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FREUD – “TRES ENSAYOS III – METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD”

Con la pubertad, se producen cambios que llevan la vida sexual infantil a su conformación normal. La
pulsión sexual, ahora va a hallar su objeto. Va a ser dada una nueva meta sexual, y para alcanzarla, todas las
pulsiones parciales van a cooperar y las zonas erógenas se vana subordinar al primado de la zona genital. La
nueva meta sexual en el varón va a ser la descarga de los productos genésicos.

1. EL PRIMADO DE LAS ZONAS GENITALES Y EL PLACER PREVIO

En la pubertad, los genitales externos crecen notablemente. Además, pueden ofrecer (o recibir) productos
genésicos para la gestación de un nuevo ser. Este aparato se pone en marcha mediante estímulos, los cuales
pueden derivar del mundo exterior (por excitación de las zonas erógenas), desde el interior del organismo, o
desde la vida anímica. Por cualquiera de los 3 caminos se va a provocar excitación sexual, la cual se da a
conocer por signos anímicos (sentimiento de tensión) y somáticos (alteraciones en los genitales: erección y
humectación). El estado de excitación sexual presenta el carácter de una tensión, el cual suponemos que
conlleva displacer.
De las zonas erógenas parte un cierto monto de placer, a partir de él, nace un incremento de la tensión, la
cual a su vez, tiene que ofrecer la energía necesaria motriz para llevar a su término el acto sexual. El placer
máximo será el otorgado por la descarga, y con él se eliminará la tensión de la libido. Asi podemos decir que
es distinto el placer provocado por la excitación de las zonas erógenas, que el provocado por el vaciamiento.
El primero es el placer previo, el segundo es el placer final, el cual es nuevo, y depende de condiciones que
solo se pueden percibir desde la pubertad.
El malogro de la función del mecanismo sexual por culpa del placer previo se evita cuando en la vida infantil
se prefigura de algún modo, el primado de las zonas genitales. en esta época ya puede destacarse la
erogeneidad de éstas zonas.

2. EL PROBLEMA DE LA EXCITACIÓN SEXUAL

Normalmente sólo la descarga de las sustancias sexuales pone fin a la excitación sexual. Cuando la reserva
de semen está vacía es imposible la ejecución del acto sexual, además, fracasa también la estimulabilidad de
las zonas erógenas, cuya excitación ya no es capaz de provocar placer alguno. La acumulación de estas
sustancias es lo que crea y sostiene a la tensión sexual.

3. LA TEORÍA DE LA LIBIDO

La libido podría medir procesos en el ámbito de la excitación sexual. Tiene un carácter cualitativo y
cuantitativo. La excitación sexual puede ser brindada por todos los órganos del cuerpo. La libido narcisista o
yoica se aparece como el reservorio desde el cual son emitidas las investiduras de objeto.

4. DIFERENCIACIÓN ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER

Con la pubertad se establece la separación tajante entre lo masculino y lo femenino. Aunque ya había
algunos indicios desde la niñez. Por ejemplo, el desarrollo de las inhibiciones de la sexualidad (vergüenza,
asco) se cumple en la niña antes y con menores resistencias que en el varón. La sexualidad de la niña tiene
un carácter enteramente masculino. La activación autoerótica va a ser la misma en ambos sexos.
En la niña la zona erógena se sitúa en el clítoris. Las descargas espontáneas del estado de excitación
sexual se exteriorizan en contracciones del clítoris. La pubertad produce en la muchacha una nueva
represión, que afecta a la sexualidad del clítoris. Cuando por fin el acto sexual es permitido, el clítoris es
excitado y sobre él recae el papel de retransmitir esa excitación a las partes femeninas vecinas. Pero para
que suceda esto, pasó un largo lapso donde la joven se mantiene anestésica.

El hombre conserva su zona rectora desde la infancia.

5. EL HALLAZGO DE OBJETO

De los primeros vínculos sexuales resta una parte que ayuda a preparar la elección de objeto, y así restaurar
aquella pérdida. A lo largo del periodo de latencia el niño aprenderá a amar a otras personas que remedien
su desvalimiento. El trato del niño con la persona que lo cuida es una fuente continua de excitación. Un
exceso de ternura de parte de los padres, puede provocar un daño porque apresura la maduración sexual.
La angustia de los niños es la expresión de su añoranza de la persona amada. El niño tan pronto como no
pueda satisfacer su libido, la muda en angustia.

La elección del objeto se consuma primero en la esfera de la representación, y es difícil que la vida sexual
del joven que madura pueda desplegarse en otro espacio de juego que el de la fantasía. A raíz de las
fantasías vuelven a emerger las inclinaciones infantiles; además se logra el desasimiento respecto de la
autoridad de los progenitores. En los psiconeuróticos una parte de la actividad psicosexual para el hallazgo
de objeto permanece en el inconsciente. Para las muchachas pasa a ser una tentación, realizar en la vida el
ideal del amor asexual, y así ocultar su libido detrás de una ternura.

El primer enamoramiento es frecuente que se dirija a una persona mayor, esto sucede porque puede
revivirle al joven la imagen del padre y de la madre. El varón sobretodo, persigue la imagen mnémica de la
madre. Por otra parte, podemos ver en la adolescencia una inclinación hacia la inversión: se ven amistades
apasionadas entre personas del mismo sexo. La disposición a la perversión es originaria de la pulsión sexual,
y a partir de ella se desarrolla la conducta sexual normal. Asi, a expensas de las mociones sexuales perversas
y con ayuda de la educación, se edifican en la infancia los poderes destinados a mantener la pulsión sexual
dentro de ciertas vías. Otra parte de estas mociones escapa y puede exteriorizarse como práctica sexual.

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