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TERAPIA GESTALTICA

INTRODUCCION
Gestalt es un término alemán, sin traducción directa al castellano, pero que
Aproximadamente significa "forma", "totalidad", "configuración". La forma o
configuración de cualquier cosa está compuesta de una "figura" y un "fondo". Por
ejemplo, en este momento para usted. Que lee este texto, las letras constituyen la figura
y los espacios en blanco forman el fondo; aunque esta situación puede invertirse y lo que
es figura puede pasar a convertirse en fondo.
El fenómeno descrito, que se ubica en el plano de la percepción, también involucra a
todos los aspectos de la experiencia. Es así como algunas situaciones que nos preocupan
y se ubican en el momento actual en el status de figura, pueden convertirse en otros
momentos, cuando el problema o la necesidad que la hizo surgir desaparecen, en
situaciones poco significativas, pasando entonces al fondo. Esto ocurre especialmente
cuando se logra "cerrar" o concluir una Gestalt; entonces ésta se retira de nuestra atención
hacia el fondo, y de dicho fondo surge una nueva Gestalt motivada por alguna nueva
necesidad. Este ciclo de abrir y cerrar Gestalts (o Gestalten, como se dice en alemán) es
un proceso permanente, que se produce a lo largo de toda nuestra existencia.
El Enfoque Gestáltico (EG) es un enfoque holístico; es decir, que percibe a los objetos, y
en especial a los seres vivos, como totalidades. En Gestalt decimos que "el todo es más
que la suma de las partes". Todo existe y adquiere un significado al interior de un contexto
específico; nada existe por sí solo, aislado.
El EG es esencialmente una forma de vivir la vida con los pies bien puestos en la tierra.
No pretende encaminar al individuo por el camino de lo esotérico o de la iluminación. Es
un modo de llegar a estar en este mundo en forma plena, libre y abierta; aceptando y
responsabilizándonos por lo que somos, sin usar más recursos que apreciar lo obvio, lo
que ES.
El EG es en sí mismo un estilo de vida; de allí que sea más adecuado denominarlo
"enfoque", que es un término más amplio, en lugar de "terapia", que restringe sus
posibilidades de aplicación a lo clínico.
EL AQUI Y EL AHORA
Es realmente difícil aceptar que todo existe en el presente momentáneo. El pasado existe
e importa tan sólo como parte de la realidad presente; cosas y recuerdos acerca de los
cuales pienso ahora como pertenecientes al pasado. La idea del pasado es útil algunas
veces, pero al mismo tiempo no debo perder de vista eso, que es una idea, una fantasía
que tengo ahora.
Nuestra idea del futuro es también una ficción irreal, aunque algunas veces de utilidad,
cuando lo asumimos como un ensayo y sólo como eso. Tanto nuestra idea del futuro como
nuestra concepción del pasado se basa en nuestra comprensión del presente. El pasado y
el futuro son nuestras concepciones acerca de lo que precedió al momento presente y lo
que presagiamos que seguirá a lo actual. Y todo este adivinar ocurre AHORA.
El ahora es el presente, aquello de lo que me doy cuenta. Ya sea que estemos recordando
o anticipando, lo estamos haciendo ahora. El pasado ya fue, el futuro aún no llega. Es
imposible que nada exista excepto el presente. Mencionó el ejemplo que alguien medio
una vez: si coloco un disco en el fonógrafo, el sonido aparece cuando el disco y la aguja
hacen contacto. No antes...ni después. Si pudiéramos borrar el pasado inmediato o la
anticipación de lo que vendrá de inmediato, nos sería difícil entender la música del disco
que estamos escuchando. Pero si borramos el ahora, entonces no hay nada. De modo que
no importa si estamos recordando o anticipando, de todas maneras lo hacemos en el aquí
y ahora.
CAMBIAMOS EL "POR QUE" POR EL "COMO"
Al preguntar por qué lo único que se consigue es alguna racionalización o "explicación".
El por qué acarrea una explicación ingeniosa, jamás un entendimiento cabal. Además,
nos aleja del aquí y ahora y nos introduce en el mundo de la fantasía; nos saca de lo obvio
para teorizar.
Perls consideraba que las palabras, cuando se utilizan para "explicar" y alejarse de lo
Evidente o de la realidad, son más una carga que algo útil. El las comparaba con el
excremento.
En el EG distinguimos tres tipos de "blá, blá, blá": Caca de Gallina, que vienen a ser los
comentarios superficiales, los clisés (buenos días, qué gusto de verlo, qué lindo día, etc.);
Caca de Toro, esto es, "por qué", racionalizaciones, excusas, conversación amena pero
inauténtica, etc.; y Caca de Elefante, cuando "filosofamos", hablamos de "la vida",
teorizamos sobre el Enfoque Gestáltico sin vivirlo, explicamos el por qué de la sociedad
y el mundo, etc.
El por qué sólo nos conduce a interminables y estériles investigaciones de la causa de la
causa de la causa de la causa.
Si se hacen la pregunta por el cómo, estamos mirando la estructura, estamos viendo lo
que ocurre, lo obvio; preocupándose por un entendimiento más profundo del proceso. El
cómo nos da perspectiva, orientación. El cómo nos muestra que una de las leyes básicas,
la de la identidad de estructura y función, es válida. Si cambiamos las estructura, la
función cambia. Si cambiamos la función, la estructura cambia.
Los pilares sobre los que se apoya el EG son: el aquí y ahora y el cómo. Su esencia está
en la comprensión de estas dos palabras. Vivir en el ahora tratando de darnos cuenta cómo
lo hacemos.
"REGLAS" DE LA GESTALT
El objetivo principal de la Terapia Gestáltica es lograr que las personas se desenmascaren
frente a los demás, y para conseguirlo tienen que arriesgarse a compartir sobre sí mismos;
que experimenten lo presente, tanto en la fantasía como en la realidad, en base a
actividades y experimentos vivenciales. El trabajo se especializa en explorar el territorio
afectivo más que el de las intelectualizaciones (ZIM). Se pretende que los participantes
tomen conciencia de su cuerpo y de cada uno de sus sentidos.
La filosofía implícita en las reglas es proporcionarnos medios eficaces para unificar
Pensamiento y sentimiento. Tienen por designio ayudarnos a sacar a luz las resistencias,
a promover una mayor toma de conciencia, a facilitar el proceso de maduración. Se busca
también ejercitar la responsabilidad individual, la "semántica de la responsabilidad".
Algunas de estas reglas pueden ser aplicadas como pautas para la terapia individual; sin
Embargo, su empleo principal se da en la terapia de grupo, en los grupos de encuentro.
Las principales reglas son las siguientes:
1. El principio del ahora: Este es uno de los principios más vigorosos y más
fecundos de la TG. Con el fin de fomentar la conciencia del ahora, y facilitar así
el darse cuenta, Sugerimos a la gente que comunique sus experiencias en tiempo
presente. La forma más efectiva de reintegrar a la personalidad las experiencias
pasadas es traerlas al presente, actualizarlas. Hacer que el sujeto se sitúe allí en
fantasía y que haga de cuenta que lo pasado está ocurriendo ahora. Para ello
hacemos preguntas como las siguientes: ¿De qué tienes conciencia en este
momento? ¿De qué te das cuenta ahora? ¿A qué le tienes miedo ahora? ¿Qué estás
evitando actualmente? ¿Cómo te sientes en este momento? ¿Qué deseas?
2. La relación Yo-Tú: Con este principio procuramos expresar la idea de que la
verdadera comunicación incluye tanto al receptor como al emisor. Al preguntar
¿A quién le estás diciendo eso? se le obliga al sujeto a enfrentar su renuencia a
enviar el mensaje directamente al receptor, al otro. De este modo suele
solicitársele al paciente que mencione el nombre de la otra persona; que le haga
preguntas directas ante cualquier duda o curiosidad; que le exprese su estado de
ánimo o sus desacuerdo, etc.
Se busca que tome conciencia de la diferencia que hay entre "hablarle a" su
interlocutor y "hablar" delante de él. ¿En qué medida estás evitando tocarlo con
tus palabras? ¿Cómo esta evitación fóbica para el contacto se expresa en tus
gestos, en el tono de tu voz, en el rehuir su mirada?
3. Asumir la propiedad del lenguaje y la conducta, o sea, responsabilizarse de lo
que se dice y/o se hace. Esto se vincula directamente con el lenguaje personal e
impersonal. Es común que para referirnos a nuestro cuerpo, a nuestras acciones o
emociones, utilicemos la 2º ó 3º persona. "Me causas pena" en lugar de "Yo siento
pena"; "Mi cuerpo está tenso" en lugar de "Yo estoy tenso", etc. Merced al simple
recurso de convertir el lenguaje impersonal en personal aprendemos a identificar
mejor la conducta y a asumir la responsabilidad por ella. Como consecuencia, es
más probable que el individuo se vea más como un ser activo, que "hace cosas",
en lugar de creerse un sujeto pasivo, al que "le suceden cosas". Las implicancias
para la salud mental y para dejar atrás nuestras "neurosis" son obvias.
4. En Gestalt está prohibido decir "no puedo"; en su lugar se debe decir "no
quiero", esto es, ser asertivo. Ello debido a que muchas veces el sujeto se niega a
actuar, a experimentar, a entrar en contacto, descalificándose antes de intentarlo
siquiera. No se puede obligar a la persona a hacer algo que no desea, pero sí se le
puede exigir responsabilidad, a asumir las consecuencias de su decisión evasiva,
para lo cual un honesto "no quiero" es lo más adecuado. Del mismo modo,
también deben evitarse o hacer que el paciente se de cuenta de sus "peros", "por
qués", "no sé", etc. Hay que recordar que en el ser humano el lenguaje es uno de
los medios de evitación por excelencia: se puede hablar de todo y no entrar en
contacto con nada, poner entre nosotros y la realidad una muralla de palabras.
5. El continuum del darse cuenta: El dejar libre paso a las experiencias presentes,
sin Juzgarlas ni criticarlas, es algo imprescindible para integrar las diversas partes
de la personalidad. No buscar grandes descubrimientos en uno mismo, no
"empujar el río", sino dejarlo fluir solo, libremente.
6. No murmurar: Toda comunicación, incluso las que se supone son "privadas" o
que "no interesan al grupo", debe ventilarse abiertamente en él o en su defecto
evitarse. Las murmuraciones, los cuchicheos sobre los demás, las risitas
cómplices, son evitaciones, formas de rehuir el contacto, además de faltar el
respeto al grupo e ir contra su cohesión al establecer temas "que no le competen"
en su presencia. Esta regla tiene por fin el promover sentimientos e impedir la
evitación de sentimientos.
7. Traducir las preguntas en afirmaciones; salvo cuando se trata de datos muy
concretos. Preguntas como "¿Puedo ir al baño? ¿Me puedo cambiar de sitio? ¿Me
puedo ir?", etc., deben ser traducidas como "Quiero ir al baño; Me quiero cambiar
de sitio; Me quiero ir". Así, el preguntón asume su responsabilidad y las
consecuencias de lo que afirma, en lugar de adoptar una postura pasiva y de
proyectar su responsabilidad en el otro, a fin de que él le dé la autorización.
8. Prestar atención al modo en que se atiende a los demás. ¿A quién le prestamos
atención? ¿A quién ignoramos?, etc
9. No interpretar ni buscar "la causa real" de lo que el otro dice. Simplemente
escuchar y darse cuenta de lo que uno siente en función a dicho contacto.
10. Prestar atención a la propia experiencia física, así como a los cambios de
postura y gesto de los demás. Compartir con el otro lo que se observa, lo obvio,
mediante la fórmula de "ahora me doy cuenta de ..."
11. Aceptar el experimento de turno; correr riesgos al participar en la discusión.
12. Considerar, aunque no se haga explícito, que todo lo dicho y vivido en el grupo
es estrictamente confidencial.
EN SÍNTESIS, LA TERAPIA GESTALTICA PERSIGUE:
 Vivir en el ahora.
 Vivir en el aquí.
 Dejar de imaginar y fantasear en exceso sustituyendo al contacto real
 Dejar de pensar innecesariamente sustituyendo a la acción.
 Dejar de aparentar o jugar al "como sí".
 Expresarse o comunicar.
 Sentir las cosas desagradables y el dolor.
 No aceptar ningún "debería", más que los propios, impuestos por uno mismo en
base a nuestras necesidades y experiencias.
 Tomar completa responsabilidad de las acciones, sentimientos, emociones y
pensamientos propios.
LAS AUTOINTERRUPCIONES (MECANISMOS DE DEFENSA).
Al igual que en el caso de los sueños, frente a los llamados "mecanismos de defensa" el
enfoque Gestáltico a-sume una postura muy peculiar y creativa. Si recordamos bien, Fritz
Perls estuvo muy vinculado al movimiento psicoanalítico en Alemania. Fue analizado y
recibió formación en psicoterapia analítica con los principales freudianos de su época
(Karen Horney, Helen Deuscht, Wilhelm Reich, etc.); incluso conoció al propio Freud,
en un breve encuentro que resultó más bien frustrante (y hasta traumático) para el viejo
Fritz (ver Dentro y fuera del tarro de la basura, su autobiografía), y fue fundador del
En Gestalt, los mecanismos de defensa antes que proteger al Yo de las pulsiones internas
amenazantes o de las amenazas externas, son concebidos como formas de evitar el con-
tacto, tanto interno como externo; como auto-interrupciones del ciclo de experiencia
Como se vio, el organismo -la totalidad de cuerpo y mente que somos todos. se regula a
sí mismo a través de ciclos sucesivos de siete fases o etapas (reposo, sensación, formación
de figura, movilización de energía, acción, contacto y reposo). En los diversos espacios
que median entre las fases del ciclo se pueden producir las auto-interrupciones, con la
finalidad de evitar el dolor, el sufrimiento, no sentir, no vivir, separarse de lo amenazante
en uno mismo, huir del estrato fóbico, etc. De ahí lo de "de defensa".

En Gestalt, los mecanismos de defensa antes que proteger al Yo de las pulsiones internas
amenazantes o de las amenazas externas, son concebidos como formas de evitar el con-
tacto, tanto interno como externo; como auto-interrupciones del ciclo de experiencia
Como se vio, el organismo -la totalidad de cuerpo y mente que somos todos- se regula a
sí mismo a través de ciclos sucesivos de siete fases o etapas (reposo, sensación, formación
de figura, movilización de energía, acción, contacto y reposo). En los diversos espacios
que median entre las fases del ciclo se pueden producir las auto-interrupciones, con la
finalidad de evitar el dolor, el sufrimiento, no sentir, no vivir, separarse de lo amenazante
en uno mismo, huir del estrato fóbico, etc. De ahí lo de "de defensa".
Fritz Perls (y Laura, su esposa, cofundadora de la Terapia Guestalt) describió hasta cinco
mecanismos: introyección, proyección, confluencia, deflexión y retroflexión. Salama
y Castanedo, en su libro Manual de psicodiagnóstico, intervención y supervisión para
psicoterapeutas (1991), mencionan las variantes que los diversos autores (Goodman,
Latner, Polster, Petit, Pierret) han propuesto en cuanto a orden y número de los
mecanismos, para proponer ellos mismos una lista, tal vez excesiva, de ocho:
desensibilización, proyección, introyección, retroflexión, deflexión, confluencia, fijación
y retención.
Lo interesante y novedoso del aporte de estos autores (aunque requiere todavía de mayor
comprobación y refinamiento) es su intento por desarrollar una psicopatología gestáltica,
que busque entender los problemas emocionales a partir de las interrupciones del ciclo de
la experiencia
A fin de no entrar en polémicas sobre cuál propuesta es la más adecuada, nos apegaremos
a la propuesta de Perls para la exposición, incluyendo, por considerarlo adecuado, una de
las fases de Salama y Castanedo.
• La Desensibilización (Salama y Castanedo), que se da entre reposo sensación, consiste
en bloquear las sensaciones tanto del medio externo como del interno, no sentir lo que
viene del organismo; esto estimula el proceso de intelectualización por el que se intenta
explicar por medio de racionalizaciones la falta de contacto sensorial. Su frase
característica sería "No siento".

• La Proyección (F. Perls), se da entre sensación y formación de figura. Consiste en


transferir lo que uno siente o piensa, pero que por diversos motivos (sobre todo por
acción de los introyectos "no debes") no puede aceptar en sí mismo, a los demás:
"Odiar es malo", dice la madre; el niño odia a su padre, pero como "no se debe odiar"
se enajena de ese sentimiento y le echa la pelota al padre temido y amenazante: "Tú
me odias, tú eres el malo". Su frase característica es "Por tú culpa".

• La Introyección (F. Perls), media entre la formación de figura y movilización de energía


para la acción. Aquí el sujeto se "traga" todo lo que le dan sin masticarlo lo suficiente;
las influencias externas son
engullidas sin hacer la necesaria crítica y selección, de acuerdo a sus necesidades
personales. El sujeto sufre un verdadero empacho de mandatos, órdenes, influencias,
imagos, etc., incuestionables, que cumplen en sí una función parasitaria pero que el sujeto
asume erróneamente como propios, como normas y valores morales. "Haz esto", "No
hagas esto", "No debes", "Deberías", etc.

• Los Introyectos impiden el libre flujo de los impulsos y la satisfacción de las


necesidades: no seas agresivo, no forniques, conserva tu virginidad, a la madre no se
le dice eso...bla, bla, bla. Importante: detrás de todo introyecto hay figuras importantes
para nosotros y Gestalten inconclusas en relación a ellas. Su frase es "Debo pensarlo
o hacerlo así".

• La Retroflexión (F. Perls), se da entre movilización de energía y acción. Es lo contrario


a la proyección. El sujeto no se atreve a actuar sus deseos o impulsos por la acción
nuevamente de los introyectos, así que se los dirige a sí mismo por ser esto menos
peligroso: se auto-agrede deprimiéndose; desarrolla trastornos psicosomáticos; se
desvaloriza, etc. Su frase es "Me odio para no odiarte".

• La Deflexión (Laura Perls), se da entre acción y contacto. Consiste en establecer un


contacto frío, inocuo, no amenazante; como si se tocaran las cosas con guantes o pinzas
para no sufrir daño o quemarse. Es también la expresión atemperada de las emociones:
hacerlo "educadamente". No se insulta...se ironiza o se hacen chistes; no se reclama o
lucha por lo propio...uno se resiente; no se ama...se "estima". A nivel verbal es bastante
claro; los eufemismos son una muestra evidente de la hipocresía deflexiva: falleció
por murió; hacer el amor por fornicar, etc. Otras formas son hacerse el cínico, el
indiferente, el intelectual, racionalizarlo todo. Su frase es "Tiro la piedra y escondo la
mano".

• La Confluencia (F. Perls), también se da entre acción y contacto. El sujeto para ser
aceptado o no entrar en discusión con figuras importantes simplemente se mimetiza a
ellas; debilita los límites de su Yo para fusionarse al otro. Se adoptan así, sin crítica ni
cuestionamientos, decisiones, ideas, estilos de viva ajenos. Se adopta
una postura cómoda donde se abdica de la propia responsabilidad, de la capacidad de
tomar decisiones, para siempre "estar de acuerdo". Los confluentes son personas "sin
carácter ni personalidad", "pasivas", que practican la desesperanza aprendida o la
identificación con el agresor temido. Su frase es "Acéptame, no discuto".

Considera en sentido tópico, la regresión se efectúa, según freíd, a lo largo de una


sucesión de sistemas psíquicos que la excitación recorre normalmente según una
dirección determinada.

En sentido cronológico, la regresión supone una sucesión genética y designa el retorno


del sujeto a etapas superadas de su desarrollo (fases libidinales, relaciones de objeto,
identificaciones, etc.).

En sentido formal, la regresión designa el paso a modos de expresión y de


comportamiento de un nivel inferior, desde el punto de vista de la complejidad, de la
estructuración y de la diferenciación.

• Fijación (161) La fijación hace que la libido se una fuertemente a personas o a imagos,
reproduzca un determinado modo de satisfacción, permanezca organizada según la
estructura característica de una de sus fases evolutivas. La fijación puede ser
manifestada y actual o constituir una virtualidad prevalerte que abre al sujeto el camino
hacia una regresión.
El concepto de fijación forma parte, en general, de una concepción genética que
implica una progresión ordenada de la libido (fijación a una fase). Pero, aperte de toda
referencia genética, también se habla de fijación dentro de la teoría freudiana del
inconsciente, para designar el modo de inscripción de ciertos contenidos
representativos (experiencias, imagos, fantasías) que persisten en el inconsciente en
forma inalterada, y a los cueles permanece ligada la pulsión.
• Intelectualización (206) Proceso en virtud del cual el sujeto intenta dar una formulación
discursiva a sus conflictos y a sus emociones, con el fin de controlarlos. La mayoría
de las veces, el término se toma en sentido peyorativo; designa, especialmente durante
la cura, el predominio otorgado al pensamiento abstracto sobre la emergencia y el
reconocimiento de los afectos y de los fantasmas.
• Racionalización (363) Procedimiento mediante el cual el sujeto intenta dar una
explicación coherente, desde el punto de vista lógico, o aceptable desde el punto de
vista moral, a una actitud, un acto, una idea, un sentimiento, etc., cuyos motivos
verdaderos no percibe; especialmente se habla de la racionalización de un síntoma, de
una compulsión defensiva, de una formación reactiva. La racionalización interviene
también en el delirio, abocando a una sistematización más o menos acusada.

• Desplazamiento (97) Consiste en que el acento, el interés, la intensidad de una


representación puede desprenderse de ésta para pasar a otras representaciones
originalmente poco intensas, aunque ligadas a la primera por una cadena asociativa.

Este fenómeno, que se observa especialmente en el análisis de los sueños, se encuentra


también en la formación de los síntomas psiconeuróticos y, de un modo general, en
toda formación del inconsciente.
La teoría psicoanalítica del desplazamiento recurre a la hipótesis económica de una
energía de catexis susceptible de desligarse de las representaciones y de introducirse a
lo largo de las vías asociativas.

TÉCNICAS DE LA GESTALT.
En la Terapia Guestáltica se trabaja con tres clases de técnicas básicamente:
1. Las T. Supresivas;
2. Las T. Expresivas; y
3. Las T. Integrativas.
1. Técnicas Supresivas: Pretenden básicamente evitar o suprimir los intentos de evasión
del cliente del aquí/ahora y de su experiencia; es decir, se busca con ello que el sujeto
experimente lo que no quiere o lo oculto a fin de facilitar su darse cuenta.
Entre las Principales Supresivas tenemos:
 Experimentar la nada o el vacío, tratando de que el "vacío estéril se convierta en
vacío fértil"; no huir del sentimiento de vacío, integrarlo al sí mismo, vivirlo y ver
que surge de él.
 Evitar "hablar acerca de", como una forma de escapar a lo que es. El hablar debe
sustituirse por el vivenciar.
 Detectar los "deberías" y antes que suprimirlos es mejor tratar de determinar qué
puede haber detrás de ellos. Los "deberías" al igual que el "hablar acerca de" son
forma de no ver lo que se es.
 Detectar las diversas formas de manipulación y los juegos o roles "como si" que
se desempeñan en terapia. También, antes que suprimirlos es mejor vivenciarlos,
hacer que el sujeto se de cuenta de ellos y del rol que juegan en su vida. Entre las
principales formas de manipular podemos hallar: las preguntas, las respuestas,
pedir permiso y las demandas.
2. Técnicas Expresivas: Se busca que el sujeto exteriorice lo interno, que se de cuenta
de cosas que posiblemente llevó en sí toda su vida pero que no percibía.
Se buscan tres cosas básicamente:
 Expresar lo no expresado.
 Terminar o completar la expresión.
 Buscar la dirección y hacer la expresión directa.
1). Expresar lo no expresado:
Maximizar la expresión, dándole al sujeto un contexto no estructurado para que se
confronte consigo mismo y se haga responsable de lo que es. Se pueden trabajar con
inducciones imaginarias de situaciones desconocidas o raras, para que aflores temores,
situaciones inconclusas. También se puede minimizar la acción no-expresiva.
 Pedir al cliente que exprese lo que está sintiendo.
 Hacer la ronda, que el sujeto exprese lo que quiera a cada miembro del grupo o
se le da una frase para que la repita a cada uno y experimente lo que siente.
2) Terminar o completar la expresión:
Aquí se busca detectar las situaciones inconclusas, las cosas que no se dijeron pero
pudieron decirse o hacerse y que ahora pesan en la vida del cliente. Una de las técnicas
más conocidas es la "silla vacía", es decir, trabajar imaginariamente los problemas que el
sujeto tiene con personas vivas o muertas utilizando el juego de roles. También se pueden
utilizar inducciones imaginarias para reconstruir la situación y vivirla nuevamente de
manera más sana, expresando y experimentando todo lo que se evitó la primera vez.
3) Buscar la dirección y hacer la expresión directa:
 Repetición: La intención de esta técnica es buscar que el sujeto se percate de
alguna acción o frase que pudiera ser de importancia y que se de cuenta de su
significado. Ejemplos: "repite es frase nuevamente", "haz otra vez ese gesto", etc.
 Exageración y desarrollo: Es ir más allá de la simple repetición, tratando de que
el sujeto ponga más énfasis en lo que dice o hace, cargándolo emocionalmente e
incrementando su significado hasta percatarse de él. También, a partir de una
repetición simple el sujeto puede continuar desarrollando su expresión con otras
cosas para facilitar el darse cuenta.
 Traducir: Consiste en llevar al plano verbal alguna conducta no verbal, expresar
con palabras lo que se hace. "Qué quiere decir tu mano", "Si tu nariz hablara que
diría", "Deja hablar a tus genitales".
 Actuación e identificación: Es lo contrario a traducir. Se busca que el sujeto
"actúe" sus sentimientos, emociones, pensamientos y fantasías; que las lleve a la
práctica para que se identifique con ellas y las integre a su personalidad. Es muy
útil en el trabajo de sueños.
3. Técnicas Integrativas: Se busca con estas técnicas que el sujeto incorpore o reintegre
a su personalidad sus partes alienadas, sus hoyos. Aunque las técnicas supresivas y
expresivas son también integrativas de algún modo, aquí se hace más énfasis en la
incorporación de la experiencia.
 El encuentro intrapersonal: Consiste en que el sujeto mantenga un diálogo
explícito, vivo, con las diversas partes de su ser; entre los diversos subyos intra-
psíquicos. Por ejemplo entre el "yo debería" y el "yo quiero", su lado femenimo
con el masculino, su lado pasivo con el activo, el risueño y el serio, el perro de
arriba con el perro de abajo, etc. Se puede utilizar como técnica la "silla vacía"
intercambiando los roles hasta integrar ambas partes en conflicto.
 Asimilación de proyecciones: Se busca aquí que el sujeto reconozca como propias
las proyecciones que emite. Para ello se le puede pedir que él haga de cuenta que
vive lo proyectado, que experimente su proyección como si fuera realmente suya.
Ejemplo: P:"Mi madre me odia".T: "Imagina que eres tú quien odia a tu madre;
cómo te sientes con ese sentimiento? ¿Honestamente, puedes reconocer que ese
sentimiento es tuyorealmente?". Es importante recordar que estos procedimientos
o técnicas son sólo un apoyo para lograr los objetivos terapéuticos, pero que no
constituyen en sí la Terapia Gestalt. Lo importante, lo realmente terapéutico, es la
"actitud guestá-tica" que se adopte, el reconocimiento de la importancia de
proceso, y el respeto por el ritmo individual del cliente. No empujar el río, dejarlo
ser. Tampoco aplicar las técnicas estereotipadamente, son asimilar la filosofía
implícita en el Enfoque Gestalt.
LA EXTERNALIZACION

En el sentido de Michael White (White, 1991; White y Epston, 1993), la externalización


es un proceso en virtud del cual un cierto atributo o cualidad se "saca fuera" de las
personas y se convierte en algo con entidad propia. En terapia, externalizar consiste
básicamente en utilizar el lenguaje para convertir los problemas que afectan a las personas
y a sus relaciones en entidades separadas de éstas, con lo cual pasa a ser posible luchar
contra ellas.

Así, es posible que el terapeuta del ejemplo anterior opte por preguntar cómo es que la
desconfianza consigue interponerse una y otra vez entre los cónyuges. Tal vez se inicie
así una conversación sobre las formas que tiene la desconfianza de infiltrarse en la
convivencia de los esposos, sobre los efectos que produce, y sobre la forma en que éstos
pueden intentar derrotarla. Si la externalización ha tenido éxito, es probable que marido
y mujer terminen analizando conjuntamente de qué manera pueden trabajar en equipo
para impedir que la desconfianza "se salga con la suya".

Retomando otro de los ejemplos, es posible que en un momento posterior de la entrevista


el niño explique, encorajinado, cuál fue el último día que su mamá le ayudó a ganar al
"pis malvado". Y tal vez el padre aporte alguna idea de cómo volver a hacerle una
jugarreta al pis para que no consiga engañar a su hijo y mojarle los pantalones. En este
caso, también, diremos que la familia y el terapeuta han externalizado el problema.

ORIGEN Y CONTEXTO TEORICO DE LA EXTERNALIZACION

Las prácticas de externalización fueron propuestas por Michael White como uno de los
elementos centrales de su enfoque terapéutico (White, 1991; White y Epston, 1993). Esta
técnica1 tiene una clara proximidad conceptual con algunas técnicas activas propuestas
por la terapia Gestalt, particularmente con aquellas que utilizan objetos a modo de
metáforas para representar distintos aspectos de los problemas (Greenberg, 1979).White
no reconoce explícitamente la influencia de las técnicas Gestalt en su obra; en cambio, le
otorga mucha importancia a la analogía del texto, una original metáfora para entender el
funcionamiento de una terapia (White, 1991).

Nosotros asumimos en parte esta visión. Nos gusta pensar, por ejemplo, que una manera
interesante de describir lo que ocurre en una sesión de psicoterapia es que los clientes
acuden con “puntos de vista” que están en buena medida contribuyendo a mantener sus
problemas, y que parte de la tarea de los terapeutas es ayudar a generar interpretaciones
diferentes de las que los clientes aportan inicialmente. Estos puntos de vista pueden
entenderse como historias, como relatos coherentes que estructuran la experiencia de las
personas. En otras palabras, en terapia se trata de re-escribir las historias de los clientes,
generando salidas a los problemas (Anderson y Goolishian, 1988; White y Epston, 1993;
Sluzki, 1992).2

Dentro de este marco epistemológico general, la externalización es un elemento más del


tipo de conversación terapéutica que propone White, una forma de emplear el lenguaje
para facilitar que durante la sesión se generen significados divergentes, historias
alternativas que favorezcan la disolución de los problemas.

Aunque reconocemos los riesgos que conlleva la extrapolación de técnicas y su


utilización fuera del marco epistemológico en el que se inscriben (Lazarus y Messer,
1992), pensamos que las prácticas de externalización pueden ser utilizados dentro de casi
cualquier modalidad de terapia familiar sistémica. En otras palabras, consideramos que
no es necesario asumir los presupuestos de los narratólogos para poder aprovechar el
potencial terapéutico que estas prácticas aportan. Por lo tanto, dedicaremos el resto de
este trabajo a discutir la externalización como técnica terapéutica, es decir, como un
procedimiento terapéutico discreto, claramente definido y estructurado, con indicaciones
y contraindicaciones más o menos precisas, y que conlleva por parte de la terapeuta un
conjunto de acciones susceptibles de ser descritas y secuenciadas.

Por otra parte, queremos recordar el carácter interactivo de este procedimiento. A


diferencia de otras técnicas, que pueden ser usadas de forma más o menos estandarizada
(p.ej., la Tarea de Fórmula de Primera

Sesión: de Shazer, 1987; o la Prescripción Invariante: Selvini Palazzoli y Prata, 1983), la


externalización sólo es posible en el diálogo con nuestros clientes, y es por tanto una
empresa conjunta de terapeuta y familia. Por tanto, las "acciones del terapeuta" que
describiremos deben ser entendidas como estímulos, como iniciadores que pueden o no
tener eco en los clientes. Decidimos puntuar la secuencia de modo tal que subrayamos la
Responsabilidad que en ella tiene el terapeuta, pero reconocemos el carácter circular de
la interacción. Esperamos que los ejemplos de caso iluminen este carácter interactivo.
MECANISMO DE FUNCIONAMIENTO

Hay diversas formas de entender el proceso en virtud del cual la externalización puede
ser de ayuda a las familias con las que trabajamos. Comenzaremos discutiendo las dos
más genéricas, compartidas con recursos como el uso de metáforas o la creación de
historias, para terminar analizando en profundidad aquello que resulta más característico
y peculiar de la externalización:

 Desde el punto de vista de Michael White, el valor terapéutico de la


externalización reside en que crea un espacio entre la(s) persona(s) y su(s)
problema(s), espacio desde el que la persona puede volver a asumir un papel
activo y enfrentarse al problema. La creación de esta distancia entre las personas
y sus problemas sería por tanto el elemento central en toda externalización.
 Nosotros entendemos las prácticas de externalización como un caso particular
del uso de metáforas . Encuanto metáfora, la externalización poseería valor
heurístico (ser vehículo para la ampliación de conocimientos), generativo (en
cuanto que el vehículo enriquece al tópico) y mnemónico (dado que facilita el
recuerdo de la idea) (Beyebach, 1995; Beyebach y Rodríguez Morejón, 1992).
Además, funcionaría como un facilitador de la eficacia de la comunicación,
aumentando la intensidad de los mensajes, la rapidez con que se transmiten y su
permanencia en la memoria. En el caso del ejemplo, parece obvio que a la
mayoría de los niños les resultará más impactante la imagen del "pis traicionero",
que les acecha para pillarles por sorpresa, que una disertación más o menos
camuflada sobre el control de los esfínteres. Será más probable que recuerden esa
imagen (valor mnemónico), que entiendan qué hacer (valor heurístico) y que
generen nuevas ideas a partir de la imagen inicial (valor generativo).
Parafraseando el refrán popular, diríamos que "una externalización vale más que
mil palabras".

Retomando la analogía del texto, la externalización aporta -o pretende aportar- un guión


llamativo, un tema en torno al cual organizar la conversación terapéutica. De esta forma,
la externalización se convierte en el hilo conductor de (parte de) la terapia. Además,
pensamos que se trata de un tipo de guiones con un gran arraigo en nuestra cultura, tan
propensa a reificar las cualidades negativas y a crear "enemigos externos" a los que
enfrentarse.3 Esto hace que sea más fácilmente asumible por nuestros clientes,
proporcionando una base común en la que situarse.
 También puede hacerse una lectura puramente cognitiva de la externalización.
Contextualizando este punto de vista, hemos de recordar que entre las muchas
alternativas de las que disponemos para analizar cómo se mantienen -y se
resuelven- los problemas destaca el papel de los procesos atribucionales, esto es,
los mecanismos a través de los cuales las personas interpretan lo que les ocurre y
adscriben significados a su propia conducta y a la de los demás.

Pues bien, parece que una característica esencial de este proceso es que buena parte de
las descripciones que las personas producimos se refieren a características internas de los
personajes que intervienen en una secuencia concreta (Weiner, 1990). De esta manera,
una persona puede interpretar un revés en el trabajo como “la prueba evidente" de su falta
de fuerza de voluntad, o un marido puede entender que su mujer está distante y atribuirlo
a que ella es “fría y seca”, mientras que estos mismos hechos podrían ser explicados en
virtud de otros muchos factores meramente transitorios y situacionales por las mismas
personas en coyunturas diferentes. Pudiéramos pensar, además, que el atribuir los
acontecimientos negativos a una causa interna tiene un efecto paralizante para las
personas, ya que interno suele ser sinónimo de inmodificable y la gente no suele sentirse
muy motivada para cambiar aquello que se supone es inalterable4. Este tipo de procesos
cognitivos han sido postulados para explicar problemas como la depresión (Abramson,
Metalsky & Alloy, 1989), los conflictos de pareja (Holtzworth-Munroe & Jacobson,
1985) o la xenofobia (Bodenhausen & Liechtenstein, 1987).5

La técnica de externalización pretende invertir este proceso. Para ello trata de crear una
realidad separada de las personas, a la que se le atribuye imaginariamente la
responsabilidad sobre los problemas. De manera que, por ejemplo, la “maliciosa
desconfianza” pasa a ser la "culpable" de las desavenencias del matrimonio, o la

"voz de la anorexia" la verdadera amenaza para la salud de la persona. Si aceptamos el


razonamiento anterior, tendremos que suponer que al convertir lo interno en externo,
estamos favoreciendo que las personas se sientan más motivadas para enfrentarse a sus
problemas y que las parejas y las familias empiecen a trabajar unidas contra el enemigo
común que amenazaba sus relaciones. En palabras de Tomm (1989) externalizar los
problemas facilita que las personas “internalicen su posición” frente a los problemas, es
decir, se sientan agentes de su propia conducta.
A nuestro modo de ver, en este proceso atributivo está la clave de la eficacia de la
externalización: permite asignar a los clientes la responsabilidad por la lucha contra el
problema, sin culpabilizarles por ello. O a la inversa: permite desculpabilizar a los clientes
(no es que la pareja no se quiera, sino que la desconfianza les tiene atrapados; no es que
la chica sea "resistente", sino que ha estado demasiado expuesta a la "voz de la anorexia";
no es que el niño sea un "meón" o un "irresponsable", es que aún no le han enseñado a
luchar contra el pis"), sin que ello les prive de la responsabilidad de superar el problema
(son los cónyuges los que tendrán que derrotar a la desconfianza; es la chica la que
empezará a escuchar otras voces; son el niño y sus padres los que tienen que trabajar en
equipo para derrotar a un adversario tan astuto). De esta forma, la externalización
constituye una salida elegante a una de las importantes encrucijadas de toda psicoterapia:
la de superar la disyuntiva responsabilidad con culpabilidad vs. desculpabilización con
falta de control.

USOS DE LA EXTERNALIZACION: INDICACIONES Y


CONTRAINDICACIONES

En primer lugar, queremos apuntar que, en cuanto enfoque general de tratamiento, la


externalización es susceptible de llevarse a cabo en prácticamente cualquier situación
clínica. Michael White excluye únicamente los casos de violencia (White, 1989, 1991), y
no ve ningún inconveniente en aplicarla también en casos de esquizofrenia.

Trabajando desde otras coordenadas teóricas y clínicas, existen a nuestro juicio algunas
indicaciones específicas para emplear la externalización, es decir, situaciones clínicas en
las que, incluso trabajando desde posiciones terapéuticas que no coincidan con los
planteamientos de White, tiene sentido emplear esta técnica. Puesto que por desgracia no
existen aún investigaciones empíricas sobre la cuestión, las indicaciones que
propondremos se basan únicamente en las recomendaciones de White, nuestra
experiencia clínica y el análisis realizado en el apartado anterior. En ningún caso
afirmamos que la externalización sea la única opción terapéutica en el tipo de situaciones
que analizaremos, y ni siquiera la mejor; sí afirmamos que es una opción posible y
potencialmente útil. Estas serían las indicaciones más relevantes:

a) Podemos utilizar esta técnica siempre que queramos aumentar la responsabilidad que
nuestros clientes
tienen sobre la marcha del tratamiento, evitando a la vez la culpabilización. Puede ser
recomendable, pues,en aquellos casos en que nuestros clientes se muestren pasivos y
resignados o, simplemente, se sientan incapaces de hacer frente a su situación. En otras
palabras, este tipo de intervenciones resulta de utilidad cuando algunos miembros de la
familia parecen más “pacientes” que “clientes” utilizando la terminología de Fisch y
colaboradores (Fisch, Weakland y Segal, 1982), esto es, parecen más preocupados por
quejarse de sus problemas que por hacer algo efectivo para resolverlos.

b) Otra situación en la que nos parece indicada la externalización es aquella en la que los
clientes están paralizados por los sentimientos de culpa respecto del problema. Como
hemos comentado más arriba, la externalización permite desplazar la culpa sobre lo
externalizado y recuperar los recursos

c) Otro posible uso de la técnica tiene lugar cuando queremos que las parejas o familias
desunidas trabajen en equipo. En este supuesto la externalización puede tener un fuerte
efecto reestructurante, ya que crea un enemigo común al que enfrentarse.

d) Nosotros tendemos a utilizar la externalización cuando las personas que acuden a


nuestra consulta están fuertemente comprometidas con un diagnóstico, generalmente
como resultado de la información que han recibido de otros profesionales, o a resultas de
una convivencia particularmente larga con el problema. Puesto que tendemos a pensar
que las etiquetas diagnósticas tienen más connotaciones perjudiciales que beneficiosas
(Furman y Ahola, 1992), solemos empezar en estos casos tratando de de-construir la
etiqueta (Pakman, 1993) y buscando puntos de vista menos patologizantes. Sin embargo,
en muchos casos esta tarea es excesivamente complicada: llevarla a cabo nos podría
colocar en una posición comprometida con respecto a otros especialistas que continúan
en contacto con el caso o, incluso, pondría en peligro nuestra relación terapéutica al
desafiar demasiado las creencias de nuestros clientes, con el consiguiente riesgo de
abandono de la terapia. En estos casos intentamos que las etiquetas jueguen a nuestro
favor y empleamos la externalización. Aceptaremos entonces que la “anorexia”, la
“depresión” o los “tics” son algo que existe "realmente", pero eso sí, como algo separado
del individuo.

e) A nuestro juicio, la externalización resulta especialmente útil en todas aquellas


situaciones en las que queremos poner en cuestión las creencias de nuestros clientes sin
que éstos se sientan atacados. Construir
que ciertas concepciones son, por ejemplo, "ideas de la tartamudez" o "mensajes de la
rabia" permite atacarlas sin que ello suponga atacar también a la persona del cliente. De
esta forma, clientes y terapeuta pueden trabajar en equipo para descubrir las "falacias" de,
en este caso, la tartamudez o la "rabia", para no dejarse engañar por ellas, etc.

f) Finalmente, la externalización puede ser útil para trabajar con clientes cuya forma de
expresarse es

Ambigua y poco concreta. Aunque en estas situaciones preferimos utilizar primero otros
recursos (elicitarde las personas para que actúen sobre el problema.

Descripciones conductuales, utilizar escalas: de Shazer, 1991, 1994), la externalización


puede aportar un punto de referencia imaginario. pero concreto. En cuanto a las
contraindicaciones, la externalización puede ser peligrosa en casos de violencia física y
sexual, esto es, siempre que exista una víctima que pueda correr algún tipo de peligro
(White, 1991). En estas situaciones consideramos demasiado arriesgado asumir con el
agresor el punto de vista de que la violencia es algo separado de él, que a veces puede
controlar y a veces no. En los demás casos, la posibilidad y conveniencia de recurrir a la
externalización va a depender de factores tales como la postura y el lenguaje de nuestros
clientes, el acierto al decidir qué externalizar, el momento de la terapia que elijamos para
ello, etc. Esto nos remite ya al apartado siguiente.

EL PROCESO DE LA EXTERNALIZACION: PASOS A SEGUIR

Aunque la externalización tiene lugar con frecuencia de modo tan rápido que parece un
fenómeno enteramente espontáneo, se ajusta por lo general a un proceso progresivo, en
el que terapeuta y cliente van recorriendo juntos una serie de pasos. En este apartado
discutiremos por separado cada uno de estos momentos del proceso, pero quisiéramos
recalcar que en la práctica real aparecen a menudo solapados e invertidos. Además, como
ya hemos remarcado más arriba, no se trata de algo que el terapeuta haga "sobre" sus
clientes, sino de una secuencia interpersonal en la que cada parte va reaccionando ante
las respuestas de la otra. Por tanto, analizar por separado la contribución del terapeuta
obedece ante todo a motivos de claridad expositiva.

1. Decidir qué externalizar

El primer paso en la externalización consiste en decidir qué externalizar, y tiene que ver
fundamentalmente con la rentabilidad terapéutica: ¿qué parece más prometedor como
línea de trabajo? ¿Qué parece estar más en consonancia con la postura de los clientes?
Aunque la decisión que se tome está en función de las peculiaridades de cada caso
concreto, sí queremos hacer aquí algunas recomendaciones de tipo general. A ello
dedicaremos las próximas líneas. Lo externalizado suele ser algo negativo para las
personas, generalmente alguno de los aspectos del problema o problemas por los que han
solicitado tratamiento. Sin embargo, también es posible y resulta útil a menudo-
externalizar los recursos de las personas. Por ejemplo, en un caso en el que habíamos
externalizado "la voz de la colza" el propio cliente terminó externalizando "la voz de
Antonio", su propia "voz", que condensaba de forma metafórica todas las cosas positivas
que el cliente podía hacer pese al impacto del síndrome tóxico. 9

La decisión sobre qué externalizar está en gran parte en función del enfoque terapéutico
que se adopte; según si la terapeuta prefiera trabajar sobre las soluciones intentadas
ineficaces (Fisch, Weakland y Segal, 1982), con la estructura familiar (Minuchin, 1974)
o con las excepciones (De Shazer, 1987, 1991), tenderá a dar mayor importancia a un
aspecto u otro de la situación. En cualquiera caso, un buen criterio para decidir qué
externalizar es considerar qué elementos de la situación actual son más relevantes para
los clientes: ¿qué cosas les resultan prioritarias? ¿cuáles les preocupan más? ¿cuáles
valoran por encima de las demás? En este sentido, decidir qué externalizar se basa en una
escucha atenta y respetuosa de lo que nos cuentan los clientes.

En muchas ocasiones las familias ya traen una idea externalizada, como por ejemplo: “en
los últimos meses nuestra hija ha cambiado mucho, luego nos dijeron que la niña tenía
bulimia, así que ahora sabemos que si se comporta raro es por la enfermedad”. En este
caso sería realmente fácil externalizar la “enfermedad” puesto que desde el punto de vista
de la familia ésta es la responsable de los cambios que ha experimentado la niña. No
obstante, en este tipo de coyunturas nos surgen dudas sobre si continuar nosotros con la
externalización o no. De alguna manera, seguir adelante es apoyar el punto de vista de la
familia (ellos ya lo ven como algo externo a ellos), pero esa forma de ver las cosas no
parece que les haya ayudado de momento a resolver sus dificultades. Por ello solemos
buscar otro elemento que podamos externalizar, algo menos patologizante, que ayude a
crear más salidas y resulte más real para la familia. Una posibilidad es escoger “los
atracones”, y sugerir que “ellos son el enemigo fundamental”. A partir de ahí,
trabajaremos buscando qué cosas sirven para controlarlos.
Otra consigna a considerar es que lo externalizado ofrezca salidas a las personas con las
que trabajamos. Una anciana deprimida se quejaba de sus pocas ganas de vivir y de tener
ideas suicidas que ella vivía como intrusivas y amenazantes; después de una larga charla
optamos por externalizar el aburrimiento, que en este caso ofrecía más vías de entrada
terapéutica que las ganas de suicidarse. Preferimos, aunque ello no es estrictamente
necesario, externalizar aspectos concretos de la vida de las personas, ya que a veces el
exceso de abstracción puede dificultar que la gente perciba lo externalizado como algo
"real". Por ejemplo una ama de casa de edad avanzada insistía en que la insatisfacción era
la causa de sus males; no había ningún inconveniente en hacer de ésta el objeto de
externalización, pero creímos conveniente buscar algo más concreto y cercano. Ella nos
dió la idea cuando informó que su vida cambiaría el día que lograra superar su pereza y
pusiera en marcha todos los proyectos que tenía en mente desde hace tiempo.
Consideramos que la pereza era un enemigo más vívido que la insatisfacción y nos
dispusimos a enfrentarlo. En otros casos, en cambio, los clientes ofrecen una definición
tan circunscrita y limitada de su problema que resulta preferible ofrecer un problema más
general. De todas formas, tal y como señala White (1991), la definición del problema
externalizado es fluctuante, y puede variar a lo largo de la terapia en función de lo que
propongan tanto clientes como terapeuta. Tal vez se pase de luchar contra la anorexia a
hacerlo contra el "fantasma de la gordura"; para que finalmente lo externalizado sea el
"perfeccionismo implacable". De nuevo, serán los propios clientes los que vayan dando
la clave sobre cómo enfocar el proceso. No obstante, en este tipo de coyunturas nos surgen
dudas sobre si continuar nosotros con la externalización o no. De alguna manera, seguir
adelante es apoyar el punto de vista de la familia (ellos ya lo ven como algo externo a
ellos), pero esa forma de ver las cosas no parece que les haya ayudado de momento a
resolver sus dificultades. Por ello solemos buscar otro elemento que podamos
externalizar, algo menos patologizante, que ayude a crear más salidas y resulte más real
para la familia. Una posibilidad es escoger “los atracones”, y sugerir que “ellos son el
enemigo fundamental”. A partir de ahí, trabajaremos buscando qué cosas sirven para
controlarlos.

Otra consigna a considerar es que lo externalizado ofrezca salidas a las personas con las
que trabajamos. Una anciana deprimida se quejaba de sus pocas ganas de vivir y de tener
ideas suicidas que ella vivía como intrusivas y amenazantes; después de una larga charla
optamos por externalizar el aburrimiento, que en este caso ofrecía más vías de entrada
terapéutica que las ganas de suicidarse.

Preferimos, aunque ello no es estrictamente necesario, externalizar aspectos concretos de


la vida de las personas, ya que a veces el exceso de abstracción puede dificultar que la
gente perciba lo externalizado como algo "real". Por ejemplo una ama de casa de edad
avanzada insistía en que la insatisfacción era la causa de sus males; no había ningún
inconveniente en hacer de ésta el objeto de externalización, pero creímos conveniente
buscar algo más concreto y cercano. Ella nos dió la idea cuando informó que su vida
cambiaría el día que lograra superar su pereza y pusiera en marcha todos los proyectos
que tenía en mente desde hace tiempo. Consideramos que la pereza era un enemigo más
vívido que la insatisfacción y nos dispusimos a enfrentarlo. En otros casos, en cambio,
los clientes ofrecen una definición tan circunscrita y limitada de su problema que resulta
preferible ofrecer un problema más general.

De todas formas, tal y como señala White (1991), la definición del problema
externalizado es fluctuante, y puede variar a lo largo de la terapia en función de lo que
propongan tanto clientes como terapeuta. Tal vez se pase de luchar contra la anorexia a
hacerlo contra el "fantasma de la gordura"; para que finalmente lo externalizado sea el
"perfeccionismo implacable". De nuevo, serán los propios clientes los que vayan dando
la clave sobre cómo enfocar el proceso.

3. Crear distancia entre los clientes y lo externalizado

Una vez externalizado algún aspecto del problema o de los recursos de los clientes, se
trata de consolidar esta imagen, y de construirla como una entidad independiente y
separada de los clientes. Nosotros utilizamos esta técnica en el marco de una terapia
centrada en soluciones y ello nos ha llevado a introducir algunas variaciones en el método
propuesto por White. La forma de trabajar de este autor consta básicamente de dos
movimientos: (a) la terapeuta pregunta sobre la influencia que lo externalizado está
teniendo en las personas, el daño que está provocando y (b) revisa las

Influencias que las personas están teniendo sobre lo externalizado, o sea, las ocasiones en
que han logrado enfrentarse eficazmente a su problema.

En nuestro modelo de trabajo nos interesa optimizar la segunda parte, así que procuramos
omitir aquella en que se discute sobre el problema (Beyebach y Rodríguez Morejón, 1993;
Rodríguez Morejón y Beyebach, 1994). Ello complica ligeramente la implementación de
la técnica porque la primera parte, revisar las influencias negativas de la dificultad
externalizada, ofrece muchas oportunidades al terapeuta para ir creando la imagen del
problema como algo externo y con una cierta vida propia: "¿De qué forma os está
afectando la desconfianza? ¿Ha llegado ya a interponerse entre vosotros y vuestro hijo?
¿Quién se siente peor cuando las desconfianza os ha vuelto a derrotar?" Contestando a (o
simplemente planteándose)

Estas preguntas, los clientes empezarán a ver cada vez más lo externalizado como algo
que les afecta negativamente, que les hace sentir mal.

Estos son algunos de los recursos que hemos comprobado sirven para crear ese espacio
entre nuestros clientes y el problema externalizado:

a) Revisar el efecto negativo que lo externalizado tiene sobre las vidas y relaciones
de nuestros clientes. Tal y como acabamos de señalar, esta estrategia puede ser
incompatible con un enfoque centrado en soluciones, pero encaja perfectamente
en cualquier otro modelo de terapia familiar.
b) Como un paso más de lo anterior, atribuir a lo externalizado todos aquellos
aspectos negativos de los que se quejen los clientes, como en el caso del siguiente
c) Utilizar expresiones personificadoras, que atribuyan a lo externalizado la
cualidad casi exclusivamente humana de la intencionalidad. Para ello decimos,
por ejemplo, “la cosa está tratando de fastidiar”, “la cosa se da por vencida” o “la
cosa también puede ser considerada”. Más ejemplos de adjetivos
personificadores yrecursos para atribuir cualidades humanas al objeto
externalizado son: “parece que las discusiones saben como haceros daño” o “no
me cabe duda de que la anorexia es una compañera muy pesada”.
d) Nos resulta especialmente útil contraponer en la sesión la "voz" del problema
externalizado con la de los clientes, creando una doble descripción (White, 1986)
que contribuya a subrayar las diferencias existentes entre la persona y el
problema, aumentando así la diferencia entre ambas. De esta forma tratamos de
identificar lo positivo (que suponga avances en los objetivos de los clientes) con
la "verdadera persona", con el "auténtico José", etc... y de unir los aspectos
negativos al problema externalizado. En esta misma línea, y una vez que las
personas hayan comenzado a superar su problema, podemos hablar de la “nueva
familia” que ha surgido después de superar el problema y compararla con “la
vieja”, que no diferenciaba entre ella misma y su dificultad.

4. Ayudar a la familia a que asuma el control en su lucha contra el problema

Una vez externalizado el problema (o alguna parte del mismo), la terapeuta se planteará
de qué forma ayudar a la familia a recuperar el control sobre él. En este momento vuelven
a un primer plano las preferencias clínicas de cada terapeuta. Nosotros optamos
generalmente por una de las dos posibilidades siguientes:

 Una de ellas consiste en charlar con la familia sobre lo que desde el enfoque del
M.R.I. de Palo Alto denominaríamos "soluciones intentadas ineficaces" (Fisch,
Weakland y Segal, 1982). Aquí se trata de ver de qué manera la familia está
"alimentando" al problema externalizado, es decir, qué conductas de los clientes
mantienen el problema (White, 1985). Una vez identificadas, la familia puede
asumir control sobre el problema negándose a seguir "alimentándolo" y
"plantándole cara a sus exigencias". Para que esta línea de trabajo no resulte a la
postre culpabilizante es útil plantear que el problema externalizado "invita" a la
familia a comportarse de una determinada forma, o incluso que "provoca" o
engaña a los clientes para que lo alimenten (es decir, que los clientes no alimentan
al problema por mala voluntad o incapacidad):
 Nosotros manejamos más a menudo una segunda opción, que consiste en
centrarnos directamente en las excepciones y las señales de avance (De Shazer,
1988,1991, 1994). En vez de identificar lo que es ineficaz para luego ayudar a
interrumpirlo (que correspondería al modelo del M.R.I. de Palo Alto), hablamos
directamente de las cosas que resultan eficaces para enfrentarse al problema
externalizado. Para ello, al igual que en cualquiera de los pasos previos, tratamos
de establecer una perspectiva interpersonal utilizando preguntas circulares
(Tomm, 1988), y buscando testigos para las victorias de nuestros clientes (White,
1991).

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