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10 MINISTERIO
DE JUSTICIA
RI. 4541/2010
ALEGACIONES
Consideraciones preliminares.-
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miembros a adaptar sus legislaciones, considerando que dentro de unos
plazos razonables del período de gestación no debería prohibirse la
interrupción del embarazo, pues la prohibición no redunda en una
disminución del número de abortos, sino en que éstos sean practicados
de forma clandestina. Al mismo tiempo, llama a la adopción de un
enfoque más integral y preventivo de educación sexual que sirva para
disminuir el número de embarazos no deseados.
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La aprobación por la Cortes Generales de la LO cuyos preceptos
se impugnan en este procedimiento supone una opción del Legislador que
ha de situarse dentro de este proceso de evolución de la legislación
europea, favorable a la adopción o reforma de la legislación aplicable en
relación con la interrupción voluntaria del embarazo, y en la necesidad de
concebir dicho régimen jurídico garantizando los derechos de la mujer
embarazada y su posición jurídica respecto a la Ley. Reforma legislativa
que, además, ha tenido en cuenta la experiencia absolutamente
mayoritaria de los Estados europeos.
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2. Sobre el alcance y finalidad de la LO objeto del recurso de
inconstitucionalidad.
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que una educación afectivo sexual y reproductiva adecuada, el acceso
universal a prácticas clínicas efectivas de planificación de la reproducción... y
la disponibilidad de programas y servicios de salud sexual y reproductiva es
el modo más efectivo de prevenir... los embarazos no deseados y los
abortos».
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jurídica a los distintos supuestos o indicaciones de la interrupción voluntaria
del embarazo, atendiendo al diferente grado de desarrollo de la vida humana
en formacion. Así, ha optado por distinguir en su sistema de protección entre
una primera fase temprana (14 de semanas), un segundo periodo intermedio
que transcurre hasta que se alcanza la viabilidad fetal (es decir, hasta las 22
semanas) y un tercer período posterior a dicho momento. Los supuestos e
indicaciones en los que es legal la interrupción del embarazo es distinta en
cada uno de esos períodos, atendiendo a la debida ponderación de los
derechos y bienes jurídicos que puedan entrar en conflicto y a que la vida
prenatal –la vida misma- es un proceso evolutivo (STC 53/1985, FJ 5), en el
que se producen cambios cualitativos a lo largo de la gestación:
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3) Superadas las 22 semanas la interrupción del embarazo se prevé
con carácter excepcional: en los supuestos de inviabilidad del feto
o padecimiento de una enfermedad extremadamente grave e
incurable (artículo 15 de la LO).
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A partir de estas consideraciones generales, hay que recordar que el
control que está llamado a realizar el Tribunal Constitucional es el que
resulta del contraste de las decisiones del legislador materializadas en un
texto normativo con los límites constitucionales y que es reiterada doctrina
del Tribunal, que “el juicio de constitucionalidad que debemos realizar en el
presente proceso no consiste en examinar si en el marco constitucional
cabrían otras opciones ... sino en determinar si los preceptos de esa Ley
sometidos a nuestro enjuiciamiento han excedido o no los límites impuestos
por la Constitución” (STC 236/2007, FJ 3). Parece innecesario recordar que
el control de constitucionalidad al que se somete la presente LO no es un
control de oportunidad sobre la concreta opción elegida por el legislador, al
que incumbe la conformación jurídica de las relaciones sociales.
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Sin perjuicio de lo que en cada momento se dirá sobre la STC
53/1985, profusamente citada de contrario, es necesario incidir en que el
objeto de la norma legal allí impugnada, y como consecuencia el del
procedimiento de inconstitucionalidad, presentan diferencias sustanciales
con los que son objeto del presente procedimiento.
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Primera.- Al primer motivo del recurso, dirigido contra la
Disposición final quinta de la LO.
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Preliminar, basta para ello con prestar atención al contenido de sus arts. 1 y
3.4, en los que se establecen el objeto y el ámbito de aplicación de la Ley:
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protección de la salud, garantía que deben perseguir todos los poderes
públicos, lo que el Estado garantiza –mediante la regulación de sus
condiciones básicas- es el derecho a la igualdad de los españoles en el
ejercicio del derecho a la protección de la salud tal y como legislativamente
se desarrolle.
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Disposición impugnada, esta representación considera de enorme
trascendencia la competencia reconocida en este precepto que faculta al
Estado para la consecución de la igualdad en el ámbito prestacional
sanitario.
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legislación autonómica de desarrollo. En otras palabras, el Estado tiene
la competencia exclusiva para incidir sobre los derechos y deberes
constitucionales desde una concreta perspectiva, la de la garantía de la
igualdad en las posiciones jurídicas fundamentales, dimensión que no
es, en rigor, susceptible de desarrollo como si de unas bases se
tratara; será luego el legislador competente, estatal y autonómico, el
que respetando tales condiciones básicas establezca su régimen
jurídico, de acuerdo con el orden constitucional de competencias..”
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(facultades elementales, límites esenciales, deberes fundamentales,
prestaciones básicas, ciertas premisas o presupuestos previos...). En
todo caso, las condiciones básicas han de ser las imprescindibles o
necesarias para garantizar esa igualdad, que no puede consistir en
una igualdad formal absoluta. Como hemos insistido, si por
"condiciones básicas" hubiera de entenderse cualquier condición
"material", obligado sería concluir que esa interpretación tan amplia
habría de conducir a un solapamiento con otras competencias
estatales explicitadas en el art. 149.1 C.E. o, lo que es peor, a una
invasión de las competencias autonómicas(…)”.
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En efecto, el Estado, haciendo uso del título derivado del artículo
149.1.1ª CE, ya incorporó en la LGS expresas referencias al principio de
igualdad contemplándolo desde una dimensión individual, territorial y
financiera.
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garanticen la igualdad en el ejercicio de los derechos constitucionales (art.
149.1.1ª CE).
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coordinación general de la sanidad”, vocablo éste de sanidad que procede
entender exclusivamente referido a la sanidad interior, o lo que es lo mismo,
a la sanidad dentro del territorio español.
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contradicciones, y reduciendo disfunciones según SSTC 32/1983, de
28 de abril , F. 2; 42/1983, de 20 de mayo , F. 3; 80/1985, de 4 de
julio,, F. 2), deben llegar a tal grado de desarrollo que dejen vacías de
contenido las correspondientes competencias que las Comunidades
Autónomas hayan asumido en la materia (STC 32/1983, de 28 de
abril, F. 2). 7. (...)Efectivamente, la Constitución no sólo atribuye al
Estado una facultad, sino que le exige que preserve la existencia de
un sistema normativo sanitario nacional con una regulación uniforme
mínima y de vigencia en todo el territorio español, eso sí, sin perjuicio,
bien de las normas que sobre la materia puedan dictar las
Comunidades Autónomas en virtud de sus respectivas competencias
(por todas, SSTC 61/1997, de 20 de marzo , F. 7; 173/1998, de 23 de
julio , F. 9; 188/2001, de 29 de septiembre , F. 12; 37/2002, de 14 de
febrero,, F. 12; y 152/2003, de 17 de julio , F. 3), dirigidas, en su caso,
a una mejora en su ámbito territorial de ese mínimo común
denominador establecido por el Estado, bien de las propias
competencias de gestión o de financiación que sobre la materia
tengan conforme a la Constitución y a los Estatutos. Y se lo exige
cuando en el art. 149.1.16 CE le atribuye las bases en materia de
«sanidad», para asegurar -como se ha dicho- el establecimiento de un
mínimo igualitario de vigencia y aplicación en todo el territorio nacional
en orden al disfrute de las prestaciones sanitarias, que proporcione
unos derechos comunes a todos los ciudadanos”.
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de la salud y, por tanto, además de en el 16ª, también en el título
competencial del art. 149.1.1ª CE, de manera que la regulación del catálogo
de prestaciones sanitarias fija el contenido primario y común del derecho a la
protección de la salud de todas las personas.
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En el Real Decreto 1030/2006, de 15 de septiembre, por el que se
establece la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de la Salud
y el procedimiento para su actualización, se definen las prestaciones que el
sistema sanitario público actualmente está ofertando a los ciudadanos, y que
se hacen efectivas mediante la cartera de servicios comunes.
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el ejercicio de un derecho constitucional (art. 149.1.1ª CE), como es el
derecho a la protección de la salud reconocido en el art. 43.1 CE.
Así lo han entendido también, por cierto, los Servicios Jurídicos del
Parlamento de Navarra que, contrariamente a la posición mantenida por el
Gobierno de Navarra en el presente recurso, en su informe de 12 de mayo
de 2010, se analiza la constitucionalidad de la DF 5ª LO, afirmando:
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Tres. Sin perjuicio de lo establecido en los apartados anteriores,
corresponde al Estado la coordinación y alta inspección conducente al
cumplimiento de las facultades y competencias contenidas en este
artículo”.
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incluya cláusulas de salvaguardia de las competencias estatales. Por su
parte, la atribución estatutaria de competencias a la Generalitat compartidas
con el Estado según el criterio bases/desarrollo (art. 111 EAC) no impedirá
que las bases estatales configuren con plena libertad las distintas materias y
submaterias de un mismo sector material, de suerte que cuando así sea la
exclusividad respecto de tales materias y submaterias eventualmente
proclamada por el Estatuto lo será impropiamente, sin cercenar ni
menoscabar la proyección de la competencia exclusiva estatal sobre las
bases de dichas materias o submaterias. En fin, es obvio que la atribución a
la Generalitat de competencias de ejecución tampoco puede impedir el
completo despliegue de las competencias normativas, legislativas y
reglamentarias, del Estado (art. 112 EAC)” (FJ 64).
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Atendiendo a la garantía de accesibilidad a las prestaciones sanitarias
en condiciones de igualdad efectiva que el art. 23 de la LSNS prescribe a
favor de todos los usuarios del Sistema Nacional de Salud, la LO, tras
encomendar a la Alta Inspección del Estado velar por la efectiva igualdad en
el ejercicio de los derechos y el acceso a las prestaciones en ella
reconocidas (art. 4), relaciona en el Capítulo II de su Título II las garantías
en el acceso a la prestación sanitaria de la interrupción voluntaria del
embarazo.
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es una decisión siempre individual del personal sanitario directamente
implicado en la realización de la interrupción voluntaria del embarazo,
que debe manifestarse anticipadamente y por escrito. En todo caso
los profesionales sanitarios dispensarán tratamiento y atención
médica adecuados a las mujeres que lo precisen antes y después de
haberse sometido a una intervención de interrupción del embarazo.
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Claramente olvida el Gobierno recurrente con tales afirmaciones que
el ámbito de la competencia autonómica viene dado, según constante
jurisprudencia constitucional, por el principio de territorialidad y que no
corresponde a la Comunidad Autónoma optar voluntariamente por inaplicar
en su territorio normativa básica estatal, pues ello implicaría una dejación de
las competencias estatutariamente asumidas, algo incompatible con la
naturaleza indisponible e irrenunciable de las mismas.
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Por lo que respecta a la pretensión contraria de ampararse en la
aplicación del art. 19.2 LSNS, entendemos que sostiene el recurso una
interpretación equivocada de tal precepto que además contradice su propio
tenor literal. El art. 19.2 LSNS recoge una previsión de carácter excepcional
para casos en los que el servicio público de salud no pudiera llevar a cabo
en tiempo la correspondiente prestación, esto es, se trataría de supuestos
absolutamente puntuales en los que resulte manifiesta la imposibilidad de
efectuar en las debidas condiciones de tiempo la prestación solicitada.
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presumir que exista, ni vaya a existir de forma indefinida en el tiempo y cuya
superación no entraña obstáculos insalvables.
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contiene previsión organizativa alguna que vulnere las competencias de la
Comunidad recurrente para organizar y administrar sus servicios sanitarios,
únicamente contiene una obligación dirigida a todas las Comunidades
Autónomas para que garanticen en su territorio el acceso, en condiciones de
igualdad efectiva, a las prestaciones sanitarias incluidas en el catálogo del
Sistema Nacional de Salud, en particular, la prestación de la interrupción
voluntaria del embarazo”.
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1. Los caracteres generales de la regulación contenida en el artículo
14 de la LO.
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intérprete constitucional... no puede ignorar el hecho obvio de la especialidad
de la condición femenina y la concreción de los mencionados derechos en el
ámbito de la maternidad, derechos que el Estado debe respetar y a cuya
efectividad debe contribuir, dentro de los límites impuestos por la existencia
de otros derechos y bienes asimismo reconocidos por la Constitución” (STC
53/1985, FJ 8).
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1) La LO no renuncia a la sanción penal del aborto que sigue siendo
la regla aplicable en todos los supuestos que no estén
expresamente autorizados (artículo 145 del Código Penal) y en
aquéllos en los que estándolo no se cumplen los requisitos
previstos en la LO para su autorización (artículo 145 bis CP).
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2. La existencia de una « situación singular de conflicto » en el
supuesto regulado en el artículo 14 de la LO.
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esa vida pero que, por el mismo imperativo, no puede obviar la dignidad de
la mujer (artículo 10.1 CE) y sus derechos, en particular el derecho al libre
desarrollo de su personalidad (articulo 10.1 CE), el derecho la vida y a su
integridad física y moral (atrículo 15 CE), el derecho a la libertad ideológica
(artículo 16 CE) y el derecho a la intimidad (artículo 18 CE).
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autorizar el aborto, no debe concebir el marco legal correspondiente de
manera que limite en la realidad la posibilidad de obtener el acceso a tal
intervención” (párrafo 116).
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No puede afirmarse, por tanto, como hace el Gobierno recurrente, que
el artículo 14 de la LO regule una situación en la que no exista colisión o
conflicto entre los derechos de la mujer embarazada y el límite que a éstos
impone la protección del bien jurídico de la vida humana en formación.
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estableciendo la sanción penal para la interrupción voluntaria del embarazo
cuando no se dan las condiciones legalmente previstas.
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La información prevista en el artículo 17.2 de la LO, tal como exige el
artículo 14 de la LO, tiene por objetivo facilitar a la mujer, que experimenta
una situación circunstanciada de necesidad, los elementos necesarios para
resolver el conflicto ocasionado entre el bien jurídico cuya protección está
constitucionalmente reconocida (artículo 15 CE) y sus derechos
fundamentales (el derecho al libre desarrollo de su personalidad, artículo
10.1 CE, el derecho a su integridad, artículo 15 CE o el derecho a la
intimidad, artículo 18 CE). Al hacerlo así, el Estado, como sujeto obligado a
prestar dicha protección, pone en conocimiento de la mujer embarazada lo
que Comunidad le ofrece para ayudarla a resolver ese conflicto personal. La
previsión legal es, al tiempo, una manifestación del deber constitucional de
los poderes públicos de realizar políticas preventivas para evitar que surja
esa “situación singular de conflicto” y políticas sociales para que, cuando
surja, la mujer embarazada pueda resolverla del modo más responsable y
equilibrado posible, en términos de ponderación de los bienes y derechos en
conflicto.
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penal complementaria a este artículo que se prevé en el nuevo artículo 145
bis CP. No es, por tanto, cierto que a través del artículo aquí impugnado el
legislador haya renunciado a toda protección penal y sólo contemple una
protección preventiva de la vida prenatal.
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el intérprete constitucional se ve obligado a ponderar los bienes y derechos
en función del supuesto planteado, tratando de armonizarlos si ello es
posible o, en caso contrario, precisando las condiciones y requisitos en que
podría admitirse la prevalencia de uno de ellos” (STC 53/1985, FJ 9).
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recogida en el artículo 14 LO, se pone a su disposición (segunda fase) una
información orientada a la protección de la maternidad o de la vida prenatal,
que recoge las ayudas públicas y los derechos vinculados al embarazo y a la
maternidad, así como datos sobre los centros en los que puede recibir
asesoramiento.
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es « enjuiciar, exclusivamente, los textos legales y las fórmulas legislativas
que no se encuentren expresamente derogados” (STC 11/1981, FJ 4, en el
mismo sentido STC 332/1993, FJ 3, y 195/1996, FJ 1).
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ese conflicto, medidas de apoyo social para llevar a término el embarazo y
que incorpora sanciones penales en todos aquellos casos en los que se
practique la interrupción voluntaria del embarazo sin cumplir el conjunto de
los requisitos y condiciones de asesoramiento que con finalidad tuitiva ha
previsto el Legislador.
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decide sancionar penalmente la interrupción voluntaria del embarazo en
ciertos supuestos. En tal sentido, STC 136/1991, FJ 21, “[C]onviene advertir
al respecto que el derecho a la legalidad penal opera, en primer lugar y ante
todo, frente al legislador. Es la ley, en una primera instancia, la que debe
garantizar que el sacrificio de los derechos de los ciudadanos sea el mínimo
imprescindible y que los límites y restricciones de los mismos sean
proporcionados”.
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prenatal, este principio se ha concretado por el Tribunal que señala en la
STC 116/1999 (FJ 16) «en sintonía con lo declarado en la SSTC 53/1988 y
212/1996... que la protección penal de los derechos fundamentales, o de
determinados bienes constitucionales, no puede aspirar a revestir un
carácter absoluto, aunque, en ciertos casos, la plena ausencia de esa
garantía pueda ser un elemento suficiente para justificar el examen de la
constitucionalidad de una ley a partir de un contraste entre la eficacia de la
protección de un derecho fundamental ordenada por la Constitución y la
finalmente dispensada por el legislador”. Y concluye negando que exista
“una obligación constitucionalmente impuesta al legislador de establecer la
correspondiente sanción penal para todas y cada una de las interdicciones
previstas en la Ley”.
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cabo dentro de los límites previstos por el legislador y en las condiciones
médicas adecuadas para salvaguardar el derecho a la vida y a la salud de la
mujer”.
“Artículo 145.
1. El que produzca el aborto de una mujer, con su consentimiento,
fuera de los casos permitidos por la Ley será castigado con la
pena de prisión de uno a tres años e inhabilitación especial para
ejercer cualquier profesión sanitaria, o para prestar servicios de
toda índole en clínicas, establecimientos o consultorios
ginecológicos, públicos o privados, por tiempo de uno a seis años.
El juez podrá imponer la pena en su mitad superior cuando los
actos descritos en este apartado se realicen fuera de un centro o
establecimiento público o privado acreditado.
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3. En todo caso, el juez o tribunal impondrá las penas
respectivamente previstas en este artículo en su mitad superior
cuando la conducta se llevare a cabo a partir de la vigésimo
segunda semana de gestación”.
Por su parte, el artículo 145 bis del Código Penal, añadido por dicha
Disposición final, que no ha sido recurrida en este procedimiento, va más
allá de la definición de conductas penalizadas y despenalizadas que hasta
ahora se había previsto, al castigar como infracción penal de forma expresa
el incumplimiento de las garantías de orden preventivo o administrativo
previstas en el artículo 14 de la LO:
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mantiene y desarrolla la protección penal de la vida en formación incluso
durante las primeras catorce semanas de la gestación y, en segundo lugar,
que la jurisprudencia constitucional no exige una garantía penal de carácter
absoluto o general para el nasciturus.
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sentencia (FJ 14º) en relación con el derecho a la objeción de conciencia
“que existe y puede ser ejercido con independencia de que se haya dictado
o no tal regulación”.
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de conciencia por los profesionales sanitarios, que deberán manifestarla
“anticipadamente y por escrito”.
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sólo está justificada por su finalidad, sino que es respetuosa con los
derechos constitucionalmente reconocidos, en los artículos 16 y 18 CE.
Frente a lo que de contrario se afirma, la carga o deber de manifestar la
condición de objetor no es contraria a los referidos preceptos
constitucionales, sino una consecuencia necesaria e imprescindible del
ejercicio del derecho a la objeción. El Tribunal tuvo ocasión de examinar la
cuestión en relación con el único supuesto de objeción de conciencia
expresamente previsto en la CE. El Tribunal en la STC 160/1987 (FJ 4º)
señaló que “el objetor, para la recognoscibilidad de su derecho, ha de
prestar la necesaria colaboración si quiere que su derecho sea efectivo para
facilitar la tarea de los poderes públicos en ese sentido (art. 9.2 C. E.),
colaboración que ya comienza, en principio, por la renuncia del titular del
derecho a mantenerlo -frente a la coacción externa- en la intimidad personal,
en cuanto nadie está «obligado a declarar sobre su ideología, religión o
creencias» (art. 16.2 C. E.)”; señalando de forma expresa (FJ 5º) que la
“posible colisión con los derechos reconocidos en los arts. 16.2 y 18.1 C. E.,
desaparece por el mismo ejercicio del derecho a la objeción, que en sí lleva
la renuncia del objetor a mantener en el ámbito secreto de su conciencia sus
reservas ideológicas... bien entendido que sin esa voluntad del objetor
dirigida a extraer consecuencias jurídicas -y por tanto exteriores a su
conciencia- de su objeción nadie podrá entrar en su intimidad ni obligarle a
declarar sobre su ideología, religión o creencias. La intimidad personal y el
derecho a no declarar íntimas convicciones es algo que el objetor ha de
valorar y ponderar en el contexto de las garantías que la Constitución le
reconoce y decidir, nunca mejor dicho, en conciencia, pero a sabiendas
también de la especial naturaleza del derecho de objeción y de las garantías
que asimismo compete exigir a la comunidad y en su nombre al Estado”.
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Descartado que la carga de manifestar la condición de objetor como
requisito para el ejercicio del derecho sea contraria a la Constitución,
tampoco cabe apreciar vicio alguno de inconstitucionalidad en el hecho de
que dicha manifestación se requiera de forma anticipada y por escrito. En
cuanto al carácter anticipado, parece una exigencia intrínseca a la
naturaleza de esa declaración como condición de ejercicio del derecho.
Quien quiere verse eximido de una obligación profesional por motivos de
conciencia ha de ponerlo de manifiesto con antelación a que esa obligación
se materialice. Se trata, por otro lado, de un requisito exigido por la
seguridad jurídica, entre otras, de la relación de servicios que vincula al
Médico con la Administración sanitaria correspondiente.
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a los profesionales que directamente intervengan en la interrupción
voluntaria del embarazo.
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de la práctica del acto de interrupción voluntaria del embarazo, al tiempo que
se permite el ejercicio de la objeción de conciencia al personal sanitario al
que sus creencias le impidan practicar el acto médico de la interrupción
voluntaria del embarazo.
En su virtud, al Tribunal
Es justicia.
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