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Módulo 3

La posición de
Argentina ante
diversos sucesos
históricos.
4.1 La neutralidad
argentina en la Primera
Guerra Mundial.
Política exterior de
Yrigoyen.
La política exterior de Hipólito Yrigoyen
El 12 de octubre de 1916, como resultado de las primeras elecciones con
voto universal, obligatorio y secreto, por el cual el radicalismo había
batallado durante dos décadas, asume la presidencia Don Hipólito
Yrigoyen, el líder histórico de esa agrupación política. Se abría así una
etapa en la vida institucional argentina signada por la democracia ampliada
y la llegada al poder de un partido político “moderno‟ tal como aspiraba la
reforma electoral de 1912.

1
No significó en realidad ninguna ruptura tajante en cuanto al modelo
socio económico de la etapa oligárquica y esto también se tradujo en
cierta continuidad de su política exterior, signada por la preeminencia de
la “ventanilla económica’’, la preeminencia de los mercados. Pero sí
encontraremos ciertas y a veces sutiles diferencias, sobre todo de
carácter ideológico y de carácter resolutivo por influencia de los
contextos internacionales, en especial de la Gran Guerra Europea.

La UCR no manejaba un corpus de documentos que permitiera inferir su


programa en política exterior, salvo su postura contraria frente a los
pactos de Mayo de 1902. Decía la UCR en un documentos de principios de
1904, “Nuestra marina, en la que el país cifró sus más legitimas
esperanzas, llevándola con generosos esfuerzos a descollar entre todas
las de Sudamérica, después de haber enterrado en pactos internacionales
recientes el predominio obtenido, ha contemplado con rubor que el
importe de sus mejores unidades, enajenadas con pretexto de economía,
ha ido a reforzar el cálculo de recursos de un presupuesto exorbitante".
(Paradiso, 1993, p.67) Era una clara adscripción a la “política de poder’’
pero no era la visión dominante en el partido.

También se criticaban allí los suntuosos viajes presidenciales y la “pérdida


de nuestra influencia en América, la restricción parcial por diez años de
nuestra soberanía al arbitrio de una potencia extranjera y nuevos
desmembramientos territoriales". Se notaba en estos párrafos la impronta
“principista‟ de Hipólito Yrigoyen, por esos años ya convertido en un fuerte
defensor del Krausismo1, la corriente filosófica por entonces muy exitosa
que lideraba Karl Christian Krause (1781-1832).

Otra manifestación que permite rastrear las iniciales tendencias de la


política exterior de la UCR se dio frente al ABC, donde se definió
rápidamente en contra, atendiendo la alarma que la Entente tripartita de
Brasil, chile y nuestro país, habla suscitado entre Perú. Bolivia y Paraguay
“por sus eventuales proyecciones hegemónicas subregionales’’.

Siguiendo a Sieppe y Llairo (1991), podemos pensar el accionar de la


política exterior yrigoyenista a partir de los siguientes principios:

1
Krausismo: El krausismo no fue una escuela estrictamente filosófica, sino un complejo
movimiento intelectual, religioso y político. Sus partidarios cultivaron con especialidad los
temas de ética, derecho, sociología y pedagogía. El krausismo español fue un estilo de vida
que sustituyó los supuestos de la religiosidad española por una moral austera, el cultivo de
la ciencia y una religión semisecularizada (fuente filosofia.org)

2
• Los principios Idealistas de Hipólito Yrigoyen

La acción internacional del país se basa en "principios respetables",


esencialmente cinco.

1 - La Paz, es decir, la neutralidad, es el estado normal de las naciones.

2 - La Paz no se declara, se declarará la guerra.

3 - La guerra únicamente hay que declararla frente a un ataque exterior


que ponga en peligro la soberanía nacional.

4 - Todas las naciones son iguales en su soberanía, no debiendo haber


divisiones entre naciones grandes y naciones chicas, o entre ricas y pobres.

5 - La conducta argentina en materia de política internacional se ajustará a


las normas del derecho internacional.

• Los principios realistas de Hipólito Yrigoyen

Aplicados fundamentalmente durante el primer gobierno de Yrigoyen


(1916-1922)

1. El accionar político de cada nación en el plano internacional debe


inclinarse hacia el pacifismo, la fraternidad y la cooperación mundial

2. El sentimiento neutralista se cimentaba en la equidistancia y en el


convencimiento de que se debatían intereses ajenos en cierta medida a los
de nuestro país.

3. Proclamó el principio de autodeterminación de los pueblos, cuando


entre 1918-1922, reconoció a los nuevos Estados que habían surgido como
consecuencia de la finalización de la 1ª. GM: Austria, Checoslovaquia,
Finlandia, Hungría, Polonia y Yugoslavia.

4. Defendió también el principio de la autodeterminación de los Estados,


por ejemplo "La causa de Bélgica es, en la actualidad, la causa de la
independencia y el derecho de las naciones, y la Humanidad quedará
herida en sus sentimientos más profundos, si los principios de justicia en
que descansa, no fueran perennes y sagrados‟.

5. El principio de no intervención en los asuntos de otro Estado. Ejemplo:


ante la nota del gobierno uruguayo anunciando su ruptura de relaciones
diplomáticas con Alemania, Yrigoyen sentó la tesis sobre la independencia
de cada nación en el manejo de sus RREE

6. Con respecto al reconocimiento de los gobiernos de facto, Yrigoyen


proclamó el principio del reconocimiento cuando dicho gobierno se

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hubiera formado sobre la base constitucional (elegido mediante
elecciones).

7. Defensa de las facultades constitucionales del Poder Ejecutivo en la


dirección suprema de las relaciones exteriores. Por ejemplo la negativa a la
ruptura con Alemania aprobada por el Congreso Nacional.

Para 1916 cuando el radicalismo llego al poder, la guerra ya llevaba dos


penosos años y la neutralidad argentina ya era doctrina. Antes de analizar
las acciones e ideas que se pondrán en marcha frente al conflicto conviene
repasar rápidamente dicho escenario europeo.

El contexto internacional 1914 – 1918


El año 1914 fue considerado crucial por sus propios contemporáneos. Para
esa década el mundo en especial en las regiones que interesan por su
vinculación con la Argentina es decir Europa y Estados Unidos estaba
densamente poblado. La población europea, había ascendido de 200
millones a inicios del siglo XIX a 430 millones en 1.900.

Era un mundo cada vez más integrado por el movimiento de personas, de


bienes, de capitales, de servicios y de ideas. Movimientos que se vieron
favorecidos por la transformación de las comunicaciones: el ferrocarril,
los barcos a vapor, el automóvil, y fundamentalmente, el teléfono y el
telégrafo, elementos básicos para la comunicación de masas. Y esta
integración estaba dada por la expansión del capitalismo que, ya nadie
dudaba, se había transformado en un sistema mundial.

Según Susana Bianchi (2005) “era un mundo integrado pero a la vez


dividido en sociedades "avanzadas" y "atrasadas", en regiones
económicamente ricas y pobres, en países política y militarmente fuertes
y débiles. Este panorama de integración y diferenciación, que estuvo ya
claramente esbozado antes de 191.4, se acentuó en forma notable
durante el siglo XX’’.

Con el avance de la industrialización: para los países centrales o avanzados


fue cada vez más fácil conquistar a un país periférico o atrasado. Debemos
acotar que amplias zonas de la misma Europa estaban muy atrasadas y en
nada se pueden igualar a la pujanza de los Estados Unidos que en 1914
tenía un ritmo de industrialización mayor al resto del mundo.

A la vez que la economía se mundializaba y desarrollaba alrededor de la


industrialización, los países aspiraban en el nivel político institucional a
culminar la construcción de sus Estados Nacionales y de ello devenía el

4
proyecto de creación de “la nacionalidad‟ 1 Bibliografía: Llairo, M. Y Siepe,
R., Argentina en Europa: Irigoyen y la Sociedad de las Naciones 1918-1920,
Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1991. (apunte de cátedra), Paradiso,
José, Debates y trayectorias de la política exterior argentina, GEL, Buenos
Aires, 1993. Capítulo II, Sanchis Muñoz, José, Historia Diplomática
Argentina, Eudeba, Buenos aires, 2010. Capitulo XI

y asegurar la lealtad de los ciudadanos al Estado y que no se pusiera en


cuestión la legitimidad de ese Estado para regular y ordenar la vida social.
Como vemos nuestro país siendo periférico y dependiente estaba inmerso
en ese proceso.

Según Hobsbawm este intento de consolidación institucional se llevaba a


cabo mediante la "invención de las tradiciones", que eran profusamente
difundidas por el Estado. Los años previos a la guerra fue un período de
auge de la creación de símbolos patrios o de apropiación o de in-
corporación de símbolos, por ejemplo, de la Marsellesa, que de himno
jacobino o "rojo" se transformó en el himno nacional de Francia. Todo país
tenía su bandera, su escarapela, pero sobre todo un pasado heroico que
remitía al presente con más mentiras que verdades (para nuestro país,
recordemos el caso de la Historia de San Martin y Belgrano escrita por
Bartolomé Mitre).

Un nacionalismo con prejuicios raciales surgió con gran fuerza antes y


después de la Gran Guerra Europea. El prejuicio racial se tradujo en la
ilusión de la superioridad racial, en el más crudo antisemitismo, la
xenofobia y el nacionalismo afloraron en sus peores expresiones a
comienzos de la guerra. A ello se suma una sensación de inestabilidad que
conmueve los cimientos de esta sociedad moderna cruzada por los miedos.
Como decíamos al inicio los contemporáneos percibieron el estallido de la
guerra, y los años subsiguientes, como una ruptura. ¿Por qué? Porque las
burguesías habían vivido durante la última década del siglo XIX anunciando
un cataclismo, la guerra o la revolución. Y durante esos años se cumplieron
sus peores pesadillas: estalló la Gran Guerra y en Rusia se impuso la
revolución bolchevique.

Según Bianchi (2005), el mismo desarrollo capitalista había conducido a la


expansión imperialista y a la rivalidad entre potencias y esto condujo
finalmente al enfrentamiento bélico. Esto no significa que los países
hayan querido la guerra; de hecho, muchos sabían que la guerra
significaba el disloque del mundo y la quiebra de los mercados. “Estaba
muy claro, que por el desarrollo tecnológico alcanzado, por la capacidad
de los Estados para movilizar a sus ciudadanos y enviar ejércitos a
grandes distancias, la guerra que se anunciaba se presentaba como la
más destructiva de bienes y de vidas’’.

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Cabe mencionar que el mismo desarrollo económico había generado una
serie de rivalidades que presentaban la guerra como la única vía posible
para ajustar las diferencias. Frente a Gran Bretaña se levantaba Alemania
cuyo poder económico y su crecimiento industrial fa habían colocado
como la primera potencia del continente europeo. Cada vez más se
identificaba a las grandes potencias por su poder económico, pero
también por su poder político, militar y tecnológico. Y esta fusión entre
poder económico y poder político-militar hizo al conflicto inevitable.

Hasta ahora la diplomacia, había determinando por ejemplo cuáles eran las
zonas de influencia de cada país, habla limado las rivalidades, había puesto
límites a la expansión. Sin embargo, la lógica de la acumulación capitalista
era diferente a la lógica de la política. La acumulación capitalista implica la
ausencia de todo límite.

Dentro de esta lógica, la rivalidad de Gran Bretaña y Alemania se intensificó


cuando Alemania no respetó sus viejos límites de potencia continental y
comenzó la construcción de una gran armada que fue percibida como una
amenaza por el Imperio británico.

En medio del clima de nacionalismos triunfantes, esta pérdida de límites


transformó a las viejas rivalidades entre países (como por ejemplo la de
Francia y Alemania después la guerra de franco prusiana) en dos bloques
rígidos y cada vez más hostiles: por un lado, Gran Bretaña, Francia y Rusia;
por otro, Alemania y el Imperio Austro-Húngaro posteriormente durante el
transcurso de la guerra, Estados Unidos e Italia se habrán de agregar a los
primeros y Bulgaria y el Imperio otomano, a los segundos.

En medio de una creciente tensión internacional, la crisis de los Balcanes


encendió la pólvora. En 1908, el Imperio austro-húngaro había anexado las
provincias serbias de Bosnia y Herzegovina. El 28 de junio de 1914, el
archiduque Francisco Fernando, sobrino del emperador Francisco José y
heredero del trono, fue asesinado en Sarajevo, por los nacionalistas
serbios. El incidente llevó entonces a que el Imperio austro-húngaro
declarase la guerra a Serbia. Crisis políticas semejantes ya habían ocurrido
y se habían zanjado con pactos diplomáticos más o menos satisfactorios
para las partes afectadas.

Pero las intenciones de las cancillerías europeas de lograr un nuevo


equilibrio no funcionaron. Sería además demasiado simplista pensar que
los gobiernos estaban ansiosos por ir a la guerra para superar sus
problemas internos (en Francia, el debate por el servicio militar; en
Inglaterra, la cuestión irlandesa). Lo cierto es que los países europeos se
vieron atrapados en una dinámica que los llevó a un enfrentamiento de
proporciones inéditas.

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Rusia, sostenida a su vez por las diplomacias británica y francesa, declaró
su apoyo a Serbia. De este modo, el 28 de julio de 1914 cuando las tropas
imperiales atacaron el territorio serbio, comenzaba la guerra, conocida por
sus contemporáneos como la Gran Guerra.

Sólo en dos semanas cinco millones de hombres hablan sido movilizados,


agrupados en unidades militares, equipados para la guerra y enviados a las
fronteras, en medio de un clima de patriotismo casi religioso.

Se esperaba que la guerra fuera muy breve. Cada uno de los Estados
Mayores había preparado un plan ofensivo que les permitiera ganar una
batalla decisiva en el menor tiempo posible. Pero en contra de lo
esperado, tras la batalla del Marne (septiembre de 1914) que estabilizó el
frente occidental, la guerra se prolongó hasta 1918.

La moderna tecnología (la aviación fue empleada en los últimos años del
conflicto) cuando no se tenía, se reemplazaba con hombres, con in-mensos
contingentes de soldados (como los ocho millones de rusos en el frente
oriental) constituyeron la maquinaria más mortífera conocida hasta el
momento. De este modo, el fin del largo conflicto bélico mostraba a una
Europa destruida, con campos calcinados, ciudades devastadas y una
población marcada por la muerte: la guerra había cobrado más de ocho
millones de vidas.

Indudablemente, la vida en las trincheras para los hombres que habían


estado en el frente había sido muy dura. Pero la guerra también había
afectado profundamente a la población civil. Y a medida que pasaba el
tiempo y las condiciones se volvían cada vez más difíciles, las consignas
nacionalistas que habían apoyado al conflicto se volvían cada vez más
vacías de contenido.

Para mantener la maquinaria bélica, los gobiernos necesitaban controlar


todo el aparato productivo. La economía de guerra implicó entonces una
estricta planificación -que se dio en Alemania en su máxima expresión que
supeditaba el abastecimiento de la población a las necesidades del frente.

Pero también el bloqueo económico fue un arma de guerra y nuestro país


lo sufrirá por su dependencia de los mercados exteriores como veremos
más adelante en los casos de hundimientos de nuestros barcos.

No sólo se buscaba dificultar el aprovisionamiento de repuestos y


suministros militares al enemigo, sino también la extensión del hambre
entre los civiles como eficaz medio de desmoralización. La situación era tal
que hasta para los propios jefes militares resultaba evidente que no se
podía sostener por mucho tempo el esfuerzo que la guerra implicaba: las
protestas no tardarían en llegar. Y con ellas se iniciaba un nuevo ciclo de
revoluciones cuya mayor expresión sería la cristalización de la otra

7
pesadilla posible: en 1917, en Rusia, estallaba la revolución, según Bianchi,
era el primer desafío abierto al capitalismo.

Cronología 1905 - 1928

Mapas de Alianzas en la I GM

Fuente: http://iris.cnice.mec.es/kairos/mediateca/cartoteca/pagsmapas

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La actitud frente al conflicto
Argentina había declarado su neutralidad ante la Gran Guerra desde su
inicio y así la había mantenido el último presidente perteneciente al grupo
conservador del viejo Partido Autonomista Nacional (PAN). Yrigoyen
mantuvo esa postura de política exterior durante todo el conflicto (a pesar
que la mayoría de la opinión pública argentina se expresaba por la causa de
los aliados.

Para Yrigoyen y por fuerte sesgo filosófico que aplicaba a sus decisiones
de política exterior, de acuerdo a ello trasladaba su lucha por el imperio
del derecho en el país a la vida internacional. Una especie de traslado de
la idea fuerza “la causa versus el régimen’’ llevado al ámbito
internacional. Por ello imprimió una fuerte prédica neutral, legalista, de
respeto a los países en conflicto, y además nacionalista,
latinoamericanista, a la acción de política exterior y que nos diferenciara
de la postura de Estados Unidos. Detrás de esta forma de doctrina
principista se escondía el permanente temor a la alteración o pérdida de
los mercados de ultramar.

El presidente definió a la neutralidad de su antecesor conservador como


una neutralidad "pasiva y claudicante", por oposición y diferencia califico a
su neutralidad de "activa y altiva", a fin de diferenciarla de la de su
antecesor. Yrigoyen estableció la política internacional argentina frente a la
guerra, en dos ideas fuerza: a - la garantía de la neutralidad y b – el respeto
a la libertad e independencia de los Estados.

De acuerdo a lo anterior, el presidente radical confiaba tozudamente a la


paz como estado natural de las relaciones interestatales’, la neutralidad
existía siempre de hecho, al suscitarse un conflicto entre terceros Estados
y, por lo tanto, no debía ser declarada expresamente, más aún cuando ya
era una posición preexistente a su gobierno.

Algunos hitos de la contienda que involucraron a la Argentina:

Principios de 1917 - Alemania declaró el inicio de la guerra submarina sin


restricciones en respuesta al bloqueo ingles que lo asfixiaba. Estados
Unidos, ante el hundimiento de varios buques rompe relaciones con el
Imperio alemán (febrero de 1917) y el 6 de abril declara la guerra.

El 2 de febrero de 1917 el presidente Hipólito Yrigoyen recibió el


comunicado que le advertía que el gobierno imperial alemán impediría sin
dilación y con todas las armas disponibles todo tráfico marítimo en las
zonas que circundan la Gran Bretaña, Francia, Italia, y la parte occidental
del Mediterráneo.

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El 4 de abril de 1917, un submarino alemán hunde la goleta argentina
Monte Protegido, que había partido de Pernambuco a Rotterdam con un
cargamento de lino de propiedad neutral. Argentina presentó una formal
protesta y el gobierno alemán expresó sus deseos de reparar el daño
causado. Según Sanchis Muñoz (2010), era ésta una expresión de
importancia que asignaba el gobierno imperial a las buenas relaciones con
la Argentina.

El 6 de junio de 1917 fue hundido el velero de propiedad argentina Oriana,


cuyo destino era Génova. Como su cargamento era de hierro y acero, lo
que podía ser contrabando de guerra, nuestro gobierno consideró que no
había motivos para interponer reclamaciones internacionales.

El 22 de junio de 1917, el vapor argentino Toro con destino a Génova y con


un cargamento de carne y otros productos primarios, fue hundido por un
submarino alemán. Esta vez el reclamo fue mucho más enérgico y solicito
al gobierno alemán la seguridad y respeto de la navegación de los barcos
argentinos.

Esto produjo una serie de notificaciones cruzadas que empañaron


crudamente las relaciones exteriores con el gobierno imperial. Alemania
sostenía que se trataba de contrabando lo que era negado por el gobierno
argentino que no se consideraba sujeto a convenciones no reconocidas

Finalmente, el gobierno alemán reconoció la libertad de los mares a las


naves argentinas, según las normas del Derecho Internacional, y garantizo
una actitud concorde de parte de su marina de guerra.

Cabe mencionar que el 22 de octubre de 1921, luego del fin de la guerra,


en la estación naval de Kiel a orillas del Mar Báltico, tuvo lugar el
desagravio alemán por el hundimiento de los buques argentinos durante la
guerra.

La neutralidad cuestionada
Esta posición neutral se encontró muy cuestionada a partir del ingreso de
los Estados Unidos en la guerra, actitud que siguieron otros países
americanos. Durante el segundo semestre de 1917, se dieron a publicidad
los famosos “telegramas germanos’’ en los cuales el ministro alemán
asignado a Buenos Aires, informaba a su gobierno “sobre el derrotero de
buques argentinos y recomendaba su hundimiento’’.

El ministro de RREE radical fue obligado a responder los pedidos de


informe del parlamento que consideraba muy “blanda‟ la reacción del

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Poder Ejecutivo que sólo se había limitado al pedido de expulsión de dicho
diplomático. En ambas cámaras se votó afirmativamente la ruptura de
relaciones con el gobierno del Imperio Alemán.

Joaquín V. González más un liberal que un conservador, citado por


Paradiso, sostuvo en el parlamento lo siguiente “…no estamos llamadas a
medir nuestro país, ni calcular nuestros actos desde el punto de vista del
interés material, ni de las ventajas de carácter práctico. Esta guerra, entre
todas las grandes transformaciones, ha tenido la virtud de poner en
evidencia los valores morales de la civilización, no sólo los valores
materiales... En presencia de una lucha a muerte entre la autocracia y la
democracia, uno se pregunta si la República Argentina -una de los
mejores exponentes de la democracia americana- cuando se lucha en
nombre del ideal democrático ha de permanecer con los brazos cruzados,
en actitud indiferente" (Paradiso, 1993, 84)

El proyecto de suspensión de relaciones fue aprobado por la Cámara Alta


por 22 votos contra uno. Repetida la situación en la Cámara de Diputados,
el resultado fue de 52 votos en favor de la suspensión de relaciones y 18 en
contra más el presidente, a tono con su política de no compartir y
considerar al parlamento sólo un “organismo técnico‟ desestimó estas
votaciones reiterando su responsabilidad en la conducción de la política
exterior.

Dentro del radicalismo asomo la disidencia (no menor, tratándose de un


futuro presidente) de nuestro ministro en París, Marcelo Torcuato de
Alvear, quien sugería al presidente que se pusiera a la cabeza de los países
hispanoamericanos en "actitud definida contra los procederes de
Alemania, al no hacerlo es mI convicción profunda que Argentina pierde la
ocasión de mostrarse, no tan sólo en influencia efectiva en América, sino
que también compromete su situación para tomar parte después de la
guerra en el Congreso de la paz".

La neutralidad y la Sociedad de las


Naciones
A pesar de lo sostenido por el ministro Alvear, al finalizar guerra nuestro
país, a pesar de su consecuente neutralismo, fue invitado a participar de la
constitución de la Liga de las Naciones y hacerlo en condición de miembro
originario.

Desde ya esta invitación fue aceptada por Yrigoyen, pero condicionó la


participación de nuestro país al reconocimiento de los principios de

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universalidad de la Liga, es decir a la igualdad de todos los estados
soberanos para ser admitidos en la misma, incluidos los derrotados esto
produjo la primera controversia de la Argentina con el victorioso bando
aliado. La Argentina adhirió al Pacto de constitución el 18 de julio de 1919 y
éste entró en vigencia en enero de 1920.

Repasemos brevemente los avatares y contenidos del ideal wilsoniano para


comprender mejor el contexto de finalización de la guerra. El 8 de enero de
1918, con la Guerra Mundial en su último año el presidente de los Estados
Unidos, Thomas Woodrow Wilson, enunció los Catorce Puntos, que eran
un programa de acción para la posguerra y que fue conocido como
"idealismo político de posguerra".

Dice Paradiso (1993) que los puntos más importantes declaraban las
siguientes necesidades: “una diplomacia sin secretos, la libertad de los
mares y del comercio, la reducción de armamentos al mínimo compatible
con la seguridad nacional, la resolución pacífica de controversias, el
resguardo de la integridad territorial y la independencia política de los
países‟.

Eran en el fondo una ácida crítica a los principios hasta ahora vigentes del
más crudo realismo, partidario del equilibrio de poder y de alianzas rígidas.
Wilson sostenía la necesidad de reemplazara ese realismo por un “sistema
armónico e idealista, sustentado en un acuerdo de seguridad colectiva, que
se activaría como mecanismo de resistencia común ante la agresión‟.

Raramente y a pesar de ser su presidente el principal promotor de la


Sociedad de las Naciones, el Senado norteamericano, de acuerdo a una
tendencia profunda de la política exterior norteamericana del siglo XIX,
reforzó el aislacionismo opuesto al universalismo wilsoniano, rechazó la
ratificación del Pacto el 10 de noviembre de 1919, por lo que Estados
Unidos no se adhirió a la Liga.

Fue un golpe a las reales posibilidades de esta iniciativa, que nacía dañada
por el propio país que lo prohijaba.

El 18 de enero de 1919 comienza en la "Conferencia de la Paz", allí


plantearía la Argentina las divergencias apuntadas y que según LLairo y
Sieppe (1991) se daba en un contexto internacional en el que primaba la
idea una Paz Impuesta, en la que no participaban los países derrotados.
También se debe tener en cuenta que los vencedores no presentaban un
bloque homogéneo, por ejemplo EEUU no tenía la misma postura que
Gran Bretaña y Francia respecto a cómo modelar al mundo de posguerra.

Wilson, liderando la representación de los EEUU aspiraba a lograr un


tratado de Paz que contemplara la creación de la Sociedad de las
Naciones. No que fueran dos temas separados. Gran Bretaña y Francia

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lograron crear una comisión diferenciada que tratara el tema de la
Sociedad de las Naciones por un lado y sin interferir en las tratativas de
fin de guerra con los derrotados en la discusión de los términos para la
futura Paz con Alemania.

Como contrapeso Wilson fue elegido presidente de esa comisión, la


misma presentó el texto de creación en dicha Conferencia de Paz. Como
la creación de la asociación internacional formaba parte del Tratado de
Versalles, la Sociedad de las Naciones inició sus sesiones de manera
oficial y formal en enero de 1920.

La Argentina como adherente inicial expuso en boca de nuestro canciller


Honorio Pueyrredon las objeciones que nacían de los postulados
"principios" del Presidente Yrigoyen y que eran las siguientes:

A – se consagraba la desigualdad entre los Estados grandes y los Estados


pequeños, ya que la permanencia en el Consejo quedaba para grandes
potencias. Los demás países debían entrar por elección o por turno.

B – Las grandes potencias o potencias vencedoras dispusieron de nueve


miembros en el Consejo Directivo y en la Asamblea, con lo que se aseguró
la mayoría de la representación con un voto por cada miembro. Por
ejemplo Gran Bretaña y sus dominios constituyeron un bloque de seis
votos.

C – No se permitía la participación de Estados vencidos y se rechazó la


solicitud de su admisión.

D - La Argentina apoyaba sinceramente la creación de la Sociedad de las


Naciones, pero donde todas fueran iguales, de acuerdo con el concepto
jurídico de su soberanía.

E – Solicitó la admisión de todos los Estados soberanos reconocidos como


tales por la comunidad internacional. Era la base jurídica de la futura paz
de posguerra. Igualdad y solidaridad entre todos los países.

F – A esa igualdad internacional se debía llegar por los mismos derechos y


deberes de todos sus integrantes.

G – Argentina postulaba la creación de una organización que instrumentara


la cooperación económica de “carácter permanente‟ entre los Estados.

H – Argentina solicitó la aplicación del principio del arbitraje general y


obligatorio para todas las Naciones.

I - La nueva política internacional de posguerra debía ser abierta y no


secreta. En contraposición a la política de alianzas secretas y cruzadas de la
pre guerra.

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La representación argentina no estaba de acuerdo con la marcha que
tomaba la Sociedad de las Naciones y se mantuvo firme en conseguir una
participación amplia sin exclusiones en la organización internacional. Era
como sostiene Paradiso (1993), casi un “test de la política exterior’’
yrigoyenista, anclado en un fuerte idealismo y adscripción a normas del
derecho internacional. Cuando la Asamblea desestimó la presentación
solicitud hecha por Argentina, sus representantes se retiraron de la
Asamblea, el 7 de diciembre de 1920 siguiendo una estricta orden
presidencial.

Otros rasgos de la Política exterior de


Yrigoyen
A tono con la vigencia del modelo económico agro exportador la
Argentina siguió poniendo el énfasis de siempre en la dimensión
económica de la política exterior, es decir poner la mirada preferencial
sobre los mercados de ultramar. Para ello se dispuso un reordenamiento
de la Cancillería, apuntando a mejorar las actividades de las oficinas
dedicadas a las cuestiones comerciales. El ministro de RREE, Honorio
Pueyrredón comentaba haciendo un balance del primer año ante el
congreso que uno de los objetivos del gobierno había sido aumentar las
oportunidades de intercambio comercial y que con ese propósito se
habían revisado los tratados existentes y se habían concluido otros
nuevos.

Allí mismo anunciaba las modificaciones para las funciones de los cuerpos
diplomático y consular de ultramar, para “el caso del primero, sus
actividades no se limitaran a la parte política o protocolar sino que se
extendieran a las cuestiones económicas que constituyen en la actualidad
la base-de las buenas relaciones con los pueblos" ahora los jefes de misión
eran también responsables de supervisar las tareas del cuerpo consular. El
ministro también resumía allí, la importancia y jerarquía que se le daría la
representación ante los gobiernos americanos.

Apunta Paradiso (1993) que iniciativa resultó que entre 1917 y 1922 se
crearon 11 consulados generales, 17 consulados y 5 viceconsulados,
restableciéndose este tipo de relaciones con países como Checoslovaquia.
Finlandia, Yugoeslavia Polonia. A su vez, en 1915 se instituyó, dentro de la
Cancillería, una División Comercial colocada balo la dependencia de la
Subsecretaria de Relaciones Exteriores.

Otro rasgo de esta época es el reacomodamiento de los mercados de


exportación e importación para nuestro país como secuelas del conflicto

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internacional, emerge ahora como importante destino exportador y a su
vez como proveedor principal los EEUU. Por ejemplo las exportaciones
hacia los Estados Unidos aumentaron del 6% al 19%, en materia de
importaciones el impacto de la guerra fue más notorio ya que se
triplicaron las compras en Latinoamérica y se duplicaron las provenientes
de los Estados Unidos.

Al convertirse Estados Unidos en el principal abastecedor se establecía por


dos décadas el famoso triángulo entre Buenos Aires, Londres y
Washington. Un ejemplo de ello lo da el hecho que Gran Bretaña compraba
un 76% de la carne argentina compuesta de esta manera: un 54% de la
carne congelada y el 99% de la carne enfriada.

En esta década también como consecuencia no estimada del conflicto se


instalan las primeras prevenciones respecto a la “salud y futuro del
modelo‟ de desarrollo. Se inician discusiones alrededor de la necesidad de
promocionar la industrialización, se hablaba ya de "organizar nuestra
existencia de manera más independiente de Europa" o "procurarnos la
mayor autonomía económica tratando de fomentar nuestras industrias".

Alejandro Bunge, citado por Paradiso (1993) es el vocero principal de esta


corriente, decía en 1917: "Todos los países civilizados tienen su política
económica internacional propia, que oponen a la de los demás países.
Nosotros, en cambio, tenemos la política económica internacional que nos
imponen los demás países...‟. Se instalaba un debate que teñiría las
décadas siguientes.

4.2- Entre golpes y


fraudes: La Argentina y
Gran Bretaña. El Pacto
Roca - Runciman
Según Fabián Bosoer (2005) en la década del treinta, la Argentina era un
“país periférico de desarrollo intermedio que venía de un espectacular

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crecimiento‟ y que basaba ese proceso en una relación especial con Gran
Bretaña (apuntada por Puig como una de las tendencias profundas de
nuestra política exterior) y que era apuntalada con una notable estabilidad
política interna.

La crisis del capitalismo mundial en el año treinta colocó en una situación


de suma fragilidad a la economía nacional, a lo que se sumaba la
interrupción institucional que borraba décadas de continuidad y de aquella
estabilidad tan ensalzada en la región y el mundo. Se cerraban los
mercados de exportación con una pronunciada caída de la demanda de
nuestros productos primarios, carnes y cereales. Se sumaba a esta delicada
situación, la declinación definitiva de Gran Bretaña como potencia
hegemónica mundial.

Se iniciaba para el país una etapa de transición, querida o no, pero que
indicaba hasta dónde se había dejado sin previsión el costado más frágil
del modelo: su dependencia de los mercados externos, tanto en la
exportación como en la importación de bienes, capitales e insumos.
Transición que daría lugar a una incipiente industrialización, denominada
por casi todas las corrientes historiográficas como “proceso ISI’’
(Industrialización por Sustitución de Importaciones).

En el contexto internacional a la emergencia de EEUU como potencia


dominante se suman las tensiones que en Europa son fruto de la acción
de los regímenes totalitarios de derecha y una mala resolución de los
problemas que se dispararon con la primera posguerra.

Casualmente esta presencia de los EEUU, tendrá como consecuencia que


nuestro país se plantee a modo diplomático sobre su futura relación con
la potencia del Norte a la vez que se resignifica la relación con los demás
países latinoamericanos, en algunos casos con una clara competencia
“alimentadas por las percepciones de amenaza, sobre todo con Brasil’’.

Dentro del accionar diplomático mencionado una de las características del


país durante esta década será la reputación ganada, el prestigio que bajo la
gestión de Carlos Saavedra Lamas (premio Nobel) en la Cancillería
(presidencia de Agustín P. Justo) por su participación en la finalización de la
guerra del Paraguay contra Bolivia por la posesión del Chaco. Sumaba a ese
prestigio algunas iniciativas como incorporar un sistema de consulta
interamericana, pensado éste como un mecanismo regional de solidaridad
hemisférica frente a las inestabilidades clásicas que amenazaban la paz a
nuestros países.

Era una diplomacia activa, de alta exposición, con iniciativa y que reunía
toda una pléyade de grandes nombres, como por ejemplo: Roberto M.
Ortiz, el cordobés Miguel Ángel Cárcano, un futuro canciller José María

16
Cantilo y embajadores como Felipe A. Espil, Leopoldo Melo, Isidoro Ruiz
Moreno y Daniel Antokoletz.

Como expone Bosoer (2005) era “una situación paradojal’’, a una política
externa, a un elenco de diplomáticos reconocidos por su prestigio, se
contraponía la falta de sustento político interno (eran gobiernos basados
en el fraude) y una lenta declinación del país como consecuencia de su
desenganche económico y el enfrentamiento con los Estados Unidos, que
se imponía ya inexorablemente como potencia mundial.

Recordemos que este enfrentamiento con los EEUU, formaba parte de


una de las tendencias profundas de nuestra política exterior y hundía sus
primeros escarceos en el siglo XIX (por ejemplo: nuestra actuación, que
rozo el boicot durante la Primera Conferencia Panamericana realizada en
Washington, 1889).

Todas estas situaciones llevan a una renovación de la estructura estatal al


servicio de la diplomacia argentina, se debía dar respuestas a la coyuntura
tan desfavorable y ahora se debían atender urgentemente las demandas
de una económica cuya vigencia era puesta en jaque por su dependencia
exterior.

El Ministerio de Relaciones Exteriores determinó tres grandes áreas


burocráticas: el despacho del ministro, la subsecretaría y cinco direcciones.
Estas últimas eran: de asuntos políticos, de asuntos económicos, de
asuntos jurídicos, de administración y de personal. La Dirección de Asuntos
Políticos se dividía en tres departamentos:

a - estados americanos limítrofes,

b - estados americanos no limítrofes y

c - Europa, Asia y África. La ahora importante Dirección de


Asuntos Económicos se integraba en cinco departamentos: a
- Imperio Británico, b - estados americanos limítrofes, c -
estados americanos no limítrofes,

d - Europa Asia y

e - África Oceanía.

Citada por Bosoer (2005), la ley del Servicio Exterior de 1934 exponía en
sus considerandos, "Hacer de sus servicios una fuerza constante,
movilizada en la acción de defensa del prestigio exterior de la Nación,
coordinado con las necesidades de la economía del país en actividades
proficuas que les permita representar con eficacia el amparo de nuestro
comercio en los mercados mundiales, realizando obra de previsión

17
tendiente a conjurar los peligros y obstáculos en los centros de
competencia, a la vez que ganar otros para la producción nacional".

El pacto Roca Runciman


En 1932 asume la presidencia el general Agustín P. Justo de manos del
fraude y como expresión de una coalición de fuerzas conservadoras
llamada “la Concordancia‟, la misma asume una política de intervención
estatal dejando atrás las antiguas tradiciones librecambistas del grupo
conservador.

Las épocas de cambio habían llegado, ahora el librecambio no era


levantado como bandera ni por la propia Gran Bretaña, sólo el
proteccionismo asomaba en el horizonte del mundo. Como muestra de ello
en agosto de 1932, Gran Bretaña y sus dominios hablan suscripto, en la
Conferencia Económica de Ottawa, convenios de reciprocidad comercial
ajustados a los principios de preferencia.

El temor cundió entre nuestras elites, ya que afectaba sensiblemente las


perspectivas exportadoras de Argentina. Cabe aclarar que no comprometía
toda la economía argentina, pero sí las ganancias de la elite rural nuestro
grupo hegemónico por excelencia. A fines del año 1932 viajaba a Londres a
una misión encabezada por nuestro vicepresidente de la Nación, el Dr. Julio
A. Roca (hijo) se inicio una ardua negociación que duraría meses.

Finalmente se daría a luz a la Convención Accesoria del Tratado de Paz y


Amistad de 1825, conocido habitualmente como Tratado Roca-Runciman.

La ganadería aunque sufre los efectos de la crisis de 1930 se recupera más


rápidamente que la agricultura. Las carnes resultan un rubro significativo
en el comercio exterior argentino. Su destino más importante y casi
exclusivo es el Reino Unido; un comercio que es altamente dependiente de
convenios bilaterales. Son los sectores ganaderos quienes nuevamente se
dirigen al Estado.

Los intereses de la industria ganadera argentina históricamente ligados a


los del sector exportador que opera con el mercado de Smithfield en Gran
Bretaña, expone su poder cuando como consecuencia de las Conferencias
de Ottawa de 1932, el Reino Unido fija restricciones a las cuotas de
importación sobre productos cuyo origen no fuera el de los dominios
británicos.

Los ganaderos argentinos se sienten afectados y logran exitosamente


identificar el destino de sus negocios con el interés colectivo. Tienen

18
temor de perder el mercado inglés, receptor de un 90 % de nuestras
exportaciones de carnes. La presión de los estancieros para modificar la
política comercial exterior de la Argentina cobra cuerpo, mientras los
ingleses propician y obtienen en 1933, el descongelamiento de fondos
fijado por el control de cambios desde 1931.

Tras seis meses de negociaciones el Vicepresidente argentino Julio Roca (h)


firma en Londres con el ministro de comercio británico Runciman, el 1 de
mayo de 1933 el Tratado Roca-Runciman, impulsado por invernadores,
frigoríficos y grandes criadores en medio de la oposición parlamentaria y
nacionalista. Guillermo Leguizamón abogado de los ferrocarriles británicos
calificó su firma como el acontecimiento más importante en nuestra
historia pero los principales partidos de la oposición demócrata progresista
socialistas y comunistas calificaron al pacto como un acto de sometimiento.

El convenio garantizaba evitar restricciones en las importaciones de carne


por debajo del 90 % correspondiente al año terminado el 30 de junio de
1932- año de compras bajas para las carnes argentinas en beneficio de las
de procedencia australiana y neozelandesa-; un 85 % de las importaciones
quedaban en manos anglo-norteamericanas y un 15 % se reservaba a la
C.A.P. (nacional) pero siempre que fuera colocado en el mercado mediante
buques y comerciantes ingleses.

También la Argentina se comprometía a mantener libre de derechos (sin


impuestos) el carbón y otros productos ingleses.

El tratado incluía cláusulas secretas por la que el gobierno Argentino se


comprometía a crear el Banco Central (1935), así como la Corporación del
transporte. El Banco Central según la matriz del tratado, sería una
corporación mixta de bancos oficiales y capitales extranjeros. La oposición
política extrañamente liderada Lisandro de La Torre (un ex aliado al grupo
conservador) señalaba que era o implicaba permitir que capitales
extranjeros manejen las finanzas del país ya que la mayoría de los
accionistas y directores eran representantes de los capitales extranjeros.

Ante la vigencia del control de cambios, Inglaterra obtiene un cambio


favorable para las compras que de allí procedieran, cuando se fija una base
doble de cambio: libre y oficial, es decir se aseguran divisas disponibles al
Reino Unido, equivalente al monto total del cambio en libras esterlinas que
surgen de las ventas de productos argentinos allí. Al tiempo que se
aseguraba un “trato benévolo” por parte de la Argentina a las inversiones
británicas.

Amparándose en estas cláusulas, en 1934 el gobierno compra


sobrevaluado el Ferrocarril Central Británico de Córdoba, mientras se
negocia con la Corporación de Transportes de Buenos Aires, el

19
otorgamiento del monopolio de los servicios urbanos, tranviarios y
ferroviarios a las compañías británicas; mientras se programa un plan de
nacionalización de las inversiones británicas deficitarias en la Argentina,
que culminará luego de la Guerra con la compra de los ferrocarriles por
parte del Estado.

En 1935 una ley del congreso aprobó también la creación de la Corporación


de Transporte que concedía a capitales británicos el monopolio por 56
años del transporte urbano de Buenos Aires de esta manera la corporación
en manos inglesas controlaba a su competencia urbana: los colectivos
privados que fueron obligados a ingresar a la corporación ante el riesgo de
quebrar.

A mediados de 1935 los alcances del tratado respecto del comercio de


carnes, se discuten en el Congreso Nacional, la oposición más
contundente en nombre de los criadores y pequeños y medianos
ganaderos la encabeza el senador demócrata progresista Lisandro de la
Torre, quien enfrenta la defensa que hace del Tratado el Ministro de
Agricultura y ganadero Luis Duhau, con los resultados por todos
conocidos, que culminan con el asesinato del senador Enzo Bordabehere
el 23 de julio de 1935.

En ese año 1933, Julio Roca (h) resumió en una frase el espíritu de la
delegación “…por su importancia económica, la Argentina se parece a un
gran dominio británico”.

La firma del tratado trajo importantes polémicas historiográficas que


siguen aun en la actualidad. Algunos afirman que la dependencia de la
economía argentina estuvo dada por su relación triangular con Inglaterra y
EEUU y el pacto, para ellos, era un regreso al bilateralismo y cuestionaron
la débil posición negociadora de nuestro país al acceder fácilmente al
desbloqueo de los fondos bloqueados de las empresas británicas. Por su
parte otros señalan que es posible analizar el pacto desde una posición no
tan crítica ya que hay, según ellos, una relación directa entre la firma del
pacto y la salida de la crisis.

También este tratado y otros hechos vinculados a la corrupción exacerbó


los discursos del nacionalismo, al llamado nacionalismo restaurador, aquel
de contenido más reaccionario y de los grupos del nacionalismo constituido
en la década de 1920 se suma un nacionalismo de nuevo cuño llamado
nacionalismo renovador y está fuertemente asociado a los grupos de la
juventud y dentro de ésta a la FORJA radical2.

2
FORJA: fuerza orientadora de la Juventud radical.

20
En ese nacionalismo que podríamos llamar como “popular‟, podemos
mencionar a Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortíz, así como
Etchepareborda, D’Alessandro y que tendrán muchísima influencia en la
estructuración de la llamada “tercera posición‟ piedra angular de la política
exterior de Juan Domingo Perón en la década siguiente.

Además del Pacto Roca Runciman, en esta década también se firmaron


convenios con Bélgica, Países Bajos, Suiza, Alemania, España, Brasil y
Chile. Dice Paradiso (1993) que a excepción del concertado con Alemania,
“todos ellos contenían la cláusula de la nación más favorecida’’. Se suman
en los años siguientes con otros catorce países: Finlandia, Estados Unidos,
Rumania, Austria, Italia, Checoslovaquia, Hungría, Francia, Polonia,
Grecia. Lituania, Uruguay, Bolivia y Perú. Era un efecto de la
reorganización del servicio exterior de 1934 que ya vimos y desplegaba
una diplomacia económica mucho más activa.

La década del treinta: situación interna


y la política exterior
Los partidos conservadores que formaban la Concordancia y los opositores
políticos reaccionaron de diferentes maneras frente a los problemas
internacionales. Los dos problemas externos que mayor impacto tuvieron
en la vida política argentina durante la década de 1930 fueron la guerra
civil española y la guerra mundial lo que implico lo que yo llamó una
internacionalización de la política interna o una nacionalización de la
política externa, es decir que la definición en política exterior definía
ideológica y políticamente a la gente. Los partidos, los actores y los
sectores sociales en esas circunstancias se pronunciaron a favor de uno u
otro.

Para una historia diplomática lo interesante es la instalación ideológica


en el vocabulario de la política de una palabra: Imperialismo. Si bien el
concepto indudablemente no era nuevo en esa época se resignifica. La
idea de imperialismo que primaba en la política de 1920 en Argentina se
asociaba a la política exterior norteamericana que se manifestaba en las
intervenciones directas en asuntos internos. Pero ahora intelectuales y
políticos comienzan desde diferentes puntos de vista a plantear que la
relación entre Gran Bretaña y Argentina era una relación de dominación
imperialista.

Durante décadas la asociación de intereses entre los dos países había sido
pensada sólo desde los beneficios indiscutidos de la misma. Incluso en la
década de 1920 los enfrentamientos entre radicales y socialistas tenía

21
mucho que ver: estos últimos priorizaban por ejemplo, la defensa de los
consumidores y cuestionaban el aumento de los impuestos aduaneros ya
que los productos británicos eran de indudable mejor calidad que los que
se producían en nuestro país y a mejor precio.

Es decir, la defensa de la relación entre Gran Bretaña y Argentina no sólo


era defendida por la clase dirigente.

Pero la discriminación a las exportaciones argentinas en el mercado ingles


y el impacto de la crisis, la búsqueda de la salida vía el tratado Roca
Runciman mostraron “lo peor” de la relación y los políticos e intelectuales
de la oposición desde los grupos del nacionalismo renovador y restaurador
indicaban las consecuencias negativas de esta relación que por otro lado se
percibía en la cotidianeidad y no era solamente un tema de denuncia
política.

En cambio, los conservadores y los sectores económicos en la medida que


le convino frecuentemente declararon los beneficios de nuestra relación
“carnal” con la “pérfida Albión‟.

La situación europea y la guerra mundial en ciernes también trajo


consecuencias económicas, una de ellas fue que se profundizó la
sustitución de importaciones pero también entra en crisis la economía
argentina y aquí Ortiz, en consonancia con las transformaciones políticas
de las que hablamos, intenta una redefinición de la economía para lo que
convoca nuevamente a Pinedo quien fuera el ministro de 1933, quien
impulsa el llamado Plan Pinedo.

Lo importante del Plan, a pesar de su fracaso (el senado no lo aprueba) es


que se trata del último intento de la clase dirigente de darse y dirigir un
plan que integre a los nuevos sectores y actores emergentes de la crisis y
las transformaciones del período que a esta altura estamos terminando
de analizar.

La pérdida de legitimidad del sistema politizo, el fraude y la corrupción en


la que la clase política se vio involucrada, debilitaron la capacidad de las
instituciones de la democracia para representar los intereses de diferentes
sectores sociales. Los partidos políticos que actuaban en el marco de un
conjunto de instituciones desprestigiadas no estaban en condiciones de
revertir este proceso. En lo político un sentimiento de exclusión se fue
instalando en amplias franjas de la población. En política interna y política
exterior nuevos aires sonaban desde el ejército con la constitución de
Grupo de Oficiales Unidos (GOU).

22
La economía triangular de la década
del treinta.

4.3- La neutralidad
durante la Segunda
Guerra Mundial. La
presión norteamericana.
Como hemos visto en el punto 4.1 donde abordamos el contexto
diplomático de la Primera Guerra Mundial, la neutralidad para la Argentina
no sólo era una doctrina, era una tradición profunda que provenía de las
prescriptivas alberdianas, dichas prescriptivas tenían como fin preservar las

23
potencialidades económicas argentinas como exportador de productos
primarios. Alberdi no innovaba cuando sostenía que la política exterior
argentina "debe ser económica y comercial por excelencia. Debe buscar en
Europa no sus aliados políticos, sino tratados de comercio y navegación".
(Paradiso, 1993, 43)

Según Escude (1998) en las relaciones triangulares entre la Argentina, Gran


Bretaña y Estados Unidos de la década del treinta subsisten las siguientes
tensiones:

a) La rivalidad diplomática argentino-norteamericana

b) La competencia comercial anglo-norteamericana

c) La asociación comercial anglo-argentina (ésta constituía una tensión por


su interacción con las anteriores)

d) Los planes norteamericanos para la liberalización del comercio mundial


luego de la guerra, que implicaban la quiebra del bloque de la libra
esterlina y, por ende, la quiebra de la estructura bilateral del comercio
anglo-argentino

e) La propensión norteamericana a exportar sus instituciones y pautas de


comportamiento político, es decir, el “imperialismo moral” norteamericano

f) Las tácticas administrativas de Roosevelt, que promovían la competencia


burocrática

g) La irrelevancia de la Argentina para Estados Unidos, a pesar de su


entonces gran importancia para el mundo en general

h) el creciente nacionalismo político argentino.

Se pensaba que la neutralidad era el mejor antídoto contra el posible


contagio de estas guerras en la vida cotidiana de una sociedad con una
fuerte presencia de inmigrantes procedentes de las naciones en conflicto
permanente desde la década del 10 y además ahora en la coyuntura fines
del treinta sumamente tensionada por la disputa ideológica planteada
por los fascismos de derecha, es decir el cuestionamiento concreto a la
"democracia liberal".

Esa neutralidad alguna vez mantenida por el presidente Yrigoyen, será


nuevamente sostenida en el contexto de la Segunda Guerra Mundial,
ahora por gobiernos conservadores, nacionalistas y de facto. Y otra vez
será característica la tozudez y la resistencia ante las presiones de los
contendientes europeos y americanos. Por otro lado la lucha ideológica
ya se había instalado entre nosotros años antes del inicio del segundo
conflicto.

24
Según Corigliaro (2009), Argentina tendrá ante el conflicto una conducta
pendular a través de la misma se procuró evitar compromisos definitorios
hacia un bando u otro. En especial esta pendularidad se mostró en la
relación con los Estados Unidos. Considero que este vaivén fue
consecuencia en parte de la situación interna donde la ya mencionada
lucha ideológica terminó por polarizar a grandes sectores de la población.
Coexistían malamente en el seno de nuestra sociedad sectores llamados
aliadófilos (civiles y militares) que consideraban inexorable y deseable la
ruptura diplomática con las naciones del Eje: Alemania, Italia y Japón. Por
contraparte los sectores nacionalistas llamados germanófilos apoyaban al
gobierno en sus intentos de resistencia ante las presione estadounidenses.

Corigliaro (2009) refiere que los nacionalistas oscilaron entre tres variantes
de neutralidad:

A - los oportunistas, que procuraban aprovechar la independencia


económica y/o estratégica del país, y aconsejaban evitar
compromisos permanentes en espera del desenlace bélico, con sus
respectivos ganadores y perdedores.

B - nacionalistas que eran francamente adeptos a los regímenes


fascista italiano y franquista español y

C - una fracción menor “pero activa de los sectores nacionalistas


civiles y militares argentinos‟ que eran neutrales pero abiertamente
pro-nazi.

Antes de analizar la política de neutralidad argentina durante la


Segunda Guerra Mundial, repasemos brevemente el contexto
internacional y el desarrollo del conflicto.

El contexto Internacional 1930 – 1945


Después de la crisis del ‘30, el mundo cambió, se cerraban décadas de
librecambio y reinado del más cerrado liberalismo.

Ahora se imponía la idea de un Estado que también debía regular la vida


económica de la sociedad, se debían regular a los mercados para evitar
las futuras crisis con su secuela de desocupación, miseria e inestabilidad
política.

En 1936, el ahora Lord Keynes, formulaba su “Teoría General del Empleo,


del Interés y la Moneda’’. Se trataba de lograr el pleno empleo y de
sostener la demanda; esto alejaría el conflicto social pero también
además estimularía la producción. Y esto no sólo ocurría en los Estados

25
Unidos. Gran Bretaña, por ejemplo, abandonó en 1931 el libre comercio y
fue el ejemplo más claro de esta rápida generalización del
proteccionismo.

Tras la Primera Guerra y la crisis de capitalismo del 30 y sus secuelas, se


consolida el ciclo de los totalitarismos de derecha, es así que Hitler o el
mismo Mussolini pudieron interpretar la frustración de vastos sectores
sociales que identificaba su situación con la decadencia de la nación.
Ambos consideraron a la guerra y al Tratado de Versalles como la causa de
todos los males. A ello sumaban una fuerte denuncia al capitalismo (sin ser
ellos anti capitalistas o socialistas).

El fascismo se planteó reemplazar las frustraciones de soldados, del pueblo


sacrificado por la guerra, de pequeños propietarios hundidos en la
bancarrota, de comerciantes sin clientes, de universitarios sin empleo, por
un sistema de símbolos nacionalistas que se basaba en la recuperación de
la grandeza nacional.

Para Bianchi (2005), “el fascismo nació como una respuesta a la profunda
crisis europea del periodo de entreguerras’’. Por ello surgieron los
fascismos no sólo en Italia y Alemania, otros movimientos autoritarios,
surgidos en Europa fueron los casos del régimen establecido por Salazar
en Portugal, la dictadura de Primo de Rivera y el franquismo en España.

¿Cuáles habían sido los resultados de la guerra para Europa? El Tratado


de Versalles (1919) había intentado rehacer el mapa de Europa. La
derrotada Alemania debió devolver Alsacia y Lorena a Francia, y otros
territorios a Bélgica y Dinamarca Danzing se constituyó en ciudad "libre"
y las minas carboníferas del Sarrre fueron ocupadas por Francia y
administradas por la Sociedad de las Naciones.

Citado por Bianchi (3005), Eric Hobsbwan se pregunta, ¿Por qué los
tratados que pusieron fin a la Primera Guerra sólo postergaron los
conflictos sin resolverlos? ¿Qué papel jugó la Sociedad de las Naciones? El
mismo nos dice: porque los pactos sólo produjeron descontento entre
vencedores y vencidos. Los vencidos porque fueron humillados (sobre
todo Alemania) y los despojos de los territorios en pugna organizados en
estados artificiales y creados por la fuerza; los vencedores, porque la
guerra los arruinó materialmente y no lograron acordar mínimamente las
condiciones para que no se produjera un nuevo conflicto.

El fracaso de la Sociedad de las Naciones se reflejó en el “dejar hacer” a los


países que luego integrarían el Eje, dando lugar a una acumulación de
conflictos que tarde o temprano terminarían por estallar.

Además Alemania debía comprometerse al pago de indemnizaciones y de


los gastos de guerra, reducir su flota y su ejército a cien mil hombres por

26
medio de otros tratados se entregó Trieste a Italia, se formó Yugoslavia con
Serbia, Croacia y Eslovenia y se creó la república de Checoslovaquia sobre
la base de Moravia y Bohemia Polonia recuperó territorios y se te concedió
salida al mar a través del "corredor polaco", Austria debió otorgarle la
independencia a Hungría -que a su vez perdió tres cuartas partes de su
territorio- y ambos países quedaron constituidos como pequeños estados
sin salida al mar.

Como solución “definitiva‟ a los conflictos se creó la Sociedad de las


Naciones, que ya veremos la actuación de la Argentina en ese ámbito. Toda
la expectativa en este organismo internacional terminó en rotundo fracaso,
Desde sus comienzos la Sociedad de las Naciones careció de una verdadera
representatividad La Unión Soviética y Alemania habían sido excluidas y los
Estados Unidos no participaron al rechazar el convenio.

Para 1936, se había iniciado la Guerra Civil española, donde los fascismos
en el poder apoyaron a las fuerzas de Franco cuya simpatía por los
regímenes totalitarios era clara. En ese mismo año, se había formado el
llamado Eje Roma-Berlín. A partir de ese momento los acontecimientos
parecieron precipitarse: Italia adhirió al Pacto Anti Comintern -para "la
defensa de la civilización contra el bolcheviquismo", que habían firmado
Alemania y Japón. El eje se convertía en Roma-Berlín-Tokio. En 1937,
ocupaba Abisinia Europa se encontraba nuevamente al borde de la guerra.

El irracional nacionalismo que se alentó en Alemania tenía como objetivo


también la expansión y la guerra. Después de formar el Eje Roma-Berlín, de
participar en la Guerra Civil española, de firmar el Pacto Anti Comintern
con Japón (1936), Hitler anexó Austria (1938) e invadió Checoslovaquia
(1939). Ya desde abril de 1.939, Hitler habla expresado sus intenciones de
anexar Danzig y exigió a Polonia la concesión de un camino y un ferrocarril
para atravesar el "corredor polaco".

Ante la situación creada, Gran Bretaña y Francia firmaron un tratado militar


para garantizar la defensa de Polonia. Finalmente tras una serie de
ultimátum que fueron rechazados por el gobierno polaco, las fuerzas
alemanas invadieron Polonia el primero de septiembre de 1939. Según Eric
Hobsbwan, sencillamente la guerra se reiniciaba.

En su inicio la guerra fue un conflicto exclusivamente euro-peo: una


guerra "civil" que enfrentaba a fascistas y antifascistas. En una primera
etapa, la guerra fue favorable para los alemanes. Tras una rápida
expansión, Alemania controlaba, a mediados de 1.940, Austria,
Checoslovaquia, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda, Polonia y gran
parte de Francia; al año siguiente invadía Bulgaria, Yugoslavia y Bélgica.

27
La rapidez de la ocupación demostraba la eficacia de la nueva técnica
militar empleada, la blitzkrieg (guerra relámpago). Esta consistía en
devastadores bombardeos, posibles por la abrumadora superioridad
aérea alemana, contra fortificaciones, carreteras, ferrocarriles, fábricas,
centrales eléctricas, etc. En medio del caos y la destrucción reinante
después de los bombardeos, el segundo paso era, por tierra, el avance de
los tanques arrasando lo que quedaba y, tras los tanques, el avance de la
infantería, que garantizaba la ocupación del territorio.

En junio de 1940, sin previa declaración de guerra, las fuerzas alemanas


invadían la URSS - rompiendo el pacto Nazi-Soviético de 1939, con el que
Hitler había buscado garantizar la neutralidad de Stalin- en un frente que
se extendía desde el mar Blanco hasta el mar Negro. El ataque a
Stalingrado fracasó y con la táctica de "tierra arrasada" los rusos
infligieron considerables pérdidas a los alemanes. Además, el invierno
ruso hizo fracasar la técnica del blitzkrieg.

Con una guerra en dos frentes, Alemania se vela condenada a perder


posiciones. Además, desde fines de 1941, la guerra nuevamente había
dejado de ser un conflicto europeo: no sólo se habla extendido al norte de
África, sino que Japón atacó a una base militar estadounidense en el
Pacífico.

En Japón también se había instalado un sistema de carácter fuertemente


nacionalista que se expresaba en una idea esencial: la concreción del
espíritu imperial mediante una política expansionista. El ataque a Pearl
Harbor fue el motivo que determinó al renuente Congreso de los Estados
Unidos autorizar al presidente Roosevelt a participar en la guerra (1942). A
partir de ese momento la coalición de fuerzas fue la del Eje (Alemania,
Italia y Japón), enfrentada a los Aliados (Gran Bretaña, Estados Unidos y la
Unión Soviética). En síntesis, en la guerra se enfrentaban nuevamente las
principales potencias industriales.

La guerra dependía en gran medida de la capacidad para producir


armamentos, lo que implicaba gran concentración de capitales y métodos
adecuados de producción en masa. Alemania había ingresado en la guerra
en coincidencia con una óptima producción; sin embargo la situación varió
a partir de 1942. Comenzó a registrarse una aguda crisis de producción y
un grave déficit de mano de obra. Se intentaron programas de emergencia,
se requisaron las zonas ocupadas y contingentes de mano de obra fueron
enviadas a las fábricas alemanas.

Para Alemania en el año 1943, la crisis alcanzaba su punto más agudo y


que debiera declararse la "movilización total". Situaciones similares eran
atravesadas por Italia y por Japón. En síntesis, se debilitaba la capacidad
de producción del Eje, en el momento en que se daban los ataques cada

28
vez más intensos de los Aliados. Además, la consolidación de los
movimientos de resistencia en las zonas ocupadas minaban la
"colaboración".

En julio de 1943, los aliados ocuparon Sicilia y la situación italiana llegaba


a un punto crítico. Mussolini fue acusado de "servilismo" con Alemania,
depuesto por el Gran Consejo Fascista y apresado por orden del rey actor
Manuel III. Inmediatamente Italia firmó la capitulación (septiembre de
1943). Ante esto, Alemania invadió el norte de Italia y rescató a Mussolini
quien, mediante un golpe de Estado fue nombrado -tras abolir a la
monarquía.

Sin embargo, la suerte del Eje estaba echada y la ofensiva soviética sobre
Berlín determinó el fin de la guerra. El 24 de abril de 1945, Mussolini se
aprestaba a huir; pero fue capturado y ejecutado por guerrilleros de la
resistencia italiana. Dos días más tarde, Hitler; junto con su amante Eva
Braun, se suicidaba en los sótanos de la Cancillería de Reich. El 7 de mayo,
Alemania firmaba la capitulación.

El conflicto aún continuaba en el Pacífico, pero la solución fue drástica: la


bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki determinó la rendición de
Japón, dejando un incalculable saldo de pérdidas humanas. La guerra habla
terminado con los regímenes fascistas, pero también había modificado al
mundo de la democracia. A partir de ese momento las altas inversiones en
armamentos y la revolución tecnológica permanente en el campo bélico
habían encontrado una salida para la crisis del capitalismo.

Tras la guerra mundial, era indudable que los Estados Unidos y la Unión
Soviética se constituirían en las potencias hegemónicas dentro del
concierto internacional. Ya entre 1943 y 1945 se había esbozado la línea
que dividiría a Europa, tanto en función de las cumbres internacionales
en que habían participado Churchill, Stalin y Roosevelt, como por el
innegable hecho de que los ejércitos soviéticos eran los que habían
derrotado a Alemania. En síntesis, la guerra terminó con el fin del sistema
de equilibrio entre las potencias europeas, entretejido desde el siglo XVI.
En su lugar surgía un nuevo ordenamiento internacional.

Dentro de ese nuevo ordenamiento, los países europeos dependerían de


las relaciones soviético-americanas y podrían influir en su desarrollo según
su importancia estratégica para los dos nuevos centros hegemónicos.
Estaba claro además que ambas potencias estaban interesadas en la rápida
estabilización económica de una Europa que habla quedado devastada por
la guerra.

29
Principales hitos de la neutralidad
Según Corigliaro (2009) la neutralidad argentina ante el conflicto mundial
atravesó las siguientes cinco fases:

1ª - Septiembre de 1939 a junio 1940: el presidente Roberto Ortiz (radical


anti personalista pero formando parte de la Concordancia conservadora)
y su canciller José María Cantilo estaban a cargo de la política exterior
cuando estallo la Segunda Guerra en un primer momento europea y
pronto de carácter mundial. Ellos decidieron establecer una política de
neutralidad, aunque en muchos aspectos solo formales ya
constantemente en esos primeros meses se intento un acercamiento al
bando aliado, postura que compartían los radicales, socialistas,
demócrata progresistas y la opinión pública de inclinación liberal.

A tono con esa política se produjo una aproximación a los Estados


Unidos. Muestra de ello es la intención del gobierno de cambiar la
"neutralidad" por la "no beligerancia", durante los meses de abril, mayo y
junio de 1940. A ello se suma el plan económico del ministro Federico
Pinedo que además de intervención e industrialización, proponía el
acercamiento económico y la cooperación a nivel panamericano con los
Estados Unidos.

Según Corigliaro (2009), el presidente Ortiz se había embarcado en el


“saneamiento‟‟ del régimen surgido del fraude y una forma de impulsar la
legitimidad interna era la acción externa de acercamiento a los Estados
Unidos. Una muestra se dio el 8 de enero de 1940, el gobierno argentino
dispuso el envío de 50.000 toneladas de trigo como ayuda a los finlandeses
para ser "reembolsados sin interés y en la forma y tiempo oportuno".

En la otra situación internacional donde se mostraba el perfil aliadófilo del


presidente y del canciller Cantilo fue la actitud frente a la Guerra Civil
española. Ortiz, hijo de inmigrantes vascos mantuvo la neutralidad y el
derecho de asilo y permitió la entrada al país, sin pasaportes, de todos los
emigrados vascos republicanos. Esta decisión fue una señal político
ideológica no sólo dirigida a las naciones aliadas y sus partidarios a ambos
lados del Atlántico, sino también a contener el poder de los oficiales
nacionalistas del Ejército argentino.

Más importante fue el hecho que el 25 de octubre, el Bank of England y el


Banco Central suscribieron un acuerdo de pagos, por el cual todas las
exportaciones argentinas al Reino Unido serían pagadas con libras en una
cuenta bloqueada en el Banco de Inglaterra, libras que serían gastadas en
importaciones desde Gran Bretaña y el imperio, y para el pago de servicios
financieros. Un excelente negocio para los británicos, aun en un contexto
tan grave como lo es una guerra de esas características.

30
La relación con EEUU en el marco de la neutralidad sería puesta a prueba
en Primera Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores que
se realizaría en Panamá entre el 23 de septiembre y el 3 de octubre de
1939, la misma fue convocada por Washington tras el estallido de la guerra
europea para revalidar su liderazgo en la solidaridad continental prevista
ante los hechos de ultramar. No obstante pudo más la tradicional rivalidad
con la diplomacia estadounidense. Y sólo se logró la constitución de una
zona marítima de seguridad de 300 millas de extensión alrededor del
continente que tuvo los reparos clásicos de nuestro país.

El 13 de diciembre de 1939 la Segunda Guerra llegaba a las aguas del Río de


la Plata: el acorazado alemán Graf Spee fue hundido por los barcos de
guerra británicos Achilles, Exeter y Ajax, en abierta violación de la zona de
seguridad decretada en Panamá. El 23 de diciembre de 1939, la embajada
de Alemania en Buenos Aires presentó su protesta en contra de la
internación de la tripulación del Graf Spee en territorio interno argentino,
exigiendo su permanencia en territorio argentino pero con pleno goce de
su libertad, ya que en su óptica se trataba de náufragos refugiados en un
país neutral, traídos por barcos neutrales.

Ante la llegada e involucramiento, nuestro país volvió a plantear la


necesidad de abandonar la neutralidad argentina y pasar a un status de
no beligerancia, recordemos cuán importante era para el programa de
democratización interna la alianza más estrecha con el bando aliado en
especial con EEUU, de ahí la reunión llevada a cabo con el embajador
Armour, donde el canciller, planteó que la neutralidad no existía en los
hechos, creaba obligaciones sin ofrecer garantías, sostenía Cantilo que la
"no beligerancia sería un aviso a los agresores, daría a los gobiernos
libertad de acción, y no recibiría objeciones de Alemania’’ (Corigliaro,
2009, p.65) en este esfuerzo la Argentina intentó sumar a Brasil.

Estados Unidos no lo aceptó, para ellos la "no beligerancia" implicaba el


total abandono de los acuerdos logrados en Panamá en septiembre de
1939, por parte de las repúblicas americanas; y la propuesta ponía en
riesgo la unanimidad de acción de todos los países americanos liderados.

Para mayo de 1940, Alemania volvió a demostrar con hechos su falta de


respeto a la neutralidad argentina. Ese día, submarinos germanos
torpedearon y hundieron el vapor Uruguay de bandera argentina, cargado
de cereales con destino a Bélgica, a poco más de 130 millas de la costa
española, lo cual motivo una presentación de protesta y abono
nuevamente la intención de abandonar la neutralidad.

El gobierno argentino comenzaba a ser cuestionado desde el sector


nacionalista del ejército, esta erosión del poder presidencial (Ortiz sufría
una diabetes que devendría en ceguera y su alejamiento del cargo) se

31
agudizó cuando el presidente de los EEU, Roosevelt en un discurso, el 10
de junio de 1940, en Charlottesville, Virginia, decía que la extensión de
recursos materiales a Gran Bretaña y Francia era objetivo primordial de su
gobierno. “En otras palabras, la "no beligerancia" propuesta por Cantilo,
había sido rechazada por Estados Unidos y adoptada por este mismo país
tan sólo seis semanas después‟. (Corigliaro, 2009, p.65)

2ª - Junio de 1940 a marzo de 1941: en esta segunda etapa el contexto


interno será rico en enfrentamiento y realineamientos con marchas y
acciones de de apoyo a uno y otro bando. Se consolida un sector
aliadófilo con varias organizaciones, unos con sede en el Comité de
Acción Argentina, en el cual confluyen socialistas, comunistas y radicales
anti personalistas. Otros en la Asamblea de la Comisión de Ayuda a las
Víctimas Judías.

Dentro de la acción diplomática se destaca el mensaje de adhesión del


presidente Ortiz a los reyes de Bélgica y Holanda en contra del ataque
alemán a dichos países. Ya Ortiz había declarado ante el congreso que la
neutralidad no significaba "indiferencia absoluta e insensibilidad" frente
a las "víctimas de la agresión alemana"

De lado nacionalistas las criticas a dupla Ortiz-Cantilo exigían la estricta


neutralidad y estaban eufóricos por los éxitos de la "guerra relámpago"
alemana en Europa. Este sector nacionalista tenía una fuerte presencia y
predicamento en el Ejército Argentino que se aprestaba a participar
activamente en un futuro muy cercano.

No se puede olvidar el aspecto económico donde las presiones provenían


de los grupos ganaderos y sus aliados en las industrias bancaria y
frigorífica. Dice Corigliaro (2009) que “dichos sectores estaban en favor de
la neutralidad con el objetivo de conservar el mercado alemán para la
carne argentina ante el eventual caso que Gran Bretaña fuera derrotada‟.

El hecho institucional más importante se da el 4 de julio de 1940, el


presidente Ortiz delegaba el mando presidencial en el vicepresidente
Ramón Castillo, un conservador cuyos puntos de vista en política interna y
externa eran opuestos a los de Ortiz. Los cambios en el gabinete significó la
llegada de un simpatizante del franquismo: Enrique Ruiz Guiñazú.

Ese mismo 1940 se reunía en la Habana, la Segunda Reunión de Consulta


de Ministros de Relaciones Exteriores. Allí nuestro país rechazo la creación
de un “cartel interamericano para la venta conjunta de productos‟ ya que
"significaría la hegemonía económica de los Estados Unidos y nos quitaría
totalmente nuestra libertad de acción en materia de comercio exterior".
Pero también se adhirió a la Declaración XV sobre Asistencia Recíproca y

32
Cooperación Defensiva de las Naciones Americanas, que reafirmaba el
sistema de consultas entre los países en caso de agresión externa.

Como último hecho de significación de esta etapa, mencionamos el


Congreso de EEUU sanciona la Ley de Préstamo y Arriendo (Lend-Lease Act)
(11-03-1941). Dicha ley condicionaba la ayuda económica y militar de
Washington a los países de la región a cambio de su cooperación en una
supuesta lucha de Estados Unidos contra el Eje. “Esta herramienta bilateral
permitió a las autoridades de la Casa Blanca y del Pentágono obtener la
buena voluntad de las naciones del continente en su guerra en esos
momentos ideológica contra Alemania, Japón e Italia‟. (Corigliaro, 2009,
p.68)

3ª - Marzo de 1941 a enero de 1942: con Castillo en el poder, se


intentaron algunas medidas de de acercamiento a Washington,
recordemos que el nuevo presidente pensaba diametralmente opuesto a
Ortiz y era muy permeable a la presión nacionalista, pero
pragmáticamente buscaba la ayuda económica y militar estadounidense
en el marco de la nueva ley de Préstamo y Arriendo. Pero el tema de la
necesidad de equipo militar (tema que era la alarma entre los oficiales
argentinos) encontró un serio obstáculo en la directiva del Departamento
de Estado “de condicionar toda ayuda económica y militar a la ruptura de
las autoridades nacionales con el Eje’’

No obstante en el ámbito comercial fue muy importante la firma del


Convenio Recíproco de Comercio (14-10-1941) que “contribuyó a una
reducción de las fricciones bilaterales de la década anterior provocadas por
mutuas discriminaciones contra productos exportables‟. Otra señal de
acercamiento de dio con la creación de una Comisión Investigadora de
Actividades Anti argentinas, que se pensaba para controlar las actividades
de espionaje pro germanas.

Afines de 1941, EEUU entraba de lleno al conflicto, fuerzas aeronavales


japonesas atacaban la base estadounidense de Pearl Harbor. Castillo se
apuró a la reiteración de la neutralidad proclamada, pero se envió un
mensaje de amistad al presidente Franklin Delano Roosevelt.

En este contexto de ingreso de los EEUU a la guerra se llegaba a la Tercera


Conferencia de Consulta de Cancilleres (enero de 1942). El canciller Ruiz
Guiñazu llevaba expresas órdenes presidenciales de no adherirse a ninguna
declaración general de guerra o de ruptura de relaciones diplomáticas. Y en
caso de proponerse alguna de esas dos medidas, la representación
argentina debía consultar previamente con el Poder Ejecutivo la actitud a
asumirse. La presión nacionalista se hacía insoportable y produciría a la
larga el aislamiento del país.

33
4ª - Enero de 1942 a noviembre de 1944: los Estados Unidos junto a Chile
propusieron una Tercera Reunión de Consulta de Cancilleres Americanos,
a llevarse a cabo en Río de Janeiro (15 al 28 de enero de 1942). Para ese
momento tres naciones americanas que habían roto las relaciones
diplomáticas con el Eje, ellas eran México, Colombia y Venezuela. Las
mismas impulsaron que la ruptura de relaciones fuera seguida por resto
de las naciones de la región ya "estos actos de agresión contra una de las
Repúblicas Americanas como actos de agresión contra todas ellas y como
una amenaza inmediata a la libertad e independencia del Hemisferio
Occidental".(Corigliaro, 2009, p.68)

Era una apelación a la solidaridad hemisférica, la cooperación y la


protección mutua ante la amenaza que llegaba a la región. Inevitablemente
se chocó con la postura reacia de la Argentina. Ruiz Guiñazú sostuvo que el
objetivo de la reunión era la consulta y no la adopción de medidas
obligatorias a ello sumaba que por la Constitución argentina sólo el
Congreso podía declarar la guerra. Otro argumento fue directo contra la
“solidaridad hemisférica‟ al considerarla la creación de una
"supersoberanía" por encima de la individualidad de las naciones
americanas y, por ende, su derecho a la autodeterminación.

Las delegaciones de Estados Unidos y de los demás países procuraron


salvar el fracaso en ciernes buscando un resultado concreto para la
reunión: “al polémico artículo 3° sobre la ruptura de relaciones
diplomáticas con el Japón, Alemania e Italia por parte de las repúblicas del
continente la frase, en el ejercicio de su soberanía y de conformidad con
sus instituciones y poderes constitucionales, siempre que éstos estén de
acuerdo". (Corigliaro, 2009, p.65)

Las contradicciones no tardaron en aparecer, Castillo desautorizó a su


propio canciller, al anunciar el 21 de enero al embajador Armour que el
gobierno argentino no aprobaría ninguna resolución que implicara una
ruptura con el Eje. Acotemos que el otro país reticente a esta declaración
fue Chile pero por razones geoestratégicas, tal que nadie podía asegurar su
extensa costa pacífica contra una hipotética agresión del Eje. Toda la
declaración y el apoyo que Estados Unidos había ido a buscar a Rio de
Janeiro, se transformaron en una mera fórmula de recomendación, sujeta
al libre arbitrio de cada país americano.

Las consecuencias no se hicieron esperar: EEUU diferenció al gobierno


argentino del resto del hemisferio, el asilamiento sería la tónica en las
relaciones exteriores de carácter regional. Dentro de la ley de Préstamos y
arriendos la Argentina sería duramente relegada. Escudé ha llamado a esta
actitud norteamericana como la "política de boicot económico en contra
de los gobiernos argentinos de facto o no y que el Departamento de
Estado, aplicó con más o menos rigor hasta 1949.

34
La neutralidad del gobierno de Castillo sufrió el embate del propio Eje,
cuando submarinos alemanes hundieron el 17 de abril de 1942, el
petrolero Victoria, de bandera argentina y cargado con lino a 300 millas de
la costa estadounidense, mientras navegaba en dirección al puerto de
Nueva York. Más allá de los reclamos diplomáticos el 22 de junio un
submarino germano volvía a torpedear y hundir otro buque argentino, el
Río Tercero, perteneciente a la flota mercante del Estado, esto motivó una
interpelación al canciller en la cámara de Diputados.

Es importante mencionar que las autoridades británicas estaban


convencidas de que no era necesario que la Argentina se convirtiera en
país beligerante, dado que la actitud neutral del país no atentaba contra
ese país, es más garantizaba el mejor suministro de carnes argentinas y
otros productos al mercado británico.

El 4 de junio de 1943 un golpe exclusivamente militar terminaba con el


gobierno de Castillo. Eran militares argentinos nacionalistas que eran
fuertes críticos de la neutralidad por considerarla de manifiesta
"benevolencia" hacia los aliados. Asume la presidencia el general Arturo
Rawson quien sólo se mantiene en el poder sólo 48 horas; y es
reemplazado por el general Pedro Pablo Ramírez el 7 de junio. La Argentina
comenzaba a ser aislada de un modo contundente y el departamento de
Estado norteamericano creaba su enemigo nazi en la región.

Tras el golpe de estado en Bolivia, Cordell Hull acusó al gobierno de


Ramírez por enriquecerse durante la Segunda Guerra, tolerar a los agentes
nazis y jugar un rol decisivo en el golpe boliviano. A su vez, una flota del
Atlántico Sur se dirigió a la boca del Río de la Plata y ancló en Montevideo
como acto de presión.

El reemplazo de Ramírez por el general Edelmiro J. Farrell, concretado el 10


de marzo, y la negativa tanto de Estados Unidos como de Gran Bretaña a
reconocer al nuevo gobierno, llevaron a un mayor deterioro de las
relaciones entre Buenos Aires y Washington. Con Farrell llegaba el coronel
Juan Domingo Perón. Un nacionalista, pero mucho más un pragmático
convencido de la necesidad de acercarse a Washington y romper el
aislamiento regional de la Argentina.

5ª - Noviembre de 1944 a marzo de 1945: el hombre fuerte del gobierno


de Farrell, Juan Domingo Perón, buscó en el departamento de Estado a
quienes apoyaban un acercamiento con la Argentina sobre bases
económicas y no ideológicas. Era buscar a los "pragmáticos" como él,
“inclinados a atraer a la Argentina hacia el bando de los aliados con
"zanahorias", es decir, con préstamos otorgados como incentivo o
contrapartida a concesiones estratégicas y/o económicas’’ (Corigliaro,
2009, p.70)

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De importante participación fue Nelson Rockefeller, un hombre de
negocios interesado en que el capital estadounidense jugara un rol
importante en los procesos de industrialización de Argentina y otros países
de la región. Según Corigliaro (2009), el mismo Perón junto a empresarios
argentinos estructuraron una iniciativa audaz, “la necesidad de enviar una
misión secreta a Buenos Aires con el objetivo de llegar a un acuerdo con el
gobierno de Farrell y sacar al país del aislamiento económico
internacional‟. La necesidad de armamento se agudizaba en el ejército y la
lógica pragmática de Perón comenzó a imponerse.

El 7 de febrero de 1945 llegaba a Buenos Aires de una misión secreta


norteamericana liderada por Adolf Berle, quien logró un principio de
acuerdo con Perón respecto de los pasos a adoptar a fin de integrar a la
Argentina en el sistema interamericano.

En el contexto de la guerra se daba la Conferencia de Yalta en la que no


sólo se discutía el último esfuerzo de guerra, también se negociaba la
futura composición de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Recordemos que para enero de 1944 nuestro país había roto relaciones
diplomáticas con el Eje, pero sin declarar la guerra a Alemania y Japón.
Esta posición argentina sería un motivo de discusión entre los "Grandes
de Yalta", a saber: cada uno de ellos procuró integrar la futura Asamblea
General con la mayor cantidad posible de países afines a sus intereses.
Por ejemplo Roosevelt postulo a todas las repúblicas latinoamericanas,
incluyendo a la aislada Argentina, lo que fue resistido por la URSS.

Finalmente la Argentina fue aceptada en la conferencia inicial de San


Francisco. También y como muestra de ruptura del aislamiento se sumó
como participante de la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la
Guerra y la Paz, celebrada en Chapultepec, México (21-02 al 7-03 de 1945).
La Argentina reactivaba los vínculos diplomáticos y económicos con el
exterior a nivel continental y mundial. En consonancia la Argentina por
decreto N° 6945 del 27 de marzo de 1945 declaraba la guerra a los
integrantes del Eje. El 9 de abril, se reanudaban las relaciones diplomáticas
entre Buenos Aires y Washington.

36
4.4- La Nueva Argentina
peronista: política,
economía, sociedad y
RREE.
4.5- La Tercera Posición
un nuevo modelo de
inserción.
4.6- El Peronismo:
relaciones con EEUU,
URSS y América Latina
La política exterior del peronismo
La llegada de Perón al poder en febrero de 1946 agudizó los debates
alrededor del perfil de país y en sobre manera sobre su modelo de
inserción. En ese sentido el contexto internacional que veremos más
adelante y el juego de sectores internos terminaron por modelar el
pragmatismo visible del nuevo mandatario. Entre esos sectores que ahora
toman preeminencia e influencian en las decisiones de política exterior
debemos contar al ejército, los sindicatos y al sector del empresariado
industrial.

El modelo que el peronismo pone en vigencia se compone de una política


económica mercado internista, conducida por un Estado nacionalista y
popular, dirigista y planificador industria que produce para ese mercado

37
interno expandido. No es menor el dato que todo esta política se asienta
en una Argentina acreedora de la postguerra, es decir existen, capaz de
concretar la redistribución del ingreso en favor de la pequeña y mediana
disponibilidades para poner en práctica dicha política distributiva.

En estos primeros años y como respuesta a la larga crisis del modelo


agroexportador se implementa una economía semicerrada, a tono con la
protección necesaria a los pasos inmaduros de una industrialización por
sustitución de importaciones y en función de ella una política exterior con
búsqueda de autonomía e independencia en el marco de una muy mala
relación con el hegemon de turno: los Estados Unidos.

Como sostiene el profesor Gustavo Zarrilli en sus clases de Estado,


sociedad y economía Argentina 1930-2007 de la UNQ “la alianza entre los
sectores más nuevos y pujantes de la burguesía industrial y la clase obrera
organizada, con la garantía estatal, definen la esencia del flamante
gobierno populista de Juan Perón. El viraje supone un cambio en el sistema
de intereses económicos dominantes y en la estructura de poder
existente‟.

El Estado peronista afirmándose en la doctrinaria y pendular “tercera


posición”, se orienta, en consecuencia, a consolidar la autonomía
económica del país, como hilo conductor y motor de ese proceso que
aspira a construir una Nación socialmente justa, económicamente libre y
políticamente soberana, tal como lo marca el propio presidente Perón en
su mensaje de asunción ante el congreso en 1946.

38
Socialmente justa, significaba una política de reparación a los sectores
largamente postergados, pero también demostraba la dinámica y poder
que los sindicatos aspiraban a tener en el nuevo gobierno. Era reasegurar y
profundizar las conquistas logradas durante los meses anteriores.

Económicamente libre implicaba a las nacionalizaciones, las cuales, según


la profesora Patricia Derrotarán (2000) “simbolizaron una ruptura cultural,
consideradas como la reapropiación por parte del país de una clave de la
soberanía hasta entonces en manos de la ‘oligarquía’ y los capitales
extranjeros. Aparecía, así, otro frente de lucha del pueblo o la Nación.

Debemos aclarar que la concepción cultural de las nacionalizaciones


otorgaba una unidad a priori pese a su indudable vaguedad y con el paso
del tiempo dará lugar a críticas sobre su real utilidad, cabe aclarar que las
nacionalizaciones constituyeron uno de los tantos instrumentos de la
política económica peronista que no modificó las condiciones de la política
económica en general.

A ser “políticamente soberana’’ se lograría por medio de la “tercera


posición’’ una equidistancia del capitalismo que explotaba al hombre
como del comunismo colectivista que ahogaba las libertades. Era una
audaz búsqueda de autonomía, que Juan Carlos Puig ha establecido
“como autonomía heterodoxa’’. Lograr esa independencia sería
sumamente complejo en el contexto de posguerra que a continuación
analizamos.

39
El contexto Internacional 1946 - 1960
Tras la guerra mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética se constituían
en las potencias hegemónicas y ningún otro país podía cuestionarlas
dentro del concierto internacional. Siendo aliados coyunturales para
vencer al nazismo pero enemigos ideológicos sin puntos medios, lo lógico
era que una vez terminado el sistema de equilibrio entre las potencias
europeas, entretejido desde el siglo XVI, el nuevo ordenamiento
internacional estaría sometido a la tensión y rivalidad de ambas potencias.
No tardó la propia Europa en ser sometida a los compases de las relaciones
soviético americanas.

Según Bianchi (2005) Estados unidos no estaba dispuesta a afrontar una


“nueva crisis de superproducción’’, una nueva crisis capitalista, sin los
mercados europeos y la URSS jugaba a extender su influencia en los
debilitados estados europeos ya sea por la cooperación con los Partidos
Comunistas (de renovado prestigio por su resistencia al nazismo) ya fuera
por la fuerza. Como dice la autora “…ya desde fines de la guerra, Europa
se convirtió en el centro de temores y planes contrapuestos aún antes de
que la división en un bloque oriental y un bloque occidental fuese una
realidad inalterable’’

Ante el éxito de estos partidos o coaliciones de izquierda (ya se habían


hecho del poder en gran parte de la Europa Oriental) en las elecciones de
posguerra (Francia, en Grecia, Gran Bretaña con el triunfo del Partido
Laborista) Los Estados Unidos lanzan el Plan Marshall en 1948, por el
mismo se otorgó ayuda financiera para acelerar la recuperación
económica. La Unión Soviética, lo consideró una intromisión
estadounidense en los asuntos internos de los países europeos. Fue el
inicio de un periodo de tensiones que se definieron como la Guerra Fría.

Cuando se inició en ese 1948 el intento de unificar Alemania, que había


sido dividida en cuatro zonas que fueron ocupadas por los vencedores, la
URSS impulso el establecimiento de un gobierno "títere" en Alemania
Oriental que pasaría a constituirse en la República Democrática Popular
alemana. La tensión llegó a un punto máximo con el bloqueo a Berlín que
sólo preanunciaba lo que se haría concreto en 1961: las autoridades de
Alemania oriental comenzaron la construcción de un muro de cemento que
atravesaba la ciudad de norte a sur. La metáfora de Churchill sobre el
"telón de hierro" adquiría consistencia física y el muro se erigía en el
símbolo más conocido de la Guerra Fría.

Otro aspecto de la Guerra Fría según Bianchi (2005) fue la carrera


armamentística nuclear en la que se embarcaron los Estados Unidos y la
URSS, “las carreras armamentistas se transformaron en un elemento

40
central de la Guerra Fría. La cantidad de armamento nuclear o químico,
los emplazamientos y el número de cabezas de misiles, es decir, la
capacidad destructiva que era capaz de desarrollar cada una de las
"superpotencias" se transformó en el eje de la Guerra Fría’’.

El presidente Truman en su discurso de 1947 erige en doctrina la idea que


la expansión del comunismo sólo podía ser contrarrestada por un
programa de contención. Se crea entonces la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) un conglomerado de ejércitos occidentales
liderados por EEUU, un bloque defensivo ante la ofensiva soviética. En
respuesta a la OTAN, la Unión soviética organizó el Pacto de Varsovia en
1955, de este modo, en la década de 1950, los bloques quedaban
formalizados.

Pero como señala como señala Hobsbawm, a pesar de la tensión constante


una de las singularidades de la Guerra Fría estribaba en que más allá de la
retórica de ambos bandos no había ningún peligro inminente de guerra
mundial, a pesar de algunos incidentes como la "crisis de los misiles" en
1962.

Edward P Thompson, citado por Bianchi se pregunta: ¿cuál es el significado


de la Guerra Fría?, ¿cuáles son los objetivos a los que efectivamente sirvió?
Indudablemente, la imagen de bloques sólidos, sin ningún tipo de fisuras,
que construyeron mutuamente los antagonistas no corresponde a la
realidad.

Dentro del bloque "libre", occidental o capitalista no todos los países


acataron disciplinadamente las consignas estadounidenses: el laborismo
británico, la socialdemocracia alemana, la democracia cristiana, en Italia,
muchas veces adoptaron posiciones autónomas.

Otro tanto ocurría dentro del bloque comunista, oriental o soviético: la


Yugoslavia de Tito (que en 1948 fue expulsada del bloque), los conflictos
surgidos en Polonia (1956), en Hungría (1956) y en Rumania (1963), la
ruptura de relaciones entre la URSS y China (1.964) y la "primavera de
Praga" (1.967) también fueron expresiones de las tensiones internas.

Según Thompson, la Guerra Fría fue un "negocio" que se inauguró a partir


de 1947, pero que posteriormente se independizó de sus orígenes para
transformarse en un fenómeno encerrado en sí mismo; un fenómeno
autónomo, a medida que el poder militar de cada una de las
"superpotencias" crecía año tras año, la Guerra Fría generaba sus propias
estructuras.

La carrera armamentista contaba con directores, administradores,


productores e inversores interesados en que el negocio se ampliara y
perdurara. En ambos bloques había intereses materiales muy poderosos:

41
personal militar e industrial, investigadores para el desarrollo de las nuevas
tecnologías bélicas, servicios de seguridad y de espionaje. Eran grupos que
manejaban importantes y crecientes partidas de recursos, controlaban el
desarrollo científico y ejercían una indudable influencia en la vida
económica y social. En síntesis, la principal característica de la Guerra Fría
fue su autorreproducción.

Paralelo a este proceso, emergía como consecuencia de la descolonización


de posguerra lo que se conoce como el Tercer Mundo, constituido por
países cuyo único punto en común es el de ser haber sido marcados por la
dependencia colonial generada por la expansión del imperialismo.

En términos generales, se trataba de regiones caracterizadas por continuar


siendo abastecedoras de materias primas y de productos alimenticios, y
mercados para los productos industriales y las inversiones de capitales de
las metrópolis. Las exportaciones comprendían un número muy escaso de
productos claves (por ejemplo: Indonesia, carbón; Birmania, caucho;
Filipinas, azúcar). Esto significaba que la economía dependía de la
producción primaria. Las características económicas nos recuerdan a
nuestro país pero sin la pérdida de soberanía política. Cualquier problema,
como la caída de los precios en el mercado mundial, provocaba
inmediatamente una crisis general que afectaba a toda la economía y a
todas las capas de la sociedad.

En Asia tenemos los casos más salientes en: Indonesia, antigua colonia
holandesa, que declaró su independencia bajo la conducción de Sukarno,
líder del Partido Nacionalista, en 1945. La India bajo el liderazgo de
Mahatma Gandhi propuso un movimiento de "resistencia pasiva" que logro
la independencia en 1947. Indochina, colonia francesa en donde Ho Chi
Minh había proclamado la independencia en 1945 y establecido la
República Democrática de Vietnam, de carácter socialista.

Los movimientos independentistas también lucharon en África por caso:


Egipto, antiguo protectorado inglés, donde el grupo "Oficiales libres"
(nacionalistas) liderados por el coronel Nasser que dio un golpe militar; en
1952, por el que se pudo establecer la República (1953). En 1952, se
estableció la República de Libia; en 1956, Sudán se liberó de la presencia
tanto de egipcios como de ingleses y proclamó la República; en 1956,
también se dieron los movimientos en Marruecos y en Túnez, que se
independizaron de España y de Francia, respectivamente. Después de una
cruenta lucha llegaría independencia de Argelia, colonia francesa, lucha
extendida hasta 1962 en que se firmaron los acuerdos de Evian.

Dice Bianchi (2005) que lo más relevante de esta aparición de estos


nuevos países asiáticos y africanos, que surgieron en menos de dos
décadas, fue que pronto se instalaron en la comunidad internacional

42
como entidades sobernas que ingresaban a las Naciones Unidas,
constituyendo un polo de cierto poder que atrajeron la atención mundial
sobre sus problemas políticos, sociales, económicos y culturales. Por ello
recibieron apoyo económico y tecnológico de las grandes potencias en
busca de su alineamiento, pero también fueron estados que actuaban
con independencia (en mayor o menor grado) en el ámbito de la política
internacional.

Se estableció un nuevo bloque de países en el contexto aun vigente de la


Guerra Fría, claro que sin el poder de las superpotencias, que fueron
consolidando el movimiento de los Países no Alineados (el nombre era la
misma definición que marcaba la equidistancia de ambos bloques), que
busca incluir a todos los países del llamado Tercer Mundo. La tercera
posición gustaba de ser entendida por Juan Domingo Perón como
precursora de este movimiento de países no alineados.

La Política exterior de Perón


En un primer momento se pudo entender al gobierno peronista como
continuador del régimen de facto que lo precedía. Nada más alejado de la
realidad, el nuevo presidente le imprimió un carácter personalista que
dejaba escaso margen a las decisiones de sus colaboradores tanto en
política interna como en política exterior. Así se forjó una fuerte
identificación entre la imagen exterior y el propio presidente.

La llamada Tercera Posición, si bien era un nuevo modelo de inserción, no


era original y se nutria de aportes de diferentes orígenes: radical,
nacionalista y socialcristiano. Lo que hizo Perón fue enfatizar el carácter
"antiimperialista" de la doctrina y de allí derivaba una aspiración de
liderazgo, un papel de preeminencia para la Argentina en América del
Sur.

La Tercera Posición no desconocía la pertenencia cultural y geográfica a


Occidente, lo que negaba era el alineamiento automático al bloque pro
norteamericano y se reservaba grandes porciones de autonomía de
acuerdo a cada caso, de acuerdo a cada coyuntura, sencillamente se
definía en la Guerra Fría con el bloque occidental, pero rechazaba la
subordinación a los intereses de los EE.UU.

Volvía a levantar la bandera de autodeterminación (tradicional postura


yrigoyenista), la no intervención en los asuntos internos de otros países,
la integración con los países vecinos, la necesidad de la unidad
latinoamericana, y la no participación en conflictos políticos, económico o
bélicos com-prometieran la seguridad argentina. En lo integrativo se dio

43
preferencia al Cono sur y se fomentó el comercio entre esos países, como
paso previo a una mayor una mayor integración económica y política
regional.

En el ámbito económico internacional se aspiraba a la diversificación de los


mercados compradores y vendedores. Según Sanchis Muñoz (2010), se
inició una búsqueda de establecer “convenios bilaterales con todos los
países, en abierta contradicción con el multilateralismo que los EE.UU. y
sus aliados buscaban hacer prevalecer en la economía mundial‟.

Las relaciones con EEUU eran una prioridad del presidente, pero el
contexto de posguerra y la gestión Braden durante el proceso electoral
argentino dejaban poco margen para una rápida normalización. Esta
tensión se enervó nuevamente cuando a tono con la doctrina de la Tercera
posición, el gobierno restableció las relaciones diplomáticas con la Unión
Soviética (21-09-1946).

Embajador de los EEUU Spruille Braden 1945

La pendularidad sería la norma en este primer periodo, otro hecho que fue
motivo de fricción se dio en las relaciones de nuestro país con el régimen
de Franco, entonces aislado por su vinculación con el Eje y que recibió de
Argentina no sólo reconocimiento, sino también un importante envío de
alimentos.

Es así que en estos primeros años la política de EE.UU. hacia la Argentina,


fue muy dura y se tomaron una serie de medidas de índole económica
que impactaron en el espiral de desarrollo buscado por el modelo
peronista, a saber:

a - se redujeron las cuotas de importación hacia la Argentina de


materiales críticos como el hierro y el acero y

44
b - se redujeron las exportaciones de combustibles y de equipos
petroleros, locomotoras y material sobrante.

Perón, como ya dijimos buscó, dentro de las posibilidades, que las


presiones de sectores nacionalistas en la sociedad civil y el ejército, le
dejaron la normalización de las relaciones para ello a fines de agosto de
1946 había hecho ratificar por las Cámaras los instrumentos de
Chapultepec y San Francisco y en 1947 se logró la ratificación de las Actas
de Chapultepec, y la adhesión argentina al Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca. El “antiimperialismo’’ tenía sus límites y en realidad
nunca se tradujeron en acciones concretas de carácter
antinorteamericano.

EEUU, con un cambio de políticas del Departamento de Estado (el


alejamiento de Braden) no escatimó gestos en la misma dirección, los
sucesivos embajadores de los EE.UU., George Messermith (un hombre de
negocios) y James Bruce adoptaron una posición comprensiva y amistosa
con el gobierno peronista. Bruce, incluso, criticó la exclusión de la
Argentina de las adquisiciones de alimentos por el Plan Marshall y en junio
de 1948, EEUU levantaba el embargo sobre armamentos, por fin después
de casi un lustro la Argentina pudo adquirir insumos militares (aunque de
rezago)

Para 1950 y con la Guerra de Corea en ciernes, los objetivos de EE.UU. en


su relación con la Argentina eran obtener la cooperación del gobierno de
Buenos Aires para la defensa del hemisferio y apoyo para la fuerza
multinacional que intervendría en la península coreana. Es así que los
temas de la defensa común fueron considerados por delegaciones oficiales
y militares estadounidenses que visitaron la Argentina durante el año 1950.

Perón era un lúcido analista del contexto internacional y regional de la


Guerra fría y del enfrentamiento entre los Estados Unidos, acompañado
por las potencias occidentales, y la Unión Soviética y sus países satélites y
por ello cada vez que necesito pronunciarse sobre el conflicto este-oeste,
fue ambiguo y hasta contradictorio. De lo que no hay dudas es que en la
práctica, la política exterior argentina del primer y segundo peronismo fue
una rotunda oposición al comunismo.

Más que una tercera posición debemos hablar de una “posición


pragmática’’ y ello se vio con claridad en el caso de la Guerra de Corea,
nos explica Sanchis Muñoz (2010): el conflicto desatado por Corea del
Norte al invadir el 25 de junio 1950 a su vecino del Sur fue el primer
choque militar de envergadura desde el fin de la Segunda Guerra, El
Presidente de Corea del Sur

45
pidió ayuda a los Estados Unidos, y el 26 de junio el Consejo de Seguridad
instó al agresor a retirarse detrás de la frontera, completando su postura
al día siguiente invitando a los Estados miembros de la ONU a aportar
toda la ayuda necesaria para rechazar a los invasores.

EEUU apeló al gobierno argentino (desde ya, entre otros de sus muchos
aliados occidentales) el presidente Perón optó por negar el aporte de
tropas y ofreció la provisión de alimentos a Corea del Sur. De todas formas,
de todos los países americanos, solo Colombia contribuyó con efectivos en
la crisis coreana. Ese mismo año 1950, tropas de las Naciones Unidas, bajo
el mando norteamericano del general Mac Arthur, desembarcaban tras las
líneas norcoreanas iniciando una ofensiva hacia el norte, incluso con
intenciones de superar el límite anterior (paralelo 38).

Bajo esa guerra Estados Unidos convocó a una Reunión de Consulta


continental. La IV Reunión de Consulta se celebró en Washington (marzo
de 1951). Argentina concurrió con su clásica postura de abstención para no
implicar al país en los ámbitos referidos (los mercados y la seguridad). Tras
ello se ocultaba una negativa a la pretensión de Estados Unidos, de
constituir frente unido de los países de América para enfrentar la agresión
comunista bajo su liderazgo.

Perón no estaba dispuesto a ceder las porciones de autonomía


conseguidos, pero actuaba con muchísima prudencia en el tema EEUU, no
obstante las imágenes contrastadas entre aislamiento injusto sostenidas
por Argentina y la falta de cooperación en el esfuerzo de guerra según la
visión norteamericana, siguieron tiñendo todo este primer periodo.

Recordemos que en la puesta en marcha del Plan Marshall (ver el


contexto internacional) lanzado por los EE.UU. en julio de 1947 que
buscaba reconstruir Europa y era una gran inyección de préstamos y
bienes, se excluyó la participación de la Argentina, incluso respecto de la
adquisición de alimentos. Las imágenes respectivas se habían forjado en
medio de medidas restrictivas o de hostigamiento que se extendieron en
el tiempo.

Para el año 1949 las relaciones no sólo se normalizan, comienzan un


ascenso de entendimiento, llega a su término política de hostigamiento, en
parte por las gestiones realizadas por el canciller Atilio Bramuglia en
Washington, en diciembre de 1948, llega a su nivel más bajo el
comportamiento confrontativo de la argentina.

Hacia 1949-50 las condiciones internacionales cambian, descienden los


precios agrícolas mundiales ante las abundantes cosechas de Europa, el
Canadá y los Estados Unidos de América del Norte y la inflación -después
de la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central (1949) que suprime la

46
restricción en la emisión monetaria- comienza a jaquear a la economía
argentina. El plan económico peronista muestra sus limitaciones.

Ante la caída de las reservas internacionales argentinas y la coyuntura


económica antes mencionada, en 1950 el gobierno debió recurrir a un
préstamo del Export - Import Bank de los Estados Unidos (esto era una
herejía para la autonomía postulada). Como muestra de esa nueva actitud,
misiones estadounidenses de alto nivel visitaron Buenos Aires en enero y
febrero de 1950, con positivos resultados y en marzo de 1950 el ministro
argentino Ramón Cereijo encabezó una delegación negociadora a
Washington.

El gobierno argentino autorizó a varias empresas estadounidenses a girar


sus fondos financieros por prestación de servicios a una tasa de cambio
favorable. A cambio de ello, el Eximbank se comprometió a otorgar un
crédito destinado al pago de las obligaciones comerciales pendientes a la
Argentina.

Como dijimos, Perón no estaba resignado a perder toda la autonomía y el


orden económico multilateral, el gobierno argentino mantuvo alejado el
país de las instituciones diseñadas en Bretton Woods en 1944 (Fondo
Monetario Internacional y Banco Mundial) y del Acuerdo General sobre
Tarifas y Comercio (GATT) que comenzara a operar en 1948. Según Sanchis
Muñoz (2010) “…la actitud argentina se basaba en que el gobierno optó
por una política de bilateralismo, y rehusó adherirse a estructuras
multilaterales, porque estimó que respondían a los intereses de las grandes
potencias industrializadas‟.

El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca: los EEUU, desde la


década del treinta intento la aprobación por parte de países
latinoamericanos de principios de seguridad continental como el de
solidaridad frente a un ataque contra cualquier Estado americano, la
proscripción de la conquista territorial, y la consulta en caso de guerra o
amenaza de guerra. Con el transcurso de la Guerra Fría, EE.UU.
profundizó su política en materia de seguridad continental. En sintonía, el
15 de agosto de 1947, en Petrópolis, Río de Janeiro, se reunía la
Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y la
Seguridad del Continente, auspiciada por los Estados Unidos, para
concretar un Tratado de Defensa, previsto en el Acta de Chapultepec.

Dice Sanchis Muñoz (2010) que la postura argentina fue, básicamente,


distinguir los casos de agresión extra continental, que debía ser
considerada un acto de agresión contra todos, de otra proveniente de un
país del continente y que debería resolverse siempre por medios
pacíficos. Estados Unidos se opuso a la distinción propuesta a tono con su
larga historia de intervenciones militares en la región. Finalmente se llegó

47
a un compromiso favorable a la postura estadounidense. El uso de la
fuerza quedó autorizado en todos los casos, pero en los conflictos entre
países del hemisferio se trataría primero de resolverlos "por medios
pacíficos".

El Acta Final del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, (TIAR) fue


el único tratado de pacto estratégico o militar suscripto por la Argentina y
dirigido contra ataques armados o una agresión que no sea ataque
armado. Se firmó el 2 de septiembre de 1947 y entró en vigencia el 3 de
diciembre de 1948. El Senado argentino lo aprobó el 22 de julio de 1948,
pero en la Cámara de Diputados se opusieron algunos representantes
radicales, y recién fue ratificado en junio de 1950.

La Creación de la OEA: entre el 30 de marzo y el 2 de mayo de 1948 tuvo


lugar en Bogotá la IX Conferencia Interamericana, nuestra representación
fue presidida por el canciller Atilio Bramuglia, allí el gobierno argentino
dejó constancia de sus preferencias por el bilateralismo y cuanto le costaba
la aceptación de la multilateralidad, si ésta se iba asumir, para el
peronismo debía ser lo más flexible posible.

La conferencia aprobó la que se consideraría la primera resolución


anticomunista adoptada por el Sistema Interamericano, llamada
Preservación y Defensa de la Democracia en América, basada en la
propuesta presentada por Chile, Estados Unidos, Brasil y Perú. La
resolución fue apoyada por la delegación argentina, recordemos que
según vimos el anti comunismo era característico de la tercera posición.
Asimismo se firmaron seis documentos de los cuales los más importantes
fueron: La Carta de la Organización de Estados Americanos, el Tratado
Americano de Soluciones Pacíficas conocido como Pacto de Bogotá y la
Convención Interamericana sobre Concesión de Derechos Políticos a la
Mujer.

La Carta de la Organización de los Estados Americanos fue suscripto en la


reunión de la clausura de la Conferencia el 30 de abril de 1948 y creó
dicho organismo y estableció sus órganos de deliberación y gobierno. La
Unión Panamericana se convirtió en la Secretaría de la OEA. Como en
cada caso de reuniones de este tipo nuestro país presentó a la
Conferencia un documento fijando su posición con respecto a sus títulos y
derechos sobre las Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y
Antártida argentina.

Las relaciones con Gran Bretaña: con nuestro antiguo hegemón las
relaciones sólo mejoraron, de hecho durante la guerra no habían sufrido
tensión alguna. A pesar de la condición declinante del viejo imperio la
relación económica no se interrumpió. En materia comercial, el acuerdo
Miranda - Eady (17/9/46) incluía disposiciones sobre régimen de pagos,

48
comercio de carne, ferrocarriles y negociación de un tratado comercial. Ese
año la Argentina tenía un crédito de 150 millones de libras en su cuenta
bloqueada en Londres. En febrero de 1947 el gobierno argentino decidió
adquirir y "nacionalizar" los ferrocarriles de capital británico, a un costo de
150 millones de libras. Por otra parte en mayo de 1947 se convino la
compra por la Argentina de una gran cantidad de aviones militares. Este
acuerdo se suscribió mientras continuaba el embargo de armas por EE.UU.

Las compras de alimentos y la provisión de combustibles fue la constante


de la relación comercial en febrero de 1948 se suscribió un nuevo acuerdo
con el Reino Unido, por el cual ese país se comprometía a comprar
alimentos y a exportar combustibles y bienes de capital, y 150 millones de
libras fueron imputados al pago de los ferrocarriles.

Relaciones con los países


latinoamericanos
En Chile es tal vez donde mayor notoriedad tomo la disposición
cooperativa que conllevaba una intención de expansión de la influencia
económica, política y doctrinaria del justicialismo. Se pensaba de acuerdo a
viejos planes de política exterior del GOU la constitución un bloque austral
que consolidara un liderazgo argentino en la región, bajo un tono de fuerte
antinorteamericanismo. Desde ya esta idea del bloque austral no era bien
recibido por las diplomacias estadounidenses y brasileños.

En el marco de estas iniciativas Perón propició un tratado comercial y de


ayuda financiera a Chile, que incluía un régimen de unión aduanera y
liberaba derechos de importación a través del IAPI. También se otorgaba
a Chile la preferencia sobre un descubierto de 100 millones de pesos, y se
realizaría una inversión de 300 millones en ese país. Además se pactaba
un empréstito externo de 300 millones de pesos. Por la fuerte oposición
en el Senado chileno (lo consideraban un sometimiento de su país a la
Argentina) dicho tratado no fue ratificado. Argentina comenzó un periodo
de activa participación en los asuntos internos de la república hermana.

En cuanto a las relaciones con Brasil, también encontraremos matices de


cooperación y resistencia, por ejemplo las posiciones en materia
internacional del presidente Gaspar Dutra eran de fuerte alineamiento con
los Estados Unidos, pugno y apoyo intensamente la constitución del TIAR.

En consecuencia favorecía el multilateralismo que propugnaba EE.UU.


frente a las políticas bilaterales argentinas. Además se opuso al intento
peronista de reflotar el ABC y también a un bloque latino o austral

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propiciado por Perón, también rompió relaciones con la Unión Soviética y
apoyó la creación del Estado de Israel. Por otro lado la prensa brasileña
consideraba al régimen argentino como agresivo respecto a Brasil, por su
armamentismo y expansionismo.

Con la asunción de Getulio Vargas, en su segunda presidencia (1951- 1954),


se intento un acercamiento con la Argentina. Sin embargo, la necesidad de
fortalecer los lazos con los Estados Unidos (Vargas también era un
pragmático a quien las ideologías no ataban), y la postura anti argentina
del canciller Neves de Fontaoura dificultaron ese acercamiento. A pesar de
ello, las afinidades ideológicas entre ambos gobiernos eran innegables y los
intentos de integrar y asimilar las experiencias siguieron otros canales.

Relaciones con Uruguay: con el país oriental se buscaron superar las


divergencias suscitadas durante la Segunda Guerra Mundial, recordemos
que Montevideo adoptó una posición definidamente pro aliada, más no se
tuvo éxito en la intención. Muy interesante fue la iniciativa del canciller
uruguayo Eduardo Rodríguez Larreta sobre una política colectiva contra
cualquier país americano que violara los derechos humanos, fuera
antidemocrático y no observara sus compromisos internacionales. La
iniciativa no tardó en ser percibida como dirigida contra el gobierno
argentino. Ningún país latinoamericano acompañó la propuesta uruguaya.

La cuestión Palestina: los intentos de crear una nación Judía se hundían en


el siglo XIX, para 1917, el primer ministro británico había prometido que se
reconstruiría en Palestina un "Hogar Nacional judío" y así también se lo
encomendó la propia Sociedad de las Naciones. Para 1947 y tras el
Holocausto judío en Europa se reavivo la iniciativa y se creó una Comisión
Especial, la misma se inclinó por el fin del mandato, y el otorgamiento de la
independencia al país.

Se recomendó, además, la partición en dos Estados: uno judío y otro árabe.


Los árabes, por su parte rechazaron la competencia de las Naciones Unidas.
El debate en la Asamblea de 1947 fue acalorado, con diferentes posiciones,
pero pareció imponerse el plan de partición, rechazado por los países
árabes. Según Sanchis Muñoz, la delegación argentina opuso reparos al
plan de partición, opinando que la Asamblea carecía de atribuciones, y
votó en abstención la Resolución de la Asamblea que aprobó la partición de
Palestina por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones.

En 1948 la Argentina pasó a integrar el Consejo de Seguridad, mientras se


sucedían enfrentamientos en Palestina. Estados Unidos propuso que las
Naciones Unidas se encargaran del territorio por Administración
Fiduciaria, pero la solución no satisfacía a las partes en conflicto. Estados
Unidos presentó entonces un proyecto de tregua que apoyó la Argentina.

50
El 15 de mayo de 1948, los judíos proclamaron el Estado de Israel, que fue
prontamente reconocido por EE.UU. y la Unión Soviética. La declaración de
independencia provocó la invasión del territorio por fuerzas árabes. Una
resolución propiciada por EE.UU. ordenando a las partes poner fin a la
lucha fue aprobada en el Consejo de Seguridad, con el apoyo argentino. La
lucha prosiguió hasta diciembre de 1948, cuando una comisión de
conciliación creada por la Asamblea logró suscribir en Rodas los acuerdos
de armisticio, que pusieron fin a la lucha armada pero no al conflicto que
aun sigue. La Argentina reconoció al Estado de Israel en 1949.

Conclusiones
Dice Paradiso (1993) que a lo largo de la actuación de casi una década de la
política exterior justicialista se confundieron conceptos tales como tercera
posición, neutralismo, no alineación y política exterior independiente.
Dicha política exterior, por lo menos en su primer periodo presidencial, se
caracterizó por la búsqueda de independencia que se correspondiera “al
menos en el plano de los conceptos y conforme a los valores y
percepciones de la época‟, con los enunciados de independencia
económica y el nacionalismo' desarrollista al que adscribía grandes
sectores del mismo ejército y éste como un sector de apoyo ineludible para
Perón.

Reiteramos la Tercera Posición no significaba que ante el conflicto entre


el Este comunista y el Oeste capitalista el peronismo se mantendría
neutral. Perón nunca ocultó su respaldo a las potencias occidentales y
suscribió los puntos de vista de éstas respecto de las ambiciones
expansionistas de Moscú. “No fue neutralista y no fue no alineado’’.

Esta posición peronista en política exterior tenía pretensiones de


universalidad, pero no de equidistancia. Si pensamos con categorías
propias del contexto de esa época “ni la política exterior independiente
es sinónimo de no alineación, ni existía un cuasi bloque no alineado
cuando el peronismo estaba en el poder’’. El tercer mundo emergería con
carácter de organización en abril de 1955 con la célebre conferencia de
Bandung y todavía pasarían seis años antes de que se constituyera el
Movimiento de Países No Alineados.

Fue la marcha de la economía la que fue marcando los límites a aquella


orientación independiente, la que siempre tuvo presupuestada el diálogo
con los EE.UU aun cuando se aspiraba a grandes márgenes de autonomía.
La retórica antiimperialista del peronismo fue destinada al frente interno.
En otro ámbito (el exterior) siempre se buscó una solución al diferendo con
los Estados Unidos.

51
El peronismo en el gobierno, nunca no fue aislacionista, excepto en
materia económica y sólo durante un periodo muy breve. Si hubo
políticas de aislamiento, esas fueron consecuencias del modelo industrial
de sustitución de importaciones que ameritaba ciertas prácticas
proteccionistas que se terminaron pareciendo al asilamiento. Ello no
desmiente que en el plano político, el peronismo dio sobradas muestras
de de su voluntad de interactuar con el mundo. Aunque muchas veces el
pragmatismo anunciado desde el liderazgo de Perón no encontró las
fórmulas más aptas para conseguir esta inserción en el mundo.

A continuación resumimos en cuadros el pensamiento de Juan Domingo


Perón con fragmentos de su Mensaje del 7/9/73 a la IV Conferencia de
Países No Alineados realizada en Argelia.

52
4.7- La revolución
libertadora. La alternativa
Prebisch. Multilateralismo
y Alineamiento
Nos refiere Escude (2000) que “Perón fue depuesto alrededor del 20 de
setiembre de 1955 por un levantamiento militar. El General Leonardi se
hizo cargo del gobierno hasta noviembre de ese año, momento en el que lo
reemplazó Aramburu en la Presidencia. A pesar de la diversidad ideológica
de los miembros de la coalición civil-militar revolucionaria, los unía la idea
de restaurar los principios políticos y económicos que regían antes de
Perón y devolver a la Argentina a la senda de la que no debería haber
salido.

(…) Cabe señalar que el contexto internacional no fue favorable por esos
años para el comercio exterior argentino, ya que los términos de
intercambio cayeron notablemente: en 1957 los precios eran un 13%
menores que los de 1953, 36% menores que en 1950 y 44% menores que
en 1948 Además, los países compradores de las exportaciones argentinas
estaban aplicando prácticas restrictivas. En consecuencia, a pesar de la
política devaluatoria aplicada, no se lograron los resultados esperados. Por
el contrario, se registraron déficits en el balance de pagos entre 1955 y
1958, las reservas declinaron y se acumularon las deudas comerciales.
Respecto del régimen de intercambios con el exterior instaurado en este
período, puede decirse que el gobierno revolucionario incorporó en su
política económica una mayor apertura hacia la economía internacional‟.

53
4.8- Estudio de caso: la
política exterior de Brasil
1930 – 1964
Los estudios de caso son de aplicación en el aula, por lo tanto no
desarrollan contenidos específicos del programa y su evaluación no está
atada al sistema Q.
Bibliografía Lectura 3

Bibliografía

Bosoer Fabián, 2005, “Generales y embajadores. Una historia de las diplomacias


paralelas en la Argentina”, Capítulos I y II.Javier Vergara editor, Buenos Aires.

Corigliaro, Francisco, 2009, “La Neutralidad Acosada 1939-1945. La Argentina


frente a la segunda Guerra Mundial”, revista Todo es Historia Nº 506.

Llairo, M. Y Siepe, R., 1991, “Argentina en Europa: Irigoyen y la Sociedad de las


Naciones 1918-1920”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires.

Paradiso, José, 1993, “Debates y trayectorias de la política exterior argentina”,


Capítulos II, III, IV y V. GEL, Buenos Aires.

Sanchis Muñoz, José, 2010, “Historia Diplomática Argentina”, Capítulos XI, XIV y
XV. Eudeba, Buenos Aires.

Bianchi, Susana, 2005, “Historia social del mundo occidental. Del feudalismo a la
sociedad contemporánea”, Buenos Aires, Ed. UNQui.

www.uesiglo21.edu.

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