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Durante ocho años, el magistrado de la Corte Constitucional Jaime Araújo Rentería dio de qué hablar.
Casó peleas con sus propios colegas, le cantó la tabla a más de un funcionario del Estado y defendió
tesis contrarias que quedaron consignadas en explosivos salvamentos de voto. Ahora vuelve al litigio y a
la cátedra, pero al momento de dejar su magistratura, así se despachó en entrevista con El Espectador.
¿Plataforma de una eventual campaña presidencial?
El pasaje más oscuro es el cambio, de seis votos que había en contra y tres a favor, a lo contrario: seis a
favor y tres en contra. Cuando empezamos a discutir había siete proyectos, y en seis había cosas malas,
sólo uno decía que todo estaba bien. Al final, cuando tuvieron las mayorías, desaparecieron las
objeciones. Uno de los colegas escribió 500 páginas diciendo que había que devolver el acto legislativo y
después encontró 500 razones distintas para que fuera ajustado a la Carta. Al final del debate dijo: “me
convencieron”.
Pero la Corte Suprema condenó a Yidis Medina y le pidió a la Corte Constitucional que revisara ese acto
legislativo.
La nulidad es la sanción del derecho contra algo que se hizo sin respetar las normas jurídicas y la mayor
violación de éstas es un delito. Por eso los ciudadanos pedían que la Corte Constitucional declarara que
la reelección no estaba ajustada a la Constitución. La otra vía era que la Corte Suprema señalara:
‘Hemos comprobado un delito y por tanto declaramos ilegal la reelección’. Pero lo que pudo haber hecho
la Corte Suprema, nos lo mandó a nosotros y fue el acabose.
Hubo magistrados que dijeron que el mismo día había que resolver el asunto, porque había que darle
tranquilidad al régimen. Ese día coincidió con la famosa Operación Jaque. En ese escenario, algunos
colegas hablaron de moñona, como si pertenecieran al Gobierno. Hubo alguno que propuso que había
que reelegir al Presidente cuatro períodos. Fui el único que votó en contra y dije que en el Estado de
Derecho los delitos no se borraban con votos.
¿Sigue en la Corte?
Sí.
No. La Constitución francesa de 1793 habló del derecho de insurrección cuando los gobernantes no
respetan los derechos del pueblo. La Declaración de Independencia de Estados Unidos dice: “Dios ha
creado a los hombres libres e iguales. Los hombres tienen los mismos derechos, incluido el derecho a la
felicidad. Si los gobiernos no respetan estos derechos, se puede hacer resistencia a la opresión”. Yo no
propuse insurrección ni resistencia a la opresión; propuse algo suave: desobediencia civil. Lo hizo
Gandhi.
Los gobernantes gobiernan porque los ciudadanos obedecemos. Tiene que haber un mínimo de
obediencia voluntaria de la gente, la cual tiene un límite. Si los ciudadanos dejan de obedecer un solo
día, el gobierno se acaba en 24 horas. No se necesitan armas.
¿Cree que la Corte Suprema fue ‘blandengue’, en el sentido de que le pasó el ‘chicharrón’ a la Corte
Constitucional?
Sí. Mataron el tigre y le salieron huyendo al cuero. Con la Corte Suprema tengo una posición muy clara:
los respaldo en todo lo que hagan bien, pero no les doy un cheque en blanco. Hay temas en los que no
han sido garantes de los derechos de los colombianos.
¿En la parapolítica?
No hablo de lo que no sé.
Propuse quitarle la terna de la Fiscalía a la Presidencia. Los jueces no deberían ser tocados por la
política.
Dicen que el Consejo de la Judicatura está conformado por personas que tienen un perfil más político
que judicial y que se ha convertido en el sifón por el que se cuelan muchas tutelas.
Parte de la culpa la tiene la Corte Suprema, que no tramita muchas tutelas de los ciudadanos.
La Ley de Justicia y Paz nunca les ha dado a las víctimas verdad, justicia o reparación. No hubo ni hay
verdad, porque todos sabíamos que el desmovilizado podía llegar ante los jueces y olvidársele una
pequeña masacre como la de Ituango y no le pasaba nada. No podemos conformarnos con que los
políticos vayan a la cárcel, porque no sólo hubo políticos contaminados. ¿Cuántos empresarios se
beneficiaron de esos crímenes? ¿O cuántos militares vivos, porque sólo suele hablarse de los muertos,
estuvieron en ese proceso? ¿O cuántos terratenientes?
No obligó a que estos señores declararan contra quienes estaban detrás de ellos. Y no hubo reparación,
porque desde el primer momento se dijo que no había recursos. Además, no quieren devolver las tierras.
Los ‘paras’ ganaron con cara y con sello. Yo propuse en la Sala la tesis de un gran filósofo alemán con la
que se ha juzgado a los criminales de guerra. La injusticia extrema no es derecho. Es decir, cuando el
derecho contempla un grado de injusticia tan grande, esas normas jurídicas jamás surgen al mundo
civilizado.
En cada caso habrá excepciones, como las tiene que haber con los delincuentes políticos. Pero el tema
es simple: no es lo mismo que usted se alce en armas en contra del Estado para tener, como tenían
Rodríguez Gacha y otros, plumas de oro en sus casas, que alzarse en armas para que haya justicia
social.
Ese es un terreno pantanoso. Esa es la delgada línea que se usa para legitimar a la guerrilla y sus
acciones de barbarie.
Respondo como decía el gran teórico del derecho criminal Carrara: el delito político es el delito esfinge.
Para unos son bandidos o delincuentes, hoy diríamos terroristas; pero para otros, son personas nobles.
España miraba a Bolívar como un delincuente, pero cuando derrotó a los españoles se convirtió en el
padre de la patria.
Es una decisión de la mujer. Si el embarazo fuera un asunto de hombres, ya el aborto estaría legalizado.
Las mujeres pobres son las que sufren, porque les toca ir a cuchitriles a abortar, a riesgo de sufrir
lesiones permanentes.
Sin duda, y seguiré defendiendo esos principios, no sólo para la Corte Constitucional. Todos los jueces
colectivos deben ser de cara al público. En Suiza, que es la esencia de la democracia, todos los
procesos son públicos. La verdad, para que sea verdad, debe ser completa. En México tienen hasta
canal de televisión. Finalmente los jueces tienen que dar razón de sus decisiones. Es imposible, como
pasó en la reelección, que un magistrado pase de 500 páginas diciendo que la reelección estaba mal y
después no le explique a la gente por qué escribió otras 500 diciendo que estaba bien.
Sí.
Me he vuelto agnóstico. Usted tiene poder, pero Dios es todopoderoso. Usted sabe un poquito, pero Dios
es omnisapiente. Dios es lo absoluto, pero el hombre es limitado en todo, inclusive en su capacidad de
comprensión. Es como si se tratara de meter el mar en un huequito. ¿Cómo puede entonces el hombre,
tan limitado, captar lo inconmensurable? Renuncio a comprender lo incomprensible.
Voté contra el TLC por una razón. Soy amigo de los tratados internacionales, pero como magistrado
tengo que seguir los parámetros de la Constitución, y unos de ellos son la igualdad, la reciprocidad y la
conveniencia nacional. No hay igualdad en el TLC. Estados Unidos es un gran exportador de alimentos y
va a arrasar con los alimentos en Colombia. La seguridad alimentaria es un tema de seguridad nacional.
Si la justicia demuestra que son responsables, con el dolor del alma, lo acato.
Lo haré en su momento.
Me defino liberal, pero estoy molesto con el Partido Liberal porque renunció a su ideología en materia de
protección de los derechos, la separación del Estado y la Iglesia, la defensa de la democracia o la
autonomía regional. Nos va a tocar formar un movimiento cívico contra los partidos tradicionales que se
dejaron cooptar por el uribismo.
El punto no son las personas, sino los programas. Digo, con el mayor respeto, que Carlos Gaviria cayó
en el mismo juego que Uribe. Uribe dice: “Yo soy Presidente sólo bajo la condición de una hecatombe”.
No se atreve a decir que quiere ser Presidente. Con Gaviria pasa lo mismo. Dice que será candidato si
no se presenta unidad en su partido. Que diga si quiere ser candidato.