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ESCENA I

CANTOR: (Cantando) En 1609 las luces de la ciencia empezaron a brillar. En una


modesta casa de Padua, Galileo Galilei se dispuso a probar… que el sol está quieto… y la
tierra es la que gira, la tierra es la que gira, la tierra es la que gira.

GALILEO: ¿De dónde has sacado eso?

ANDREA: Lo ha traído el mensajero.

GALILEO: ¿Quién lo envía?

ANDREA: La corte de Nápoles.

GALILEO: No quiero sus regalos, manuscritos iluminados, una estatua de Hércules del
tamaño de un elefante… nunca mandan dinero.

ANDREA: ¿Es un instrumento astronómico señor Galilei?

GALILEO: Una antigüedad muy cara.

ANDREA: ¿Para qué sirve?

GALILEO: Es un mapa del cielo según los sabios de Grecia. Intentaremos vendérselo a la
universidad, ahí aún enseñan así.

ANDREA: ¿Cómo funciona señor?

GALILEO: Es muy complicado.

ANDREA: Creo que puedo entenderlo.

GALILEO: Tal vez. Empecemos por lo primero: Descripción.

ANDREA: Hay muchos anillos de metal.

GALILEO: ¿Cuántos?

ANDREA: ocho

GALILEO: Correcto, ¿Qué más?

ANDREA: Tiene unas palabras pintadas

GALILEO: ¿Que palabras?

ANDREA: Los nombres de los astros.

GALILEO: ¿Como por ejemplo?


ANDREA: Aquí hay un aro con el nombre del sol y en la del interior dice que esta la luna.

GALILEO: Los aros representan ocho esferas de cristal.

[Se proyecta imagen del sistema de Tolomeo y Aristóteles para explicar a Andrea y al
público]

Como Enormes globos de cristal, uno dentro del otro, se supone que las estrellas están
unidas a ellos. Haz girar el aro donde esta sol. ¿Vez la bola fija en el centro?

ANDREA: Si.

GALILEO: Es la tierra. Durante dos mil años, los seres humanos han querido creer que el
sol y todas las estrellas giran alrededor de ella; el papa, los cardenales, los príncipes, los
eruditos, los mercaderes y las pescaderas creían que ellos estaban en el centro de una esfera
como esta.

ANDREA: ¿Metidos dentro?

GALILEO: Sí.

ANDREA: Es como una jaula.

GALILEO: Haz pensado lo mismo. Pero ahora vamos a salir de este viejo artilugio.

ANDREA: ¿Cómo?

GALILEO: Todo empezó con los barcos: Iban por las costas y de pronto se alejaron de las
costas y se adentraron en los océanos. Muchas cosas se pusieron en movimiento, incluso la
mente de los seres humanos. Era el inicio de una nueva era. En Siena, cuando era joven, vi
como unos albañiles intentaban levantar un bloque de granito, y tras discutir el tema, en
solo cinco minutos descartaron un método que había sido usado durante siglos y hallaron
una forma más eficaz de aplicar las cuerdas. Recuerdo haber pensado que el milenio de la
fe terminaba, este es el milenio de la duda, hoy en día todo está sumido en la duda, por fin
todo el mundo quiere saber qué es eso, como es aquello, lo que dicen los libros, pero
veámoslo por nosotros mismos.

[al público] Yo predigo que en nuestra época se hablara de astronomía en todos los
mercados y que los hijos de las pescaderas irán a la escuela y con suerte, aprenderán que la
tierra gira alrededor del sol y que el papa, los cardenales, los príncipes, los eruditos, los
mercaderes y las pescaderas y sus madres giran con ella.

Las estrellas deben ser consideradas como rocas que giran galopando por la oscuridad,
parece evidente, el planeta en el que vivimos se mueve a una velocidad inconcebible ¿pero
tenemos miedo? No, no tenemos miedo. ¿Qué dice el poeta Andrea?
ANDREA:

¡Oh! Alba temprana del comienzo

¡Oh! Soplo de viento que de nuevas costas llega.

Pero… yo puedo ver con mis ojos que el sol sale por un lugar por la mañana y se oculta por
un lugar diferente por la noche. No veo que este quieto, yo lo ve mov…

GALILEO: Tu no vez nada, solo cazas moscas y eso no es ver. Bien, esto es el sol (Una
lámpara) Siéntate (Se sienta Andrea), ¿Dónde está el sol, a tu derecha o a tu izquierda?

ANDREA: A mi izquierda.

GALILEO: Y ¿Cómo puede llegar a la derecha?

ANDREA: Si lo mueve, por supuesto.

GALILEO: Por supuesto. ¿Y ahora donde esta?

ANDREA: A mí derecha.

GALILEO: ¿Y se ha movido?

ANDREA: No. Yo me moví.

GALILEO: No tonto, se ha movido la silla.

ANDREA: Pero yo con ella.

GALILEO: Pues claro. La silla es la tierra y tú estás sobre ella.

[Entra la Sra. Sarti]

SRA. SARTI: ¿Qué le está diciendo a mi hijo señor Galilei?

ANDREA: Madre, tú no lo entiendes.

SRA. SARTI: Y supongo que tú sí. Quiere convencerme que una pluma y una bala de
cañón caen igual de rápido.

GALILEO: Parece que estamos en el umbral de una nueva era Sra. Sarti.

SRA SARTI: En la que espero que podamos pagarle al lechero. Ha llegado un joven para
tomar clases particulares. Y viste bien, así que no lo rechace como hizo con los demás.
Perder el tiempo con Andrea ¿Cuántas veces te he dicho que no le saques clases gratis al
señor Galilei? No puede permitírselo.
GALILEO: ¿Puedo tomarme la leche, aunque aún no la haya pagado? Andrea, será mejor
que no hables de nuestras ideas fuera de aquí.

ANDREA: ¿Por qué no?

GALILEO: A ciertas autoridades no les gustaría.

ANDREA: ¿por qué?, si es la verdad.

GALILEO: El universo de los nuevos astrónomos, no resulta más que un simple armazón
de suposiciones, así que…

ANDREA: Yo quiero ser astrónomo.

[Llega Ludovico acompañado de la Sra. sarti]

GALILEO: Esta casa parece un mercado.

LUDOVICO: Buenos días señor, me llamo Ludovico Marcili.

GALILEO: (a Andrea) Sujeta esto, (Leyendo la carta de Ludovico) viene usted de


Holanda y su familia tiene tierras en la campaña. Lecciones privadas 10 escudos al mes.

LUDOVICO: Desde luego señor.

GALILEO: ¿Que le interesa?

LUDOVICO: Los caballos, señor.

GALILEO: Ah, en ese caso, 15 escudos al mes.

LUDOVICO: Me parece bien señor.

GALILEO: Andrea (le hace gestos para que salga)

LUDOVICO: Deberá tener paciencia, las ciencias no tienen sentido para mí. Como ese
tubo que vi en Ámsterdam; tenía un estuche de cuero y dos lentes, una a cada extremo, una
bombeada (describe una lente cóncava) y la otra era así (hace la forma de la lente convexa).
Por lo que pude ver, una reduce y la otra aumenta. Cualquiera pensaría que ambas se
neutralizan, pero no es así, todo se ve cinco veces más grande.

GALILEO: ¿Y qué es lo que se ve más grande?

LUDOVICO: Las iglesias, las palomas; todo lo que está lejos.

GALILEO: ¿Ha mirado usted por él?

LUDOVICO: Sí señor.
GALILEO: Y el tubo, ¿tenía dos lentes? ¿Era algo así?

LUDOVICO: Si, ¿pero?

GALILEO: Un invento reciente.

LUDOVICO: Tiene que serlo. Empezaron a venderlo unos días antes de salir de Holanda.

GALILEO: ¿Por qué?, ¿por qué se interesa por la ciencia?, ¿por qué no se dedica a criar
caballos?

LUDOVICO: Mi madre cree que la ciencia es necesaria en la actualidad, para conversar.

(Entra la Sra. Sarti.)

GALILEO: ¿Por qué no aprende el latín o teología?

SRA SARTI: (Interrumpiendo a Galileo) Humm, humm.

GALILEO: Venga el martes por la tarde.

LUDOVICO: Gracias señor.

GALILEO: Y que tenga buen día. No me mire así señora Sarti, lo he aceptado, no.

SRA SARTI: Porque he entrado justo a tiempo. El tesorero de la universidad ha venido a


verlo. (Llamando) Sr. Priuli.

SR PRIULI: Buenos días señor Galilei.

GALILEO: Buenos días Priuli, deme un escudo. Sra. Sarti dele esto a Andrea, dígale que
vaya al óptico y me traiga dos lentes. Estas son las medidas.

SR PRIULI: Sr. Galilei, no (rechazando la invitación a sentarse por parte de Galileo) Con
respecto a su solicitud de que se le suba el sueldo, por desgracia, lamento no poder
recomendar su petición.

GALILEO: Mi querido señor, como quiere que llegue a fin de mes con solo Quinientos
escudos.

SR PRIULI: Bien, ¿y sus alumnos privados?

GALILEO: Sí paso todo el día enseñando, cuando aprenderé. Mis estudios están en el
umbral de importantes descubrimientos. Mis trabajos sobre las leyes de los cuerpos que
caen deberían valer doscientos escudos o más…

SR. PRIULI: Cualquier trabajo suyo tiene un valor incalculable, señor Galilei.
GALILEO: Yo me conformaría con doscientos.

SR. PRIULI: Si quiere dinero y ocio, valla a Florencia, no dudo que a los médici les
encantara ser su mecenas. Sin embargo, con el tiempo, se le prohibirá que piense en el
nombre de la inquisición. Usted es feliz aquí en la república de Venecia, necesita dinero, es
muy humano. Puedo sugerirle una sencilla solución: Nuestros mejores ciudadanos son
comerciantes ¿Por qué no inventa algo útil que nos pueda proporcionar algún beneficio?
¿Recuerda el gráfico para el ejército? Incluso el general Estefano Gritti podía extraer raíces
cubicas con él, eso era practico. Asombro al Estado mayor.

GALILEO: Entiendo. Priuli, tal vez tenga algo para usted.

SR. PRIULI: ¿Qué?

GALILEO: Aunque aún no lo he terminado.

SR. PRIULI: Es usted un gran hombre, algo insatisfecho, pero siempre he dicho que es
usted un gran hombre.

GALILEO: Deberían pagarme por mi insatisfacción si tuvieran algo de sentido común.


Aunque en realidad, es insatisfacción con migo mismo, tengo cuarenta y seis años y todavía
no he hecho nada que consiga satisfacerme.

SR. PRIULI: No le quitare más tiempo Sr. Galilei.

GALILEO: Gracias, adiós.

(Llega Andrea con las lentes)

ANDREA: No fue suficiente un escudo, he tenido que dejarle mi sombrero para


podérmelas llevar.

GALILEO: ¿Y cómo vas a pasar el invierno sin tu sombrero? Ya la recuperaremos. Dame


las lentes.

ANDREA: ¿Para qué son?

GALILEO: Bueno, es algo para el senado. (Ríe) Ven mira.

ANDREA: Oh, hasta puedo leer las letras de la campana. (Galileo ríe) “gratia dei” .

GALILEO: Ahora apártate.

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