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Cuando la terapia de radiación mata

CASO DE ESTUDIO

Cuando surgen nuevas terapias médicas costosas, que prometen curar a las personas de
su enfermedad, uno pensaría que los fabricantes, doctores y técnicos, junto con los
hospitales y las agencias de supervisión estatal, tendrían extremo cuidado en su
aplicación y uso, pero a menudo no es así. La terapia de radiación contemporánea ofrece
un buen ejemplo del fracaso de la sociedad para anticiparse y controlar los impactos
negativos de una tecnología lo bastante poderosa como para matar personas.

Para los individuos y sus familias que sufren a través de una batalla contra el cáncer, los
avances técnicos en el tratamiento por radiación representan la esperanza y la
oportunidad de una vida saludable, libre de cáncer. Sin embargo, cuando estas máquinas
con alto grado de complejidad que se utilizan para tratar cáncer fracasan, o cuando los
técnicos médicos y doctores no pueden seguir los procedimientos de seguridad
apropiados, provocan un peor sufrimiento que la dolencia que trata de curar la radiación.
Una serie de historias de horror subraya las consecuencias cuando los hospitales no
pueden proveer un tratamiento de radiación seguro para los pacientes con cáncer. En
muchas de estas historias de horror, el software mal diseñado, las interfaces humano-
máquina defectuosas y la falta de capacitación apropiada son las causas raíces de los
problemas.

Las muertes de Scott Jerome-Parks y Alexandra Jn-Charles, ambos pacientes de


hospitales en la ciudad de Nueva York, son ejemplos primordiales de tratamientos de
radiación que fracasan. Jerome-Parks trabajaba en el sur de Manhattan cerca del sitio de
los ataques al World Trade Center, y sospechaba que el cáncer de lengua que había
desarrollado después estaba relacionado con el polvo tóxico con el que tuvo contacto
después de los ataques. Su pronóstico fue incierto al principio, pero tuvo un motivo para
ser optimista, dada la calidad del tratamiento proporcionado por los aceleradores lineales
de vanguardia en el Hospital de San Vicente, que él mismo seleccionó para su
tratamiento. No obstante, después de recibir dosis erróneas de radiación varias veces, su
condición empeoró en forma drástica.

En su mayoría, los aceleradores lineales de vanguardia proveen de hecho un cuidado


efectivo y seguro para los pacientes con cáncer, y los estadounidenses reciben en forma
segura una cantidad cada vez mayor de radiación cada año. La radiación ayuda a
diagnosticar y tratar todo tipo de cáncer, lo que salva las vidas de muchos pacientes en el
proceso, y se administra de manera segura a más de la mitad de todos los pacientes con
cáncer. Mientras que las máquinas antiguas sólo eran capaces de crear imágenes de un
tumor en dos dimensiones y proyectar haces rectos de radiación, los aceleradores
lineales más recientes son capaces de modelar los tumores cancerosos en tres
dimensiones y de dar forma a los haces de radiación para que se conformen a esas
figuras.
Uno de los aspectos más comunes con la terapia de la radiación es buscar formas de
destruir las células cancerígenas y preservar al mismo tiempo las células saludables.
Mediante el uso de esta técnica de modelado de haz, la radiación no pasa por tanto tejido
saludable para llegar a las áreas cancerígenas. Los hospitales anunciaron que sus
nuevos aceleradores eran capaces de tratar tipos de cáncer que antes eran incurables,
debido a la precisión del método de modelado de haz. Si se utiliza maquinaria antigua, los
tipos de cáncer que estaban demasiado cerca de estructuras corporales importantes se
consideraban demasiado peligrosos como para tratarlos con radiación debido a la
imprecisión del equipo.

Entonces, ¿cómo es que los accidentes relacionados con la radiación aumentan en


frecuencia, dados los avances en la tecnología de la aceleración lineal? En los casos de
Jerome-Parks y Jn-Charles, una combinación de fallas en las máquinas y la equivocación
de los usuarios los condujo a estos escalofriantes errores. El tallo cerebral y el cuello de
Jerome-Parks fueron expuestos a dosis excesivas de radiación en tres ocasiones
separadas debido a un error de la computadora. El acelerador lineal que se utilizó para
tratar a Jerome-Parks se conoce como colimador multihojas, un modelo más reciente y
poderoso que utiliza cerca de 100 “hojas” de metal para ajustar la forma y fuerza del haz.
El colimador del hospital de San Vicente fue fabricado por Varian Medical Systems,
proveedor líder de equipo para radiación.

El Dr. Anthony M. Berson, jefe de oncología de radiación, reprocesó el plan de tratamiento


con radiación del Sr. Jerome Parks para dar más protección a sus dientes. Nina Kalach, la
física médica a cargo de implementar el plan de tratamiento con radiación de Jerome-
Parks, usó el software Varian para revisar dicho plan. Los registros estatales muestran
que cuando la señorita Kalach trataba de guardar su trabajo, la computadora empezó a
trabarse y mostró un mensaje de error. En este mensaje se preguntó a la señorita Kalach
si deseaba guardar sus cambios antes de que el programa abortara y ella respondió que
sí. El Dr. Berson aprobó el plan.

Seis minutos después de otra falla de la computadora, se encendió el primero de varios


haces radiactivos, seguido de varias rondas adicionales de radiación durante varios días.
Después del tercer tratamiento, la señorita Kalach ejecutó una prueba para verificar que el
plan de tratamiento se hubiese llevado a cabo según lo prescrito y descubrió que el
colimador multihojas, que se suponía debía enfocar el haz justo en el tumor del Sr.
Jerome Parks, estaba totalmente abierto. Todo el cuello del paciente había sido expuesto
y el Sr. Jerome-Parks recibió siete veces la dosis prescrita de la radiación.

Como resultado de la sobredosis de radiación, el Sr. Jerome-Parks experimentó sordera y


ceguera casi completa, úlceras en su boca y garganta, nauseas persistentes y un severo
dolor. Sus dientes se estaban cayendo, no podía tragar y en cierto punto no pudo respirar.
Murió poco tiempo después, a la edad de 43.
El caso de Jn-Charles fue igual de trágico. Una mujer de 32 años de edad, madre de dos
niños y originaria de Brooklyn, fue diagnosticada con una forma agresiva de cáncer de
pecho, pero su pronóstico parecía bueno después de la cirugía de pecho y la
quimioterapia, con sólo 28 días de tratamientos con radiación pendientes por realizar. Sin
embargo, el acelerador lineal utilizado en el hospital de Brooklyn en donde se dio
tratamiento a Jn-Charles no era un colimador multihojas, sino un modelo un poco más
antiguo, el cual utiliza un dispositivo conocido como “cuña” para evitar que la radiación
llegue a las áreas no deseadas del cuerpo.

El día de su 28va y última sesión, los técnicos se dieron cuenta que algo había salido mal.
La piel de Jn-Charles había empezado a pelarse con lentitud y parecía no sanar. Cuando
en el hospital revisaron el tratamiento para ver por qué podría haber ocurrido esto,
descubrieron que el acelerador lineal no tenía el comando crucial para insertar la cuña, el
cual debe ser programado por el usuario. Los técnicos no habían detectado los mensajes
de error en sus pantallas que indicaban que faltaba la cuña durante cada una de las 27
sesiones. Esto significaba que Jn-Charles había sido expuesta a casi cuatro veces la
cantidad normal de radiación durante cada una de esas 27 visitas.

La sobredosis de radiación de la Sra. Jn-Charles creó una herida que no sanaba a pesar
de las numerosas sesiones en una cámara hiperbárica y varias cirugías. Aunque la herida
cerró casi un año más tarde, murió poco tiempo después.

Podría parecer que el descuido o la pereza de los técnicos médicos que administraron el
tratamiento son los principales culpables en estos casos, pero también existen otros
factores con el mismo grado de culpabilidad. La complejidad de la nueva tecnología de los
aceleradores lineales no cuenta con las actualizaciones apropiadas de software,
capacitación, procedimientos de seguridad y personal. El hospital de San Vicente declaró
que las fallas del sistema similares a las involucradas en la terapia inapropiada para el Sr.
JeromeParks “son muy comunes con el software Varian, y estas cuestiones se han
comunicado a Varian en numerosas ocasiones”.

Los fabricantes de estas máquinas presumen que pueden administrar tratamiento con
radiación en forma segura a cada vez más pacientes a diario, pero los hospitales raras
veces pueden ajustar su personal para manejar esas cargas de trabajo o incrementar la
cantidad de capacitación que reciben los técnicos antes de usar máquinas más nuevas.
Los técnicos médicos asumen de manera equivocada que los nuevos sistemas y el
software van a trabajar en forma correcta, pero la realidad es que no se han probado
durante largos periodos de tiempo.

Muchos errores se pudieron haber detectado si los operadores de las máquinas hubieran
estado atentos. De hecho, muchos de los errores reportados implican equivocaciones tan
simples y atroces como tratar a los pacientes por los tipos de cáncer equivocados; en un
ejemplo, un paciente con cáncer cerebral recibió radiación destinada para el cáncer de
pecho. Los aceleradores lineales de la actualidad carecen además de algunas de las
protecciones necesarias dadas las cantidades de radiación que pueden producir. Por
ejemplo, muchos aceleradores lineales no son capaces de alertar a los usuarios cuando
una dosis de radiación excede por mucho a la cantidad necesaria para dañar con
efectividad a un tumor canceroso. Aunque en última instancia la responsabilidad recae en
el técnico, los programadores de software tal vez no hayan diseñado su producto con las
necesidades de los técnicos en mente.

Aunque la complejidad de las máquinas más recientes ha expuesto lo inadecuado de los


procedimientos de seguridad que emplean los hospitales para los tratamientos con
radiación, el número cada vez mayor de pacientes que reciben radiación debido a la
velocidad y la capacidad creciente de estas máquinas ha creado otros problemas. Los
técnicos en muchos de los hospitales que reportan errores relacionados con la radiación
informaron que tenían un exceso crónico de trabajo, y a menudo trataban con más de 100
pacientes al día. A estos técnicos médicos, que ya de por sí están atestados de trabajo,
no se les obliga a revisar la configuración de los aceleradores lineales que manejan, y los
errores que se introducen en los sistemas computacionales en un principio son difíciles de
detectar. Como resultado, se podría administrar el mismo tratamiento erróneo repetidas
veces, hasta que los técnicos y doctores tengan un motivo para revisarlo. A menudo, este
motivo es un paciente herido de gravedad.

Para complicar más la cuestión está el hecho de que, en esencia, no se sabe el número
total de accidentes relacionados con la radiación cada año. No existe ninguna agencia
para recolectar datos por todo el país sobre estos accidentes, y muchos estados ni
siquiera requieren que se reporten. Incluso en los estados en los que sí se deben reportar,
a menudo los hospitales se muestran renuentes a informar los errores que cometen,
temerosos de que esto asuste y aleje a los pacientes potenciales, lo cual afectaría sus
ganancias. Algunos casos de errores de los hospitales son difíciles de detectar, ya que el
cáncer relacionado con la radiación puede aparecer mucho después del tratamiento
fallido, y la falta de radiación no produce ninguna lesión observable. Incluso en Nueva
York, que tiene en vigor uno de los requerimientos de informe de accidentes más estrictos
y mantiene anónimos esos reportes para animar a los hospitales a compartir sus datos, no
se reporta una cantidad considerable de los fallas; tal vez incluso la mayoría de ellas no
se dan a conocer.

Sin duda el problema no es único para Nueva York. En Nueva Jersey, 36 pacientes
recibieron sobredosis de radiación en un solo hospital debido a un equipo inexperto de
técnicos, y los errores continuaron durante meses a falta de un sistema que detectara los
errores en los tratamientos. Algunos pacientes en Luisiana, Texas y California recibieron
dosis incorrectas repetidas veces que condujeron a otras enfermedades agobiantes. Y
esta cuestión tampoco es única para Estados Unidos. En Panamá, 28 pacientes en el
Instituto Nacional del Cáncer recibieron sobredosis de radiación por varios tipos de
cáncer. Los doctores ordenaron a los físicos médicos que agregaran a sus aceleradores
lineales un quinto “bloque”, u hoja metálica similar a las “hojas” en un colimador
multihojas, pero estos aceleradores estaban diseñados para soportar sólo cuatro bloques.
Cuando el personal trató de hacer que el software de la máquina funcionara con el bloque
adicional, los resultados fueron dosis mal calculadas y pacientes con exceso de radiación.
La falta de una agencia regulatoria central informativa en Estados Unidos para terapia con
radiación significa que, en caso de un error relacionado con radiación, todos los grupos
involucrados pueden evitar la responsabilidad en última instancia. Los fabricantes de
maquinaria médica y de software afirman que es responsabilidad de los doctores y los
técnicos médicos utilizar las máquinas en forma apropiada, y que es responsabilidad de
los hospitales asignar un presupuesto apropiado en cuanto al tiempo y los recursos
necesarios para la capacitación. Los técnicos afirman que no cuentan con suficiente
personal y tienen exceso de trabajo, y que no hay procedimientos en vigor para revisar su
trabajo ni tiempo para hacerlo, si los hubiera. Los hospitales afirman que la maquinaria
más nueva carece de los mecanismos a prueba de fallas apropiados y que no hay
espacio en los presupuestos ya de por sí limitados para la capacitación que los
fabricantes del equipo aseguran que se requiere.

En la actualidad, la responsabilidad de regular estos incidentes recae en los estados, que


varían de manera considerable en cuanto a la forma en que implementan los informes.
Muchos estados no requieren ningún informe, pero incluso en un estado como Ohio, que
requiere informes de los errores médicos en un plazo no mayor a 15 días después del
incidente, estas reglas se quebrantan con frecuencia. Lo que es más, los técnicos
radiólogos no requieren una licencia en Ohio, a diferencia de muchos otros estados.

El Dr. Fred A. Mettler Jr., un experto en radiación que ha investigado los accidentes por
radiación en todo el mundo, señala que “aunque hay accidentes, no es conveniente
asustar a las personas al grado que no quieran recibir la terapia por radiación que
necesitan”. Y vale la pena repetir que la mayor parte del tiempo la radiación funciona, y
salva a muchas personas de un cáncer terminal. No obstante, los técnicos, hospitales,
fabricantes de equipo y software, además de los reguladores, necesitan colaborar para
crear un conjunto común de procedimientos de seguridad, herramientas de software,
estándares de informes y requerimientos de certificación para los técnicos, de modo que
se reduzca el número de accidentes por radiación.

Fuentes: Walt Bogdanich, “Medical Group Urges New Rules on Radiation”, The New York Times, 4
de febrero de 2010; “As Technology Surges, Radiation Safeguards Lag”, The New York Times, 27
de enero de 2010; “Radiation Offers New Cures, and Ways to Do Harm”, The New York Times, 24
de enero de 2010, y “Case Studies: When Medical Radiation Goes Awry”, The New York Times, 21
de enero de 2010.
PREGUNTAS DEL CASO DE ESTUDIO

1. ¿Qué conceptos del capítulo se ilustran en este caso? ¿Qué aspectos éticos se
generan debido a la tecnología de la radiación?

2. ¿Qué factores de administración, organización y tecnología fueron responsables de los


problemas detallados en este caso? Explique el papel de cada uno.

3. ¿Siente que alguno de los grupos involucrados con esta cuestión (administradores de
los hospitales, técnicos, fabricantes de equipo médico y de software) deberían aceptar la
mayor parte de la culpa por estos incidentes? ¿Por qué sí o por qué no?

4. ¿Cómo podría una agencia informativa central, que recopilara datos sobre accidentes
relacionados con la radiación, ayudar a reducir el número de errores por terapia de
radiación en el futuro?

5. ¿Si usted estuviera a cargo de diseñar software electrónico para un acelerador lineal,
¿qué características incluiría? ¿Hay alguna característica que quisiera evitar?

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