promovió numerosos estudios

González (2008) propuso una tecnología para la producción de plántula de cebolla,


jitomate y lechuga, usando eficientemente los nutrimentos, evitando plaguicidas y
manejando la producción de una manera ecológicamente sustentable; se evalúo el
efecto de Azospirillum brasilanse (A), Glomus intraradices (M) y Trichoderma
harzianum (T). Se realizó un experimento factorial aplicando: tres concentraciones
de solución nutritiva (25%, 50% y 100%), microorganismos, sus combinaciones y
dos testigos. Y como resultado arrojó que la aplicación de Glomus intraradices y
Trichoderma harzianum, como tecnología alternativa, permite la producción de
plántula de buena calidad reduciendo el uso de fertilizantes.

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Módulo de reproducción artesanal de microorganismos
1. Reproducción de cepas de microorganismos benéficos
La reproducción artesanal de cepas de microrganismos es un método sencillo y
barato. Lo primero que se debe de hacer es conseguir la cepa del microorganismo
con un laboratorio certificado como orgánico, para después reproducirlos de manera
artesanal de la siguiente manera:
Materiales:
 Cuarto o lugar de reproducción oscuro.
 Garrafas de 50 lts.
 25 litros de agua sin cloro
 1 litro de microrganismos de la cepa a reproducir
 1 kg de Melaza
 1 kg de Almidón (maíz molido, maseca, arroz).
 1 litro de Leche o suero
Procedimiento: Cabe de mencionar que se tiene que tener en una garrafa un solo
microorganismo. En las garrafas se depositan 25 litros de agua sin cloro, después
se agrega la cepa del microrganismo, posteriormente se le agrega un litro de leche
o suero, un kg de melaza, un kg de maíz molido o maseca y un litro de
microorganismos del rumen (los cuales se reproducen de la misma manera).
En 21 días estos microorganismos están listos para ser utilizados, pero en el módulo
se implementando el uso de reactores para acelerar su reproducción y en vez de 21
días se reproducen en 5 días (Noriega, 2012).

2. Reproducción de microorganismos efectivos


El uso de la tecnología de microorganismos para la agricultura fue desarrollada en
los años 80 por un japonés, el Dr. Teruo Higa y fue ganando popularidad a través
de los productos comerciales elaborados en laboratorios y conocidos como EM
(Microorganismos Efectivos) (Mau, 2006). Por otro lado, se desarrolló una
tecnología casera fácil de implementar y de bajo costo para reproducir los
microorganismos que viven naturalmente en nuestros bosques. Estos

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microorganismos son llamados comúnmente “Microorganismos de Montaña” o MM
(Paniagua, 2009).
Preocupados por utilizar los recursos que se tienen disponibles, se empezó también
a reproducir Microorganismos de Montaña (MM), nativos del lugar a los que
denominamos “Consorcio”. Los microorganismos de montaña son: hongos,
bacterias, micorrizas, levaduras y otros organismos benéficos. Los cuales viven y
se encuentran en el suelo de montañas, bosques, lugares sombreados y sitios
donde en los últimos 3 años no se han utilizado agroquímicos (Paniagua, 2009).
Estos microorganismos habitan y se desarrollan en un ambiente natural. En el suelo
se reconocen fácilmente por la formación de micelios blancos debajo de la
hojarasca. Para asegurar mayor efectividad de los microorganismos en el suelo es
recomendable que se tomen de la zona cercana al sitio donde se van a utilizar; ya
que están adaptados al tipo de materia orgánica, temperatura, humedad y otras
condiciones del clima. Para recolectar los microorganismos de montaña de los
lugares seleccionados, se aparta la capa de hojas de la superficie, luego debajo de
esta se toma la hojarasca en descomposición, que contiene los microorganismos, y
luego la colocamos dentro de bolsas o sacos. Luego de haber recolectado los
microorganismos de montaña (MM) se procede a la reproducción, en medio sólido
y posteriormente en medio líquido (Paniagua, 2009).
Reproducción en fase solida: Materiales: tambor de 200 litros, 10 kg de tierra de
montaña, 10 kg de harina de maíz, 10 lts de leche o suero, 10 kg de melaza, agua
suficiente (Paniagua, 2009).
Procedimiento: En un piso limpio de cemento, se mezcla bien la tierra de montaña
con el maíz. Se moja la mezcla con el agua de melaza removiendo constantemente
hasta que la mezcla llegue al punto de la prueba del puño (ni muy aguado ni
tampoco debe desmoronarse). Se coloca la mezcla en el tambor, apisonando bien
hasta llenarlo (Paniagua, 2009).
La finalidad de apisonar la mezcla es sacar todo el aire del recipiente, pues de esa
manera se crean las condiciones para la reproducción de los MM (reproducción
anaeróbica). Cerrar herméticamente y dejar fermentar bajo sombra. Después de 30
a 35 días, se puede activar en fase líquida (Paniagua, 2009).

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Reproducción en fase liquida: Materiales: tambor de 200 litros con tapa hermética,
1 galón de melaza, 4 kg de microorganismos de montaña sólido, un costal limpio
(se usara como colador), 100 litros de agua sin cloro (pozo, manantial o lluvia)
(Paniagua, 2009).
Procedimiento: Se depositan los 100 litros de agua y el galón de melaza al tambor.
Se pone el costal sobre el tambor para que sirva de colador y se agrega los
microorganismos de montaña sólidos. Se debe mantener el recipiente bajo sombra.
A los 4 días se desarrollan hongos, a los 8 días las bacterias y a los 15-25 días las
levaduras. El agua irá tomando un color café y un olor a fermentado (Paniagua,
2009).
El origen de los microorganismos para su aplicación en el naranjal ha cambiado
radicalmente desde su compra comercial hace algunos años de laboratorios
especializados ($100 para 250 ml), a la adquisición en el módulo del CIIDRI de
Chapingo hasta la propia reproducción en un módulo artesanal en el rancho en San
Pablo, Papantla, Veracruz. Esto ha permitido bajar los costos de producción, así
como ha motivado hacer diferentes experimentos para encontrar nuevos y mejores
usos.
Actualmente estamos reproduciendo 23 cepas de microorganismos: Azotobacter
spp, Bacillus subtilis, Bacillus thurigiensis, Paecilomyces fumorosus, Beauveria
bassiana, Lecanicillum lecani, Trichoderma harzianum y viridae, Trichoderma II,
Micorrizas arbusculares, Azospirillum spp, Metarhizium anisopliae, Rhizobium spp,
Bacillus megaterium, Heterhorabditis bacteriophora, dos especies más de
Metarhizium, y microorganismos del Rumen) y 5 tipos de Microorganismos de
Montaña o también llamados “Consorcios” (Montaña de Loxicha, Montaña de Geño,
consorcio San Pablo, consorcio Tabasco cero, consorcio Tabasco 1 y un complejo
de las 22 cepas.

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10. BIBLIOGRAFÍA
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