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ELCAPITALISMO
EN LAERA DE LA
GLOBALIZACIÓN
El capitalismo en la era
de la globalización
PAIDÓS ESTADO Y SOCIEDAD
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. N. Chomsky, Eytadoy Canalla;
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. J. Rawls, La _justicia como equidad
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. M. Camina], Elfecleralimzo pluralista
. U. Beck, Libertad o capitaliwzo
. C. R. Sunstein, Repúblicacom
, J. Rifkin, La ecoitoirzia del laiclrógeiio
. Ch. Arnsperger y Ph. Van Paríjs, Etica económica y social
- . P. L. Berger y S. P. Huntington, Globalizaciories irziiltipley
. N, García Canclíní, Lattiizoatizericatioï bttïcariclo lugar eii este aiiiticlo
Samir Amin
El capitalismo
en la era
de la globalización
QHP) PAI D o s
Baaaaaaaa - BBBBBBB¡res - México
Título original: Capz'talz'sm ¿a the Age of Globatz'zatz'oa.
Tbe Management of Contemporary Society
Publicado en inglés, en 1997, por Zed Books Ltd, Londres y New-.- ese;
t ISBN: 84-493-0638-8
Depósito legal: B-44.175/2002
. Impreso en A ¿t M Grafic, S. L.
08130 Santa Perpetua de la Mogoda (Barcelona)
Introducción ............................................ 11
Resulta más que evidente que las tendencias actuales no siguen la di-
rección antes descrita y que en la actualidad no se lucha por lograr esos
objetir,os humanistas. No me sorprende, El deterioro del antiguo sisrema
de globalización no está en condiciones de preparar su propia sucesión
y sólo puede conducir al caos. Las fuerzas dominantes despliegan sus ac-
tividades en el marco de esas constricciones, en un intento por maniobrar
a fin de lograr ganancias a corto plazo, con 1o que agravan el caos. Su in-
tento de legitimar sus opciones mediante la vieja ideología del mercado
<<autorreguladorrr, afirmando que <<no hay alternativas>>, o bien mediante
puro y simple cinismo, no es una solución, sino parte del problema.Las
'respuestas espontáneas de los puebios a ia degradación no son necesaria-
mente más sutiles o provechosas. En tiempos de extravío y desarraigo, las
soluciones ilusorias, como el fundamentalismo o el chovinismo, pueden
22 E,l capitalismo en la era de la globalización
Nota bibliográfica
Creo que siempre es útil recapitular la lógica del capitalismo, aun a ries-
go de repetir obviedades. El capitalismo no es un <<sistema de desarrollo»
que pueda oponerse, por ejemplo, a la <<doctrina socialista>>. De ahí que
considere ímprescindible distinguir entre la realidad que produce el ca-
)0 El capitalismo en la era de la globalización
punto de vista de la lógica del capitai, en lugar <le basarse en los resulta-
dos conseguidos en términos de desarrollo.
Mi concepción de las <<leves de la historia>>, como pone de manifiesto
mi argumentación acerca de la lógica de la expansión capitalisra, no es de-
terminista. Así, la industrialización de la periferia durante el período de
posguerra no puede considerars. r.rn p.odrcto natural de la expansión ca-
pitalista, sino el producto de las condiciones creadas por el triunfo de los
mor¡imientos de liberación nacional y su credo industrializador, al que el
capital mundial se ha adaptado. Veamos otro ejernplo: la erosión de la efi-
cacia del Estado nacional provocada por la globalización capitalista no
constituve un determinante decisivo e irreversible para el futuro. Por el
contrario. las reacciones nacionales a esa globalización pueden hacer que
1a expansión mundial tome derroteros imprevisibles.
Las ret-lexiones que acabo c1e exponer hasta el momento exigen un
examen detallado del período de posguema, la identificación de sus dife-
rentes v sucesivas i:ases r'1a valoración dentro de ese contexto de ias polí-
ticas llevadas a cabo por las instituciones que estamos considerando. Di-
cha valoración nos permitirá evaluar si dichas políticas apoyaron la
expansión capitalista o bien coadvuvaron á que se adaptara a las condi-
ciones impuestas por las relaciones sociales específicas del período, que
puede subdividirse en Llna fase de prosperidad ,1945 -197 r) y otra fase de
crisis, que se inicia en 1975. Según mi análisis, la prosperidad de la pri-
mera fase se basó en la complementariedad de tres proyecros sociales: a)
el proyecto nacional socialdemócrata del Estado del bienestar, que fun-
damentó su actuación en la eficiencia de los sistemas nacionales interde-
pendientes; b) lo que he denominado.<proyecto de Bandung>>, aludiendo
a la conferencia de 1955, de la que surgió el movimiento de países no ali-
neados y el objetivo de modernizar e industrializar el Tercer Mundo, un
proyecto que comportaba construir burguesías nacionales en 1a periferia
del sistema como ideología de <.desarrollo»; y c) el proyecto socialista de
capitalismo sin capitalistas, relativamenre independiente del sistema
mur-rdial dominante.
Durante la primera fase, las instituciones internacionales cumplieron
funciones obvias relacionadas con el auge. También ayudaron al proceso
de globalización, evitando, sin embargo, por razones de principio, cllal-
quier desafío a la independencia de los integrantes del sistema. Sus inter-
venciones supusieron siempre, casi de forma natural, un giro a la derecha.
La segunda fase implicó primero la erosión, luego la crisis y finalmente el
colapso de los sistemas que habían constituido la base de la prosperidad
previa. Esta fase, aún inconclusa, no es un etapa en la que se perciba que
se está estableciendo un nuevo orden mundial, como se afirma demasia-
do a menudo y con excesiva ligereza. Por el contrario, se trata de una fase,
La gestión económica capitalista de la crisis de la sociedad contemporanea 33
EZ Banco Mundial
las nuevas clases medias y no hacia las clases populares; la gestión fue a
veces deficiente, bien por razones objetivas (carencia de los recursos ne-
cesarios para poner en práctica una modernización en el momento preci-
so), bien por razones políticas y sociales (el déficit del sector público fi-
nanció la expansión de un sector privado parasitario), o bien por razones
de gestión política (enre las que se cuenta la corrupción). Pero el capita-
lismo privado no es en modo alguno mejor, socialmente hablando, y ni si-
quiera es seguro que sea más eficiente. De hecho, algunos estudios han
mostrado que la rentabilidad del sector público en los países más indus-
trializados de Asia y América Latina era mayor, en promedio, que la de
sectores privados comparables occidentales. Por consiguiente, volviendo
a nuestra argumentación, lo cierto es que el ataque contra el Estado con-
tradice la retórica que se pronuncia al unísono en favor de la democracia,
la transparencia y la eficiencia. Desgraciadamente, una gran mayoría de
ONGs han adoptado esta posición, contribuyendo al discurso antiesta-
tista, sin comprender que los resultados de la ofensiva del capital en este
sector son siempre catastróficos para las clases populares.
Muy pocas veces se observa que la púvatización desempeña un im-
por¡ante papel en la gestión de la crisis, al proporcionar salidas a los ex-
cesos de capital característicos de la crisis. En mi opinión, ésa es justa-
mente una de las razones de la operación, aunque tal cosa conlleva un alto
precio. En efecto, el capital así invertido no contribuye al desarrollo del
sistema productivo y, por tanto, es incapaz de reducir el desempleo. Las
ganancias obtenidas por el capital en dichas condiciones agÍavan la desi-
gualdad, habida cuenta de la escasa capacidad del Estado para intervenir
y paliar los efectos negativos de la globalización.
El proyecto de reducir la gestión del sistema a la regulación median-
te el mercado mundial es, por consiguiente, plenamente utópíco. Como
ha señalado Kostas Vergopoulos, la coherencia nacional está ciertamente
de baja, pero no está siendo sustituida por una coherencia a nivel mun-
dial, que sigue siendo esquiva. Tal cosa no resulta sorprendente, puesto
que dicha coherencia exigiría un Estado mundial o, al menos, un sistema
político tan efectivo a nivel mundial como ha sido el Estado nacional al
suyo. Las instituciones económicas internacionales no resuelven el vacío
puesto que, como hemos visto, son simples instrumentos de gestión del
mercado en manos del capital. Las Naciones Unidas, ahora devaluadas,
no están avanzandohaciala construcción de un sistema político mundial,
sino que, por el contrario, están retrocediendo en ese terreno, Admitien-
do dicho fracaso, Vergopoulos expresa algunas reservas justifícadas acer-
ca de la realidad de la «globalización>>. Observa que a pesar de la globali-
zación de los mercados, las estructuras macroeconómicas nacionales
siguen siendo determinantes de enorme importancia. La <<competencia>>
La gestión económica capitalista de la crisis de la sociedad contemporáneu 51
cial sería algo más que un esperanzado deseo. La ayuda para el de-
sarrollo, multilateralizada dentro de esa estructura, no establecería
sólo una condicionalidad relativa al respeto a los derechos indivi-
duales y a la democracia política, sino que apoyaría también políticas
sociales progresivas; por ejemplo, asegurando que los incrementos
salariales corrieran paralelos a los incrementos en la productividad,
proporcionando una disribución más igualitaria de las rentas, etc.
De la misma forma, la dimensión política nacional del desarrollo
mundializado, así coordinado, permitiría que se respetaran los inte-
reses legítimos. Por ejemplo, se aceptaría la autosuficiencia alimen-
taria (Walter Russell Mead ha estudiado el caso japonés de la protec-
ción de sus productores de anoz), pero se compensaría pagando un
impuesto a la comunidad mundial por parte del país que se benefi-
ciara de las medidas proteccionistas, El impuesto sería recaudado por
un fbndo de desarrollo mundial que sería la principal institución de
préstamo a que podrían recurrir los países del Tercer Mundo.
fundos en todas las zonas del mundo, la sustitución de las actuales alian-
zas sociales hegemónicas (basadas en la dominación del capitalismo i
«comprador» en las periferias del Sur y actualmente también en el Este)
por nuevas y diferentes alianzas sociales basadas en la hegemonía del tra-
bajo y de las fuerzas populares. Sólo así será posible establecer el dominio
del valor de uso sobre el valor de cambio, así como la integración de las
exigencias y requerimientos a largo plazo, como el medio ambiente. Al
mismo tiempo, el proyecto requiere un orden político mundial diferente
del que predomina en la actualidad, un orden basado en la democratiza—
ción de todas las sociedades y la articulación de su interdependencia con
el respeto mutuo por su diversidad.
Avances en tal dirección resultan necesarios y posibles, aunque uso la
expresión «avances» deliberadamente, puesto que la realización total del
proyecto es un asunto a largo plazo, la transición «secular» del mundo
globalizado al socialismo mundial. Junto al combate ideológico que debe
librarse en pro de la Visión del objetivo último (tal y como se concibe, por
ejemplo, en el proyecto que acabo de describir), deben definirse estrate—
gias para cada una de las fases del camino.
Por consiguiente, y volviendo al proyecto en cuestión, le haría una
crítica constructiva que podría resumirse en los siguientes puntos:
Las prioridades para la acción que estoy sugiriendo difieren, por tan-
to. de las establecidas en el proyecto antes considerado. En mi opinión,
debe ponerse el énfasis en las acciones que vayan en las siguientes direc-
ciones:
Referencias
Los ANTECEDENTES
biles, las periferias del Sur y actualmente del Este, para aminorar las con-
secuencias de ésta en casa y evitar que se conviertan en serias, aunque,
obviamente, tal táctica no ayuda a encontrar una solución a la crisis. En
este contexto, Ia gestión de la crisis preserva el actual sistema monetario
internacional, que durará tod¿rvía cierto tiempo, aunque sus días están
contados. No obstante, preservar un sistema ya caduco a toda costa su-
pone arriesgarse a su colapso, como sucedió en los años treinta, cuando el
patrón libra esterlina dio paso a rivalidades descoordinadas que eran pre-
sagios de guerra.
del Tercer Mundo. sean cuales sean los motivos que se invoquen. siempre
son negativas.
La preocupación táctica dominante no deja de lado el hecho de que
las potencias mejor situadas en el tablero mundial persiguen, también y al
mismo tiempo, sus propios objetivos estratégicos. Dos de estos objetivos
son claramente patentes en los casos de Europa oriental y de Etiopía. El
primer caso demuestra el plan esmatégico del expansionísmo alemán, el
segundo el de la hegemonía estadounidense, dos planes que convergen, al
menos parcialmente. Ambos planes pretenden marginar a las restantes
potencias, Francia y el resto de Europa, que se ven obligadas a alinearse
entre sí.
El objetivo alemán la latino americanización de Europa oriental,
-
una forma de afirmar la preeminencia alemana sobre el resto del conti-
nente- coincide con el de Estados Unidos, es decir, debilitar al máximo
posible a Rusia para regresar a la situación de 1945, cuando Estados Uni-
dos contaba con el monopolio de las armas de destrucción masiva y esta-
ba en condiciones de imponer su hegemonía mundial. Bonn ha logrado ya
algunos éxitos importantes: la destrucción de Yugoslavia y la .<compra-
dorización>> de Eslovenia/Croacia, que Bohemia-Moravia volviera ala ca-
tegoría de protectorado, y que los Estados bálticos y Ucrania se separaran
de los rusos. A tal efecto se han movilizado completamente los denomi-
nados medios de información, hasta el punto que se han hecho acreedo-
res a ser llamados ..medios de desinformación>>. Encontramos de nuevo
dos leyes, ..la de los ricos y la de los pobres>>: a los rusos, establecidos en
los Estados bálticos al menos tanto tiempo como los ingleses en Irlanda,
y en mayor número, se les puede privar del derecho a votar, un hecho que
no descalifica a las <<democracias» báiticas, mientras que los irlandeses
que encuentran anormal seguir bajo el yugo de los ingleses siguen siendo
<<terroristas». Tras la ruptura de la Unión Soviética, ¿no fue el desmem-
bramiento de Rusia, reducida a Moscovia, un obietivo estratégico?
El objetivo de Estados Unidos sigue siendo el mantenimiento de las
ventajas que se derivan de su hegemonía mundial, que se encuentra ame-
nazada por la erosión de su competitividad en la economía mundial y por
el exorbitante costo de las intervenciones que hace con el objeto de man-
tener su posición. Enfrentado, tras la desaparición de la bipolaridad, a un
número creciente de <<enemigosrr, el número de esas intervenciones ha
aumentado. Pero ¿no se desarrolló precisamente la teoría de la gestión de
los conflictos de baja intensidad para responder a esa situación? De ne-
cesitarse, el debilitamiento de estos potenciales enemigos mediante la de-
.sintegración de los Estados y el drenaje de sus fueruas mediante conflic-
tos internos inacabables puede servir para aplazar la necesidad de
intervención. La geoesfrategia, la búsqueda constante de bases que per-
El auge dc la etnicidad: una respuesta política a la globalización econírmica 95
concibieron en este marco como algo particular a cada uno de estos gru-
pos particulares.
La primera gran ola de lo que llamo <<las revoluciones culturales que
fundan 7a eru tributaria>> supuso el inicio del concepto universalista de
humanidad. Durante el milenio o algo más que va desde el siglo v a.C. al
VII d.C,, se fundaron las grandes religiones como el zoroastrismo, el bu-
dismo, el cristianismo y el islam, así como se formularon las grandes filo-
sofías confu ciana y helenística. De esa forma se afirmó la dimensión y el
destino común de los seres humanos, al menos en lo que respecta al más
allá. Naturalmente, esta declaración de vocación universalista no estable-
ció una unificación real de la humanidad. Las condiciones de la sociedad
tributaria no 1o permitieron y la humanidad se reformó en grandes áreas
tributarias cohesionadas por sus propias filosofías-religiones universalis-
tas: la cristiandad, Dar el Islam, el mundo hindú, el mundo confuciano.
Sin embargo, la revolución tributaria, como todos los grandes momentos
revolucionarios en la historia, se proyectó en el futuro y desarrolló con-
ceptos que fueron más allá de su propio tiempo.
En la época moderna, la revolución burguesa inició una segunda ola
evolutiva que profundizó y enriqueció el concepto de <.universalidad».
De hecho, la filosofía de la Ilustración supuso el inicio de un movimiento
que culminó en la revolución francesa. En lo relativo al concepto de na-
ción, ésta definió un nuevo contenido, radicalmente diferente de aquél
que habían experimentado sus vidas, su pertenencia a una comunidad o
su percepción del universalismo y sus límites los miembros de las comu-
nidades tributarias (la cristiandad, el islam, el mundo hindú o el mundo
confuciano).
La nueva organización de la sociedad que empezó a cristalizar en par-
te de Europa con el Renacimiento, la conquista de América y el mercan-
tilismo de las monarquías absolutistas de la Europ a atlántica decir, el
-es
capitalismo, por llamado por su nombre- crearon un marco apropiado
en los primeros Estados-nación burgueses (Inglaterra y Francia, en parti-
cular). Pero la filosofía de la Ilustración no encauzó la realidad <<nacio-
nal>> en la dirección de la construcción de algún mito biológico, sino que,
por el contrario, esa realídad se formuló en una visión social (es decir, no
naturalista) de la sociedad. Ciertamente, el mito se elaboró para tal fin,
pero difirió mucho del mito de los ancestros comunes. Además, se sostu-
vo que un <<contrato social>> había fundado el Estado-nación, por tanto
como Estado y nación, que de otro modo no habrían existido. El concep-
to de contrato social presupuso el concepto de individualidad burguesa
dotada de libertad.
La grandeza de la Revolución francesa se expresó en el hecho de que
fundó una nueva nación, sin aludir para ello a una sangre o a unos an-
102 L,l capitalismo en la cra de Ia globalización
Referencias
NacroN¡usuo
-\o/¿s
Referencias
I-¡ n¡rra
DE COMpLEMENTARIEDAD poLÍTICA EN EL pRoyECTO posBÉLrco
DE COMUNIDAD ECoNÓMICA EURoPEA
Consciente del reto, Estados Unidos acudió en ayuda del continenre con
el plan Marshall.
Otra de las grandes preocupaciones de la opinión pública de la épo-
ca, que hoy tenemos tendencia a olvidar pese a que impregnó toda Euro-
pa en los primeros tiempos de la posguerra, era la relacionada con el re-
nacimiento del poder industrial y militar de Alemania. Stalin renía su
<<zona de seguridad>> o <<barrera protectota>> para hacerle frente. Inglate-
rra, por su parte, optó por una alianza permanente e incondicional con
Estados Unidos. Francia, cuyo estatus de gran potencia empezaba a ser
algo del pasado, era particularmente sensible a esa eventual amenaza.
¿Cómo evitarla? Inicialmente se pensó pura y simplemente en desmanre-
lar Alemania, una solución qLre pronto se descartó. De Gaulle, que había
tenido que pasar por las horcas caudinas de ser aliado de segunda fila,
abrigaba sentimientos encontrados hacia el protector estadounidense.
Por otra parte, una alianza con Moscú significaba arriesgarse a reforzar \a
posición de los comunistas. En esa situación se abrió paso una nueva idea:
neutralizar a Alemania absorbiéndola en el objetivo de construir Europa.
Esta idea permitía pensar en arraigar la democracia al es¡e del Rin y tam-
bién en lograr la apertura de mercados que se requería para consolidar la
hegemonía estadounidense. Para acabar con las tendencias si no autár-
quicas sí al menos fuertemente proteccionistas que caracterizaron la Eu-
ropa de entre€luerras, el plan Marshall se propuso apoyar la intensifica-
ción de los intercambios comerciales inraeuropeos como preludio a la
apertura sin límites. Dicha elección fue justamente la inversa que la que
medio siglo después se ha tomado respecto de la antigua Europa del Este.
En este caso, las potencias occidentales y las organizaciones inspiradas
por ellas intervinieron inmediatamente para desmantelar las interdepen-
dencias existentes en el seno de1 COMECON (cuyo nombre oficial era,
como es sabido, Consejo de Ayuda Mutua Económica), una decisión que
afectó negativamente a la <<reconstrucción» del Este.
En esta atmósfera de posguerranaci6 el proyecto de una Comunidad
Europea, algo que debíamos recordar para ocuparnos ahora, )' compren-
der, su posterior evolución.
concedidas a la periferia europea son seis veces más cuantiosas para una
población de diez a veinte veces ñlenorl Este modesto volumen parece
más una cuestión de caridad que de solidaridad internacional. En cual-
quier caso, no alcanza el umbral mínimo para permitir la construcción cle
un espacio regional euroafricano. Esto demuestra una realidad que no
siempre se admite: a pesar de los acuerdos de asociación CEE-ACP (Áfri-
ca, Caribe y el Pacífico), no existe una visión política de las relaciones en-
tre Europa, por un lado, v ei mundo árabe, Áf.i.a subsahariana y el Ter-
cer Mundo en generai. por otro. Es probabie incluso que los Estados
miembros por 1o menos alguno de ellos- tengan una concepción de
-o
estas relaciones r-de la regionalización en general que excluya la escala
mundial que éstas implican.
muy limitada, sin alcance decisivo. ¿No será porque el I+D está fuerte-
rlente unido al desarrollo del potencial militar, como nos recuerda el caso
de Euratom?
2. Los mercados pírblicos no están hasta ahora sometidos a una ver-
dadera competencia a escala comunitaria. Por diversos medios, a
veces indirectos, los Estados evitan que se cuestione la preferencia
nacional en este campo, que consideran un ejercicio de soberanía.
l. El derecho mercantil especialmente el societario- sigue sien-
do competencia de los -yEstados. Los proyectos de unificación
una exigencia casi evidente debido a la aparición de multinaciona-
-
les ,,europeas>> en lugar de las alemanas, británicas o f¡¿¡sss¿5-
no van más allá del discurso puramente retórico o de los estudios
académicos.
4.Las producciones cinematográficas y televisivas no forman parte
de las esferas su;'etas a la competencia comercial en nomlrre de la
<<excepción cultural>>. Francia, más sensibllizad,a que los demás
países ante los peligros de la invasión cultural norteamericana, se
ha colocado ala cabeza de esta reivindicación invocando, a mi iui-
cio justamente, la estrecha relación existente entre la independen-
cia cultural y la independencia política a secas.
2. Todo 1o que acabo de decir es algo que los europeos, que son per-
fectamente conscientes de sus debilidades. conocen a ciencia cierta. Por
Los relos de la globalización: el caso europeo I49
para muchos, la r-rnivers alización que se lleva a cabo limando las di-
ferencias no es deseable), sino que las estructuras r, los niveles de
desarrollo de las partes que lo componen son distintos y desiguales.
No resulta difícil establecer la frontera de las regiones que
constituyen el núcleo, que aun perteneciendo a naciones distintas
comparten características comunes fuertes v níveles de desarrollo
similares. Pero más allá de esta frontera y moviéndonos en los cua-
tro puntos cardinales (hacia el sudoeste, el noroeste, el sudeste y el
este), parece claro que los desafíos a los que se enfrentan las socie-
dades actuales, y a los que tendrán que enfrentarse durante bas-
tante tiempo, son de naturaleza diversa.
Un provecto eficaz, aunque sea estrictamente económico, que
pretenda englobar el núcleo y las periferias no puede ignorar los
problemas que plantea esta mezcla heterogénea. Ni siquiera un sim-
ple mercado cornún tiene por qué ser beneficioso para todos. Sirva
como muestra el ejemplo de Grecia, sin contar que la eventual ad-
hesión de otros países del Este agravará las distorsiones producidas
naturalmente por el funcionamiento de las leves del mercado si no
se establecen las protecciones apropiadas sistemáticamente.
l. Lo más inquietante, en mi opinión, no es que los europeos ignoren
los problemas aquí expuestos (los conocen bastante perfectamen-
te), si no que el esbozo de las soluciones propuestas conduce al
proyecto hacia un callejón sin salida.
Como es sabido, el Tratado de Maastricht que instituyó la nue-
va <.Unión Europea>> dejó de lado el gran desafío político al que se
enfrenta Europa. Al eludir la dificultad, no es que se haya aparca-
do la construcción europea, sino que la ha llevado a un callejón sin
salida. El tratado dio prioridad a la creación de una moneda única,
el Euro. Dicho de otro modo, se decidió seguir con el proyecto de
integración económica dando un paso decisivo (la moneda única)
sin definir las perspectivas políticas de la Unión.
El razonamiento en el que se basó la decisión es conocido: para
garantizar simultáneamente el mercado único, lallberalización de
los movimientos de capitaies y la estabilidad de los cambios se pre-
cisa una política monetaria común (en rigor, una moneda única).
Creo que este razonamiento es erróneo, ya que es insuficiente en
dos planos;
a. Los tres objetivos sólo pueden conciliarse si, aparte de una polí-
tica monetaria común, los Estados miembros desarrollan políti-
cas económicas y sociales paralelas. Es decir, para que el sistema
fr-lncione es necesario que las políticas de los Estados miembros
en materia de presión flscal, gasto público, etc., sean idénticas,
Los retos de 1a globalización: e1 caso europco 15)
cional con Estados Unidos. Hasta ahora ha podido conciliar esta elección
con su compromiso europeo. Pero el quid de la cuestión para el futuro es
el que expresan las siguientes preguntas: ¿qué ocurrirá si la competencia
Europa-Estados Unidos se agudiza?, ¿qué ocurrirá si Europa vuela en pe-
dazos?, ¿qué ocurrirá si Alemania domina Europa)
Francia había previsto, en 1945-1946, renovar su imperio dentro de
un marco asociacionista, la asociación de naciones independientes o lla-
madas a serlo en el sentido estricto del término. Las fuerzas colonialistas
suprimieron la posible intención renovadora del proyecto, perpetuaron
las relaciones coloniales hasta el momento en que la transformación de
las relaciones dentro del capitalismo francés detrimento de los vie-
-ende los sectores dinami-
jos intereses coloniales en declive v en beneficio
zados por políticas eficaces de modernización- empujó aFranciahacia
la integración europea. Hot' en día, Francia no tiene otra elección posi-
ble, un factor de debilidad, habida cuenta de que la principal potencia
europea se beneficia de un margen de maniobra mucho
más amplio.
-Alemania-
Desde 1871, Alemania había desarrollado su propio proyecto, el
DrarugNach Osterz (el impulso hacia el Este). ¿-Habrá renunciado a ello?
Ciertamente Alemania se ha convertido en una democracia semejante a
la de Gran Bretaña y Francia. lo que no era durante el Segundo Reich (el
de Bisrnark) ni menos aún durante el odioso Tercer Reich hitleriano.
Como son conscientes de que esta experiencia es funclamental, las fuer-
zas democráticas alemanas se han convencido de que la <<Alemania euro-
pea>> es preferible a Ia «E,uropa alemanan, por utilizar sus mismos térmi-
nos. Ha llegado ya el Cuarto Reich, como ha demostrado su intervención
en Yugoslavia,la inquietante resurrección de la <<cuestión de los Sude-
tes>> y otros signos. ¿Es posible un Cuarto Reich democrático? Por qué
no. Los imperialismos británico y francés se expandieron sin, por ello,
cuestionar la democracia burguesa en sus metrópolis. Un Cuarto Reich
democrático incluso podría retomar los objetivos delDrangl'lach Ostern
sin que esta expansión apareciera como intolerable para los pueblos de
Europa del Este: sería una hegemonía regional que funcionaría por me-
dio de la economía, como [a de Estados Unidos a escala mundial (y E.-
tados Unidos es igualmente una democracia que no ha quedado arruina-
da por dicha hegemonía). El margen de maniobra del que dispone
Alemania todavía es grande: continuaría su propia política hacia el Este
sin cuestionar la construcción europea, porque sus compañeros (Francia
en primer lugar) estarían obligados a rarificz:r sus iniciativas. Evidente-
rnente es la <<Europa alemana>>, dentro de un <<universo norteamerica-
no>>, porque Alemania no cometería el error (fatal para Hitler) de comer
más de lo que puede digerir.
Los retos de la globalización: el caso europeo 151
En resumen y como conclusión, parece claro que los seis temas que
hemos tratado conforman una agenda que se inscribe naturalmente en Ia
tradición del pensamiento de izquierda acerca de 1os movimientos y del
progreso, por lo que podemos acabar diciendo que Europa será de iz-
quierdas o no será.
Referencias
pretada como un símil del capitalismo. Para lograr tal cosa, la crítica del
capitalismo debe a su vez establecer reglas alternativas parala organiza-
ción social, así como valores alternativos. En suma, dicha crítica debe
presentar un sistema de racionalídad alternativo. ¿Significa eso que la crí-
tica del capitalismo se verá tentada inevitablemente, como sucedió antes
con el capitalismo, a presentar ia nueva racionalidad derivada de su uto-
pía cteativa como una construcción eterna e imperecedera? Creo que esta
nueva crítica debe evitar tal cosa.
Pero ¿realmente la crítica del capitalismo ha superado la estructura
existente del pensamiento burgués? Ésa es la cuestión clave, una cues-
tión a la que en este momento no puede responderse de forma tajante.
La nueva crítica del capitalismo es aún incompleta. Ha de profundizarce
y enriquecerse con aportaciones derivadas de su interacción con los nue-
vos desafíos surgidos del propio desarrollo del capitalismo. Inicialmente
focalizada en los valores morales, la crítica del capitalismo alcanzó el es-
tadio que considero decisivo en la obra de Karl Marx. Al marxismo se
añadieron luego una serie de desarrollos graduales bajo la Segunda y la
Tercera Internacional, que asimilaron la tendencia economicista de la
teoría burguesa y con ello el aliciente de su visión determinista, por lo
que acabaron convirtiendo las <<leyes de la historia>> en un conjunto de
reglas implacables idénticas a las leyes inexorables de las ciencias natu-
rales. De tal forma. el marxismo acabó abogando, en nombre del socia-
lismo, por un sistema utópico de gestión racionalizada basado en el co-
nocimiento de dichas ,.leyes>>, algo en cuyo proceso redujo a desechos la
dialéctica de la libertad humana.
El marxismo es, por tanto, en cualquier caso obviamente incompleto.
No obstante, sería totalmente injusto reducido a una forma particular, la
de la ideología soviética, que durante mucho tiempo he considerado más
cercana al pensamiento burgués que al marxista.
La crítica del capitalismo fue anterior a la caprichosa crítica que re-
cientemente han realizado los teóricos posmodernistas. Sea como sea, lo
importante es discernir si la teoría posmodernista aporta algo novedoso.
En mi opinión, el posmodernismo como una tarea intelectual de la que
nada puede derivarse a futuro, en la medida en que no ofrece instrumen-
tos conceptuales capaces de trascender la esÚuctura capitalista. ni de-
muestra contar con capacidad alguna de inspirar un diseño innovador de
cambio social. En resumen ,\a crítica posmoderna es menos radical que la
crítica cuyas ideas seminales encontramos en la obra de Nlarx,
Sin duda alguna, los ejercicios de deconstrucción del discurso con los
que Lyotard, Derrida, Deleuze, Guattari, Foucault v Baudrillard sentaron
las bases del posmodernismo (en la forma en que lo han postulado los
autores estadounidenses y Touraine en Francia) tienen alguna utilidad
164 El capitalismo en la era de la globalización
Referencias
Acuerdo sob¡e Patentes ¡ Derechos de Autor, IJanco central mundial, opci(rn de un,)),35J9,
179 66,68-70,129
Aeronaútica, subsidios estadounidenses, 47 Bancos, internacionalización, 5l
Afganistán,81 Bandung, proyecto de, )2, 39. 10, 49 -50, 5 1, 65,
Africa: 111, 115, 116, 118, 72), r72, 175, 116
ACP (Africa, Caribe, Pacífíco), ,,42,128, Ba¡an, Paul, J5
- laa Baudrillard,Jean,163
..afropesimismor. 180 Bélgica, l)7 ,154,151
- balcanización, I 1t) BERD (Banco europeo pirril la reconstrucción y'
- ¡¡2¡¡¡¡¡¡¡6[ización. 5 6 el desarrollo de Europa del Este), .10
- intelectualidad, l7 5, 17 6, 11 8, 180-181 Bercberes,8l
- panafricanismo, 155, 179 Bienestar, estado del, )2,52,175-116, 119, 1i0
- políglota, 82 Bismarck, Otto von, 70, 156
- subsahariana, 12, 12, 109. 10, 11I, 12), 144
1 Blair House, acuerdo de, .{7
-Agricultura, 15, 110, 141 BN'l (Banco N{unclial), 20, 2 t- . 29. r, ) 1, )9 -1),
ideología del Banco Mundial. .11, ,12 58-62.1i, t20,119
- subsidios. 47 Bolchevique, rcvolución. 86
-Albania, 114 Bolchevismo. 107
Alemania, 54,70,l2,86, 88, 102 103, 1)6, \46, Brandt, Iniorme, 9), 12)
151, r55, 157 Brasil, 97
del Este, 141 Bretton lil/oods, j 1, ) 5, )1, )9, 48, 52, r1'6), 66
- estatus de los inmigrantes, 103 Brézhner,. Leónidas, 67
- expansionismo, 9,1 Bundesbank, 22, t-2, 90, 15)
- fuerzas armadas. 115 Br.rrocracias, 49
- industria, 1)5,147
- plusvalía,59
- unificación, 18, 88, L1l Cámara de comercic¡ intern¿cional, 47
-Alienación, 164, 16l-168, 169 Campesinado mundial, destrucción de auionc
Angola, 95 mía del,.11
Argelia, 105 Canadá,12,128,14,116
Armas de destrucción masiva. 19 Caos, 16, 20, 22, 3), 18, 99, 121-125, 155
Arruda, Marcos, 29 Capital:
Asia: acumulación, 77
Asia oriental, 51, 57.90, 1 1r, 116, 12)
- flotante.42-4)
- Sudeste asiático, 1 I , 90. I22. 123 - movimiento de, 18, 17, 119. 110
- del Pacíiico. 57 128
-Capitalismo:
-Zona
Asimilacionismo. 1O.t- 105. 106 sin capiralistas,,. )0. )2, 161,
-«capitalismo
Atlantismo. 115 168
Auschu'itz. 16-1 clasrco. 1)
Australia, l0-+,128
- formas del, 15-19
Autosuficiencia alimentaria. -17. 60
- límite histórico, 96
- salvaje,22
- utopía d.el,3). 12\
Bagdad, 82
-Carta Magna, 10.1
Balcanes. 89 Casanova, PG., 12,
184 El capitalismo en la era de la globalización
CE (Comunidad Eulop""\, )9, 42, 17, 54, 56. Deng Xiaoping, 122
,q.bq.71 i2,tq,il,99,i22,118-160 Derechomercantil,l,l5
instituciones de la. 149-150 Derricla, Iacques, I 18-l 19
-CECA {Comnnidad Europea del Carbón y el Desarrollo, 27,)Ct,173 1l1
Acero), 1l) 116 desigual.7O-73
CEE (Comunidad Económica Europea), j7,79,
- ideología. l¿.8'169
ill, 118, 119-110, 14I,112,143,144,151 - organisrlos de. 174
CELA (Comisión Económica para América La-
-Desconexióni desvinculación, 18,27 )5 58, 95
, , ,
4
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