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Lo que sigue del terremoto.

Conciencias sacudidas y sus consecuencias en la moda

Consideraciones antes de caer en el entumecimiento de la normalidad.


Mtra. Ileana Jalil Kentros
30 septiembre 2017

Antes de que la cantidad de noticias sobre el temblor baje y deje de ser nuestro
principal tema de conversación, antes de que deje de espantarnos el sonido de los
tamales porque aún tememos otra alerta sísmica, antes de que caigamos en la inercia
de la normalidad, aprovechemos este nuevo impulso y despertar ciudadano y
hablemos de las implicaciones que tiene para nuestro sector moda.

Pasada nuestra catástrofe del 19 de septiembre, tuvimos una potente ola de


solidaridad a muchos niveles, ingenieros y médicos dando servicio gratis, brigadistas
trabajando día y noche, personas donando dinero, ropa, medicamentos, toneladas de
víveres para los damnificados. Y el gran gremio de los diseñadores tampoco dejó
esperar su respuesta. Alexia Ulibarri diseñó un chaleco para brigadistas con luces de
led integradas, Tony Delfino, Mercadorama, Primario, Loly in the Sky, Mancandy y
muchos más, diseñaron prendas y productos especiales, cuyas ganancias iban
íntegramente a donaciones para reconstrucción, albergues y damnificados.

Eso demostró que todos pudimos apoyar desde cualquier profesión, y nuestras
aportaciones, además de ayudar, fueron bellas. Sin duda hay apoyar comprando, ¿pero
qué sigue después?

Antes ya teníamos información, pero nos faltaba compromiso y acción. Ya


sabíamos y hablábamos de cuánto robaban los partidos políticos, pero no fue hasta
después del terremoto que se firmó la petición de change.org más grande de la
historia, para que el presupuesto de los partidos en 2018 se usara en la
reconstrucción, y se logró. Sabíamos también que nuestros amigos y familiares nos
ayudarían en caso de necesidad, pero cuando los miles de personas que se quedaron
sin casa buscaron refugio, fue mucho más que familiares y amigos, fueron
conciudadanos desconocidos que iban en bici a dejar despensas, otros que prestaron
sus lavadoras en casa, otros que abrieron sus oficinas para compartirlas, otros que
abrieron sus hogares para dejar que extraños tuvieran donde dormir.
Y tanto más.

Antes del sismo ya teníamos información de muchas carencias y problemas,


pero nos faltaba un profundo detonante para actuar y comprometernos como
colectividad.

Pudimos ver en muchos medios y redes sociales las publicaciones de actos de


corrupción que llevaron a la muerte a cientos de personas y a otras miles a las
pérdidas de sus bienes y propiedades. El sector de la construcción no fue un caso
excepcional, en un estudio realizado por la Comisión de Especialidad de la Ingeniería
Textil, podemos ver el estado de la industria textil y de confección en México
actualmente.

En esta gráfica, vemos cómo año con año ha disminuido la producción de telas
en México y el número de trabajos en la industria de la confección, si esta gráfica
siguiera hasta el 2017, solo veríamos cómo sigue disminuyendo. ¿Acaso no somos
cada vez más mexicanos y no todos usamos ropa?
De hecho a los mexicanos nos encanta la ropa y la moda, cada año llegan más
marcas de lujo, porque somos un excelente mercado, y están por abrirse una docena
de centros comerciales en la ciudad llenos de tiendas de ropa.
El grupo de 8vo semestre de la Licenciatura en Diseño de Moda y Publicidad
hizo una investigación en 16 centros comerciales de la ciudad, analizando cuántas
tiendas eran nacionales y cuántas extranjeras. En plazas como Antara, no llegaban ni
al 10% el número de tiendas de ropa mexicanas, mientras que en Perisur y Centro
Coyoacán se acercaban al 50%. En promedio de estas 16 plazas, no tenemos ni el 30%
del mercado.
¿Qué visten los mexicanos? Lo que hacen otros países. Por lo tanto,
enriquecemos a otros, Amancio Ortega es más obscenamente millonario porque
México compra más de $1,000,000.00 M.N. por día en temporada de rebajas en
cualquier Zara.
¿ Acaso no hay diseño en México? Cada año miles de egresados de las carreras
de moda dicen que sí, hay muchísimo talento, potencia emprendedora y visión global.
Lo que les enseño a mis estudiantes de primer semestre es que miren las
etiquetas de la ropa que usan, que lean que fibra contiene y en qué país fueron
fabricadas. No solo por una ética social que habla de las pésimas condiciones laborales
que se tiene en países como Bangladesh, sino porque cada prenda que tenemos en
nuestro closet, cada compra que hacemos en cualquier cadena de fast fashion, tiene
una implicación y tiene una responsabilidad. Por cada prenda que compramos a
Inditex, H&M, Forver 21, o cualquier otra tienda, es una prenda menos que le
compramos a México, es menos fuerza para nuestra industria, es menos futuro para
nuestros diseñadores.
Protejamos nuestra industria y nuestro gremio, así como no esperamos a que el
gobierno llegara con palas y sacara a la gente de los escombros, sino que lo hicimos
nosotros, no esperemos a que haya reformas a la importación y apoyo a las empresas
textiles, nosotros tomemos el control y el poder desde nuestra cartera y nuestras
decisiones de compra, y reconstruyamos a nuestro país que ahora más que nunca
reconocemos y amamos, y hagámoslo prenda por prenda.

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