Está en la página 1de 31

investigación Económica 158, octubre-diciembre de ¡981, pp.

119-149

LEY DEL VALOR E INTERCAMBIO DESIGUAL


EN A. EMMANUEL
F r a n c i s c o J a v ie r R a m os*

I. I ntroducción

En el año de 1969 Arghiri Emmanuel publica su libro El intercambio


desigual,* obra con la cual impulsa y amplía la discusión en tomo a
la ley del valor internacional que opera en el mercado mundial capita­
lista, así como de las repercusiones de esta ley sobre la estructura eco­
nómica internacional, integrada por bloques de países capitalistas de­
sarrollados y subdesarrollados. El punto de partida de Emmanuel es
la revisión crítica de la teoría burguesa de las relaciones económicas in­
ternacionales, cuya base es el “principio’' de las ventajas comparativas
y que, en pocas palabras, propone que el comercio libre resulta en ma­
yor provecho y bienestar para todas las naciones comerciantes.2 El pro­
pósito de toda la obra de Emmanuel no sólo consiste en tratar de
demostrar que el comercio libre entre naciones beneficia a unas y per­
judica a otras, sino también en que éste se constituye en el mecanismo
a través del cual se ejerce la dominación de unas naciones sobre otras,
el proceso permanente de desarrollo y subdcsarrollo. Y esto tal vez
constituye la principal razón por la cual la obra de Emmanuel exige
un estudio sereno y cuidadoso. En El intercambio desigual se propone
la tarea de construir, al margen de la teoría burguesa del comercio
internacional, por primera vez de manera totalizante, una teoría que
* Profesor del Departamento de Economía de la UAM-Azoapotzalco.
1 Publicado por primera vez en español por la editorial Siglo XXI en 1972.
2 Sobre este “ principio” , véase mi artículo “El Principio de las ventajas comparativas
de Ricardo”, Reporte de Investigación, núm. 35, División de Ciencias Sociales y Huma­
nidades, UAM-Azcapotzalco.
119
120 I nvestigación E conómica

explique la formación del valor internacional y que dé cuenta de sus


implicaciones sobre los países comerciantes. No por otra razón hemos
visto y continuamos viendo aparecer multitud de artículos y hasta li­
bros enteros que tratan acerca de la tesis de Emmanuel sobre el inter­
cambio desigual, por más que Samir Amin y Paul Samuelson hayan
insistido en que hay poco que agregar al tema.8
A decir verdad, poco (muy poco) se ha considerado y puesto a dis­
cusión en el aspecto más importante, a partir del cual se levanta toda
la tesis del intercambio desigual de Emmanuel, esto es, su particular
concepción de la teoría del valor.4 Buena parte de la discusión en tomo
a Emmanuel se ha centrado en la crítica a algunos de los supuestos
en función de los cuales se desarrolla la tesis del intercambio desigual,
sea el supuesto del salario como “variable independiente” del sistema,
el de la tasa de plusvalía mayor en los países subdesarrollados que en
los desarrollados, o el supuesto de la igualación internacional de las
tasas de ganancia, o bien, en fin, el de la constancia de las tasas de
plusvalía antes y después del comercio. Mucho se ha discutido tam­
bién acere;! de las conclusiones políticas que se derivan de El inter­
cambio desigual, en particular aquella acerca de la no-solidaridad
internacional de los trabajadores y de aspectos más generales en tomo
a diversas líneas interpretativas sobre el proceso del subdesarrollo. La
discusión, en su mayor parte, ha sido provechosa. No obstante, más
allá de la pertinencia o no de ciertos supuestos, es nuestro interés refle­
xionar, en primer lugar, sobre la propia concepción que Emmanuel
tiene acerca del valor y de las leyes del intercambio mercantil. Con­
sideramos que, metodológicamente, éste es el camino más conveniente
para avanzar en la comprensión cabal y crítica de las tesis y conclu­
siones de Emmanuel.
Con el objeto de hacer entendible este artículo a aquellos lectores
poco familiarizados con El intercambio desigual de Emmanuel, en la
" Ct. Samir Amin, "El intercambio desigual y la ley del valor” , ¿Cómo ¡unctona el
capitalismo?, edit. Siglo X X I; Paul Samuelson, ‘‘The Illogic oí thc Marxist Doctrine oí
Unegual Exchangc" en Belsley, Kane, Samuelson, el al, ínflation. Tráete and Taxes, Ohio
State University Press.
4 El único ensayo que conozco y que trata extensivamente este punto nodal de la tesis
de Emmanuel es el de Javier Iguiñiz. (“Elementa Toward a More General Theory oí Une-
qual Exchange”, tesis doctoral, New School For Social Research, Nueva York, 1979). Char­
les Bettelheira, en sus comentarios críticos a Emmanuel, que fueron publicados como apén­
dice al propio libro de éste, y que dieron inicio al debate en torno a la tesis de Emmanuel.
marca algunas líneas generales en relación al mismo tema. Cf.. “Observaciones teóricas”,
en Emmanuel, op. cit., pp. 311-17. Véase también, A. Shaikh, “Foreign Trade and the
I^aw of Valúe; Part II”, Science and Society, enero-marzo. 1980.
L ev del valor en E mmanuel 121

sección siguiente se explica brevemente la operación de su tesis del


intercambio desigual, cómo se produce y bajo qué condiciones, para
luego pasar, en las secciones siguientes, a una discusión detallada de
la propia teoría del valor sobre la cual se sustenta lo anterior. Ahí
sostendremos la tesis de que Emmanuel personifica una versión neo-
smithiana del valor, que da marcha atrás a los avances hechos primero
por Ricardo y luego por Marx, lo cual se explica por su excesivo én­
fasis en el “problema” de la determinación cuantitativa del valor. En
la sección VI analizaremos la relación entre la teoría del valor que
Emanuel sostiene y su tesis del intercambio desigual, para mostrar lo
que hemos denominado la dicotomía de las leyes del intercambio inter­
nacional propuestas por Emmanuel.

II. La tesis del intercambio desigual

El intercambio desigual es el mecanismo elemental de transferencia


de valor de un grupo a otro de países y que asegura un proceso per­
manente de desarrollo de unos y subdesarrollo de los otros.6 Este in­
tercambio desigual se produce en el mercado mundial y tiene como
causa fundamental las diferencias de salarios entre grupos de países
capitalistas.6 En virtud de lo anterior, Emmanuel tiene que suponer
al salario como la “variable independiente” del sistema, de tal forma
que siendo los precios la “variable dependiente”, el nivel y movimiento
de éstos se explique por el nivel y movimiento de aquéllos. Esta pro­
posición —que como veremos en la sección V es insostenible— está
íntimamente vinculada con la teoría del valor-reclamo que sostiene
Emmanuel y que abordaremos en la sección siguiente. Por otro
lado, Emmanuel supone la igualación de la tasa de ganancia a niv el in­
ternacional, determinada esta igualación por la movilidad internacional
del capital. Este supuesto es fundamental porque es el que permite
construir un sistema mundial unificado de precios de producción a tra­
vés del cual se realizan las transferencias de valor.7 De tal forma que
6 Emmanuel, of> cti., p. _’96.
e / bid., pp. 103-4. Las diferencias de salario entre países se explican por las difererr.es
condiciones históricas y sociales que determinan los valores de la fuerza de trabajo en cada
uno de los países.
7 En sentido estricto, Emmanuel no rechaza el principio de las ventajas comparativas
en sus propios términos. Lo único que hace Emmanuel es rechazar la pertinencia del su­
puesto de la inmovilidad internacional del capital hecho por Ricardo. Según la tesis de
Emmanuel, la integración del sistema de precios de producción mundiales, resultado de la
movilidad internacional drl capital y de la consecuente igualación dr la tasa de ganancia,
122 I nvestigación E conómica

si tenemos una situación de comercio entre dos grupos de países, A y


B, en la cual no hay una igualdad internacional de las tasas de ganan­
cia y hay diferencias en las tasas de salario, los términos de intercambio
correspondientes a este comercio aseguran un intercambio de equiva­
lentes y, por lo tanto - -diría Emmanucl—, no hay razón alguna por
la cual el intercambio pueda no ser benéfico para todos. Ejemplifi­
cando :

Precio de
C V P Valor r G produc.
P aís A 80 30 15 125 1 3.8% 15 125
País B 40 15 30 85 5 4 .5 % 30 85

120 45 45 210 45 210


D onde c = C a p ita l c o n s ta n te c o n s u m id o

V - C a p ita l v a ria b le

p= P lu s v a lía

V a lo r m e d io e n h o ra s d e t r a b a jo sim p le y’ a b s tr a c to

r — ta s a tn ed i'a d e g a n a n c ia

G= g a n a n c ia

Los precios de producción para cada grupo están dados por la suma
del capital constante consumido, capital variable y la ganancia, media
que, a su vez, queda determinada por el producto de la tasa general
de ganancia y el capital total invertido (que en este caso es igual al con­
sumido). Se observará que, en este caso, la diferencia en las tasas de
ganancia de cada país se debe exclusivamente a las diferentes tasas
de plusvalía (P/V) supuestas. En el caso de A, la tasa de plusvalía

establece el escenario a través del cual se eícctúa el intercam bio desigual. No obstante, si
suponemos una situación en la cual no existe igualdad internacional de la tasa de ganan­
cia. en tal caso, Em m anucl acepta plenam ente e! principio de las ventajas comparativas,
“ . . . n o es la invulnerabilidad d e la teoría (de los costos comparativos] d entro del m arco
de sus propias hipótesis lo que resulta im presionante. Lo que es notable es que el realismo
mismo d e estas hipótesis, y sobre todo el de la hipótesis fundam ental y explícita, es decir,
la de la inmovilidad de los factores, no haya sido hasta el presente puesta seriam ente en
duda” . Ibid., p. 7. Y luego: “ . . . para que la ley de formación de los precios de produc­
ción sea rem plazada por la de los costos comparativos, es preciso y basta que sólo el capital
sea inmóvil". Ibid., p. 83. (Subrayado añadido).
L ey del valor kn Km Manuel 123

es de 50%, y en el caso de B es de 200%. De aquí. Emmanuel con­


cluye que los salarios son más altos en A que en B.8
Los términos del intercambio mercantil, 1.47 unidades de B por una
unidad de A, se podrá observar, corresponden a un intercambio de
equivalentes, razón por la cual no podemos hablar de una transferen­
cia del valor. Esta situación se transforma en su contraria desde el
momento en que existe una igualación de la tasa de ganancia a nivel
internacional y, por lo tanto, un sistema integrado de precios de pro­
ducción a nivel mundial. Como es sabido, una tasa de ganancia igual
significa un rendimiento por unidad de capital igual para cada inver­
sionista en uno u otro grupo de países. Con el supuesto de la movilidad
in te rn a c io n a l del capital, éste flu irá e n tre países e n busca de la m a y o r
tasa de ganancia, asegurando así el proceso hacia su igualación. Pero
si partimos de una situación previa a la igualación de la tasa de ganan­
cia, como en el ejemplo anterior, es evidente que en este proceso hacia
la igualación, la tasa de ganancia de los capitales en el grupo B dismi­
nuiría y lo contrario sucedería con la tasa de ganancia en el grupo de
países A. La situación sería la siguiente:

Precio de
C V P Valor r G produc.

P a ís A 80 30 15 125 30 140

P a ís B 40 15 30 85 2 7 .2 7 % 15 70

120 45 45 210 45 210

El resultado es intercambio desigual en detrimento del país B. Se


observará que los términos de intercambio simple o de trueque son,
en este caso, dos unidades de B por una de A, mientras que, como se
había señalado anteriormente, para que el intercambio fuese de equi­
valentes, la relación debía ser P4/P B= IA 7 . De esta manera, podemos
concluir, el intercambio desigual se produce a través del proceso de
H Esto no es necesariamente cierto, al menos desde el punto de vista teórico. Kmmanucl
repetidamente toma el capital variable y salario como una misma cosa, de tal forma que
si V ^ > V g, entonces W ^ > w b * ü vlccvtTSA- Se Puc<fc> »»n embargo, presentar el caso
siguiente: w ^ > w ^ y (P /V ) ^ > (P/B) ^ ( Cf. E. Chatelain, “¿A dónde lleva !a tesis del
intercambio desigual?” , Crítica de la Economía Política, núin. 10, cnero-inarzo de 1979,
p. 143).
124 I nvestigación Económica

igualación internacional de la tasa de ganancia; su causa es la diferen­


cia de niveles de salario entre los países comerciantes. Es de esta ma­
nera como en el mercado mundial se produce el proceso de transferen­
cia de riqueza social de los países con salarios menores a aquellos con
salarios más altos y, por ende, el proceso permanente de subdcsarrollo
y empobrecimiento de unos y desarrollo y enriquecimiento de otros.
En este piuito surge una multitud de preguntas: ¿Podemos identi­
ficar directamente un proceso de transferencia de valor entre países
con un proceso de desarrollo y subdesarrollo de países?, ¿es correcto
utilizar el esquema de precios de producción de Marx para desarrollar
la tesis del intercambio y desarrollo desigual entre países?, ¿son en
verdad los esquemas de los precios de producción de Marx los que se
están utilizando aquí?, ¿si el valor está medido en horas de trabajo
simple y abstracto, en que sentido decimos que Emmanuel rechaza la
teoría del valor-trabajo? Para dar una respuesta correcta a estas y
otras preguntas más, es importante iniciar nuestra crítica desde la base
misma del pensamiento de Emmanuel: su concepción sobre el valor.

III. La teoría del valor-reclamo (o derecho) de Emmanuel

La teoría del valor de Emmanuel constituye un claro retroceso en re­


lación a lo que Ricardo había escrito sobre el valor en sus Principios
de Economía Política. El primer capítulo de Ricardo se constituye a
partir de la crítica a la Teoría del Valor de Adam Smith que postula
que el precio de las mercancías se determina por la suma de las retri­
buciones al trabajo, al capital y a la tierra. Señala Ricardo que pese
a que Smith reconoce que el trabajo es la “fuente originar* del valor
de cambio en el “estado rudo y primitivo” de la sociedad, rechaza este
mismo principio para el caso de la sociedad capitalista. La proposición
fundamental de Ricardo consiste en lo siguiente: aún en el caso de la
sociedad capitalista. el principio de que es la cantidad de trabajo
incorporado en las mercancías lo que establece la recala del intercam­
bio íntimo, mantiene plena validez. Esto es precisamente lo que Emma­
nuel está cuestionando al sostener que en el caso de la sociedad capi­
talista no es posible determinar los valores de cambio a partir de las
cantidades de trabajo incorporado, y que el único cálculo posible es
el de la suma de las retribuciones a los factores. Como veremos en­
seguida, el rechazo que Emmanuel hace de la teoría del valor-trabajo
obedece, por un lado, a que todavía se encuentra atrapado por el de­
fecto clásico de querer reducir la ley del valor a un simple problema
L ey del valor en E mmanuel 125

de determinación cuantitativa y, por otro lado —íntimamente vincu­


lado con lo anterior—, a que no logra descubrir en su totalidad el plan­
teamiento de Marx sobre la misma ley.
La proposición central de la Teoría del Valor de Emmanuel se re­
sume en las siguientes afirmaciones:
El intercambio de mercancías representa, en último análisis, un
intercambio de derechos sobre una primera participación en el
producto económico de la sociedad p. 42, (subrayado añadido).
[El intercambio de equivalentes no representa] el intercambio
de iguales cantidades de trabajo, sino el intercambio de agrega­
dos iguales de factores [trabajo y uso de capital]... p. 361.11
Estas proposiciones contienen otra igualmente importante, que Emma­
nuel va a subrayar a cada momento que le es posible: el trabajo no
es la fuente del valor; por el contrario, lo que las mercancías materia­
lizan son los derechos de los reclamantes, sea que se considere una
sociedad de productores privados (un sólo factor) o una sociedad en
donde existen dos factores, trabajo y capital. Esto queda bastante claro
cuando Emmanuel escribe:
En el caso [ . . . ] en el que el productor independiente sólo tiene
un único factor por remunerar, su propio trabajo..., es evidente
que las cantidades físicas de ese factor [medidas por su unidad
cronométrica] bastan para la reducción de los valores de uso pro­
ducidos por un denominador común, no porque esas cantidades
de trabajo constituyan una sustancia, que. . . impregna la mer­
cancía [de v a l o r ] . s i n o simplemente porque el productor inde­
pendiente tiene el ‘derecho* de cambiar de actividad y privar al
mercado de producción, si no está satisfecho con el intercambio. . .
p. 451 (subrayado añadido).
El valor no se entiende como la materialización del tiempo de tra­
bajo abstracto, aun en el caso de la sociedad productora de mercan­
cías en la que sólo un factor actúa en y sobre la producción. En con­
secuencia, Emmanuel tiene razón en insistir en su polémica con Bet-
telheim que su teoría del valor es una sola, la del valor-reclamo (o
derecho), y no dos: una aplicable a la sociedad mercantil simple y a
la sociedad capitalista con iguales composiciones de capital (“poco
# Por la categoría de Factor, Emmanuel entiende “Todo derecho establecido a una pri­
mera participación en el producto económico de la sociedad”. Ibid., p. 39
126 I nvestigación E conómica

desarrollada**), y otra, aplicable a la sociedad capitalista con diferen­


tes composiciones orgánicas (“desarrollada”).10
Si la tasa de cambio de las mercancías corresponde, en el caso de
sólo un factor, a la relación entre los respectivos trabajos incorporados
en cada mercancía, esto no se debe —nos dice Emmanucl— a que el
trabajo sea la fuente real del valor de las mercancías, sino simplemen­
te a que la totalidad del producto coincide con la retribución al trabajo.
No obstante, Emmanuel insiste en distinguir entre la teoría simple
del valor y su forma desarrollada11 y de ahí tal vez la posible confusión
de Bcttclhcim y otros de atribuirle dos teorías del valor. Pero esto no
significa que existan dos principios diferentes que regulen las tasas de
cambio mercantil en las dos circunstancias señaladas; al contrario,
existe uno solo, el de la retribución a los factores, que presenta resul­
tados diferentes en uno y otro casos.
Según Emmanucl, estos resultados diferentes son, a su vez, produc­
to de un cambio cualitativo en la sociedad, expresado en términos de
la incorporación de un segundo factor, el capital, como derecho esta­
blecido a una parte del producto.
Para pasar de esta situación [capital prácticamente inexistente, o
bien igual o proporcional a los salarios] a la del capitalismo desa­
rrollado, en donde la desigualdad de las composiciones orgánicas
se vuelve significativa, es preciso una acumulación de cambios
cuantitativos que engendran en un momento dado la mutación
cualitativa por la cual se pasa del campo de la gravitación del
valor al de los precios de producción (p. 427).
Lo interesante aquí es que las anteriores disgresiones de Emmanuel
son muy reminisccntcs de las ideas de Adam Smith en tomo a la deter-
10 Bettclheim, sin embargo, captó en lo esencial el punto cuando, pese a insistir en que
en Emmanuel existen dos leyes del valor, aplicable una a la sociedad mercantil simple y a
la capitalista “poco desarrollada" y, otra, a la sociedad capitalista desarrollada, agrega que,
“estas dos leyes terminan por reducirse” a una sola, la que hace aparecer al valor de un pro­
ducto o a su precio de producción como la suma de la remuneración de los factores [ - ..]
que sirvieron para pn>ducirla” . “Observaciones teóricas”, op. cit., p. 314, cf. Emmanuel,
op. cit., p. 451.
11 “ . . . e s preciso distinguir la teoría simple del valor trabajo, que corresponde a las
condiciones de la producción mercantil precapitalista, de su forma desarrollada, que corres­
ponde a las condiciones capitalistas de producción tomando en cuenta las diferencias entre
Ricardo y Marx, la primera está expuesta en el capitulo (parágrafo) tercero de los Principios
de Ricardo y en el primer libro de El Capital de M arx; la segunda, en el capítulo (pará­
grafo) cuarto de la obra de Ricardo y en el libro 3o. de El Capital/ ' Emmanuel, ibid., p. 35;
véase también p. 57.
L ey »bl vai.or en Kmmanuki. 127

minación del precio “natural” de las mercancías. En un pasaje muy


conocido de La Riqueza de las Naciones, Smith señala que:
En aquel estado primitivo y rudo de la sociedad, que precede
tanto a la acumulación de capital como a la apropiación de la
tierra, la proporción entre las cantidades de trabajo necesario
para adquirir diferentes cosas parece ser la única circunstancia
que puede proporcionar una regla para el intercambio de una
cosa por la otra.^’

En este caso, señala Smith, el valor de cambio se determina por las


cantidades de trabajo incorporado (o comandado, en este caso da lo
mismo), puesto que la totalidad del producto le pertenece al traba­
jador. Pero tan pronto como existe y se acumula capital.

. . . l a totalidad del producto no siempre pertenece al trabajador.


Él deberá, en la mayor parte de los casos, compartirlo con el pro­
pietario del stock que lo empleó. Tampoco es la cantidad de tra­
bajo comúnmente empleada en adquirir o producir cualquier
mercancía, la única circunstancia que pueda regular la cantidad
con que ella pueda comprarse, comandarse o que por ella pueda
cambiarse. Es evidente que una cantidad adicional corresponde
a las ganancias del stock que adelantó los salarios y suministró
los materiales de ese trabajo (p. 55).
En otras palabras, la teoría de Adam Smith, según la cual la suma de
los salarios y las ganancias (y la renta), determina los precios “natu­
rales" de las mercancías, tiene validez desde el momento en que exis­
te stock de capital (entendido éste únicamente como medio de pro­
ducción, según las concepciones de Smith y Emmanuel), como también
parece ser que en la sociedad mercantil en la cual todavía no existe
capital, o éste es “prácticamente inexistente”, la circunstancia que re­
gula los valores de cambio es la cantidad de trabajo incorporado en
(o comandado por) las mercancías. Lo que es curioso es que de la
misma manera corno es posible equivocarse al atribuirle a Emmanuel
dos diferentes teorías del valor, una aplicable a la sociedad capita­
lista, Meek, Dobb y otros autores son propensos a confundir en Smith
dos diferentes teorías del valor, sin percatarse que, en éste como en12
12 The Wealth of Nations (Edición Cannan), libro I, University oí Chicago Prw*. p. 53.
128 I nvestigación E conómica

Emmanuel, ia teoría de la “suma de componente", bajo la sociedad


mercantil simple, es exactamente la misma que la del trabajo incor­
porado, en el supuesto de que la ganancia del capital siempre es igual
a cero. El único componente que determina el precio es el salario
(aplicando apretadamente esta categoría a una sociedad en donde no
existe tal) del productor privado, y esto es exactamente igual a la de­
terminación del valor por el tiempo de trabajo incorporado.“
Marx, después de haber intentado rescatar algunos indicios de una
teoría de la plusvalía en Smith, cuando éste empieza definiendo la ga­
nancia como residuo del valor generado por el tiempo de trabajo, fi­
nalmente lo desautoriza cuando Smith escribe que “Salarios, ganancias
y rentas son las tres fuentes originales de todo ingreso así como de
todos los valores intercambiables”.14

Después de presentar la renta del suelo y la ganancia como sim­


ples deducciones de valor, o del trabajo que agrega el obrero a
la materia prima, ¿cómo puede Adam Smith considerarlas fuen­
tes primitivas de valor intercambiables? [ ...] . En la medida en
que son títulos [condiciones] para la apropiación de una porción
del valor, es decir, del trabajo materializado en la mercancía, son
fuentes de ingreso para sus dueños. Pero la distribución o apro­
piación de valor no es, por cierto, la fuente del valor que se
apropia.18

Emmanuel, por otro lado, argumenta que “ ...l a misma presuposi­


ción del valor es la propiedad privada, es decir, un derecho sobre el
producto del trabajo de o tro .. . ” (p. 360), negándose a aceptar que
la distribución del producto entre las distintas clases principales de la
sociedad está precisamente regulada por la ley del valor de las mer­
cancías capitalistas. Por ello, para Emmanuel, en todo caso, los valo­
res de cambio están regulados por la suma de las retribuciones a los
“factores”. Esto no obsta para que al tiempo que Emmanuel insiste en
que lo que se materializa en las mercancías no es el trabajo, sino los
derechos de los “factores”, incurra en las mismas ambigüedades de
Adam Smith al definir la plusvalía como “lo que queda del producto
después del pago del salario” (Emmanuel, p. 94). Grave error que
u Cf. J. Cartclier, Surpoduit et Reproduction, en Teoría del Valor y la Distribución.
Depto. de Economía, UAM-Azcapotzalco, p. 48.
14 Smith, op. cit., p. 59.
16 Marx, Teorías de la Plusvalía, Tomo I. Edit. Cartago, p. 80.
L ey del valor en E mmanuel 129

resume todas las contradicciones propias de una teoría smithiana del


valor y que, posteriormente, resultará en la necesaria reconsideración
del supuesto del salario como “variable independiente'’ del sistema de
precios. Poique, por un lado Emmanuel propone que el valor se deter­
mina por la suma de retribuciones y, por el otro lado, supone dado el
valor agregado y, en consecuencia, entra en la órbita ricardiana de
la razón inversa salario-ganancia.1*
Pero lo primero excluye a lo segundo, y lo segundo supone precisa­
mente que el valor se determina independientemente de la distribu­
ción. En Adam Smith, por cierto, la inexistencia de la razón inversa
entre salarios y ganancias se explica porque éstos, componentes de la
distribución del producto social, son al mismo tiempo determinantes
del valor de ese producto. Suponer, entonces, el valor nuevo como dado
equivale a presuponer como dados los componentes determinantes del
valor, es decir el valor misino. Con apego a la verdad, a Emmanuel
no le queda sino proceder de esa manera, pues, en su esquema, elimi­
nada la diferencia en composiciones orgánicas del capital como po­
sible causa del intercambio desigual, un capital variable mayor sig­
nifica necesariamente un salario mayor. Esto es, la diferencia en V
entre uno y otro países se explica, más que por el número de trabaja­
dores, por el monto del salario. Lo que resta es establecer la muy du­
dosa suposición de que el valor nuevo añadido es de la misma mag­
nitud en ambos países, de forma tal que si el salario es mayor en el
país A que en el país B, la tasa de plusvalía será menor en el primero
y mayor en el segundo*
El retroceso de Emmanuel respecto de lo descubierto por Ricardo
es, en este sentido, muy claro. La contribución fundamental de Ri­
cardo a la Economía Política consiste en haber señalado que la ley
del valor trabajo es la que rige la determinación de los valores de
cambio de las mercancías capitalistas, aporte por el cual Marx le tuvo
gran respeto intelectual. Marx mismo insiste en la crítica a los econo­
mistas post-ricardianos que retomaban la teoría del valor de Smith,
según la cual el valor de las mercancías capitalistas no se determina
por el trabajo incorporado en ellas.17 La interpretación que Emmanuel
w Emmanuel, ihid., pp. 57-8. Aun así. Emmanuel misino se atreve a criticar a Smith,
cuando este primero propone que la suma de salarios, ganancias y renta determina el "pre­
cio natural” de las mercancía», y luego, señala que la renta se define como un residuo del
precio vibre los gastos de producción. C/.. ib id,, p. 60.
* Véase nota 8.
17 Sobre Torren», Bailey y John Stuart Mili cf., Teorías de la Plusvalía, Tomo III,
Edit., Cartago, p. 62, pp. 137-8, p. 167, respectivamente.
130 I nvestigación E conómica

hace de El Capital de Marx es, en consecuencia, algo peculiar y coin­


cide con el planteamiento historicista que sobre tal obra algunas otras
gentes hacen. Según esta corriente, la primera sección del tomo I cu­
bre el caso de una sociedad precapitalista; el resto del mismo tomo y
del siguiente analizaría el caso de una sociedad capitalista “poco” de­
sarrollada, tipificada por la igualdad de las composiciones orgánicas
de capital de las diferentes ramas.“ Sólo hasta el tercer tomo de El
Capital se analiza la sociedad capitalista desarrollada. Pero, en este
último caso, la teoría según la cual el valor de cambio de las mercan­
cías se determina por las cantidades de trabajo incorporado en ellas ya no
es aplicable. En realidad, en sentido estricto, nunca fue aplicable, pues­
to que, por principio, Emmanuel sostiene que no es el trabajo, sino la
retribución ai factor, lo que se materializa en la mercancía. Por ende,
al margen de la coincidencia en la determinación cuantitativa del valor
de cambio de la mercancía no capitalista, Emmanuel está plenamente
consciente de su distanciamiento de la teoría marxista del valor.
No es nuestro propósito polemizar acerca de la interpretación me­
todológica que Emmanuel hace de El Capital. Sin embargo, conviene
apuntar que el orden de exposición señalado por Marx en el epílogo
a la segunda edición del primer tomo más que hacer un seguimiento
histórico del desarrollo de la producción mercantil precapitalista y
capitalista, obedece al método según el cual la exposición se inicia con
la categoría más general a partir de la cual se pretende explicar las
leyes generales del movimiento del modo de producción específica­
mente capitalista. En este sentido, como bien lo señala Balibar,1* el
modo de producción capitalista aparece, en la primera sección, sim­
plemente como un modo de producción de mercancías. El hecho
de que en la primera sección no aparezca ni se explique la rela­
ción social capitalista no quiere decir, de manera alguna, que lo que
ahí se estudie no sea el modo de producción capitalista. Es evidente
que si Marx quiso explicar, teóricamente, el surgimiento y la produc­
ción de capital, sólo lo pudo hacer no suponiéndolo. Esto, a su vez,
significa que la ley del valor es la base a partir de la cual se desarrolla
la ley de la reproducción capitalista.20

u Emmanuel, op. cit., p. 63.


19 E. Balibar, “Sobre la Dialéctica Histórica’*, Cinco Enyayos de Materialismo Histórico,
Edit. Laia, pp. 218-19.
30 “La transformación del dinero en capital ha de desarrollarse sobre la base de las
leyes inmanentes al intercambio de mercancías, de tal modo que el intercambio de cquira
lentes sirva como punto de partida” . Marx, El Capital, tomo I, edit. Siglo XXI, p. 202.
LfcY DEL VALOR EN EMMANUEL 131

IV. Trabajo abstracto y magnitud de valor

Pero el problema con Emmanuel estriba en que él “no cree en el va­


lor absoluto”. Esto quiere decir que rechaza la tesis de que el valor
de cambio es una forma del valor que se crea en la producción.212
De esta manera, el valor es simplemente un atributo relativo de las
mercancías. Así, en unas cuantas líneas, se echa por la borda, no sólo
la teoría del valor de Marx, sino incluso (hasta cierto punto) la de
Ricardo.23 Para Emmanuel, en realidad, sólo podemos hablar de valor
de cambio. Por lo demás, apenas es necesario recordar que ya Bailey
en la segunda década del siglo pasado se había encargado de acusar
a Ricardo por “pensar” en la existencia del valor “real” (absoluto),
y que a M arx le tocó la tarea de defender a Ricardo de las acusacio­
nes de Bailey, en el tercer libro de Teorías de la Plusvalía. Así pues,
Emmanuel no cree en el valor absoluto, entendido como la materia­
lización del tiempo de trabajo abstracto, porque éste no se constituye
en cuanto tal sino hasta después de la producción.

. . . e s exacto que mi análisis comporta un elemento ex-post: la


perecuación de las remuneraciones de equilibrio. Pero pretendo
que es imposible llegar al concepto de trabajo abstracto —esla­
bón indispensable para construir el de trabajo socialmente nece­
sario— sin este elemento ex-post. Una reducción enteramente
ex-ante del trabajo abstracto es, a mi entender, imposible sin
caer en el artificio (p. 371).

En primer lugar, Emmanuel trata de reducir el espacio de análisis


del concepto de trabajo abstracto a su mera definición cuantitativa:

Pero ¡ inténtese construir el concepto de “trabajo socialmente ne­


cesario” sin utilizar el de trabajo abstracto, e inténtese “pensar”
la trasmutación del trabajo concreto y complejo en trabajo simple
y abstracto sin referirse a la cuantificación de los diversos traba­
jos concretos por medio de una escala de reducción establecida
por la competencia de los factores y por su posibilidad de pasar
de una rama a otra! (p. 366).*
21 Cf., Emmanuel, op. eit., pp. 361-362.
22 Véase la discusión con Trow er sobre el valor real y el valor de cambio en su corres­
pondencia de julio y agosto de 1821. D. Ricardo, Obras y Correspondencia, tomo IX, fck .
23 Véase también p. 44.
132 I nvestigación E conómica

En otras palabras, Emmanuel está tratando de seguir el procedi­


miento inverso al que sigue Marx en el primer capítulo del tomo I de
El Capital; esto es, definida la cualidad, se determina la cantidad.24
Cuando M arx apunta que la cualidad del trabajo abstracto consiste
en su indiferenciación, pretende explicar que el trabajo es el único
elemento en común entre dos mercancías que se equiparan, se igualan
y se intercambian. El siguiente problema es la determinación cuantita­
tiva, a partir del tiempo de trabajo abstracto y, en consecuencia, del
tiempo de trabajo socialmente necesario. El problema de Emmanuel
radica en que atrapado en el ‘‘absurdo*’ de determinar la magnitud
de valor antes del intercambio, olvida que ese “absurdo’* no es sino
producto ideal de la contradicción interna de la mercancía. Pero no
por esta “inconsistencia lógica” habremos de violentar la realidad del
desenvolvimiento del intercambio mercantil, de las leyes objetivas que
rigen su producción. Por el contrario, primero debemos observar esta
realidad y detectar sus contradicciones internas. En este sentido —y
como veremos más abajo—, la presuposición del valor antes del inter­
cambio, significa tanto como la presuposición del valor de uso en ese
mismo momento. Son dos presuposiciones que se hacen, y que se re­
suelven en el transcurso del proceso de cambio, pero que tienen una
base material y objetiva: las condiciones preestablecidas de reproduc­
ción del sistema mercantil. De esta manera, el concepto de trabajo
socialmente necesario cobra dimensión. Marx dice que “El tiempo de
trabajo social mente necesario es el requerido para producir un valor
de uso cualquiera, en las condiciones normales de producción vigentes
en una sociedad y con el grado social medio de destreza e intensidad
de trabajo”.23 Emmanuel correctamente subraya que se entiende este
trabajo como el socialmente necesario para la reproducción, lo cual es
justamente lo que propone Marx en el tercer tomo de El Capital al
analizar el movimiento global de la producción capitalista.20’ Es en
esta dimensión donde pretendemos ubicar el concepto referido. Cuan­
do analizamos las leyes de la acumulación capitalista (producción y
reproducción de mercancías capitalistas), el trabajo socialmente ne-
34 “Todas las mercancías pueden i educirse al trabajo Como su elemento couiúu. Lo que
Ricardo no investiga es la forma especifica en que el trabajo se manifiesta como el elemento
común de las mercancías . . . Sin embargo, dice: sólo porque el trabajo es el factor común
de las mercancías, sólo porque son todos simples manifestaciones del mismo elemento co­
mún, del trabajo, es el trabajo su medida. Es su medida —contesta M arx— sólo porque
constituye su sustancia como valor.” Marx, Teorías sobre la Plusvalía, tomo III, p. 115.
311 El Capital, tomo I, p. 48.
36 El Capital, torno III, edit. Siglo X X I, p. 177.
L ey del valor e n E m m a n u el 133

cesario se comprende precisamente como el que, en promedio (media


ideal), se requiere para producir un valor de uso cualquiera, en con­
diciones históricas determinadas.
El valor social de las mercancías no queda prestablecido por las con­
diciones técnicas de producción, sino como resultado de muchos ven­
dedores que producen bajo condiciones técnicas y valores individuales
diferentes, mientras que la necesidad social o el valor de uso se man­
tiene siempre como condición al mismo tiempo que como límite en la
determinación del valor social.2* Esto es suficiente para establecer la
base a partir de la cual se pueden explicar las leyes de la reproduc­
ción capitalista de mercancías. La regulación del movimiento general
del capital se efectúa en y a través de las leyes generales de la produc­
ción y el intercambio mercantil. Pero estas leyes se analizan como ta­
les, es decir, en su aproximación ideal; por ende, suponemos que las
mercancías efectivamente se venden y se compran, se realizan continua­
mente, sin que esto signifique olvidar el proceso errático por medio
del cual se resuelven las contradicciones propias de la mercancía. El
capitalista presupone que la mercancía es valor de cambio, antes del
intercambio. La mercancía, obviamente, todavía no se realiza como
valor para su poseedor, y por ello, el trabajo contenido de ella toda­
vía no es general y abstracto, sino que tiene que llegar a serlo aún,18
El hecho de que el capitalista suponga que su mercancía será vendida
a un precio determinado es lo que le confiere al dinero, en su función
de medida de valores, su carácter ideal o figurado. “De ahí que el
custodio de las mercancías tenga que prestarles su propia lengua, o
bien colgarles un rótulo, para comunicar sus precios al mundo exte­
rior”.27*29
Los precios que se fijan a las etiquetas de las mercancías son precios
de mercado y, como tales están sujetos a todas las viscisitudes de la
oferta y la demanda. El precio de mercado, sin embargo, coincide con
el valor de mercado “ ...s i el volumen del trabajo social empleado
para la producción de un artículo determinado corresponde al volu­
men de la necesidad social a satisfacer. . . ”.30 No vemos razón alguna
por la cual Emmanuel no comparta con nosotros este supuesto de equi­
librio; en efecto, toda su argumentación se lev anta sobre el supuesto
27 Marx, El Capital, tomo III, edit. f c e , pp. 592-3.
-8 Marx. Contribución a la critica de la Economía Política, Ediciones de Cultura Popu­
lar, p. 42.
Marx, El Capital, tomo I, edit. Siglo X X I, p. 117.
90 Marx, El Capital, tomo I II, edit. Siglo XXI. p. 237.
13-4 I nvestigación E conómica

de precios y remuneraciones de equilibrio. De tal forma que si guar­


damos esa correspondencia entre producción y necesidad social, el va­
lor social o de mercado se impondrá como tendencia dominante, y
quedará constituido en el proceso de cambio por la aproximación me­
dia de los valores individuales, expresados siempre en horas de traba­
jo. El alegato de Emmanuel consiste en que esas horas de trabajo, en
tanto que representan trabajos concretos y privados, sólo son suscepti­
bles de convertirse en trabajo abstracto a través de las remuneraciones
de equilibrio. Como decimos más arriba, el error de Emmanuel con­
siste en querer proceder de la medida a la sustancia o fuente del valor.
La operación para el capitalista es mucho más sencilla: en las condi­
ciones de equilibrio mencionadas, coloca a la etiqueta de su mercan­
cía el precio de ayer. Y el movimiento de más largo plazo de los valo­
res de mercado siempre estará reflejando movimientos similares en la
productividad social del trabajo —relación harto comprobada en
la historia de la competencia capitalista a nivel nacional e interna­
cional—. Pero aquella operación que desde el punto de vista del in­
vestigador aparece como una “ inconsistencia lógica”, es un resultado
objetivo de la regulación de la producción y el intercambio mercantil.
La determinación del tiempo de trabajo socialmente necesario para la
reproducción de una mercancía cualquiera, tiene lugar en la confron­
tación de muy variadas productividades del trabajo. El trabajo de
cada productor individual presupone ser un trabajo abstracto, toda
vez que presupone el valor de cambio, aunque en realidad sólo hasta
el intercambio llegue a serlo. No obstante, a los ojos de Emmanuel, la
contradicción mercantil constituye un problema teórico de determi­
nación de la magnitud del valor. Entendido así el problema, la inter­
pretación marxista de la sustancia del valor y de la forma del valor
aparece como un “absurdo”, y Emmanuel se propone actuar en con­
secuencia para eliminarlo.

V. El carácter de la contradicción mercantil

Para Emmanuel, pues, resulta enteramente imposible determinar los


valores mercantiles a partir del tiempo de trabajo constituido en la pro­
ducción, cuando nada sabemos acerca de los resultados de la misma
producción y del intercambio.81 En otras palabras, no hay manera de
determinar ex-ante lo que sólo es posible de resolver en el momento
M p. 362.
L ev dll valor ln E mmakukl 135
del intercambio. Así, la salida que nuestro autor ofrece a este “pro­
blema” es la siguiente:
Si, por el contrario, se admite que lo que las mercancías materia­
lizan y lo que se cambia en el mercado, tras la apariencia mate­
rial de las mercancías, son los derechos de sus productores, se
comprende muy bien que estos derechos se midan, no sobre las
condiciones de la producción anterior sino sobre las de la producción
futura, ya que sólo es rechazando la reproducción de ciertas mer­
cancías y transfiriéndose de rama en rama, como los productores
puede hacer valer sus derechos (pp. 362-3).
Esto es, el problema de la determinación del valor se resuelve cuan­
do éste oueda regulado por la suma de los derechos de los factores,
suponiendo que tales retribuciones o derechos están en equilibrio.
Emmanuel únicamente se preocupa por un problema de “medida” y,
en virtud de ello, elude toda la nroblematización que Marx hace sobre
el valor v la naturaleza contradictoria de la mercancía. En consecuen­
cia, consideramos conveniente hacer un análisis detallado de la mer­
cancía en Marx, con el objeto de sentar las bases de la definición de
la categoría de valor.
Empecemos repitiendo la definición más simple de la mercancía:
unidad contradictoria de valor de uso v valor. La mercancía es un pro­
ducto del trabajo humano que. a través del cambio satisface necesida­
des sociales al conferir un efecto útil al comprador-consumidor. La
unidad contradictoria valor-valor de uso de la mercancía consiste en que
ésta se tiene que realizar, al mismo tiempo, en su calidad de valor y
en atributo de objeto útil.
Ahora bien, esta unidad del valor y del valor de uso sólo existe en
el movimiento, en el proceso continuo de la reproducción de la mer­
cancía. En otras palabras, la reproducción de la mercancía actúa
como la condición subyacente de la unidad mercantil. En este punto
—como bien lo señala Emmanuel— los clásicos habían delimitado cla­
ramente el espacio de su investigación. En Marx, la reproductividad
de las mercancías significa la unidad contradictoria de los procesos de
producción y consumo, lo cual toma cuerpo, en el interior de la mercan­
cía misma, como unidad contradictoria de valor y valor de uso. Toda
la deformación que Emmanuel hace de la teoría marxista del valor
—y con ello de El Capital— obedece, a nuestro parecer, a que no se
percata del significado de esta contradicción. Por la importancia que
este punto se merece, conviene abundar en su disensión.
136 I nvestigación E conómica

A diferencia de, por ejemplo, una comunidad doméstica, en la que


no existe sino producción de valores de uso y, por tanto, los momentos
de producción y el consumo están paralelamente determinados, en las
sociedades cuyas relaciones de producción se reproducen en y a tra­
vés de la producción de mercancías, el carácter social de las activida­
des privadas e independientes sólo se expresa post-festum. Esto no
puede suceder de otra manera, puesto que, sostenidas sobre una divi­
sión social del trabajo amplia, las actividades privadas e independien­
tes de los productores obtienen su sanción social en el intercambio. En
efecto, los momentos de la producción y del consumo se encuentran
separados, y el intercambio cumple su papel articulador, pero, por
otro lado, los productores privados persiguen intereses privados que
sólo se realizan en el intercambio. En consecuencia, existe una depen­
dencia recíproca entre los productores privados y aparentemente in­
dependientes, la cual se materializa en el intercambio. El valor es el
mediador de todas estas relaciones y la ley del valor se constituye en
el mecanismo regulador de ese proceso errático de producción, inter­
cambio y consumo de mercancías, a través del cual se reproducen los
productores privados.
Como la base de la actividad de los productores de mercancías con­
siste en producir valores de uso para otros y valor de cambio para
ellos, esto, de hecho, expresa en el interior de la mercancía misma, el
fenómeno más general de la separación de los momentos de la pro­
ducción y el consumo y, por ende, la separación en el tiempo y en el
espacio de los actos de venta y compra. El momento de la realización
de la mercancía representa la realización de los momentos de produc­
ción y consumo al mismo tiempo, de la misma manera que la mer­
cancía se desdobla realmente en valor de cambio por un lado, y valor
de uso por el otro. Pero, para que se efectúe esta realización el pro­
ceso se sucede en un “desequilibrio constante*', en donde la articulación
entre la producción y el consumo se produce también de manera errá­
tica, aunque regulada por las leyes objetivas del intercambio mer­
cantil.
El problema se reduce a lo siguiente: para que la mercancía se rea­
lice como valor de uso —y sólo se realiza como tal con su enajenación
en el cambio— debe antes presuponerse que existe como valor de cam­
bio, mientras que para que se realice realmente como valor, la mer­
cancía debe ser previamente enajenada.32 En esto consiste, pues, el ca-
32 Marx, Contribución, p. 44. En Teorías de la Plusvalía se señala: '‘ya se presnponr
L ey del valor en E m Man uel 137

rácter contradictorio de la mercancía; ésta es la realidad cotidiana


de la producción y reproducción de las mercancías. Para que las mer­
cancías se constituyan como valores de uso deben ser vendidas; cómo
se presenta la mercancía en el mercado es, necesariamente, como valor
de cambio, comparándose o poniéndose en relación con otras mercan­
cías. Pero esta comparación es meramente teórica, es decir, existe sólo
en el pensamiento del poseedor de la mercancía. La tarca que cumple
el intercambio consiste, precisamente, en realizar el valor de cambio.
De esta manera, “el proceso de cambio de las mercancías tiene que
ser en conjunto el desarrollo y la solución de estas contradicciones".5^
Entendido así el carácter de la contradicción interna de la mercan­
cía, nos parece pertinente subrayar que éste no hace sino expresar, en
la definición misma de la mercancía, el fenómeno de la separación
de los momentos de la producción y del consumo y, en consecuencia,
las contradicciones del proceso articulador de estos momentos. Lo que
Emmanuel hace es ignorar esa contradicción interna de la mercancía,
cuando busca definir cx-post el valor de las mercancías. Decide olvi­
dar por completo que el valor, en tanto que intermediario de la pro­
ducción, intercambio y consumo, se constituye de manera mucho más
compleja y contradictoria. En el esfuerzo teórico de definir el valor
sin suponerlo y evitar así toda “inconsistencia lógica", se reduce toda
la problemática de las leyes del intercambio mercantil a un simple
problema de determinación cuantitativa.
El rechazo de Emmanuel a la teoría del valor-trabajo ven favor de
la teoría del valor-reclamo) es, en realidad, un rechazo a la teoría
del valor de Ricardo, esto es, a la determinación inmediata del valor de
cambio de las mercancías en la producción, independientemente de la
distribución. El problema planteado por Marx es, sin embargo, mucho
más complejo, precisamente en virtud de la separación de los momen­
tos de la producción y el consumo. Por otro lado, la indifercnciación
del trabajo útil y concreto no se opera, como cree Emmanuel, por me­
dio del salario; no entendemos al trabajo abstracto como trabajo ho­
que la* mercancías son valores, valores distintos de sus valores de uso, ante» que pueda sur­
gir el problema de representar este valor en una mercancía especial. Para que dos cantidades
de valores de uso distintos puedan íer igualadas como equivalentes, se presupone ya que son
iguales a una tercera, que son cualitativamente iguales, y sólo constituyen expresiones cuan­
titativas diferentes de esa igualdad cualitativa” . Tomo III, p. 112. En El Capital también
se dice: "Las inetcandas. . . tienen primero que realizarse como valotes antes que puedan
realizarse como valores de uso. Por otra parte, tienen que acreditarse como ¡alores de uso
antes que puedan realizarse como valores”. El Capital, tomo I. p. 105.
33 Contribución, p. 43.
138 I nvestigación E conómica

mogeneizado a través de la escala salarial. La reducción del trabajo


concreto a trabajo abstracto no se opera sólo en la mente del investi­
gador, sino que refleja un fenómeno objetivo de la sociedad produc­
tora de mercancías, a saber, que el trabajo social sólo se sanciona
cuando las actividades privadas se igualan e intercambian. Es en y a
través del intercambio donde se constituye el trabajo abstractamente
humano. Y de ahí todas las dificultades señaladas: puesto que el tra­
bajo abstracto es la sustancia de valor, se es valor hasta que la mer­
cancía se desdobla en valor de uso y dinero: pero para que la mercancía
sea valor de uso, antes se presupone que es valor de cambio.
El problema no estriba, en primera instancia, en saber si podemos
darle una solución correcta a la determinación cuantitativa del valor
antes o después de la producción. Presentar la pregunta así significa
olvidar las preguntas que Marx puso en el centro de la discusión. El
problema consiste en preguntarse cómo se resuelve la contradicción
mercantil, es decir, explicar la conexión interna entre valor y valor
de cambio. De esta manera, cuando Emmanuel señala que “ .. .es ab­
surdo hablar de trabajo materializado, ya que las mercancías existen­
tes no pueden materializar un trabajo que todavía no existe, un trabajo
futuro” (p. 362), olvida que ese “absurdo” constituye la base misma
de la contradicción mercantil.
VI. La trasmutación de la tesis del intercambio desigual en su contrario

Todo lo que podamos y queramos decir acerca de los intercambios, de


equivalentes o no equivalentes, necesariamente lo tenemos que referir
a lo que entendamos por valor de cambio y a la manera como éste se
determina. Ya hemos visto que Emmanuel entiende que el valor de
cambio está determinado por la suma de las retribuciones (de equi­
librio) a los factores que intervienen directamente en la producción.
En consecuencia,

No siendo la equivalencia, en las relaciones de producción capi­


talista, el intercambio de iguales cantidades de trabajo, sino el in­
tercambio de agregados iguales de factores (trabajo y uso de ca­
pital), la no-equivalencia (intercambio desigual) no puede ser
más que el intercambio de agregados desiguales de los mismos
factores (p. 361).
En el ejemplo numérico que presentamos en la sección II para ex-
I.KY DEL VALOR EN EMMANUEL 139

plicar la tesis del intercambio desigual de Emmanuel, se observaba la


realización de una transferencia de 15 unidades de valor del país B
hacia el país A, produciéndose este efecto en un sistema mundial uni­
ficado de precios de producción con tasa de ganancia promedio y dife­
rentes tasas nacionales de plusvalía. Recuérdese también que en los
esquemas de Emmanuel la disparidad de las tasas de plusvalía nacio­
nales resulta de las diferencias salariales. Ahora bien, como hemos in­
sistido antes, las diferencias nacionales de salarios se expresan, en los
esquemas utilizados por Emmanuel, en una diferencia en las magnitu­
des del capital variable por país. Para sostener la validez de esta rela­
ción entre la magnitud relativa de los salarios y del capital variable
por país, es necesario ante todo suponer que el valor agregado en A
es igual al valor agregado en B. Como consecuencia de esto la tasa
de plusvalía en el país desarrollado es menor que la respectiva en el
país subdesarrollado.
Éstas son las condiciones y supuestos que hemos aceptado del pro­
cedimiento de Emmanuel en el intento de seguirlo hasta sus defini­
ciones más elementales. Como se insistía en la introducción, debíamos
proceder hasta la propia concepción del valor en Emmanuel paTa ex­
plicar el fundamento de su tesis del intercambio desigual. El análisis
que en las secciones siguientes hicimos de la teoría neosmithiana del
valor de Emmanuel nos permitió comprender que, para éste, lo que
las mercancías materializan, no es el trabajo, sino agregados de fac­
tores, entendido este concepto como el reclamo que se tiene a una
participación primaria del producto social. Más adelante, señalamos
que era teóricamente incorrecto sostener que el valor se determina por
una suma de componentes, donde el salario es la variable indepen­
diente, v por otro lado admitir como supuesto dado el monto de valor
agregado por país, medido en horas de trabajo simple. En el apéndice
V de su libro. Emmanuel tiene oue dar marcha atrás en todo su plan­
teamiento, ante el reconocimiento de un hecho elemental: el salario
no es una variable independiente de los precios. Este reconocimiento,
veremos enseguida, exige una reconsideración de la propia definición
del intercambio desigual que Emmanuel nos proporcionó en el capí­
tulo segundo de su libro.
Antes de proceder a tal reconsideración conviene preguntarse lo más
elemental: si el derecho que el capital reclama por una parte del
producto social es la ganancia media, ¿en qué sentido es posible ha­
blar de intercambio desigual? Lamentablemente para Emmanuel, des­
de el punto de vista de su teoría del valor, no es posible concebir abso-
140 INVKSTIOACIÓN ECONÓMICA

lulamente algún intercambio desigual, puesto que el precio de produc­


ción de cada país está determinado por sumas de retribuciones en
equilibrio. No es posible sostener que las transferencias de plusvalía
de un país a otro, resultantes de la perecuación de las tasas nacionales
de ganancia representa el intercambio desigual, toda vez que eso su­
pondría tanto como la aceptación de que lo que las mercancías mate­
rializan es el trabajo, y no las retribuciones de equilibrio. El problema,
en el fondo, consiste en que para ejemplificar el intercambio desigual,
Emmanuel hace uso, a su manera, de la teoría marxista del valor,
mientras que para sostener su hipótesis del salario como variable inde­
pendiente del sistema de precios, y por ende como causa del intercam­
bio desigual, abandona totalmente la teoría del valor de Marx. Esta
dicotomía en el desarrollo de la tesis de Emmanuel procede, en parte,
del estatuto teórico del concepto de equilibrio.
Para Emmanuel, “El precio de equilibrio de su producto es aquel en el
que la rama que lo produce se encuentra en equilibrio, en el que, en
otras palabras, se detienen completamente los movimientos de los fac­
tores que van o provienen de la rama en cuestión'’ (p. 45).34 Esto, a
su vez, significa que las retribuciones a cada uno de los factores de­
mandantes de una parte del producto deben estar en equilibrio, puesto
que sólo cuando la remuneración por unidad de factor es igual en to­
das las ramas, los factores cesan ele moverse entre rama y rama.35 En
consecuencia, el precio de equilibrio definido arriba es el precio de
producción — y Emmanuel lo entiende así— que se desprende del uso
sui generis de las tablas de transformación de Marx, constituido por
la suma de un salario de equilibrio (equivalente al valor de la fuerza
de trabajo) y la ganancia media. De esta manera, creemos que Emma-
nuel incurre en una grave contradicción con su propia teoría del va­
lor, según la cual lo que las mercancías materializan son derechos de
factores (en equilibrio), para luego pretender definir como intercam­
bio desigual la realización de transferencias de plusvalía entre países
(o ramas) en el proceso de igualación de la tasa de ganancia. Para
ser consecuente con su propia teoría del valor, Emmanuel debe enten­
der que lo que se ha materializado en la mercancía “compuesta” de
cada uno de los países, además del salario, no es precisamente la plus­
valía (que forma parte del valor agregado), sino, por el contrario, la
ganancia media, entendida como un derecho del capital. El derecho
34 Para un análisis detallado de los conceptos de equilibrio y movilidad en Emmanuel,
véase J. Iguiñiz, op. cií.t pp. 9A-I0T
36 Emmanuel, op. cit., pp. 45-6
L ey del valor en E mmanuel 141

del trabajador está en equilibrio, lo mismo el del capital; por ende, en


cada país cada uno de los factores se remunera igualmente por uni­
dad de factor; el intercambio por mercancías “compuestas’' de otros
países debe ser, entonces, intercambio de equivalentes, pues el país en
cuestión está recibiendo ni más ni menos que lo que se materializó
en su mercancía: su precio de equilibrio. Aquí no vale esgrimir las
diferencias de salario entre países como causa del intercambio desigual,
porque Emmanuel ha supuesto que los salarios que los trabajadores
perciben en cada país son salarios de equilibrio,™ y siendo ello así, des­
de el punto de vista de la teoría del valor de Emmanuel, no hay razón
para pensar que a cada mercancía “compuesta” no se incorpore o
materialice el derecho del trabajo previamente establecido para cada
país. En otras palabras, con el mismo ejemplo numérico de la sec­
ción II, lo que las mercancías “compuestas” de los países A y B mate­
rializan (haciendo caso omiso del capital constante) es:
P A = 30 W - f 3 0 C = 60
p b = 15 w ± \5 C = 30

Cada remuneración en cada país está en equilibrio; cada precio es


precio de equilibrio; en cada mercancía se materializa justamente lo
que cada factor reclama; por lo tanto, hay intercambio de equiva­
lentes.*7
De esta manera, la teoría ncosmithiana del valor de Emmanuel en­
tra en contradicción con la tesis del intercambio desigual que él mismo
desarrolla. Es preciso, pues, una trasmutación o bien de su teoría del
valor, o bien de su tesis del intercambio desigual.
En el apéndice V de su libro, Emmanuel nos explica con bastante
detalle la naturaleza de sus esquemas de precios de producción. No
es objeto de este artículo polemizar las controvertibles opiniones de
Emmanuel en relación al llamado “problema de la transformación”,
tanto más así porque el debate en tomo a este problema no afecta en
nada las proposiciones de Emmanuel que aquí nos interesa discutir; a
excepción del siguiente punto aclarativo: la objeción principal que
lbid., pp. 153-4.
87 Sólo en un sentido podernos hablar de intercambio desigual “a la” Emmanuel, y tai es
rl caso “transición” de un sistema capitalista mundial con diferentes tasas de ganancia (de­
terminadas nacionalmente) al sistema con tasa de ganancia promedio internacional. Pero,
desde el momento en que este segundo caso se consolida y se reproduce, el nuevo derecho
al capital queda definido intemacionalmente y ya no operada, según la concepción del
valor-reclamo de Emmanuel, el intercambio desigual.
142 I nvestigación E conómica

Emmanuel hace al procedimiento de transformación en el tomo 111


de El Capital es la objeción de Bortkiewicz, esto es, mientras que el
producto se transformó de valores a precios, los valores de los insumos
nunca fueron transformados. Aún más, transformados los insumos y el
producto simultáneamente, se demuestra que las dos ecuaciones fun­
damentales en el procedimiento de Marx —suma de plusvalía— suma
de ganancia y suma de valores— suma de precios— son mutuamente
exciuycntes, todo lo cual exige, para Emmanuel, una reconsideración
de la teoría, del valor de Marx.
No obstante, en el desarrollo de su tesis del intercambio desigual,
en el capítulo 2, Emmanuel utiliza los esquemas de transformación de
M arx sin objeción alguna, salvo el señalamiento explícito de la crítica
de Bortkiewicz a Marx. En este punto, sin embargo, Emmanuel justi­
fica el uso de los esquemas de transformación de Marx, toda vez que
ha supuesto que los insumos ya están previamente transformados en
precios de producción (pp. 97-8n). Trataremos de demostrar aquí que
Emmanuel está equivocado al pensar que la adopción de ese supuesto
no modifica en nada sus conclusiones (p. 104). En efecto, la adopción
de un sistema de ecuaciones de determinación simultánea de tasa de
ganancia y precios relativos, no sólo obligará a Emmanuel a trastocar
la hipótesis fundamental de su teoría del valor sino, además, en con­
secuencia, tendrá que modificar la definición del concepto de intercam­
bio desigual. Habremos de mostrar, entonces, que las conclusiones se
alteran significativamente cuando Emmanuel nos explique in extenso
la determinación de sus esquemas de precios de producción, “despoja­
dos de la ambigüedad de la transformación” (p. 442).
En sus esquemas de cálculo directo de los precios de producción,
Emmanuel toma como dados y constantes los datos físicos del sistema. De
hecho, tiene que iniciar con un modelo de dos insumos—dos produc­
tos {A y B ), ambos susceptibles de usarse como medios de producción
y bienes de consumo humano. El esquema que nos ofrece es el
siguiente:

K
Invertido C V Ganancia Produc.

Rama A 70A+35B (6A+B) + (2A+4B) +


7 = 32 A
(I)
Rama B 20A+45B (16A) + (3A+6B) + 7 = 21 B
90A-f80B (22A+B) -f (5A-flOB) + (ÓA-f-lOB) + 32A+21B
l.EY IJKL VALOR EN EMMANUEL 143

Los datos de capital total invertido, capital constante y producción


están dados. El monto del capital variable se obtuvo a partir de los si­
guientes datos:
* 200 horas de trabajo vivo ----- * 32 A
* 300 horas de trabajo vivo ----- * 21 B

500 horas de trabajo v iv o ------ * 32 A 4- 21 B


* salario real por hora de trabajo = (A + 2B)/100.
Con este último dato, Emmanuel parcialmente acepta que el salario
no es una variable tan independiente como él pensaba en los primeros
tres capítulos de su libro, puesto que la canasta de bienes del trabajador
varía en función de cambios en los precios.88 En un artículo posterior,
publicado en 1977, Emmanuel es mucho más explícito en este sentido:
“ . . . en el apéndice V, y todos mis escritos posteriores, donde ecuacio­
nes tipo-Sraffa son usadas, los salarios siempre son expresados en tér­
minos de una sola mercancía, tomada no como único bien de subsis­
tencia sino como mercancía numeraria. Esto hace depender el “salario
real” de los precios relativos y, consecuentemente3 inadecuado para mi
tesis en la que los salarios son precisamente la variable independiente
del sistema”.3* Como más adelante veremos, la mera modificación de
esta tesis exige igualmente una modificación paralela en la tesis del
intercambio desigual.
Con el anterior sistema de ecuaciones, la tasa de ganancia es igual
a (5i4 4- 10B) / 90/1 4- 80B, y suponiendo que B = 1, nos queda el si­
guiente sistema de dos ecuaciones, con dos incógnitas, A y r.
(6A + 1) + (2A 4- 4) + (70A 4- 35) r = 32A
(2) ( 16A) 4- (3A + 6; -f (20A + 45)r = 21
Resolviendo para A y para r simultáneamente, nos queda: A = B/2;
r = 10%. Con objeto de transformar los precios relativos a precios ab­
solutos, por medio de una unidad de cuenta —que es la hora de tra­
bajo—, y dado que sabemos que: lOrí 4- 20B = 500 y A = B /2, obte­
nemos el siguiente esquema de precios de producción, muy parecido al
de los primeros capítulos del libro, pero con diferencias fundamentales:
Emmanuel, “ Unequal Exchange”, M onthly Revx*w Press, p. 407. (Varios párrafos,
incluido aquel referido en el que se hace alusión a la interdependencia de salarios y pre­
cios, no se incluyen en la versión española del libro.)
*• “Gaiu and Losses from thc Internationa! División of Labor” , Reviews, vol. I, núm. 2,
otoño 1977, p. 97n.
I nvestigación E conómica

K.
Invertido c V Gan. Precio r
A 1 4CX) HU -f 100 + 140 == 320 10%
(3)
B 1 100 160 4* 150 4- 110 420
2500 240 250 4“ 250 = 740

En todo este esquema, incluida la ganancia y el mismo precio de


producción, está medido por las horas de trabajo simple. Si en el es­
quema de Emmanucl para algo sirve la categoría de trabajo-simple
es exclusivamente para funcionar como unidad de medida común del
precio y sus componentes determinantes. Pero lo que debemos observar
aquí es que ya no tiene sentido hablar de diferencias entre plusvalía
producida y ganancia apropiada. En efecto, desde el punto de vista
de la teoría del valor de suma-de-componentcs, comprendiendo la ga­
nancia como un derecho de capital a una parte del producto, es teó­
ricamente inapropiado sostener la diferencia entre las categorías de
plusvalía producida y ganancia apropiada, diferencia esta que confi­
gura, en casi todos los autores marxistas del intercambio desigual, una
de las formas en que se realizan las transferencias de valor entre países.
Pero ya hemos visto que desde una teoría neosmithiana del valor, no
es posible enfocar de tal forma el problema. Por ende, es necesario que
desde el nuevo sistema mundial unificado de precios que Emmanuel
construye, sea posible derivar el intercambio desigual de tal forma que
no entre en contradicción con su propia lógica. He aquí lo que pro­
pone Emmanucl:
Es visible directamente en esas ecuaciones . . . que todo aumento
en los salarios, si es general, disminuirá r y, por lo tanto, disminuirá
el precio relativo de A (composición orgánica superior) y aumen­
tará el precio relativo de B (composición orgánica inferior); si es
local, aumentará el precio de la rama (región o país) en la cual
es aplicado. Este último caso es el del intercambio desigual (p. 443).

El deterioro de los términos de intercambio es lo que ahora define,


de manera exclusiva, el intercambio desigual. A lo largo de todo su
libro, Emmanucl venía trabajando bajo la tesis de que “la desigualdad
de los salarios como tal, siendo las demás cosas iguales, provoca por sí
misma la desigualdad del intercambio” (pp. 103-4). Constantemente
L ey del valor en E m m anu el 145

se hacía el señalamiento de que es a través de la perecuación interna­


cional de las tasas de ganancia como se producían las transferencias
de plusvalía entre países con tasas de plusvalía diferentes. El intercam­
bio desigual no necesariamente debía reflejar un deterioro de los tér­
minos de intercambio, más allá de la equiparación de valores y precios
relativos en un mismo esquema de transformación a precios de produc­
ción. Ahora, sin embargo, es preciso describir un cambio en las tasas
de salario y ganancia para poder dar cuenta del intercambio desigual,
es decir, del movimiento en determinado sentido de los precios relati­
vos. En el capítulo dos la petición de principio de Emmanuel era la
hipótesis del salario como variable independiente del sistema de pre­
cios. Si esta hipótesis es rechazada —como lo es en el apéndice y en todos
los escritos posteriores de Emmanuel—, sólo cabe hablar cíe precios
relativos y de su relación con los movimientos en las tasas de salario y
ganancia, es decir movimientos en las retribuciones de equilibrio. La
diferencia en los salarios, o bien la diferencia en las tasas de plusvalía,
en sí, no constituyen ahora la causa del intercambio desigual; más
bien, sus movimientos relativos en cierta dirección es lo que explica
el deterioro de los términos de intercambio, lo cual, es pertinente acla­
rar, no es sinónimo de intercambio de no-equivalentes.
Además es importante señalar el siguiente punto: del sistema de
ecuaciones (3) y, dado que conocemos el monto de valor agregado en
horas de trabajo para A y B, 200 y 300 horas respectivamente, así como
el monto de salarios por país, podemos determinar un sistema de va­
lores y precios del tipo del capítulo dos. El resultado sería el siguiente:

K.
Invertido c V P Valor r (' Precio

A 1 400 80 100 100 250 10 <?c 140 320


B 1 100 160 150 150 460 110 420

Este esquema de valores y precios, que resulta del ejemplo utilizado


por Emmanuel en el apéndice V, rompe con todos los supuestos levan­
tados por él mismo en el texto de su libro: los valores agregados en
cada país son diferentes; las tasas de plusvalía son iguales; el salario
real por hora de trabajo en cada país es igual. Pareciera que Emmanuel
ha escogido un ejemplo muy desafortunado para todos sus supuestos
anteriores. De todas formas, en este esquema se observan transieren-
146 I nvkstioaciÓn E conómica

cias de valor de B hacia A por la cantidad de 40 unidades de traba­


jo simple, lo cual coincide con lo señalado por Emmanuel a partir
del sistema de ecuaciones (3). Más aún podríamos corregir el ejem­
plo de Emmanuel haciendo coincidir los datos con los supuestos ori­
ginales sobre salarios, valores agregados y tasas de plusvalía y mos­
trar de nuevo, a partir de un sistema de dos productos — dos insumos,
un esquema igual al que utiliza Emmanuel en el capítulo dos. Todo
esto no es necesario. El intercambio desigual no se concibe de la misma
manera en el libro y en el apéndice V. De uno a otro texto se han
operado trasmutaciones cualitativas y contradictorias en toda la con­
cepción de Emmanuel: las contradicciones propias de la teoría del
valor que adopta le hacen rechazar su hipótesis fundamental y, en con­
secuencia, adoptar un sistema de precios relativos a partir del cual el
intercambio desigual sólo se explica por movimientos relativos. Por
otro lado, las contradicciones entre el concepto de ganancia de equili­
brio (que es parte componente del precio de equilibrio) y plusvalía pro­
ducida le hacen descartar los esquemas del tipo Marx utilizados en
el capítulo segundo. Al final de todo, Emmanuel cae en los mismos
errores de los economistas que él critica: ya no sabe cuál es la causa
y cuál es el efecto en el sistema de precios y de intercambio.

Conclusiones

En este artículo hemos discutido la tesis del intercambio desigual de


Emmanuel desde su propia base: el valor. Esto nos ha obligado a re­
correr un camino diametralmente opuesto al que muchos de sus crí­
ticos han seguido. Explícitamente nos liemos abstenido de cuestionar
una serie de supuestos de Emmanuel que otros han puesto en tela de
juicio y que, a nuestro parecer, sólo critican parcialmente sus propo­
siciones. Por otro lado, las tesis de Emmanuel contienen dos conclusio­
nes que, por su importancia política, son de especial atención y que de­
ben en todo caso apreciarse desde sus propios fundamentos teóricos. Nos
referimos (1) a su tesis de que el intercambio desigual es el origen y
motor del proceso de dominación imperialista de unos países capitalistas
sobre otros y (2) su tesis de la no-solidaridad internacional de los traba­
jadores. Estas dos conclusiones se derivan directamente de la manera
como se explica primariamente el intercambio desigual, esto es, por las
diferencias de niveles salariales entre países avanzados y subdesarro­
llados.
146 I nvkstioaciÓn E conómica

cias de valor de B hacia A por la cantidad de 40 unidades de traba­


jo simple, lo cual coincide con lo señalado por Emmanuel a partir
del sistema de ecuaciones (3). Más aún podríamos corregir el ejem­
plo de Emmanuel haciendo coincidir los datos con los supuestos ori­
ginales sobre salarios, valores agregados y tasas de plusvalía y mos­
trar de nuevo, a partir de un sistema de dos productos — dos insumos,
un esquema igual al que utiliza Emmanuel en el capítulo dos. Todo
esto no es necesario. El intercambio desigual no se concibe de la misma
manera en el libro y en el apéndice V. De uno a otro texto se han
operado trasmutaciones cualitativas y contradictorias en toda la con­
cepción de Emmanuel: las contradicciones propias de la teoría del
valor que adopta le hacen rechazar su hipótesis fundamental y, en con­
secuencia, adoptar un sistema de precios relativos a partir del cual el
intercambio desigual sólo se explica por movimientos relativos. Por
otro lado, las contradicciones entre el concepto de ganancia de equili­
brio (que es parte componente del precio de equilibrio) y plusvalía pro­
ducida le hacen descartar los esquemas del tipo Marx utilizados en
el capítulo segundo. Al final de todo, Emmanuel cae en los mismos
errores de los economistas que él critica: ya no sabe cuál es la causa
y cuál es el efecto en el sistema de precios y de intercambio.

Conclusiones

En este artículo hemos discutido la tesis del intercambio desigual de


Emmanuel desde su propia base: el valor. Esto nos ha obligado a re­
correr un camino diametralmente opuesto al que muchos de sus crí­
ticos han seguido. Explícitamente nos liemos abstenido de cuestionar
una serie de supuestos de Emmanuel que otros han puesto en tela de
juicio y que, a nuestro parecer, sólo critican parcialmente sus propo­
siciones. Por otro lado, las tesis de Emmanuel contienen dos conclusio­
nes que, por su importancia política, son de especial atención y que de­
ben en todo caso apreciarse desde sus propios fundamentos teóricos. Nos
referimos (1) a su tesis de que el intercambio desigual es el origen y
motor del proceso de dominación imperialista de unos países capitalistas
sobre otros y (2) su tesis de la no-solidaridad internacional de los traba­
jadores. Estas dos conclusiones se derivan directamente de la manera
como se explica primariamente el intercambio desigual, esto es, por las
diferencias de niveles salariales entre países avanzados y subdesarro­
llados.
148 I nvestigación E conómica

posición a la que ha llegado Emmanuel es tal vez la que ha causado


más revuelo c indignación entre sus críticos marxistas. No sin razón;
pero Emmanuel también tiene razón al reclamar para sí mismo cohe­
rencia entre su proposición teórica y su conclusión política. En efecto,
si a raíz de su esquema, en donde los salarios diferentes son la causa
del intercambio desigual, y éste, a su vez, perpetúa las diferencias sala­
riales entre países, no puede menos que decir que el mayor nivel de
vida relativo de los trabajadores de los países desarrollados se sostiene
en virtud de las transferencias de valor hacia estos países. Pero, de
esto, aun y cuando la tesis del intercambio desigual de Emmanuel fue­
re correcta, no necesariamente se deriva, en el plano de lo político, la
no-solidaridad internacional de los trabajadores. De una tesis desarro­
llada en el plano de lo estrictamente económico —como lo es !a del
intercambio desigual— a una conclusión en lo político c ideológico
existen una serie de mediaciones harto complejas que difícilmente se
pueden reducir a una relación funcional simple como la planteada por
Emmanuel.
Tanto más así que la tesis del intercambio desigual de Emmanuel se
resuelve en el plano estrictamente comercial, del comercio puro. Su
trabajo no sólo queda seriamente limitado para establecer un conjun­
to de conclusiones políticas; además, poco tiene que decir el proceso
de acumulación capitalista a nivel internacional, más allá de la rela­
ción que tiene la movilidad internacional del capital con la formación
de la tasa media de ganancia internacional. Y si bien es cierto que la
tendencia a la formación de esta tasa media de ganancia es siempre
un reflejo de la intemacionalización de las condiciones y procesos de
producción, aquí, en Emmanuel, importa más para la realización
de las transferencias de valor: la tasa media de ganancia a nivel inter­
nacional es un hecho; el sistema mundial unificado de precios de
producción también es un hecho. Basta entonces aplicar mecánicamen­
te los esquemas de transformación de valores a precios de producción
de Marx al escenario internacional unificado, con tasas de plusvalía
diferentes, para explicar a partir de esa base los precios internaciona­
les de equilibrio, las transferencias del valor, la dialéctica del desarro­
llo desigual y, por último, las condiciones de la lucha de clases a nivel
internacional.
Poco se tiene que decir respecto de la utilización lineal y mecánica de
los esquemas de transformación de valores a precios del tercer tomo de
El Capital con el propósito de construir “modelos marxistas" del inter­
cambio internacional. Lo más significativo del punto es que estos es-
L l Y DEL VALOR EN E m MANUEL 149

quemas, que fueron formulados por Marx para concretar las leyes
más generales de la acumulación capitalista, se constituyen, en el tra­
bajo de Emmanuel, en el punto de partida de sus tesis más abstractas
sobre el intercambio y el desarrollo desigual. Después de todo, ya Marx
había señalado en contra de Proudhon que “ . . . e n la teoría es fácil
hacer abstracción de las contradicciones que se encuentran a cada paso
en la realidad”.0

4- Marx, M ism a de la Filosofía, edit. Siglo X X I, p. 108.

También podría gustarte