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En realidad no existe guerra. Cuando pensamos en paz... la mente es activada...

y con ello su
creación: La dualidad. Buda enseño que solo se evita el sufrimiento y éste es cambiado por
nuestra natural forma de ser, idéntica al Creador, solo cuando seguimos el Camino Medio, es
decir, sin dualidad, sin mente, sin conceptos duales como dolor o alegría, sin alto ni bajo, sin
pensar en pobre o rico, simplemente existir y dejar que todo brote del corazón en forma
natural, atestiguando lo que pasa en la vida y actuando, dejando simplemente que brote la
verdadera naturaleza nuestra, la cual es sabia por naturaleza. Pero cuando, adjetivamos las
cosas, los pensamientos y lo existente, inicia su labor la mente... y activa la dualidad, su única
forma de existir, y nos vamos ver y percibir todo sólo por extremos.

Cuentan una historia budista. Un monje muy sabio y puro muere y se va al cielo... igualmente
un hombre muy malo que se arrepintió al final de su vida y pidió a Dios su perdón. Ambos
llegan al cielo, y San Pedro los recibe...

Al llegar el hombre santo, San Pedro le dice, que Pase, que está en el Cielo… y pasó… y fue con
otros santos.

Ahí mismo llegó el hombre pecador arrepentido. Y al llegar San Pedro, le dijo: Pasé, estás en el
Cielo hermano… y llamó a unos Ángeles, y les dijo que lo ayudaran a pasar. Y ellos lo llevaron
con otros santos, donde todos se regocijaban de su llegada.

El hombre Santo, algo incómodo se acerco a San Pedro y le dijo: “Yo llevé una vida llena de
regulaciones y viví sanamente y santamente… y cuando llegué simplemente me informaste
que estaba en el Cielo y pasé, y fue todo… pero cuando llegó este hombre pecador… le dijiste
lo mismo... pero a él lo recibiste con bombos y platillos, llamaste ángeles para que lo atiendan..
y los demás celebraron su llegada.

San Pedro lo escuchó muy humildemente, y le respondió: Es cierto. Cuando llegó el pecador, el
llegó arrepentido, muy en silencio, y agradecido con todos y con el Creador, pues sentía que
habían sido generosos con él, y agradecido… él tenía el perfume de la humildad, el perfume de
la santidad, el perfume que más le agrada al Creador.. El perfume que le daba al verlo una
excelsa belleza… Pero cuando tu llegaste, si bien tu vida fue adecuada, te permitió llegar a
donde ahora estas, pero llegaste sintiendo que este Cielo te correspondía, que eras digno. A
nuestra parecer, te ganaste tu llegada, pero a la vez, ante nosotros lucias un gran ego… ese
horripilante Yo, Yo, un monstruoso Ego…. Que deformaba lo bueno de tus hechos. Por eso, a
nadie agradó mucho tu presencia.

RESUMEN: No dualidad. El producto… La humildad y el no sufrimiento, el equilibrio y la


armonía.

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