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(En la escena vemos una casa en un extremo y en el otro una farola. Estamos en el exterior de
una calle cualquiera, de un pueblo cualquiera).
MARIDO.-
ESPOSA.-
Pero es tu padre…
MARIDO.-
Él eligió ser padre y cuidó de mí 25 años. Yo no elegí ser hijo y ya llevo 14 cuidando de él. Es
insoportable.
ESPOSA.-
MARIDO.-
Porque es mi padre llevo cuidándolo tantos años. Y yo voy a morir pronto si continúa viviendo
con nosotros. Me es imposible sufrir por más tiempo.
ESPOSA.-
MARIDO.-
(El Abuelo y el Marido salen de la casa. Primero el Abuelo, que camina renqueante y luego el
otro).
MARIDO.-
Padre, salid ya de mi casa. Te he mantenido por más de 12 años. Vete a donde quieras.
ABUELO.-
MARIDO.-
ABUELO.-
MARIDO.-
Accedo a eso, para que veas que buen corazón tengo. -¡Hijo, ven aquí!
HIJO.-
(En off).
MARIDO.-
HIJO.-
(En off).
MARIDO.-
HIJO.-
MARIDO.-
Entra en casa…
HIJO.-
Pero papa, si acabo de salir. -¿Me haces salir para decirme que vuelva a entrar?
MARIDO.-
-¿Y pa’qué?
ABUELO.-
HIJO.-
MARIDO.-
HIJO.-
Mi padre es bruto.
ABUELO.-
Sí, hijo; pero date prisa con la manta, que voy a terminar congelándome. Ya no hay nada que
hacer.
HIJO.-
ABUELO.-
-¿Media manta?
HIJO.-
Aquí tienes la media manta. Ve y sé feliz. Y no te olvides de darme las gracias cuando termine
el cuento.
ABUELO.-
-¿Qué dices?
HIJO.-
No te entiendo.
HIJO.-
Tú, arrea…
(El Abuelo, sin entender nada, se aleja del muchacho en dirección a la farola).
HIJO.-
MARIDO.-
-¿Qué quieres?
HIJO.-
MARIDO.-
HIJO.-
Ni harto de bizcochos. La otra mitad la guardo para cuando tu seas tan viejo como el abuelo y
te eche también de mi casa.
MARIDO.-
-¿Qué dices?
HIJO.-
Que me has enseñado la lección. Cuando seas viejo, te marcharás de mi casa para que no me
molestes.
(El Abuelo al ver que su nieto entra en la casa, se separa de la farola y comienza a alejarse aún
más de la casa).
MARIDO.-
(Para si mismo).
-¿Qué he hecho?
MARIDO.-
Tiene que perdonarme, padre; no sé qué es lo que me ha pasado. Por favor, vuelva usted a
casa.
ABUELO.-
-¿Estás seguro?
MARIDO.-
No he estado tan seguro de algo en toda mi vida. Vamos a casa, que le prepararé una buena
sopa para cenar.
MARIDO.-
(Entra en la casa).
(Sale el Hijo).
HIJO.-
ABUELO.-
HIJO.-
Me lo enseñaste tu cuando me contaste el cuento aquel del Salomón que cortó por la mitad a
un bebé que tenía dos madres.
ABUELO.-
HIJO.-
Lo mismo da, abuelo; el truco salió, -¿no?; -¿y qué tienes que decir ahora?
ABUELO.-
Eso está mejor, y esta noche, en recompensa, me contarás el cuento aquel del cerdo que se
comía a los tres lobitos.
ABUELO.-
HIJO.-
Bueno, da igual; la cosa es que me cuentes uno de esos cuentos que tú sabes…
FIN