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Universidad Pedagógica Nacional

Facultad de Humanidades
Licenciatura en Filosofía
Fabio López
Seminario de Filosofía Contemporánea
Jair Felipe Nova Posada
El origen de la justificación de la jerarquía: el monstruo político

Aparece el monstruo
El concepto ἀρχή, arché, o arjé significa principio u origen en la cultura griega, por otra
parte para ésta cultura sólo aquel que nace con las condiciones necesarias para ser bueno y
bello, tiene la capacidad de mandar, es decir, aquel que tiene en su origen −nacimiento− las
capacidades previamente dadas puede y debe mandar. Esta construcción ontológica
justifica (ya sea implícita o explícitamente) una cadena de mando dada innatamente,
llevando esta idea un poco más lejos, puede afirmarse que de forma intrínseca se está
justificando la esclavitud, ya que la cadena de mando está supeditada al origen del sujeto.

Así las cosas se puede evidenciar que la construcción ontológica a partir del concepto
ἀρχή, denota una dominación implícita de las personas de “sangre noble” por sobre las
personas de otros orígenes. En otras palabras la relación causal que se establece entre
“sangre noble” y “presencia continua” demuestra que esta construcción conceptual acepta
una relación siempre necesaria entre la “sangre noble” como causa y su derivado “presencia
continua” –entiéndase este concepto como dominación constante−, en donde el primer
elemento nunca dejará de ser causa.

En esa línea argumentativa aparece la figura de monstruo, siendo éste el que se escapa a la
construcción ya mencionada, “está fuera de la economía del ser” (Negri, 2007, p.95), de
modo que la ontológica eugenésica sólo puede aceptarlo, en tanto que el mostruo es
propenso a metamorfosis. En ese sentido la genealogía del mostruo es distinta u opuesta a
este tipo de ontología, ya que el mostruo pertenecería al límite absoluto del ser, en este tipo
de construcción conceptual.

El monstruo metáfora
En oposición a la forma en la que se concebia el mostruo en el mundo griego clásico, en la
modernidad se aceptó en tanto metáfora en el campo político. Esto quiere decir que la
trascendencia del poder, no se podía reducir al campo racionalizado y causal antes
mencionado, de modo que este mostruo debe aparecer como si estuviera al interior del
mundo. Así las cosas aparece el Leviatán −el que aparece en la Biblia en el libro de Job−
concepto que surge para someter a los individuos, de nuevo, al orden jerárquico pero de
otra manera.Ya no es la ἀρχή la que justifica el orden (no hay ya eugenesia presupuesta),

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debido a que el problema por la justificación de la jerarquía muta a causa de la mezcla
racial entre pueblos.

El Leviatán muda en instrumento en tanto que convierte o transmuta las ideas de plebe,
multitud, anarquía y desorden, o en general cualquier idea que atente contra el estatus quo
en algo monstruoso de lo que hay que apartarse. Claramente el origen del término Leviatán
tiene su nacimiento en las concepciones cosmogónicas judeo-cristianas, empero no debe
entenderse diabólicamente, más bien debe entenderse como perpetuador del estado de cosas
que fundamentó la eugenesia clásica.

En las ideas nacionalistas de los siglos XIX y XX reaparece la eugenesia clásica allí afina
sus razonamientos con respecto al estado jerárquico establecido, de modo que subordina así
lo laico que hay en el poder. El constructo teórico alrededor de la subordinación de la plebe
a los monarcas, se refina de modo tal que se pierde de vista lo laico que puede llegar a
haber en el poder. En palabras de Negri la revolución humanista sólo se enfocó en
visibilizar y atacar los contenidos del constructo, pero no atacó las formas bajo las que se
reproducía y se justificaba ese constructo, perpetuando por desgracia la idea de poder
presente allí. Por otra parte el feminismo, para el autor, sí logró atacar las formas en este
caso las patriarcales, no obstante por eso mismo redujo el fenómeno a esta única esfera. En
consecuencia hay que reconocer el dominio que ejerce el principio eugenésico, en tanto que
es un dispositivo, pues ha operado durante toda la historia de la razón occidental.

Monstruo sujeto
Para el autor Marx revela el carácter monstruoso del capitalismo, en el capitalismo hay una
reversión del monstruo en tanto que ya no se trata del origen de la jerarquía y su respectiva
fundamentación, más bien se trata de que la ciencia −burguesa− le da un carácter racional a
la dominación.

En el mercader de Venecia Shylock reclama carne como pago a una deuda, diferente del
capitalista que la arranca del sujeto que le debe, es decir, el mostruo se intensifica. En ese
orden de ideas la racionalidad capitalista está investida de mostruo pero este monstruo hace
referencia, en este caso, a la lucha de clases. Hay por lo tanto una metamorfosis de la utopía
en ciencia, y de ciencia en la experiencia de cansancio y de la mortificación que produce el
trabajo. De modo que estamos en constante relación con la experiencia de cansancio y de
mortificación a causa del trabajo, en otras palabras, estamos en constante relación con las
experiencias violentas que causan sufrimiento en los sujetos que sobrellevan las relaciones
de producción capitalista y en consecuencia somos más cercanos a la monstruosidad del
sufrimiento que a la racionalidad del poder.

Al tener conciencia de ese sufrimiento somos más aptos para producir resistencias
monstruosas, el autor en este punto plantea una formula porque propone: “Será tanto más

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monstruoso cuanto más desarrolle esta toma de conciencia” (Negri, 2007, p. 102) lo cual
resulta problemático, ya que de ser posible encontrar un caso en el que no se cumpla, se
podría refutar la idea anterior1, por lo pronto vale la pena tenerlo en mente para
considerarlo después.

Solamente el monstruo es capaz de mostrar insubordinación ante las construcciones


eugenésicas, de mercado y excluyentes del poder dominante, así que se puede entre ver
cómo es posible a través del monstruo escapar a los establishment construyendo
resistencias: “la «línea del monstruo» es la única que ha podido al fin explicarnos el
desarrollo de la historia tal como la vivimos y, sobre todo, tal y como el porvenir nos la
hará presente” (Negri, 2007, p. 103).

El monstruo bueno y bello


El mostruo es diferente al capital, aquí se plantea una nueva ontología en la que la fuerza-
trabajo deviene en clase, esto es reconociéndose como monstruo. En otras palabras no se
trata ya de la ontología eugenésica antes esbozada, más bien es el devenir de la fuerza-
trabajo que deriva en lo que se denomina como “clase”, es pues que en ese reconocimiento,
el monstruo se desvela como tal –recuérdese que el monstruo se establece dentro de los
límites del establishment−2 posibilitando la insubordinación.

Por lo anterior el monstruo deviene bueno y bello, pues en el régimen del capital en cuanto
hay “resistencia monstruosa” (Negri, 2007, p. 105) se desestabiliza todo el constructo
detrás del orden jerárquico y eugenésico. Para Negri en las verdades antidialécticas –lo que
sea que signifique eso– reside el fin de toda forma racional de dominio, como se manifestó
al mencionar el feminismo, es allí donde se encuentra al monstruo.

El origen real del monstruo


Según el autor lo que se ha planteado hasta ahora son solamente las condiciones de
desarrollo en las que surgió el monstruo, por esta razón propone ahondar en la genealogía
real del monstruo en tanto que funge como dispositivo de destrucción/construcción de
luchas y lo que denomina como nuevos mundos.

Afrima que: “Ya lo hemos dicho: el monstruo biopolítico es un fantasma positivo, una
oposición o, mejor dicho, una alternativa ontológica contra la pretensión eugenésica del
poder” (Negri, 2007, p. 107), que si bien no había mencionado al monstruo como
biopolítico en ninguna parte antes, se puede sobre entender, que se convierte en biopolítico
en tanto que en él hay una superación de la jerarquía eugenésica.

1
Caso que se propondrá hacia la parte final del texto.
2
A esto lo denomina “resistencia monstruosa” (Negri, 2007, p. 105).

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Equipara al monstruo con lo que denomina movimiento comunista, que es lo que el
“burgués” mira con desprecio y miedo, entra allí en un estado de fascita en tanto que por
temor termina por hacer lo que le produce ese temor, esto se puede equiparar muestra
Michael Moore en “Historia de los Estados Unidos de América”, en donde los peregrinos
fungen el papel de burgueses asustados y los negros son el monstruo –hipotéticamente
hablando– que se encuentra ahora por todas partes.

El comunismo campesino es monstruoso, pues como lo explica Negri este comunismo


deriva en: “el ataque a la propiedad (pretendidamente natural) de la tierra fue considerado
monstruoso por los que detentan el poder” (Negri, 2007, 108), es decir, estos movimientos
devienen en un ataque a la propiedad de los potentados. La naturaleza de la propiedad del
poder que se justificaba desde el discurso eugenésico, ya no actúa en los campesinos
insurrectos, se consideran así como demonios que deben ser erradicados, como sucedió con
algunos campesinos crucificados por culpa de Lutero. El comunismo obrero a diferencia
del campesino, está dentro de las relaciones del capital, es por esto que es más fácil
reconocerlo y temerle, pues al estar inmerso en esas relaciones afecta al interior del núcleo
del poder, generando aún más miedo, este miedo a diferencia de lo que se pudo ver con
Moore es racional, pues se percibe la relación de fuerzas y cómo surge un déficit de la
fuerza de los potentados.

¿El monstruo puede triunfar? Primero hay que considerar que el capital tuvo un triunfo en
siglo XX ya que: “capaz de recoger y organizar todos los aspectos de la rebelión obrera, de
la resistencia proletaria y la insurrección de los pobres…” (Negri, 2007, p.111) es decir, el
capital fue capaz de subsumir al monstruo –no hace explícito mediante ningún ejemplo
cómo sucedió esto–. Para Negri (2007) el revisionismo histórico del triunfo del capital del
siglo XX acentúa la presencia del monstruo ya que, como se ha venido viendo, la eugenesia
ontológica excluía al monstruo de la realidad o cuanto mucho lo restringía a los límites
planteándolo como algo negativo, no obstante las teorías contrarrevolucionarias de Furet
son incapaces de cerrar el debate en torno al monstruo, de manera que es posible todavía
esperar que el monstruo pueda triunfar.

Ahora sí el monstruo biopolítico


Ahora bien si el monstruo continua acechando al capital, el capital está en la obligación de:
“ejercer la capacidad de aferrarlo; y si no tiene, o todavía no tiene, o ya no tiene la
capacidad de destruirlo, debe desplegar el poder o bien de ponerlo bajo control, o bien de
normalizarlo.”3 (Negri, 2007, p. 113) la ontología eugenésica está en el deber de controlar
las insurgencias que aparezcan en contra del establishment de la legitimación del poder.

3
Este aspecto es precisamente el más controvertible, porque en efecto se puede demostrar que el capital
normaliza las formas de resistencia.

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El monstruo desbancó a la eugenesia, para el autor la muestra de ello es la democracia, ya
que en ella se puede evidenciar que el control se ejerce de forma débil, flexible y
transitoria. No obstante en este punto el monstruo se escapa conceptualmente, debido a que
primeramente sólo nombrarlo es complejo, y en segundo lugar no se puede establecer un
radio de acción concreto en el que opera, en otras palabras se vuelve inasible,
conceptualmente hablando claro está. Como se ha venido definiendo al monstruo es a
grandes razgos aquello que se escapa del establishment, en ese orden de ideas el monstruo
debien multitud, ya que es en lo común donde se resiste a los sistemas de control que tratan
de dominarlo. El monstruo termina por desbordar, como lo hace un rio crecido, todo
aquello que trataba de encausarlo y/o someterlo, como lo trata de demostrar el autor
nombrando algunos hitos que lo ejemplifican, como el Frente Popular de Francia o la Nep
soviética, así el poder palidece allí.

Por otra parte en cuanto al rol del monstruo: “Movilizado en masa en las guerras de los
siglos XIX y XX, el monstruo deviene el verdadero sujeto, político y técnico, de la
producción de las mercancías y de la reproducción de la vida. El monstruo ha devenido
biopolítico” (Negri, 2007, p. 116), es decir, controla y dicta el nuevo establishment
perfeccionándose y acentuándose.

Una de las concecuencias de que el montruo haya vencido es que lo común (de un modo u
otro) se impone, por sobre la voluntad de control de las clases represivas, y llevando esta
idea un poco más lejos el monstruo se convierte en sujeto, pues se trata ahora de un
movimiento de resistencia que se da desde el interior. Y llevando esta idea todavía más
lejos se puede decir que realmente no es una interiorización del monstruo es más bien la
evidencia de que siempre estuvo ahí, pero que no se había reconocido su carácter interior,
háblese por ejemplo, en palabras de Negri (2007), de fuerza laboral en el capital, ciudadano
en un Estado o el esclavo en una familia. Para finalizar el poder siempre está dirigido al
control sobre la vida, toda definición que se pueda hacer del mismo es eugenésica, ya que
busca incidir, crear, decidir, etc. Sobre la vida4, asimismo el autor señala que hay desarrollo
gracias a la insubordinación, tesis que se valida a lo largo de la exposición.

Monstruo vida
Ahora que se sabe que el monstruo es parte de adentro, algunos desean que la vida se
desnude. Por ejemplo el autor se pregunta si los vietnamitas estaban desnudos en los
campos de batalla o los estuidiantes de la decada de los 60s en las calles, para él estaban
claramente cubiertos de pasiones y de historia que no les permitían estar de ningún modo
desnudos. Como se ha dicho hay quienes desean que la vida se desnude, esto en algunos
casos lo logran por las imposiciones de la ideología y la violencia que detenta el poder.
4
Esto entra un poco en conflicto con la afirmación que hace sobre Hobbes a propósito del contrato en el que
los ciudadanos renuncian a sus derechos y se los conceden al soberano, ya que él mismo reconoce que el
único derecho que perdura es el de reproducirse libremente.

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Se trata de equiparar la desnudez aquí expuesta con la desnudez en un campo nazi,
obviamente hay una desproporción y no hay homología aquí, se desconoce la realidad
histórica y se exaltan unas ideas equívocas por una necesida propagandística: “se confunde
al hombre que lucha con el hombre masacrado por el biopoder nazi5” (Negri, 2007, p.122).

La idea de “vida desnuda”, reconoce el autor, es una analogía y en ese sentido es falsa con
respecto a la realidad, empero es funcional en cuanto a los conceptos planteados allí. Negri
opone al monstruo biopolítico con la vida desnuda, por lo tanto ésta última trata de detener
el avance que se da a través de la cooperación “La teoría de la «vida desnuda» es entonces
radical en su negación de la potencia, ya que percibe en toda expresión de ésta un acto de
terrorismo” (Negri, 2007, p.123).

La vida desnuda no borra al monstruo solamente lo trata de disolver, tratando de generar


conflictos internos que lleven a la confusión. Ella es un nuevo Leviatán, pues a diferencia
de los anteriores establishment ella no trata si quiera de ofrecer esperanzas, sino que ataca a
la resistencia y a la paz, dejando sólo la vida intacta, esto cuando el sujeto a podido llegar a
afirmar la vida, es decir, surge como respuesta del poder para anular esa potencia,
tratandola de encausar de nuevo a la fuerza productiva. Es la vida desnuda un grito de
impotencia que queda de ejercer el capitalismo en detrimento sobre una multitud. En ese
estado de cosas muta en lo que se denomina como capitalismo imperial, que sobre la base
de la acumulación intelectual e informática, vuelve a someter los derechos individuales al
poder del soberano, y por tanto es una nueva Leviatán.

Otra forma de contener al monstruo6


Como se vio, la ideología de la vida desnuda logró contener al monstruo¸ sin embargo no
es la única vía para hacerlo. La nueva eugenesia devuelve los papeles hasta la justificación
del origen o la jerarquía, a través de la ingeniería genética que ofrece 1) control de los
cuerpos: su modificación y corrección y 2) pedazos de cuerpos que sirven para: modificar,
corregir o aportar correcciones a otros cuerpos. Estos nuevos monstruos le sirven a la
eugenesia como garantes de que el sistema siga funcionando y se reproduzca, es por tanto
un bipoder sobre la reproducción con una variante fundamental el control sobre la esencia
misma del hombre.

Ahora se está frente a un esenario más complejo: “ante la tentativa de disolver lo


biopolítico en lo biológico” (Negri, 2007, p.127), a difencia de Darwin que comprendía al
simio a partir del hombre, el simio mismo se convierte en el ideal a llegar, pues así se puede
lograr que el hombre sea meramente fuerza productiva.

5
Aquí hace una aseveración muy controvertible sobre la muerte en los campos de concentración, que no
representa nada.
6
La tecnología reemplaza a la ontología.

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El monstruo tecnológico
El nuevo monstruo ya no está en contra de la teleología, es un producto de la tecnología
eugenésica, así pues la tecnología del poder se detenta sobre el monstruo-sujeto que lo
muestra de nuevo malo –como lo trataba de hacer la eugenesia clásica–. Es así como el
monstruo biopolítico producto del biopoder se convierte en el ser bueno, porque es
funcional para el sistema. La tesis anteriormente señalada, de que la insubordinación deriva
en desarrollo, se vuelve contraproducente en este punto, debido a que el monstruo
biopolítico en ese sentido es motor de todo lo anterior.

Carne contra General Intellect la crisis de la modernidad pone un punto cero en cuanto a la
organización de la vida, la carne en este caso quiere hacerse cuerpo, mientras que el
General Intellect trata de llegar a la subjetividad atravezando la carne, es decir, las
propuestas eugenésicas tratan continuamente de darle continuidad a la jerarquía, entonces
así mismo el monstruo multitud resiste como modo de vida:

“si es verdad que las propuestas ideológicas eugenistas se presentan continuamente y tratan
de reponer una siniestra continuidad y de afirmar la «racionalidad» del proceso, entonces
también es verdad que la multitud, como carne del General Intellect, se mueve impaciente
buscando otra genealogía, corpórea, que se convierta en prótesis de subjetivación”. (Negri,
2007, p. 134)

Para concluir la exposición, el autor plantea la idea de que en las pasiones gozosas o en el
cuerpo goce se encuentra la manera de producir subjetividad. Esto lo asemeja con los
placeres antiguos de magnificación del placer de la parte baja del cuerpo, que hoy se
transforman en placeres de la parte alta o intelectual, sin embargo afirma: “Que lo que
triunfe sea el producto de la eugenesia o la innovación monstruosa, eso no lo sabemos: es lo
que está en juego” (Negri, 2007, p. 137).

Una pequeña duda


Con respecto al rol que cumple el capital en contra del monstruo: “No reconoce la
ambigüedad sino que la ataca, se enfrenta al límite y no diluye los márgenes” (Negri, 2007,
p. 104) que sin embargo refuta él mismo afirmando que: “debe desplegar el poder o bien de
ponerlo bajo control, o bien de normalizarlo.”7 (Negri, 2007, p. 113), lo que significa que el
autor reconoce que el capital tiene la posibilidad de defenderse a través de la
normalización, concepto que a grandes razgos Walsh llama “interculturalidad funcional”
que es básicamente el reconocimiento de la diferencia, dirigido a subsumirlo mediante la
instauración de un nuevo establishment que las reconozca (las diferencias). En este caso
resulta interesante analizar cómo es la adquisición y reproducción de las máscaras

7
Este aspecto es precisamente el más controvertible, porque en efecto se puede demostrar que el capital
normaliza las formas de resistencia.

pág. 7
inspiradas en la película V di vendetta. Ya que resulta irrisorio que las máscaras son
utilizadas como símbolo de resistencia al capital, y sin embargo son reproducidas en masa,
como suele hacerlo la producción industrial capitalista. Empero es posible que el
interlocutor diga que este modo de producción también es utilizado en las sociedades
socialistas –si es que tal cosa existe–, de igual modo no deja de ser paradójica esta
situación. Es decir, queda abierta la posibilidad de que el capital o el discurso dominante,
subsuma siempre las formas monstruosas de resistencia, como bien lo reconoce el autor al
final del capítulo.

Bibliografía
Negri, A. (2007). El mostruo político. Vida desnuda y potencia. En Giorgi, & Rodríguez.

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