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Andres Avelino Caceres
Andres Avelino Caceres
Primeros años
Un año después abandonó sus estudios e ingresó como cadete en el batallón Ayacucho
organizado por el general Fermín del Castillo, con el que participó en la rebelión
dirigida por el general Ramón Castilla contra el presidente José Rufino Echenique, la
cual acabó con la victoria del último en la Batalla de La Palma (5 de Enero de 1855).
Durante este periodo se hizo famoso por su abierta oposición al gobierno del presidente
Juan Antonio Pezet, que había permitido la ocupación de las islas Chincha por una
Expedición Científica Española a través del acuerdo de Vivanco-Pareja en 1865. Por sus
críticas tuvo que exiliarse a Chile con otros muchos oficiales pero consiguieron regresar
a Perú, desembarcando en el puerto sur de Mollendo.
Su respaldo al presidente Pardo le acarreó el apoyo de los líderes del Partido Civil y fue
ascendido a jefe del batallón Zepita. Como tal, en 1874, suprimió la rebelión dirigida
por el que sería futuro presidente Nicolás de Piérola en la batalla del Alto de Los
Angeles en Moquegua. Por esta acción fue nombrado coronel y más tarde prefecto de
Cuzco, sin descuidar sus obligaciones como líder del escuadrón Zepita.
Tras el comienzo de la guerra del Pacífico el 5 de Abril de 1879, Cáceres fue enviado a
la cabeza del batallón Zepita en defensa del Departamento de Tarapacá. Fue nombrado
comandante de la 2da. División del Ejército del Sur. Allí luchó contra el ejército de
Chile en las batallas de San Francisco (19 de Noviembre de 1879) y Tarapacá (27 de
noviembre de 1879). En la última su intervención fue decisiva para organizar la defensa
y contraataque, lo que selló la victoria peruana.
CAMPAÑA DE LIMA
Piérola ordenó que el ejército se preparase para defender la capital, Lima. En el sur de
Lima, forma dos líneas defensivas extensas: la de San Juan, compuesta por trincheras y
que iba desde el Morro Solar hasta Monterrico chico, y la de Miraflores, que era la línea
de reductos, que iba desde Armendáriz hasta el camino a Chosica. Esperando un ataque
por el norte, Piérola marchó con un fuerte contingente de tropas al balneario de Ancón,
dejando muy debilitado al ejército de Cáceres.
Sin posibilidad de recibir refuerzos, y con las tropas chilenas desplegándose por el sur,
las fuerzas peruanas fueron derrotadas en las batallas de San Juan y Miraflores.
Cáceres participa en la batalla de San Juan el 13 de enero de 1881, y tiene que retirarse
a Miraflores luego de haber sufrido fuertes pérdidas con lo que le quedaban de sus
hombres. Después de la derrota de San Juan, las tropas chilenas incendian Chorrillos y
Barranco. Aprovechando la borrachera con la que sus enemigos celebraban su victoria,
Cáceres solicita algunos soldados para atacar por sorpresa a los chilenos, pero Piérola se
niega.
Dos días después, el ejército chileno vence la línea de Miraflores, donde Cáceres lucha
sufriendo la perforación del fémur derecho. Acude a un puesto ambulatorio en San
Carlos, y es escondido por los jesuitas en la celda del padre superior del Convento de
San Pedro. El 15 de abril de 1881, todavía convaleciente, sale de Lima ocupada ya por
los chilenos a fin de no ser capturado, hacia Jauja donde es nombrado Jefe Político del
Centro.
CAMPAÑA DE LA BREÑA
Como oficial más antiguo de la región, Cáceres fue nombrado jefe político-militar de
los departamentos del Centro (6 de Abril de 1881) por Nicolás de Piérola, recibiendo el
encargo de organizar la resistencia contra la ocupación chilena, conduciendo una
guerrilla para la que movilizó al campesinado en lo que se llamó Campaña de la Breña
en el Perú y Campaña de la Sierra en Chile. Gracias a la ayuda local, al agreste terreno
y a sus propias habilidades militares, Cáceres causó algunas derrotas a las expediciones
chilenas mandadas contra él en las batallas de Pucará, Marcavalle, nuevamente Pucará y
Concepción.
Por estos logros se le apodó como el Brujo de los Andes. A pesar de su talento y
resolución, fue finalmente derrotado por unas mejor equipadas y entrenadas tropas
chilenas en la Batalla de Huamachuco el 10 de julio de 1883.
Este periodo estuvo marcado por el enfrentamiento entre Cáceres e Iglesias, el gobierno
peruano encabezado por Miguel Iglesias firmó el Tratado de Ancón el 10 de octubre del
mismo año, reconociendo la derrota y dando por terminada la guerra con Chile. Sin
embargo, la animadversión generada por la población hacia Iglesias por el contenido de
ese tratado causó que éste renunciara a la presidencia a favor de Antonio Arenas, quien
la entregó posteriormente a Cáceres.
Su mandato, fue muy modesto, más aún por la crisis derivada de la Guerra del Pacífico.
Entre sus obras más destacables, fue primero el intento de mejorar la recaudación
tributaria, la instauración de la educación primaria obligatoria, y algunas obras de
irrigación en el norte y centro del país.
Lo mas resaltante fue la firma del famoso Contrato Grace, que demostró una vez más el
apego al capital británico (una paradoja considerando la actuación favorable a Chile por
parte de los acreedores ingleses). Consistía en la entrega de las rentas producidas de los
ferrocarriles, durante un período de 66 años, y pagos anuales de 300,000 libras
esterlinas anuales, lo cuál aliviaría el peso de la deuda externa.
El Contrato Grace fue visto como una solución desesperada a la ya inmanejable crisis en
el Perú, lo cual recibió muchas críticas; no obstante fue aprobado por el Congreso de la
República a fines de 1888.
Fue realmente breve, pues los civilistas no estaban dispuestos a aceptar nuevamente
militares, especialmente de una figura tan desgastada como Cáceres, desgaste
ocasionado por la fuerte influencia que ejercía sobre su sucesor, Morales Bermudez. Su
persistencia por el poder, la tiranía y una victoria aparentemente fraudulenta llevaron a
la Guerra Civil de 1895, en donde finalmente fue derrocado. Falleció a los 87 años de
edad un 10 de Octubre de 1923 en Lima.
LEGADO
En Perú, Cáceres es visto como una figura identificada por organizar la resistencia
contra Chile, durante la guerra del Pacífico. Su figura es ampliamente recordada por los
pobladores de la sierra peruana.
Bajo sus órdenes, Cáceres libró en Lima la batalla de La Palma, en la fue derrotado. Por
su participación fue ascendido a subteniente y muy pronto a teniente graduado y
efectivo. Intervino nuevamente apoyando la causa de Castilla contra la revolución de
Manuel Ignacio de Vivanco en Arequipa. Combatió en Yumina y Bellavista, y participó
en el asalto de Arequipa, por lo cual lo ascendieron a capitán. En la toma de la ciudad
recibió una herida bajo el ojo izquierdo que, felizmente, no le comprometió la vista.
Cuando se dio el conflicto con el Ecuador entre 1859 y 1860, Cáceres, que estaba aún
convaleciente por las heridas recibidas en su última campaña, acudió a la defensa de la
frontera. Luego fue enviado por el presidente Castilla a Francia, como adjunto militar a
la Legación peruana en París, para curarse viejas y nuevas heridas, volviendo al país en
1862. Se integró al batallón Pichincha en Huancayo.
Desempeñando ese cargo se inició la Guerra con Chile y tuvo que dirigirse al sur en la
II División, peleando en la Campaña de Tarapacá, las batallas de San Francisco
(19/11/1879) y Tarapacá (27/11/1789). En esta última fue donde Andrés Avelino
Cáceres tuvo una destacada actuación cuando logró tomar los cerros, haciendo
retroceder a las tropas chilenas, que se vieron obligadas a abandonar sus cañones Krup.
Si bien Tarapacá fue defendida gracias a la destreza de Cáceres, fue una victoria
provisional porque el ejército peruano debió retroceder dejando el territorio salitrero al
enemigo.
Esta última fue la única derrota considerable que sufrió el líder, pues los demás
encuentros fueron victorias de Cáceres, que hasta hoy se recuerdan y rememoran a
través del folklore popular de la región. Por sus destrezas en la lucha, ganó el apelativo
del Brujo de los Andes. La exitosa Campaña de la Breña duró hasta que el caudillo del
Norte, Miguel Iglesias, dio el Grito de Montán desde su hacienda en Cajamarca para
poner fin a la guerra. Una Asamblea lo nombró Presidente Regenerador del Perú y lo
facultó para firmar un tratado con Chile. Es así que se firmó el Tratado de Ancón de
1883, al que Cáceres se opuso.
Con el objetivo de cancelar la deuda externa debido a la crisis fiscal y a la ruina del
crédito exterior provocada por la guerra, firmó el discutido Contrato Grace en 1889. A
través del contrato acordado entre el Estado peruano y Miguel Grace, representante de
los tenedores de bonos de la deuda externa peruana, los bonistas ingleses cancelarían
totalmente la deuda que ascendía a 51.000.000 de libras esterlinas. A cambio, el estado
peruano entregaría los ferrocarriles por 66 años, 3 millones de toneladas de guano y se
comprometía a pagar 33 anualidades de 80.000 libras cada una. Los tenedores de bonos
constituyeron en Londres una compañía para la administración de los ferrocarriles: la
Peruvian Corporation. Además, los bonistas debían concluir los tramos ferroviarios de
Chicla-La Oroya (ferrocarril central) y Juliaca-Santa Rosa (ferrocarril del sur); y se
comprometían a construir 70 kilómetros más de cualquier otro ferrocarril. Asimismo, se
les concedió la libre navegación por el Lago Titicaca y el libre uso de algunos muelles
del país.
Bajo sus órdenes, Cáceres libró en Lima la batalla de La Palma, en la fue derrotado. Por
su participación fue ascendido a subteniente y muy pronto a teniente graduado y
efectivo. Intervino nuevamente apoyando la causa de Castilla contra la revolución de
Manuel Ignacio de Vivanco en Arequipa. Combatió en Yumina y Bellavista, y participó
en el asalto de Arequipa, por lo cual lo ascendieron a capitán. En la toma de la ciudad
recibió una herida bajo el ojo izquierdo que, felizmente, no le comprometió la vista.
Cuando se dio el conflicto con el Ecuador entre 1859 y 1860, Cáceres, que estaba aún
convaleciente por las heridas recibidas en su última campaña, acudió a la defensa de la
frontera. Luego fue enviado por el presidente Castilla a Francia, como adjunto militar a
la Legación peruana en París, para curarse viejas y nuevas heridas, volviendo al país en
1862. Se integró al batallón Pichincha en Huancayo.
Desempeñando ese cargo se inició la Guerra con Chile y tuvo que dirigirse al sur en la
II División, peleando en la Campaña de Tarapacá, las batallas de San Francisco
(19/11/1879) y Tarapacá (27/11/1789). En esta última fue donde Andrés Avelino
Cáceres tuvo una destacada actuación cuando logró tomar los cerros, haciendo
retroceder a las tropas chilenas, que se vieron obligadas a abandonar sus cañones Krup.
Si bien Tarapacá fue defendida gracias a la destreza de Cáceres, fue una victoria
provisional porque el ejército peruano debió retroceder dejando el territorio salitrero al
enemigo.
Esta última fue la única derrota considerable que sufrió el líder, pues los demás
encuentros fueron victorias de Cáceres, que hasta hoy se recuerdan y rememoran a
través del folklore popular de la región. Por sus destrezas en la lucha, ganó el apelativo
del Brujo de los Andes. La exitosa Campaña de la Breña duró hasta que el caudillo del
Norte, Miguel Iglesias, dio el Grito de Montán desde su hacienda en Cajamarca para
poner fin a la guerra. Una Asamblea lo nombró Presidente Regenerador del Perú y lo
facultó para firmar un tratado con Chile. Es así que se firmó el Tratado de Ancón de
1883, al que Cáceres se opuso.
Con el objetivo de cancelar la deuda externa debido a la crisis fiscal y a la ruina del
crédito exterior provocada por la guerra, firmó el discutido Contrato Grace en 1889. A
través del contrato acordado entre el Estado peruano y Miguel Grace, representante de
los tenedores de bonos de la deuda externa peruana, los bonistas ingleses cancelarían
totalmente la deuda que ascendía a 51.000.000 de libras esterlinas. A cambio, el estado
peruano entregaría los ferrocarriles por 66 años, 3 millones de toneladas de guano y se
comprometía a pagar 33 anualidades de 80.000 libras cada una. Los tenedores de bonos
constituyeron en Londres una compañía para la administración de los ferrocarriles: la
Peruvian Corporation. Además, los bonistas debían concluir los tramos ferroviarios de
Chicla-La Oroya (ferrocarril central) y Juliaca-Santa Rosa (ferrocarril del sur); y se
comprometían a construir 70 kilómetros más de cualquier otro ferrocarril. Asimismo, se
les concedió la libre navegación por el Lago Titicaca y el libre uso de algunos muelles
del país.
En las provincias surgieron las montoneras pierolistas y caceristas, que luchaban entre
sí. Entonces, Piérola entró a Lima con su gente por la Portada de Cocharcas el 17 de
marzo de 1895. Durante varios días se prolongó la lucha en la capital, a pesar de que los
caceristas habían sido forzados a retroceder a Palacio de Gobierno. Se calcula que
murieron alrededor de mil personas, cuyos cadáveres al no poderse enterrar, no sólo
despedían un hedor insoportable, sino también amenazaban la ciudad con una epidemia.
Frente a la situación, el cuerpo diplomático se reunió y logró una tregua de 24 horas
entre los dos bandos para sepultar los cuerpos. La paz fue prorrogada y Cáceres tuvo
que renunciar. Con la victoria de Piérola se ponía fin al período denominado por los
historiadores como Segundo Militarismo.
Finalizada la guerra civil de 1895, se dirigió a Buenos Aires, donde permaneció hasta el
año 1899. También vivió en París. Fue Ministro Plenipotenciario en Italia (1905-1911) y
Alemania (1911-1914). Cuando volvió a su patria en 1915, favoreció la elección de José
Pardo y Barreda. Como el presidente no correspondió, Cáceres apoyó el movimiento
que en 1919 lo derrocó. Fue honrado con el título de Mariscal el 10 de noviembre de ese
mismo año. Andrés Avelino Cáceres falleció en Lima el 10 de octubre de 1923.