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Chinampa Simbolismo y PDF
Chinampa Simbolismo y PDF
18 y 19 de marzo de 2010
Resumen
En este artículo se estudia la chinampa en la cosmovisión indígena, el cual se
aborda tanto en sus aspectos simbólicos como en lo tecnológico. En cuanto lo
primero, relaciono a la chinampa y sus ahuejotes como un referente de la
función de los árboles cósmicos que sostienen la bóveda celeste, mediante ello,
se conserva el espacio y se permite la circulación del tiempo. La chinampa es
pues un baluarte del paisaje ritual, una metáfora viva de la imagen del cosmos
indígena: En cuanto a lo segundo, se expone que la chinampa forma parte de la
cultura hidráulica mesoamericana y que esta tecnología de riego con base a una
infraestructura hidráulica fue uno de los soporte económicos y políticos
estratégicos para consolidar el poder de los mexicas en el Valle de México, por
ello sin el control del agua, su infraestructura y simbolismo asociado no era
posible ejercer el gobierno.
1.- La chinampa en las fuentes documentales del siglo XVI
En cuanto a las fuentes históricas, en la Crónica Mexicáyotl, se advierte que los
grupos nahuas durante su peregrinaje por la cuenca, utilizaban conocimientos
hidráulicos para la agricultura y no les era desconocida la tecnología de las
chinampas. Cerca de Coatepec, la tribu mexica, creyendo que habían llegado a
su destino, hacen una presa que luego su dios los mandará destruir:
“Y Huitzilopochtli planta de inmediato su juego de pelota, coloca su
“tzompantli”. E incontinenti obstruyeron el barranco, y la cuesta empinada,
con lo cual se reunió, se represo el agua”. (Tezozómoc, 1998:32).
Más adelante, en su paso hacia el Valle de México, en la primera mitad del siglo
XII, se menciona la construcción de una chinampa:
“Luego fueron a dar a Tullan, donde no permanecieron, se acercaron acá
por Atitalaquía, por Tequixquiac, donde hicieron su chinampa, que llamaron
“chinamitl”.” (Tezozómoc, 1998:37).
Otros sitios donde hicieron chinampas los mexicas, fueron Cuachilco, Xaltocan,
Epcoac, lugares ubicados al norte de la cuenca de México.
En otro momento de sus avatares, ya asentados en lo que sería Tenochtitlan, en
el tiempo que reinaba Acamapichtli, culhuacano de ascendencia, fue cuando,
Tezozomoc señor de Azcapozalco ante el crecimiento de los mexicas, les exige
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viento o el agua, son estos mismos los causantes de la ruina de cada teogonía
solar.
Así, a cada era que se ha creado le corresponde un sol y un signo de destrucción,
sucediéndose uno tras otro, los 4 soles que han precedido nuestra época, son:
sol-fuego, sol-viento, sol-tierra y sol-agua (Atl-Tonatiuh).En algunos casos son
seres que representan a éstos y contribuyen a su devastación, como los jaguares
que devoran a un remedo de humanidad. En el quinto sol se crea al tiempo, al
hombre y su sustento: el maíz. En el marco de está dinámica mítica de alternar
entre la génesis y el Apocalipsis. En el caso del sol cuya destrucción fue causada
por un diluvio, observo que una tendencia del sistema mítico mesoamericano
para la renovación del cosmos, fue que para alzar el cielo que se desplomó con
las lluvias torrenciales, los dioses tutelares se transformen en árboles cósmicos.
De ese modo logran levantar, sostener y apuntalar de nuevo la bóveda celeste.
Respecto al diluvio y con referencia a la chinampa, en la Historia de los
Mexicanos pintado por sus pinturas, la restauración del cielo, y en concordancia
con el paradigma de la génesis indiana, los dioses se transforman en árboles
celestiales:
“Vista por los cuatro dioses la caída del cielo sobre la tierra, la cual fue el año
primero de los cuatro, después que cesó el sol y llovió mucho –el cual era el año
tochtli- ordenaron todos los cuatro de hacer por el centro de la tierra cuatro
caminos, para entrar por ellos y alzar el cielo. Y para que los ayudasen, criaron
cuatro hombres: al uno dijeron Cuatémoc y al otro, Itzcóatl, y al otro Itzmali
(t.v. Itzmalli) y al otro, Tenexuchitl. Y criados estos cuatro hombres, los dos
dioses, Tezcatlipuca y Quetzalcóatl, se hicieron árboles grandes. Tezcatlipuca,
en un árbol que dicen tezcacuahuitl que quiere decir “árbol de espejos”, y el
Quetzalcóatl en un árbol que dicen quetzalhuexotl. Y con los hombres y con los
árboles y dioses alzaron el cielo con las estrellas como agora está.”(Garibay,
1996:32).
Aquí queda de manifiesto el carácter divino del huexotl, sostén del cielo, vuelto
un árbol-dios, alegoría de Quetzalcóatl que, junto con Tezcatlipoca, recordemos
crean a la tierra, al cielo y a los dioses del agua.
1.3.- El ahuejote árbol divino
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Los árboles cósmicos daban lugar al axis mundis y constituían los vasos
comunicantes entre los 3 niveles, son los caminos por los cuales transitan y
habitan las deidades, son los pilares en la que descansa el orden del mundo.
López Austin1 piensa que estos cuatro postes deificados son los “caminos de los
1
Al respecto escribe López Austin: “Por el interior de los postes huecos viajaron los
dioses procedentes del cielo y de las profundidades de la tierra. Su encuentro fue
pecaminoso. No debían volver a unirse las dos partes del cuerpo de Cipactli. Los
dioses de arriba y los de abajo eran fragmentos del cuerpo dividido de la diosa, y
el connubio era la violación de la separación original. El pecado, sin embargo fue
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dioses” a través de los cuales se desplazan las “esencias divinas” que por tener
naturalezas distintas, se contraponen. A través de este juego de fuerzas
celestiales y del inframundo en permanente oposición y combate teogónico, dan
origen al “transcurso del tiempo”, por lo que la humanidad quedará regido por el
devenir de los días (Austin,1994:20). Esta interpretación es de enorme
relevancia, ya que al levantar el cielo se crea también el espacio e implica la
creación de los astros y su rotación, -recuérdese que en otros relatos,
Tezcatlipoca y Quetzalcóatl crearon la Vía Láctea y que a este último se le
representa como Venus, y aquél está asociado con la constelación de la Osa
Mayor-. Este movimiento de los astros inaugura el tiempo y sus divisiones que dan
pauta a los ciclos estaciónales, como advierten David Freidel, Linda Schele y Joy
Parker:
“La puesta en pie del axis mundis no sólo elevó el cielo de su posición
tendida sobre la tierra sino que también imprimió cierto movimiento a los
campos de estrellas. Aquel desplazamiento fue el principio del tiempo y del
espacio, pues es mediante el movimiento de las estrellas, la Vía Láctea y los
planetas como los seres humanos calculamos el paso del tiempo” (Freidel et
al 2001:71).
Al depender de la temporalidad, los hombres quedan inscritos en el ciclo de
vida/muerte, espacio/tiempo; además -agrego-, destinados a trabajar para su
mantenimiento y a honrar a los dioses con ofrendas y sacrificios en tributo por
darles residencia, vida y sustento; es también el fundamento de la ritualidad y
la sacralización de la geografía espacio-temporal. Es la base para formular los
calendarios que integraran y organizaran la vida social, ritual y simbólica de los
hombres. El hombre contrata una deuda de “vida” con los dioses, en pago hará
ofrendas, rituales, tributo y sacrificio a las deidades. Por eso señala Broda, que a
este acto de devolver lo prestado, se le llamaba nextlahualli o sea, “la deuda
pagada”. (Broda, 1971:276 y 2001a:299).
Los rituales son un medio de expresión-representación-escenificación para llevar
a cabo las acciones de “pago”. La tierra entonces, entre otras cosas, se vuelve
campo de trabajo y territorio sacro. El paisaje cobra sentido, se carga de
símbolos y, a través del cual pueden encarnarse o manifestarse los dioses o sus
esencias, que los rituales y mitos reafirman. Realidad y mito se funden en la vida
agroreligiosa, el hombre y la divinidad se ligan en el ritual, entonces los
hombres se vuelven los hombres de maíz, encarnan la metáfora, vivifican el
mito. Tal y como puede verse en el mural del Templo Rojo en Cacaxtla, en el
que de la planta de maíz los frutos son cabezas de hombres.
1.5.- El agua y el cosmos
En otro momento del relato de la génesis indiana del mundo, (que se empalma
productivo, porque de la unión de los dioses del cielo y del inframundo nació el
transcurso del tiempo.” Tamoanchan y Tlalocan (López Austin, 1994:20).
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con la creación de los árboles cósmicos y los tlaloque de los puntos cardinales, y
que ahora en menor o mayor medida subyace en las principales fiestas católicas)
se menciona que la creación de la tierra se hace a partir de una bestia que
habita en el agua primigenia. De acuerdo a la narración mítica
citada,(Cfr.Garibay 1965:25) la tierra fue hecha a partir de un enorme peje
llamado Cipactli,(lagarto) en otro texto mítico citado en Histoire du Mechique, la
tierra es hecha a partir de un monstruo repleto de ojos y fauces que los dioses
depositan en el agua, en esta versión, la formación de la tierra, se cuenta de
este modo:
”Dos dioses, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca2 bajaron del cielo a la diosa Tlatecutli,
la cual estaba llena por todas las coyunturas de ojos y de bocas, con las que
mordía, como bestia salvaje. Y antes de que fuese bajada, había ya agua, que no
saben quien la creó, sobre la que esta diosa caminaba. Lo que viendo los dioses
dijeron el uno al otro: “Es menester hacer la tierra”. Y esto diciendo, se
cambiaron ambos en dos grandes sierpes, de los que el uno asió a la diosa de
junto a la mano derecha hasta el pie izquierdo, y el otro de la mano izquierda
al pie derecho. Y la apretaron tanto, que la hicieron partirse por la mitad, y del
medio de las espaldas hicieron la tierra y
la otra mitad la subieron al cielo, de lo cual los otros dioses quedaron muy
corridos.”(Garibay, 1965:108).
Superponiendo las dos imágenes que proyectan los árboles cósmicos y la creación
de Tlaltecutli, (advocación de Tláloc), tenemos por un lado, que la tierra
formada es imaginada como una isla rodeada de agua (en algunos casos
representada como tortuga y otras como tortuga-jaguar) en cuyos extremos la
mar y el cielo se unen para formar las paredes del agua cósmica(ilhuicaatl)(Broda
1991b:482;López-Austin, 1996:64).Por otra parte, erguidos hacia los 4 puntos
cardinales las deidades vegetales,(en otros casos iconográficos, son 4 Tlaloques o
4 iguanas como en los Mayas)sostienen la bóveda celeste, dividida en una serie
de pisos cósmicos. (López Austin citado por Broda 1991b:485).
De acuerdo a este modelo, por encima de la tierra se edificaron 13 basamentos
celestiales, los primeros cuatro de abajo hacia arriba corresponden a los cielos
iniciales inmediatos a la superficie de la tierra y que son también morada de
dioses. De este segmento, el nivel más bajo que topa con la tierra era habitado
por la luna y en él se localizaba el Tlalocan, mientras que el cuarto cielo era
habitado por Huixtocíhuatl, la diosa de las aguas saladas. Por debajo de la
plataforma terrestre se formaron otros 9 pisos, asiento de las deidades del
inframundo, pero también es al interior de los cerros y montañas que suele
ubicarse al Tlalocan.El reino de Tláloc, otras fuentes lo sitúan al oriente.(Paso y
Troncoso, ed.1993:164). Es de señalarse, que tanto en el cielo como en las
propias entrañas de los cerros, se localizan entidades o representaciones
2Los mismos que se transforman en árboles cósmicos que vimos anteriormente y que
crean los astros.
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paradisíacas del agua, ¿se trata de reinos diferentes o son dos residencias por las
que fluyen los dioses del agua? Más que una contradicción, me parece que esta
situación tiene que ver con la dinámica física del ciclo del agua, y que como
buenos observadores de la naturaleza, se da cuenta de la importancia de este
elemento en su constante movimiento hídrico del cielo a la tierra y viceversa,
incluido el almacenamiento subterráneo del agua.
Agua y cielo se confunden como en un espejo y su reflejo parece hundirse al
submundo. Nezahualcóyotl en otra parte del poema que vimos adelante, en sus
metáforas comparaba al lago, con un espejo de jade:
“Aquí es México, dónde tu gobernabas Itzcóatl,/Por él, tienes tú ahora
estera y solio. Donde hay sauces blancos, sólo tú reinas./Donde hay blancas
cañas, donde se extiende el agua de jade,/ Aquí en México.”
(Garibay:1965).
De hecho, hay quienes han señalado que el lago servía como un mirador del
cielo, ¿acaso el reflejo del cielo estrellado en el agua tuviera un uso
astronómico? (cfr Sullivan, 1991:206).Es de recordar que Sahagún menciona el
arte la hidromancia que se hacía lanzando maíces masticados en jícaras con
agua.
Ya hemos visto, que el otro árbol cósmico en el que se transmuta Tezcatlipoca,
es el tezcacuahuitl. En una afortunada descripción, Cordero López, ve en el
reflejo del ahuejote pintado en el lago, la corporeidad de esta deidad arbórea,
ya que “parece ir al encuentro del cielo del inframundo y sostenerlo, es el
reflejo del Quetzalhuéxotl es el espejo de los acalotes y lagunas de la
chinampería.”(Luna de la Vega,1991:23).Es posible, aunque no tengamos un dato
etnográfico o histórico que lo confirme, que esta imagen reflejada del ahuejote
en los acalotes, (la cual puede uno verla al recorrer el lago de Xochimilco o de
Chalco) visualmente, parece que se hunde hacia lo profundo del agua y que
desciende al inframundo. No es incongruente, pensar en esta imagen que duplica
al sauce, sea el reflejo del ahuejote. Tezcatlipoca como deidad par y opuesta de
Quetzalcóatl, está asociada al espejo, al engaño, a la simulación. La formación
de una imagen en el agua es una forma de ilusión que alude a diferenciar los
atributos de un dios y otro, y hace recordar que el mundo es tan frágil que puede
disolverse como la imagen del ahuejote pintada en el lago.
1.6.- Juego de espejos
La cosmovisión indígena no es ajena al juego de espejos y a la idea de la
dobletud. El nahualismo es una de sus expresiones más complejas, además, en
esta idea de lo doble, de lo múltiple y de lo metafórico, la serpiente como el
axolote, ese anfibio habitante del lago de Xochimilco, son gemelos de
Quetzalcóatl.Por otra parte, el propio nombre de Tezcatlipoca da cuenta de esta
particularidad: Espejo que humea, ligado a la piedra de obsidiana que de oscura
y reluciente hace las veces de objeto reflejante, además es un dios que trae la
sequía, la hambruna y castigo a los pecadores.Recuérdese que en mayo se le
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Johanna Broda ha mencionado que el Templo Mayor de Tenochtitlan se puede
considerar como “una réplica de la imagen que los mexica tenían de la tierra ya
que concebían ésta como Cemanahuac, “el lugar rodeado por agua”, en forma de
un disco flotando sobre el agua”, (Broda 1991:479), recordemos que algunas
construcciones de la capital mexica, se cimentaron usando la tecnología
chinampera.
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Los estudios de Serra Puche en Terremote-Tlalteco en la antigua zona ribereña del lago
Chalco-Xochimilco, revelan que la construcción se hizo con un cerco de troncos
para formar un cuadrilátero al que se rellenó de lodo y capas de tule para formar
el suelo. Según Serra Puche, éste basamento sirvió para levantar edificaciones.
En este caso la tecnología de crear suelo artificial sobre la zona lacustre, su fin
no fue el agrícola, pero como la misma Serra Puche advierte, no descarta que
otros asentamientos cercanos, sí hayan construido chinampas con fines agrícolas.
(Serra,1995:51, en Rojas, 1995)
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pasan por Amecameca, luego se internan por la provincia de Chalco.A su paso por
la zona lacustre, quedan impresionados de encontrar poblados enclavados en las
lagunas, dice Cortés:
“E todavía seguía el camino por la costa de aquella gran laguna e a una legua del
aposento donde partí ví dentro de ella, casi dos tiros de ballesta, una ciudad
pequeña que podría ser hasta de mil o dos mil vecinos,(probablemente Mixquic)
toda armada sobre el agua, sin haber para ella ninguna entrada, y muy torreada,
según que de lo fuera parecía. E otra legua adelante entramos por una calzada
tan ancha como una lanza jineta, por la laguna adentro, de dos tercios de legua,
y por ella fuimos a dar a una ciudad, la más hermosa, aunque pequeña, que
hasta entonces habíamos visto, así de muy bien obradas casas y torres como de la
buena orden que en el fundamento della había, por ser armada toda sobre agua.”
(Cortés, 1961,pp.58-59).
Pero donde quedaron más maravillados aún fue al internarse a la ciudad de
Tenochtitlán. Después de atravesar una calzada en medio del agua, asombrado,
Cortés describe su llegada a Iztapalapa:
“Terna esta ciudad de Iztapalapa doce o quince mil vecinos; la cual está en la
costa de una laguna salada grande, la mitad dentro del agua y la otra mitad en la
tierra firme… Tienen en muchos cuartos altos y bajos jardines muy frescos, de
muchos árboles y flores olorosas; asimismo albercas de agua dulce muy labradas,
con sus escaleras hasta lo fondo. Tiene una muy grande huerta junto a la casa, y
sobre ella un mirador de muy hermosos corredores y salas, y dentro de la huerta
una muy grande alberca de agua dulce, muy cuadrada, y las paredes della de
gentil cantería, e alrededor della un andén de muy buen suelo ladrillado, tan
ancho que pueden ir por él cuatro paseándose… (Cortés, 1961:59).
Con una escritura más sensible, Bernal, describe así el paisaje de la cuenca:
“Y otro día por la mañana llegamos a la calzada ancha y vamos camino a
Estapalapa, (Iztapalapa). Y desde que vimos tantas ciudades y villas
pobladas en el agua, y en tierra firme otras grandes poblaciones, y aquella
calzada tan derecha y por nivel cómo iba a México, nos quedamos
admirados, y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que
cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cúes y edificios que
todos tenían dentro en el agua, y todos de calicanto, y aun algunos de
nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños…
Después de bien visto todo aquello fuimos a la huerta y jardín, que fue cosa
muy admirable verlo y pasearlo, que no me hartaba de mirar la diversidad
de árboles y los olores que cada uno tenía, y andenes llenos de rosas y
flores, y muchos frutales y rosales de la tierra, y un estanque de agua
dulce, y otra cosa de ver: que podían entrar en el vergel grandes canoas
desde la laguna por una abertura que tenían hecha, sin saltar en tierra…
(Díaz del Castillo, 1970:159).
Y más adelante en su crónica, estando en Xochimilco, señala Bernal:
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“Quiero decir ahora que están muchas ciudades las unas de las otras cerca
de la gran ciudad de México obra de dos leguas, porque Xochimilco, y
Coyoacán y Huichilubusco e Iztapalapa y Cuedlavaca (Cuitláhuac) y
Mezquique y otros tres o cuatro pueblos que están poblados los más de ellos
en el agua…” (Díaz del Castillo, 1970:322).
Desde un principio, los españoles observan poblados y ciudades lacustres,
comunicados tanto por calzadas -que sirven al mismo tiempo de diques y
caminos- como a través de una red de canales (acalotes y zanjas) que se
entrelazan y conectan a los diferentes pueblos ribereños y al sistema chinampero
entre sí. A tal grado que desde Ayotzingo, un verdadero puerto comercial
situado al extremo del lago de Chalco, podía arribarse al centro de Tenochititlán.
Por esta entrada era posible transportar mercancías provenientes de la tierra
caliente de Morelos y Guerrero, como la de los Valles de Puebla y Tlaxcala.
Los conquistadores observan depósitos de agua dulce en medio de lagunas
saladas, asimismo un conjunto ordenado de andenes y huertos
cultivados,(evidentemente chinampas) tanto en tierra firme como sobre el propio
lago. No menos sorpresa causó a los españoles, encontrarse con obras como el
Albarradon de Netzahualcóyotl que dividía de norte a sur, en dos cuerpos
lacustres al lago de Tezcoco, formando hacia el occidente la llamada laguna de
México que circundaba a Tenochtitlán. Esta obra, se construyó con la finalidad de
ejercer un mayor control sobre las crecientes del lago de Tezcoco y contener el
flujo del agua salada; no menos impresionante, fue conocer el doble acueducto
de Chapultepec y los embalses o “cajas” que proporcionaban agua dulce a la
capital mexica. Asimismo, el control de avenidas tan sorprendente como la
desviación del río Cuautitlán hacia el norte de la cuenca, que se hizo, para
protección de inundaciones y usar el agua para riego agrícola.
Al igual que Cortés o Bernal Díaz del Castillo, otros españoles han descrito las
diferentes obras hidráulicas y si a éstas se suman las fuentes de origen
prehispánico, es posible reconstruir la infraestructura hidráulica del llamado
Valle de México, Ángel Palerm y otros autores como Teresa Rojas, Rafael Strauss
y José Lameiras, han mostrado la complejidad del sistema hidráulico que
operaba en los cuerpos lacustres de la cuenca.(Rojas,Strauss y Lameiras, 1974).
Las principales obras que funcionaban antes de la culminación de la conquista,
podemos resaltar las siguientes: el citado albarradon de Netzahualcóyotl y el de
Ahuítzotl, las calzadas-diques de Tacuba, Tepeyac, Xochimilco, Iztapalapa,
Azcapotzalco y Tláhuac entre las más importantes, que conectaban el centro de
Tenochtitlán con las principales ciudades y que servía también como vías de
comunicación entre los poblados o para separar los cuerpos lacustres, como la
calzada de Tláhuac que separaba a Chalco de Xochimilco. Los acueductos y
canales de abastecimiento de agua dulce provenientes de los manantiales
cercanos, desecación del lago para fines agrícolas, asimismo, el uso de una serie
de drenajes, puentes levadizos, embarcaderos, albercas, estanques, posibles
compuertas para control hidráulico, jardines alimentados por acequias y
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punto, de los cual fue avisado el Rey Ahuitzotl, el cual con gran deseo que
tenía de ver aquella obra acabada y el agua en México, creyendo con
aquello ennoblecía su ciudad y la engrandecía, hizo gracias a los dioses y
mandó que uno de los grandes de su corte se vistiese, a la forma y manera
que representase a la diosa del agua, el cual desde que el agua se soltase
por el caño donde había de venir encañada, viniese delante de ella, en cuya
presencia se hiciesen las ceremonias y sacrificios.” (Durán, 1995,V-I,pp.432-
433).
Con base a su poderío militar-teocrático, los mexicas movilizaron una enorme
fuerza de trabajo tributario a través de la cual se hicieron monumentales obras
hidráulicas, como la descrita anteriormente. Con base a ello, es factible,
considerar que una vez concluido los trabajos, su puesta en operación, fuera
hecha y validada por los propios dioses del agua mediante representaciones de
hombres-dioses, ceremonias, rituales, autopenitencias y sacrificios, que
habitualmente se les hacía en los templos y santuarios de acuerdo a las fechas
establecidas en su calendario. Al realizar estos rituales en las obras hidráulicas,
éstas se volvían una extensión de las deidades del agua y merecían las mismas
atenciones dispuestas para los rituales en los cerros, cuevas, manantiales y
templos consagrados a los númenes, tales como el honrar a los dioses del agua
con la muerte de niños. El sacrificio de infantes, ha escrito Johanna Broda:
“eran el acto propiciatorio más antiguo de Mesoamérica para solicitar la
lluvia a las deidades atmosféricas. Estos sacrificios se relacionaban de
manera especial con los lugares de culto en los cerros. Los niños eran seres
pequeños al igual que los tlaloque o servidores del dios de la lluvia,
personificación de los cerros mismos; pero también guardaban una relación
especial con el maíz y con los ancestros. Se hacían desde el mes XVI
Atemoztli hasta IV Huey tozoztli para provocar la caída de la lluvia y
fortalecer el crecimiento del maíz.” (Broda, 2001a:297).
Sin embargo, también se hacían fuera del calendario, así, para este acueducto
Durán refiere que se llevaron a cabo cuatro sacrificios de niños de alrededor de
6 años, los cuales fueron pintados de negro sus cuerpos y de color azul la frente,
ataviados de papel y sartas de piedras; los lugares escogidos fueron: en una
alcantarilla, -probablemente un surtidor de agua- en lugar llamado Achinanco,
otro en lo que ahora se conoce como San Antonio y en donde desembocaba un
canal a otra caja de agua y dos más en Huitizlan y Pahuacan,(hoy barrio de
Tepito según José Luis Bribiesca).(Bribiesca, 1960).
Cuando se inauguró dicho sistema de abastecimiento de agua dulce, comenta
Durán, que al paso de la corriente por el acueducto, iba una procesión en la que
se tocaba música y cánticos a los dioses del agua, los sacerdotes ofrecían
ofrendas de peces, culebras y ranas vivas; echaban objetos que figuraban peces y
ranas y diversas joyas y piedras preciosas, al mismo tiempo en reverencia a sus
deidades, mataban a codornices para que con su sangre alimentaran a la
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“lengua” de la diosa del agua. También como una acción de magia simpática,
vertían harina de maíz azul, seguramente con la finalidad de asegurar que las
chinampas dieran maíz en abundancia. Al llegar el agua al centro de la ciudad
de Tenochtitlán, Ahuitzotl y su séquito real recibieron con gran pompa y respeto
sacro la llegada del agua a la capital transfigurada en la diosa Chalchiuhtlicue:
“O diosa poderosa del agua: seas muy bienvenida a tu ciudad cuyo protector
y abogado es el dios Huizilopochtli, prodigioso y admirable en sus hazañas y
hechos: mira, señora y diosa poderosa, que vienes a ser favorable a los
mexicanos tus siervos y a suplir sus miserias y necesidades en esta vida
temporal que vivimos, lo uno para que beban de ti, pues sin ti ninguno
podría vivir, y lo otro para que en ti hallen remedio de sus granjerías
(cultivos de chinampas) y sustento ordinario, con el género de sabandijas
que tú con tu supremo poder crías, lo cual te es ya muy anexo y ordinario, y
también para que esos mesmos peces y animales que tu criares guarden el
lugar del agua; por tanto empieza desde hoy hacer tu
oficio.”(Durán,1995,V-I,p.437).
En ese sentido, al efectuar estos ritos oficiales fuera del ámbito del calendario
agrícola y al realizar sacrificios de niños y ofrendas en las obras hidráulicas, se
daba constancia de la función ideológica de la religión del Estado confederado
mexica, que disponía para su servicio de un complejo aparato simbólico, en que
los dioses servían al poder hidráulico y político de los hombres. El control hídrico
y la tributación de obras hidráulicas fueron una estrategia que permitió a los
mexicas consolidarse y transformar la zona lacustre en una ciudad protegida y
sustentada por el agua.
Desde el principio de la fundación de Tenochtitlán, (al igual que los colhuas,
xochimilcas y chalcas hicieron anteriormente) los mexicas optaron por extender
su territorio a través de la tecnología chinampera para construir basamentos de
tierra y piedra y parcelas agrícolas. Para luego iniciar un control de los
manantiales como el de Chapultepec y el de Tlatelolco, construir albarradas
sobre el lago de Tezcoco e imponer a los pueblos sometidos militarmente el
tener que trabajar y edificar obras hidráulicas. Así sucedió con Xochimilco y
Chalco, los principales pueblos chinamperos. Durante la campaña militar por
someter a esta comarca, a los de Xochimilco después de perder en la batalla de
Xochitepec, se les impuso construir una larga calzada que comunicó por vía
terrestre a Tenochtitlán con el sur, este trazo, es lo que hoy en día es la calzada
de Tlalpán en la actual ciudad de México:
“... pero vuelto a los de Xochimilco (Tlacaelel ordeno)les mandó que luego,
sin más tardar, mandasen a todos los de la ciudad hiciesen una calzada de
tres brazas en ancho desde su pueblo hasta la ciudad de México, de piedra y
tierra, cegasen el agua que al término de esta calzada tomase, y hiciesen
sus puentes a trechos para que el agua tuviese por donde salir de una parte
a otro. Los xochimilcas bajaron la cabeza y luego dieron mandato por toda
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