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OBESIDAD
OBESIDAD
Obesidad.
Habría que analizar cómo este pensamiento del siglo XVII se introduce en la
actualidad, porque los niños de ahora no necesitan fortalecer su raciocinio pues
ellos ya cuestionan a los adultos y su forma de criarlos y por ende su autoridad.
Esta forma de pensar de los niños es producto de las ideas mercantilistas, mismas
que proyectan modelos a seguir tanto de padres como de hijos, ideales
inalcanzables que ponen a los padres en una postura impotente, llegando incluso
a la indiferencia, los padres asumen que sus hijos son completamente
independientes. Sin embargo hay expresiones somáticas que demuestran que ese
pequeño humano necesita del otro para existir y construir realidad, el desorden de
las prácticas alimenticias y sus consecuencias (obesidad y desnutrición)
manifiestan de manera explícita la demanda de un otro que atienda a las
necesidades del niño.
Sustentamos esto en la idea de que los alimentos dejan de ser consumidos con un
objetivo nutritivo, para pasar a ser parte de una serie de códigos sociales, como es
bien sabido; en México las maneras de sociabilidad y convivencia se dan mediante
la comida, pues esta juega un rol fundamental que determina la integración de las
representaciones culturales en el infante.
Nosotros creemos que estos mismos códigos pueden ser aprovechados en la
particularidad de cada sujeto para comunicar las dolencias de su existencia, que
no expresan otra cosa que la carencia. Por lo que inferimos que los códigos
culturales se convierten en individuales cuando son tomados por el sujeto en
síntoma, en el que comer demasiado significa más que una necesidad de nutrir el
organismo. Puesto que hablamos de procesos de comunicación, nos referimos a
un emisor, un receptor, en este caso hijo y padres respectivamente, además de un
mensaje que dice ¡Te necesito!
Con esto podemos ejemplificar como es que existe esas mociones hostiles hacia
los objetos que proporcionan cuidados al niño, pero que en determinado momento
se siente atacado o abandonado también por ellos, sin que esto sea de manera
intencional por parte del adulto. Este fenómeno podemos identificarlo en la etapa
sádico-anal según la propuesta freudiana; estos acontecimientos están ligados
íntimamente con la manera es que el niño expresa sus hostilidades y todo aquello
que lo conduzca a lo destructivo, pues como también Freud lo postula, la
constitución psíquica del niño se da mediante identificaciones con las imagos
paternas de las que se desprenderán odios que conduzcan al deseo de
destrucción de los padres no necesariamente como su muerte, pero si como
ausencia, que para el caso del niño con obesidad si se presenta está ausencia de
los padres que no sólo actúa en el campo de la representación si no también en la
realidad fáctica, pues estos infantes parecen ser escuchados y vistos, aunque no
deben engañarnos las apariencias.
La necesidad que se manifiesta de los padres por parte del niño, es puesta en
juego en las comunicaciones que este hace, pero no tienen un receptor por lo que
en el afán de integrar estas representaciones a su estructura de manera que
sirvan para construir y forjar tanto su propio psiquismo como las maneras
relacionales en las que participará como miembro activo (no como actualmente de
espectador), pero además de perseguir este objetivo también nos encontramos
con la parte que cobra significación para este niño en forma vengativa como en el
Fort-Da, pues el infante hace caso a sus impulsos sádicos y cuando come también
tritura la imago paterna, la hace pedazos en retribución a lo que ha sido afectado
en él , de esta manera se venga de todas las avenencias que han sido puestas en
su persona y por otra parte también da cuenta de un replegamiento de sus
impulsos dirigidos a otros en la persona misma, ya que la manera en cómo se
alimenta pone de manifiesto aquella imago destruida que ha sido puesta en su
cuerpo y que al mismo tiempo desvaloriza su persona. Esto puede ser explicado a
partir del narcicismo. Freud propone que en el niño existe una sustitución de
objetos reales por objetos imaginarios de su recuerdo, es por esto que nosotros
exponemos que un niño que padece de obesidad sustituye los recuerdos que tiene
de su madre, quien es la que procura su alimentación, por el exceso de comida,
sustituyendo así a su madre por la comida en exceso, es una forma de introyectar
a la madre en sí, a través del alimento. Esto puede ser a causa de una rebaja en
el sentimiento de sí, donde proponemos que un niño en estas condiciones tiende a
querer introyectar aún más a la madre, o a la imagen parental como objeto de
amor. Es así como el niño con obesidad sustrae la libido del mundo exterior y la
conduce al yo.
Existe por tanto en un niño con obesidad un empobrecimiento libidinal, a causa del
rechazo que recibe por su condición física, un niño con una constitución gruesa,
puede percibirse como torpe, ya que por obvias razones quizá se perciba de una
edad mayor a la que es, y en relación a los cuerpos estéticos esta condición
también es desfavorable, estas razón exponen al niño a un rechazo que es
notorio. “Tenemos sabido que mociones pulsionales libidinosas sucumben al
destino de la represión patógena cuando entran en conflicto con las
representaciones culturales y éticas del individuo”.
Es por esto que el niño busca en la comida un sustituto, la obesidad infantil es un
proceso de sustitución, mediante la formación del síntoma, ya que el niño no
quiere dar cuenta del displacer que le produce el rechazo, existe pues una rebaja
en el sentimiento de sí, un empobrecimiento del yo que se busca aliviar a través
de la comida.