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Facultad de Estudios Superiores Acatlán.

Carrera: Sociología.
Materia: Sociedad economía y política de México ll.
Profesor: José Guadalupe Martínez.
Alumno: José Daniel García Rico.

Literatura durante la Revolución Mexicana.


La revolución mexicana es una de las principales etapas que han quedado
marcadas en la historia de México, además de ser una lucha armada en contra del
mandato de Porfirio Díaz, fue un acontecimiento demasiado complejo o, dicho de
otra forma, una serie de acontecimientos que hicieron de esa etapa un proceso a
veces difícil de entender debido a la enorme cantidad de variables que lo conforman.
En fin, en este muy breve texto escribo las ideas principales que encontré y que
entendí al buscar un poco sobre la literatura escrita durante la revolución y la
postrevolución.

Lo primero es definir que es la narrativa revolucionaria o la novela de la revolución


como se le ha llamado, ya que se ha formado una confusión común respecto al
concepto y a la literatura que lo conforma; pensamos que la literatura revolucionaria
se conforma con todo libro u obra cuyo tema sea por supuesto, la revolución
mexicana sin importar la fecha de su publicación o elaboración, sin embargo, como
señala Aguilera Navarrete en su artículo La Narrativa de la Revolución Mexicana:
periodo literario de violencia, las obras que deben conformar esta corriente o etapa
literaria son las que fueron escritas ya sea durante el conflicto armado, ya sea
después del mismo, es decir, entre los años 1915 a la década de 1940
aproximadamente, se considera que el libro que inició esta etapa fue Los de debajo
de Mariano Azuela y quien la termino fue Juan Rulfo. Además, se añade una
característica más mencionada por Max Aub: que los únicos autores que pueden
pertenecer a esta narrativa son aquellos que vivieron o fueron afectados por la
revolución, lo que tuvieron que “aprender a usar el fusil y la pluma”, no aquellos que
observaron el conflicto armado desde la lejanía como meros espectadores.

Desde el comienzo de la revolución hasta 1920 aproximadamente, las obras


escritas en ese rango padecen de algunas particularidades; debido al conflicto y a
la situación violenta del país, los escritores o autores fueron exiliados o
autoexiliados, teniendo que escribir desde el extranjero, por la misma razón no fue
posible que estas personas se reunieran para compartir o debatir sobre la situación
y los textos que escribían al respecto, es decir, se encontraban solitarias y ajenas
entre ellas, contrario a lo que sucedió a partir de las décadas siguientes, donde los
interesados en el tema pueden reunirse en círculos de debate e interactuar para
compartir ideas y discutir sobre el tema.

Debido a que las primeras obras escritas pertenecientes a la narrativa revolucionaria


fueron hechas por personas que no eran literarios, la mayoría no contaba con las
herramientas o la habilidad para escribir textos que pudieran definirse como novelas
y la variedad de cuentos o incluso obras de teatro realizadas no tuvieron la misma
importancia que las novelas reconocidas, sin embargo, estas últimas lograron
hacerse de un estilo narrativo en común, el realismo crítico, caracterizado por tener
elementos de violencia, desencanto, pesimismo, brutalidad, frustración, fatalismo,
etc. Provocados por la inestable realidad social y usados como recurso ideológico y
estético de narrativa.

Dicho fatalismo es, incluso en nuestros días, producto de ese desequilibrio social y
ambiente violento en el que vivimos y con el que se ha creado la historia de nuestro
país, lo que esa narrativa pesimista de la revolución refleja es ese sentimiento de
indiferencia o incluso desprecio por la vida, esas expresiones muy mexicanas que
se refieren a que si la muerte nos lleva hoy o mañana o pasado mañana, pues que
nos lleve, ¿qué le vamos a hacer? La muerte es vista como el final del sufrimiento,
del hambre y de toda esa violencia que se expone en los libros de la novela
mexicana a causa de la revolución, es a través del fatalismo que los mexicanos de
ese entonces y los actuales nos explicamos la realidad tan brutal en la que vivimos
y que de cierta forma ayuda a tolerar la impotencia que se tiene para cambiar o
influir en dicha realidad, concebimos a la muerte o a los acontecimientos como
azarosos o que simplemente son así y ya.

Juan Bruce en su artículo La novela de la Revolución Mexicana: la topología del


final, nos explica las características de la literatura hecha durante el porfiriato y
durante la revolución o postrevolución; el mensaje común era que el pueblo no debía
involucrarse en la política o las actividades administrativas, pues de ser así se
produciría un caos, La figura de Porfirio se presentaba como el gran patriarca o
padre de la nación que mantendría el orden y la paz familiar (nacional) si se le
confiaba el destino del país a él y a su mesa de trabajo, las cosas funcionaban
correctamente cuando los opositores o rebeldes renunciaban a sus posturas
radicales y se rendían ante la autoridad, que les haría personas obedientes,
decentes y hacedoras de lo correcto.

Uno pensaría que los textos narrativos una vez librada la revolución, expondrían el
supuesto triunfo de la misma sobre el Gobierno de Díaz, se vería reflejado esa
enorme diferencia donde ahora se tiene bienestar y una realidad social mejor que
la de antes, sin embargo, Juan Bruce tomando como ejemplos varios libros
pertenecientes a la novela de la revolución, extrae la esencia de cada uno de ellos,
argumentando que existen ideas o elementos comunes entre ellos; los personajes
no narran historias con finales satisfactorios o los finales que ellos mismos habrían
esperado en recompensa por su participación en la lucha armada, al contrario, como
pago reciben tragedia, miseria o incluso la muerte, la revolución en lugar de darles
todo, les quitó todo, la lucha hizo, o mejor dicho, obligo a muchos a alejarse del
conflicto en lugar de hacerlos permanecer, la revolución asesino a los familiares de
los protagonistas, debido a ella perdieron sus hogares y los que aún tenían uno al
cual regresar, ya no eran reconocidos por quienes dejaron al momento de partir a
pelear. En pocas palabras, lo poco que tenían y que salieron a defender lo perdieron
y lo que esperaban ganar con la revolución no lo obtuvieron.

Por si lo anterior mencionado no fuera lo suficientemente trágico y caótico, la


postrevolución cuenta con un gran problema más; a diferencia del porfiriato, ya no
existe esa autoridad guía, esa imagen del padre o patriarca que representaba
Porfirio ya no está, los revolucionarios se encargaron de acabarlo y es algo que
según Juan Bruce, también queda representado en las obras literarias, los hijos
asesinan o eliminan a los padres para obtener el poder y pasar de dominados a
dominantes, sin embargo, esa vacante que quedó no se tomó como se debió, el
país quedó a la deriva y se sumió aún más en la inestabilidad y el caos, el capitán
que para bien o para mal, había mantenido fijo el rumbo del barco, fue lanzado por
la borda y en ese momento, no quedo nadie al mando del timón.
Fuentes.

http://www.elem.mx/estgrp/datos/49

http://www.elem.mx/estgrp/datos/97

La novela de la Revolución Mexicana: la topología del final, Juan Bruce-Novoa,


disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/hispania--
12/html/025db368-82b2-11df-acc7-002185ce6064_7.html
La narrativa de la revolución mexicana: periodo literario de violencia, Flor E.
Aguilera Navarrete, disponible en http://www.redalyc.org/html/416/41647012010/
Los de abajo, Mariano Azuela, disponible en
http://www.biblioteca.org.ar/libros/142337.pdf

La fiesta de las balas, Martín Luis Guzmán, disponible en


http://www.materialdelectura.unam.mx/images/stories/pdf5/conmemorativa-
guzman-3.pdf

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