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UNIVERSIDAD JUÁREZ DEL ESTADO DE DURANGO

FACULTAD DE PSICOLOGÍA Y TERAPIA DE LA COMUNICACIÓN


HUMANA

IMPACTO PSICOLÓGICO EN FAMILIARES DE PERSONAS VÍCTIMAS DE UNA


DESAPARICIÓN FORZADA A CAUSA DE LA GUERRA CONTRA EL
NARCOTRÁFICO: UN ESTUDIO DE CASO.

T E S I S
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE
LICENCIADA EN PSICOLOGÍA

P R E S E N T A
MARÍA YALILE ESPARZA DUARTE

DIRECTOR: Dr. OLIVERIO LEONEL LINARES OLIVAS

Victoria de Durango, Enero de 2016


II

Agradecimientos y Dedicatoria

Me gustaría que estas líneas sirvieran para expresar mi más profundo y sincero agradecimiento

a todas aquellas personas que con su ayuda han colaborado en la realización del presente trabajo,

en especial al Dr. Oliverio Leonel Linares Olivas, director de esta investigación, por la

orientación, el seguimiento y la supervisión continua de la misma, quien siempre resolvió mis

dudas puntualmente, y apoyó todo el proceso de investigación de una manera inigualable.

Quiero agradecer a mi madre, quien siempre ha estado empujándome y apoyándome para

lograr mis metas, en cada paso de mi vida, en cada escalón ella ha sido faro constante que

alumbra mi camino.

A Alonso por su apoyo incondicional y esas grandes revisiones de ortografía que le ha dado

a este documento.

A Salvador por su apoyo y sus consejos y a mi familia por ser mi sustento en los momentos

difíciles.

A todos ellos mil gracias.

A su vez quiero dedicar el presente trabajo a Armando, mi padre, que debido a las

inclementes circunstancias de la vida y de mi país fue víctima del fenómeno de la desaparición

forzada. Porque tu vida y tu muerte han sido fuente de inspiración para mí. Donde estés.

Y a todas las victimas de desaparición forzada y a sus familiares, sepan que no están solos

en la lucha y espero que este trabajo sirva para poder erradicar ese “cáncer” que ataca México,

que este trabajo sea un faro en la obscuridad.


III

Índice
RESUMEN & ABSTRACT…………………………………………………………………...V
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………...6
1. CAPÍTULO I PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA……………………………………9
1.1. Planteamiento del problema……………………………………………………………9
1.2. Objetivos generales………………………………………………………………….....9
1.2.1. Objetivos específicos……………………………………………………………9
1.3. Justificación…………………………………………………………………………..10
2. CAPÍTULO II MARCO TEÓRICO………………………………………………………14
2.1. Concepto de desaparición…………………………………………………………….14
2.1.1. Tipos de desaparición………………………………………………………….15
2.1.2. Qué es una desaparición forzada……………………………………………….16
2.1.3. Epidemiologia de desaparición forzada en México……………………………18
2.2. La guerra contra el narcotráfico en México…………………………………………..21
2.3. Un “levantón”………………………………………………………………………...23
2.4. Impacto psicológico de la desaparición forzada en los familiares……………………25
2.5. Qué es un duelo……………………………………………………………………….26
2.5.1. Duelo normal…………………………………………………………………..28
2.5.1.1. Las fases del duelo normal……………………………………………..29
2.5.1.1.1. Los primeros momentos………………………………………..29
2.5.1.2. Manifestaciones del duelo normal……………………………………...29
2.5.2. Duelo patológico/duelo complicado…………………………………………...30
2.5.3. Duelo por un desaparecido/duelo retrasado……………………………………31
2.6. Depresión……………………………………………………………………………..34
2.7. Estrés postraumático/ agudo. …………………………………………………………37
3. CAPÍTULO III METODO………………………………………………………………...39
3.1. Participantes…………………………………………………………………………..39
3.1.1. Criterios de exclusión………………………………………………………….39
3.2. Procedimiento………………………………………………………………………...39
3.3. Análisis de las variables……………………………………………………………....40
3.3.1. Variables independientes………………………………………………………40
3.3.2. Variables dependientes………………………………………………………...40
3.3.2.1. Cuantitativas………………………………...…………………………40
3.3.2.2. Cualitativas…………………………………………………………….41
3.4. Diseño………………………………………………………………………………...41
3.5. Instrumentos………………………………………………………………………….43
3.6. Consideraciones éticas…………………………………………………………….….48
4. CAPÍTULO IV RESULTADOS. …………………………………………………….…...49
5. CAPÍTULO V DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES. ……………………………………..56
6. Bibliografía………………………………………………………………………….…….62
7. Anexos…………………………………………………………………………………….65
IV

Lista de Tablas

Tabla 1. Estadísticas de desaparición forzada denunciada en México………………………..19


Tabla 2. Desapariciones Durante……………………………………………………………....20
V

Resumen
Recientemente México ha atraído la atención de los países y asociaciones internacionales
a raíz de la gran ola de violencia organizada desatada a partir de 2006. Aproximadamente
22,322 personas están en calidad de desaparecidos hasta ahora. Un desaparecido es una
persona que a pesar de no estar presente físicamente y de no tenerse la certeza de la
muerte o la vida del ser, siempre se toma en cuenta en todos los momentos de la vida; es
como si estuviese ahí siempre; no existe absentismo en la mente de los familiares; en
sentido estricto no se inicia un duelo, o se inicia un duelo difuso. La calidad de vida de
los familiares se ve mermada, con síntomas de depresión, ansiedad y trastorno de estrés
postraumático. Hasta ahora es muy poca la información psicológica que aborda este tema.
Por ello resulta relevante explotar el impacto psicológico de este fenómeno tan presente
en la población mexicana. Para la obtención de datos se aplicó un enfoque metodológico
cualitativo. Utilizando el método de estudio de caso se encontró que los familiares de
estas víctimas padecen estrés postraumático, depresión leve y duelo retrasado, según los
resultados de las pruebas y una entrevista semiestructurada, aplicados a un familiar.
Palabras clave: desaparición forzada, narcotráfico, estrés postraumático, duelo
retrasado, depresión.

Abstract
Mexico has recently attracted the attention of countries and international organizations
following the great wave of organized violence unleashed since 2006. Approximately
22,322 people are missing as yet. A missing person is a person who despite not being
physically present and not be the certainty of death or life be always taken into account
at all stages of life, it is as if there always, there absenteeism in the mind of the family,
in strict sense does not start a duel, or a diffuse duel starts. The quality of life of the family
are reduced, with symptoms of depression, anxiety and PTSD. So far there is very little
psychological information that addresses this issue. It is therefore important to exploit
the psychological impact of this phenomenon so present in the Mexican population. For
data collection a qualitative methodological approach was applied. Using the case study
method it was found that the families of these victims suffer from post-traumatic stress,
mild depression and duel delayed, according to test results and a semi-structured
interview, applied to a family.
Keywords: forced disappearance, drug trafficking, PTSD, duel delayed, depression.
6

Introducción

El término desaparecido es algo que se usa cotidianamente cuando algo se ha perdido, algo que

se esfumó en el aire, algo etéreo. En el mundo existen alrededor de 42 mil 759 personas

desaparecidas según datos de la ONU, esto hasta marzo de 2012, en alrededor de 82 países del

mundo (El Telégrafo, 2012, párr. 1); acorde con los últimos resultados de las estadísticas del

Grupo de Trabajo de la ONU, los diez países que presentan un mayor número de casos

reportados desde 1980 son Irak, con 16 mil 548 casos; Sri Lanka, que presenta 12 mil 460;

Argentina, con tres mil 449; Guatemala, con tres mil 155; Perú registra tres mil 009; Argelia

cuenta con dos mil 987; El Salvador con dos mil 662 casos; Colombia tiene mil 254; Chile

manifiesta 908 y Filipinas tiene 782 (Sexenio, 2012, párr. 3); "en una gran parte, las elevadas

cifras se concentran en periodos históricos convulsos específicos. Sin embargo, en casos como

Colombia y México, y en menor medida El Salvador, Marruecos o Pakistán, el número de casos

anuales se ha mantenido a lo largo de los más de 30 años estudiados, lo que muestra la actualidad

de la práctica de la desaparición forzada", así lo señala el informe de la ONU. (Sexenio, 2012,

párr. 3)

Recientemente México ha atraído la atención de los países del mundo y asociaciones

internacionales a raíz de la gran ola de violencia organizada desatada a partir de 2006 y el

reciente caso de desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa,

Guerrero; a ello se le suman casos de negligencia, represión y desaparición forzada, por parte

del estado y grupos armados, como lo son la matanza de Tlatelolco, la del Jueves de Corpus, la

matanza de Aguas Blancas, la de Acteal, San Salvador, Atenco; el caso de la guardería ABC y

la matanza de Tlatlaya; resultado de los conflictos armados y la represión del gobierno, entre
7

otras causas, aproximadamente 22,322 personas están en calidad de desaparecidas, apenas en el

2007 se registró un numero de desaparición estimado en 749 personas y para el 2014 existieron

5 mil 98 casos registrados, según datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas (El Siglo,

2014, párr. 1), sumando la cifra de desaparecidos establecida en marzo de 2012 más los

desaparecidos que existen para el 2014 da un total de 27,420 personas desaparecidas,

aproximadamente, hasta el 2015; esta suma es alarmante, exagerada; corroe los tejidos de la

sociedad y vuelve a México el país de los desaparecidos. Es importante señalar que las cifras

que se presentan no son exactas, pues éstas varían de asociación gubernamental a asociación

social que las expone, esto sin contar todos aquellos casos que no fueron denunciados ante la

autoridad por diversas causas: por miedo a las represalias, por no saber a dónde dirigirse para

hacerlo, por el desconocimiento del verdadero hecho que originó la desaparición, etc., las causas

son diversas. Si bien no existe un registro fidedigno del número de personas desaparecidas en

el mundo por estas situaciones y porque existen diversas causas de desaparición, por ejemplo,

desapariciones por conflictos armados, inmigrantes, desastres naturales, tráfico de personas,

etc., es necesario para futuras investigaciones tratar generar datos certeros y confiables.

Pero, ¿A qué se deben todas estas desapariciones? Si bien no se puede encontrar una

respuesta concreta a esta pregunta, ya que no existe un factor en común para estas desapariciones

ni una causa específica. Como se hará mención más adelante, son diversas las posibles causas

de una desaparición forzada, sin embargo podemos comenzar a dilucidar los orígenes de estas

desapariciones ya que la cifra anual aumento con el inicio de la violencia desatada

aproximadamente desde el 2006 en todo el territorio mexicano, la cual fue una disputa entre

miembros de grupos de delincuencia organizada, que peleaban por la posesión del territorio, y

una lucha entre policías y los mismos.


8

En esta ola de violencia registrada se recuerda como protagónico el término “levantón”

que hace referencia a una desaparición forzada por parte de algún grupo armado o miembros de

la policía y/o ejercito del país. Ésta es una privación a la libertad, en la cual solo hay cuatro

posibles consecuencias: 1. Tal vez no se volverá a ver con vida al desaparecido, 2. La tortura de

los apresados, 3. Si la persona es devuelta con vida estará herida, y, 4. Quizás el familiar jamás

sabrá qué pasó y tendrá que vivir con la incertidumbre y la esperanza.

Es innegable que los familiares y amigos cercanos de un desaparecido tendrán secuelas

psicológicas, pero, ¿Cuáles son estas secuelas? ¿Se abordará del mismo modo todos los tipos de

desaparición? ¿Los familiares de desaparecidos a causa de la guerra contra el narcotráfico tienen

secuelas distintas a las que se presentarían en otro tipo de desaparición? ¿Qué corriente

terapéutica es la más adecuada para tratarlos? ¿Hablamos de la posibilidad de un duelo?

Es por eso y por otras causas que compete a los profesionistas en el ámbito de la

psicología estudiar cuál es el impacto que acarrea un duelo no resuelto a causa de la desaparición

forzada de un familiar, y desde ahí formular la cuestión más importante con estos datos

recabados. ¿Es factible la psicoterapia? Y de ser así, ¿De qué tipo? ¿Cuáles serán las acciones a

tomar como terapeuta para ayudar a sobrellevar la pérdida del paciente? ¿Se puede elaborar en

verdad un duelo cuando existe un desaparecido? ¿Qué papel les corresponde a los psicólogos

en el área social? ¿Qué papel les corresponde a los psicólogos que se desarrollan en las áreas

educativa y organizacional? ¿Qué corresponde como ciudadano?


9

Capítulo I

Planteamiento del Problema

1.1. Planteamiento del Problema

Los efectos de la desaparición forzada asociada a la guerra contra el narcotráfico es un grave

problema en México que ha permanecido oculto. El discurso oficial sólo contempla números de

personas desaparecidas, omitiendo los efectos en los sobrevivientes… miles de familias, viudas,

viudos, huérfanos.

Ante esta problemática se plantea la siguiente pregunta de investigación: ¿cuáles son les

efectos emocionales que tiene como consecuencia la desaparición de un familiar a causa de la

guerra contra el narcotráfico?

Para responder a la pregunta de investigación se plantean los siguientes objetivos.

1.2. Objetivos Generales

Evaluar el impacto psicológico que sufre un familiar de un desaparecido a causa del

narcotráfico. Proponer, según los resultados, un modelo de intervención adecuado para ayudar

a sobrellevar la desaparición forzada del familiar.

1.2.1. Objetivos Específicos.

 Determinar si el familiar de la persona desaparecida padece trastorno o sintomatología


depresiva.
 Evaluar si el familiar padece sintomatología de estrés postraumático.
 Establecer si en el familiar se presentan síntomas de duelo. En caso de presentarlos,
explorar si se trata de un duelo difuso.
10

 Identificar las técnicas de afrontamiento que usan las personas para resignificar la
pérdida.
 Contextualizar la pérdida del familiar a través de una entrevista.

1.3. Justificación

El interés por estudiar el impacto en las personas con un familiar desaparecido nace de las

condiciones precarias y de inseguridad que vivimos en México, además de la constante de no

hablar del tema de manera abierta para esclarecer todas las consecuencias que presenta en todos

los ámbitos que existen. Y por interés personal al haber vivenciado una situación familiar que

me llevó a ser parte central del fenómeno en donde me di cuenta de todas las implicaciones

psicológicas que tiene el “desaparecido” en los familiares y cómo cambia la vida y afecta la

psique de maneras insoslayables.

La investigación de este tema tiene una gran relevancia en la psicología; cuando los

terapeutas tienen en frente a una persona que ha padecido la desaparición forzada (a causa del

narcotráfico) de alguno de sus familiares se debe abordar la pérdida de la mejor manera posible.

Sin embargo, hay grandes carencias en la bibliografía que hable de los efectos psicológicos que

conlleva en el familiar, y qué acciones se tomarán como terapeuta para sobrellevar el trauma;

muchas veces se obliga al familiar a que él tome la decisión de si el desaparecido está vivo o

muerto (y siempre se le lleva a la decisión de muerte) como si él fuera el culpable del delito y

quien debiera decidir sobre la vida del ser amado, esto resulta un camino más fácil para el

terapeuta, el tratar solo un duelo por la muerte de un familiar sin mirar las implicaciones o las

consecuencias psíquicas que esta decisión (que no le corresponde al familiar) desencadena en el

doliente.
11

El daño producido por la desaparición forzada no se limita exclusivamente a la víctima,

sino que, como ya se había explicado anteriormente, se extiende también a su familia, e inclusive

a la sociedad entera. Ante la negación de la práctica, los altos niveles de impunidad y la

estigmatización de las víctimas se produce una escalada de pérdida de confianza en las

instituciones y el Estado mismo, así como la eliminación de valores básicos para la convivencia.

Este tema parece ser un cáncer difícil de erradicar, ya que en México este fenómeno sigue siendo

una constante diaria que ha marcado la cultura mexicana con este miedo e incertidumbre que

existe frente a los “levantones” (desapariciones forzadas a causa del narcotráfico) o se ha vuelto

una manera de controlar la sociedad. ¿Cuántas veces hemos escuchado como amenaza el decir

a algún joven que dará un “levantón” a quien lo moleste de alguna manera? Se evidencia una

violencia estructural y cultural fuertemente enraizada que lleva a la falta de acción social frente

a la violación de los derechos humanos, así como la asimilación de las acciones físicas violentas

como válidas.

Esto ha generado en la sociedad una serie de formas de actuar o creencias que evidencian

los procesos de violencia cultural arraigadas alrededor de la práctica.

Éstas son:

 La oposición política es una forma ilegal e ilegítima. Es una forma de inadaptación ajena
a la sociedad. “Por algo lo desaparecieron”. Las víctimas son siempre culpables, “en
algo andaba”. La desaparición es sinónimo de culpabilidad e ilegalidad.
 La familia y el entorno cercano es culpable de la forma de acción del desaparecido por
el tipo de educación, la aparente falta de acompañamiento o atención, la transmisión de
determinadas ideologías políticas o ausencia de valores.
 Se alimenta una constante sensación de miedo por parte de los familiares alrededor del
tener que hacer públicas las acusaciones y/o sospechas de quienes podrían ser los
responsables de la desaparición. Además, los altos niveles de impunidad por la falta de
12

acción por parte de las entidades o instituciones responsables, hacen que el problema se
agrave.
 El desaparecido está muerto y hay que olvidarlo socialmente hablando. Los familiares
pierden paulatinamente todas las redes de apoyo, esperanza visible de seguir buscando
o encontrar a su ser querido.

En el tema jurídico tiene implicaciones que aún no se dan por sentadas al ser considerado un

delito “pluriofensivo”, pues afecta varios derechos humanos: el derecho a la integridad personal,

el derecho a la vida, el debido proceso, la presunción de inocencia, la libertad física. Ataca aquel

conjunto de derechos que bajo ninguna circunstancia pueden ser restringidos. Su práctica está

prohibida inclusive en estados de excepción o de conflicto armado interno, pues dichos derechos

se encuentran reconocidos y regulados por instrumentos internacionales que son adquiridos y

adaptados a las legislaciones nacionales, como son los tratados de Derecho internacional de los

derechos humanos y el Derecho internacional humanitario. Su práctica reiterada o sistemática

se constituye en un delito internacional que puede ser castigado sin importar el estado que

recurra a ella, es decir, se convierte en un delito de lesa humanidad. Es también considerado

como un delito permanente o llamado también como continuado en tanto no aparezca la víctima

o se establezca su paradero o destino. Así lo estipula la Corte interamericana de derechos

humanos (Convención interamericana sobre desaparición forzada de personas. Adoptada en

Belém do Pará, Brasil el 9 de junio de 1994, en el vigésimo cuarto período ordinario de sesiones

de la Asamblea General). La desaparición forzada se encuentra registrada como delito en el

Código penal federal (2015) en el Capítulo III BIS, sin embargo no se especifica qué es lo que

se define como desaparición forzada. Incluso no se toma en cuenta a personas externas al poder

público como actores de la violación, ni la continuidad del delito en cuanto la persona aún no

haya aparecido. Por lo tanto es un tema en el cual se debe amplificar las consecuencias hacia
13

quien lo practique y los mecanismos de castigo, y más importante los mecanismos para regresar

con vida a la víctima del delito.

No existe duda de que las consecuencias de este fenómeno son inmensas pasando desde

lo psicológico, social, económico, familiar, hasta lo personal y que aún no se comienza a ver el

alcance, por ello la inmensa necesidad de estudiarlo.

Cabe mencionar que a pesar de ser un delito que se presenta constantemente en México,

las consecuencias sociales que éste desencadena provocan a su vez la difícil tarea de estudiar el

fenómeno, puesto que la mayoría de los familiares de víctimas de desaparición forzada se reúsan

a hablar al respecto por temor a represalias por parte de los victimarios o por el simple hecho de

este duelo que no se lleva a cabo y que desencadena la reactivación del dolor psíquico en cada

ocasión en que se menciona el tema, por eso la dificultad que se presenta en este trabajo para

recabar datos y poder dilucidar las implicaciones psicológicas que conlleva el fenómeno.
14

Capítulo II

Marco Teórico

2.1. Concepto de Desaparición

El desaparecido existe en todo el mundo, en todas las culturas, no importa la raza, edad, sexo,

profesión, estatus social, ideas políticas o religiosas, simplemente está ahí, indiferente; este

concepto, tan reducido y, al mismo tiempo, tan extenso, tiene su nacimiento desde que la

humanidad comenzó.

Los historiadores han tenido dificultades al tratar de asentar las definiciones o conceptos

que se les daban a las personas desaparecidas a través de la historia y las culturas; ¿cuáles serían

las medidas que se habrían tomado para encontrar a esos seres? ¿Cuál era la concepción del

desaparecido? Sin importar la cultura o época histórica en la cual haya desaparecido un ser

amado, siempre tendrá fuertes implicaciones, los intensos daños psicológicos, sociales y

económicos.

Existen numerosas definiciones del término “persona desaparecida”, tantas como

organizaciones en el mundo y corazones que extrañan. Aquí se enumeran algunas:

En general, el término “personas desaparecidas” se entiende por aquellas personas de las

cuales sus familiares no tienen noticias o cuya desaparición ha sido señalada, sobre la base de

información fidedigna, a causa de un conflicto armado (internacional o sin carácter

internacional) o de violencia interna (disturbios interiores y situaciones en las que se requiera la

actuación de una institución neutral e independiente) (Comité Internacional de la Cruz Roja

{CICR}, 2011, “definición de”).


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Es necesario aclarar que las personas desaparecidas no siempre son a causa de la

violencia desatada en un país o constituyen un delito, ya que existen distintos tipos de

desaparición.

2.1.1. Tipos de Desaparición. Es importante identificar los tipos de desapariciones que

existen, ya que aunque parecen ser iguales por el hecho de que no se encuentre el paradero de

los desaparecidos, todas ellas tienen distintas connotaciones, las cuales pueden hacer que la

desaparición sea parte o no de distintos delitos, con diferentes efectos psicológicos para los

familiares, aunque en el abordaje terapéutico de la desaparición se afrontan dentro del mismo

modelo con enfoque en distintas implicaciones.

Otros tipos de desaparición (además de la desaparición forzada), según clasifica

Enforced Disappearances Information Exchange Center (s.f.), son:

1. Personas que faltan de su domicilio: su familia desconoce su paradero, pero no


hay ningún motivo político y las autoridades no están implicadas en la desaparición. La gran
diferencia es que, en un caso como éste, los familiares cuentan con el apoyo y asistencia de las
autoridades;
2. Detención de incógnito: el gobierno reconoce estar reteniendo a personas en
calidad de detenidos pero se niega a revelar su identidad. Como la negativa no es completa, aún
puede haber control judicial sobre la detención; la persona no puede considerarse totalmente
fuera del amparo de la ley;
3. Afiliación a grupos armados de oposición: este puede ser un motivo de
desaparición, pero constituye una desaparición voluntaria;
4. Reclutamiento forzoso: se considera desaparición forzada un reclutamiento
forzoso y posteriormente desmentido en las filas de un ejército nacional o una milicia apoyada
por el gobierno. Si se trata de un reclutamiento forzoso en grupos militares de oposición, se
considera secuestro o traslado ilegal;
5. Secuestro: este tipo de delito no incluye una negativa de reconocimiento de la
privación de libertad por parte del gobierno, lo cual lo convierte en un fenómeno muy diferente
de la desaparición forzada;
16

6. Traslados ilegales: Se conocen numerosos casos de mujeres y niños raptados y


trasladados a la fuerza por grupos de mafias organizadas, con el propósito de explotarlos de
diferentes maneras. Estos casos sólo pueden considerarse desapariciones forzadas si consigue
probarse la implicación gubernamental;
7. Ejecución extrajudicial: son los asesinatos deliberados e ilegales llevados a cabo
por un gobierno o bajo su conocimiento. Mientras que los familiares de las víctimas no sepan a
ciencia cierta que ésta ha sido asesinada y su paradero sigua siendo desconocido, este delito se
considera desaparición forzada. (párr. 2)
Y, por supuesto, tenemos la desaparición forzada, de la cual hablaremos adelante.
2.1.2. Qué es Una Desaparición Forzada. “La primera desaparición forzada de la que

se tiene registro en México data de 1969, y es a partir de 1973 que esta práctica se extiende y se

implementa como forma sistémica de represión” (De Vecchi & Gómez, 2008, p.27).

En la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas (creada por

miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en 1994 y firmada por México

en 2001), se afirma que:

Se considera desaparición forzada la privación de la libertad a una o más


personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas
o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del
Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación
de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el
ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes. (Artículo II)

En varias fuentes se cita la desaparición forzada de personas como un acto que es

cometido por instancias de gobierno; sin embargo, no se ha definido con claridad qué término

se utiliza cuando la desaparición es por parte de grupos armados, o si es que la desaparición

forzada alude o engloba esta forma de delincuencia. Si bien alude casi a la mayoría de los

términos con los que se define la desaparición forzada es necesario distinguir este tipo de

desaparición de la represión por parte del gobierno.


17

Pilar Calveiro (2001), nos dice:

Se diferencian de manera sustancial de la desaparición de personas, que merece


una reflexión aparte. La desaparición no es un eufemismo, sino una alusión literal: una
persona que a partir de determinado momento desaparece, se esfuma, sin que quede
constancia de su vida o de su muerte. No hay cuerpo de la víctima ni del delito. Puede
haber testigos del secuestro y presuposición del posterior asesinato pero no hay un
cuerpo material que dé testimonio del hecho. (p.15)

En Vecchi & Goméz (2008), se cita a Amnistía Internacional que utiliza el término

desaparición entrecomillado para señalar que no se trata de una verdadera desaparición: la

persona desaparecida no se ha esfumado. Su paradero y su destino han sido ocultados, pero

alguien los conoce y se niega deliberadamente a informar sobre ellos. La persona desaparecida

ha quedado en manos únicamente de sus captores, perdiendo todo contacto con el mundo.

Según los tribunales y otros organismos internacionales de derechos humanos, la


“desaparición” equivale de por sí a tortura o malos tratos de la persona “desaparecida”,
y a malos tratos de los familiares de ésta, pues se los priva deliberadamente de
información y se los sume en la desesperación de obtener noticias. La persona
“desaparecida” queda, además, totalmente expuesta a sufrir más violaciones de derechos
humanos. En ciertas circunstancias, la desaparición forzada puede ser también un crimen
contra la humanidad, como afirma el Estatuto que estableció la Corte Penal
Internaciónal. (De Vecchi & Gómez, 2008, p.40).

Después de la definición del término, es importante conocer las estadísticas de


desaparición que existen en México, esto según datos oficiales publicados por un
periodista.
18

2.1.3. Epidemiologia de desaparición forzada en México. Según datos del Registro

nacional de personas desaparecidas, en 2007, las autoridades reconocen 749 casos de

desaparición forzada, y para el año siguiente, al registro se sumaron otros 862 casos. Luego, en

2009, se registraron 1 mil 338 nuevas desapariciones; y en 2010 otras 2 mil 739 denuncias

(Cárdenas, 2014).

En 2011, en México se reportaron 3 mil 957 personas desaparecidas y en 2012 hubo 3

mil 353 (600 casos menos que el año anterior, siendo éste el único descenso registrado en la

incidencia anualizada de desapariciones forzadas) (Cárdenas, 2014). Para 2013, primer año de

gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, el número de personas desaparecidas ascendió a 4

mil 514 víctimas (es decir, 1 mil 161 casos más que el año previo) (Cárdenas, 2014).

Y, finalmente, entre enero y octubre de 2014 se han sumado 5 mil 98 expedientes más.

Aun cuando no ha concluido, este año es ya el que más denuncias de personas desaparecidas ha

acumulado (Cárdenas, 2014). Los números que presenta el estado parecen concretos pero se

desvanecen a luz de la falta de trasparencia en cuanto a los registros de las desapariciones, ya

que no se tienen a la mano del ciudadano; la impunidad, la corrupción del gobierno y la falta de

denuncias por miedo a las represalias hacen que éstos no sean confiables.

A continuación, en la Tabla 1, se presentan las estadísticas de desaparición forzada en

cada entidad federativa; se exhibe el Estado, el total de desaparecidos hasta el 31 de octubre

2014 y el porcentaje de desaparecidos durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN), hasta

ésa fecha, esto según publicaciones de Cárdenas (2014):


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Tabla 2. Estadísticas de desaparición forzada denunciada en México.


Estado Total de desapariciones Desapariciones durante el
gobierno de EPN

Tamaulipas 5,380 1,652 (30.7%)


Jalisco 2,150 1,055 (49%)
Estado de México 1,745 902 (51.6%)
Coahuila 1,446 346 (24%)
Sinaloa 1,396 598 (43%)
Chihuahua 1,159 298 (25.7%)
Baja California 1,156 497 (43%)
Nuevo León 1,149 183 (16%)
Guanajuato 1,091 564 (51.7%)
Michoacán 998 485 (48.6%)
Sonora 779 423 (54%)
Puebla 777 510 (65.6%)
Distrito Federal 666 185 (27.7%)
Guerrero 646 417 (64.5%)
Veracruz 547 366 (67%)
Durango 376 41 (11%)
Hidalgo 309 20 (6%)
Querétaro 233 147 (63%)
Zacatecas 210 83 (39.5%)
Oaxaca 198 61 (31%)
Aguascalientes 191 77 (40%)
Colima 183 100 (54.6%)
Tabasco 167 129 (77%)
Quintana Roo 151 151; 91 (60%)
Chiapas 105 72 (68.5%)
Morelos 84 64 (76%)
Yucatán 83 59 (71%)
Campeche 76 69 (90.7%)
San Luis Potosí 55 14 (25%)
Baja California Sur 21 12 (57%)
Tlaxcala 17 10 (58%)
Nayarit 13 3 (23%)
20

Tabla 2. Desapariciones Durante 2014.


Estado Desapariciones durante 2014

Tamaulipas 875
Estado de México 495
Jalisco 430
Baja California 380
Guanajuato 372
Puebla 370
Guerrero 298
Sinaloa 264
Sonora 248
Veracruz 233
Michoacán 177
Chihuahua 123
Coahuila 107
Nuevo León 107
Querétaro 89
Tabasco 80
Aguas Calientes 62
Campeche 59
Quintana Roo 53
Chiapas 41
Colima 39
D.F. 38
Morelos 37
Zacatecas 32
Yucatán 29
Oaxaca 21
Durango 19
Hidalgo 3
Baja California Sur 3
Tlaxcala 3
San Luis Potosí 1
Nayarit 0
21

Según lo mostrado en la Tabla 1, sólo en 2014, en Tamaulipas fueron desaparecidas 875

personas, siendo esta la entidad con más víctimas durante ese año, seguido del Estado de México

(495 víctimas) y Jalisco (430 víctimas) (Cárdenas, 2014).

En la Tabla 2, se presenta el número de desapariciones denunciadas registradas por las

autoridades, sólo durante 2014, según Cárdenas (2014). Los datos de las dos tablas sugieren que

Durango se encuentra en el lugar 16° del cúmulo total de desaparecidos por estado y en el lugar

27° en desapariciones, para el periodo de enero a octubre del 2014. Con estas cifras nos damos

cuenta que son más de 376 familias masacradas, violentadas y que aún no encuentran una

resolución a la búsqueda de sus familiares.

Y con estos datos, ¿cuál es el papel del psicólogo clínico hacia estos casos? ¿Qué se debe

hacer con estos pacientes? ¿Qué alteraciones, a nivel cognitivo, social, emocional y económico

presentan? Es de suma importancia para la psicología clínica y para cualquier otra rama de la

psicología que se conozcan las necesidades de estos pacientes y familias, para posteriormente

darles un adecuado tratamiento. Aunque se plantea dar posibles respuestas a algunas de estas

cuestiones en el presente documento, la tarea es basta y de necesaria investigación y atención

en todos los campos profesionales dedicados a las ciencias sociales.

2.2. La Guerra Contra el Narcotráfico en México

El narcotráfico en México tiene sus inicios aproximadamente en los años 50´s, aunque la

relación entre México y las drogas está registrada desde el comienzo del México prehispánico

y las civilizaciones como la Mexica, Maya, Olmeca y Tolteca que hacían uso de plantas

alucinógenas en sus rituales.


22

La cultura en México se ha visto impregnada por las drogas y el narcotráfico, desde los

narcocorridos que se escuchan tocar en las fiestas por grupos de música norteña, hasta la

adoración a santos como Jesús Malverde, que revisten de violencia la religión católica. Sin

embargo la violencia desatada por el narcotráfico ha traspasado las barreras de lo permisible.

Muñiz & Ramírez (2015), habla de una relatoría sobre el comienzo de la guerra contra

el narcotráfico:

En diciembre de 2006 Felipe Calderón comenzó su administración como


Presidente de México, la cual estuvo marcada desde el inicio por la que ha sido
denominada como “guerra contra el narcotráfico”, una estrategia iniciada por el
mandatario pocos días después de asumir el cargo cuando presentó la “Operación
Conjunta Michoacán”. Ello se tradujo en el empleo de acciones de fuerza, incluso con el
uso del ejército, contra los cárteles del narcotráfico que operaban en el país (Campbell y
Hansen, 2014; Correa-Cabrera, 2012; Hernández y Rodelo, 2010). Desde el inicio de
esta “guerra” los niveles de inseguridad aumentaron drásticamente en México,
manifestándose en aumento de actos como secuestros, robos y asesinatos relacionados
con las drogas (Carreón y de la Cruz, 2012; Ríos, 2014). Hasta tal punto de que se calcula
que durante el sexenio del ex-Presidente Felipe Calderón, que transcurrió entre 2006 y
2012, se produjeron entre 60,000 y 100,000 muertes relacionadas directamente con la
citada guerra contra los cárteles de la droga y las actividades relacionadas con los
mismos (Campbell y Hansen, 2014; Magaloni et al., 2014). Dentro de las acciones
violentas que la guerra contra el narco ha dejado en México se encuentran el asalto con
arma, las violaciones, los secuestros y los homicidios, sufridos por la ciudadanía en
general. (Magaloni et al., 2014). (p.437)

Todo esto ha contribuido a que exista un mayor número de desapariciones forzadas por

parte de miembros de la delincuencia organizada; a su vez, términos relativamente nuevos como

“levantón” se han introducido recientemente en el lenguaje del mexicano. Y hace que este
23

fenómeno se vuelva aparentemente nuevo; es difícil evaluar el impacto que ha atraído esta ola

de violencia y es necesario que los profesionales en los ámbitos de las ciencias sociales se

aboquen a ello.

2.3. Un “Levantón”

El “levantón” es un término vulgar que se utiliza para designar el acto de secuestrar gente o

llevarla contra su voluntad, mayormente efectuados en camionetas y carros del año.

Los levantones son una variante del secuestro cada vez más frecuente en el norte del país

y en otras regiones donde las bandas del crimen organizado tienen mayor presencia. A diferencia

de quienes son privados de su libertad en demanda de un rescate, los levantados saben que no

hay negociación y que seguramente serán torturados, mutilados e incluso asesinados. (La

Jornada, 2008, párr. 1)

Hemos de especificar que los “levantones” no son únicos de los grupos armados, sin

embargo utilizaremos este término para enfocar el documento.

Mariclaire Acosta, quien fuera representante de Amnistía Internacional en México,

citada en Poniatowska (1980), describe el proceso de la siguiente manera:

El mecanismo empleado para desaparecer a un apersona en Latinoamérica es


relativamente sencillo: se trata de aparentar un simple secuestro, perpetrado en forma
rápida, violenta y anónima como lo dictan los cánones de la tradición. Generalmente el
acto es precedido por un allanamiento de morada en el cual un grupo armado irrumpe
violentamente, a altas horas de la noche, en el hogar de la víctima, y tras el
amedrentamiento y maltrato del resto de los habitantes, lleva consigo a su presa además
de todos los objetos que pudo hurtar durante el operativo. (p.142)
24

Las causas de los “levantones” no son claras, se refiere a algunas como los ajustes de

cuentas entre miembros del mismo cártel o entre distintos cárteles, silenciamiento de

informantes, periodistas, activistas y todo aquel ciudadano que escucha o habla “de más” sobre

alguna cuestión del narcotráfico, se pueden originar por traición entre los miembros del grupo

armado, o por llevar el apellido de algún gran capo de la droga; sin embargo, no siempre se tiene

una implicación directa con el narcotráfico, los orígenes son diversos.

En el año 2008, 410 personas fueron levantadas en Chihuahua, Baja California y

Durango, y las cifras muestran una tendencia al alza (La Jornada, 2008)

En el año 2008, en Chihuahua, los levantones fueron una de tantas estadísticas negras,

sin embargo, se calcula que al menos 40 por ciento de las personas ejecutadas por el crimen

organizado, cuyos cadáveres aparecen en fosas clandestinas, encobijadas, calcinadas o en

tambos llenos de cemento o ácido, fueron secuestradas de esta forma (La Jornada, 2008).

Entre las víctimas se encontraron mujeres y hombres, policías activos y retirados,

empresarios, abogados, campesinos, 34 ciudadanos estadunidenses y 14 activistas políticos

capturados a finales de los años 70 (La Jornada, 2008).

El entonces diputado local, Víctor Quintana, del Partido de la Revolución Democrática,

señaló que los levantones son una de las prácticas “más perversas”, no sólo de la delincuencia

organizada, sino también de algunos policías, pues “se prestan a venganzas, a operaciones sucias

de cuerpos policiacos. Ante esto no hay una acción clara y eficaz de los gobiernos. Ni siquiera

se conceptualiza. Los levantones son más terribles que cualquier otro tipo de secuestro, porque

cuando hay una demanda económica las familias al menos saben que las víctimas están vivas”

(La Jornada, 2008).


25

Estos levantones generalmente no se denuncian por temor a represalias o por

desconfianza, pues existen evidencias sobre la participación de policías estatales, federales y

municipales en estos ilícitos, cuyo número crece cotidianamente, principalmente en Tijuana y

Mexicali (La Jornada, 2008).

2.4. Impacto Psicológico de la Desaparición Forzada en los Familiares

Aun a pesar de que después de un tiempo pueda equipararse la desaparición a la muerte, no se

tiene la certeza ni las pruebas necesarias para aseverar la muerte de la mayor parte de los

desaparecidos. Y si se sabe de su muerte, se desconoce el lugar de los restos, la forma de morir,

etcétera (De Vecchi & Gómez, 2008).

De Vencchi & Gómez (2008) citan la definición que dan al término

“desaparecido”, hijos de desaparecidos políticos:

T: “(Un desaparecido) no es gente que falta y punto. Son ausencias muy

presentes; es como si conservaran su lugar en el espacio. Como si estuvieran a lo largo

de toda tu vida, de lo que decides, de lo que haces, de lo que piensas. Son una firma de

presencia también muy fuerte. Como una suerte de superyó, también, como una suerte

de parámetro. (…) Un ejemplo a seguir, en términos de humano. De seres humanos

chingones”. (p.45)

J.C.: “Es una persona que se va, es una persona que se llevan, que secuestran.

(…) El definir un desaparecido, tiene que pasar por el cómo, por el por qué, por el

quiénes. Es un desaparecido, porque no sabemos a bien dónde está, porque no está con

nosotros, porque no tenemos manera de contactarnos con ellos, pero sabemos que está.
26

(…) Y que no deja de estar presente en esos rituales cotidianos de cuando contabilizas

a tu familia, de cuando mentalmente hablas con tu gente, ahí está. (…) el parte de ser

desaparecido, es estarlo esperando. Es decir, en cualquier momento esa condición

puede cambiar, o tú esperas que esa condición cambie…” (p.46)

Como se puede observar, en los párrafos anteriores los familiares de las víctimas dan

una definición de lo que significa para ellos un “desaparecido”; puede verse que para ellos es

una persona que, a pesar de no estar presente físicamente y de no terse la certeza de la muerte o

la vida del ser, siempre se toma en cuenta en todos los momentos de la vida; es como si estuviese

ahí siempre, no existe el absentismo en la mente de los familiares; esa persona se incluye ya sea

cuando se reza, se menciona quiénes son parte de tu familia o se siente presente en fiestas

familiares. Con esto podemos dar cuenta de la dificultad que existe en el tratamiento de este

“duelo”, puesto que no se puede obligar a que la persona renuncie a la esperanza de que su

familiar regrese o a que éste deje de contarlo y mencionarlo a diario como si aún estuviese

presente. Tan solo el sugerir éstas acciones podría desencadenar en un rechazo a la terapia o si

el doliente deja de mencionarlo y recordarlo a diario pudiese provocar una enorme culpa para

el doliente, ya que esto supondría el darlo por muerto.

2.5. Qué es Un Duelo

Tanto las personas como los animales experimentan un particular estado que se llama duelo

cuando han perdido a un ser querido.

Dörr (2007), señala:

Darwin, en su obra Expression of Man and Animals, exploró el diferente modo de

expresar y comunicar emociones del hombre adulto, el niño y el animal, concluyendo,

entre otras cosas, que las conductas de duelo son instintivas y tienen por finalidad ayudar
27

a los individuos a reestructurar sus vidas en ausencia del objeto perdido. En su famoso

artículo “Duelo y melancolía”. Sigmund Freud también consideró el duelo como una

fuente de renovación e incluso de creatividad. Otra serie de autores, en cambio, entre los

cuales destacan George Engel y John Browlbv, han concebido el duelo como una forma

de enfermedad. (p.30)

Es necesario conocer las definiciones del duelo para precisar si el familiar de la víctima

está pasando por un duelo, y de ser así que tipo de duelo es.

Otra definición es la señalada por Narváez (1999):

La pérdida de un ser querido, una situación desfavorable (económica, de poder, etc.), o


el enfrentamiento a situaciones aflictivas pueden originar en cualquier persona un estado
de tristeza o pena al que llamamos duelo y que se considera normal en el sentido de que
se espera que ocurra, dada una situación determinada.

El duelo incluye tres periodos: el de desesperación, el de depresión y el de


adaptación. Durante el primero se presenta un estado de choque emocional con pérdida
de apetito, insomnio, fatiga, inquietud o apatía, llanto, sollozos y agravación o
descompensación de las enfermedades preexistentes. La realidad de la perdida puede no
ser aceptada, e incluso puede ser negada durante los primeros momentos, lo cual se suele
acompañar de sentimientos de falta de sentido de la existencia, de la vacuidad de todo,
de la futilidad de la lucha y de la inutilidad del esfuerzo y del sacrificio.
El periodo depresivo trae consigo tristeza, desinterés, incapacidad de amar, e
inhibición psicomotriz. El periodo de adaptación comienza cuando el individuo empieza
a darse cuenta de la realidad y a fijarse nuevos objetivos. Para ello tiene que ir retirando
del objeto perdido sus cargas afectivas, lo que significa la “metabolización” progresiva
del estado depresivo. La duración del duelo es variable, y va desde unas cuantas semanas
hasta varios meses. Cualquier variación del cuadro descrito, ya sea debida a la duración
o a la intensidad de los síntomas, debe considerarse patológica. (p.13)

Narváez sugiere que existen varios procesos que se dan en el duelo, sin embargo, el

tercero es poco aplicable con los sujetos de estudio, ya que éste requiere retirar las cargas

afectivas del objeto perdido, sin embargo es algo que se imposibilita en primer instancia porque
28

no se ha perdido del todo al objeto sino que sigue la esperanza de vida, y en segunda porque al

quitar las cargas afectivas se da un abandono claro al objeto lo cual desencadenaría la sensación

de culpa que mencionamos anteriormente.

Como estos autores existen un sinfín que definen y hablan del proceso de duelo; en los

párrafos siguientes se tomara en cuenta una clasificación entre duelo normal y duelo patológico.

Dörr (2007):

Freud, quien al explorar con mayor detención la naturaleza de las reacciones de duelo en
los seres humanos, llegó a la conclusión de que había dos tipos de duelo, uno normal y
otro patológico, y que sólo el primero encerraría elementos positivos. Según él, común
a ambos estados, sería la tristeza, la pérdida del apetito, el insomnio, la dificultad de
concentración y la percepción del mundo como vacío de sentido. (p.30)

2.5.1. Duelo normal. Existe una diferencia tangible entre un duelo “normal” y uno

patológico: el duelo “normal se rige por etapas, actitudes y sentimientos que tienen un tiempo

estimado de inicio y de fin, con algún rango de error; sin embargo, el duelo “patológico u

anormal” tiene rasgos que caracterizan o se asemejan a la depresión, o extiende el rango normal

de tiempo de las etapas o la intensidad de los sentimientos y/o actitudes. Aunque diversos

autores afirman que es difícil esclarecer y determinar las etapas del duelo y saber cuándo ha

pasado éste a ser patológico.

El término “duelo normal”, a veces llamado “duelo no complicado”, abarca un amplio

rango de sentimientos y conductas que son normales después de una pérdida… (Sancho, 2007,

p.71)

De la misma manera que los términos sano y patológico se aplican a los distintos cursos
que toma el proceso de curación fisiológica, también se pueden aplicar al curso que toma
29

el proceso del duelo. Engel ve el duelo como un proceso que lleva tiempo, hasta que
tiene lugar la restauración del funcionamiento. (Sancho, 2007, p.71)

2.5.1.1. Las fases del duelo normal. Es sabido que existen distintas etapas en el

desarrollo del proceso de duelo como se menciona a continuación:

El desarrollo clínico del duelo pasa siempre por los mismos caminos que constituyen
tres grandes etapas: el comienzo, que se caracteriza por un estado de choque más o menos
intenso; el núcleo mismo del duelo, que se caracteriza por un estado depresivo; y la fase
de terminación. (Sancho, 2007, p.73).

2.5.1.1.1. Los primeros momentos. “Se corresponde con el choque inicial. A veces

provoca vértigos, náuseas u otras alteraciones neurofisiológicas, como temblor o alguna

irregularidad en el ritmo cardiaco y la persona puede encontrarse 'como flotando' sobre una

nube” (Sancho, 2007, p. 73).

El problema de especificar las fases de un duelo normal es que éstas se determinan por

la inclusión de la noticia de fallecimiento del ser amado, sin embargo, en la desaparición forzada

no existe tal certeza de muerte, por lo que existe la necesidad de llegar más a fondo sobre el

asunto de las etapas del duelo.

2.5.1.2. Manifestaciones del duelo normal. Existen distintas manifestaciones en un

duelo “normal” según Worder, citado por Sancho (2007), se presentan sentimientos de tristeza,

enfado, culpa y auto-reproche, ansiedad, soledad, fatiga, impotencia, shock, anhelo,

emancipación, alivio e insensibilidad. Sensaciones físicas como vacío en el estómago, opresión

en el pecho, opresión en la garganta, hipersensibilidad al ruido, sensación de despersonalización,


30

falta de aire, debilidad muscular, falta de energía y sequedad de boca. A su vez, la cognición se

afecta con incredulidad, confusión, preocupación, sentido de presencia y alucinaciones. Se

pueden presentar conductas como trastornos del sueño, trastornos de alimentación, conducta

distraída, aislamiento social, soñar con el fallecido, evitar recuerdos de la persona ausente,

buscar y llamar en voz alta, suspirar, hiperactividad, llorar, visitar lugares o portar objetos que

recuerden al fallecido y/o atesorar objetos que le pertenecían (p.72).

Es necesario para distinguir a profundidad el tipo de duelo que presentan los familiares

de desaparecidos, conocer las definiciones tanto de duelo normal como patológico, que a

continuación se presenta.

2.5.1.2. Duelo patológico/duelo complicado. “El duelo anormal aparece en varias

formas y se le ha dado diferentes etiquetas. A veces se le llama patológico, no resuelto,

complicado, crónico, retrasado o exagerado” (Sancho, 2007, p.147).

Pero se elija como se elija llamarlo, ya sea normal o patológico, éste es la intensificación

del duelo al nivel en que la persona está desbordada y recurre a conductas desadaptativas,

o permanece inacabablemente en este estado sin avanzar en el proceso del duelo hacia

su resolución. Esto implica procesos que no van hacia la asimilación o acomodación,

sino que, en su lugar, llevan a repeticiones estereotipadas o a interrupciones frecuentes

de la curación. (Sancho, 2007, p.147)

Ahora bien, es necesario hacer una distinción entre el duelo patológico y un duelo sobre

un desaparecido.
31

2.5.3. Duelo por un desaparecido/ duelo retrasado. Hemos observado ya la diferencia

entre un “duelo normal” y un “duelo patológico”, pero, ¿Qué nos queda sobre el duelo por un

desaparecido? ¿Es éste un duelo aunque no haya certeza de la muerte del ser amado? Si es un

duelo, ¿Sería patológico o normal? Éstas son preguntas difíciles de contestar, puesto que los

familiares que han sufrido la desaparición de un ser querido se niegan a afirmar que la persona

está muerta aunque todo lo indique; sin embargo, sufren al mismo tiempo todos los efectos de

un duelo, los estados y etapas que lo caracterizan. Y si se quisiera clasificar únicamente este

fenómeno como “estrés postraumático”, existirían rasgos que no encajarían en la descripción y

que sin embargo se presentan en la mayoría de los casos. Es como si los familiares de un

desaparecido vivieran en el futuro, en el pasado y en el presente, pensando que sus seres amados

aún están, sintiendo el momento en que estaban y pensando en que jamás estarán.

Ana Lucrecia Molina (1998) dice al respecto:

El proceso psíquico se desarrolla de una forma muy lenta y dificultosa, razón de que
debe realizarse sin la presencia de los elementos habituales del duelo: acceso al
conocimiento de las circunstancias de la muerte, desconocimiento del paradero del
cadáver y, en consecuencia, imposibilidad de desarrollar las prácticas rituales como la
velación y el funeral a través de las que se elabora la respuesta social solidaria.
El proceso de duelo, como la reacción normal a la pérdida de un ser querido, es sustituido
por la melancolía.
(…) Desde el punto de vista psicológico e individual, el principal problema que
enfrentan los familiares de los desaparecidos se relaciona con la elaboración de la
pérdida. (p.107)

Si bien no se puede hablar de que el duelo por un desaparecido sea patológico, ya que al

no presentarse la certeza de muerte del ser amado, el familiar no debe pasar por las etapas
32

“normales” de un duelo, y por lo tanto no se puede presenciar una exacerbación de los síntomas

que se presentan en éstas etapas. Como menciono con anterioridad, no podemos aplicar las

etapas de un duelo “normal” en los casos de desaparición forzada.

La problemática más común al atender a familiares de desaparecidos, según


profesionales del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de Argentina, es el
duelo no tramitado, ya que el paso del tiempo no es suficiente para subjetivar la pérdida
(De Vecchi & Gómez, 2008, p.52).

Patricia Barceló, (1995), quien ha trabajado con familiares de desaparecidos políticos

chilenos, afirma también que en cuanto a la elaboración de la pérdida, se trata de un tipo

particular de duelo, en donde la prueba de realidad de muerte está ausente. Ella no habla de que

sea imposible la elaboración del duelo, pero sigue siendo parte de quienes, pensando que el

duelo es sólo ante el fallecimiento, creen que lo que falta en la desaparición es la prueba de

realidad de la muerte para poder llevar a cabo el proceso mencionado. El trabajo de duelo, que

consiste en retirar la libido del ser querido perdido, se complica. (VIII. 5. El proceso de duelo)

Julia Braun, citada en De Vecchi Gerli & Goméz Lvoff (2008),

se refiere a este fenómeno como “duelo congelado”, que sugiere que los familiares de
desaparecidos no pueden elaborar el duelo sin sentirse culpables, ya que el continuar con
la propia vida sin la certeza de la muerte es interpretado como una traición, equivalente
a “matar” al ser querido desaparecido. Por otra parte, tratar de vivir guardando la
representación mental de éste para mantenerlo vivo, lleva a una angustia muy profunda.

En un texto sobre el duelo en comunidades mapuches se hace una descripción general


de éste en la cultura occidental, y ahí puede leerse: “no sería posible que se realice un
33

duelo –en el caso de los familiares de desaparecidos-, porque nunca hay plena convicción
de la muerte y, si llega a haberla, los esquemas del duelo normal desaparecen. (p.53)

Diana Kordon y Lucia Edeleman citadas en De Vecchi Gerli & Goméz Lvoff (2008),

hablan de que en el caso de la desaparición no existe principio de realidad con el cual


darle una dirección al proceso de duelo (…). De esto se encargaría, en su caso, el rito
funerario, necesario para la elaboración de un duelo; la presencia del cuerpo es, en sus
palabras, un elemento importante que ayudaría a salir de los mecanismos denegatorios.
(p.53)

En el caso de la desaparición se produce una situación de incertidumbre en la relación al


destino del desaparecido. La situación de presencia-ausencia simultáneas, la falta de
referentes en cuanto a lo ocurrido y lo por ocurrir; crea una zona de ambigüedad
psicotizante que se ve reforzada por la impunidad de los “desaparecedores”. La
ambigüedad impide utilizar el principio de realidad para indicar al psiquismo una
dirección precisa en la cual realizar el trabajo elaborativo. (p.54)

Lundila Catela, (2002), se pregunta:

Con la falta de cuerpo (…), ¿qué espacios son recreados para dar cuenta de esa ruptura?

¿Dónde es localizada la muerte? ¿Para dónde se trasporta la energía concentrada delante

de la sepultura de un hijo, un padre, un hermano muerto? ¿Cómo son rearmadas y

construidas las clasificaciones sobre la muerte? ¿Cómo es caracterizada y expresada?

(p.133)

De Vecchi & Goméz (2008), sustituyen la palabra “muerte” por el de “pérdida”, ya que

los familiares siempre tienen la posibilidad de vida. Si bien nos damos cuenta de que no

hablamos aquí de un duelo por la muerte de un familiar sino por la pérdida del objeto, por la
34

desaparición, distintos autores han tocado el tema al decir que el ser humano sufre un proceso

de duelo (proceso por el cual reacomoda su vida e incorpora los cambios a ella) por cualquier

cosa que haya perdido sin significar ésta una perdida en relación a la muerte, como puede ser la

pérdida de un trabajo, el patrimonio, el estatus social, etc., toda aquella cosa que represente valor

para el sujeto y que le obligue a tener un reacomodo (duelo) por ello.

De Vecchi & Goméz (2008) hablan de lo que expone Lacan como un agujero en lo real,

un hueco que queda al extraerse ese ser amado y que es difícil de llenar; éste trata de ser

rellenado con cualquier cosa: símbolos, fotos, ropa y cosas del desaparecido, etc.

Con lo expuesto anteriormente se concluiría que existe una notable diferencia entre un

duelo normal, un duelo patológico y un duelo por un familiar desaparecido, tomando este último

como una categoría separada. No se podría englobar el duelo por un desaparecido dentro de los

dos anteriores puesto que no sigue las etapas de un duelo normal o sano y a su vez no puede ser

un duelo complicado ya que no es un suceso que se concluya, es decir no hablamos de una

pérdida concretada pues el familiar en muchos de los casos mantiene la esperanza de vida de su

familiar.

Una de las consecuencias que puede estar relacionada con este fenómeno es la

depresión. A continuación se describe este cuadro psicopatológico.

2.6. Depresión

La depresión es una afección del estado de ánimo que puede ser neurótica (generada por causas

psicológicas, sociales, ambientales, etc.), o endógena (generada por ineficacia de las conexiones

sinápticas o los neurotransmisores), en la cual se presentan distintos síntomas, entre los cuales
35

están: tristeza, llanto, afecciones psicosomáticas, pérdida del interés en las actividades que antes

se disfrutaban, insomnio o hipersomnia, pérdida o aumento del peso corporal, desasosiego,

ansiedad, irritabilidad, entre otros. Es necesario determinar si el tratamiento que se dará al

familiar de una víctima de desaparición forzada será para tratan únicamente algún tipo de

depresión o se le brindará a su vez apoyo para solucionar un posible duelo y/o estrés

postraumático en la psicoterapia. Por ello es importante citar algunas definiciones del trastorno.

El diccionario de Psicología de la Princenton University, dirigida por Howard C. Warren,

citado en Zubiría (1991), nos dice que la depresión: “Es un estado emotivo de actividad

psicofísica baja y desagradable que puede ser normal o patológico. En este caso la palabra

´depresión` designa una disposición psíquica de desesperación y un abrumador sentimiento de

insuficiencia y bajeza” (p.11).

Según datos de la OMS (s.f.), la depresión es un trastorno mental frecuente, que se

caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta

de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración

(párr. 1).

A su vez el Diccionario de Psicología de Friedrich Dorsh, en su segunda edición en

español, citado en Zubiría (1991), la define como:

“Estado de ánimo triste, deprimido, de mal humor, con inhibiciones del curso del

pensamiento, débil voluntad e incapacidad de decisión. Es una manifestación normal

cuando hay causas exteriores que la explican. Sin una base normal suficiente y en grado

intenso, se presenta en diversas enfermedades mentales, especialmente en la psicosis

maniacodepresiva”.(p.11)
36

El diccionario Enciclopédico Ilustrado de Medicina Dornald, en su 26ª edición, citado

en Zubiría (1991), enseña: “3. Síndrome psiquiátrico que consiste en pesimismo y tristeza,

retardo psicomotor, insomnio y pérdida de peso, a veces concomitantes con sentimientos de

culpa y preocupaciones somáticas, con frecuencia de proporciones delirantes” (p.11).

En la depresión neurótica el elemento “pérdida” es de importancia capital; la pérdida

puede ser reciente y real, haberse presentado en el pasado, ser de algo intangible, como el afecto

o la autoestima, o ser inminente y amenazadora, como la juventud que se va, un negocio

tambaleante, o un poder sexual declinante. Lo que importa no son los hechos sino la actitud del

enfermo respecto de ellos. Una de las metas de la psicoterapia es investigar lo que el paciente

ha perdido, y cuando ha quedado claro el motivo de la tristeza del paciente, lograr su adaptación

a esta situación. Para ello es necesario revisar todas las experiencias significativas del enfermo

que se relacionen con el objeto perdido, ubicándolas en un mundo en el cual este objeto ha

desaparecido (Narváez, 1999).

Narváez (1999) menciona algunas causas psicológicas de la depresión:

a) Pérdida de un ser querido.


b) Pérdida de una situación económica.
c) Pérdida de poder.
d) Pérdida de la salud:
 Enfermedades con peligro de muerte.
 Enfermedades que originan incapacidad física.
 Enfermedades que determinan alteraciones estéticas.
 Enfermedades que afectan la autoestima (impotencia).

Asimismo, Narváez (1999) propone como causa social de la depresión neurótica al incremento

de la violencia y de la delincuencia, en el lugar de residencia.


37

El punto anterior es de suma importancia ya que las desapariciones forzadas son

resultado inminente de un incremento sustancial en la violencia y la delincuencia; por ello,

podría suponerse que las desapariciones forzadas traen consigo depresión neurótica, pero éste

no es un hecho comprobado y no en todos los familiares de víctimas de desaparición forzada

existe este fenómeno, sin embargo, pudiesen experimentar algunos síntomas propios de la

depresión.

Acompañando la depresión (si se detectara en dado caso), desencadenada por la

violencia que se ha sufrido, también se podría presentar un estado de estrés post-traumático, con

diversos síntomas. A continuación se describe este fenómeno.

2.7. Estrés Postraumático/ Agudo

“Cuando nos vemos sometidos a un estímulo lo suficientemente potente como para producirnos

un desequilibrio físico o psicológico, surge el 'estrés'” (Sancho, 2007, p.226).

Sólo cuando los estímulos son muy negativos, llegando a tener incluso una verdadera

sensación de grave peligro para la vida, hablamos de “trauma psíquico”. Ante esta agresión, la

respuesta de nuestro organismo para defendernos y remontar el desequilibrio sufrido, se

denomina estrés postraumático.

Es la consecuencia de acontecimientos muy negativos o traumáticos para la propia vida

o para la de un ser querido o allegado, que se acompañan de verdaderas vivencias de terror,

como los ataques terroristas, los secuestros, los grandes accidentes, los desastres naturales, los

ataques violentos, las violaciones, la tortura, etc.

Sancho (2007) nos habla de los diferentes momentos del estrés postraumático:
38

a) La “reacción inmediata” a la catástrofe


En las primeras horas, días y semanas posteriores a la catástrofe, se puede sentir una
cierta agitación, un embotamiento o aturdimiento, insomnio, irritabilidad, recuerdo
indeseado del trauma, pesadillas relacionadas con el hecho traumático vivido y la
evitación de todo cuanto nos lo recuerde, así como un miedo a vivir situaciones parecidas
en espacios similares. En ocasiones, estos síntomas pueden perdurar en el tiempo,
haciendo de la experiencia sufrida el centro de la vida de quien la ha experimentado.
(p.229)
b) El “estrés postraumático”
Algunos de los afectados por el trauma sufrido no consiguen normalizar su vida en un
tiempo razonable, lo que hace que estos síntomas sean experimentados con mayor grado,
llegando incluso a notar una verdadera ruptura en su evolución biográfica. En estas
personas existe un “antes” más o menos productivo y agradable, y un “después” teñido
de sufrimiento y problemas de adaptación. No obstante, hasta en estos casos es posible
la curación de la ayuda profesional y especializada. (p.230)

Los síntomas que se presentan, según Sancho (2007), son:

- Rememoración de lo sucedido.
- Evitación de cuanto recuerde lo vivido.
- Miedo a vivir situaciones parecidas.
- Tristeza y angustia vital.
- Palpitaciones y sensaciones de falta de aire.
- Insomnio y pesadillas.
- Llanto fácil y sobresaltos.
- Reacciones violentas ante situaciones cotidianas.
- Indiferencia ante las personas más queridas. (p.230)

Teniendo en cuenta una noción de los términos necesarios, pasaremos a la presentación de la

hipótesis y con ello la metodología utilizada.


39

Capítulo III

Método
3.1. Participante

De acuerdo con la descripción realizada por Hudelson (1994, en Ito & Vargas 2005) y tomando

en consideración las características del fenómeno que estudiamos en esta investigación, se

decidió utilizar una técnica de bola de nieve para ubicar un caso crítico.

Tal tipo de caso se describe como “aquellos que son particularmente importantes o

dramáticos, cuando los recursos son limitados” (op. Cit). Además, la técnica de bola de nieve

permite la ubicación de personas que pertenecen a una “población oculta”. Es decir, a personas

que por las mismas características del estudio que nos ocupa (miedo, ilegalidad, u otras

desconocidas) son suspicaces y desconfiadas para ser entrevistadas.

En ese tenor, se evaluó a una única persona del sexo femenino de 54 años de edad, que

por razones de confidencialidad llamaremos D. Esta persona es la hermana mayor de un

desaparecido a causa del narcotráfico.

3.1.1. Criterios de exclusión:

 No ser familiar de la persona desaparecida.


 Que la desaparición sea por otras causas excluyentes al narcotráfico.
 Que la persona haya aparecido, o se hayan recuperado sus restos.

3.2. Procedimiento

Captación de la participante: la persona que participó en este estudio fue referida a través de

informantes claves. Cabe mencionar la dificultad que existió para encontrar una persona que
40

estuviera dispuesta a participar, esto por la inseguridad que se vive en el país y por temor a

represalias.

Después de contactarse con el informante clave se habló con la persona para explicarle

en qué consistía la investigación y por qué era importante su contribución.

Primeramente se le explicaron todos los derechos que la persona tiene sobre la información que

nos proporcione. También se aclararon todas las dudas y preguntas que tuviese. El siguiente

paso fue aplicarle los tres instrumentos de medición. A continuación se tomó un pequeño receso

aproximadamente entre de 10 minutos, para continuar con la entrevista donde se le preguntó

sobre tres aspectos que rodean la desaparición de su familiar, historia y situación de la

desaparición, emociones (duelo difuso) que presenta y soluciones intentadas. Esta última

entrevista consta de aproximadamente 17 preguntas abiertas. Fue audio-grabada y después

trascrita en un documento para su posterior análisis.

3.3. Análisis de las Variables

3.3.1. Variables independientes:

La desaparición forzada a causa del narcotráfico del familiar.

3.3.2. Variables dependientes:

3.3.2.1. Cuantitativas.

 Sintomatología del TEPT, medido a través de la Escala de Gravedad de Síntomas del


Trastorno de Estrés Postraumático.
 Sintomatología de depresión, medida con el Inventario de Depresión de Beck II.
 Sintomatología de duelo, medida a través del Inventario Texas Revisado de Duelo.
41

3.3.2.2. Cualitativas.

Narrativas derivadas del análisis de contenido.

3.4. Diseño

Se realizó una investigación exploratoria, con método de estudio de caso de corte cualitativo,

ideográfico. Se seleccionó a una persona con los siguientes criterios:

 Ser familiar de un desaparecido a causa del narcotráfico.


 Que su familiar este aun desaparecido.

Yin (1989) citado en Martínez Carazo (2006), considera el método de estudio de caso apropiado

para temas que se consideran prácticamente nuevos, pues en su opinión, la investigación

empírica tiene los siguientes rasgos distintivos:

 Examina o indaga sobre un fenómeno contemporáneo en su entorno real


 Las fronteras entre el fenómeno y su contexto no son claramente evidentes
 Se utilizan múltiples fuentes de datos, y
 Puede estudiarse tanto un caso único como múltiples casos. (p. 174)

En este sentido, Chetty (1996) citado en Martínez Carazo (2006), indica que el método de

estudio de caso es una metodología rigurosa que,

 Es adecuada para investigar fenómenos en los que se busca dar respuesta a cómo y por
qué ocurren.
 Permite estudiar un tema determinado.
 Es ideal para el estudio de temas de investigación en los que las teorías existentes son
inadecuadas.
 Permite estudiar los fenómenos desde múltiples perspectivas y no desde la influencia de
una sola variable.
42

 Permite explorar en forma más profunda y obtener un conocimiento más amplio sobre
cada fenómeno, lo cual aprueba la aparición de nuevas señales sobre los temas que
emergen, y
 Juega un papel importante en la investigación, por lo que no debería ser utilizado
meramente como la exploración inicial de un fenómeno determinado. (p. 175)

El estudio se realizó mediante una entrevista semiestructurada, realizada directamente por la

tesista y el director de tesis, así como tres instrumentos de medición, cada uno dedicado a una

variable (duelo, estrés postraumático y depresión).

Para el análisis de la información obtenida en la entrevista se realizó una transcripción

estenográfica, y se utilizó un análisis de contenido cuantitativo con método mixto (inductivo-

deductivo). En el análisis separamos por colores (deductivo) aquellas partes del texto que se

refirieran a cada uno de los trastornos que identificamos en los resultados (morado: depresión,

azul: duelo, amarillo: TEPT). Además, recatamos la narración de la desaparición y las técnicas

de afrontamiento que utiliza la entrevistada (inductivo).

“El análisis de contenido cualitativo consiste en un conjunto de técnicas sistemáticas

interpretativas del sentido oculto de los textos” (Abela, 2015, p. 22).

Hay tres formas básicas de codificación en el análisis de contenido cualitativo: A)

Inductiva: Una manera de codificar inductivamente es la de zambullirse en un

documento o situación para identificar los temas o dimensiones que parezcan relevantes.

B) Deductiva: El investigador recurre a una teoría e intenta aplicar sus elementos

centrales dimensiones, variables, categorías... C) Mixta: Con frecuencia, sin embargo,

pueden efectuarse las dos estrategias alternativas sin dificultad. (Abela, 2015, p. 26)
43

No se utilizó ningún software de análisis cualitativo, puesto que el análisis de contenido

seria cualitativo y el hacerlo únicamente mermaría los resultados. Como menciona Abela

(2015):

Los procesos dinámicos de interacción producidos en los trabajos de campo cualitativos


son difíciles de recoger en los programas más utilizados de Análisis Cualitativo como
Atlas.ti, Nudist, MaxQDA, Kwalitan, etc, por lo que estos programas se encuentran más
cerca de la sistematización de la lectura de textos o imágenes, es decir, de las técnicas
de análisis de contenido que de otras técnicas afines. (p.26)

La validación de los resultados obtenidos se hizo a través de triangulación, mediante la

teoría, la entrevista y los instrumentos de medición.

3.5. Instrumentos

Se utilizó el Inventario de Depresión de Beck (BDI, BDI-II), creado por el psiquiatra,

investigador y fundador de la Terapia Cognitiva, Aaron T. Beck, para medir la depresión. Es un

cuestionario autoadministrado que consta de 21 preguntas de respuesta múltiple. Es uno de los

instrumentos más comúnmente utilizados para medir la severidad de una depresión. Las

versiones más actuales de este cuestionario pueden ser utilizadas en personas de a partir de 13

años de edad. Está compuesto por ítems relacionados con síntomas depresivos, como la

desesperanza e irritabilidad, cogniciones como culpa, así como síntomas físicos relacionados

con la depresión (por ejemplo, fatiga, pérdida de peso y de apetito sexual).

Los ítems están estructurados en una escala tipo Likert con cuatro opciones de respuesta

(de 0 a 3), que el sujeto debe elegir dependiendo de cómo se ha sentido durante la última semana.
44

El rango del instrumento de puntaje del instrumento es de 0 a 63 y el punto de corte más utilizado

para diferenciar entre población sana y población aquejada de sintomatología depresiva es de

18. El inventario ha sido validado en población española, mostrando buenas propiedades

psicométricas. Posee una fiabilidad test-retest que fluctúa entre .60 y .62. En el estudio de

Vázquez y Sanz (1997) con población general encontraron una elevada consistencia interna

(coeficiente alfa = .83). En otro estudio de estos mismo autores (Vázquez y Sanz, 1999),

realizado con pacientes no hospitalizados con diversos trastornos psicopatológicos, el

coeficiente alfa de fiabilidad fue de 0.90. (Alvarado, 2013).

Para medir el Síndrome de Estrés Postraumático se utilizó la Escala de Gravedad de

Síntomas del Trastorno de Estrés Postraumático: Es una escala de evaluación heteroaplicada,

a modo de entrevista estructurada con preguntas cerradas, que evalúan los síntomas y la

intensidad del trastorno de estrés postraumático según los criterios diagnósticos del DSM-IV

TR (presencia de 1 síntoma en la escala de reexperimentación, de 3 en la de evitación y de 2 en

la activación, siempre que haya trascurrido más de un mes desde el acontecimiento traumático).

Ha sido estructurada con un formato tipo Liket de 0 a 3 según la frecuencia e intensidad de los

síntomas, consta de 17 ítems, de los cuales 5 hacen referencia a los síntomas de

reexperimentación, 7 a los de evitación y 5 a los de hiperactivación. El rango es de 0 a 51 en la

escala global; de 0 a 15 en la subescala de reexperimentación; de 0 a 21 en la escala de evitación;

y de 0 a 15 en la de activación. El punto de corte propuesto para detectar la gravedad clínica de

este trastorno es de 15 en la escala global. Los puntos de corte sugeridos en cada una de las

subescalas parciales son los siguientes: reexperimentación: 5 puntos; evitación: 6 puntos; y

aumento de la activación: 4 puntos.


45

Esta escala ha sido validada en población española, en dos grupos de sujetos compuestos

por una muestra clínica y otra normativa. El alfa de Cronbach obtenido en el conjunto total de

sujetos fue de 0,92.

En cuanto a la validez de esta escala, se ha establecido en términos de validez de

contenido, convergente y de constructo. La de contenido se ha definido por medio de la

determinación del grado en que los ítems de la escala cubren los criterios diagnósticos DSM-IV

TR referidos al cuadro clínico estudiado. La escala abarca el 100% del contenido de los criterios

diagnósticos de dicho manual. En la validez convergente se ha establecido, por un lado, una

correlación biserial puntual entre la puntuación total de la escala y la presencia o no del trastorno

por estrés postraumático, según el diagnóstico categorial del DSM-IV TR, en la muestra total

de sujetos, con el resultado de una correlación alta y significativa (r = 0,82; p < 0,001). Además,

se ha correlacionado con la puntuación total de la escala con el instrumento. Escala de Impacto

de los Sucesos (IES), de Horowitz et al. (1979), siendo la correlación resultante de 0,77 (p <

0,001).

La validez de constructo se ha establecido correlacionando la puntuación de la escala

global del instrumento con otros síntomas psicopatológicos presentes en este cuadro clínico,

como depresión, ansiedad, e inadaptación en diferentes áreas de la vida cotidiana. Así, la

correlación entre la puntuación global obtenida en la escala y el Intervalo de Depresión de

Hamilton es de 0,60 (p < 0,001); con el Inventario de Ansiedad-Estado (STAI), es de 0,62 (p <

0,001); y con la Escala de Inadaptación de Echeburúa, Corral y Fernández-Montalvo es de

0,48 (p < 0,001).

La eficacia diagnóstica de la escala es de 95.4%, con una sensibilidad del 100% y una

especificidad de 93.7%. (Alvarado, 2013).


46

Para medir el duelo se utilizó el Inventario Texas Revisado de Duelo (ITRD) (9,10): El

ITRD se rellena en 10 minutos aproximadamente, es autoadministrado, pudiéndose evaluar

directamente sin necesidad de plantillas. Según sus autores permite agrupar a los dolientes en

cuatro categorías: ausencia de duelo, duelo retardado, prolongado y agudo (siendo obvias las

reacciones de duelo complicado). Es igualmente sensible a los cambios en el tiempo, tiene

estudios de fiabilidad y validez, y al menos existe una versión en español y otra en francés.

Tiene dos escalas clínicas tipo Likert con cinco categorías de respuesta; una de 8 ítems

referida a la conducta y los sentimientos del doliente en los momentos posteriores cercanos a la

muerte del cónyuge, denominada parte I, cuya puntuación oscila entre 8 y 40; y la otra de 13

ítems, que hace referencia a los sentimientos actuales, denominada parte II, cuya puntuación

oscila entre 13 y 65.

Se construyó el primer Inventario Texas de Duelo, cuando aún el constructo de duelo

era una entelequia y no se le diferenciaba netamente del síndrome general de adaptación o de la

depresión reactiva, a partir de un cuestionario inicial con 13 afirmaciones referidas a varios

aspectos del duelo complicado. Estas afirmaciones se administraron a pacientes ambulatorios

psiquiátricos en duelo (N=57) y sus resultados se correlacionaron con una valoración del 1 al 5

hecha por los autores de las mismas afirmaciones, basados en su experiencia con el duelo

patológico, se mantuvieron 7 que correlacionaban significativamente; luego se comprobó la

correlación ítem-total y se verificó su validez observando que el nuevo inventario,

efectivamente, arrojaba valores más altos en personas con duelos más tempranos.

En 1981 se elaboró el ITRD definitivo en una población amplia y representativa de

dolientes de USA (N=260 en un trabajo inicial y 328 en otro estudio replicación del primero), a

partir de una versión ampliada de 59 ítems que incluía los 7 del Texas inicial. En esta ocasión,
47

para la selección de los ítems se utilizó el análisis factorial; del análisis resultaron relevantes dos

factores y se eliminaron todos los ítems que no saturaban 0,40 o más a cualquiera de ellos;

quedando los 21 definitivos, agrupados 8 en la parte I y 13 en la parte II.

La fiabilidad del ITRD era alta; expresada como consistencia interna u homogeneidad y

medida por el coeficiente alfa de Cronbach, fue de 0,77 para la parte I y de 0,86 para la parte II.

La validez de constructo explorada era la validez factorial y por hipótesis.

En el factorial se diferenciaron claramente 2 factores correspondientes a la parte I y II.

La validez por hipótesis se constató presuponiendo que si efectivamente la parte I del ITRD

mide el constructo duelo, los valores serían más altos en muertes de personas de las cuales se

dependiera económicamente o la muerte fuera inesperada, por ejemplo la muerte de un adulto

joven, y que sería peor el duelo en personas que no habían ido a funeral; verificándose los tres

supuestos en los resultados. Para comprobar la parte II se presumió que los sentimientos actuales

irían disminuyendo durante el proceso, que los hombres expresarían menos sentimientos, y que

el duelo sería más intenso cuanto más cercano es el grado de parentesco; también se verificaron

en los resultados. Finalmente combinaron parte I y II presuponiendo más quejas somáticas en

duelo prolongado o retardado, aquí curiosamente salieron más quejas somáticas en duelo

ausente, no verificándose la hipótesis. (Sanz & Carmelo, 1998).

Estos instrumentos a su vez fueron complementados con una entrevista semiestructurada

de 17 preguntas, para indagar las posibles causas de la desaparición forzada del familiar, el

tiempo de sucedido, la manera de afrontar la perdida y resignificarla. Dividiendo el cuestionario

en tres tópicos: Historia y situación de la desaparición, Emociones (duelo difuso) que presenta

la persona y Soluciones intentadas, esto para poder dar contexto a los instrumentos antes

mencionados. (Anexo 5)
48

3.6. Consideraciones Éticas

Debido a la delicadeza e implicaciones de intimidad del fenómeno estudiado en todo momento

se ha preservado el anonimato del informante clave.

El proceso de consentimiento informado se llevó a cabo desde la búsqueda del

informante y con las personas que nos fueron llevando hacia la persona que cubriera las

características que requiere esta investigación. De este modo, tanto a los informantes clave como

a la persona entrevistada se aseguró la voluntariedad, anonimato y confidencialidad del material

narrativo y datos de identificación que pusieran en vulnerabilidad su identidad. Una carta de

consentimiento informado se anexa al final de este estudio. (Anexo 7)


49

Capítulo IV

Resultados

Como se mencionó anteriormente, el objetivo principal del estudio es evaluar el impacto

psicológico que sufre un familiar de un desaparecido a causa del narcotráfico. Y para ello fue

necesario la recolección de datos desde los instrumentos ya aludidos. A continuación se

presentan los resultados obtenidos.

Entrevista Semiestructurada. La entrevistada, que llamaremos “D” en adelante, nos

relata la desaparición forzada de su hermano menor al cual “levantaron” junto con su sobrino

hace 7 años 5 meses; mientras liberaron a su sobrino, su hermano continúa desaparecido.

D, es una mujer de 54 años, divorciada, fue maestra de primaria y ahora jubilada.

Actualmente dedica la mayor parte de su tiempo libre al cuidado de sus hijos y participando en

actividades religiosas. Al presente vive en una colonia popular de la ciudad de Durango.

Al momento de la entrevista D, se muestra como una persona aliñada, que cuida su

higiene. Su caminar es lento y pausado así como su manera de hablar (bradilalia). El aspecto de

su rostro es acorde a su edad. Los rasgos fisionómicos de su rostro se asocian a aquellos

correlacionados con la depresión: parpados caídos, dificultad para sostener la mirada, comisuras

de los labios caídos, en general un semblante que denota tristeza (sospecha de distinia), su

actitud es de cooperación y apertura hacia los entrevistadores, pues responde a las preguntas que

se le hacen.

Recabamos datos sobre los sentimientos, la vivencia y las formas de afrontamiento que

el familiar tiene. A su vez estos datos nos ayudaran a triangular los resultados obtenidos en las

pruebas para identificar el impacto psicológico que sufren los familiares.


50

Interpretación del BDI-II basada en puntuaciones de corte. La interpretación de las

puntuaciones en el BDI en cualquiera de sus versiones y formas se basa habitualmente en unos

criterios o puntuaciones de corte que definen diferentes categorías o niveles de gravedad de

sintomatología depresiva. Así, el manual original del BDI-II (Beck et al., 1996, p. 11) propone

las siguientes puntuaciones de corte y grados de depresión correspondientes: 0-13 indica

depresión mínima, 14-19 depresión leve, 20-28 depresión moderada y 29-63 depresión grave.

Al aplicarse la prueba la puntuación total obtenida fue de 15, indicando que el sujeto presenta

depresión leve. La depresión según la OMS se refiere a un trastorno del estado del ánimo con

las siguientes implicaciones:

“Se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa

o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de

concentración.”

 Estado de ánimo irritable o bajo, presencia de tristeza.

D, narra:

“Y, uno se siente, bueno yo en mi caso, yo me sentí muy mal, verdad, tuve que jubilar
de volada porque yo ya no soportaba estar en el trabajo.” (D., comunicación personal, 27
de octubre de 2015).
“Pues coraje, yo sentí mucho coraje con mis papás, todos esos muchachos es pura falta
de atención. Y, y yo siento mucho coraje con mi mamá, con mi papá no porque mi papá era
un alcohólico pero era buen hombre que, pienso que, que el carácter de mi mamá lo echo a
perder más la familia, más que las borracheras de mi papá.” (D., comunicación personal,
27 de octubre de 2015).
“Mi mamá siempre fue así de estar dañando a los hijos. Y pues hasta ahorita a la fecha
mi coraje es con ellos, me cuesta mucho trabajo relacionarme con ella, mucho trabajo me
cuesta.” (D., comunicación personal, 27 de octubre de 2015).
 Inactividad y retraimiento de las actividades usuales.
51

D, dice:

“Si, si afecta mucho, si afecta mucho, siente uno muy avergonzado, yo me sentía
muy avergonzada, yo no platicaba nada en la escuela, simplemente, este, ya no me
levantaba con ganas de ir a la escuela, yo era muy trabajadora, muy madrugadora y ya
no quería ni levantarme. Y cuando pude tramité mi jubilación.” (D., comunicación
personal, 27 de octubre de 2015).
 Pérdida de interés o placer en actividades que solían hacerlo feliz.

Al respecto D, señala:
“(…) porque yo me jubilé y ya ni quise ver a nadie, a ninguna compañera ni a
nadie, no quiero ver a nadie. Yo solo me dedico a estar en mi casa con mis hijos y, y a
ir a la iglesia, a servir a la iglesia, a servir a los que van y piden ayuda, y a orar por
ellos y nada más. No, no me puedo ya integrar a otra cosa, ya no, no me siento a gusto
con nada (…)” (D., comunicación personal, 27 de octubre de 2015).

Interpretación de la EGS-TEPT. Presentó una puntuación superior a 15 en la escala

global (20), punto de corte establecido por los autores de la escala (Echeburúa et al., 1997), por

lo que se puede afirmar que posee un nivel alto de estrés postraumático. También cumple los

criterios por subescalas: hay al menos un síntoma de reexperimentación (Puntuación 2), al

menos tres síntomas de evitación (Puntuación 5) y al menos dos síntomas de activación

(Puntuación 13). A su vez se identifica un TEPT crónico por su prevalencia mayor a 3 meses

del suceso. Únicamente en una de las tres subescalas supera el punto de corte establecido:

Activación con 13 puntos de 4 (punto de corte).

Según los criterios del DSM-IV TR (2010) el TEPT, “se caracteriza por la

reexperimentación de acontecimientos altamente traumáticos, síntomas debidos al aumento de

la activación y comportamiento de evitación de los estímulos relacionados con el trauma”

(p.518).
52

(…) La aparición de síntomas que sigue a la exposición a un acontecimiento estresante

y extremadamente traumático (…); o bien el individuo conoce a través de un familiar o

cualquier otra persona cercana acontecimientos que implican muertes inesperadas o

violentas, daño serio o peligro de muerte o heridas graves (Criterio A1). (DSM-IV TR,

2010, p.523)

D, relata la historia de la desaparición:

“(…) yo me acuerdo que, que él ya no andaba, no andaba, yo creo con la gente que
anduvo o no sé qué paso. Y pues ellos fueron los que lo levantaron, porque levantaron a mi
sobrino y a él. Entonces mi sobrino, a mi sobrino lo soltaron, y entonces ya le digo —Platícame
todo lo que oías, hijo, para yo sacar cabitos y todo. Y entonces pues que le dicen que, que le, —
Que porque hizo eso, eso no estuvo bien. Y que él nomas les decía “—Ustedes no decían lo que
tenían que hacer. O sea no supimos cuál fue el motivo. Y pues soltaron a mi sobrino porque,
pues el marido de mi hermana estaba en un puestecillo más o menos y hablaron con él, porque
aquí todos saben eso, los viejos del poder están en todo eso. Y lo soltaron bien golpeado y, y él
le dijo, dice que le dijo —Mijo tú te vas a ir, no te preocupes. Pero yo siempre tuve la esperanza
de que él iba a aparecer y pues no. Mi sobrino siempre me daba a entender que no, pero uno
se niega, se niega, hasta que pasó el tiempo, entonces uno empieza a aceptar.” (D.,
comunicación personal, 27 de octubre de 2015).

La respuesta del sujeto a este acontecimiento debe incluir temor, desesperanza y horrores

intensos (Criterio A2). El cuadro sintomático característico secundario a la exposición

al intenso trauma debe incluir la presencia de reexperimentación persistente del

acontecimiento traumático (Criterio B), de evitación persistente de los estímulos

asociados a él y embotamiento de la capacidad de respuesta del individuo (Criterio C),

y de síntomas persistentes de activación (Criterio D). (DSM-IV TR, 2010, p. 523)

D. relata:

“Siento miedo de todos los que se drogan. Desde que mataron a mi hermano, que a mi
hermano lo mataron unos drogados a golpes, este, yo los odiaba, yo los quería salir a matar a
53

todos. En las noches soñaba que salía y los mataba donde se estaban drogando. Y a partir de
lo que paso con mi hermano, también, o sea siento mucho con ellos así desconfianza. Por donde
vivimos hay muchos de esos, se mueve mucho la droga y, y yo trato de no relacionarme con la
gente porque desconfió mucho de, de ellos. Y los primeros días si fue muy difícil porque salía a
la calle yo iba así asustada porque como cuando pasó eso nos estaban cuidando los de la DEI,
porque les digo, ellos saben todo, saben todo y cuando mi sobrino estuvo, este, iba alguien y
decía “—Nada más faltó un día a trabajar la mamá ya se presentó, ya está yendo a trabajar.”
O sea, todo están vigilando, son ellos mismos. Entonces, este, por eso uno pues a quien va a
acudir, a nadie.” (D., comunicación personal, 27 de octubre de 2015).

“El cuadro sintomático completo debe estar presente más de 1 mes (Criterio E) y

provoca un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas

importantes de la actividad del individuo (Criterio F)” (DSM-IV TR, 2010, p.525).

D. dice que a partir de la desaparición de su hermano que lleva 7 años, este

acontecimiento afectó su vida en todos los aspectos:

“(…) Y, uno se siente, bueno yo en mi caso, yo me sentí muy mal, verdad, tuve que
jubilar de volada porque yo ya no soportaba estar en el trabajo. Sentía vergüenza porque yo
sabía que, entonces se hablaba de la delincuencia pero mi hermano era delincuente, no era…”
(D., comunicación personal, 27 de octubre de 2015).

Interpretación del ITDR. Para su evaluación se suman las puntuaciones de cada ítem

y se calculan los totales de cada una de las 2 partes del cuestionario: la parte I, de 8 ítems y 40

de puntuación máxima, que explora la conducta y los sentimientos del doliente en los momentos

inmediatos al fallecimiento; y la parte II, de 13 ítems y 65 de puntuación máxima, que explora

los sentimientos actuales del doliente en relación con el fallecido.

Según sus autores permite agrupar a los dolientes en cuatro categorías diferenciándolos

según su puntuación con relación a la calificación en duelo agudo (Parte I) y duelo actual (Parte

II) por encima (Alto) o por debajo (Bajo) del percentil 50 (P50) de la prueba.
54

Con esta distribución de puntuaciones se obtienen cuatro tipos de duelo: Duelo

prolongado, es aquel sujeto que puntúa por encima de P50 en ambos momentos (Alto-Alto).

Duelo resuelto, el sujeto que puntúa por encima de P50 en duelo agudo (Alto-Bajo). Duelo

ausente, aquel sujeto que puntúa por debajo del P50 en ambos casos (Bajo-Bajo). Y por último

el duelo retrasado corresponde al sujeto que puntúa por encima del P50 en el factor duelo actual

(Bajo-Alto). La prueba se completa con una puntuación total de la escala que se ha denominado

duelo total, siendo el sumatorio de las partes descritas anteriormente y para el que a mayor

puntuación, mayor intensidad del duelo.

Se realiza una adaptación de elaboración propia del instrumento para esta situación de

duelo y pérdida pero de “no fallecimiento” (Anexo 1)

La persona obtuvo una puntuación de 32 (Bajo) en la Parte I y una puntuación de 63

(alta) en la Parte II, lo que sitúa al sujeto en la categoría de duelo retrasado. Además de una

puntuación total de 95 de 105, que representa una intensidad alta en el duelo.

Según Worden, (1997),

el duelo retrasado: también se denominan duelos inhibidos, suprimidos o pospuestos. La

reacción producida en un primer momento no fue suficiente, de manera que se pueden

desencadenar respuestas retrasadas en cualquier otro momento posterior a la pérdida, siendo

estas desproporcionadas con respecto al acontecimiento que las desencadena

actualmente.(p.125)

Mientras que la Asociación de familiares de enfermos de Alzheimer y otras demencias

seniles de Tenerife (A.F.A.T.E.) define el duelo retrasado como,


55

aquel en el que la persona tiene una reacción emocional que no tiene la suficiente intensidad

como para iniciar el proceso de duelo y queda como “atascado” en esa situación; los

sentimientos se inhiben y pasado el tiempo, motivo de otra pérdida o acontecimiento

estresante, aparecen de forma desmesurada. Estas personas evitan pensar en lo sucedido y

para ello procuran estar en una actividad constante. (Duelo patologico)

Sobre esta oposición a aceptar la idea de una posible muerte y por lo tanto vivir un duelo D.

relata:

“Pero yo siempre tuve la esperanza de que él iba a aparecer y pues no. Mi sobrino
siempre me daba a entender que no, pero uno se niega, se niega, hasta que pasó el tiempo,
entonces uno empieza a aceptar.” (D., comunicación personal, 27 de octubre de 2015).
“(…) yo quiero el cuerpo, nada más quiero el cuerpo. Y, este ya de rato que le estuve
diciendo me dijo ‘—Mire le voy a decir algo, cuando se los llevan así ya no vuelven —dijo—.
Más vale que no busque lo que no le va gustar encontrar Entonces fue cuando yo ya dije, pues
ya hasta aquí verdad, yo ya no voy a buscar nada porque pues sí, no me hubiera gustado
encontrarlo con las cosas que antes se decían que les hacían verdad (…)” (D., comunicación
personal, 27 de octubre de 2015).

“(…) yo decía que, que él estaba vivo, tuve muchos años la esperanza pero ahorita ya
no, ya no tengo la esperanza de que este vivo.” (D., comunicación personal, 27 de octubre de
2015).
“(…) yo sé que mi hermana y porque su hijo le decía yo creo, que este, que este lo iban
a matar, este, y ellos siempre estuvieron así de que estaba muerto y yo soy la que seguía
pensando que él estaba vivo, de que estaba vivo. Y yo digo que si duro vivo un tiempo, si duro
vivo un tiempo.” (D., comunicación personal, 27 de octubre de 2015).
Así los relatos de D. junto con los resultados obtenidos en las pruebas y a su vez la

contrastación con la teoría nos ayudan a dilucidar las conclusiones sobre este estudio, que

veremos a continuación.
56

Capítulo V

Discusión y Conclusiones

El objetivo principal que nos motivó hacia esta indagación fue poder conocer cuáles son las

repercusiones o el impacto psicológico que padecen los familiares de víctimas de desaparición

forzada a causa del narcotráfico. Como se mencionó con antelación, éste ha sido y sigue siendo

un fenómeno que afecta de manera negativa a toda la sociedad mexicana desde todas las

bisectrices del panorama, por ello su importancia.

Nuestro sujeto de estudio presenta, según los criterios estipulados en el IDTR, un duelo

retrasado. La interpretación que se puede dar al estudiar el caso ha sido que este duelo

“retrasado”, y lo que el término sugiere, es que pone en pausa los sentimientos a vivir por la

pérdida. Por lo tanto no podemos obligar a la persona a que viva un duelo por muerte cuando

no existe ninguna prueba certera de que el deceso haya ocurrido. Sin embargo al inquirir en la

documentación y teniendo en cuenta los resultados obtenidos podemos afirmar que los

familiares de estas víctimas sufren un tipo de duelo, si bien no podemos hablar de un duelo por

la muerte en sí, sino aquél que se dará por la pérdida de esta situación de normalidad en la vida

de la persona. Se pierde tal vez un sustento económico, el poder hablar y estar en contacto diario

con el familiar, la estructura familiar se desmantela, dando paso a una serie de cambios en su

organización. Se pierde la vida que se conocía y la rutina que se seguía, dando paso a la

“ambigüedad”, y no sólo es un término usado en el texto, es el nuevo mundo que estará presente

para el familiar constantemente, aun aquellos que en algún momento decidan afirmar la muerte

de su familiar, pasarán inevitablemente por esta situación de no certeza. En este sentido el

trabajo del psicólogo se centra en poder manejar estos cambios sobre la vida del doliente y
57

tratando el duelo que nace por la pérdida de esa estabilidad, y las pérdidas subsecuentes que

pudiese ocasionar el suceso (pérdida del trabajo, aislamiento social, etc.).

Otro de los hallazgos de la investigación ha sido que el familiar presenta sintomatología

de trastorno de estrés postraumático, esto obviamente por la exposición al shock emocional tan

fuerte como lo es la desaparición forzada de un familiar. Acorde con esto se sugiere que se trate

el trastorno según la vertiente terapéutica que más ayude al paciente a la recuperación (como

podría ser la terapia cognitivo-conductual).

También se pudo constatar otra de las suposiciones, al descubrir que la persona según

los resultados de las pruebas aplicadas y triangulando esto con la entrevista y la teoría, presenta

depresión leve. Se recomienda en la terapia tratarla según los métodos que el terapeuta designe

idóneos.

La percepción que pude obtener como investigadora y a la vez como participante de la

relatoría de la persona, es que la desaparición forzada es una situación que excede la

comprensión que hasta ahora había tenido en mi formación como psicóloga, respecto a posibles

traumas y efectos psicológicos que puede sufrir una persona después de pasar por circunstancia

traumáticas. Excede porque no estamos hablando de una realidad tangible o que pude ser

incorporada por completo en la psique del paciente sino que se convierte en esta “ambigüedad”

de la que tanto se habló, el simple hecho de no saber el paradero del familiar o la situación en

la que se encuentra (vida o muerte), creo que lleva a la persona a padecer una situación dolorosa,

traumatizante; y podría inferir, en unos casos, casi psicotizante.

Desde el principio de la entrevista, inclusive sólo al presentar las escalas de medición D.

se encontraba llorando mientras que paulatinamente soltaba algunas frases referentes a los
58

sucesos con su hermano. Subsecuentemente en la entrevista pude denotar en ella un dolor

inmenso, aunque D. nos afirma que ella, a través de su contacto con la religión cristiana, pudo

percibir que su hermano estaba muerto (aclarando que esto pasó después de un largo tiempo); a

pesar de esa aceptación existía aún un duelo presente y el dolor que brotaba por doquier.

Con esta entrevista se puede ver el alcance que tiene el trauma. Afectó la vida familiar

de D., ya que ella no podía dejar de sentir rencor contra su madre y los malos que ésta tratos que

propiciaba a sus hijos, quien según D; era la culpable de que su hermano hubiese tomado el

camino de las drogas y se involucrara después en el narcotráfico. A su vez, dejó secuelas en el

ámbito laboral de D, ella nos narra que tuvo que jubilarse lo más pronto posible porque no

soportaba ir a su trabajo y no tenía ganas de tratar con las personas. Afectó la manera en que D

llevaba su rutina, con dificultades para dormir, pensamientos intrusivos sobre el paradero y la

situación de su hermano, sentimientos de tristeza y desesperanza, aislamiento,

ensimismamiento, etc.

Además de estos sentimientos, D vivió una situación de temor, por eso jamás denunció

la desaparición de su hermano. Ella misma menciona en la entrevista que a ellos (su familia)

desde un principio les advirtieron sobre no denunciar. Menciona que los policías son quienes

están involucrados con el narcotráfico y por eso es más difícil proceder legalmente.

Los familiares que tienen contacto con esta situación viven con la idea de la posible

aparición del familiar, de su posible ubicación y de una desesperación por hacer algo para ubicar

el paradero y el estado de la víctima. Teniendo que lidiar con ideas intrusivas de las posibles

torturas que pudiese estar sufriendo el familiar o de una posible muerte, del potencial estado en

que se encontrara el cuerpo (si es que se recupera), y a la vez de tener que mantener esa

esperanza de vida. Esperanza de vida que se vuelve “psicotizante”, es decir que puede dar
59

indicios de ilusiones constantes y probablemente de ideas delirantes. Ya que todo lo que ocurre

puede ser interpretado como una señal de su familiar. Una llamada perdida, un auto que condujo

de tal manera, una carta equivocada de domicilio, relatos de amigos de que han visto al familiar

en diferentes partes; y todas las ideas que pueden sugerir que el familiar está vivo, está siempre

cerca, cuidando y protegiendo, pero que por alguna razón (por seguridad) no se puede

comunicar. Por ejemplo, D, interpretaba ciertos sucesos como indicios de la vida de su hermano,

relato que hubo una llamada telefónica que recibió una persona a la cual su hermano, iba a

venderle una camioneta, sin embargo la llamada jamás se respondió.

Las forma de afrontamiento que se puede distinguir en la situación de D, es el acercase

a la religión. Ella narra que después de que su hermano desapareció, cambio de la doctrina

católica a la cristiana y que eso fue lo único que logro ayudarla. A la vez afirma que ya no tiene

ganas de trabajar porque ya no quiso ver a nadie después de lo sucedido, y que lo único que a

ella la motiva y de lo único que tiene ganas de hacer es de ir a la iglesia, de orar por las personas

drogadictas y por todos los que necesiten ayuda. La religión para ella fue un bálsamo sanador y

un andamio por el cual apoyarse para poder resistir tan terrible pérdida. Fue y es la única

actividad que mantiene, ya que es jubilada; el orar por su hermano la consolaba y así fue como

sintió que su hermano estaba muerto, porque Dios le envió una señal y ya no pudo orar por él,

ya que en su doctrina no se puede orar por los muertos. De esta manera la religión pudo ayudarla

a sobrellevar la pérdida y a poder asimilarla, además de poder aminorar en alguna medida ese

temor hacia las personas que son drogadictas y narcotraficantes.

En una posible intervención, habría que considerar que el duelo es un proceso de

elaboración de una perdida que idealmente conduce a la aceptación. El acostumbrarse a un

nuevo estado donde falta algo o donde algo nuevo se encuentra. Algunos ejemplos de duelo
60

pueden ser cambio de ciudad, graduarse, encuentra otro trabajo. Es el proceso por el cual la

psique se adapta a una situación nueva y es un suceso que ocurrirá durante toda la vida de la

persona.

Cuando se habla de pérdida, en efecto, la persona que tiene un familiar desaparecido ha

perdido algo o mucho. No podemos hablar de pérdida en cuanto a muerte, sino que se ha perdido

la relación física con esa persona, el estado en el cual se encontraba la persona a su lado, las

pláticas con él, el soporte económico (si es que había alguno), y ahora ha obtenido la

ambigüedad, ha obtenido el no saber sobre esa persona, y tendrá entonces que acostumbrarse a

este estado de ambigüedad, a esta ausencia. El trabajo del psicólogo consistiría pues en guiar a

la persona a que haga esa transición hacia todo lo que implica el no tener a la persona al lado y

buscar alguna posible solución para todas las implicaciones que existen. Se trabaja el duelo por

las situaciones que no se van a recuperar, por algo que está perdiendo y que se va a perder para

siempre, el tiempo presente de estar con la persona, su cercanía, sus consejos, el oír su voz; es

como si se mudara lejos y el familiar tiene que acostumbrarse al cambio. Es aceptar que jamás

van a recuperar el tiempo perdido, el tiempo que no han pasado con su ser amado y que la

situación no volverá a ser la que era, y si la persona regresa no será la misma. Realmente

perdieron a la persona que conocieron antes, ya ella no será jamás la misma después del suceso,

ni el familiar será el mismo. Es aquí donde se encuentra el verdadero trabajo de duelo, aceptar

esa pérdida, la ambigüedad y el no poder recuperar el tiempo. Hacerse ideas fantasiosas sobre

lo que harán cuando regrese y esperar que todo sea un encuentro mágico o el posponer cambios

significativos en la vida por seguir en esa espera resultarán anclas para seguir en ese duelo

retrasado. Aceptar lo bueno que compartieron juntos y que esto talvez no se repita. Son pasos

dolorosos pero que pueden ayudar al paciente a salir de esta fosa llena de trastornos psicológicos.
61

El someter a juicio lo que vive D, es envolvernos en una espiral sin fin, con innumerables

costos a la salud física y mental de quien vive de cerca la desaparición forzada. Por ello es la

importancia de seguir estudiando este fenómeno, esperamos que esta investigación sea un

parteaguas para nuevas inquietudes científicas que nos ayuden a desmenuzar todas las

implicaciones sociales, económicas, familiares, psicológicas y filosóficas que causa la

desaparición forzada a causa del narcotráfico y con esto poder combatir el fenómeno hasta su

extinción.

Una de las limitaciones fundamentales de esta investigación es la escasa bibliografía

científica en este tópico. Es preocupante que nuestro gremio, hasta ahora, muestre un escaso

interés en un tema tan trascendente para la sociedad mexicana. Y esto no solo por el número de

personas que son afectadas en nuestro país, sino además, por la necesidad de atención

psicológica que tal vez miles de personas y familias no están recibiendo. En este sentido, esta

investigación es apenas una gota de agua en el océano que representa este fenómeno.

Agradecemos infinitamente a todas las personas que directa o indirectamente han ayudado

a finiquitar esta empresa. Desde los informantes que nos llevaron al informante clave, hasta los

profesores que me guiaron con sus opiniones y revisiones. Sin duda, esto es apenas el inicio de

un camino que se vislumbra largo y confuso.


62

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Anexos

Anexo 1: Modificación del Inventario Texas de Duelo Revisado

Preguntas modificadas Preguntas originales


Parte I: Comportamiento en el pasado
1. Tras la pérdida me costaba relacionarme con algunas Tras su muerte me costaba relacionarme con algunas
personas personas

2. Tras la pérdida me costaba concentrarme en mi trabajo Tras su muerte me costaba concentrarme en mi trabajo
3. Tras lo sucedido perdí el interés en mi familia, amigos Tras su muerte perdí el interés en mi familia, amigos
y actividades fuera de casa y actividades fuera de casa

4. Tenía la necesidad de hacer las cosas que él/ella había Tenía la necesidad de hacer las cosas que él/ella había
querido hacer querido hacer

5. Después de su muerte estaba más irritable de lo normal Después de su desaparición estaba más irritable de lo
normal

6. En los tres primeros meses después de la pérdida me En los tres primeros meses después de su muerte me
sentía incapaz de realizar mis actividades habituales sentía incapaz de realizar mis actividades habituales

7. Me sentía furioso/a porque me había abandonado Me sentía furioso/a porque me había abandonado
8. Tras la pérdida me costaba trabajo dormir Tras su muerte me costaba trabajo dormir
Parte II: Sentimientos actuales
1. Todavía tengo ganas de llorar cuando pienso en Todavía tengo ganas de llorar cuando pienso en
él/ella él/ella
2. Todavía me pongo triste cuando pienso en él/ella Todavía me pongo triste cuando pienso en él/ella
3. No puedo aceptar la pérdida No puedo aceptar su muerte
4. A veces la/le echo mucho de menos A veces la/le echo mucho de menos
5. Todavía me resulta doloroso traer a la memoria su Todavía me resulta doloroso traer a la memoria su
recuerdo recuerdo

6. A menudo me quedo ensimismado pensando en A menudo me quedo ensimismado pensando en


él/ella él/ella
7. Lloro a escondidas cuando pienso en él/ella Lloro a escondidas cuando pienso en él/ella
8. Nadie podrá ocupar jamás el lugar que él/ella ha Nadie podrá ocupar jamás el lugar que él/ella ha
dejado en mi vida dejado en mi vida

9. No puedo dejar de pensar en él/ella No puedo dejar de pensar en él/ella


10. Creo que no es justo que haya sucedido eso Creo que no es justo que haya sucedido eso
11. Las cosas y las personas que me rodean todavía me Las cosas y las personas que me rodean todavía me
hacen recordarla/le hacen recordarla/le

12. Soy incapaz de aceptar la pérdida Soy incapaz de aceptar su muerte


13. A veces me invade la necesidad de que él/ella esté A veces me invade la necesidad de que él/ella esté
conmigo conmigo
66

Anexo 2: Inventario Texas de Duelo Revisado


67
68

Anexo 3: Inventario de Depresión de Beck-II


69

Anexo 4: Escala de Gravedad de Síntomas del T.E.P.T.


70
71
72

Anexo 5: Entrevista Semiestructurada


73

Anexo 7: Consentimiento Informado

María Yalile Esparza Duarte.

Documento de consentimiento informado


Este formulario de consentimiento informado se dirige a familiares, de victimas de desaparición forzada
en la ciudad de Durango, Durango. Se le invita a participar en una investigación sobre éste tema.
PARTE I: Información
Yo soy María Yalile Esparza Duarte, soy egresada de la Facultad de Psicología y Terapia de la
Comunicación Humana. Con motivo de mi titulación dentro de mi tema de tesis estamos investigando el
impacto psicológico que presentan los familiares de personas víctimas de una desaparición forzada a
causa de la guerra contra el narcotráfico. Éste un fenómeno social sumamente común en este país y afecta
a miles de familias. Ya que hasta ahora no se cuenta con información al respecto y una base teórica que
nos sugiera como tratar a estas víctimas, es de suma importancia su colaboración. Con ello buscamos
encontrar alternativas de intervención psicológica y poder brindarle una atención y ayuda adecuadas a
personas como usted que están pasando por esta situación. Le voy a dar información e invitarle a
participar en esta investigación. Si tiene preguntas en este momento o más adelante, sienta la confianza
de hacérnoslo saber en cualquier momento.
Tipo de Intervención de Investigación
Esta investigación incluirá una única entrevista con preguntas al respecto de lo sucedido con la
desaparición de su familiar y de los sentimientos que usted ha experimentado desde lo sucedido y como
ha afrontado esto además de tres cuestionarios uno que mide la depresión, otro el estrés postraumático y
el ultimo si existe algún proceso de duelo.

Participación Voluntaria, Confidencial y Anónima


Su participación en esta investigación es totalmente voluntaria. Usted puede elegir participar o no
hacerlo. Tanto si elige participar o no, podrá tener acceso a todos los servicios que se prestan en esta
clínica. Usted puede cambiar de idea más tarde y dejar de participar aun cuando haya aceptado antes.
Procedimientos y Protocolo
Primeramente se le explicaran todos los derechos que usted tiene sobre la información que nos
proporcione. Y se aclararan todas las dudas y preguntas que tenga. El siguiente paso será aplicarle las
tres encuestas breves.
A continuación podrá tomar un pequeño receso aproximadamente de 10 minutos.
Para finalizar se realizara una entrevista con una duración máxima de 90 minutos. Se exploraran los
temas relacionados con la desaparición forzada.
La entrevista será audiograbada para fines de análisis de los resultados por lo cual requerimos su
autorización.
La información que recojamos por este proyecto es absolutamente confidencial (nombres, direcciones,
teléfonos de contacto y cualquier información que pueda ayudar a la identificación de la persona). Usted
es absolutamente libre de omitir la información que así considere. La información acerca de usted que
74

se recogerá durante la investigación será puesta fuera de alcance y nadie sino los investigadores tendrán
acceso a verla. Cualquier información acerca de usted tendrá un seudónimo en vez de su nombre.
Posibles Riesgos
En general la investigación psicológica no conlleva riesgos evidentes. Sin embargo, es posible que
experimente sentimientos y recuerdos dolorosos a partir de las preguntas que se harán en la
investigación. En todo momento guardaremos el debido respeto y consideración humana a los temas que
aquí se trataran. Recuerde que usted posee la autonomía de dejar de participar en el momento que así lo
considere.

Incentivos
Le rembolsaremos la cantidad de dinero utilizada para pagar sus gastos de traslado a la Facultad, además
le daremos $ 50.00 para que tome algún refrigerio durante la sesión. Al finalizar se le entregará un libro
que puede ser de ayuda para manejar la situación por la cual está pasando.
A Quién Contactar
Si tiene cualquier pregunta puede hacerlas ahora o más tarde. Podrá contactar cualquiera de las siguientes
personas:
Psic. María Yalile Esparza Duarte. Cel.: 618 230 99 28. E-mail: psicoyalile.d@gmail.com
Dr. Oliverio Leonel Linares Olivas. E-mail: leonel.ujed@gmail.com

Acepto

Seudonimo_________________________________________________________
Fecha ___________________________

Investigadores:
Psic. María Yalile Esparza Duarte

________________________________________________________
Dr. Oliverio Leonel Linares Olivas

________________________________________________________

Fecha ___________________________

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