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APUNTES

20052701

CURSO SOBRE PROTECCIÓN DE RIESGOS EN


LA EJECUCIÓN DE LAS ACTIVIDADES FÍSICO
DEPORTIVAS

Análisis de la peligrosidad y el nivel de riesgo de los


diferentes deportes

***

BEGOÑA UTRERA BANDRÉS

Málaga
10 y 11 de junio 2005
Departamento de Formación
formacion@uida.es

Curso sobre protección de riesgos en la ejecución de actividades físico-deportivas

ANÁLISIS DE LA PELIGROSIDAD Y EL NIVEL DE RIESGO DE LOS


DIFERENTES DEPORTES

Begoña Utrera Bandrés

Gracias al desarrollo que han adquirido las Ciencias del Deporte, las lesiones
deportivas son en gran medida previsibles y evitables. De esta forma, puede decirse que la
lesión deportiva es resultado de dos vías. En la primera de ellas existe un traumatismo, es
decir, un objeto o el mismo cuerpo humano impacta contra otro objeto o con el suelo. Es una
lesión accidental, donde, a pesar de que los tejidos están adaptados a grandes esfuerzos, el
choque rompe la resistencia de los mismos debido a la velocidad desarrollada en el impacto.
La segunda vía es aquella en la que la lesión se produce por la repetición de un gesto
deportivo. Son actividades que requieren movimientos repetitivos y una técnica precisa, que a
lo largo del tiempo van produciendo un microtraumatismo que llegará a vencer la resistencia
del tejido. Éste puede lesionarse por una debilidad intrínseca de la persona o por factores
puramente biomecánicos. Es la llamada lesión por sobrecarga, ya que la carga de trabajo es
mayor a la que puede soportar un tejido determinado, ya sea un tendón, un ligamento o un
músculo.
En la lesión por traumatismo podemos encontrar una rotura instantánea porque la
fuerza es enorme. Sin embargo, en la lesión por sobrecarga el dolor aparece de repente y sin
haber hecho aparentemente nada fuera de lugar. En cualquier caso siempre es el exceso de
fuerza sobre el tejido lo que produce la lesión. Para el deportista ambas lesiones son
igualmente graves, ya que no le permitirán desarrollar su máximo rendimiento.
Garrik y Recqua (1981), en su estudio sobre las lesiones en la Escuela Superior,
encontraron una incidencia lesional de 3,9/1000, de las cuales del 20 al 25% son producidas
por sobrecargas. De ellas, el 80% tiende a presentarse en las extremidades inferiores y más
concretamente en la rodilla (28%), tobillo y pie (21%). Con respecto al sexo, las mujeres
sufren menos lesiones que los hombres, y esto es debido en gran parte a que las mujeres no
realizan tantos deportes de contacto, ya que cuando ambos sexos realizar un mismo deporte el
número de lesiones viene a ser el mismo.
Según el Dr. Santonja y cols. (2002), en los datos recogidos por el Centro de Medicina
del Deporte de la Universidad de Murcia la distribución en frecuencia lesional, excluyendo el
esguince de tobillo, que representa el 20%, es la siguiente: el 19,8% de las lesiones son
musculares, el 18,7% son de ligamentos, el 17,7% son de articulaciones, el 7,8% óseas y el
5,2% tendinosas. Las mujeres sufren un mayor número de patologías musculares (27,6% en
mujeres, 16,4% en hombres) y un menor número de las ligamentosas (12,1% frente al 21,6%),
al igual que pasa con las óseas (1,7% frente al 10,4%).
Estas lesiones pueden y deben ser prevenidas mediante el conocimiento de las medidas
preventivas, que contribuirán a proporcionar una sensación de bienestar y una mejor calidad
de vida al deportista. Así, la preparación física y psicológica antes del entrenamiento y la
competición está dirigida a mejorar el rendimiento y a disminuir la incidencia de lesiones. La
base más importante para evitar dichos problemas es una buena forma física, ya que si el
deportista se encuentra por debajo del nivel requerido existen mayores posibilidades de
lesiones por accidente y por sobrecarga. Cada deportista debe analizar las demandas de su
deporte antes de elegir el esquema de entrenamiento. La intensidad y la carga de éste debe ser
adaptada de forma individual y en función del nivel técnico y la condición física de cada uno.

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Además, todas las actividades para mejorar la forma física se harán de forma
progresiva. Por ende, habrá una serie de factores que deberemos tener en cuenta:
• Adecuada preparación física.
• Correcto calentamiento, sin olvidar la fase de enfriamiento.
• Uso de un equipo apropiado (incluyendo las protecciones) haciendo especial
incidencia en el calzado.
• Cumplimiento de las reglas o normas del deporte practicado.
• Pasar controles de salud.
• Correcta alimentación e hidratación.
• Reposo para las partes del cuerpo sobrecargadas.
• Adecuada preparación psicológica.
• No entrenar con dolor.

Estudios realizados en Estados Unidos desde hace décadas, como el de Federal


Comm. (1980), analizan desde un punto de vista descriptivo la incidencia de lesiones en los
distintos deportes. Del total de las lesiones contabilizadas, entre el 30 y el 40% son tratadas en
urgencias de los centros de sanitarios. Destacan negativamente el esquí acuático, el ciclismo,
los deportes de motor, el billar, el paracaidismo y el tiro con arco, presentando el mayor
índice de lesionados, siempre en función del número de practicantes. En el otro extremo de la
balanza, es decir, entre los que menos atenciones de urgencia reciben, están los bolos, el tenis,
el alpinismo, la esgrima, el curling y, curiosamente, el baloncesto.
Para intentar justificar los de más riesgo, encontramos una explicación más o menos
lógica, y es que los tres primeros deportes están vehiculizados, y la velocidad, junto a la
incertidumbre del medio, pueden incrementar el riesgo de lesión, más cuando no se domine la
técnica de ejecución y las condiciones de seguridad no se respeten. En cuanto al
paracaidismo, parece obvia la peligrosidad, y no nos estamos refiriendo a un riesgo mortal,
sino a problemas en las caídas (enganches, apoyos, lugares no previstos...). Sobre el billar y el
tiro con arco, es preciso analizar la gran tensión en los centros articulares (sobre todo codo y
hombro), que puede provocar inflamaciones músculo-tendinosas bastante dolorosas.
Al analizar los deportes menos lesivos aparece un factor común a todos, y es el
predominio del tren superior (tronco y brazos) en sus ejecuciones; no obstante, el tenis, el
baloncesto y el alpinismo requieren también de gran esfuerzo en piernas. El hecho de la gran
difusión y conocimiento del tenis y del baloncesto en este país puede ayudar a un mejor
control y prevención de las lesiones en estos deportes en concreto, al exigir más especialistas
y mejores instalaciones. Si analizamos los bolos y el curling, parecen más seguros sin duda
que el alpinismo, pero esto corrobora que una práctica segura con materiales adecuados
disminuye su riesgo potencial. No obstante, hemos de ser sinceros y no nos hubiera extrañado
nada el ver el alpinismo en el primer bloque y el paracaidismo en el segundo. En cuanto al
resto, encontramos poderosas razones para confirmarlos.
Los estudios anteriormente citados analizan igualmente la incidencia por zonas
corporales de estas lesiones, de donde podemos sacar las siguientes conclusiones:
• Deportes con más lesiones en el hombro: motociclismo, rugby, surfing, lucha libre y
esgrima. Más de 10 de cada 100 lesionados de estos deportes presentan afectado el
hombro.
• Deportes con más lesiones en la muñeca: patinaje sobre ruedas, sobre hielo,
skateboard y nuevamente la esgrima. Destaca que casi 30 de cada 100 lesionados
patinando sobre ruedas se lesionan la muñeca.
• Deportes con más lesiones en el tobillo: baloncesto, voleibol, tenis, badminton y
alpinismo, todos con más del 30% de lesiones en esa zona del total de lesionados.

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• Deportes con más lesiones en los pies: natación, halterofilia y artes marciales. En
torno al 20% sobre el total de lesionados.
• Deportes con más lesiones en la cabeza: billar, dardos, golf, alpinismo y surfing.
Destaca el billar, con más de 30 de cada 100 lesionados.
• Deportes con más lesiones en la rodilla: snow, paracaidismo, campo a través,
badminton y patinaje sobre hielo. Sobresale el snow, con más del 25% del total de
lesionados.

PRINCIPALES LESIONES EN LOS DISTINTOS DEPORTES


Y ACTIVIDADES FÍSICAS

1. ACUÁTICOS

La natación destaca entre estos deportes, siendo una de las actividades más completas
y menos lesiva para las articulaciones. Siempre se ha considerado aconsejable para
complementar el tratamiento de alteraciones del aparato locomotor. Además, es un deporte en
el que el sujeto trabaja con un menor peso debido a la ingravidez impuesta por el medio
acuático, lo que provoca a su vez que se pueda trabajar con cargas reducidas. Esto se traduce
en que podamos desarrollar un trabajo simétrico que favorece el equilibrio muscular y una
movilización articular multidireccional dinámica. Sin embargo, la natación practicada a
niveles competitivos más exigentes pierde en numerosas ocasiones las características
descritas, convirtiéndose en una actividad de riesgo para padecer lesiones. La natación como
deporte competitivo implica elevadas demandas para el atleta en cuanto a tiempo y carga de
entrenamiento. Tales niveles de exigencias generan un estrés considerable sobre las
estructuras articulares y músculo-esqueléticas del sujeto.
En general, las modalidades más recomendadas con fines preventivos son el crol y la
espalda. Sin embargo, salvo que el estilo sea muy bueno, nadar a braza suele conllevar cierta
sobrecarga de la musculatura cérvico-dorsal, especialmente si se mantiene constantemente la
cabeza fuera del agua. Del mismo modo, nadar al estilo mariposa suele aumentar el grado de
curvatura de la columna lumbar (hiperlordosis).
Dentro de las lesiones músculo-esqueléticas que se presentan entre los nadadores, la
patología del hombro presenta el 50-67%, seguida por las lesiones a nivel de rodillas, tobillos
y espalda baja. La lesión característica del hombro más comúnmente asociada a la práctica de
este deporte se conoce con el nombre de hombro del nadador, que se trata de un síndrome
subacromial, frecuente en deportes que requieren mover repetidamente el brazo por encima de
la cabeza. Por otra parte, hay que tener cuidado con las sobrecargas de entrenamiento, ya que
la fatiga y el cansancio acumulados son un factor de riesgo más.
El medio acuático requiere una técnica básica de nado y su carencia puede ser un
riesgo mortal. Este riesgo aumenta en las actividades subacuáticas como las inmersiones, el
buceo, la pesca submarina o la natación sincronizada. Las aguas abiertas incrementan la
posibilidad de percances. Por último, señalar que son muy importantes el control y la
seguridad en las actividades acuáticas (socorristas, salvavidas, diseño de las piscinas...).

2. ARTES MARCIALES

En general, los deportes de lucha y autodefensa son, por excelencia, agresivos para la
espalda. Ello es debido a los movimientos de hiperextensión lumbar estática con carga, la
agresividad con que se realizan los gestos, las torsiones repetitivas de la zona dorso-lumbar,
las caídas sobre el suelo en mala posición y la fuerza de los golpes que se dan en este tipo de

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deportes. Si a ello se añade el uso de implementos y la falta de protecciones, el riesgo


aumenta. Se ha comprobado por investigación estadística que se dan más casos de
espondilolisis entre judokas que entre los niños no practicantes del deporte del judo,
posiblemente debido a los movimientos de hiperextensión lumbar estática con carga a los que
nos referimos anteriormente (cuerpo del contrincante) y a las numerosas caídas de espalda. A
modo de ejemplo, las lesiones más frecuentes en el judo son esguinces y luxaciones de dedos,
luxación posterior del codo, fractura supracondílea del húmero, luxación de hombro, fractura
de clavícula, luxación acromio-clavicular, lumbalgias, lesiones en los ligamentos de la rodilla
y meniscos y esguinces de tobillo. En el kárate las lesiones más frecuentes son lesión de
Osgood-Schlatter, epicondilitis y epitrocleitis, esguince de dedos y lesiones bucales.
El papel de los árbitros en la prevención de daños durante los combates de las
diferentes especialidades es muy importante, así como el uso de protectores y la vigilancia
médica tanto en las competiciones como fuera de ellas.
Zetaruk y cols. (2005) hacen un estudio por especialidades y la más lesiva es el
taekwondo, con el 59% de los luchadores, seguida del aikido con el 51%, el kung-fu 38%, el
kárate 30% y el tai-chi 14%.

3. BADMINTON

Es un deporte en cuya práctica se dan, en numerosas ocasiones, movimientos de


cifosis, de hiperlordosis y rotaciones rápidas de columna.
En este deporte los hombres sufren más lesiones que las mujeres, y los jugadores de
elite aún más. Sin embargo, a diferencia de otras disciplinas deportivas, se corre más riesgo de
lesión durante los entrenamientos que durante los partidos de competición. No suele acarrear
lesiones graves en general, con la excepción de la rotura del tendón de Aquiles que presenta
una incidencia relativamente elevada. También son frecuentes las lesiones en el hombro y en
el codo (debido a forzar excesivamente en los "mates" o a recibir los tiros de frente) e incluso
lesiones visuales debido a la rapidez que adquiere el volante. Se recomienda el uso de gafas
de protección así. como un buen calzado y un entrenamiento específico adecuado, que
ayudará a disminuir el riesgo de lesiones.

4. BALLET, DANZA Y AERÓBIC

En ballet existen estudios como el de Khan, K y cols. (1995) que resaltan las lesiones
por sobreuso y estrés en los miembros inferiores; o el de Macintyre y Joy (2000), donde se
destacan las lesiones en los dedos de los pies y los tobillos de los bailarines y bailarinas.
Se trata de una actividad donde es muy importante no realizar demasiados
levantamientos de la pareja que superen la carga máxima que el raquis lumbar puede
aguantar. Los movimientos de pelvis y región lumbo-sacra deberán realizarse con mucho
cuidado. También se debe tener especial cautela con los saltos y gestos típicos en algunos
bailes y danzas populares. Por otro lado, la música es un elemento motivante en las
actividades físicas y deportivas, pero en algunos casos nos puede distraer excesivamente
perdiendo atención y tensión durante el ejercicio.
Navarro (2003) realiza un estudio sobre las lesiones en el aeróbic de competición,
concluyendo que las lesiones más numerosas son las musculares (68,5%), seguidas de las
articulares (27,5%) y las óseas (3,9%). Si atendemos a las zonas anatómicas implicadas, los
brazos (antebrazo, codo y muñeca) son los más afectados, siendo las lesiones más comunes
las tendinitis y los esguinces. Las acciones más lesivas en general, superando el 50% del total,
son los saltos especialmente el push-up (salto a caer amortiguando con las manos).

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5. BALONCESTO

El índice de lesiones en el baloncesto es de 3/1.000 horas de juego. Es un deporte muy


recomendado, ya que en sus saltos se tensan y se hacen trabajar los músculos de la columna,
favoreciendo en teoría la extensión y dilatación de los espacios interdiscales. Es considerado
como un deporte de bajo riesgo vertebral. Sin embargo, la incidencia de casos de muerte
súbita es elevada en relación a otros deportes. Epstein y Maron (1986) aconsejan un adecuado
historial médico, auscultación, electrocardiograma, ecocardiografía torácica y prueba de
esfuerzo con registro cardiaco y ventilatorio como estrategias para la posible detección precoz
de deportistas con riesgo de sufrir muerte súbita. Por otro lado, Teresa y Adamuz ( 2005 )
señalan como principales causas de muerte súbita las anomalías coronarias congénitas,
miocardiopatía hipertrófica y la conmoción cardiaca .
Según Marqueta y Tarrero (1998) la extremidad inferior es en la que suceden la mayor
parte de las lesiones. Las lesiones de las extremidades inferiores de la Liga española suponen
un total de 46,13%, mientras que en la NBA las extremidades inferiores alcanzan un 57,3%
del total de las lesiones. Las patologías del tronco suponen casi una quinta parte del total de
lesiones en ambos estudios: 18,39% en la Liga española y 17,2% en la NBA. En las
extremidades superiores, la incidencia lesional es inferior a otras estructuras: en la NBA
supone en un 15,9% y en la ACB un 12,8%. Por último, las lesiones de la cabeza suponen el
7,1% y el 8,6% en las estadísticas de la ACB y la NBA, respectivamente.
La lesión más frecuente según los autores coincide con el esguince de tobillo (13,2-
25%), siendo el elemento más afectado el ligamento lateral externo, con una incidencia de 9
de cada 10 casos. Los mecanismos de producción son: inversión del tobillo por una mala
recepción y, lo que es más frecuente, por pisar a otro jugador. Además, en las incidencias de
las lesiones la que más se destaca es la tendinitis del tendón rotuliano (rodilla del saltador) y
la condropatía fémoro-rotuliana, influenciada por las exigencias en un deporte de salto como
es el baloncesto. La lumbalgia es también una lesión frecuente, provocada por los gestos de
rotación y flexo-extensión con contusiones y desplazamientos. Otras lesiones frecuentes en
los jugadores de baloncesto son el esguince de rodilla, con afectación del ligamento cruzado
anterior, los esguinces y luxaciones de los dedos de las manos, donde el balón es el
instrumento mecánico lesional, y otras lesiones de menor incidencia pero consideradas
factores de riesgo por sus secuelas, como son la tendinitis aquílea, la fascitis plantar, las
hernias/profusiones discales, los síndromes compartimentales y las roturas meniscales, sin
olvidar las lesiones musculares.

6. BALONMANO

El índice de lesiones en el balonmano es de un 4,1/1000 horas de juego. Se trata de un


deporte donde los lanzamientos de balón unilaterales favorecen la hipertrofia de los músculos
del lado dominante. La rotación escoliótica se ve abastecida por la dirección de la acción
rotatoria. Las aceleraciones son el origen de la patología tendinosa y ósea de los miembros
inferiores. Los saltos que se efectúan favorecen la aparición de lesiones en el aparato extensor
del miembro inferior, como la rotura de fibras de los gemelos. Las recepciones de los saltos,
desequilibrados por el contrario, favorecen la aparición de esguinces de tobillo y rodilla. Los
pases originan esguinces en los dedos. Los lanzamientos son responsables de las tendinitis del
manguito rotador. Los contactos directos y las caídas son los que provocan las patologías
traumáticas de los miembros. No deben olvidarse otras patologías musculares, como la
sobrecarga de aductores o la contusión del cuádriceps. En cuanto al portero, una de las
patologías más frecuentes es la epitrocleitis, causada por los microtraumatismos de repetición
sobre el antebrazo con el codo en extensión.
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En cuanto al sexo, las jugadoras de balonmano se lesionan dos veces más que los
varones, aunque las lesiones de éstos son más graves. El 70% del total de las lesiones y el
48% de las contusiones son producidas por el contacto más estrecho y agresivo de los
jugadores de balonmano debido a las normas de su desarrollo. Andren-Sandberg, en Renstöm
y col. (1999:408), habla de la prevención de lesiones en este deporte mediante un buen
entrenamiento de la fuerza y la flexibilidad, que incluía saltos concéntricos y excéntricos, así
como lanzamientos. El papel del calzado y de los árbitros es fundamental para prevenir
riesgos en el balonmano. Por otra parte, son muy importantes los vendajes protectores o
preventivos en este deporte, aunque tampoco es recomendable abusar de ellos.

7. BÉISBOL

En este deporte el lanzador pasa desde posiciones de hiperextensión hasta rotaciones e


hipercifosis del raquis. Al golpear la pelota, el bateador realiza fuertes rotaciones de columna.
El receptor espera en cuclillas a que llegue la bola con el raquis en hipercifosis. Por tanto no
es extraño encontrar lesiones de columna e incluso de los meniscos de la rodilla. Sin embargo,
Ekstrand en Renström y col. (1999-342) argumenta que la piedra angular de la reducción del
número de lesiones en béisbol es convertir el terreno de juego en un lugar más seguro: en
buen estado, con paredes almohadilladas, mallas protectoras y usando bases separables o de
fácil liberación.

8. BOLOS

Si tenemos en cuenta el tipo de pista sobre el que se juega y que cada bola pesa entre
2700 y 7257 g, podemos imaginar que la práctica de este deporte conlleva gran cantidad de
dolores lumbares. Los jóvenes cifóticos o padecientes de Scheuermann no deben adoptar las
posturas en hipercifosis para el saque de bola, y también lo deberían evitar los escolióticos,
por la asimetría del gesto. Por lo demás, la peligrosidad de esta actividad es muy limitada,
como lo es su entorno de práctica.
La petanca es una modalidad practicada por las personas de mayor edad. Aumenta la
incidencia de lumbalgias ocasionadas por la flexo-extensión lumbar repetida al recoger la
bola. Para evitar dolor o molestia habrá que enseñar a los jugadores a agacharse
correctamente, es decir, flexionando las piernas y no el tronco.

9. BOXEO

El boxeo es un deporte peligroso. A diferencia de otros deportes, la intención básica


del boxeo es producir daño corporal al oponente. El boxeo puede producir la muerte y
ocasiona una incidencia alarmante de lesión cerebral. En un trabajo publicado en Physician
and Sports Medicine se evidencia que el boxeo produce lesiones cerebrales con descenso de la
función cognitiva por golpes en la cabeza. Se registró disminución de la memoria, de la
capacidad de atención y de la velocidad mental. Además provoca numerosos traumatismos
oculares, dentro de cuyas consecuencias tiene especial importancia el desprendimiento de
retina. Según Lehman y Ravich (1990) el uso de cascos protectores homologados, junto a una
información adecuada de las maniobras peligrosas a evitar, ayuda a prevenir lesiones graves
en la cabeza. Pero muchos otros factores (el público, las apuestas, los medios de
comunicación...) influyen en esta práctica deportiva, que bien puede catalogarse de alto
riesgo.

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10. CARRERAS

Muchos autores ( López Illescas, 1991; Walter y cols, 1993; Mechelen en Renström,
1999:492-505) han estudiado los factores de riesgo que nos pueden orientar sobre los
mecanismos de producción de las lesiones en atletismo, dentro de los cuales podemos
encontrar la biomecánica de la carrera, alineaciones defectuosas, dismetrías, constitución
morfológica y antropométrica, lesiones previas, la participación en otros deportes, la
especialidad practicada, factores psicológicos, exceso de entrenamiento, estrés y fatiga, sueño
y descanso, alimentación, nutrición e hidratación, desarrollo óptimo de las cualidades físicas
según el tipo de esfuerzo, el calentamiento previo al entrenamiento y a la competición, las
zapatillas utilizadas para entrenar, el tipo de terreno, la climatología, la hora del día y la época
del año, etc.
Millones de personas practican la carrera continua o realizan carreras de atletismo, y
entre el 37 y el 60% de ellas sufrirán alguna lesión relacionada con esta actividad. Se calcula
una incidencia de 12,1 lesiones por cada 1.000 horas de carrera. Las lesiones disminuyen en
los corredores de largas distancias. La zona más afectada es el tren inferior: la rodilla en el
40%, seguida del tendón de Aquiles (15%), la cara interna de la tibia (15%), la región
inguinal (15%), la rodilla y el tobillo (10%) y la espalda (5%). La mayoría de las lesiones
suelen ser de carácter leve. En los atletas de competición el cuadro que se registra con más
frecuencia es la tendinitis (entre las que sobresalen la rotuliana, la aquílea y el famoso
síndrome ilio-tibial o rodilla del corredor), seguida de las lesiones musculares
(fundamentalmente roturas fibrilares, sobre todo en isquiotibiales y gemelos), la periostitis,
las fracturas y lesiones por estrés. En los corredores que no compiten son más frecuentes las
lesiones musculares, seguidas por las tendinitis y los esguinces.
Brody (1993), en Ballesteros (2002:186), estableció una correlación entre el ritmo de
la carrera con los tipos de incidencia y lesiones producidas en ella:
• Un corredor de ciudad (jogging) (nivel I) realiza una media de 5-32 km/semana, a 5,5-
7,5 min/km. Los corredores que pertenecen a este nivel sufren un 25% del total de las
lesiones. Entre ellas las más frecuentes son el síndrome rotuliano, molestias
musculares, periostitis, lumbalgias y tendinitis.
• Un corredor deportivo (nivel II) realiza entre 32 y 64 km/semana a 3,2-4,5 min/km.
Este grupo sufre un 30% de las lesiones, entre las cuales destacan la tendinitis aquílea,
fascitis plantar y fracturas por estrés.
• Un corredor de larga distancia (nivel III) recorre de 64 a 112 km/semana a 4-5
min/km. Éstos sufren más del 35% de las lesiones y normalmente presentan problemas
relacionados con la temperatura corporal durante la competición u otros como el
síndrome lumbo-ciático.
• Un maratoniano de elite (nivel IV) recorre de 112 a 160 km/semana a 3,5-4 min/km,
este grupo sólo padece el 5% de las lesiones. Las más comunes entre estos corredores
son la fractura de estrés, distensiones musculares agudas, ciatalgias y fatiga.
• Un atleta de triatlón (nivel V) recorre más de 160 km/semana. Estos kilómetros se
distribuyen entre natación, ciclismo y carrera. Las lesiones más comunes en este nivel
son las producidas por sobrecarga, por el gran número de actividades que se realizan.
Dentro de las carreras más recomendadas están las de ritmo lento y mayor duración.

El movimiento que se realiza al salto de la valla provoca hiperextensión brusca


repetitiva de la columna lumbar. Muchos de los dolores de columna que aparecen en la
práctica del jogging son a causa del suelo duro, lo cual se puede evitar con el uso de calzados
amortiguadores y practicando sobre los suelos más blandos. Por otro lado será aconsejable

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evitar el exceso de carreras cuesta arriba para no obligar a la columna lumbar a un alto grado
de flexión. Del mismo modo, la hiperextensión del raquis lumbar que se produce al realizar
carreras cuesta abajo es también perjudicial si se realizan en exceso.

11. CICLISMO

El ciclismo no es un deporte de contacto, no exige el choque violento contra un rival y


eso elimina muchas posibilidades de lesión, pero el contacto se puede producir
accidentalmente al chocar dos o más corredores. La caída es la primera causa de lesión, por
traumatismo directo. Otras causas derivan de un defecto técnico del pedaleo o de una mala
adaptación del ciclista a su bicicleta.
La posibilidad de un accidente traumático es de un 7%. Es uno de los deportes donde
es más probable que la persona se caiga, por delante del fútbol y voleibol, parecido al
baloncesto y balonmano pero con menos riesgo que el rugby y el judo, por ejemplo. Según la
Mutua General Deportiva en España (Ballesteros y col, 2002), el ciclismo está en el décimo
lugar en el ranking por el número de asistencias y en el séptimo lugar por el índice de lesiones
deportivas, siendo el porcentaje de accidentes por región anatómica de un 20,9% en la rodilla;
6,4% en cráneo; 5,2% en codo; 4,8% en muñeca y 4,4% en clavícula. En el caso de las
lesiones por sobrecarga encontramos alteraciones fémoro-patelares (28,1%), lumbalgias
(21,9%), tendinopatías aquíleas y rotulianas (15,6%), tendinopatías cuadricipitales (9,4%) y
otras lesiones (25%), como abrasiones cutáneas, esguinces, etc.
Pueden producirse cervicalgias debidas a mantener la misma posición durante horas.
En la mano podemos encontrar patologías como tendinosis en los flexores de los dedos,
enfermedad de De Quervain, síndrome del túnel carpiano o síndrome del canal de Guyon. Por
último, decir a favor del ciclismo que es un deporte en continua evolución en equipamientos y
materiales, lo que sin duda ayudará a disminuir el número de lesiones.

12. EQUITACIÓN

En este tipo de disciplinas el animal y todas sus circunstancias son un elemento más
de riesgo, ya que la motricidad no la provoca directamente al jinete, aunque sí la controle. De
esta forma, las lesiones que más frecuentemente se producen en este deporte son derivadas de
las caídas, tales como traumatismo craneal y cervical, esguinces de ligamento lateral de la
rodilla, fractura de clavícula y problemas en el hombro. Por otro lado, la postura adoptada por
el jinete a la hora de cabalgar aumenta la cifosis. De esta forma también podemos encontrar
lesiones derivadas del abuso, sobre todo postural (Pugh y Bolín, 2004). La formación
adecuada desde edades tempranas y el cuidado del animal disminuirán el riesgo de lesiones y
caídas no deseadas.

13. ESGRIMA

Se trata de un deporte unilateral que trabaja la velocidad y la capacidad de reacción de


la mano. Las lesiones producidas más frecuentemente en este deporte se localizan sobre todo
en el hombro y las rodillas, que deberán estar debidamente trabajados, así como el dominio
del cuerpo en situaciones nada habituales, como los desplazamientos hacia atrás .

14. ESQUÍ

En este deporte existen diferentes modalidades según el medio donde se practica:


nieve, arena, hierba y agua. En el esquí acuático se realizan esfuerzos bruscos y choques sobre
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el agua. Numerosos accidentes afectan a la columna cervical y a la articulación de la rodilla,


debido al sistema rígido de las botas y a las técnicas de giro mal ejecutadas. La posición de
ejecución en hiperlordosis lumbar da lugar a numerosos lumbalgias. En cuanto al esquí
alpino, las lesiones más comunes se producen en el aparato locomotor, pudiendo ser lesiones
óseas (fracturas de tibia, peroné, cúbito y radio, clavícula), patologías articulares (luxaciones
y esguinces de tobillos o rodillas, por ejemplo), contusiones musculares de diversa
consideración, lesiones oculares y quemaduras solares, entre otras. Con bastante frecuencia
encontraremos el llamado pulgar del esquiador, donde puede verse lesionado el ligamento
cubital de la articulación metacarpofalángica de dicho dedo a causa, por ej., de empuñar mal
los palos (atrapando sólo el puño y no la correa), pudiéndose producir el daño al chocar con la
mano abierta contra la nieve. Es conveniente practicar este deporte con la ayuda de un
monitor o guía que nos ayude con tácticas y técnicas que aminoren las posibles caídas.
El cuidado de los materiales también es fundamental para la prevención de caídas,
sobre todo la elección de unas buenas fijaciones. Según Hagel y col.(2004), el snow es más
lesivo que el esquí a todos los niveles, excepto en el miembro inferior.

15. FRONTÓN Y FRONTENIS

Ya sea con puño, pala, raqueta o cesta, los golpes de revés, bolea y cortada producen
fuertes rotaciones de la columna vertebral. Es un deporte poco evolucionado, con un alto
componente cultural en sus zonas de expansión (País Vasco, Navarra, sur de Francia,
Centroamérica). Las paredes son un factor limitante a tener en cuenta de cara a la adaptación
de las técnicas de golpeo en sus proximidades, así como las protecciones de las manos en las
modalidades de golpe directo con esta superficie.

16. FÚTBOL

Al ser un deporte donde obligatoriamente existen contactos físicos entre los


practicantes y jugarse en diferentes condiciones climáticas y de instalaciones deportivas, va a
producir una elevada y variada casuística lesional. Si hablamos de fútbol-sala, las caídas se
ven incrementadas al realizarse sobre terreno duro, en concreto el portero sufre numerosas de
ellas. Alvero y cols. (2003) en un estudio realizado en el Servicio de Medicina Deportiva de la
Universidad de Málaga detectaron que el 78% de las lesiones en jugadores de fútbol-sala se
producían en la extremidad inferior, destacando los esguinces, sobre todo de tobillo. En el
caso de las variantes de fútbol americano y australiano, el índice de contacto aumenta por los
placajes contemplados entre las técnicas reglamentarias. Nosotros nos centraremos en el más
usual, es decir el fútbol 11 o soccer, que es el que más se practica en el mundo. Distintos
estudios revelan las incidencias lesionales durante los partidos: desde 1,4/1.000 horas de
competición hasta 18,5. Normalmente estas lesiones suelen aumentar al final de la temporada,
cuando los resultados de los últimos partidos son cruciales para el equipo, lo que provoca una
mayor dureza en el juego y un mayor cansancio en los jugadores.
La mayor incidencia de lesiones corresponde a las de tipo muscular. El tobillo es la
articulación más perjudicada, sobre todo a nivel ligamentoso. De esta forma, los miembros
más afectados son los inferiores, oscilando la frecuencia entre un 66 y un 93%.
Concretamente, la zona de los miembros inferiores más lesionada es el muslo, con un 35,4%.
Le siguen en orden de frecuencia la rodilla y el tobillo, los dos con un 14,3% del total. El
resto de las lesiones se producen en miembros superiores (5,1%) tórax y raquis (4%),
abdomen y pelvis (3,6%), cabeza y cuello (3,1%). Destacan los isquiotibiales, con un 36%,
seguidos del cuádriceps con un 24%. Existen algunos autores, como González y cols. (1994),
que defienden que los músculos más afectados son unos adductores.
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En relación con las lesiones ligamentosas, un gran número de trabajos afirman que es
el esguince de tobillo la lesión más frecuente entre los jugadores de este deporte. También
coinciden en que el ligamento más afectado es el lateral externo. Las lesiones ligamentosas de
la rodilla se dan a fundamentalmente en la rodilla derecha, afectando normalmente al
ligamento lateral interno. Dentro de las tendinitis y entesopatías, la osteopatía de pubis se ha
presentado en un 1,6%. Esta lesión se da cada vez con menos frecuencia, debido a que la
preparación física de los jugadores es más correcta y corrige el desequilibrio muscular de la
encrucijada púbica.
Con respecto a los mecanismos por los cuales se producen estas lesiones, los trabajos
consultados indican que una gran parte de ellas se producen por contactos (agarrones,
colisiones), representando un 45%, con respecto a las producidas durante la carrera (27%).

17. GIMNASIA DEPORTIVA Y RÍTMICA

En este caso se dan muchos problemas de microtraumatismos repetidos y sobrecargas


en el raquis, especialmente en la zona lumbar baja. En gimnasia masculina con aparatos, los
trampolines producen caídas por impulsos y técnicas mal realizados. Habrá que cuidar los
trabajos que impliquen levantar cargas pesadas y a compañeros sobre la espalda, así como los
ejercicios sobre caballo, plinto, barras, potro, trampolín, banco sueco, cama elástica y otros
similares. La gimnasia rítmica es menos traumática que la deportiva, pero no por ello menos
exigente desde el punto de vista físico.
En ambas modalidades las cargas excesivas de entrenamiento y la precocidad en las
edades de práctica de competición conllevan un riesgo notable asociado. Se pueden destacar
lesiones en la espalda, en cuádriceps y rótula, y lesiones por inmadurez del aparato locomotor.

18. GOLF

Aunque el golf parece un deporte suave, exige unos movimientos bruscos y repetitivos
que pueden desembocar en lesiones diversas. En una revisión que acaba de publicar The
Physician and Sports Medicine se hace un repaso de ellas y de las diferencias que existen
dependiendo de si los jugadores son profesionales o aficionados. El 80% de las lesiones que
sufren los golfistas profesionales se debe a un exceso de entrenamiento que conduce a daños
por sobrecarga. Por el contrario, en aficionados el exceso de práctica sólo se considera
responsable de un 25% de las lesiones. Así, los problemas más frecuentes entre los golfistas
profesionales son los localizados en la mano y en la muñeca (por ej. enfermedad de De
Quervain). Sin embargo, es la región lumbar la que más a menudo causa problemas a los
jugadores amateur. Los últimos estudios biomecánicos demuestran que la mayoría de las
lesiones de espalda que sufren los golfistas no tienen su explicación en la postura de la
inclinación hacia delante que adoptan, sino en las altas velocidades de rotación que debe
soportar la columna vertebral durante el swing. Los profesionales están más protegidos contra
las lesiones de esta zona gracias a que su estilo es más depurado. Debido a sus deficiencias
técnicas, los aficionados suelen padecer lesiones de espalda de forma más frecuente. De
hecho, hay una mayor incidencia de contracturas musculares y hernias de disco entre estos
jugadores.
Aunque las fracturas no son frecuentes en el golf, existe un tipo de fractura de muñeca
típica de este deporte. Se trata de la rotura del ganchoso, que suele lesionarse como
consecuencia de un golpe del palo de golf directamente sobre la hierba. El llamado codo del
golfista o epitrocleitis aumenta su incidencia cuanto mayor es la edad del jugador. Esta lesión
suele estar causada por agarrar el palo de golf con demasiada fuerza, de manera que en un
jugador diestro es frecuente encontrar epicondilitis en el brazo izquierdo mientras que el codo
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derecho es más susceptible de sufrir epitrocleitis. Por lo general, a los golfistas con problemas
crónicos de codo se les recomienda usar palos de grafito, más flexibles y con mayor
capacidad para absorber las vibraciones que los de acero.

19. HALTEROFILIA Y CULTURISMO

Este tipo de deportes no debe practicarse hasta que el crecimiento del raquis no haya
finalizado. Durante las etapas de desarrollo es mejor realizar actividades variadas sin
renunciar al trabajo de fuerza a partir de los quince o dieciséis años, pero con moderación y
debidamente asesorado. Las lesiones más frecuentes son en la zona lumbar, y son producidas
por el uso de una técnica inadecuada. El empleo de las técnicas correctas, junto con los
cinturones lumbares, disminuyen el riesgo de lesión.

20. HOCKEY (hielo, patines, hierba)

La aparición de lesiones en hockey es inferior a la de otros deportes de equipo con


contacto físico, quizás por el tipo de acomodación rodada que no traba los pies en el suelo, las
protecciones que se utilizan, el tamaño de la bola que no puede dañar el globo ocular, etc. Las
lesiones por sobrecarga músculo-tendinosa del muslo y las heridas contusas de la cara son las
más frecuentemente contabilizadas. Las primeras pueden ser atribuibles a la velocidad que se
adquiere en este juego y al carácter explosivo de arrancada y de frenado. Precisamente, estas
características serán mucho más notables si se tiende hacia la modalidad de los patines en
línea, en los que la velocidad que se adquiere es mucho mayor. La postura que se adopta en
todas las modalidades para golpear el disco requiere la flexión del raquis en situación de
hipercifosis dorsal. Además, los gestos técnicos producen una gran solicitación, con
rotaciones continuadas de la charnela dorso-lumbar. El stick es un elemento a tener en cuenta
por su contundencia y potencial peligrosidad, ya que las lesiones maxilofaciales y las
fracturas en los dedos de las manos son bastante frecuentes.
Las protecciones en estos deportes se hacen indispensables. El trabajo del preparador
físico, en íntimo contacto con el entrenador, que programa una serie de ejercicios para
mejorar la resistencia, capacidad aeróbica, elasticidad muscular, etc., facilita que no aparezcan
tantas lesiones como si no se considerasen todos estos puntos. En caso de presentarse
cualquiera patología, la actuación precoz del fisioterapeuta reduce considerablemente el
tiempo de recuperación. El juego limpio es básico para prevenir lesiones en estas actividades.

21. LANZAMIENTOS ( peso, jabalina, martillo, disco)

En los lanzamientos hay que tomar precauciones ejecutivas referidas al artefacto y su


zona de caída. Las técnicas de lanzamiento rotatorias (disco, martillo y a veces peso) exigen al
lanzador una gran torsión del tronco con cambios de aceleración bruscos. Además, existe una
fuerte presión raquídea antes de y al lanzar (jabalina). De esta forma, existe una mayor
presencia de lesiones vertebrales observadas en los lanzadores con respecto a otras
modalidades del atletismo, que bien pueden asociarse con errores de técnica de entrenamiento
en el empleo de pesas de musculación. Así, la musculatura, sobre todo del tren superior, de
cara a la fuerza y a la cantidad de movimiento generada, debe ser mayor en estos atletas para
evitar más lesiones. Por último, en los lanzadores las lesiones tendinosas son las más
numerosas, destacando sobre otras especialidades el hombro doloroso por tendinitis del
supraespinoso (hombro del lanzador) y la epitrocleitis. El dominio de la técnica será
fundamental en estas disciplinas.

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22. LUCHA
Es un deporte de combate en el que se trata de hacer tocar al rival en el suelo con sus
omóplatos. Hay contusiones por golpes directos, así como laceraciones y erosiones por
fricción con el tapiz. Las caídas provocan muchos tipos de lesiones según la inercia y posición
del cuerpo.
Para la Mutualidad General Deportiva (Ballesteros y cols. (2002:191)) las lesiones
cutáneas de los luchadores suponen el 11,4%; las articulares y ligamentosas el 36,7%; las
tendinosas el 21,4% y las fracturas el 14,9%. La rodilla es la articulación más afectada,
representando el 24,5%, seguida de tobillo (9,7%), codo (8,4%), hombro (7,75%), pie
(7,75%) y columna vertebral (6,5%). Parece ser que, a más edad, más graves son las lesiones,
y lo mismo sucede cuanto más avanzada está la temporada e incluso en el tramo final de los
combates. Los luchadores con menos práctica se lesionan más por no saber bien las técnicas.
El trabajo de los árbitros y jueces de lucha es fundamental para detener determinadas
maniobras. Conocer las técnicas de lucha da como resultado la prevención de lesiones,
evitando realizar algunas de ellas en las que la posibilidad de lesión es alta (apalancamientos
no permitidos y estrangulaciones).

23. PATINAJE Y MONOPATINES

Si se practican en la calle sin precauciones, pueden ser peligrosos y violentos por sus
potentes choques y caídas sobre suelos duros, así como por las interferencias con el tráfico y
los peatones. Las lesiones más frecuentes son fractura de Colles, esguince de tobillo
(normalmente por una bota mal ajustada), bursitis del calcáneo (debido al rozamiento con la
bota), coxalgias (inclinación hacia delante en los patinadores de velocidad) o fracturas por
sobrecarga (saltos en los patinadores artísticos). Las protecciones vuelven a ser fundamentales
en este tipo de deportes, así como un entorno seguro de práctica (zonas acondicionadas).

24. REMO Y PIRAGÜISMO

El piragüismo es la modalidad menos agresiva de todas. Debe hacerse una


diferenciación entre remar sobre un banco fijo o un banco móvil. Cuando realizamos esta
actividad sobre un asiento fijo, la columna se sitúa en flexión y se genera un aumento de la
presión sobre el extremo anterior de los cuerpos vertebrales y los discos, con el consiguiente
empuje del núcleo pulposo hacia atrás y el posible riesgo de lesión vertebral. Si el asiento es
móvil, la pelvis y la columna vertebral, una vez estabilizadas, siguen el movimiento de los
brazos y de las piernas sin problemas.
El dolor lumbar y los problemas en la rodilla son las lesiones más frecuentemente
encontradas en los remeros. Teitz y cols. (2003) analizan el dolor lumbar en el remo como
una lesión frecuente, pero que no debe tener mayor incidencia en posibles patologías de
espalda futuras, una vez abandonada la práctica del remo. Existe una alta incidencia de
síndrome fémoro-patelar en estos deportistas, siendo las mujeres (al igual que en otros
deportes) más frecuentemente afectadas. Hay que tener en cuenta que se solicita a las rodillas
en todo su rango de movimiento con una carga significativa al principio del gesto (en
hiperflexión). También podemos encontrar tendinitis en el antebrazo debido a agarrar y girar
el remo con demasiada fuerza. Se trata de la tendinitis del músculo extensor radial largo del
carpo localizada distalmente, en el punto en que se cruza por debajo el paquete muscular
formado por el abductor largo y extensor corto del pulgar; lugar de mayor compromiso
mecánico del radial. Con menor frecuencia (Christiansen, 2000) pueden aparecer fracturas de
costillas por estrés, cuya incidencia es mayor en el remo que en otros deportes. También

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pueden darse problemas dermatológicos (como ampollas en las manos) o síndromes por
atrapamiento, como el síndrome del túnel del carpo.

25. RUGBY

Es un deporte de lesiones por excelencia. No utiliza apenas protecciones y los


contactos son directos. La corpulencia de los jugadores y la velocidad de éstos hacen del
rugby un deporte con riesgo pero altamente espectacular. Gabbet (2004) destaca precisamente
la fatiga y el contacto físico como las principales causas de lesiones, indicando que el cuello y
la cabeza son las zonas de más riesgo, y las lesiones más frecuentes las musculares y las de la
articulación de la rodilla. De esta manera, podemos encontrar, a nivel de la columna cervical,
subluxación anterior, fractura por acuñamiento, fractura de Jefferson (estallido del Atlas); a
nivel del raquis lumbo-sacro, hernia, espondilolisis y espindilolistesis de la quinta vértebra
lumbar; del hombro, luxación escápulo-humeral, luxación acromio-clavicular, fractura de
clavícula; de la mano, luxación interfalángica, fractura de cuarto y quinto metacarpianos; de la
rodilla, tendinopatías cuadricipital o rotuliana, esguince en varo o valgo forzado, lesión del
LCA o del LCP; del tobillo, esguinces, tendinopatías del Aquiles; del pie, fracturas por estrés
del 2º, 3º y 4º metatarsianos, fractura-arrancamiento del 5º metatarsiano.
La revisión del reglamento y el uso de protecciones son fundamentales para la
prevención de lesiones en este deporte.

26. SALTOS (atletismo, trampolín)

En los saltadores, las lesiones más frecuentes se localizan a nivel de la musculatura,


destacando las contracturas del vasto externo, de los gemelos y sóleo. Las roturas, al igual que
en los velocistas, se localizan en la musculatura isquiotibial, lo cual puede atribuirse a factores
biomecánicos, ya que todos los saltos tienen un importante componente de acción explosiva
de velocidad. A continuación aparecen las tendinitis rotulianas (rodilla del saltador), a nivel
de su inserción distal, lo que puede ser debido a una mayor contracción isométrica de la
musculatura.
En los saltos atléticos (longitud, altura y triple) durante el momento del vuelo la
columna lumbar toma posición de hiperextensión, muy peligrosa para las últimas vértebras.
No obstante, un buen trabajo de elongación y fuerza de la cintura pélvica evitará lesiones. En
el salto con pértiga el riesgo viene dado más por la propia pértiga que por la altura alcanzada.
Las colchonetas de caídas deben ser adecuadas, así como la posición del cuerpo al caer.
Los saltos de trampolín en natación son muy complejos desde el punto de vista
técnico, y más que de nadadores estamos hablando de gimnastas. En cambio, en los saltos de
esquí es fundamental el equilibrio en la fase de vuelo y la caída. No obstante, tanto la nieve
como el agua son superficies que aminoran el impacto, pero que no lo evitan si éste se
produce.

27. SQUASH

La incidencia de las lesiones en la práctica del squash es el resultado de varios


factores. El primero de ellos es la naturaleza del propio deporte, en el que dos jugadores se
mueven en una pista cerrada de tamaño reducido, llevando cada uno de ellos una raqueta
(peligrosa en potencia), y teniendo en todo momento que realizar movimientos rápidos y
vigorosos. La combinación de giros rápidos y posturas forzadas, sobreestiramientos y
tensiones excesivas, rápidas aceleraciones, deslizamientos y pérdidas de equilibrio son las
causas principales de las lesiones de tobillo, rodilla y espalda. Los jugadores que sufren las
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principales lesiones suelen hacerlo por la inexperiencia o por la falta de una buena forma
física. Las lesiones entre los jugadores de élite suelen estar causadas por los grandes
esfuerzos, los entrenamientos excesivos y el deseo apremiante de ganar a toda costa.
Es el deporte con un mayor índice lesivo a nivel ocular, ya que el tamaño de la pelota
se ajusta casi totalmente a la órbita del ojo y puede ocasionar daños graves al mismo.
También son frecuentes los raquetazos al contrario. De las lesiones agudas sin contacto, los
esguinces de tobillo son las más numerosas, seguidas por los problemas musculares, sobre
todo en las pantorrillas, muslos y columna. De las lesiones por sobrecarga, los dolores
crónicos en la espalda son los más numerosos, seguidos por los dolores de rodilla, los
problemas en los meniscos y los dolores crónicos en el tobillo. En la parte superior del
cuerpo, las principales lesiones por sobrecarga se producen a nivel del codo, aunque el poco
peso de la raqueta hace que la epicondilitis se presente con menor frecuencia que en el tenis
(en estos casos, es frecuente que la raqueta transmita demasiada vibración al brazo).
Debido al espacio donde se practica este deporte, el estado de la instalación tiene un
papel fundamental: el suelo no debe ser deslizante y podrá absorber los impactos, la luz ha de
ser blanca y no presentar sombras en la pista ni deslumbrar, las paredes deben ser lisas, la
temperatura no debe ser alta ni baja y debe existir ventilación suficiente. Renström y col
(1999:562) sugieren como medidas preventivas un aumento de la concienciación y el
conocimiento de las reglas del juego, un buen nivel técnico, un entrenamiento equilibrado, un
calzado apropiado y especial cuidado con las lesiones oculares.

28. TENIS

Detrás de los mejores jugadores de la historia del tenis profesional se esconden no


pocos sufrimientos y lesiones que han llevado de cabeza a más de un preparador. Se estima
que la frecuencia lesional asciende a 5 lesiones/1.000 horas de juego (Larsen, 1991). Se trata
de un deporte asimétrico unilateral, que provoca desequilibrios por fortalecimiento de la
musculatura del lado dominante. Exige gran velocidad de movimientos y requiere repetidas
contracciones musculares de alta intensidad en cada golpeo de la pelota.
Las patologías más frecuentes en los tenistas son: la epicondilitis o codo de tenis (que
puede producirse ante un golpe de revés defectuoso o ante una mala técnica en el servicio), la
epitrocleitis (debido a una mala técnica en el drive o también a una técnica defectuosa del
servicio) y la llamada pierna del tenista o rotura total o parcial de gemelos (sobre todo en
jugadores no profesionales en edad adulta). También podemos encontrar otras lesiones, como
síndrome subacromial o tendinitis del manguito de los rotadores (que suele darse en aquellos
deportes que requieren que el brazo se mueva por encima de la cabeza repetidamente),
fracturas de estrés del escafoides tarsiano, compresión del nervio supraescapular, hernias
inguinales o lumbalgias. Una de las curiosidades de la patología del tenis es que en los
profesionales son frecuentes las lesiones de hombro, mientras que en los aficionados lo son
las del codo, especialmente la epicondilitis.
El porcentaje de lesiones por zona corporal afectada, según datos de la Mutualidad
General Deportiva en Ballesteros y cols (2002:191), es el siguiente: rodilla, 21,7%; tobillo,
13%; codo, 9,8%; pie 8,2%; muslo, 6,1% y pierna 4,6%. Así, el 28,34% afectan a los
miembros superiores y el 53,5% a los inferiores, representando las lesiones tendinosas el
35,89% del total de las lesiones, seguidas de las articulares y las ligamentosas (25,2%).
Las lesiones pueden empeorar a causa de diversos factores, como asir la raqueta con
demasiada fuerza, una raqueta demasiado pesada, unas cuerdas demasiado tensas, un mango
demasiado rígido y pequeño, la acción de pelotas humedecidas, etc. De esta forma, un buen
material junto a una técnica adecuada y una progresión en la intensidad del ejercicio ayudarán
a prevenir algunas lesiones. Según Kibler y Safran (2000) un buen trabajo preventivo basado
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en una técnica adecuada, un fortalecimiento idóneo y el desarrollo de la flexibilidad ayudarán


a minimizar el riesgo de lesión.

29. TENIS DE MESA Y PÁDEL

La fácil adaptación al ritmo de juego en el pádel, que suele ser más lento que el de los
demás deportes de raqueta, unido a que sus exigencias físicas no son las del tenis ni por
supuesto las del squash, favorecen su práctica a todos los niveles y edades. Se prestará
especial atención a los posibles golpes con la pala al compañero o a uno mismo. En cuanto al
ping-pong, es aconsejable para las primeras etapas de desarrollo, ya que se trata de un espacio
reducido y un material bastante ligero. Aun así, habrá que estar atentos a los golpes con la
mesa. En estos dos deportes, así como en todos los deportes de raqueta, un buen
calentamiento del hombro es fundamental, ya que sus músculos sufren desventajas mecánicas
al realizar numerosos movimientos con los brazos por encima de la cabeza.

30. TIRO CON ARCO

En este deporte se requiere una fuerte musculatura para mantener el raquis recto, pero
a pesar de ello y de ser un deporte asimétrico, no suele ocasionar ni agravar problemas
preexistentes en la espalda. Las modalidades de tiro al blanco con pistola y escopeta presentan
el peligro en el manejo y funcionamiento del arma. Según Mann (1989), hay que prestar
especial atención a la postura del cuerpo y el fortalecimiento periescapular y del manguito de
los rotadores, cuidando la flexibilidad y los desequilibrios musculares del cuello y la parte
inferior de la espalda.

31. VOLEIBOL

Es un deporte considerado positivo para la columna vertebral. El salto produce


extensiones de la columna y trabajo simétrico de sus músculos. No se dan contactos y
choques violentos que provoquen traumatismos. Aun así, el 70% de las lesiones que se
presentan en el voleibol se localizan en los miembros superiores. El hombro es la parte que
presenta mayores complicaciones, encontrando lesiones musculares (sobre todo desgarros),
tendinosas (el que más sufre es el tendón del bíceps, en concreto la porción larga, existiendo
también lesiones en el tendón supraespinoso y subescapular) y patologías osteo-articulares
(frecuentes bursitis). Las lesiones de la mano ocupan el segundo lugar en voleibol, sobre todo
las patologías osteoarticulares en falanges y dedos. De esta forma, encontramos numerosos
esguinces, muchas luxaciones e incluso fracturas a nivel de los dedos. En tercer lugar está el
tobillo, donde se dan frecuentes esguinces (normalmente por pisar a un compañero al caer) y,
ocasionalmente, tendinitis. En cuarto lugar están las lesiones de la rodilla, donde se pueden
presentar esguinces, pero con menor frecuencia que las otras lesiones. Los traumas directos en
antebrazos son muy frecuentes en voleibol por la forma en que se recibe el balón. También se
presentan lesiones de codo como las epicondilitis, aunque más ocasionalmente. Un calzado
adecuado para amortiguar la caída es siempre aconsejable, así como el control de otros
factores extrínsecos como la superficie de juego y el equipamiento.

32. OTROS DEPORTES

Los deportes náuticos son considerados agresivos para la espalda por exigencias
mecánicas y actitudes cifóticas que se adoptan al levantar la vela, con hiperflexión del raquis.
La columna también sufre al tirar de la botavara (windsurf). Hay que tener especial cuidado
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con los golpes en la cabeza y las caídas sobre la espalda, así como vigilar las hipotermias y las
instalaciones utilizando la vestimenta y las protecciones adecuadas, así como una hidratación
y nutrición óptimas.
Existen otros deportes que son considerados vertebralmente negativos en potencia,
como son montañismo, espeleología, rafting, barranquismo, paracaidismo, vuelo libre,
parapente y la mayoría de los deportes de motor (automovilismo, motociclismo, motonáutica).
Se clasifican en este grupo negativo por las lesiones agudas frecuentes, con una clara
repercusión sobre la columna, sobre todo en edad de crecimiento. Aun así un buen
aprendizaje y otros materiales adecuados minimizarán el riesgo durante su práctica.

CONCLUSIÓN

• La mayor parte de las lesiones músculo-articulares se producen por sobrecarga, en


actividades de resistencia o individuales que requieren movimientos repetitivos y una
técnica precisa. Por zonas corporales, predominan las lesiones en los miembros
inferiores. Con respecto al sexo, las mujeres sufren menos lesiones que los hombres, y
esto es debido en parte a que las mujeres no realizan tantos deportes de contacto.
• La velocidad, junto a la incertidumbre del medio, pueden incrementar el riesgo de
lesión, sobre todo cuando no se domina la técnica de ejecución y las condiciones de
seguridad no se respetan. Al analizar los deportes menos lesivos aparece un factor
común a todos, que es el predominio del tren superior en sus ejecuciones.
• La difusión del conocimiento de un deporte puede ayudar a un mejor control y
prevención de las lesiones en estos deportes en concreto, al existir más especialistas y
mejores instalaciones.
• Existe un índice de riesgo, por mínimo que sea, en todas las actividades físico-
deportivas; no obstante, un buen aprendizaje y unos materiales idóneos minimizarán el
riesgo durante su ejecución. Una práctica asegura con materiales adecuados disminuye
su peligrosidad potencial.

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