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]OHN BARTH «Aparentemente», por lo menos, el documento que describía es­


tos artículos es un catálogo de la Editorial Otra Cosa. «Pero, en
realidad», puede ser, calculo, una de sus ofertas: La Escuela Publi­
LITERATURA DEL AGOTAMIENTO citaria de Literatura por Correo Directo Nueva York. De todas ma­
neras, sus productos son vivamente difundidos y constituyen mate­
rial interesante de conversaci6n en clases sobre el arte de escribir
ficci6n, por ejemplo, donde discutimos la desencu~dernada, despagi­
nada, armada al azar novela-en-una caja de Alguien-o-cualquiera y
~1
lo deseable de imprimir Finnegans Walee en una larga toalla-en­
rollo. Es más fácil y sociable hablar sobre técnica que hacer arte,
y el campo de los «happenings» y su parentela es, sobre todo, ~i
;~
una manera de tratar' cuestiones estéticas, aunque no parezca: ilus­
trando «dramáticamente» puntos más o menos válidos e interesan­
tes sobre la naturaleza del arte y la definici6n de sus términos y
Voy a ocuparme de treli cuestiones más o menos simultáneamen­ géneros.

te: primero, algunas viejas preguntas planteadas por las artes híbri­ Un hecho sobresaliente, por ejemplo, en las artes híbridas es su H
das; segundo, algunos aspectos del escritor argentino Jorge Luis Bor­ tendencia (notada inclusive por la revista Lile) a eliminar no sola·
m~nte el público tradicional -«los que captan el arte del artista» ji
ges, por quien profeso gran admiraci6n; tercero, algunas preocupa­ H
ciones profesionales mías propias, relacionadas con esos otros asun­ (en los «happenin~s» los espectadores son a menudo los actores, H
;1
tos y que tienen que ver con lo que llamo «la literatura de la po­ como en los «environments», y algo de la música nueva no está .;
¡¡

sibilidad agotada» --o, más elegantemente, «la literatura del agota­ destinada del todo a la ejecuci6n)--, sino además la noci6n más "
tradicional del artista: el agente aristotélico y consciente que 10­ ·ti
miento».
Por «agotamiento» no quiero decir nada tan manido como el ¡;!ra con técnica e ingenio el efecto artístico; en otras palabras, !
tema de la decadencia física, moral o intelectual;. tan s610 el des­ alguien dotado con talento fuera de lo común, que ha desarrollado o'
~
I,
gaste de ciertas formas o el agotamiento de ciertas posibilidades
que no son, de ninguna manera, motivo necesario de desesperaci6n.
No cabe duda de que durante muchos años un gran número de ar­
v disciplinado ese talento en virtuosismo. Es aparentemente una
noci6n aristocrática Que el Occidente democrático desearía haber ya
liquidado; no rolamente el autor «omnisciente» de la literatura
tistas occidentales han polemizado en torno a las definiciones de las mÁli antig;ua, sino la idea misma del artista que controla, ha sido
varias artes, de los géneros y las formas: el arte pop, «happenings» condenarla como DoHticAmente reaccionaria, y hasta fascista. 'j

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1
dramáticos y musicales, toda la gama de artes híbridas o «medios
combinados», han sido testigos de la tradici6n que se rebela contra
Ahora hi.en, teniendo un temperamento que elige «rebelarse con­
tra las formas tradicionales». me inclino a preferir el tipo de arte
•f la Tradici6n. Un catálogo que recibí por correo hace algún tiempo, que no muchos pueden hacer: un arte que exige dominio de lali
por ejemplo, incluía anuncios de artículos, tales como Ample Food formas v especializaci6n, además, de ideas estéticas s6lidas y/o inspi­
f lor Stupid Thought (Amplio alimento para pensamientos estúpi. raci6n. Me WJsta el arte pop en la famosa colecci6n Albright-Knox,
1
¡dos), de Robert Filliou: una caja llena de tarjetas postales que llevan a unas pocas\ cuadras de mi casa en Buffalo, como una vívida con­
inscritas «preguntas aparentemente sin sentido», para ser enviadas
Ia quien el comprador juzgue apropiado; Paper Snake (La víbora
versaci6n en su mayor parte, pero a fin de cuentas me impresionaron
más los malabaristas y acr6batas del viejo Hipódromo de Baltimo­
de papel~, de Ray Johnson: una colecci6n de escritos caprichosos, re adonde iba cada vez que renovaban el programa: genuinos virtuo­
«a menudo agudos», remitidos alguna vez a varios amigos (lo que sos haciendo cosas que cualquiera puede soñar y discutir, pero que
el catálogo describe como La Escuela de Literatura por Correspon­ casi nadie puede hacer.
dencia Nueva York); y Anecdoted Typography 01 Chance (Tipogra­
Ha anecd6tica del azar), de Daniel Spoerri: «aparentemente» una des­ Supongo que la distinción es entre cosas que merecen comenta­
, cripci6n de todos los objetos que se encontraban sobre el escritorio rio -preferentemente con un vaso de cerveza, si uno pertenece a
mi generaci6n- y cosas que merecen hacerse. «Alguien debería ha­
~~or. «pero en realidad... una rosmologla de la existencia de cer una novela con escenas que se levantan de la página, como los
Spoerrl».
- 170­ - 171­
en estacas o colgados por el cuello. A la tercera pertenecen unas po­
viejos libros de cuentos para nifios», dice uno con la implícita con· cas personas cuyas ideas artísticas son tan hip como las de cualquier
vicci6n de que uno mismo no se molestará en hacerla. nuevo-novelista francés, pero que, sirl embargo, se la ingenian para
Sin embargo, el arte y sus formas y técnicas viven en la historia hablar elocuente y memorablemente a nuestros corazones y condicio­
y ciertamente cambian. Simpatizo con una observaci6n atribuida a nes aún·humanas, como los grandes artistas lo han hecho siempre.
Saul Bellow que comentaba que estar al día técnicamente es el atri­ De ~stos, dos de las mejores especies vivas que yo conozco son
buto menos importante de un escritor, aunque yo tendría que agre· Beckett y Borges, casi los únicos contemporáneos que mi lectura co­
gar que este atributo menos importante es, a pesar de todo, esen· noce que rueden mencionarse junto a los «viejos maestros» de la na­
cial. De cualquier manera, estar técnicamente fuera de onda cons·
(1
rrativa de siglo xx. En la aburrida historia de los premios literarios,
tituye probablemente un defecto genuino: la Sexta Sinfonía de Bee­ el Premio Internacional de Editores de 1961, compartido entre Bec­
thoven o la Catedral de Chartres creadas hoy avergonzarían a kett y Borges, es realmente una excepci6n feliz.
sus autores. Un buen número de novelistas actuales escriben sus Uno de los aspectos modernos de estos dos escritores es que
obras siguiendo el modelo de la novela de fines del siglo pasado, en una era de ultimidades y de «soluciones finales» -por lo me­ J,
~
solamente que emplean un lenguaje de más o menos mediados del nos, de las ultimidades sentidas, en todo, desde armamentos hasta )~

1:
siglo xx y sobre gente y temas contemporáneos; esto los hace con· teología, la celebrada deshumanizaci6n de la sociedad, y la historia 11
¡¡
siderablemente menos interesantes (para mí) que excelentes escrito­ de la novela- sus obras, por caminos separados, reflejan y se ocu­
res que además son técnicamente contemporáneos; Joyce y Kafka, pan de lo ultimativo, técnica y temáticamente a la vez, como, por ~
t
por ejemplo, en su tiempo, y en el nuestro, Samuel Beckett y Jorge ejemplo, hace Finnegans Wake a su manera: Hay que notar, de pa­ r
Luis Borges. Las artes híbridas, yo diría, tienden a ser intermedia­ sada, por lo que tenga de valor sintomático, que Joyce qued6 ciego
rias ** entre las esferas tradicionales de la est~tica de un ledo y la en sus últimos años, Borges lo está literalmente y Beckett se ha "I1
li
creaci6n artística del otro; creo que el artista sabio y civil las con­ vuelto virtualmente mudo, respecto a su musa, habiendo progresa­ 11
i'
siderará con la misma clase y grado de seriedad con que escucha
~
do de frases inglesas maravillosamente construidas a través de fra­ ~
una buena conversaci6n de café: oirá cuidadosamente, aunque sin too ses francesas más y más breves hasta la prosa sin sintaxis ni pun­ -Q-
mar partido, y observará vigilantemente a sus colegas de las artes hí­ tuaci6n de Comment c'est y, «por último», a 'ica sin pala­ I1I
bridas, aunque más no sea muy de costado. Pueden muy posiblemen­ bras. Se podría inferir un curso teorético par Beckett: el lenguaje, jI

te sugerirle algo utilizable en la creaci6n o comprensi6n de obras 1,


después de todo, consiste de silencio tanto como 001 o, y a m ­
genuinas del arte contemporáneo. mIca es aún comumcaci~n -«esa Idea del SIglo XIX» me espet6 una !¡
~
El hombre sobre el cual quiero hablar aquí, Jorge Luis Borges, vez un estudiante de Yale-, pero por el lenguaje de la acci6n. Pero
ilustra bien la diferencia entre un artista técnicamente anticuado, un el lenguaje de la acci6n consiste de quietud como asimismo de mo­
civil técnicamente al día, y un artista técnicamente al día. En la pri­ vimiento y de esta manera, en el contexto del progreso inm6vil de ti
mera categoda yo situada a todos aquellos novelistas que, para bien Beckett, las figuras silentes no son aún últimas o ultimativas del ~I
o para mal escriben no como si el siglo xx no existiera, sino como todo. ¿Qué diríamos entonces de un escenario vado y silencioso, ¡¡r
si los grandes escritores de los últimos sesenta y pico de años no hu­ o de páginas en blanco 1 -un «happening» donde no pasa nada, U
bieran existido (nota bene que nuestro siglo ha consumido ya más como la composici6n 4/33 de Cage ejecutada en una sala vacía? 1, iI
de sus dos terceras partes; es lamentable observar a un gran número Pero la comuni~ci6n dramática consiste de la ausencia como asi­ ;í
de nuestros escritores siguiendo los modelos de Dostoevsky o Tolstoi mismo de la pre6encia de los actores; «tenemos nuestras salidas y
o Flaubert o Balzac, cuando la cuesti6n técnica real me pE'..rece ser nuestras entradas»; y así todavía esto sería lo imperfectamente «úl­
como suceder ni siquiera a Joyce y Kafka, sino a aqu~llos que han timo» en el caso de Beckett. Nada del todo, me imagino: pero la nada
sucedido a Joyce y Kafka y que están ahora en el ocaso de sus pro­ es necesaria e inextricablemente el trasfondo contra el cual el Ser,
pias carreras). En la segunda categoda hay gente como un artista etcétera; para Beckett, a esta altura de su carrera, dejar de crear
vecino mío en Buffalo que hace Winnies-the-Pooh muertos, algunas del todo seda bastante significativo: su obra coronadora, su «última
veces en escala monumental, de hule rellenos con arena y empalados palabra». ¡Qué situaci6n perfecta, qué c6modo desemboque! « Y

* En inglés, Barth usa un ca1embur: up to date/out 01 date. (Nota del 1 Un ejemplo de 10 ultimativo ya consesuido en el siglo XIX por el van­
traductor.) guardista de Eeast Auroral Nueva York. ELBER HUBBARD, en su Essay on
** Un segundo calembur: inte,media a,ts/intermediarv ares. (Nota del Silence (Ensayo sobre el silencio).
traductor.)
- 173­
1i? _

,
11
r

ahora terminaré» ~l valet Arsene dice en Watt- «y no volverás compositor lo bastante consciente del pasado y del presente. Tendría
a oír mi voz». Molloy solamente habla del silencio «del cual está entonces, potencialmente, para bien o para mal, el tipo de signifi. !
;

hecho el univeRo». ,- -----­ cación del aviso publicitario para sopas Campbell de Warhol, con la
Después de lo Cual, a¡rego en nombre de todos nosotros, sena diferencia de que en el primer caso se ha reproducido una obra de ;! ~
.,
concebible redescubrir vlHidamente los artificios del lenguaje y la arte en lugar de una obra de no-arte, y el comentario irónico, por h¡
literatura -nociones tan demoledoras como la gramática, la puntua­ tanto, estada dirigido más directamente hacia el género y la historia
ción... ¡hasta la caracterización! ¡Hasta el argumento!- si uno dis­ del arte que hacia el estado de la cultura. Por supuesto, para otor.
gar validez intelectual a este punto no se necesita ni siquiera re. 't,1
curre de manera correcta, consciente de lo que los predecesores de ~!
componer la Sexta Sinfonía, de la misma manera que Menard no ¡,
uno han sido capacess r . ¡j
Ahora bien, J. L Bor e tiene perfecta conciencia de todas es­ necesitó en realidad re-crear el Qui;ote. Habría sido suficiente con "

tas cosas. Ya en las gran s décadas del experimentalismo literario que Menard se atribuyera la novela a sí mismo para tener una nueva
estuvo vinculado con Prisma, una revista mural que publicaba sus obra de arte, desde UD punto de vista intelectual. En efecto, en va.
páginas en las paredes y carteleras de las calles; sus libros más tar­ rios de sus cuentos Borges juega con esta misma idea, y puedo de
díos, Laberintos (una selección inglesa) y Ficciones, no ~plamente inmediato imaginar la próxima novela de Beckeu, por ejemplo, como
anticipan las estrambóticas ideas del grupo de la Editorial Otra-Cosa Tom Iones, de la misma manera que la última de Nabokov fue el
¡II

q
-algo no difícil de hacer-, sino que, siendo además maravillosas multi-volumen de la traducción anotada de Pushkin. Yo mismo he 1I
obras de arte, ilustran de manera simple .lA... diferencia entre el hecho aspirado siempre a escribir la versión de Burton de Las mil y una ': I

de la ultimidaCfestética su uso ardsdeo. De -lo que se despreñae noches, completa con apéndices y lo demás, en doce volúmenes, y
,que un artls a no se re uce a ejemp Icar a u ,_~_.!l._eIIlE~ para mis propósitos intelectuales ni siquiera necesito escribirla. ¡Qué
ConSIdérese el cuento de BOrges «Plerre-Menüa;-autor del Qui. veladas podríamos pasar (con cerveza) hablando del Parthenon de !¡ ,
jote»: el héroe, un simbolista francés de fines de siglo, extremada· Saarinen, del Wuthering Heights, de D. H. Lawrence, o del Gobier­
no de Lyndon B. lohnson de Robert Rauschenberg! ti' !I
mente sofisticado, por medio de un asombroso esfuerzo de la imagi­ N 1;1
nación, produce -no copia o imita sino, atención, compone- varios
capítulos de la novela de Cervantes. Borges narrador nos dice:
La idea, insisto, es intelectualmente seria, como lo son las otras
ideas típicas de Borges, en su mayor parte de naturaleza metafí­ ~ l! ,
Ir!
'11
ji /'
sica más que estética. Pero lo que es importante observar es que ii
Es una revelación cotejar el don Quijote de Menard con el de Borges no se atribu ui¡ote a sí mismo, y mucho menos lo re­
Cervantea. Este, por ejemplo, escribió (primera parte, noveno capItulo): compone como ierre Menar .- en su lugar, escribe !lna obra de li­ 1I1,
.. .la verdad, cuya madre es la historia, ~mtJa del tiempo, depósito
teratura ori inal no a e, cu o tema implícito es la difiCUItag.l._W ¡¡,/
de las acciones, testigo de lo pasado, eiemplo y aviso de lo presente, vez la ta e ne' e escri lr o ras onglIla es -aeuteratura. ¡:-1
-Su victoria artística, si se quiere, reSl e en que -confronta uncaTIe­
advertencia de lo por venir. 1.'1
jón sin salida y lo emplea contra sí mismo para conseguir una obra í'
Redactada en el siglo diecisiete, redactada por el «ingenio leso» nueva. Si esto corresponde a lo que hacen los místicos -«a cada i~

Cervantes, eaa enumeración ea un mero elogio retórico de la historia, momento saltando al infinito», dice Kierkegaard, «y a cada mo­ liil
Menard, en cambio, escribe: mento cayendo inevitablemente de vuelta en lo finito»- es sola­
.. .la verdad, cuya madre es la historia, ~mula del tiempo, depósito de mente un aspecto más de esa vieja analogía. En términos más ca­ Ji r,
111

llls acciones, testigo de lo pasado, eiemplo y aviso de lo presente, seros, es cu~stión de tirar el agua sucia del baño a cada momento 1 11""

advertencia de lo por f/t";'. sin perder eÓ ningún momento al bebé. 11,

Otra forma de describir el logro de Borges es a través de un par


La matoria, madre de la verdad: la idea ea asombrosa. Menard, de sus términos favoritos, álgebra y fuego. En su cuento más a me­
contemporáneo de WU1iam James, no define la lústoria como una
indagación de la realidad sino como su origen... nudo antologizado «Tlan, Uqbar, Orbis, Tertius», imagina un mun­ ¡,
do completamente hipotético, la invención de una sociedad secreta J

Etcétera" Ahora bien, ésta es una idea interesante, de conside­ de estudiosos que elaboran cada llno de sus aspectos en una enci­
rable validez intelectual. He dicho antes que si la Sexta de Beetho­ clopedia subrepticia. Esta Primera Ellciclopedia de Tlon (¿qué fa­
ven se compusiera hoy sería embarazoso; pero es claro que no lo bulador no deseada haber soñado la Britannica? J describe una alter­
sería, necesariamente, si se hiciera con una intención irónica por un nativa coherente a este mundo, completa en todo respecto, desde su

- 174­ - 17.5 -­
,
álgebra a su fuego, nos dice Borges, y de tal poder imaginativo que, Esta «contaminación de la realidad por el suefio», como Borges
una vez concebida, comienza a imponerse en nuestra realidad prime­ la llama, es uno de sus temas predilectos, y los comentarios sobre
~~ ¡
·'1,
ra y eventualmente la reemplaza. Mi idea es que ni el álgebra tales contaminaciones es uno de sus recursos narrativos favoritos.
ni el fuego, metafóricamente hablando, pueden conseguir separada­ Como muchos de los mejor'rs recursos del género narrativo, convierte i:!
mente este resultado. El '!gebra de Borges es lo que pongo a con­ al modo o forma que maneja el artista en una metáfora de sus pre­
ocupaciones, tal como se hace al final del diario del 'Portrait 01 the
I~ I
sideración aqui ---es más ficil hablar sobre el álgebra que sobre el ;;
fuego--, pero cualquier gigante intelectual podria igualarla. Los au­ ! Artist As a Young Man (Retrado del artista adolescente) o en la i;l
construcción cíclica de Finnegans Wake. En el caso de Borges, el 1¡1
tores imaginarios de la Primera Enciclopedia de Tlon no son artis·
1
tas, aunque sus obras son de alguna manera de ficción y encontra­
dan en nuestro tiempo un editor dispuesto en Nueva York. El au­
tor del cuento «Tlon, Uqbar, Orbis Tertius», que tan sólo alude
a la fascinante Enciclopedia, es un artista; lo que lo convierte en
,
i
cuento «Tlon... », por ejemplo, es un trozo real de realidad imaginada
en nuestro mundo, análogo a esos artefactos tlonianos llamados hro­
nir que se imponen en la existencia por la imaginación. En suma, la
forma del cuento es en si mismo no solamente un aradigma o UM
!
fi
creador de primera Unea, como Kafka, es la combinación de esa idea , ora smo que e ec o e cuento es SIm Ó ico: «e me io es el ld!
intelectualmente profunda con una gran visión humana, un poder 'ñleñsaie». - ~ ­
II
poético, y un dominio consumado de sus medios, una defiiúdón
que habría' sido superflua, supongo, en cualquier siglo menos en t LGJ M s aún, como toda la obra de Borges, ~a en otro de sus
aspectos mi tema: cÓmo un artista uede paradójiCamente convertir
a u tlmi a senti a e nuestro tiempo en materIa y m o e su III1
el nuestrO. obra -parad6;;camente porque al hacerlo trasciende lo que pareda
No hace mucho, entre paréntesis, en una nota al pie de página
a una edición critica de Sir Thomas Browne (The Urn Burial, creo ser--su refutación, de la misma manera que el mistico que trasciende I
que era) me encontré con un perfecto dato a lo Borges que recor­ lo finito dice estar posibilitado para vivir, espiritual y ffsicamente,
daba la auto-realización de Tlon: el caso real de un libro llamado en el mundo finito. Supongamos que Fulano es un escritor por vo­
The Three Impostors (Los tres impostores), al cual se aludía en cación -un «(degenerado con debilidad por la letra impresa» como
('1)
Religio Medici de Browne entre otros lugares. The Three Impostors nos llaman los MacLuhanitas- y siente, por ejemplo, que la novela,
es un tratado blasfemo, no existente, contra Moisés, Cristo y Maho­ si no la literatura narrativa en general, ha jugado a estas alturas su .q- 1I
ma, que en el siglo XVII se aceptaba como existente, o que habia última carta, como mantienen Leslie Fiedler y otros. (Me inclino a
existido alguna vez. Los exégetas se lo atribuian variablemente a estar de acuerdo, con algunas reservas y rodeos. Las formas litera­
Boccaccio, Pietro Aretino, Giordano Bruno y Tommaso Campanella, rias tienen por supuesto sus historias y contingencias históricas, y -1
y aunque nadie, Browne incluido, habia visto nunca un ejemplar del podria ser que el tiempo de la novela como forma de arte mayor 11,
libro, frecuentemente se lo citaba, refutaba, denunciaba, discuda como ha e>:pirado, como tuvo su tiempo la tragedia clásica, la gran ópe­
si todos lo hubieran leido -hasta que, como era de esperar, en el ra o la secuencia del soneto. Lo cual no es necesariamente un mo­ 1
siglo XVIII apareció una obra espuria falsamente fechada en 1598 con tivo para alarmarse, con excepción tal vez de ciertos novelistas, 1
el título De Tribus Impostoribus. Es extraño que Borges"no mencione y una forma de canalizar tal sentimiento podría ser escribiendo
11
esta obra, puesto que parece haber leido absolutamente todo, in­ una novela sobre la muerte de la novela. Si históricamente la no­ 11
cluyendo todos los libros que no existen, y Browne es en especial vela expira o persiste me parece sin importancia; si suficientes H
uno de sus favoritos. En efecto, el narrador de «Tlon, Uqbar, Or­ escritores y criticas se sienten apocalipticos al respecto, sus senti­ H
mientos devienen un factor cultural considerable, como el senti­
nj:
bis Tertius», declara al final: r
miento de que la civilización occidental, o el mundo, pronto va
Entonces desaparecerán del pla1leta el inglés y el francés y el mero a sucumbir. Si uno condujera un grupo de gente al desierto y el {'

español. El mundo ser' non. Yo no hago caso. yo sigo revisando, en mundo no se acabara, volvería avergonzado, me imagino; pero la
los quietos dlas del hotel de Adragué. una indecisa traducci6n queve­ persistencia de una forma de arte no invalida obras creadas en el
diana (que no pienso dar a la imprenta) del U,n Bu,ial de Blowne 2. ambiente apocaUptico comparable. Este es uno de los beneficios
laterales de ser un artista en vez de un profeta. Hay otros.) Si
s Más aún, al releer «nOn...•• encuentro una observaci6n que podrla uno fuera Vladimir Nabokov podria sublimar la ultimidad sentida
jurar no estaba en la versi6n del año pasado: que el excéntrico millonario escribiendo Pale Fire: una buena novela escrita por un pedante
americano que costea la Enciclopedia lo hace con la condici6n de que «la obra
no pactará con el impostor Jesucristo•. culto, en forma de un comentario pedante sobre un poema in·
;~ ¡

- 176 - 177­
ventado para ese propósito. Si uno fuera Borges podría escribir publicar o perecer- pondría al autor del libro en aprietos. (Sospe.
cho que Borges inventó todo este episodio: el asunto que menciona
Laberintos: ficciones de un culto bibliotecario en forma de notas
al pie de página, como él· las describe, o libros imaginarios o no aparece en 'ninguna edición de Las mil y una noches que he po­ :'1
hipotéticos. y yo agrego, puesto que creo que la idea de Borges dido consultar. No aparece todavia, de todas maneras: después de
es aún más interesante, que si uno fuera el autor de este artícu­
leer «Tlon... » uno se siente inclinado a revisar el texto cada semes­
tre más o menos.)
I
lo, habda escrito algo así como The Sot-Weed Factor o Giles Goal­ ·:,i
Boy 8: novelas que imitan la forma de la Novela, por un autor que Ahora bien, Borges (que -alguien una vez me acusó irritado de n,
haber inventado) se interesa en la Noche 602 porque es un ejemplo HI
l' •
imita el rol del Autor. del cuentro-dentro-del·cuento re ose so re sí mismo, y su in­
11
;1
Si todo esto suena desagradablemente decadente es, sin embar­
go, acerca de los comienzos del género, con el Qu;;ote imitando al
terés en tales ejemplos tiene tres razone ~ primero, como él mismo \'\
¡'
Amadís de Gaula, Cervantes haciéndose pasar por Cide Hamete Be­
declara, nos perturban Il?-~t~flsic~~~te.~_~ºdo los personajes de una jll
;;¡
nengeli (y Alonso Quijano simulando ser don Quijote), o Fielding
obra deticción devienen l~tQ.rc!_ p.n_aut,ºr~s-'«:T~---SU_J;io.pJ.l! fkgQ.l!,_ no.s~
Í'~uerdan el carácter _fictjf!Q-º~_nuestr@ propia_~xiste~~l_ uno de los ;:\
parodiando a Richardson. «La historia se repite como una farsa»
I!
¡"II
-significando, por supuesto, como la forma o modo de la farsa, no
temas cardinales de Borges, como 10 fue de Shakespeare, Calderón,
Unamuno y otros. Segundo, la Noche 602 es una ilustración litera­ í\¡;
que la historia es farsa. La imitación (como el dadaísta quereapare­
!'
ce en la obra de las artes hfbridas) es algo nuevo y puede ser muy
ria del re ressus in in initum, como lo son casi todos los motivos e í:
seria y apasionada a pesar de su aspecto de farsa. Esta es una dife­
j 1m enes prmcipa es de Borges. Tercero, el gambito accidental de Ji

rencia importante entre una novela propiamente dicha y una imita­

I Scheherezade, como las demás versiones de Borges del regressus in H


li
ción deliberada de una novela, o una novela que imita otros tipos

de escritos. Los primeros intentos, históricamente, por imitar accio­


nes más o menos directamente, y sus recursos convencionales -<au·
, infinilum es una ima en del agotamiento, o del !intento de agota­
lUlento, de posi 1 a es --en este caso POS1 1
de este modo retornamos a nuestro tema centriil.---­
s 1terar1as- y lj
sa y efecto, anécdota lineal, caracterización, selección del narrador, Lo que torna la actitud de Borges, si se quiere, más interesante ~'
li
para mí que, digamos, la de Nabokov o Beckett, es la premisa desde
ordenamiento, e interpretación- pueden ser y han sido desde hace
mucho tiempo objetados como nociones obsoletas, o metáforas de la cual Borges se aproxima a la literatura; en las palabras de uno
"'t ;¡
nociones obsoletas: pienso en los ensayos de Robbe Grillet Para una de sus editores: «Para [Bor es] nadie puede alegar ori 'nalidad ,
novela nueva. Hay respuestas a estas objeciones, que aquí no vienen en literatura¡ todos os escritores' sOn m s o~és 'amanuen· 1,
al caso, pero se puede ver que de cualquier forma son refutadas por ses del espír1tu, traauctores y anótiél~~!.il~ ar~etipos'j)I~­ i

las novelas.de-imitación que intentan representar no la vida directa· lemB.» Así se explica su -Tric1íii8Cíóñ a escri1:iir breves comenta­
mente, sino una representación de la vida. Tales obras, en efecto, no .r10s sobre libros imaginarios: intentar agregar manifiestamente a :1
¡¡
son más ajenas a la «vida» que las novelas epistolares de Richardson la suma de literatura «original» aún a través de un brevísimo 11
o Goethe: ambos tipos imitan escritos «reales», y el .tema de am­ cuento convencional, no digamos una novela, sería demasiado pre· ti
bos, en última instancia, es la vida, no los escritos. Una novela es suntuoso, demasiado ingenuo; hace mucho tiem ue la literatura
tan parte del mundo real como una carta, y las cartas en Las cuitas ha sido ya escrita. ¡El punto de v1sta e un 1 otecariOTY-seria en
de Werther son, después de todo, ficticias. SI ~Il1sma ~emae18do ~resuntuoso si no fuera parte de)lna visió~ meta·
Uno podría imaginablemente componer esta imitación, y aunque fís1ca apas10naQJ V1vamente relevante, y astutamente empíeadiCOil. 1I
Borges no llega a hacerlo se siente fascinado con la idea: una de sus tra s m1sma recisamente ara pr UC1r teratura nueva ~aJ..
alusiones literarias más frecuentes es la noche 602 de Las mil y una rgesCtefme el Barroco como «ese est o que e ra amente agota
noches, cuando, debido a un error del copista, Scheherezade comien· (o procura agotar) sus posibilidades y raya en su propia caricatura».
za a contarle al Rey la historia de las 1001 noches, desde el co­ Mientras su propia obra no es barroca, excepto intelectualmente (el
mienzo. Felizmente, el Rey la interrumpe; si no 10 hubiera hecho no barroco no fue nunca tan terso, lacónico, económico), sugiere la idea
habría ocurrido jamás la noche 603, y mientras esto resolvería el de que la historia intelectual y literaria ha sido barroca y ha agotado
problema de Scheherezade --<1ue es el problema de todo narrador: casi comp etamente a pOS1 11 e a nove - u ­ I clones '·son
o so ente notas pie e págma "Cle teXtos una iDarios, sino pelS­
8 The Sot-Weed Factor (1960) y Giles G04t.Boy (1966) son las novelas má atas CUerpo rea e a teré a.
importantes de ]ohn Bartb. (Nota del traductor.)

- 178­ - 179­
mente de combinaciones, es finito (aunque muy grande), y el nú­
Esta premisa otorga resonancia y relaci6n a todas sus imágenes mero de recurrencias de cada elemento y combinaci6n de elementos
principales. Los espejos enfrentados que recurren en sus cuentos son es infinito, como la biblioteca misma.
un re/!.ressus dual. Los dobles con los cuales sus personajes, como los Esto último nos conduce a su imagen favorita, el laberinto, y a
de Nabokov, se enredan, sugieren vertiginosos múltiplos y recuerdan mi punto central. Laberintos es el nombre del volumen más sustan­
una de las observaciones de Browne de que «todo hombre es no cial de su obra traducida al inglés, y el único libro que estudia a
solamente él mismo ... los hombres son revividos otra vez», (Le agra­ Borges en inglés, de Ana Maria Barrenechea, se llama Borges el
dada a Borges, e ilustra a la vez el aserto de Browne, llamar a Brow­ creador de laberintos·. Un laberinto es, des ués de todo un lu ar
ne un precursor de Borges. «Todo escritor», dice Borges en su ensa­ en el ue ' . as as' - si 'í i a es .de -eleccioñ-n e i­
yo sobre Kafka, «crea sus propios precursores».) La secta herética reCCI n, en este -cáso) están. a as, L--<~n .e::-::cepclOnes ~espe~

favorita de Borges es la de los Histriones del siglo In -Creo -y espe­ claIes como la de TeseO== C®íiser a2ótaoo -añtesile- ef"'il­
ro que mos·haya inveñtado- que cremn1J.ue lBrepetici6n es impo­ l
anzar su centro;-doriae~"- fec:üerctése,et.~WnoIaüf'oespera con dos
sible en la historia y por eso vivieron viciosameIÍte para-purgar- el positilhdaaes--fiñales!- derrota y muerte, o victoria v hbertad. El le·
futuro de los vielos- que elloscometerfan; errottul'alabras,se-trata gendario Teseo, en efecto, es no-barroco; -S-racias al hilo de Ariad­
I
de agotar las posióiIícfaaes del--rriundo para acelerar su fin.' na, puede seguir un atajo a través del laberinto en Knossos. Pero
l.
El autor que Borges menciona más frecuentemente, después de Menelao en la playa de Pharos, por ejemplo, es genuinamente ba­
Cervantes, es Shakespeare; en un texto imagina al dramaturgo en rroco en el espíritu borgeano, e ilustra una moralidad artística po­
su lecho de muerte pidiéndole a Dios que le permita ser uno y él sitiva en la literatura del agotamiento. Menelao no está allí, des­
mismo, después de haber sido todos y nadie; Dios le responde desde pués de todo, por mero gusto (tal como Borges y Beckett no es­
el torbellino que El tampoco es nadie; El ha soñado el mundo como !
tán en el gremio de la literatura por razones de salud): Menelao
Shakespeare, incluyendo a Shakespeare. La historia de Homero, en está perdido, en el gran laberinto del mundo, y tiene que- mante­
el libro IV de la Odisea, sobre Menelao en la playa de Phal'os, lu­ ñerse flime' rnienffas'el"Vie;o-c1e1 Mar ag01a1as'espantosas'-más­
chando con Proteo, impresiona a Borges profundamente: Proteo es
quien «agota las versiones de la realidad» mientras Mendao -=9ue , d~f~~J;{~~~~á~~~~r:v~r~a~~~~~~~·~f~?nCafle-t1n~f~moó.~·~~· ~
debe recordarse, disfraz6 su propia identidad para prepararle una Es una empresaneroi¿á:· cuyo-- Objeto es la salvación -recuérde­ t
emboscada- se aferra a la suya. La paradoja de Aquiles y la Tor­ se que el objetivo de los Histriones es agotar la historia para que

tuga de Zen6n da cuerpo a un regressus in infinitum que Borges lleva Jesús pueda retornar más pronto, y que la heroica metamorfosis

a la historia filosófica, haciendo notar que Arist6teles la us6 para re· ,


de Shakespeare en «Everything and Nothing» culmina no mera­

futar la teoda de las formas de Plat6n, Hume para refuta! la de­ mente en una teofania, sino en una apoteosis. ''.1, ­
ducci6n silogística, William James para refutar la noci6n del pasaje Ahora bien, no cualquier individuo está equipado para esta la­ 'f

temporal, Y Bradley para refutar la posibilidad geneJ:'al de las rela· bor, y Teseo en el laberinto de Creta deviene, finalmente, la ima­ l

ciones 16gicas; el propio Borges la usa, citando a Schopenhauer, como gen más adecuada de Borges después de todo. Este hecho resulta
evidencia de que el mundo es nuestro sueño, nuestra idea, en el deprimente para nosotros demócratas liberales; la comunidad, ay,
cual pueden encontrarse «tenues -y eternos· intersticios dé sinraz6n» perderá siempre su rumbo y sus almas: es el resto, el grupo esco­
que nos recueraan qué -nuestra cread6n -es 1itsa,-o, --por-lé.'5J!1Bfos, gido, el virtuoso, el héroe teseano, quien, confrontado con la rea­
fIct1Cla~ . - ... ----.---.'.- - .-.--_ ..-------- -- - . . -.. - . __ ._n _
naad barroca, la historía Diírroca, el ésHidooarroco desu arte, no

I
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--Lilbiblioteca infinita de uno de sus cuentos más po mares es una
imagen es ecialmente pertinente a _a iteratura e..-!89tamientC?j ~ta
1 loteca de Ba e» cont!ene to as as
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IJir les combinaciones de_~
or t~!QJ.!Oªº!Jg~~ 'bros y JUICIOSpo~ in­
.necesita ensayar sus poslbilioades de agotamiento, tal como Borges
no necesfia escribir· la Enciclopedza de llon o los libros de la BI­
bIfotecil de Babel.· Necesita solamente tener cóñ"Ciencla ae~su'exrs~
téñC:Íá o pOsibilidad; "reconocer' tal poslóTIíaild'}7'coflli ayuaa de
i -c uyendo mis refutaciones y vindicaciones y las de todos los leCtOres, ====::-~_~_ -.<0........ . . - - - - - . - - - - - - - - - - - - - . - - -...­
il la historia del futuro real, la historia de todos los futuros posibles, • Título en inglés de Úl irrealidad en la obra de J. 1. Borges, El artículo

•~ y aunque él no lo mencione, las enciclopedias no solamente de Tlon de Barth apareció en 1967; desde entonces han aparecido siete nuevos libros

sino de todos los demás mundos imaginables -puesto que, como en inglés que estudian la obra de Borges y varios números especiales de re­

en el universo de Lucrecio, el número de elementos, y consecuente­ vistas de investigación dedicados a Borges. (Nota del traductor.)

- 180­ - 181­
dotes muy especiales -tan extraordinarias como la santidad. o el
<heroísmo y que con toda probabilidad no se encuentran en la Es­
cuela de Literatura por Correspondencia Nueva York- atravesar
directamente el laberinto para el logro de su obra.

[The Atlantic Monthly, vol. 220, núm. 2, agosto


de 1967. Traducci6n de J. A.]

MILAN KUNDERA: El arte de la novela (1983)


Pero ¿no llega la novela al fin de su camino por su propia lógica interna? ¿No ha explotado ya todas
sus posibilidades, todos sus conocimientos y todas sus formas? He oído comparar su historia con las
minas de carbón desde hace ya largo tiempo agotadas. Pero ¿no se parece quizá más al cementerio
de las ocasiones perdidas. de las llamadas no escuchadas? Hay cuatro llamadas a las que soy
especialmente sensible.
La llamada del juego. - Tristam Shandy de Laurence Sterne y Jacques el fatalista de Denis Diderot
se me antojan hoy como las dos más importantes obras novelescas del siglo XVIII. dos novelas
concebidas como un juego grandioso. Son las dos cimas de la levedad nunca alcanzadas antes ni
después. La novela posterior se dejó aprisionar por el imperativo de la verosimilitud, por el
decorado realista, por el rigor de la cronología. Abandonó las posibilidades que encierran esas dos
obras maestras y que hubieran podido dar lugar a una evolúcion de la novela diferente de la que
conocemos (sí, se puede imaginar también otra historia de la novela europea...).
La llamada del sueño. - Fue Franz Kafka quien despertó repentinamente la imaginación dormida
del siglo XIX y quien consiguió lo que postularon los surrealistas después de él sin lograrlo del
todo: la fusión del suefto y la realidad. Esta es, de hecho, una antigua ambición estética de la novela,
presentida ya por Novalis, pero que exige el arte de una alquimia que sólo Kafka ha descubierto
unos cien aftos después. Este enorme descubrimiento es menos el término de una evolución que una
apertum inesperada que demuestra que la novela es el lugar en el cual la imaginación puede
explotar como en un sueño y que la novela puede liberarse del imperativo aparentemente
ineluctable de la verosimilitud.
La llamada del pensamiento. - Musil y Broch dieron entrada en el escenario de la novela a una
inteligencia soberana y radiante. No. para transformar la novela en filosotia, sino para movilizar
sobre la base del relato todos los medios, racionales e irracionales, narrativos y meditativos, que
pudieran iluminar el ser del hombre; hacer de la novela la suprema síntesis intelectual. ¿Es su
proeza el fin de la historia de la novela, o más bien la invitación a un largo viaje?
La llamada del tiempo. - El periodo de las paradojas terminales incita al novelista a no limitar la
cuestión del tiempo al problema proustiano de la memoria personal. sino a ampliarla al enigma del
tiempo colectivo, del tiempo de Europa, la Europa que se gira para mirar el pasado, para hacer su
propio balance, para captar su propia historia, al igual que un anciano capta con una soja miJada su
vida pasada. De ahí el deseo de franquear los límites temporales de una vida individual en los que la
novela había estado hasta entonces encerrada incorporando a su ámbito varias épocas históricas.
(Aragon y Fuentes ya lo han intentado.)
Pero no quiero profetizar sobre los futuros derroteros de la novela, de los que nada sé; quiero decir
únicamente: si la novela debe realmente desaparecer, no es porque esté completamente agotada,
sino porque se encuentra en un mundo que ya no es el suyo.

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