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Tutankamón
Tutankamón
Información personal
Reinado c. 1336 a 1327 a. C.
Fallecimiento c. 1327 a. C.
Entierro Tumba KV62 del Valle de los Reyes, Egipto
Predecesor Semenejkara
Sucesor Ay
Familia
Padre Akenatón
Madre «The Younger Lady» de la tumba KV35.
Consorte Anjesenamón
Neb-jeperu-Ra Tut-anj-Amón,1 2 conocido como Tutankamón, fue un faraón perteneciente a la
dinastía XVIII de Egipto, que reinó de 1336/5 a 1327/5 a. C.4 Su nombre original, Tut-anj-Atón,
significa «imagen viva de Atón», mientras que Tut-anj-Amón significa «imagen viva de Amón». Es
posible que Tutankamón sea el rey Nibhurrereya de las cartas de Amarna, y probablemente el
monarca denominado Ratotis, Ratos o Atoris, que reinó nueve años, según los posteriores
epítomes de la obra de Manetón.
Si bien formalmente se define que la Dinastía XVIII finaliza con el reinado de Horemheb, se puede
afirmar con un alto grado de certeza que el joven Tutankamón fue el último faraón de sangre real
de la dinastía. Ascendió al trono después del periodo de Amarna y devolvió a los sacerdotes de
Amón la influencia y el poder que habían poseído antes de la revolución religiosa y política de
Akenatón. Durante su corto reinado estuvo en manos de Ay y Horemheb, que se repartieron el
poder: Ay administró Egipto y Horemheb manejó el ejército.
DESCUBRIMIENTOS
Descubrimiento y excavación
Plano de la tumba
Código m m²
Veintiocho faraones fueron enterrados durante 420 años en el Valle de los Reyes y del orden de
cincuenta equipos de arqueólogos fueron encontrando la mayoría de los enterramientos que se
sabía que existían en el Valle a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX. Theodore Davis, que
peinando el valle había encontrado unas treinta tumbas entre 1902 y 1914, declaró que
consideraba agotado el yacimiento del Valle. Sin embargo, desde que Davis descubriera en 1907
fragmentos de objetos con el sello de Tutankamón, Howard Carter estaba convencido de que
todavía no se había encontrado la tumba del rey niño y que debía hallarse cerca de la excavación
de Davis, en un triángulo de una hectárea entre las tumbas de Ramsés II, Merenpath y Ramsés VI.
Durante seis temporadas buscó la tumba en el mencionado triángulo, con resultados negativos,
contando con el patrocinio de Lord Carnarvon que gastó 25.000 libras. Carnarvon dudó en
interrumpir las excavaciones pero finalmente acordaron realizar una última campaña.
Comenzada la última campaña, bajo los cimientos de unas cabañas de obreros que habían
construido la tumba de Ramsés VI, el 4 de noviembre de 1922 apareció el primero de los escalones
de la tumba prácticamente intacta. Recibió el nombre de KV62, por ser la número 62 descubierta
en este Valle de los Reyes (King Valley en inglés). Carter contrató para que le ayudasen en la
excavación varios expertos de reconocido prestigio, entre los que se encontraban conservadores
de antigüedades, especialistas en textos antiguos, catalogadores y dibujantes. El Museo
Metropolitano de Nueva York le prestó al fotógrafo arqueológico Harry Burton que fotografió
todos los objetos encontrados tal como se encontraron en la tumba y también después de
retirarlos.
Se trataba de una pequeña sepultura destinada a un personaje no real que debió ser transformada
para acoger al rey ante su prematura muerte.35 Carter y su equipo, supervisados por el gobierno
egipcio, fueron retirando y catalogando en un lento proceso los 5000 objetos que encontraron en
las cuatro pequeñas cámaras, concluyendo en febrero de 1932. Este material está en la actualidad
en el Museo de El Cairo.
En la estancia que Carter llamó Antecámara estaba apilado mobiliario, carros desmontados,
armas, vestidos y comida. La que llamó Anexo estaba llena de objetos, preferentemente vasijas,
muebles, armas, ungüentos y comida. En la cámara funeraria, la única decorada con pinturas, se
encontraron cuatro capillas de madera recubiertas de oro, encajadas cada una dentro de la
anterior, que cubrían a su vez un sarcófago de cuarcita roja que contenía tres ataúdes
antropomorfos, también encajados uno dentro de otro, de madera chapada en oro, los dos más
exteriores, y de oro macizo el más interior. Dentro del último estaba la momia del joven faraón,
con la cabeza y los hombros cubiertos por la célebre máscara. En la cuarta sala, que recibió el
nombre de Cámara del Tesoro, se encontraron las vísceras momificadas del rey y objetos
empleados en el rito funerario.
En su tumba se encontraron sus restos y sus posesiones que han ayudado a comprender la
sofisticación de la vida del Antiguo Egipto. Sin embargo, poca información ha aportado sobre su
biografía pues no había inscripciones importantes ni documentos sobre él.
Los alimentos que contenía la tumba eran panes, pasteles de trigo y cebada, espalda de buey y
costillas de cordero condimentadas con especias y miel, treinta grandes jarras de vino, así como
dátiles, higos, uvas y almendras. Entre las armas había 46 arcos, desde uno infantil de 30 cm hasta
otro de 1,8 m de largo, mazas, bumeranes y cuchillos. También se encontraron seis carruajes,
cuatro de ellos de ceremonia, de madera revestida con oro e incrustaciones de cristal, y los otros
dos más ligeros debían ser para cazar. Debió coleccionar bastones, pues aparecieron 130, todos
diferentes de ébano, marfil, plata y oro, entre ellos uno sencillo de una simple caña con bandas de
oro con la inscripción una caña que su majestad cortó con sus propias manos. Entre la ropa se
hallaron más de cien taparrabos triangulares de lino que se ataban a la cintura y 27 pares de
guantes.
Tutankamón y su esposa Anjesenamón debieron tener dos hijas que nacieron muertas, pues en la
tumba del rey se encontraron dos pequeños féretros que contenían dos fetos femeninos, uno de
cinco meses de gestación y el otro debió morir al nacer.
Trece capas de lino envolvían la momia del rey; hasta 143 joyas y amuletos se encontraron entre
los pliegues de las telas cuyo fin era proteger la transformación del faraón de la muerte a la
inmortalidad, entre ellos, la máscara que cubría su cabeza, un pectoral de oro con el dios Horus
que le protegía colgado al cuello y, en la cadera derecha, un cuchillo de oro con la hoja de hierro.El
estudio de su momia reveló que el rey medía 1,63 metros de altura.
Retrato infantil del rey en madera como dios sol Ra naciendo de una flor de loto azul.41
Maniquí de Tutankamón Hecho de madera policromada con el rostro del rey, cortado en caderas y
hombros, para exhibir vestidos.
El rostro idealizado del faraón en el ataúd más interior. Porta un pequeñocayado y un látigo, símbolos
del gobierno divino.
Una de las dos estatuas del Ka de Tutankamón que guardaban la cámara funeraria.
FLAVIO JOSEFO
(Jerusalén, 37 d.C. - Roma, h. 100) Historiador judío. Miembro del partido de los
fariseos, descendía de una antigua familia de sacerdotes. En el año 64 se vio
implicado en Roma en el proceso contra los judíos deportados por orden del
procurador Félix. Salió con bien del proceso gracias al apoyo de Popea, esposa de
Nerón. Al iniciarse la guerra contra Roma organizó la administración y la defensa
de Galilea, pero tuvo que capitular en el 67 y fue conducido ante Vespasiano,
quien le concedió el perdón al predecirle Josefo que se convertiría en emperador
de Roma. Cumplida la profecía, Josefo pasó a ser Flavio Josefo y se instaló en
Roma, donde gozó del beneficio de una pensión imperial. Escribió en lengua
griega La guerra de los judíos, Antigüedades judaicas y Contra Apión, tratado
contra el antisemitismo grecorromano.
Flavio Josefo
Ante el avance sangriento del ejército del general Tito Flavio Vespasiano, Josefo
pareció convencerse de que la partida estaba perdida y se preparó para rendir las
armas ante la abrumadora potencia mundial de Roma. Retirado a la fortaleza de
Jotapata, se vio obligado por sus compañeros a resistir hasta el último extremo y a
jurar que se daría muerte antes de caer en manos de los enemigos. Fue uno de
los únicos supervivientes del verano del 67, y se rindió a Vespasiano prediciéndole
su subida al trono imperial "sobre la tierra, sobre el mar y sobre toda la
humanidad". Obtuvo con ello la gracia del general Vespasiano, que lo llevó a
Roma como esclavo de guerra y en el 69, cuando fue nombrado emperador, lo
liberó.
Flavio Josefo se unió al séquito del hijo del emperador y presenció la conquista de
Jerusalén y la destrucción de la Ciudad Santa y su templo. Regresó a Roma,
formó parte del desfile triunfal, y en reconocimiento a sus servicios le fue
concedida la ciudadanía romana, una renta anual y tierras en Judea. Manteniendo
su posición de privilegio en Roma, no se dio por aludido frente a las acusaciones
de traidor que le hicieron sus compatriotas judíos, y se dedicó hasta su muerte al
trabajo literario.
Todo esto es narrado con minuciosidad por Josefo, en cuyo relato predomina el
intento de defender a los judíos; quiere demostrar que la guerra fue provocada
sólo por unos cuantos fanáticos, mientras el pueblo y las personas principales
estaban todos por la paz. Así, mientras hacía un buen servicio a los romanos y a
su país, se lo hacía a sí mismo; al encomio de los Flavios y a la defensa propia
acompaña una acerba crítica de sus propios enemigos (el primero, entre éstos,
Juan de Giscala), los cuales lo habían declarado traidor.
A pesar de esta tendenciosidad, la obra tiene mucho valor porque Josefo se valió,
al escribirla entre el 75 y el 79, de las noticias que él mismo había recogido ya
durante la guerra en el campo romano, y de los documentos oficiales; por esto su
información es excelente. La participación del escritor en los hechos, así como el
elemento autobiográfico, dan además a la narración gran vivacidad y prontitud, al
paso que no le faltan los procedimientos que la técnica historiográfica ofrecía para
embellecer el relato (discursos, digresiones, descripciones, etc.).