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20052701
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Málaga
10 y 11 de junio 2005
Departamento de Formación
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Gracias al desarrollo que han adquirido las Ciencias del Deporte, las lesiones
deportivas son en gran medida previsibles y evitables. De esta forma, puede decirse que la
lesión deportiva es resultado de dos vías. En la primera de ellas existe un traumatismo, es
decir, un objeto o el mismo cuerpo humano impacta contra otro objeto o con el suelo. Es una
lesión accidental, donde, a pesar de que los tejidos están adaptados a grandes esfuerzos, el
choque rompe la resistencia de los mismos debido a la velocidad desarrollada en el impacto.
La segunda vía es aquella en la que la lesión se produce por la repetición de un gesto
deportivo. Son actividades que requieren movimientos repetitivos y una técnica precisa, que a
lo largo del tiempo van produciendo un microtraumatismo que llegará a vencer la resistencia
del tejido. Éste puede lesionarse por una debilidad intrínseca de la persona o por factores
puramente biomecánicos. Es la llamada lesión por sobrecarga, ya que la carga de trabajo es
mayor a la que puede soportar un tejido determinado, ya sea un tendón, un ligamento o un
músculo.
En la lesión por traumatismo podemos encontrar una rotura instantánea porque la
fuerza es enorme. Sin embargo, en la lesión por sobrecarga el dolor aparece de repente y sin
haber hecho aparentemente nada fuera de lugar. En cualquier caso siempre es el exceso de
fuerza sobre el tejido lo que produce la lesión. Para el deportista ambas lesiones son
igualmente graves, ya que no le permitirán desarrollar su máximo rendimiento.
Garrik y Recqua (1981), en su estudio sobre las lesiones en la Escuela Superior,
encontraron una incidencia lesional de 3,9/1000, de las cuales del 20 al 25% son producidas
por sobrecargas. De ellas, el 80% tiende a presentarse en las extremidades inferiores y más
concretamente en la rodilla (28%), tobillo y pie (21%). Con respecto al sexo, las mujeres
sufren menos lesiones que los hombres, y esto es debido en gran parte a que las mujeres no
realizan tantos deportes de contacto, ya que cuando ambos sexos realizar un mismo deporte el
número de lesiones viene a ser el mismo.
Según el Dr. Santonja y cols. (2002), en los datos recogidos por el Centro de Medicina
del Deporte de la Universidad de Murcia la distribución en frecuencia lesional, excluyendo el
esguince de tobillo, que representa el 20%, es la siguiente: el 19,8% de las lesiones son
musculares, el 18,7% son de ligamentos, el 17,7% son de articulaciones, el 7,8% óseas y el
5,2% tendinosas. Las mujeres sufren un mayor número de patologías musculares (27,6% en
mujeres, 16,4% en hombres) y un menor número de las ligamentosas (12,1% frente al 21,6%),
al igual que pasa con las óseas (1,7% frente al 10,4%).
Estas lesiones pueden y deben ser prevenidas mediante el conocimiento de las medidas
preventivas, que contribuirán a proporcionar una sensación de bienestar y una mejor calidad
de vida al deportista. Así, la preparación física y psicológica antes del entrenamiento y la
competición está dirigida a mejorar el rendimiento y a disminuir la incidencia de lesiones. La
base más importante para evitar dichos problemas es una buena forma física, ya que si el
deportista se encuentra por debajo del nivel requerido existen mayores posibilidades de
lesiones por accidente y por sobrecarga. Cada deportista debe analizar las demandas de su
deporte antes de elegir el esquema de entrenamiento. La intensidad y la carga de éste debe ser
adaptada de forma individual y en función del nivel técnico y la condición física de cada uno.
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Además, todas las actividades para mejorar la forma física se harán de forma
progresiva. Por ende, habrá una serie de factores que deberemos tener en cuenta:
• Adecuada preparación física.
• Correcto calentamiento, sin olvidar la fase de enfriamiento.
• Uso de un equipo apropiado (incluyendo las protecciones) haciendo especial
incidencia en el calzado.
• Cumplimiento de las reglas o normas del deporte practicado.
• Pasar controles de salud.
• Correcta alimentación e hidratación.
• Reposo para las partes del cuerpo sobrecargadas.
• Adecuada preparación psicológica.
• No entrenar con dolor.
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• Deportes con más lesiones en los pies: natación, halterofilia y artes marciales. En
torno al 20% sobre el total de lesionados.
• Deportes con más lesiones en la cabeza: billar, dardos, golf, alpinismo y surfing.
Destaca el billar, con más de 30 de cada 100 lesionados.
• Deportes con más lesiones en la rodilla: snow, paracaidismo, campo a través,
badminton y patinaje sobre hielo. Sobresale el snow, con más del 25% del total de
lesionados.
1. ACUÁTICOS
La natación destaca entre estos deportes, siendo una de las actividades más completas
y menos lesiva para las articulaciones. Siempre se ha considerado aconsejable para
complementar el tratamiento de alteraciones del aparato locomotor. Además, es un deporte en
el que el sujeto trabaja con un menor peso debido a la ingravidez impuesta por el medio
acuático, lo que provoca a su vez que se pueda trabajar con cargas reducidas. Esto se traduce
en que podamos desarrollar un trabajo simétrico que favorece el equilibrio muscular y una
movilización articular multidireccional dinámica. Sin embargo, la natación practicada a
niveles competitivos más exigentes pierde en numerosas ocasiones las características
descritas, convirtiéndose en una actividad de riesgo para padecer lesiones. La natación como
deporte competitivo implica elevadas demandas para el atleta en cuanto a tiempo y carga de
entrenamiento. Tales niveles de exigencias generan un estrés considerable sobre las
estructuras articulares y músculo-esqueléticas del sujeto.
En general, las modalidades más recomendadas con fines preventivos son el crol y la
espalda. Sin embargo, salvo que el estilo sea muy bueno, nadar a braza suele conllevar cierta
sobrecarga de la musculatura cérvico-dorsal, especialmente si se mantiene constantemente la
cabeza fuera del agua. Del mismo modo, nadar al estilo mariposa suele aumentar el grado de
curvatura de la columna lumbar (hiperlordosis).
Dentro de las lesiones músculo-esqueléticas que se presentan entre los nadadores, la
patología del hombro presenta el 50-67%, seguida por las lesiones a nivel de rodillas, tobillos
y espalda baja. La lesión característica del hombro más comúnmente asociada a la práctica de
este deporte se conoce con el nombre de hombro del nadador, que se trata de un síndrome
subacromial, frecuente en deportes que requieren mover repetidamente el brazo por encima de
la cabeza. Por otra parte, hay que tener cuidado con las sobrecargas de entrenamiento, ya que
la fatiga y el cansancio acumulados son un factor de riesgo más.
El medio acuático requiere una técnica básica de nado y su carencia puede ser un
riesgo mortal. Este riesgo aumenta en las actividades subacuáticas como las inmersiones, el
buceo, la pesca submarina o la natación sincronizada. Las aguas abiertas incrementan la
posibilidad de percances. Por último, señalar que son muy importantes el control y la
seguridad en las actividades acuáticas (socorristas, salvavidas, diseño de las piscinas...).
2. ARTES MARCIALES
En general, los deportes de lucha y autodefensa son, por excelencia, agresivos para la
espalda. Ello es debido a los movimientos de hiperextensión lumbar estática con carga, la
agresividad con que se realizan los gestos, las torsiones repetitivas de la zona dorso-lumbar,
las caídas sobre el suelo en mala posición y la fuerza de los golpes que se dan en este tipo de
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3. BADMINTON
En ballet existen estudios como el de Khan, K y cols. (1995) que resaltan las lesiones
por sobreuso y estrés en los miembros inferiores; o el de Macintyre y Joy (2000), donde se
destacan las lesiones en los dedos de los pies y los tobillos de los bailarines y bailarinas.
Se trata de una actividad donde es muy importante no realizar demasiados
levantamientos de la pareja que superen la carga máxima que el raquis lumbar puede
aguantar. Los movimientos de pelvis y región lumbo-sacra deberán realizarse con mucho
cuidado. También se debe tener especial cautela con los saltos y gestos típicos en algunos
bailes y danzas populares. Por otro lado, la música es un elemento motivante en las
actividades físicas y deportivas, pero en algunos casos nos puede distraer excesivamente
perdiendo atención y tensión durante el ejercicio.
Navarro (2003) realiza un estudio sobre las lesiones en el aeróbic de competición,
concluyendo que las lesiones más numerosas son las musculares (68,5%), seguidas de las
articulares (27,5%) y las óseas (3,9%). Si atendemos a las zonas anatómicas implicadas, los
brazos (antebrazo, codo y muñeca) son los más afectados, siendo las lesiones más comunes
las tendinitis y los esguinces. Las acciones más lesivas en general, superando el 50% del total,
son los saltos especialmente el push-up (salto a caer amortiguando con las manos).
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5. BALONCESTO
6. BALONMANO
En cuanto al sexo, las jugadoras de balonmano se lesionan dos veces más que los
varones, aunque las lesiones de éstos son más graves. El 70% del total de las lesiones y el
48% de las contusiones son producidas por el contacto más estrecho y agresivo de los
jugadores de balonmano debido a las normas de su desarrollo. Andren-Sandberg, en Renstöm
y col. (1999:408), habla de la prevención de lesiones en este deporte mediante un buen
entrenamiento de la fuerza y la flexibilidad, que incluía saltos concéntricos y excéntricos, así
como lanzamientos. El papel del calzado y de los árbitros es fundamental para prevenir
riesgos en el balonmano. Por otra parte, son muy importantes los vendajes protectores o
preventivos en este deporte, aunque tampoco es recomendable abusar de ellos.
7. BÉISBOL
8. BOLOS
Si tenemos en cuenta el tipo de pista sobre el que se juega y que cada bola pesa entre
2700 y 7257 g, podemos imaginar que la práctica de este deporte conlleva gran cantidad de
dolores lumbares. Los jóvenes cifóticos o padecientes de Scheuermann no deben adoptar las
posturas en hipercifosis para el saque de bola, y también lo deberían evitar los escolióticos,
por la asimetría del gesto. Por lo demás, la peligrosidad de esta actividad es muy limitada,
como lo es su entorno de práctica.
La petanca es una modalidad practicada por las personas de mayor edad. Aumenta la
incidencia de lumbalgias ocasionadas por la flexo-extensión lumbar repetida al recoger la
bola. Para evitar dolor o molestia habrá que enseñar a los jugadores a agacharse
correctamente, es decir, flexionando las piernas y no el tronco.
9. BOXEO
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10. CARRERAS
Muchos autores ( López Illescas, 1991; Walter y cols, 1993; Mechelen en Renström,
1999:492-505) han estudiado los factores de riesgo que nos pueden orientar sobre los
mecanismos de producción de las lesiones en atletismo, dentro de los cuales podemos
encontrar la biomecánica de la carrera, alineaciones defectuosas, dismetrías, constitución
morfológica y antropométrica, lesiones previas, la participación en otros deportes, la
especialidad practicada, factores psicológicos, exceso de entrenamiento, estrés y fatiga, sueño
y descanso, alimentación, nutrición e hidratación, desarrollo óptimo de las cualidades físicas
según el tipo de esfuerzo, el calentamiento previo al entrenamiento y a la competición, las
zapatillas utilizadas para entrenar, el tipo de terreno, la climatología, la hora del día y la época
del año, etc.
Millones de personas practican la carrera continua o realizan carreras de atletismo, y
entre el 37 y el 60% de ellas sufrirán alguna lesión relacionada con esta actividad. Se calcula
una incidencia de 12,1 lesiones por cada 1.000 horas de carrera. Las lesiones disminuyen en
los corredores de largas distancias. La zona más afectada es el tren inferior: la rodilla en el
40%, seguida del tendón de Aquiles (15%), la cara interna de la tibia (15%), la región
inguinal (15%), la rodilla y el tobillo (10%) y la espalda (5%). La mayoría de las lesiones
suelen ser de carácter leve. En los atletas de competición el cuadro que se registra con más
frecuencia es la tendinitis (entre las que sobresalen la rotuliana, la aquílea y el famoso
síndrome ilio-tibial o rodilla del corredor), seguida de las lesiones musculares
(fundamentalmente roturas fibrilares, sobre todo en isquiotibiales y gemelos), la periostitis,
las fracturas y lesiones por estrés. En los corredores que no compiten son más frecuentes las
lesiones musculares, seguidas por las tendinitis y los esguinces.
Brody (1993), en Ballesteros (2002:186), estableció una correlación entre el ritmo de
la carrera con los tipos de incidencia y lesiones producidas en ella:
• Un corredor de ciudad (jogging) (nivel I) realiza una media de 5-32 km/semana, a 5,5-
7,5 min/km. Los corredores que pertenecen a este nivel sufren un 25% del total de las
lesiones. Entre ellas las más frecuentes son el síndrome rotuliano, molestias
musculares, periostitis, lumbalgias y tendinitis.
• Un corredor deportivo (nivel II) realiza entre 32 y 64 km/semana a 3,2-4,5 min/km.
Este grupo sufre un 30% de las lesiones, entre las cuales destacan la tendinitis aquílea,
fascitis plantar y fracturas por estrés.
• Un corredor de larga distancia (nivel III) recorre de 64 a 112 km/semana a 4-5
min/km. Éstos sufren más del 35% de las lesiones y normalmente presentan problemas
relacionados con la temperatura corporal durante la competición u otros como el
síndrome lumbo-ciático.
• Un maratoniano de elite (nivel IV) recorre de 112 a 160 km/semana a 3,5-4 min/km,
este grupo sólo padece el 5% de las lesiones. Las más comunes entre estos corredores
son la fractura de estrés, distensiones musculares agudas, ciatalgias y fatiga.
• Un atleta de triatlón (nivel V) recorre más de 160 km/semana. Estos kilómetros se
distribuyen entre natación, ciclismo y carrera. Las lesiones más comunes en este nivel
son las producidas por sobrecarga, por el gran número de actividades que se realizan.
Dentro de las carreras más recomendadas están las de ritmo lento y mayor duración.
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evitar el exceso de carreras cuesta arriba para no obligar a la columna lumbar a un alto grado
de flexión. Del mismo modo, la hiperextensión del raquis lumbar que se produce al realizar
carreras cuesta abajo es también perjudicial si se realizan en exceso.
11. CICLISMO
12. EQUITACIÓN
En este tipo de disciplinas el animal y todas sus circunstancias son un elemento más
de riesgo, ya que la motricidad no la provoca directamente al jinete, aunque sí la controle. De
esta forma, las lesiones que más frecuentemente se producen en este deporte son derivadas de
las caídas, tales como traumatismo craneal y cervical, esguinces de ligamento lateral de la
rodilla, fractura de clavícula y problemas en el hombro. Por otro lado, la postura adoptada por
el jinete a la hora de cabalgar aumenta la cifosis. De esta forma también podemos encontrar
lesiones derivadas del abuso, sobre todo postural (Pugh y Bolín, 2004). La formación
adecuada desde edades tempranas y el cuidado del animal disminuirán el riesgo de lesiones y
caídas no deseadas.
13. ESGRIMA
14. ESQUÍ
Ya sea con puño, pala, raqueta o cesta, los golpes de revés, bolea y cortada producen
fuertes rotaciones de la columna vertebral. Es un deporte poco evolucionado, con un alto
componente cultural en sus zonas de expansión (País Vasco, Navarra, sur de Francia,
Centroamérica). Las paredes son un factor limitante a tener en cuenta de cara a la adaptación
de las técnicas de golpeo en sus proximidades, así como las protecciones de las manos en las
modalidades de golpe directo con esta superficie.
16. FÚTBOL
En relación con las lesiones ligamentosas, un gran número de trabajos afirman que es
el esguince de tobillo la lesión más frecuente entre los jugadores de este deporte. También
coinciden en que el ligamento más afectado es el lateral externo. Las lesiones ligamentosas de
la rodilla se dan a fundamentalmente en la rodilla derecha, afectando normalmente al
ligamento lateral interno. Dentro de las tendinitis y entesopatías, la osteopatía de pubis se ha
presentado en un 1,6%. Esta lesión se da cada vez con menos frecuencia, debido a que la
preparación física de los jugadores es más correcta y corrige el desequilibrio muscular de la
encrucijada púbica.
Con respecto a los mecanismos por los cuales se producen estas lesiones, los trabajos
consultados indican que una gran parte de ellas se producen por contactos (agarrones,
colisiones), representando un 45%, con respecto a las producidas durante la carrera (27%).
18. GOLF
Aunque el golf parece un deporte suave, exige unos movimientos bruscos y repetitivos
que pueden desembocar en lesiones diversas. En una revisión que acaba de publicar The
Physician and Sports Medicine se hace un repaso de ellas y de las diferencias que existen
dependiendo de si los jugadores son profesionales o aficionados. El 80% de las lesiones que
sufren los golfistas profesionales se debe a un exceso de entrenamiento que conduce a daños
por sobrecarga. Por el contrario, en aficionados el exceso de práctica sólo se considera
responsable de un 25% de las lesiones. Así, los problemas más frecuentes entre los golfistas
profesionales son los localizados en la mano y en la muñeca (por ej. enfermedad de De
Quervain). Sin embargo, es la región lumbar la que más a menudo causa problemas a los
jugadores amateur. Los últimos estudios biomecánicos demuestran que la mayoría de las
lesiones de espalda que sufren los golfistas no tienen su explicación en la postura de la
inclinación hacia delante que adoptan, sino en las altas velocidades de rotación que debe
soportar la columna vertebral durante el swing. Los profesionales están más protegidos contra
las lesiones de esta zona gracias a que su estilo es más depurado. Debido a sus deficiencias
técnicas, los aficionados suelen padecer lesiones de espalda de forma más frecuente. De
hecho, hay una mayor incidencia de contracturas musculares y hernias de disco entre estos
jugadores.
Aunque las fracturas no son frecuentes en el golf, existe un tipo de fractura de muñeca
típica de este deporte. Se trata de la rotura del ganchoso, que suele lesionarse como
consecuencia de un golpe del palo de golf directamente sobre la hierba. El llamado codo del
golfista o epitrocleitis aumenta su incidencia cuanto mayor es la edad del jugador. Esta lesión
suele estar causada por agarrar el palo de golf con demasiada fuerza, de manera que en un
jugador diestro es frecuente encontrar epicondilitis en el brazo izquierdo mientras que el codo
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derecho es más susceptible de sufrir epitrocleitis. Por lo general, a los golfistas con problemas
crónicos de codo se les recomienda usar palos de grafito, más flexibles y con mayor
capacidad para absorber las vibraciones que los de acero.
Este tipo de deportes no debe practicarse hasta que el crecimiento del raquis no haya
finalizado. Durante las etapas de desarrollo es mejor realizar actividades variadas sin
renunciar al trabajo de fuerza a partir de los quince o dieciséis años, pero con moderación y
debidamente asesorado. Las lesiones más frecuentes son en la zona lumbar, y son producidas
por el uso de una técnica inadecuada. El empleo de las técnicas correctas, junto con los
cinturones lumbares, disminuyen el riesgo de lesión.
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22. LUCHA
Es un deporte de combate en el que se trata de hacer tocar al rival en el suelo con sus
omóplatos. Hay contusiones por golpes directos, así como laceraciones y erosiones por
fricción con el tapiz. Las caídas provocan muchos tipos de lesiones según la inercia y posición
del cuerpo.
Para la Mutualidad General Deportiva (Ballesteros y cols. (2002:191)) las lesiones
cutáneas de los luchadores suponen el 11,4%; las articulares y ligamentosas el 36,7%; las
tendinosas el 21,4% y las fracturas el 14,9%. La rodilla es la articulación más afectada,
representando el 24,5%, seguida de tobillo (9,7%), codo (8,4%), hombro (7,75%), pie
(7,75%) y columna vertebral (6,5%). Parece ser que, a más edad, más graves son las lesiones,
y lo mismo sucede cuanto más avanzada está la temporada e incluso en el tramo final de los
combates. Los luchadores con menos práctica se lesionan más por no saber bien las técnicas.
El trabajo de los árbitros y jueces de lucha es fundamental para detener determinadas
maniobras. Conocer las técnicas de lucha da como resultado la prevención de lesiones,
evitando realizar algunas de ellas en las que la posibilidad de lesión es alta (apalancamientos
no permitidos y estrangulaciones).
Si se practican en la calle sin precauciones, pueden ser peligrosos y violentos por sus
potentes choques y caídas sobre suelos duros, así como por las interferencias con el tráfico y
los peatones. Las lesiones más frecuentes son fractura de Colles, esguince de tobillo
(normalmente por una bota mal ajustada), bursitis del calcáneo (debido al rozamiento con la
bota), coxalgias (inclinación hacia delante en los patinadores de velocidad) o fracturas por
sobrecarga (saltos en los patinadores artísticos). Las protecciones vuelven a ser fundamentales
en este tipo de deportes, así como un entorno seguro de práctica (zonas acondicionadas).
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pueden darse problemas dermatológicos (como ampollas en las manos) o síndromes por
atrapamiento, como el síndrome del túnel del carpo.
25. RUGBY
27. SQUASH
principales lesiones suelen hacerlo por la inexperiencia o por la falta de una buena forma
física. Las lesiones entre los jugadores de élite suelen estar causadas por los grandes
esfuerzos, los entrenamientos excesivos y el deseo apremiante de ganar a toda costa.
Es el deporte con un mayor índice lesivo a nivel ocular, ya que el tamaño de la pelota
se ajusta casi totalmente a la órbita del ojo y puede ocasionar daños graves al mismo.
También son frecuentes los raquetazos al contrario. De las lesiones agudas sin contacto, los
esguinces de tobillo son las más numerosas, seguidas por los problemas musculares, sobre
todo en las pantorrillas, muslos y columna. De las lesiones por sobrecarga, los dolores
crónicos en la espalda son los más numerosos, seguidos por los dolores de rodilla, los
problemas en los meniscos y los dolores crónicos en el tobillo. En la parte superior del
cuerpo, las principales lesiones por sobrecarga se producen a nivel del codo, aunque el poco
peso de la raqueta hace que la epicondilitis se presente con menor frecuencia que en el tenis
(en estos casos, es frecuente que la raqueta transmita demasiada vibración al brazo).
Debido al espacio donde se practica este deporte, el estado de la instalación tiene un
papel fundamental: el suelo no debe ser deslizante y podrá absorber los impactos, la luz ha de
ser blanca y no presentar sombras en la pista ni deslumbrar, las paredes deben ser lisas, la
temperatura no debe ser alta ni baja y debe existir ventilación suficiente. Renström y col
(1999:562) sugieren como medidas preventivas un aumento de la concienciación y el
conocimiento de las reglas del juego, un buen nivel técnico, un entrenamiento equilibrado, un
calzado apropiado y especial cuidado con las lesiones oculares.
28. TENIS
La fácil adaptación al ritmo de juego en el pádel, que suele ser más lento que el de los
demás deportes de raqueta, unido a que sus exigencias físicas no son las del tenis ni por
supuesto las del squash, favorecen su práctica a todos los niveles y edades. Se prestará
especial atención a los posibles golpes con la pala al compañero o a uno mismo. En cuanto al
ping-pong, es aconsejable para las primeras etapas de desarrollo, ya que se trata de un espacio
reducido y un material bastante ligero. Aun así, habrá que estar atentos a los golpes con la
mesa. En estos dos deportes, así como en todos los deportes de raqueta, un buen
calentamiento del hombro es fundamental, ya que sus músculos sufren desventajas mecánicas
al realizar numerosos movimientos con los brazos por encima de la cabeza.
En este deporte se requiere una fuerte musculatura para mantener el raquis recto, pero
a pesar de ello y de ser un deporte asimétrico, no suele ocasionar ni agravar problemas
preexistentes en la espalda. Las modalidades de tiro al blanco con pistola y escopeta presentan
el peligro en el manejo y funcionamiento del arma. Según Mann (1989), hay que prestar
especial atención a la postura del cuerpo y el fortalecimiento periescapular y del manguito de
los rotadores, cuidando la flexibilidad y los desequilibrios musculares del cuello y la parte
inferior de la espalda.
31. VOLEIBOL
Los deportes náuticos son considerados agresivos para la espalda por exigencias
mecánicas y actitudes cifóticas que se adoptan al levantar la vela, con hiperflexión del raquis.
La columna también sufre al tirar de la botavara (windsurf). Hay que tener especial cuidado
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con los golpes en la cabeza y las caídas sobre la espalda, así como vigilar las hipotermias y las
instalaciones utilizando la vestimenta y las protecciones adecuadas, así como una hidratación
y nutrición óptimas.
Existen otros deportes que son considerados vertebralmente negativos en potencia,
como son montañismo, espeleología, rafting, barranquismo, paracaidismo, vuelo libre,
parapente y la mayoría de los deportes de motor (automovilismo, motociclismo, motonáutica).
Se clasifican en este grupo negativo por las lesiones agudas frecuentes, con una clara
repercusión sobre la columna, sobre todo en edad de crecimiento. Aun así un buen
aprendizaje y otros materiales adecuados minimizarán el riesgo durante su práctica.
CONCLUSIÓN
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