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José Luis Moreno Valero

El hombre, la virtud y su potencial para el bien y el mal


Las virtudes las adquirimos ejercitándonos primero en ellas,
los actos semejantes hacen hábitos. Aristóteles

En el proceso natural del ser y del saber que constituye al hombre en una dimensión limitada por un sinfín de
variables que rigen sus comportamientos y su desempeño en una sociedad, es importante entender
precisamente como se llega al ser por medio del saber, y aún así no basta solo con ser, pues el objetivo como
lo plantea Aristóteles es ser feliz, de ahí que me refiera a un ser virtuoso que logra discernir el equilibrio en su
manera de actuar y refleje en sus hábitos la virtud.
En principio entendemos que el hombre no nace teniendo concepciones de lo que está bien o mal, tampoco
codifica en su saber la mesura, si no que empieza actuando indiferentemente iterando entre los extremos del
exceso y el defecto, de la cobardía y la valentía, de la bondad y la maldad pues solo con el tiempo este logrará
convertir estos comportamientos en hábitos que definirán su carácter y su papel en la sociedad; En este
punto como lo plantea Freud la edad temprana determina posteriormente al hombre.

De los hábitos hay que decir como lo planteaba Aristóteles que solo son deseables los que hacen al hombre
virtuoso, pues se adquieren ejercitándose en la misma virtud y desde la infancia, al niño se le debe guiar para
entender la diferencia entre el placer y el dolor, pues de lo contrario podrá cometer actor ruines por obtener
placer y por evitar penas se apartara de las cosas bellas.

Ahora podemos empezar a analizar al hombre y su potencial para el bien y para el mal como lo enmarca
Fromm, el hombre como lobo o como cordero, y podemos también empezar a ubicar el hombre virtuoso de
Aristóteles en la teoría de Fromm como es el objeto de este análisis. Entonces empezamos por analizar los
diferentes niveles de progresión que llevan al hombre al crecimiento, que lo hacen virtuoso. En estos niveles
encontramos primero la independencia hacia cualquier tipo de atadura que le impida actuar, pensar y decidir
por sí mismo, y luego encontramos el amor a la vida y por la naturaleza refiriéndonos a esta como todo lo que
lo rodea, en cierta medida este crecimiento va direccionado hacia el bien, pero por el contrario encontramos
unos niveles de regresión totalmente contrarios a los anteriores que llevan al hombre a la decadencia por
medio del individualismo, el narcisismo, la necrofilia y la simbiosis a la madre entendiendo que estos por el
contrario se direccionan hacia el mal,

En este punto como lo plantea el Psicoanálisis el hombre se encuentra determinado por los hábitos y sucesos
que marcaron su infancia, pero no sobre determinado a estos pues este puede decidir alejarse de todas las
determinaciones que enmarcan su vida y replantear nuevas, es entonces cuando el Psicoanálisis se convierte
en la herramienta puede impulsar esta decisión en el hombre.

La concepción aristotélica de la virtud nos propone entonces que el hombre puede elegir entre lo bueno lo
útil y lo placentero, puede también optar por no llegar a los extremos, por ejemplo como lo plantea
Aristóteles no es más virtuoso Aquiles por su valentía ni parís por su cobardía, el realmente virtuoso es Héctor
por su mesura, es precisamente ahí en donde se ubica la virtud, en el punto medio. Por otro lado Fromm nos
expone su en su teoría el hombre bueno, el que se encuentra en los niveles de progresión y crecimiento,
presentándonos la manera como el hombre puede llegar a un fin último en el que en la plena facultad de sus
convicciones pueda vivir sin culpas ni miedos que lo atormenten, quizás dicho en otras palabras pueda llegar
a ser feliz como el hombre que Aristóteles planteaba.

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