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Así pues, sería posible decir la edad que tenía Jenófanes en juegos olímpicos, Jenófanes añade: Él no es tan digno como yo;
el inicio de la invasión de los persas (que él llama los «medos», no pues me mejor que la fuerza de los hombres y de los caballos, es
lodo el mundo, y como Heródoto): nuestra sabiduría. Por el contrario, es completamente equivocado
dar de él el juicio que acabo de decir y no es justo apreciar la fuerza
Junto al fuego, en invierno, hay que decir así,
más que nuestra sabiduría.
con el vientre lleno, tumbado sobre un mullido sofá,
masticando garbanzos y bebiendo vino dulce: — Pero el precio de esta dignidad es la extrema dificultad de la
¿De qué país eres, queridísimo, y qué edad tienes? sabiduría: necesita un largo tiempo exigido para la búsqueda:
¿Y qué edad tenías cuando llegó el medo?...
Los dioses no han revelado todas las cosas a los hombres
Diels-Kranz B, 22 desde el principio; sino que es con el tiempo, buscando, como
El «medo» es el persa Harpagón, cuyas potentes máquinas acaban por averiguar más (Diels-Kranz B, 18).
asedio rompen la resistencia de las ciudades griegas de Asia Meno
Sería, pues, inútil pretender un conocimiento claro de la
en el año 545.
verdad: La verdad misma, jamás ningún hombre la ha conocido ni la
conocerá, ya se trate de los dioses o de todos los demás temas de
LA DOCTRINA los que hablo. Pues incluso si por casualidad alguien dijese algo
perfecto, él mismo no lo sabría. En todos los casos, no se da sino
Este aedo, sin patria ni domicilio, es un satírico y un dista
una opinión (Diels-KRANZ B, 34).
audaz: por los caminos de Grecia se convierte en el apóstol de la
filosofía jónica, que él impulsa a un punto nuevo de perfección y Juzgando, según este principio, sus propias teorías, dice:
opone a la mitología aún dominante en la madre patria. Que este sea considerado como análogo a la verdad (B, 35).
objeto filosófico a propósito del que se declara en oposición total con tuviesen manos y si con sus manos pudiesen pintar y producir obras
la masa y sus maestros, es lo divino. de arte como las que producen los hombres, los caballos pintarían
En cuanto a Jenófanes, el primero de entre ellos en «.hacer uno» — Un Dios único, el más grande entre los dioses y los hombres,
pues Parménides fue, nos dicen, su discípulo — (Aristóteles no toma no parecido a los hombres ni por la estatura ni por el pensamiento
a su cuenta este «nos dicen». Como acaba de evocar a Parménides (B, 23). Los dioses antropomórficos de Hornero y de Hesíodo no son
y Meliso y sus tesis opuestas sobre el uno finito o infinito, añade susceptibles de desempeñar el papel del uno envolvente: incluso el
solamente): no ha precisado nada y no parece haber hecho alusión a pensamiento humano no podría convenir a este sujeto trascendente.
ninguna de estas dos naturalezas; pero, habiendo levantado los ojos Él ve entero, piensa entero y entero entiende (B, 24). No puede
hacia la totalidad del universo, declaró que el uno es Dios (Metafísica negarse al uno envolvente el conocimiento: pero hay que
A, 986621; Diels-Kranz 21, A, 30). concedérselo bajo la forma más concentrada y total.
Queda ahora por precisar la naturaleza del Dios uno. Pero sin esfuerzo gobierna todas las cosas por la fuerza de
Jenófanes parece haber utilizado conscientemente, pero sin haberlo su espíritu (B, 25). Anaximandro había tomado, para atribuirla a lo
explicitado, un principio metodológico de una fecundidad inagotable. envolvente, la imagen homérica del gobierno universal, atributo de
Lo llamaremos el «principio de Jenófanes»: Zeus. Jenófanes, al reconocer el pensamiento al uno envolvente,
puede mostrar, a partir de entonces, cómo ejerce el gobierno sin
Permanece siempre en el mismo lugar, no estando sujeto a
ninguna contaminación antropomórfica: es sólo por efecto de una
ninguna moción; y no le conviene errar de un lado para otro (B, 26).
fuerza no distinta del pensamiento y de un pensamiento que no
«Observemos estas palabras, dice Festugiére: "no le conviene" es el
supone ningún esfuerzo.
indicio de una reflexión. Hay contrariedad lógica entre un movimiento
desordenado y la noción de lo divino.» Y Jaeger saluda el empleo Conclusión: «Jenófanes definía el principio de las cosas de
del verbo επιπρέπειν en este único fragmento como la primera apa- un modo enteramente nuevo. Creaba una física nueva cuyo
rición de la noción, fundamental, de lo conveniente (πρέπον). El verdadero nombre es el de ontología. El método que implica es éste,
criterio sobre el que reposa toda, la crítica del antropomorfismo, es: cuyo bosquejo hemos visto precisarse lentamente: determinar qué
¿Qué es lo conveniente o no conveniente, lo proporcionado o atributos convienen lógicamente a un ser, sin contradecir ni arruinar
desproporcionado en relación con el sujeto divino? su esencia» (León Robin). Evidentemente, esta lógica es, sobre
todo, la justa apreciación de una armonía.
Y he aquí lo que resulta del empleo sistemático de este
criterio: