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(Capitulo 1)•

La auto disciplina y el dominio propio pueden producir solo cambios externos pero por dentro la
situación sigue siendo la misma. Cristo ofrece una transformación desde el interior reflejada en
nuestro exterior. El hombre por sí mismo no puede regenerarse la Biblia enseña claramente que
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso; ¿Quién lo conocerá?” no somos
buenos por naturaleza y se necesita de un Poder exterior para cambiar nuestra situación.

(Capitulo 2)•

El arrepentimiento sincero es el único medio para reconciliarnos con Dios. Éste viene de un
profundo pesar por haber pecado contra Dios y causa dolor por nuestros actos, no por sus
consecuencias. Este es el único medio por el que se puede producir algún cambio genuino en el
pecador. Aunque hay cierta diferencia en la magnitud de los pecados tal como la hay a la vista
humana, para Dios no hay un pecado pequeño o que no le ofenda. De modo que como cristianos
debiéramos hacer un esfuerzo especial por desterrar de nosotros todo deseo pecaminoso y
purificar nuestro corazón de toda mancha, y que un solo deseo acariciado puede conducir a la
ruina de todo el ser entero.

(Capitulo 3)•

La confesión de nuestros pecados involucra una declaración definida y al punto de nuestros


errores. Tenemos que reconocer claramente cuáles han sido nuestros pecados y reformar
definidamente nuestra conducta antes que nuestra confesión pueda ser aceptada. La confesión
también debe ser al mismo nivel al que han llegado nuestros pecados. Si son de naturaleza tal que
solo Dios los conozca debe ser confesados en ese nivel, si han perjudicado a nuestros semejantes
debemos además de pedir perdón a Dios acudir a las personas que hemos ofendido y si han
trascendido a tal punto que se han hecho públicos tenemos que confesar públicamente nuestros
errores y pedir perdón.

(Capitulo 4)

La consagración no es otra cosa que la decisión constante de amar a Dios y el entregarle nuestra
voluntad. No es aceptable para Dios el servicio prestado únicamente como un medio para alcanzar
meritos para el Cielo. El Cielo no se gana, se acepta pues es un regalo, no por nuestras obras sino a
casusa de su inmenso amor, eso es solo resultado de la Fe. Nuestro servicio es una consecuencia
de ese amor que tenemos por Él. La consagración es un proceso que debe realizarse todos los días
pues nunca se llega a un estado en el que se pueda decir que no necesitamos crecer más.

(Capitulo 5 y 6)•

Los actos aislados de una persona no son prueba de su carácter sino la tendencia de sus hábitos y
palabras la que prueban si ha sido regenerado por la gracia de Cristo. A medida que descubramos
cada vez más nuestras propias debilidades apreciaremos más plenamente la belleza del carácter
de Cristo.

(Capitulo 7)•
Nuestro crecimiento espiritual depende de cuan cercanos caminemos con Él. La obra no está
centrada en nosotros sino en Él. La semilla no puede hacerse crecer a sí misma la única opción que
tiene esperar. El bebé no puede fortalecerse ni alimentarse a sí mismo, la única alternativa es
esperar que el cuidado de sus padres brinde las condiciones necesarias para que pueda alcanzar la
madurez. No podemos obligarnos a crecer ni como dice la escritura añadir un codo a nuestra
estatura, todo lo que podemos hacer es como la semilla y el bebé aferrarnos al cuidado y dirección
de nuestro padre y esperar el crecimiento por su poder.

(Capitulo 8)•

Todo lo que existe, tiene un trabajo un propósito y un servicio. Es una ley del universo que lo que
no presta ningún servicio está condenado a desaparecer. Todo presta un servicio y cumple una
función. El Sol, la luna, la lluvia, todo. Así nosotros estamos comisionados para una tarea que el
señor ha dispuesto para cada miembro de su iglesia. Nuestro destino es servir y también estamos
destinados a desaparecer sino cumplimos la función para la cual hemos sido llamados. Dios espera
que testifiquemos allí donde estamos, en nuestro trabajo, en nuestro vecindario, en nuestra
ciudad y en cualquier lugar que tengamos la oportunidad.

(Capítulo 9)•

Para mantener viva nuestra relación con Dios es necesario mantener una comunicación constante
hablando con Él y escuchando lo que nos dice. Esto se hace únicamente por medio de la oración
que es “el aliento del Alma”. Y por la lectura diaria de su voluntad para nuestra vida encontrada en
la Biblia.

(Capítulos 10 y 11)•

El momento para decidir nuestro destino eterno es ahora. La duda puede costarnos la vida eterna,
no tanto por la fugacidad de la vida aunque ciertamente se escapa rápido. El peligro está postergar
la decisión porque se crea como un hábito en nuestra vida y puede ser que dejemos de
impresionarnos por la verdad y nuestra conciencia quede cauterizada. Por eso debemos mantener
siempre sensible nuestra mente a la verdad y fijar claramente nuestra vista en Cristo para no
decepcionarnos y llegar con seguridad a la mansión celestial.

(capítulos 12 y 13).

IMPORTANCIA PARA LA MATERIA: entender claramente el proceso de la conversión es importante


para nosotros como ministros, pero de mayor relevancia es haber pasado por él. Se supone que
los pastores han alcanzado la etapa de mayor crecimiento espiritual. Se espera que un pastor sea
cual se la circunstancia sea espiritual. Pero debemos entender cuál es el concepto de
espiritualidad verdadero. No el de un pastor que no se equivoca sino de uno que sabe reconocer
sus faltas y errores.

MPORTANCIA PARA EL LECTOR: me ayudó especialmente en aclarar muchos conceptos que son
fundamentales para mi relación con Dios entre ellos el del papel de la voluntad en la vida
espiritual y la importancia de mi enfoque al enfrentarme la tentación. También me hizo entender
el estado en que me encuentro, crecimiento. Me llena de confianza y seguridad en que Aquel que
empezó la buena obra y Quién la terminará a su tiempo.

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