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ESTUDIOS
1
Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile. Correo
electrónico: hidalgo@geo.puc.cl
2
Licenciado en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile.
3
Licenciado en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Palabras clave: barrios obreros, historia urbana, doctrina social, vivienda popular.
This article is intended to examine the work done by Catholic institutions in relations
to the development of the first housing solutions offered to the working class. My
aim is to identify the main motivations of those who formed these institutions
between the late XIX and early XX centuries. Moreover, I offer and analysis of the
functioning of these institutions along with the design options adopted and the
related urban and social problems generated in Santiago. On this vein, I claim that
the work done by Chilean Social Catholicism post-Rerum Novarum (1891), triggered
state involvement, expressed through the Law of Housing for Workers of 1906.
Key words: working neighborhood, urban history, social doctrine, popular house.
INTRODUCCIÓN 1
La segunda mitad del siglo XIX fue un período de profundos cambios económicos y
sociales al interior del país. El fuerte auge que experimentó el sector de la minería,
especialmente luego de la Guerra del Pacífico, fue probablemente el detonante
principal del proceso modernizador que enfrentaría Chile a fines del siglo XIX y
principios del XX. El crecimiento de la industria salitrera implicó un necesario
desarrollo ferroviario y portuario al centro y norte del país, mientras que en las
principales ciudades, aparecían pequeñas industrias artesanales y manufactureras
mayores y con estas se establecía un importante grupo proletario7.
En Chile, desde la segunda mitad del siglo la vivienda popular fue tipificada en tres
categorías, de las cuales ninguna respondía satisfactoriamente a las condiciones de
higiene, seguridad, o mínima comodidad que la nueva vida urbana e industrial
comenzaba a requerir. En primer lugar se encontraban los ranchos, los cuales,
construidos de materiales precarios y techo de paja, tenían su origen en la práctica
de la construcción rural. En 1875, Rafael B. Gumucio, por medio de un ejemplo, se
refería a las condiciones de estas viviendas: "ved ese pajizo rancho, cuyo techo no
resguarda ni del sol ni de la lluvia, cuyas paredes no defienden ni del viento ni del
frío, cuyo pavimento es la húmeda tierra"13. Luego estaban los cuartos
redondos que correspondían a una habitación sin ventanas, que tenía como única
ventilación la puerta de entrada. Por último, el tipo de habitación característica del
último tercio del siglo XIX fue el conventillo, "vivienda de carácter colectivo,
alineada en torno a un espacio o patio común, carente de los servicios higiénicos
como agua potable y alcantarillado"14.
En el contexto del debate político y social de la época, fue sin duda este último, el
conventillo, el que provocó la mayor discusión, dejando al descubierto la gravedad
del problema de la habitación obrera. En 1875, Abdón Cifuentes, luego de rescatar a
dos "chicas" de un conventillo, afirmaba que allí "duermen revueltas con hombres,
como los animales, sin recibir otra educación que el ejemplo de los vicios y los
escándalos de esas viviendas"15. Julio Pérez Canto, en un análisis sobre los barrios o
poblaciones obreras se refería al conventillo, elaborando una extensa e implacable
crítica a esta forma de habitación:
Una clara definición de los conceptos en cuestión ha sido establecida por Concepción
Arenal en su clásico trabajo La beneficencia, la filantropía y la caridad. Según esta
autora "Beneficencia es la compasión oficial, que ampara al desvalido por un
sentimiento de orden y de justicia; Filantropía es la compasión filosófica, que auxilia
al desdichado por amor a la humanidad y la conciencia de su dignidad y de su
derecho; Caridad es la compasión cristiana, que acude al menesteroso por amor de
Dios y del prójimo"22. Aun cuando las motivaciones sean divergentes, un punto que
ligaba el trabajo efectuado por la beneficencia, la filantropía y la caridad tenía
relación con la compasión por el que sufre y la ayuda al necesitado. Para la labor de
los católicos chilenos en la construcción de viviendas obreras del período que nos
ocupa, se hace imperioso prestar especial atención en los criterios que definieron la
caridad y la beneficencia.
La caridad ocupa un lugar de particular importancia en la cultura cristiana
occidental. Está motivada en el amor a Dios y al prójimo establecido en el evangelio
y fue presentada como la principal encomienda revelada por la divinidad. Si bien
termina involucrando manifestaciones prácticas, la caridad se ha expuesto
comúnmente como un sentimiento sublime e imprescindible para obtener la
salvación23. La caridad es una "virtud sobrenatural" esencialmente espiritual y cuyo
principal valor es beneficiar la conciencia de quien la practica24. Validado en una
certidumbre evangélica, la caridad propiciaría el auxilio de enfermos, locos o
mendigos, cuya condición menesterosa sería aliviada gracias a las cualidades
redentoras de este sentimiento.
Desde el siglo XIX, el avance de las nuevas teorías médicas esgrimidas por los
científicos higienistas y la progresiva sección entre el poder estatal y
religioso motivó algunas polémicas discusiones que buscaban definir quiénes eran
las personas o instituciones que debían orientar sus esfuerzos hacia la ayuda a los
más necesitados miembros de la sociedad. Puesto que la caridad debía regirse por
principios sobrenaturales, esta se opondría a la beneficencia "puramente científica"
que comenzaba a ganar adeptos en la sociedad moderna25. Las acusaciones de
sectarismo que cayeron sobre las instituciones católicas de caridad debieron ser lo
suficientemente poderosas como para posibilitar la organización de nuevas
instituciones de beneficencia regidas por el Estado26. Pese a las dificultades de
convivencia, la caridad y la beneficencia públicas se mantuvieron simultáneamente
activas desde fines del siglo XIX.
La beneficencia podría definirse como la acción de hacer el bien 27. Aun cuando esta
primera acepción es esencial, "beneficencia" contiene un significado más amplio que
involucra la organización de las instituciones de "caridad pública". Justamente la
relevancia de la beneficencia radica en su capacidad para nuclear las acciones de las
diversas entidades dedicadas al alivio material de los más pobres. En 1832 se creó
en Chile la Junta Central de Beneficencia y Salud Pública, punto de partida para una
serie de juntas directoras de beneficencia que surgieron luego durante ese siglo. Sin
embargo, la regularización de su funcionamiento se produjo con el decreto supremo
del 27 de enero de 1886, que reglamentaba el servicio de beneficencia y creaba
Juntas de Beneficencia en Santiago y Valparaíso28.
Desde fines del siglo XIX, la beneficencia se expuso como una obligación legal del
Estado moderno. Potenciando los argumentos evangélicos esgrimidos por quienes
practicaban la caridad cristiana, el arribo de la nueva "beneficencia científica" basó
sus realizaciones en los avances experimentados por las disciplinas del conocimiento
liberal. Médicos, ingenieros, arquitectos y abogados fueron algunos de los
profesionales que dedicaron sus estudios y actividades a la resolución de
las paupérrimas condiciones de vida de los más pobres. Su activa participación, la
gestión profesional de su accionar y sus alentadores resultados hicieron que la
beneficencia se presentara como un deber ético de la sociedad civil, de sus
representantes políticos y del Estado chileno desde el penúltimo cambio de siglo 30.
Para el sociólogo Richard Sennett, las investigaciones que William Harvey realizó
durante el siglo XVII inauguraron una nueva aproximación al conocimiento del
cuerpo humano. Según Sennett, la circulación de la sangre y la respiración
determinaron el arribo de nuevas ideas en torno a la salud pública, las que serían
aplicadas por los urbanistas ilustrados del siglo XVIII en el planeamiento de las
ciudades. Del mismo modo como la sangre circula por el cuerpo, el tránsito del
cuerpo humano por las ciudades se plasmaría en el discurso de los urbanistas
ilustrados, quienes vincularían las venas y arterias con las calles o avenidas, y los
pulmones con las áreas verdes de las ciudades modernas31.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, ante la nueva valoración que los aspectos
sociales comenzaban a tener dentro de algunos círculos católicos, se puede apreciar
cómo, en su mayoría laicos católicos, promovieron y dirigieron la formación de
diversas instituciones de beneficencia, que tuvieron como objetivo tanto una mejoría
en las condiciones físicas y morales del pueblo como la "santificación" de sus
miembros34. Durante la década de 1880 este proceso se aceleró, acentuándose el
compromiso que la Iglesia Católica tenía frente a los graves problemas sociales que
comenzaban a mostrar las principales ciudades del país, especialmente la capital.
Además de la constitución de nuevas sociedades benéficas, en forma paralela y de
manera de concentrar a los grupos beneficiarios, la Iglesia promovió y coordinó la
formación de asociaciones o círculos de obreros católicos, los que se transformarían
en una de las claves para el funcionamiento y desarrollo de la acción católica. La
creación de La Unión Católica en 1884 sería considerada por algunos dirigentes de
las iniciativas sociales, como el punto de partida de gran parte del accionar de la
Iglesia frente a la nueva realidad social35.
Hacia las últimas décadas del siglo XIX, el accionar de las nuevas instituciones de
beneficencia se interesa decididamente por abordar las nefastas condiciones de la
habitación popular. Pese a que no era un asunto reciente, los críticos niveles que
había alcanzado este problema requerían una inminente atención. Las deficiencias
en la calidad de las habitaciones obreras comenzaron a ser percibidas por algunos
dirigentes católicos como el origen y raíz de todos los males sociales que afectaban
al pueblo, inquietud que se mantendría y profundizaría en los años siguientes.
Desde una perspectiva moral, la habitación era considerada por algunos como "(…)
el medio más poderoso para educar i mejorar la clase obrera, para elevar el nivel de
la familia i hacer de sus miembros elementos sanos y útiles a la sociedad" 38, debido
a que en ella se desarrollaban las bases de la formación del pueblo. Otros
ahondaron aun más en los beneficios que tenía la construcción y entrega de casas a
obreros y familias pobres, argumentando razones definitivamente ideológicas. Para
estos últimos, la obtención de la propiedad de la casa podía significar un fuerte
instrumento de control y detención del avance de las ideas socialistas entre el
pueblo, debido a que con ella se estaría fomentando la propiedad privada como un
elemento positivo. Entre los católicos, esta motivación, si bien no siempre fue
explícita, tuvo una fuerte presencia, lo que guardaba directa relación y conformidad
con la defensa a la propiedad privada que se manifestaba en Rerum Novarum, que
señalaba:
El objeto de la fundación es construir casas para obreros y para ello destina la suma
de cien mil pesos. Las casas que se construyan se arrendarán a los obreros por un
precio que siempre será inferior, en igualdad de condiciones, al que pagan de
ordinario. El obrero o artesano que haya pagado la pensión de arrendamiento
durante cierto número de años, diez o quince, según sea el caso, se hará dueño
absoluto de la propiedad que ha ocupado41.
Más adelante se especificaría que no bastaba con pagar los cánones para
adjudicarse la propiedad, sino que el obrero debería presentar ciertos hábitos de
orden y moralidad, pudiendo excluir de los beneficios de la Fundación a aquellos que
por "vicios o mala conducta se hiciesen indignos de ellas"42. Si bien Melchor Concha
y Toro falleció a los pocos meses sin dejar testamento, la familia ratificó la donación
de $100.000 y la intención de llevar a cabo esta obra, la cual en septiembre de
1892 adquirió la personería jurídica y la aprobación de sus estatutos.
La Institución León XIII concentró todas sus obras en un solo gran terreno ubicado
en la calle Bellavista, a los pies del cerro San Cristóbal. En los estatutos de dicha
institución se comprometía el trabajo dedicado hacia la formación de una población
para obreros católicos ubicada en el margen norte del río Mapocho. Situada a los
pies del cerro san Cristóbal, en uno de los sectores más altos de la ciudad, la
población León XIII facilitaría a sus habitantes la obtención de "aire puro i aguas
limpias, elementos de vida i de salud que no siempre se encuentran en la capital" 43.
En 1894 se entregarían las primeras 27 casas y en 1896 se terminarían otras doce
más. Sin embargo, la fórmula de construir nuevas construcciones mediante el
arriendo de las ya existentes resultó ser demasiado lenta. En cambio fueron las
donaciones, en especial los 250.000 pesos que legó Manuel Irarrázaval a su muerte,
y por otra parte la posterior deuda hipotecaría contraída por la suma de $200.000,
lo que permitiría finalmente a la institución construir más de 150 casas para
obreros, una Iglesia, una escuela, un salón de reuniones y un mausoleo 44.
Buscando abaratar costos y agilizar la entrega de las viviendas, las primeras casas
construidas por esta institución, fueron hechas en adobe y contaban de tres y cuatro
habitaciones. En 1903, el consejo de la Institución, llamó a un concurso entre los
arquitectos con el objeto de encontrar una nueva tipología de casa, más
higiénica45 y barata. Finalmente el tipo de casa escogido por el Consejo para las
nuevas construcciones fue el de "dos piezas en bajo, con pasillo al centro, cocina y
patio"46. Estas nuevas casas para obreros serían construidas con materiales sólidos
como ladrillo o concreto armado, buscando con estas mejoras evitar la acción
perjudicial que el último terremoto había tenido sobre las construcciones de adobe.
Tanto la elección de estos materiales de construcción, como el llamado a concurso
en el cual participaron connotados arquitectos de la época, fueron un testimonio de
la impronta moderna que se le quería dar a estas nuevas viviendas que se
construirían47.
Esto último puede ser visto a través de ciertas cláusulas, impuestas en los estatutos
de dicha sociedad, que determinaban los requisitos con que debían cumplir los
propietarios. En ellos se estipulaba, entre otras cosas, que las casas de la
"Institución León XIII" estaban destinadas a albergar a obreros casados, morales y
religiosos, quienes podrían hacerse propietarios al cabo de 10 ó 15 años de pagos
mensuales. Aunque la segregación religiosa impuesta a los postulantes de las
viviendas impedía un acceso libre a la población, pocas personas fueron expulsadas
de la Institución por no cumplir con sus obligaciones morales. En 1898, cuatro años
después de la inauguración de las primeras casas, de las 27 familias
que originalmente se habían asentado allí, "solo una fue despedida porque su jefe
vivía de un modo inconveniente i no quiso sujetarse a lo exigido por el Consejo" 49.
Todas las casitas son construidas de material sólido, estucadas por fuera i enlucidas
i empapeladas por dentro. Los pisos i cielos son empapelados i pintados. Las
puertas, ventanas i escaleras son de raulí con una mano de aceite i enceradas.
Los patios son empedrados i las acequias de cal i ladrillo abovedadas en las partes
que atraviesan las casas i estucadas con cemento61.
Pese a las diferencias que se observan entre las dos poblaciones que construyó esta
Sociedad, existe siempre una mejora con respecto a la deficiente situación
habitacional que afectaba a la gran mayoría del creciente proletariado urbano. La
introducción de servicios tales como agua potable, cierre de acequias, asfalto y
arborización de las calles, además de las mejoras que ya aportaba la casa nueva,
significaron un avance importante en las condiciones higiénicas de sus habitantes,
acostumbrados generalmente a la insalubridad del conventillo.
LA UNIÓN NACIONAL
Años antes, 1889, Francisco de Borja Echeverría, presidente del Consejo General de
la Sociedad de San Vicente de Paul, siguiendo el modelo que personalmente había
conocido en Europa, propuso la creación de patronatos y escribió un opúsculo donde
explicaba el sentido y funcionamiento que estas instituciones debían seguir. Los
patronatos, con su accionar dirigido hacia los niños de las familias obreras, debían
conformar un eslabón entre los círculos de obreros y las escuelas72. Se buscaba, a
través de estos, complementar el trabajo que se realizaba en las escuelas, de tal
manera que estos niños, futuros obreros, estuviesen resguardados ante los peligros
que implicaba esta secularización progresiva de la sociedad y los embates del
socialismo. El patronato, dirigido en principio a los niños, fue extendiendo sus
objetivos y funciones a los miembros de toda la familia; sin perder el nexo con los
círculos obreros, esta institución constituía una pieza más en el marco de esta
beneficencia integral.
Aparte del Patronato de Santa Filomena y el Patronato de San Isidro, las otras
instituciones que pertenecían a la Sociedad de San Vicente de Paul y que realizaban
un aporte considerable en la construcción de casas para obreros, eran la Sociedad
de Instrucción y Habitaciones para Obreros y la Institución de Habitaciones para
Pobres de San Vicente de Paul, ambas creadas durante la primera década del siglo
XX.
En 1907, la Sociedad de San Vicente de Paul, ante la gravedad que había adquirido
el problema de la vivienda popular, decidió la fundación de la Institución de
Habitaciones para Pobres de San Vicente de Paul. Raimundo Larraín C. (presidente),
Vicente Valdés B., Joaquín Echenique, Juan José Mira, José Manuel Valdés, Juan
Enrique Concha y José Domingo Cañas formarían el primer Directorio de esta
Fundación83. La Sociedad tenía como finalidad "adquirir propiedades y construir
casas y habitaciones higiénicas para gente pobre en cualquier punto de la
República"84 de modo de conceder estas en uso gratuito, arrendarlas o venderlas
según lo estime conveniente el directorio de la institución85.
(…) los socios de las conferencias, vieron un día que sus visitas
domiciliarias a los pobres, podían poco en el campo del mejoramiento
económico y moral, a consecuencia del sistema de habitaciones. Ahí
estaba el grande escollo86.
Desde esta mirada, son los ámbitos cualitativos que caracterizan y distinguen estas
obras los que permiten sustentar que ellas dejaron su "marca" en el espacio físico y
social de la ciudad. De esta manera, la particularidad de estos barrios obreros
católicos radica en que la casa obrera es concebida desde una doble perspectiva:
como la causa principal y origen de la mayoría de los males físicos y morales que
sufren los grupos populares, y a la vez, como el mecanismo más eficaz de acción
ante estos graves problemas. Esta doble lectura de las habitaciones obreras nos
permite comprender el porqué de este esfuerzo monumental de la beneficencia
católica. La casa como un mero espacio físico, fue reemplazada por un complejo
enjambre de motivaciones y anhelos, que nos derivan a un espacio moral y
espiritual. Tras estas casas de la beneficencia católica, existe una poderosa red
institucional y un soporte físico que aseguró que junto con las posibilidades de
habitación, estas familias pudieran acceder a diversos servicios y bienes que
garantizarían su "mejoramiento físico y moral".
Según lo muestra la figura 2, que contiene una parte considerable de los conjuntos
de viviendas edificadas en Santiago por las sociedades de beneficencia católica y
que detallamos en el punto anterior, es posible afirmar que existe cierta dispersión
de dichos grupos de vivienda en lo que era el área consolidada de la ciudad de
inicios del siglo XX. Ello expresa tal vez tres situaciones que conviene destacar en la
perspectiva de comprender cómo esas construcciones contribuyeron a conformar el
paisaje sociorresidencial de la ciudad. Lo primero tiene que ver con la concentración
en la periferia de las poblaciones más extensas, donde existe por lo general mayor
cantidad de suelo a un menor costo; en el caso analizado corresponde a la población
León XIII, en el límite nororiente de Santiago hacia fines del siglo XIX, en terrenos
vecinos a la propiedad del Arzobispo Casanova92. Lo segundo, hace relación al papel
jugado por las sociedades católicas en la construcción del espacio urbano
santiaguino y su inserción no solo como promotoras interesadas en la renta del
suelo sino que también como agente urbanizador a través de un hecho tan
demostrativo como la construcción de viviendas, que desemboca en barrios obreros
habitados por población de similar nivel socioeconómico. En tercer lugar, aunque lo
anterior puede leerse desde la perspectiva de las sociedades de beneficencia
católica como promotoras de la segregación social, a través de la acumulación de
"iguales" en un mismo lugar de la ciudad, la dispersión de los conjuntos nos indica
que no existe un patrón de concentración predominante, por lo cual es probable que
los conjuntos residenciales de las sociedades católicas hayan contribuido a la mezcla
social entre los distintos habitantes de la ciudad.
Por su parte, relacionado con lo anterior, los criterios utilizados por estas
instituciones de beneficencia para decidir quiénes serían los destinatarios de las
casas o departamentos construidos, existen varios rasgos que se repiten,
permitiendo establecer ciertos patrones en común que rigen estas asignaciones
(ver cuadro 2). La primera constatación que se puede realizar es respecto a los
requisitos que debía cumplir el postulante a una casa. Exceptuando la Institución
Sofía Concha, todas las demás dan preferencia a aquellos que pertenecen o
participan de algún modo en la institución, ya sea como socio, beneficiario o
amparado por la entidad. Una vez más es evidente en la acción de estas
instituciones la intención de concentrar los esfuerzos sobre un grupo determinado.
Frente a esta aspiración común a la mayoría de los grupos benefactores de realizar
un trabajo integral con la gente que agrupa, existía una serie de requisitos que se
exigía a los beneficiarios. Esto guardaba relación con su conducta moral, práctica
religiosa, hábitos de orden, etc., todo lo cual resultaba importante a la hora de
seleccionar a los habitantes de cualquier población católica que se intentara formar.
Por último, es necesario resaltar las vastas diferencias que podemos apreciar entre
las distintas instituciones respecto la tipología de casa que construyen y el grupo
socioeconómico al cual están orientadas estas habitaciones. Las variaciones en los
precios y en los metros cuadrados construidos, nos hablan de un grupo beneficiario
bastante heterogéneo.
Durante la primera década del siglo XX, el problema de las malas condiciones de las
habitaciones obreras adquirió una relevancia para los sectores dirigentes del país,
que hasta entonces nunca antes había tenido. Dentro de este marco debemos
comprender la ley de habitaciones obreras de 1906 y la creación del Consejo
Superior de Habitaciones Obreras, normativa que dio el inicio de una serie de
actuaciones realizadas por el Estado chileno hasta nuestros días para dar solución al
problema de la vivienda, en favor de los grupos más desfavorecidos de la sociedad.
Una de las iniciativas presentadas durante este período tuvo que ver con el proyecto
de creación de un Patronato de Habitaciones Obreras, que en su nombre recoge el
legado de los patronatos formados bajo el amparo de la beneficencia católica y más
específicamente de la labor que estaba efectuando la sociedad San Vicente de Paul.
Este proyecto fue presentado por el diputado Francisco Rivas Vicuña el 29 de agosto
de 190094, que propone la creación de una institución con atribuciones que debían
extenderse:
Se designó una comisión96 para que estudiara la viabilidad de dicho proyecto, los
cuales haciendo modificaciones presentaron una nueva propuesta al gobierno, el
cual la remitió a la Cámara para que se estudiaran ambos proyectos por una
comisión especial97. Este organismo presentó su veredicto el 2 de enero de 1903, la
cual en la necesidad de decidirse por uno de ellos, se inclinó por el segundo por dos
razones:
(…) la primera por haberse adherido el señor Rivas al proyecto
formulado por la Comisión nombrada por el Gobierno y en segundo
lugar porque este último se conforma más a la actual situación del
Erario, le impone menor gravamen, procurando realizar
paulatinamente el fin que se propone el legislador98.
Los motivos que la Comisión argumenta para presentar el proyecto a discusión son
los mismos que utilizó el diputado Rivas Vicuña, como son la elevada mortalidad del
país y las causas de estos índices (raza, clima, alcoholismo y viviendas). Esto último
conformaba parte sustancial del discurso médico higienista y de aquel proveniente
de las instituciones católicas que argumentaba que la vivienda salubre debía
contribuir al mejoramiento de la moral de los sectores populares.
Esta frase podría resumir por qué la propuesta de Rivas Vicuña es rechazada en la
Cámara de Diputados, a pesar de que la mayor parte de los honorables reconocen
sus buenas intenciones y lo utilizan como ejemplo al dar sus discursos de apoyo a la
ley de habitaciones obreras.
En 1905 el diputado Salas Lavaqui, realiza un extenso discurso sobre los problemas
habitacionales de los obreros, indicando las principales leyes dictadas en otros
países sobre el tema y concluyendo con la idea de que existen dos remedios para
este problema: "la Acción del Estado y la Acción Privada". De esta última,
el diputado en cuestión destaca la labor filantrópica en Inglaterra y Francia, sobre
Chile realza la tarea efectuada por la institución León XIII101.
Los resultados de la ley de 1906, que estuvo vigente hasta la aprobación en 1925
de la Ley de Habitaciones Baratas, estuvieron en gran medida marcados por la
demolición en Santiago de 1.626 "conventillos", con cerca de 16.713 habitaciones,
cifra que contrastó con los 193 cités edificados, que involucraron cerca de 4.500
casas, que daban un total de casi seis mil habitaciones. Lo anterior llevó a aumentar
la densidad en los "conventillos" que quedaron en pie y al incremento del precio de
los arriendos de las viviendas y habitaciones104. Por otro lado, se observó un notable
crecimiento del arrendamiento de sitios en la periferia de la ciudad de Santiago,
situación que se manifestó en el aumento de las viviendas precarias en la periferia
de la ciudad.
CONSIDERACIONES FINALES
NOTAS
*
El presente estudio forma parte de los resultados del proyecto de investigación
DIPUC-DGP Nº 003/03CEDSI titulado "Las sociedades de beneficencia católica en los
orígenes de la vivienda social en Santiago y Valparaíso (1891-1925): proyectos
habitacionales y efectos urbanos", financiado por la Dirección General de Pastoral y
el Programa de Doctrina Social de la Iglesia de la Pontificia Universidad Católica de
Chile.
4
Fernando Silva, a través de un recorrido por algunas personalidades determinantes
en la acción católica, nos entrega en forma bastante consistente un primer
panorama general de los principales lineamientos que guiarían el pensamiento social
entre los católicos [Fernando Silva Vargas, "Notas sobre el pensamiento social
católico a fines del siglo XIX" en: Historia, 4, Instituto de Historia, Pontificia
Universidad Católica de Chile, 1965, 237-262]. [ Links ] Desde una
perspectiva distinta, que hace foco en la Encíclica Rerum Novarum y su influencia en
el pensamiento social, Walter Hanisch realiza una acuciosa recopilación de la
literatura que apareció durante los 40 años que siguieron a la promulgación de la
encíclica en Chile [Walter Hanisch Espíndola, S.J., "La Encíclica Rerum Novarum y
cuarenta años de su influencia en Chile. 1892-1932" en: Anuario de Historia de la
Iglesia en Chile, Seminario Pontificio Mayor, Volumen 9, Santiago, 1991, 67-
103]. [ Links ] Ambos autores, desde distintas miradas, recalcan en sus obras
el carácter pionero que desempeñan algunos grupos católicos ante los graves
problemas sociales existentes. Para el estudio de los primeros antecedentes de esta
beneficencia de laicos católicos, se puede consultar Maximiliano Salinas, "El laicado
católico de la Sociedad Chilena de Agricultura y Beneficencia 1838-1849. La
evolución del catolicismo y la ilustración en Chile durante la primera mitad del siglo
XIX", en Anales de la Facultad de Teología, vol. XXIX (1978), Cuaderno 1, Santiago:
Universidad Católica de Chile, 1980. [ Links ] Otras obras que tratan estos
temas son: Pedro Felipe Iñiguez, Notas sobre el desarrollo del pensamiento social en
Chile (1901-1906). Memoria para optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas
y Sociales, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago,
1968; [ Links ] Maximiliano Salinas, Historia del pueblo de Dios. La evolución
del cristianismo desde la perspectiva de los pobres, Rehue, Santiago, 1987, 151-
204; [ Links ] Marciano Barrios, La Iglesia en Chile, Hachette, Santiago, 1987,
95-118; [ Links ] y Chile y su Iglesia: una sola historia, Editorial Salesiana,
Santiago, 1992, 119-144; [ Links ] María A. Huerta, Catolicismo social en
Chile: Pensamiento y praxis de los movimientos apostólicos, Ediciones Paulinas,
Santiago, 1991; [ Links ] Ricardo Krebs, La Iglesia de América Latina en el
siglo XIX, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2002, 167-
306. [ Links ]
5
Patricio Valdivieso Fernández, " Cuestión social' y Doctrina Social de la Iglesia en
Chile (1880-1920): Ensayo histórico sobre el estado de la investigación"
en Historia 32, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1999,
553-573. [ Links ]
6
Patricio Valdivieso Fernández, " Cuestión social'… op. cit., 553.
7
Carmen Cariola; Osvaldo Sunkel, Un siglo de historia económica de Chile 1830-
1930, Santiago: Editorial Universitaria, 1991, 53-54 [ Links ]
8
Censos de la República. 1865, 1875, 1895.
9
Patricio Gross; Armando de Ramón, Santiago en el período 1891-1918: desarrollo
urbano y medio ambiente, Documento de trabajo No. 131, Instituto de Estudios
Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1983, vol. I, 22. [ Links ]
10
Armando de Ramón, Santiago de Chile (1541-1991). Historia de una sociedad
urbana, Santiago: Editorial Sudamericana, 2000, 185. [ Links ]
11
Rodrigo Hidalgo D.; Gonzalo Cáceres Q., "Beneficencia católica y barrios obreros
en Santiago de Chile en la transición del siglo XIX y XX. Conjuntos habitacionales y
actores involucrados", en: Revista de Historia y Geografía, nº 17, 323-
341. [ Links ]
12
Rodrigo Hidalgo D, "Higienismo, beneficencia católica y vivienda obrera en Chile a
finales del siglo XIX", en: Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre: PUCRS, v:
XXVIII, n. 1, 65-83, junho 2002. [ Links ]
13
Discursos i Poesías leídos en el Acto Literario-Musical celebrado por el Círculo de
colaboradores de la "Estrella de Chile" el 15 de agosto de 1875 en la casa del
Patrocinio de San José para celebrar el tercer aniversario de la fundación de esa
casa, Santiago: Imprenta de la "Estrella de Chile", 1875, 31. [ Links ]
14
Rodrigo Hidalgo D.; Gonzalo Cáceres Q., op. cit.
15
Abdón Cifuentes, Memorias, Santiago, Nascimento, 1936, vol. II,
133. [ Links ]
16
Julio Pérez Canto, Las habitaciones para obreros, Santiago, Imprenta y Librería
Ercilla, 1898, 208. [ Links ]
17
Ibid., 214.
18
Ibid.
19
Consejo Superior de Habitaciones Obreras, Memorias de su labor 1911-1912,
Santiago, Imprenta y Encuadernación Chile, 1912, 51. [ Links ]
20
Los diarios referidos son La Unión, El Diario Ilustrado y El Chileno, entre los años
1908 y 1913. Al respecto se puede consultar Eduardo Pérez-Cotapos Larraín, "La
Iglesia ante el mundo obrero, 1908-1913. Un estudio de la prensa católica de
Santiago", Memoria para optar al grado de Licenciado en Teología, Facultad de
Teología, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 1978. [ Links ]
21
Consejo Superior de Habitaciones Obreras, Memorias de su labor 1911-1912,
Santiago, Imprenta y Encuadernación Chile, 1912, VIII. [ Links ]
22
Concepción Arenal, La beneficencia, la filantropía y la caridad. Madrid, Librería de
Victoriano Suárez, parte segunda, Capítulo 1., 1894, versión digital extraída
de http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=1784 [ Links ]
23
Debido a ello es común observar en algunos panegíricos católicos referencias
hacia el "alma caritativa" que guía las actividades terrenales de algunas personas
ilustres. Para el caso del "alma caritativa" de Juana Ross de Edwards, una de las
principales organizadoras de obras sociales guiadas por el evangelio en Chile,
consultar Carmen Valle, Un alma cumbre. Juana Ross de Edwards, Padre Las Casas,
Imprenta y editorial San Francisco, 1944. [ Links ]
24
Estas impresiones han quedado consignadas en Rebeca Yzquierdo, La Caridad,
Santiago, Publicaciones de la Escuela de Servicio Social Elvira Matte de Cruchaga,
1940, 4-6 [ Links ]
25
Ibid., 23-24.
26
En 1904, Ernesto Líbano argumentaba que "las relijiosas no pueden desprenderse
de cierto espíritu sectario. Si no está el administrador, rechazan con frecuencia al
enfermo no católico o lo tratan mal si consigue entrar en el asilo". Ver Ernesto
Líbano, "Beneficencia", Memoria de prueba para optar al grado de licenciado en la
Facultad de Leyes i Ciencias Políticas, Universidad de Chile, 1904, 22. [ Links ]
27
Beneficencia proviene del latín bene-facere: hacer el bien. Para consultar un
análisis detenido de la beneficencia durante el cambio de siglo consultar Ernesto
Líbano, Ibid, 3.
28
Soledad Zárate, Dar a luz en Chile: la asistencia del parto, parteras, matronas y
médicos, S. XIX, Tesis (Doctora en Historia), Pontificia Universidad Católica de Chile,
Santiago, 2002. [ Links ]
29
Víctor Espejo, "La Beneficencia y la Población", Memoria de Prueba para optar al
grado de Licenciado en Leyes y Ciencias Políticas, Universidad de Chile, Quirihue,
Imprenta La Luz, 1914, 3. [ Links ]
30
Ver Eduardo Castillo Velasco, "La beneficencia pública en Chile", Memoria de
Prueba para optar al grado de Licenciado en la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales, Universidad de Chile, 1937, 17. [ Links ]
31
Richard Sennett, Carne y Piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental,
Madrid, Alianza, 1997, 274-301. [ Links ]
32
La incorporación de los cuartos de baños en la Europa decimonónica está descrito
en Alain Corbin, El perfume o el miasma. El olfato y lo imaginario social. Siglos XVIII
y XIX, México, Fondo de Cultura Económica, 1987. Ver especialmente "El aliento de
la casa", 178-193. [ Links ] La difusión del higienismo y sus repercusiones en
la teoría y la práctica de la arquitectura chilena en Ricardo Larraín Bravo, La Higiene
aplicada a las Construcciones, Santiago, Editorial Ercilla, 1909-
1910. [ Links ] La combativa acción de estos postulados médicos en las
viviendas obreras del cambio de siglo generó una verdadera cruzada por la vivienda
higiénica. Entre los más destacados textos difusores del programa se destacaba
Julio Pérez Canto, Las habitaciones para obreros, Santiago, Ercilla,
1898. [ Links ]
33
Al respecto consultar Rodrigo Hidalgo, "Vivienda social y espacio urbano en
Santiago de Chile. Una mirada retrospectiva a la acción del Estado en las primeras
décadas del siglo XX", en Eure, XXVIII, 83, 2002. [ Links ]
34
Es el caso de las instituciones que formaron parte de la Sociedad San Vicente de
Paul. Al respecto las notas aclaratorias del reglamento señalan que "No es, pues, la
filantropía y el socorro de las miserias de los pobres, muy plausible ciertamente,
pero puramente humano, el fin de las conferencias; sino el celo por la salvación de
las almas, y sobre todo, de la de los socios" [Sociedad San Vicente de
Paul, Estatutos y Reglamentos de la Sociedad de San Vicente de Paul con las notas
aclaratorias publicadas en 21 de noviembre de 1853 y varios anexos, Imprenta de la
Casa de Talleres de San Vicente de Paul, Santiago de Chile,
1914. [ Links ] 39].
35
La formación y desarrollo de estas nuevas inquietudes sociales de la Iglesia y su
materialización en obras e instituciones de beneficencia, además de la estructura
que adquiere la acción social católica durante los últimos años del siglo XIX se
pueden ver en: Carlos Casanueva O., El Patronato de Santa Filomena. Recuerdos
Íntimos, Escuela Tipográfica La Gratitud Nacional, Santiago de Chile,
1921. [ Links ]
36
Hidalgo Dattwyler, Rodrigo, "Higienismo, beneficencia católica y vivienda obrera
en Chile a finales del siglo XIX", en Estudos Ibero-Americanos, Porto Alegre PUCRS,
v, XXVIII, n. 1, 65-83, junho 2002, 69. [ Links ]
37
Concha S., Juan Enrique, "La principal obra social", en La Unión, 10 de
septiembre de 1910, 3. [ Links ]
38
Aragón, Ernesto, "Las habitaciones para obreros", Memoria de prueba para optar
al grado de Licenciado en la Facultad de Leyes y Ciencias Políticas, Santiago:
Imprenta Cervantes, 1900, 11. [ Links ]
39
León XIII, "Rerum Novarum", op. cit. 18.
40
Esta continuidad que proponemos entre la iniciativa privada católica y la acción
estatal en materia de habitaciones para obreros se puede observar con claridad a
partir de dos fenómenos. Las primeras viviendas para obreros construidas por el
Estado (Población Huemul, Población Matadero, Población San Eugenio) se
encuentran claramente influidas morfológica y programáticamente por las
poblaciones construidas por la beneficencia católica. Segundo, muchas de las
personas que lideraron la construcción de viviendas de la beneficencia católica se
involucraron directa o indirectamente en los proyectos habitacionales que
posteriormente implementa el Estado. Algunos casos emblemáticos de esta
situación fueron Alejo Lira Infante, Juan Enrique Concha, Luis Casanueva Opazo,
entre otros.
41
Institución León XIII. Vigésimo aniversario de su fundación, Talleres de la
Empresa Zig-Zag, Santiago de Chile, 1912, 5. [ Links ]
42
Ibid.
43
Juan Enrique Concha, "La Institución León XIII, su objeto i su desarrollo. Memoria
del Secretario del Consejo", en Julio Pérez Canto, op. cit., 213-229.
44
"Institución León XIII", en: Revista Católica, 17 de agosto de 1912, tomo 23, año
13, Nº 265, 297. [ Links ]
45
La construcción de casas "higiénicas", condición sobre la cual existió gran
consenso entre las instituciones de beneficencia y luego el Estado, tiene su raíz en el
pensamiento higienista que surge con fuerza durante el siglo XIX en Europa y que
luego tendría profundas repercusiones en Chile primero en la medicina y luego en
otras áreas. Uno de sus principales precursores en Chile fue el reconocido arquitecto
Ricardo Larraín Bravo, quien, en su libro titulado La higiene aplicada a las
construcciones (1909), recalca la importancia de la relación entre higiene y vida
urbana, extendiendo sus beneficios hasta hablar de higiene moral: "la higiene es la
civilización, y ejerce su benéfica tutela sobre la salud física, la extiende hasta sobre
la manera de ser intelectual: la Higiene moral tiene un vasto campo. Restablecer la
armonía de los órganos y en la salud, es extender dicha armonía hasta las
facultades morales" (Larraín Bravo, Ricardo, op. cit., 5.)
46
Institución León XIII, op. cit., 19.
47
"A ese concurso concurrieron distinguidos arquitectos y, después de maduro
examen y consultas, se acordó encargar la construcción de cuatro casas a cada uno
de los arquitectos señores, Jecquier, Cruz y Larraín, Smith y Veglia de los tipos que
ellos habían presentado al concurso" en Institución León XIII.. , op. cit., 19.
48
Esta "forma de vida" debe ser vista (al menos en el caso concreto de la
Institución León XIII) desde una perspectiva católica, para la cual una de las
principales motivaciones de la obra debe ser la superación del estado de
vulnerabilidad física y moral en que se encuentran las familias más pobres, en
especial los grupos obreros. Diez años después de la promulgación de la
encíclica Rerum Novarum por medio de las "Indicaciones prácticas para la acción
social de la juventud católica" se llama a todas las sociedades que tengan un
carácter religioso social a que se excite "(…) al obrero a dar a Dios el culto que le es
debido, y al amor a la piedad y en particular a guardar religiosamente los días
festivos; aprenda a respetar y a amar la Iglesia, madre común de todos, y,
asimismo, a obedecer a sus preceptos y frecuentar sus sacramentos (…)" en Revista
Católica, 1 de noviembre de 1901, Nº 7, 314.
49
"Institución León XIII", op. cit., 222.
50
Pérez Canto. op. cit., 217.
51
"Institución León XIII", op. cit.
52
"La Institución León XIII" en Revista Católica, 20 de septiembre de 1913, núm.
291, 499-501.
53
No existe claridad sobre el origen de esta Institución, ni el año en que aparece, ni
quienes son sus fundadores. Sofía Concha era hija de Melchor Concha y Toro y
fallece a la corta edad de 15 años. Es posible pensar que la fundación surge en su
memoria en la década de 1890. Pero ¿quién es el o los fundadores? Por otra parte
existen muchas similitudes entre sus estatutos y los que rigen a la Institución León
XIII, que puede responder tanto a una cercanía entre ambas instituciones, como a
la inexistencia de otro modelo a seguir en el ámbito de la construcción de
habitaciones obreras.
54
Informe del doctor Puga Borne dirigido a Juan Enrique Concha, en Julio Pérez
Canto, op. cit., 208.
55
Ibid., 211.
56
Ibid., 230.
57
Ibid., 208-212.
58
Ibid., 210.
59
Ibid., 211.
60
Ibid., 229.
61
Informe del doctor Puga Borne dirigido a Juan Enrique Concha, en Julio Pérez
Canto, op. cit., 229.
62
María Ximena Urbina. Los conventillos de Valparaíso, 1880-1920. Fisonomía y
percepción de una vivienda popular. Ediciones Universitarias de Valparaíso de la
Universidad Católica de Valparaíso, 2002. 89. [ Links ]
63
Julio Pérez Canto, op. cit, 235.
64
"Solemne asamblea de La Unión Nacional", en: Revista Católica, 21 de octubre de
1911, tomo XXI, año 12, Nº 234, 564. [ Links ]
65
Patronato de San Isidro. Memoria del Patronato de San Isidro. 1911, Imprenta y
Encuadernación Chile, Santiago de Chile, 1912, 62. [ Links ]
66
Sociedad San Vicente de Paul, Estatutos y Reglamentos… op. cit., 41.
67
Las notas aclaratorias de los Estatutos y Reglamentos de la Sociedad San Vicente
de Paul…, son enfáticos en señalar la exclusividad de sexo hacia la cual se orienta la
Institución. Esta marginación del sexo femenino no solo se hace efectiva en los
requisitos para ser socio, sino también en el tipo de obras de caridad que se llevan a
cabo, no siendo consideradas por ejemplo, la educación femenina.
68
Ibid, 39.
69
Ibid, 24.
70
Ibid, 43.
74
Ibid., 135.
75
Ibid., 238.
76
Ibid., 192.
77
Memoria del Patronato de San Isidro., op. cit., 18.
78
José M. Ferari Fontecilla. "La Iglesia y el movimiento obrero en Chile durante los
años de 1901-1908. El testimonio de la Revista Católica y de la prensa diaria
católica de Santiago". Memoria de grado para optar a la licenciatura en Teología,
Santiago de Chile, 1976, 104. [ Links ]
79
Esta suma de dinero solo se entrega una vez por cada fundador. El financiamiento
futuro de la fundación quedaría, al igual que la mayoría de las instituciones de
beneficencia, sujeta a las posibles donaciones que se reciban.
80
"Sociedad de Instrucción y Habitaciones para Obreros", en Revista Católica, 16 de
abril de 1910, Nº 210, tomo 18, año 9, 454. [ Links ]
81
Idem, 4 de agosto de 1906, Nº 121, tomo 11, año 6, 13.
82
Ignacio Muñoz. "Intentos por dignificarla habitación popular. 1870-1910",
en Nueva Historia, 1, 1985, 85. [ Links ]
83
Estatutos y Reglamentos de la Sociedad de San Vicente de Paul… (1914), op. cit.,
261-262.
84
Ibid., 259.
85
Si bien las memorias no mencionan nada al respecto, al parecer, la Sociedad de
San Vicente de Paul habría construido su primera población para obreros durante la
década de 1890. Julio Pérez Canto describe este conjunto en su libro Las
habitaciones para obreros. La población San Vicente, compuesta por 232 casas y
algunos conventillos, es evaluada por el autor como una población que, pese a tener
agua potable en abundancia y buenas construcciones, no cumple con los requisitos
de higiene necesarios, debido a varias acequias contaminadas que la cruzan.
86
"Precioso fruto. Inauguración de mañana. 36 casitas de la Institución de
Habitaciones para Pobres de San Vicente de Paul. El campo cristiano de la acción
social". El Chileno, 8 de octubre de 1910, 1. [ Links ]
87
Larraín Covarrubias, Raimundo; "Habitaciones de obreros", en: La Unión, 30 de
julio de 1908, 3. [ Links ]
88
"Precioso fruto. Inauguración de mañana. 36 casitas…" op. cit.
89
Memoria de las Conferencias de San Vicente de Paul, 30 de junio de 1917,
43. [ Links ]
90
Estatutos y reglamento General de la Sociedad de San Vicente…, op. cit., 259.
91
O. Ortega. "El cité en el origen de la vivienda chilena". CA, Revista del Colegio de
Arquitectos de Chile, 1985, Nº 41, 21. [ Links ]
92
Institución León XIII. Vigésimo... op. cit., 13 y 14
93
Ver Vicente Espinoza, Para una una historia de los pobres en la ciudad, Santiago:
Ediciones SUR, 1988 [ Links ]y María Angélica Illanes, En el nombre del
Pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia social de la salud pública en Chile, 1880-
1973. Hacia una historia social del siglo XX, Santiago: Colectivo de Atención
Primaria, 1993. [ Links ]
94
S.C.N. Cámara de Diputados. Boletín de Sesiones Ordinarias en 1900, "sesión
107° del 29 de agosto de 1900", Santiago, Imprenta Nacional, 1901,
1714. [ Links ]
95
Ibid, 1716.
96
La Comisión estaba formada por don José Antonio Gandarillas, don Pedro Montt,
don Luis Aldunate, don Francisco de B. Echeverría, don Enrique Mac-Iver y don
Joaquín Echenique.
97
Esta vez formada por don Bernardo Paredes, don Daniel Bernales M., don Luis A.
Vergara y don Francisco Rivas Vicuña.
98
S.C.N. Cámara de Diputados. Boletín de Sesiones Extraordinarias en 1902-
1903, "sesión 28° del 2 de enero de 1903", Santiago, Imprenta Nacional, 1904,
659. [ Links ]
99
Ibid, sesión 15° del 19 de junio de 1903, 331.
100
Ibid, 329-330.
101
Sesiones del Congreso Nacional. Cámara de Diputados. Boletín de las Sesiones
Ordinarias en 1905, "sesión 23era del 4 de agosto de 1905", Santiago, Imprenta
Nacional, 1906, 583-584. [ Links ]
102
Sesiones del Congreso Nacional.Cámara de Diputados. Boletín de las Sesiones
Extraordinarias en 1905-1906, "sesión 12° del 14 de noviembre de 1905", Santiago,
Imprenta Nacional, 1906, 296. [ Links ]
103
Sesiones del Congreso Nacional. Cámara de Diputados. Boletín de las Sesiones
Extraordinarias en 1905-1906, "sesión 12a del 14 de noviembre de 1905", Santiago,
Imprenta Nacional, 1906, 294, 296. [ Links ]
104
Rodrigo Hidalgo, "Vivienda social y espacio urbano en Santiago de Chile…" op.
cit., 91-93.
105
Rodrigo Hidalgo, La vivienda social en Chile y la construcción del espacio urbano
en el Santiago del siglo XX, Santiago: DIBAN, 2005. [ Links ]