PORQUE �hablemos en puridad� esto de pr�logo galeato^ es mucho lat�n para principio de una obra lega. Aunque el h�roe de ella se supone que fue predicador y de misa, deseng��ate, lector m�o, que dijo tantas como sermones predic�. Yo le conceb�, yo le par�, yo le orden�, yo le despach� el t�tulo de predicador, para todo lo cual tengo la misma autoridad y el mismo poder que para hacerle obispo y papa. Y si no, dime con sinceridad cristiana: si Plat�n tuvo facultad para fabricar una rep�blica en los espacios imaginarios; Renato Descartes para figurarse un mundo como mejor le pareci�; muchos fil�sofos modernos, alumbrados de Cop�rnico y atizando la mecha mi amigo y se�or Bernardo Fontenelle, para criar en su fantas�a tanto millones de mundos como millones hay de estrellas fijas, y todos habitados de hombres de carne y hueso, ni m�s ni menos como nosotros, �qu� raz�n habr� divina ni humana para que mi imaginativa no se divierta en fabricarse un padrecito rechoncho, atusado y vivaracho, d�ndole los empleos que a ella se la antojare y haci�ndole predicar a mi placer todo aquello que me pareciere? �Por ventura la imaginaci�n de los susodichos se�ores m�os y de otros cientos que pudiera nombrar, tuvo alg�n privilegio que no tenga tambi�n la m�a, aunque pobre y pecadora? 2. Seg�n eso -me replicar�s�, �no ha habido tal fray Gerundio en el mundo? Vamos despacio, y d�jame tomar un polvo, que la preguntica tiene u�as. Ya le tom�, y voy a responderte. Mira, hermano, Fray Gemndio de Campa- 3. galeato: se aplica �al pr�logo o proemio de una obra, en que se la defiende de los reparos y objeciones que se le han puesto o se le pueden poner� (Diccionario de Autoridades, desde ahora DA). 8 JOS� FRANCISCO DE ISLA zas, con este nombre y apellido, ni le hay ni le ha habido ni es veris�mil que jam�s le haiga. Pero predicadores Gerundios, con fray y sin �l, con don y sin don, con capilla y con bonete, en fin, vestidos de largo de todos colores y de todas figuras, los ha habido, los hay y los habr� como as�, si Dios no lo remedia. Cuando dije como as�, junt� los dedos de las manos seg�n se acostumbra. No digo yo que en alguno de ellos se unan todas las sandeces de mi querido fray Gerundio, que aunque eso no es absolutamente imposible, tampoco es necesario; pero tanto como que todas ellas est�n esparramadas y repartidas por aqu� y por all�, tocando a �ste m�s y al otro menos, �sa es una cosa tan clara, que la estamos palpando a vista de ojos.