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DEONTOLOGÍA SEGUNDO BIMESTRE

VOCACIÓN

La vocación (del latín: vocáre; llamar) es el deseo de emprender una carrera, profesión o
cualquier otra actividad cuando todavía no se han adquirido todas las aptitudes o
conocimientos necesarios. Según el cristianismo, es un llamado o destino que se tiene en esta
vida. La vocación de los laicos consiste en buscar el reino de Dios al involucrarse en asuntos
temporales y dirigirlos de acuerdo a la voluntad de Dios.

La vocación es la tendencia que siente una persona hacia determinadas actividades, es una
inclinación natural que ya desde niño se manifiesta. Las personas no tienen una sola
vocación, sino que tienen muchas. Esta posibilidad les permite responder a la más adecuada
según su situación y el lugar donde se encuentren.

El hombre no es un ente aislado sino que es él y sus circunstancias, por lo tanto el medio en
que vive es necesariamente una condición importante a tener en cuenta. Por lo tanto, la
vocación se relaciona con las habilidades específicas, las capacidades y las posibilidades
económicas y sociales, así como también con las oportunidades que brinda el contexto.
Como consecuencia, para elegir adecuadamente una carrera u oficio, no sólo hay que prestar
atención a lo que a una persona le gusta hacer, sino también hay que tener muy en cuenta la
posibilidad de participación en la sociedad que esta ocupación pueda proporcionar, teniendo
en cuenta que ante todo hay que hacerse responsable por lo menos de la propia subsistencia.

Elegir carreras u oficios que no tengan salida laboral produce a la larga la pérdida del
sentimiento de pertenencia al grupo social, así como marginación y frustración por no poder
participar en el medio. La gente se siente realizada cuando hace lo que le gusta y puede
encontrarle significado a su tarea colaborando en su ambiente. Todo en la naturaleza tiene un
propósito y tiende al equilibrio, y el trabajo creativo de cada uno también tiene que estar en
armonía.

Las encuestas registran que la mayoría se siente más gratificada por el reconocimiento por
su trabajo que por el dinero que ganan. El dinero ocupa un segundo lugar, por lo tanto se
destaca que no es el factor más importante. La identidad profesional se logra cuando se llega
a ser creativo en el trabajo y no un burócrata alienado en el rol, permitiendo así desarrollar
una actividad en forma óptima, sin dejar de ser persona. La mediocridad la expresa quien
hace las cosas por obligación sin ningún compromiso.

Todos los trabajos son dignos y más que tener muchos títulos inoperantes es mejor hacer las
cosas bien aspirando a la excelencia. Elegir adecuadamente garantiza una buena inserción
laboral, buenos ingresos y mayores posibilidades de realización personal.
PROFESIÓN

Profesión, del latín (professĭo), es la acción y efecto de profesar (ejercer un oficio, una ciencia
o un arte). La profesión, por lo tanto, es el empleo o trabajo que alguien ejerce y por el que
recibe una retribución económica. Por lo general, las profesiones requieren de un
conocimiento especializado y formal, que suele adquirirse tras una formación terciaria o
universitaria. Los oficios, en cambio, suelen consistir en actividades informales o cuyo
aprendizaje consiste en la práctica. En algunos casos, de todas formas, el límite entre
profesión y oficio es difuso.

Puede establecerse una clasificación de ocupaciones y profesiones. Se ordenan aquellas en


categorías tales como: Fuerzas Armadas, Dirección de Administraciones Públicas, Gerencia
de Empresas, profesiones asociadas a lo que es una titulación de primer ciclo universitario,
profesiones relativas a titulaciones de segundo y tercer ciclo universitario, técnicos de apoyo,
empleados de tipo administrativo, trabajadores de servicios de restauración, dependientes de
comercios, trabajadores de agricultura o pesca.

Aquel que ejerce una profesión se conoce como profesional. Esta persona ha cursado estudios
y cuenta con algún certificado o diploma que avala su competencia para desempeñar el
trabajo. Además de todo ello, hay que subrayar que existe otro término que hace uso de la
palabra que ahora nos ocupa. Se trata de intrusismo profesional, que puede convertirse en un
delito y que se define como aquella circunstancia en la que una persona, que no está
autorizada para ejercer unas actividades profesionales determinadas, las realiza.

En concreto, quien lleva a cabo ese delito cumple con dos circunstancias concretas que lo
determinan. Por un lado, el hecho de que no cuenta con la titulación necesaria y por otro lado,
que no forma parte de los distintos colegios profesionales, que son los que se encargan de
velar por los intereses de sus miembros y que regulan el ejercicio de las actividades de
aquellos.

EL CÓDIGO DE ÉTICA DEL INGENIERO CIVIL

1. El Ingeniero Civil ejercerá su profesión teniendo siempre presente que deberá servir
primordialmente a la sociedad mexicana de la que forma parte. Pondrá todo su esfuerzo
para lograr el mejoramiento del nivel de vida, de las mayorías, para lo cual, deberá estar
siempre enterado de las características de nuestro País, de los aspectos determinantes de la
vida nacional y deberá estar dispuesto a cumplir las misiones que se le asignen en
las áreas rurales. Cumplirá estrictamente las disposiciones legales relacionadas con el
ejercicio de su profesión, en especial las relativas al Servicio Social.
2. El Ingeniero Civil reconocerá que se debe a la Institución educativa en donde
realizó sus estudios, el prestigio profesional y su lugar en la sociedad. Consecuentemente,
prestará todo el apoyo moral y material a su Alma Mater, impartiendo la cátedra,
externando su opinión respecto a programas y planes de estudio y participando en
aquellos actos que contribuyan a darle prestigio.
3. El Ingeniero Civil, prestará toda la colaboración necesaria para el fortalecimiento
de las organizaciones profesionales a las que se afilie.
4. El Ingeniero Civil le debe respeto a la persona y al trabajo e sus compañeros de profesión.
Consecuentemente, evitará lesionar el buen nombre y prestigio profesional de sus colegas
ante clientes, patrones y trabajadores; no someterá a subasta sus honorarios, ni competirá en
la prestación de servicios profesionales, disminuyendo el justo monto de sus
emolumentos, o aprovechando el previo conocimiento de los solicitados por un colega.
5. El Ingeniero Civil actuará ante cada cliente con absoluta lealtad y discreción, poniendo a
su servicio todos sus conocimientos y capacidad profesional. Cuidará celosamente de
los intereses de sus clientes y solo aceptará la retribución convenida con éste; no compartirá
sus honorarios, ni aceptará dádivas o favores que puedan influir en sus juicios.
6. Cuando ocupe un puesto remunerado, ya sea en el sector público o en el privado,
el Ingeniero Civil pondrá especial cuidado en vigilar los intereses de la entidad para
la que trabaje, actuando siempre bajo las directrices que le sean fijadas por sus
superiores; respetará y hará respetar su posición y su trabajo; si discrepa de sus superiores
tendrá la obligación de externar, ante ellos, las razones de su discrepancia y si no
convence o es convencido, preferirá dejar la posición que ocupa antes de actuar con
deslealtad. Asimismo, pondrá especial cuidado en evitar ofrecer, solicitar o aceptar
compensación alguna, con objeto de influir en negociaciones de cualquier índole
aprovechando las ventajas de su puesto.
7. El Ingeniero Civil será flexible en la aplicación de las normas de protección a los
trabajadores, que caracterizan a la legislación laboral mexicana. Tratará como a sus
trabajadores y empleados como colaboradores en una tarea común y les proporcionará
como mínimo, las prestaciones que las leyes fijen procurando además su mejoramiento
material, social y cultural.
8. El Ingeniero Civil debe tener plena conciencia de que los conocimientos obtenidos
en las aulas, previamente a la obtención del título, no proporcionan una preparación
permanente para el ejercicio profesional, sino que éste requiere, constantemente de
empleo de nuevas técnicas y procedimientos. Consecuentemente, deberá esforzarse en
mantener al día sus conocimientos relativos a la especialidad que practique. Procurará
intercambiar y publicar sus experiencias, dictar conferencias y en general, desarrollar
aquellas actividades que tiendan a mejorar el nivel
profesional de sus colegas, en especial de las nuevas generaciones.
9. El Ingeniero Civil respetará su profesión y la ejercerá con entusiasmo, seriedad y
dedicación. Evitará anunciar sus servicios en lenguaje autoadulatorio, exagerar la
importancia de su intervención, prestar su nombre para anunciar productos con fines
comerciales y actuar de cualquier otra manera que afecte el honor, integridad y dignidad
profesionales.
10. El Ingeniero Civil expresará su opinión profesional y rendirá informes, dictámenes
y peritajes, sólo cuando considere poseer los conocimientos necesarios para ello. Aceptará
sus propios errores y se abstendrá de distorsionar, de alterar hechos y situaciones,
con objeto de justificar su posición. Si su criterio, proposiciones u opiniones profesionales
no fueren tomados en cuenta no obstante haber sido solicitados, deberá señalar claramente
las posibles consecuencias y, en su caso, notificar a las autoridades competentes
cuando se ponga en peligro la seguridad pública.

DEONTOLOGÍA POLÍTICA

La Ética Política.

La ética política puede definirse etimológicamente como la ética propia del estado o la
organización social. En este sentido estaría constituida por las normas de acción que
efectivamente permiten la convivencia y la cooperación social y coordinan las acciones
individuales para fomentar el bienestar general. Por otro lado, desde un punto de vista
moderno podemos definir la ética política como la parte de la ética que se ocupa de los
principios o normas de acción que deben regir el comportamiento del político en su calidad
de gobernante o legislador, responsable, en última instancia, del bienestar y seguridad de
todos los miembros del estado.
La ética política adquiere su personalidad a partir de las difíciles relaciones históricas entre
ética y política. Mientras la ética filosófica se halla comprometida con la formulación de
principios universalmente válidos, que han de generar obligaciones (y, en contrapartida,
derechos) irrenunciables, la práctica política se ve abocada a la toma de decisiones que, para
hacer compatibles valores en conflicto, han de negar o limitar algunos de los derechos que la
ética considera inalienables. Aspectos tópicos de esta vieja disputa son el debate libertad vs
seguridad; derecho individual vs interés nacional; derecho de resistencia vs obediencia
política, etc.
La ética política es ética aplicada y, «desde la perspectiva de su aplicación, la ética debería
ser entendida como el impulso del buen hacer y el rechazo de lo que está mal hecho. Si
pensamos en el hacer político, habrá que decir que la ética es el impulso de la buena política
y la crítica de la mala política. De algún modo, pues, el discurso ético se encuentra antes y
después de la práctica política: antes, porque fija horizontes; después, porque critica sus
fallos, desviaciones y omisiones. Si es difícil determinar en qué consiste la buena política, no
lo es tanto decir en qué se está equivocando la política, cuando incurre en maldades. De una
parte, la política es mala si utiliza procedimientos y medios impropios para fines
supuestamente justos y democráticos. La mala política es, en una palabra, la política corrupta.
También es mala la política que no se dedica a combatir el mal del mundo: las injusticias, las
catástrofes, los privilegios, la violencia, la discriminación, el terror. Ahí es donde entra, como
consecuencia, la buena política, dirigida a corregir lo que no es como debería ser.
Tradicionalmente se buscaron caminos para someter la política práctica al imperio de los
mandatos morales. Este intento proscribiría la injusticia, llenando de contenido ético la
acción política. Sin embargo, este anhelo histórico de la filosofía moral se vio contrariado,
paradójicamente, por la ética kantiana. En efecto, el rigorismo, universalismo y formalismo
kantianos elevaron tanto la exigencia moral que parecía imposible que una práctica política
no acabase por dar la espalda a la ética. Hegel supo ver que la moral pura jamás podría llegar
a ser práctica. Ante él se abría un dilema: o justificar la aceptación de un imperativo
categórico irrealizable o admitir la práctica impura como única alternativa al quietismo.
Hegel optó por esto último.

DEONTOLOGÍA RELIGIOSA

Las personas, a lo largo de la historia, han buscado enriquecer sus vidas y despertar por
completo su naturaleza a través de las prácticas espirituales incluyendo la oración,
meditación, disciplinas de mente y cuerpo, servicio, rituales, liturgia en la comunidad, días
santos y observancia de las razones, y ritos de pasaje. "Las prácticas religiosas primarias"
son aquéllas intencionadas, o especialmente probable, a traer unos estados excepcionales de
conciencia como la experiencia directa de lo divino, de unidad cósmica, o de conocimiento
ilimitado.

En cualquier comunidad, hay algunos que sienten el llamado para ayudar a otros a lo largo
de los caminos espirituales, y quiénes son conocidos como ministros, rabinos, pastores,
curanderos, chamanes, sacerdotes, u otros títulos. Nosotros llamamos a tales personas
"guías": aquéllos con experiencia en alguna práctica, familiarizados con el territorio, y
quiénes actúan para facilitar las prácticas espirituales de otros. Un guía no tiene la necesidad
de reclamar el conocimiento exclusivo o definitivo del terreno.

Las prácticas espirituales, y las prácticas religiosas especialmente primarias, llevan sus
riesgos. Por consiguiente, cuando un individuo escoge practicar con la ayuda de un guía,
ambos toman responsabilidades especiales. El Concilio sobre Prácticas Espirituales propone
el siguiente Código de Éticas para aquéllos que sirven como guías espirituales.

1. LA INTENCIÓN: Los guías espirituales han de practicar y servir de tal modo que cultiven
la prudencia, empatía, y sabiduría.

2. SIRVIENDO LA SOCIEDAD: Las prácticas Espirituales serán diseñadas y se dirigirán dé


manera que respeten el bien común, con consideración hacia la seguridad pública, la salud,
y el orden. Porque el conocimiento aumentado adquirido por las prácticas espirituales puede
catalizar el deseo para un cambio personal y social, los guías usarán un cuidado especial para
ayudar a dirigir las energías de aquéllos que ellos les ministran, así como la suya propia, de
un modo responsable que refleje un amor qué consideren todas las vidas.

3. SIRVIENDO A LOS INDIVIDUOS: Los guías Espirituales respetarán y buscarán


conservar la autonomía y dignidad de cada persona. La participación primaria en cualquier
práctica religiosa debe ser voluntaria y basada en una declaración previa de lo que contiene
y con el consentimiento dado individualmente por cada participante mientras está en un
estado de conciencia lúcido. La declaración previa contendrá, por lo menos una discusión
sobre cualquier elemento de práctica que podría verse razonablemente como uno que
presenta algunos riesgos físicos o psicológicos. En particular, deben advertirse a los
participantes que la experiencia religiosa primaria puede ser difícil y dramáticamente
transformativa.

Los guías harán las preparaciones razonables para proteger la salud y la seguridad de cada
participante durante las prácticas espirituales y en los períodos de vulnerabilidad que puedan
surgir. Los límites en las conductas de los participantes y facilitadores serán hechos claros y
convenidos de antemano antes de cualquier sesión. Las costumbres apropiadas de
confidencialidad serán establecidas y se honrarán.

4. LO COMPETENTE: Los guías espirituales ayudarán sólo con las prácticas que ellos están
calificados mediante la experiencia personal y entrenamiento o educación.

5. LA INTEGRIDAD: Los guías espirituales se esforzarán por ser conscientes de cómo sus
propios sistemas de creencias, valores, necesidades, y limitaciones afectan su trabajo.
Durante las prácticas primarias religiosas, los participantes pueden estar especialmente
expeditos a sugerencia, manipulación, y explotación; por consiguiente, los guías deben
preciar proteger los participantes y no permitirle a nadie usar esa vulnerabilidad de manera
que le haga daño a los participantes u otros.

6. PRESENCIA CALLADA: Para ayudar a salvaguardar contra las consecuencias dañinas


de la ambición de las personas y organizaciones, las comunidades espirituales usualmente
deberían permitir mejor su crecimiento mediante la atracción en lugar de la promoción activa.

7. NO POR GANANCIA: Las prácticas espirituales deberían ser dirigidas en un espíritu de


servicio. Los guías espirituales se esforzarán por acomodar a los participantes sin tener en
cuenta su habilidad para pagar o de hacer donaciones.
8. LA TOLERANCIA: Los guías espirituales practicarán la abertura y respetarán las personas
cuyas creencias aparentemente están en contradicción con las suyas.

9. REVISIÓN DE ADEPTOS: Cada guía buscará el consejo de otros guías para ayudar a
asegurar lo saludable de su o sus prácticas y ofrecerá el consejo cuando haya la necesidad.

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