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AUTOAYUDA: HABILIDADES SOCIALES

Unidad Didáctica n.º 4


AUTOAYUDA: HABILIDADES SOCIALES Unidad Didáctica n.º 4

I Técnicas para el desarrollo de la asertividad


A) Algunas estrategias para lograr ser más asertivos

B) Te será de utilidad

II Procedimientos defensivos
III Procedimiento de “ataque”

IV Defender nuestros derechos

V Discutir sin enfadarse


A) ¿Por qué nos enfadamos?

B) Discutir bien: algunas técnicas

VI Consideraciones finales

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I. Técnicas para el desarrollo de la asertividad


En la unidad n.º 2 ya vimos las características de la conducta asertiva. A continuación,
vamos a recordarlas:

- No es única, sino que tiene una serie de estrategias que varían en función de la
situación y la persona.
- Es una característica del comportamiento, no de las personas.
- Es incompatible con la ansiedad.
- Es incompatible con acciones que dañen deliberadamente a otras personas o que
no respeten sus derechos. Implica respeto a uno mismo y a los demás.
- Está basada en la capacidad de la persona para decidir libremente cómo actuar.
- No es innata.
- Se puede aprender.
- Es una característica del comportamiento socialmente eficaz.

A nivel práctico, el entrenamiento en asertividad busca el que la persona sea capaz,


entre otras cosas de:

‒ Expresar sentimientos o deseos positivos o negativos de una forma eficaz sin negar
ni desconsiderar los de los demás y sin sentirse ni hacer a los demás sentirse mal
por ello.
‒ Ser capaz de discriminar entre la conducta pasiva, agresiva y asertiva (véase
unidad didáctica 2).
‒ Reconocer, asumir y defender los propios derechos, respetando los de los demás.

A) Algunas estrategias para lograr ser más asertivos


o Tener buen concepto de uno mismo, una persona con baja autoestima difícilmente
tendrá un comportamiento asertivo. Dedica un tiempo cada día para recordarte que
eres tan importante como los demás, y tomar en serio cuáles son tus derechos.
o Mantenerse sereno en situaciones de conflicto, perder los nervios, enfadarse o
gritar no hacen que la situación mejore; no te sentirás mejor con ello, tu ansiedad
irá en aumento y transmitirás una imagen de baja credibilidad. Es mejor mantener
la calma y de forma serena, pero firme, exponer la opinión propia (más adelante en
este capítulo veremos algunas técnicas que nos ayudarán a conseguir este
objetivo).
o No usar las disculpas como “comodín” permanente, guárdalas para cuando
realmente sean necesarias, así no disminuirán su valor. Ser asertivo implica poder
y saber decir que no (de la manera adecuada), sin disculparse por ello. Utiliza las
disculpas en situaciones apropiadas, por ejemplo, cuando has hecho algo mal o sin
querer has perjudicado a alguien. No son apropiadas, entre otras, si tu amigo te
pide prestado el coche y no se lo quieres dejar.
o No recurras a las amenazas, tampoco sirven en absoluto si respondes ante
cualquier injusticia o situación de conflicto con fuertes amenazas, ya que acabarás
perdiendo credibilidad y respeto. Tal vez los otros no se atrevan a contradecirte,
pero tampoco te comentarán sus opiniones, con lo cual tus relaciones sociales no
serán satisfactorias.
o Practica la escucha activa, aprende a negociar y a plantear alternativas, siempre
que sea posible, a los demás cuando no estés de acuerdo con ellos.
o Acepta la derrota cuando sea necesario. Como ya sabes, ser asertivo no implica
salirte con la tuya, debes saber reconocer tus errores, los demás te respetarán más
si te ven aceptar estas situaciones.

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B) Te será de utilidad
A la hora de ser asertivo, te será muy útil tener en cuenta estos consejos:

o Practica la relajación, la ansiedad no va a desaparecer por sí sola, pero huir de


situaciones que te producen nerviosismo tampoco servirá de nada. No evites estas
situaciones, practica exponiéndote poco a poco a ellas, recuerda la escala de
ansiedad subjetiva, y ve buscando situaciones de menor a mayor nivel de
ansiedad.
o Practica con tu voz. Entrena en casa hasta conseguir un tono firme, acostúmbrate
a no susurrar ni gritar, mantén un tono adecuado.
o No anticipes consecuencias negativas, no seas derrotista, las cosas no tienen por
qué salir mal, y, si lo hacen siempre habrá algo que se pueda hacer.
o Ten una lista con tus derechos asertivos, léelos a menudo.
o Procura no abusar de los tengo que, debería de creándote más responsabilidades
de las necesarias (por ejemplo, no tienes que caerle bien a todo el mundo y
tampoco debes ayudar siempre a tus amigos).
o No seas rígido, las cosas no tienen solo una forma de hacerse o decirse, aprende a
ser flexible contigo mismo y con los demás. Nadie es perfecto y tú tampoco; por
supuesto, no tienes que serlo.
o No seas negativo, aprende a pensar en ti en términos positivos (por ejemplo, en
lugar de decirte continuamente a ti mismo “soy un aburrido”, prueba a cambiar este
pensamiento por “puedo ser interesante”).
o Aprende a relativizar, huye del pensamiento “todo-nada”. Si las cosas no salen tal y
como las planeaste no tiene por qué considerarse un fracaso: extrae lo positivo de
cada situación.
o Aprende a tolerar y aceptar críticas. Sé constructivo.
o Practica con el sentido del humor.

II. Procedimientos defensivos


Cuando se saben usar de forma correcta, las defensas verbales se usan normalmente
en situaciones en las que tratamos de rechazar algo, de defender nuestros derechos o, en
general, de interrumpir aquellas conversaciones que nos resultan destructivas o que pretenden
conseguir de nosotros algo que nos parezca injusto, persiguiendo una comunicación más justa
y satisfactoria para todas las partes.

Ventajas de su uso
o Podemos hacer que el otro cese en su intento de manipulación.
o Usándolas de forma correcta pueden permitirnos rechazar peticiones sin ofender a
la otra persona.
o Pueden llevar a que la otra persona recapacite y decida reanudar la comunicación
de una forma más equitativa.

Inconvenientes de su uso
o Es imprescindible saber usarlas correctamente, lo cual requiere un entrenamiento
adecuado.
o Un uso incorrecto puede hacer que nos convirtamos en personas agresivas en
lugar de asertivas.
o En algunos casos, si la otra persona no parece dispuesta a adoptar una postura
más equitativa, puede llevar a una pérdida de la comunicación e, incluso, de la
relación, por lo cual es muy importante sopesar las consecuencias antes de decidir
si las usamos o no. Esto es muy evidente en situaciones en las que se nos critica
algo, por lo que es fundamental saber distinguir si la crítica es constructiva o
destructiva (el uso de estas técnicas no está indicado cuando la crítica es
constructiva).

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Normas generales de uso


o Solo deberían usarse después de que haya fallado el intento de comunicación
asertiva, tal y como hemos visto hasta ahora, y la otra persona persista en su
intento de manipulación, intimidación o de no respetar nuestros derechos.
o Si hemos decidido usar una técnica defensiva, debemos estar atentos a los
cambios que se producen en la comunicación. Si la otra persona cesa su
comunicación injusta, en ese momento terminaremos con la técnica defensiva,
retomando una conversación más abierta.
o Es importantísimo entrenar en las distintas técnicas y controlar perfectamente
cuándo es el momento de iniciar, mantener o finalizar con ellas, esto es tan
fundamental como su propio uso.
o Habrá situaciones en las que debamos seguir un procedimiento discontinuo,
(empezar-parar, empezar-parar), según fluctúe la conversación.
o Debemos saber anticipar las posibles consecuencias de su empleo, con el fin de
decidir si las usamos o no.

Ejemplos de manipulaciones que debemos aprender a detectar

o Chantaje emocional: “Si de verdad me quisieras…”.


o Halagos: “Siempre creí que eras una buena persona, que se podía contar
contigo…”.
o Provocar pena: “Sabes que no te lo pediría si no estuviera tan mal…”.
o Provocar sentimiento de culpa: “Si te niegas me dejarás fatal, perderé la
oportunidad de mi vida…”.
o Última vez: “Te prometo que será la última vez que te lo pido”.
o Amenazas emocionales: “Si me fallas ahora no volveré a confiar en ti nunca”.

Puedes practicar anotando en una hoja los intentos de manipulación que directa o
indirectamente recibes durante unos días, ¡te sorprenderás!

SE SIENTE
ACEPTA
MANIPULADO
PETICIÓN
RESPUESTA
PASIVA
PETICIÓN
INJUSTA COMUNICACIÓN INSATISFACTORIA
UNIDIRECCIONAL

RECHAZA
PETICIÓN

RESPUESTA SE SIENTE
ASERTIVA BIEN COMUNICACIÓN
ADECUADA ADECUADA
BIDIRECCIONAL

RECHAZA
PETICIÓN
NADIE SE
RESPUESTA SIENTE
AGRESIVA BIEN

COMUNICACIÓN INSATISFACTORIA
UNIDIRECCIONAL CON ROTURA

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A continuación, mostramos algunas de las técnicas defensivas que suelen dar mejores
resultados si se usan de la forma adecuada:

Disco rayado

Suele utilizarse para:

- Hacer peticiones.
- Rechazar una petición poco razonable o que no queremos aceptar.
- Resistir presiones.

Consiste en la repetición continua de la idea que queremos expresar. Se trata de


repetir el mismo mensaje una y otra vez, sin prestar atención a otros temas que no sean el que
nos interesa.

La persona escucha, pero no responde a lo que se salga del tema. La persona “suena”
como un disco rayado, repitiendo una y otra vez lo mismo.

Usando esta técnica conseguirás ser persistente, repetir una y otra vez lo que quieres
sin enfadarte ni levantar la voz. Te permite no dar razones, no buscar excusas. Realmente, el
secreto está en no hacer caso de lo que diga la otra persona, de esta forma, evitaremos las
manipulaciones. Continuaremos con la técnica hasta que la otra persona acepte nuestra
petición o admita llegar a un acuerdo.

Ejemplo:

TU AMIGO: “¿Me dejas tu coche?”.


TÚ: “Lo siento, pero no puedo”.
TU AMIGO: “No te lo pediría si no fuera una emergencia para mí”.
TÚ: “Lo comprendo, pero no puedo”.
TU AMIGO: “¿Es que no me oyes?, ¡lo necesito de verdad!”.
TÚ: “Te oigo, pero no puedo”.

Observa que en ningún momento ofreces una excusa, si lo hicieras, tu amigo sería
capaz de desmontar cada una de ellas, y, una vez agotadas te verías obligado a prestarle el
coche (por ejemplo, “No puedo porque tengo que llevarlo al trabajo”; tu amigo te podría
proponer: “No te preocupes, yo te dejo allí de camino”).

Aserción negativa

Esta técnica es útil cuando alguien te está haciendo una crítica justificada, pero de
forma inadecuada o insistente. Te enseña a admitir tus errores y equivocaciones, pero sin tener
que dar mil excusas y disculpas por ello.

Fundamentalmente, consiste en no dar demasiadas excusas ni justificaciones, eso sí,


reconociendo tu error.

Aunque a priori parece sencillo, es más complicado de lo que parece, sobre todo,
porque estamos acostumbrados a sentirnos “heridos” si alguien nos hace una crítica negativa.
Tenemos la creencia de que si una persona nos dice que hemos hecho algo mal en realidad
nos está diciendo que esto es una “nulidad”. La clave está en evitar ponerse a la defensiva,
mantener la calma y contestar con tranquilidad.

Con la práctica en esta técnica conseguirás no sentirte culpable cada vez que cometas
un error, ya que todos tenemos derecho a cometer errores. Deberás evitar ponerte a la
defensiva, mantendrás la calma y no iniciarás una discusión o un largo listado de disculpas o
excusas.

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Ejemplo:

EL OTRO: “Eres tonto, has confundido todos los colores del dibujo”.
TÚ: “La verdad es que debería haber prestado más atención, es cierto, lo siento. La
próxima vez seré más cuidadoso”.

El recorte

Podemos usarla en situaciones en las que nos sentimos criticados y no estamos


seguros de haber cometido el error, o bien percibimos señales no verbales de “ataque”, pero el
lenguaje verbal no es de enfrentamiento claro.

Consite en dar respuestas de sí o no sin ofrecer libre información. Esperamos que sea
la otra persona quien ofrezca esta información, aclarando más la situación.

Lo que buscamos es que la otra persona nos aclare la situación. Cuando esto suceda
debemos dejar la técnica y dar la respuesta adecuada, en función de que la crítica sea
realmente justificada o no. Evita una discusión a destiempo o sin fundamento.

Ejemplo:

Supongamos que siempre que alquiláis una película en el videoclub, eres tú quien
compra las palomitas, no es un acuerdo, simplemente lo haces porque quieres, hoy no las has
comprado:

ALGUIEN TE DICE: “No hay palomitas”.


TÚ: “Es cierto”.

No añades información, simplemente esperas a que el otro conteste y te confirme si es


un simple comentario o te está criticando directamente a ti.

Banco de niebla

Esta técnica es muy adecuada cuando la crítica que nos hacen se ha convertido en una
especie de “regañina” interminable, o bien en discusiones en las que el otro no parece oírnos y
simplemente enumera cosas y más cosas que echarnos en cara.

Consiste en tomar un papel excesivamente pasivo en la discusión. Actuamos como la


niebla “que no deja ver”, es decir, ni ofrecemos resistencia ni atacamos, ni contraatacamos.
Para ello, es imprescindible mantener la calma.

Con esta técnica das la razón al otro en todo, pero no aceptas lo que te propone.
Reconoces que pueda haber parte de verdad en lo que te dice, pero no renuncias a tus
derechos, evitas la manipulación, evitas reforzar la conducta del que discute y con ello terminar
la discusión.

Ejemplo:

EL OTRO: “Deberías hacer esto por mí, yo lo haría por ti”.


TÚ: “Puede que tengas razón, pero no voy a hacerlo”.
EL OTRO: “No quieres hacerlo porque eres un egoísta, solo piensas en ti”.
TÚ: “Quizá sea cierto, pero no lo haré”.
EL OTRO: “Pero yo solo no podré, creí que podía confiar en ti”.
TÚ: “Tal vez sea verdad, pero no lo voy a hacer”.

Interrogación negativa

Se usa cuando estamos siendo criticados por alguien de forma injusta y lo sabemos. Es
necesario tener una imagen positiva de nosotros mismos y estar convencidos de que cualquier
cosa que nos digan no nos va a afectar, si esto no es así, es mejor no usarla.

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Consiste, literalmente, en “agotar las críticas”, lo que hacemos es pedir más


información sobre nosotros mismos o de nuestro comportamiento (en muchos casos, toda esta
información será negativa, por lo que incidimos en la idea de estar seguros de que ninguno de
estos comentarios nos va a afectar).

En un principio esta técnica va a generar más críticas, sobre todo si la otra persona
está a la defensiva, e incluso intentará herirnos con “golpes bajos” o comentarios que piensa
que nos pueden doler.

Debemos tratar de sacar provecho de la situación, buscamos provocar que la otra


persona nos “critique” más. Es importante e imprescindible que seamos capaces de distinguir
entre las críticas justificadas (sacar provecho de ellas) y no hacer caso y agotar las que sean
injustificadas o manipulativas.

Ejemplo:

EL OTRO: “Hoy llevas una camisa horrible, ¿no te miras al espejo antes de salir?”.
TÚ: “¿Hay algo más que no te guste de mi forma de vestir?”.
EL OTRO: “Ahora que lo dices, sí, eres anticuado, usas colores chillones, te peinas
fatal…
TÚ: “¿Hay algo más que no te guste de mí?”.

Parafrasear

Normalmente, se usa cuando alguien nos insulta o hace una crítica injusta.

Consiste en repetir lo que nos dice el otro, en un tono similar, pero expresando nuestra
opinión verdadera. En lugar de sentirnos mal, hablamos de ello como si fuera algo natural y
normal.

Con esta técnica se pretende evitar una discusión, contraatacar, no reforzar la


conducta del otro. Si no nos ofende lo que nos dice, le dejamos sin argumentos o no resultará
divertido “meterse” con nosotros.

Ejemplo:

EL OTRO: “¿Lees esos libros porque tu inteligencia no da para más?”.


TÚ: “¿Te sentirías mejor si te dijera que sí?”.
EL OTRO: “¿Es que eres idiota?”.
TÚ: “¿Serías más feliz si te dijera que sí?”.

Sencillamente di “no”

Se utiliza para rechazar peticiones y evitar manipulaciones.

Consiste en decir no, de forma sencilla y rotunda, sin dar explicaciones ni


justificaciones. Si la otra persona continúa, hay que ir diciendo progresivamente que NO con
nuevas fórmulas (sin dar explicaciones ni excusas).

De este modo, diciendo no sin más evitas dar pie a la otra persona para posibles
manipulaciones.

Ejemplo:

EL OTRO: “¿Me dejas tu coche?”.


TÚ: “No”.
EL OTRO: “¿Por qué?”.
TÚ: “Porque no”.
EL OTRO: “¿Esa es la única razón, o es que no confías en mí?”.
TÚ: “Perdona, pero no te dejo el coche”.

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Propuestas para practicar

- Rechaza la proposición de un amigo que no te apetece, y que normalmente


aceptes. Utiliza alguna de las técnicas que hemos visto.
- Alguien te pide algo (un CD, un libro…) que no te apetece prestar. Prueba a utilizar
una de las técnicas que hemos visto, a decir que no se lo dejas.

Procura no adoptar una actitud agresiva en ninguna de las ocasiones; se trata de saber
responder de forma asertiva, hacer que respeten tus derechos y respetar los de los demás.

III. Procedimientos de “ataque”


Con los procedimientos de defensa, en general, no éramos nosotros los que
tomábamos la iniciativa, sino que respondíamos a alguna persona que intentaba vulnerar
nuestros derechos. Los procedimientos de “ataque” son muy útiles cuando somos nosotros los
que debemos tomar la iniciativa (por ejemplo, para hacer una petición, solicitar un cambio…).

A continuación, mostramos algunas de las técnicas de “ataque” que suelen dar mejores
resultados si se usan de la forma adecuada.

La inversión
Suele utilizarse cuando vamos a pedir o solicitar algo y resulta evidente que nuestra
petición será rechazada, pero la otra persona aún no ha dicho “no”, sino que nos está dando
una toda una serie de razones y excusas que nos indican claramente que es eso lo que va a
hacer.

Consiste en pedir a la otra persona que nos de un “sí” o un “no”, sin más.

Esta técnica no hace que te digan que sí cuando la persona no quiere aceptar tu
petición, los efectos son a largo plazo, puesto que está demostrado que recordamos más las
contestaciones directas negativas que las positivas y en nuestro intento de ser “justos” con los
demás, es más probable que en la siguiente ocasión diga “sí” para equilibrar los resultados.

Ejemplo:

TÚ: “¿Me dejas el coche?”.


EL OTRO: “Verás, es que tengo que llevar a mi madre al médico, ¿sabes?, ando muy
liado y...”.
TÚ: “Dime simplemente sí o no”.
EL OTRO: “Es que…”.
TÚ: “Simplemente sí o no”.
EL OTRO: “Está bien, no”.

Un par de días después:

TÚ: “¿Me dejas tu cazadora nueva?”.


EL OTRO (que recuerda que la última vez te dijo NO y pretende ser “justo” y que no
pienses que te lo va a negar todo): “Sí”.

La repetición

Es útil cuando creas que la otra persona no te está atendiendo o no entiende lo que le
dices.

Consiste en pedir, de la forma adecuada a la otra persona que repita lo que estás
diciendo, con frases del tipo “¿entiendes lo que te estoy diciendo?”.

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Gracias a esta técnica consigues que la otra persona te atienda, escuche tus razones
y, si por ejemplo estaba negando tu petición “porque tocaba”, sin haber oído siquiera tus
razones, puede que cambie de opinión.

Aserción negativa de “ataque”

Es útil cuando vamos a rechazar o hacer una petición, pero nos tememos que la otra
persona se lo tomará mal.

Consiste en revelar nuestro temor sobre la reacción que puede tener la otra persona
antes de rechazar o hacer una petición.

Se trata de minimizar el malestar potencial que pueda experimentar la otra persona.

Ejemplo:

TU AMIGO: “Oye, ¿me dejarás la moto para ir con mi novia al campo?”.


TÚ (es tu mejor amigo y sabes que tu respuesta no le sentará muy bien): “No quiero
que pienses que no soy tu amigo y que no te aprecio de verdad, pero espero que entiendas
que no le dejo mi moto a nadie”.

Reforzamiento en forma de “sándwich”

Es muy útil si pretendemos suavizar una expresión negativa pero queremos que la otra
persona la escuche claramente, minimizando en lo posible su malestar.

Consiste en hacer un comentario o expresión positiva antes y/o después de una


expresión negativa.

Con esta técnica minimizas la sensación de malestar de la otra persona y consigues


que escuche claramente tu mensaje.

Ejemplo:

Alguien te propone salir a tomar algo “como pareja”. Tus intenciones con esa persona
no son las mismas, sin embargo, te cae bien y no quieres hacerla sentir mal, por eso le dices:

TÚ: “Me encantaría salir contigo (mensaje positivo), pero no de la forma que quieres
(mensaje negativo), si quieres que salgamos como amigos, estaré encantado (mensaje
positivo)”.

IV. Defender nuestros derechos


Los tres puntos más importantes y fundamentales dentro del comportamiento asertivo
son:

a. Saber cuáles son nuestros derechos legítimos.


b. Reconocer en qué situaciones están siendo vulnerados.
c. Saber defenderlos de la manera adecuada y sin vulnerar los derechos de los
demás.

Las principales situaciones en las que pueden verse vulnerados nuestros derechos
son:

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situaciones de consumidor

situaciones de familia

situaciones de autoridad

situaciones de amistad

1. Situaciones de consumidor:

Todos nos hemos visto inmersos en situaciones de este tipo, y la mayoría de las veces
adoptamos una posición pasiva (“¿Qué le voy a hacer?”), sin embargo, debemos tener muy
claros nuestros derechos, entre otros:

- Tenemos derecho a ser atendidos de forma educada.


- Tenemos derecho a obtener aquello por lo que hemos pagado.
- Tenemos derecho a que aquello por lo que hemos pagado (sea del precio que sea)
esté en buen estado y, en caso contrario, ser capaces de devolverlo (sea algo
barato o caro).
- Tenemos derecho a que la persona que nos atiende nos dedique un tiempo
razonable.

Si el dependiente tiene inconvenientes en prestarnos estos servicios, no es problema


nuestro. No debemos ser descorteses ni agresivos, pero sí pedir, de la forma adecuada, que no
se vulneren nuestros derechos.

Ponte en alguna de las siguientes situaciones y comprueba si realmente eres o no


asertivo en situaciones de consumidor:

- Entra en una tienda, pide educadamente que te enseñen varias prendas (como
mínimo seis o siete), luego da las gracias y sal sin comprar nada.
- Compra algo en una tienda y, después ve a cambiarlo sin dar demasiadas
explicaciones.
- Entra en un quiosco y, sin comprar nada, pide que te cambien un billete.

2. Situaciones de familia

Ser asertivo en estas situaciones a veces es complicado; las manipulaciones en


situaciones familiares, al igual que ocurre con los amigos, son frecuentes. Muchas veces se
alude al manido “es por tu bien”, estas decisiones normalmente serán muy adecuadas cuando
se trata de niños, sin embargo, los adultos, entre otros, tenemos:

- El derecho a tomar nuestras propias decisiones y vivir nuestra vida como queramos
(siempre que no vulneremos los derechos de los demás).
- El derecho a equivocarnos cuando tomas nuestras propias decisiones.

Debemos tener tacto a la hora de defender nuestros derechos. Una vez más insistimos
en la idea de que no hay que ser ni parecer agresivo (ya te hemos mostrado algunas técnicas
para ello).

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Ponte en alguna de las siguientes situaciones y comprueba si realmente eres o no


asertivo en situaciones de familia:

- Di a tu madre que no irás a ver a (cualquier compromiso familiar), pues hoy tienes
tus propios planes.
- Di a tu padre que has decidido ir a ese concierto, aunque a él no le guste la idea.
- A tu madre no le gusta tu peinado o la ropa que llevas, en lugar de discutir, usa
alguna de las técnicas que conoces.

Hacer cumplidos, dar las gracias, reforzar… también son derechos, no olvides hacerlo
(por ejemplo, tu madre no tiene la obligación de hacerte la comida cada día, acuérdate de
decirle lo buena que está).

3. Situaciones de autoridad

Son las que se dan con personas que se creen con cierto “poder” sobre nosotros (por
ejemplo, jefes, profesores, en definitiva, tienen estatus diferentes). Sin embargo, no olvides
que:

- Tenemos derecho a ser tratados correctamente, con los mismos derechos,


privilegios y responsabilidades que los demás, sin discriminación, sin importar el
sexo, la raza, la religión, la profesión, la educación, etc.

Piensa en las siguientes situaciones y en cómo actuarías. Comprueba si eres asertivo


y, si se da la ocasión, practica:

- Te han suspendido injustamente.


- Piensas que mereces un aumento de sueldo (sabes que a tu compañero se lo
dieron hace meses).
- Alguien te trata con desprecio o indiferencia por una causa tan arbitraria como que
lleva ropa de marca o tiene un coche más caro.

4. Situaciones de amistad

Aquí nos solemos encontrar situaciones similares a las que se dan en la familia, ya
que, en muchas ocasiones, los amigos aluden al poder de la amistad, al “creí que eras mi
amigo” para convencernos de algo o plantearnos peticiones poco razonables. No olvides que
no se es peor amigo por no acceder a todo lo que te proponen, la verdadera amistad se basa
en un respeto mutuo y en saber aceptar los derechos, errores y decisiones de los demás.

Piensa en las siguientes situaciones y en cómo actuarías, comprueba si eres asertivo y,


si se da la ocasión, practica:

- Un amigo te pide que le prestes dinero y tu no consideras adecuado hacerlo.


- Un amigo te pide que hagas por él algo que no quieres hacer.
- Un amigo insiste en que tomes unas copas (como hacen todos), aunque después
tengas que coger el coche.

Recuerda también reforzar a tus amigos, felicitarles por sus éxitos, reconocer sus
méritos y expresarles a menudo tus sentimientos y tu afecto.

Consejos útiles
No seas demasiado sensible a la vulneración de tus derechos, no estés pendiente de
que se produzca la más mínima transgresión para “saltar”. Permite cierta flexibilidad, sopesa
las ventajas e inconvenientes, no debes pasar al otro extremo y convertirte en una persona
rígida, intransigente, molesta y con reacciones desproporcionadas a la situación.

No está de más aclarar que hay situaciones extremas en las que aunque nuestros
derechos estén siendo vulnerados de forma muy evidente no es aconsejable defenderlos. Por

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fortuna no se producen muy a menudo, pero son aquellas situaciones en las que existe peligro
de una agresión física por parte del otro/s, o que podamos ser castigados con penas legales,
por ejemplo, si somos empujados deliberadamente por alguien con “pinta de buscar pelea”, si
nos están robando, etc.

V. Discutir sin enfadarse


A) ¿Por qué nos enfadamos?
Muchas veces nos hemos preguntado si aquella “bronca” con algún amigo, familiar o
incluso desconocido se podría haber evitado. La respuesta es sí, claro, pero ¿cómo?

Antes de pasar a ver qué podemos hacer para evitar discutir, o mejor dicho para que
las discusiones resulten productivas y no acabemos con malestar o con alguna relación a
causa de ellas, parémonos a pensar en por qué nos enfadamos.

A
ALLG
GUUN
NOOSS M
MOOT
TIIV
VOOSS PPO
ORRL
LOOSS Q
QUUE
ELLA
AGGE
ENNT
TEE SSE
EEEN
NFFA
ADDA
A

- PERDER LOS NERVIOS

- LA TENSIÓN DEL MOMENTO

- LA TENSIÓN DE LA SITUACIÓN

- LA ACTITUD DEL OTRO

- QUERER IMPONER LA PROPIA OPINIÓN

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- PONERSE A LA DEFENSIVA

- ACTITUD DE “ATAQUE”

- INTRANSIGENCIA

- ETC.

En numerosas ocasiones, después de una discusión nos paramos a pensar en el


motivo que nos llevó a ponernos así, y, no nos queda más remedio que reconocer que
realmente no era para tanto. Empezamos discutiendo por una tontería, pero las cosas subieron
tanto de tono que todos perdimos los papeles.

En muchas ocasiones, el motivo, lo que decimos o lo que nos dicen no es tan


importante. En la mayoría de las ocasiones, lo que nos lleva a enfadarnos es el cómo lo
decimos, el lenguaje no verbal: posición agresiva, postura de “ataque”, expresión facial, tono y
volumen de voz, prepotencia…

Otro de los motivos de enfado más comunes es hacer de la discusión una “causa
personal”. Adoptamos una actitud frente a la discusión que solo nos deja dos alternativas:
mantenernos a la defensiva o bien atacar (cualquier cosa con tal de no “perder la batalla”). Esto
te obliga necesariamente a una discusión nada productiva, no te aportará nada y,
probablemente, irá subiendo de tono hasta acabar en una “bronca”.

No debes olvidar que el fin de una discusión no tiene que ser convencer al otro de que tú y
solo tú tienes la razón. En la mayoría de las ocasiones este es un detalle de poca importancia,
lo productivo es que puedas expresar tus opiniones y puntos de vista y estos sean escuchados
y considerados, pero para ello debes hacer lo mismo con tu interlocutor.

B) Discutir bien: algunas técnicas

EMPATÍA
PARA DISCUSIONES PRODUCTIVAS

ASERTIVIDAD

La empatía, es decir, situarnos en el lugar del otro, pararnos a pensar qué siente, o por
qué se comporta de esa manera, nos ayudará a comprender a los demás y anticipar posibles
reacciones.

Con la asertividad conseguimos transmitir claramente nuestra postura, lo que


pensamos, opinamos o sentimos, e incluso opiniones negativas o poco aceptadas por los
demás, sin herir ni vulnerar los derechos de los demás.

Teniendo siempre en cuenta estos dos aspectos que debemos practicar y cuidar,
vamos a ver algunos consejos y técnicas para discutir mejor.

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Claves para discutir mejor


Adoptar una actitud de respeto hacia los demás, aprender a mantener una
escucha activa.
Respeto hacia uno mismo: no debes hacer caso omiso de tus propios sentimientos
de forma sistemática, ni adoptar una posición pasiva por miedo a molestar a los
demás. La pasividad resulta tan poco efectiva como la agresividad.
Recuerda que del mismo modo que tú no quieres que nadie te obligue a cambiar
de opinión (estás en tu derecho, al igual que tienes derecho a equivocarte),
tampoco debes querer que cambie el otro, ya que tiene tus mismos derechos. Esto
no debe hacerte pensar que no merece la pena hablar del tema, en lugar de eso
lleva la discusión, de manera que no sea frustrante para nadie y sí enriquecedora
para todos.
Saca “provecho” del lenguaje no verbal, cuida de no adoptar una actitud agresiva
o defensiva, busca posturas de acercamiento y escucha.
Practica la relajación, aprende a controlar tus nervios y las señales de ira o enfado
que puedan aparecer. Relájate antes, durante y después de la discusión, párate a
respirar profundamente si fuera necesario (incluso recurre al viejo “truco” de contar
hasta tres), date tiempo para pensar y evita decir lo que no sientes.
Cuando discutas, procura recordar que, normalmente, lo que te irrita es un hecho
concreto, una conducta, no la totalidad de la persona, así que no la “ataques” a
ella, pues hará que se ponga a la defensiva o que te “ataque” del mismo modo.
He aquí algunas actitudes que no te favorecerán en absoluto si buscas una
discusión enriquecedora y productiva: la intransigencia, verlo todo blanco-negro o
bueno-malo (no ver los distintos matices de cada situación), la irritabilidad, el
dramatismo (hacer “un mundo” de cada detalle o “una montaña de un grano de
arena”), pretender tener siempre la razón o ser el que diga la última palabra,
buscar situaciones extremas, no escuchar al otro, tomarse cada comentario como
una afrenta personal…
Por último, recuerda, que, aunque hasta ahora seas de los que siempre pierde los
nervios, no pasa nada: a discutir bien también se aprende.

Técnicas para evitar discusiones


Hasta ahora nos hemos centrado en todo lo que podemos hacer para evitar que una
discusión se salga de tono y termine siendo casi una “batalla campal”, pero ¿qué hacemos si, a
pesar de todo, nuestro interlocutor se empeña en discutir?

En primer lugar, repasa las técnicas asertivas que vimos anteriormente, pues te serán
de utilidad en muchas ocasiones. Además, toma nota de las que te mostramos a continuación y
añádelas a tu repertorio conductual:

Desarmar la ira

Esta técnica resulta muy útil cuando, a pesar de nuestros intentos por no discutir, la
otra persona se irrita, grita e incluso nos insulta. Si ante esta situación procedemos de la misma
manera, no conseguiremos nada, ninguno de los dos será escuchado, la situación será
desagradable y se convertirá meramente en un intercambio de insultos y una competición
sobre quien grita más.

¿Cómo proceder?

La técnica es sencilla si somos capaces de mantenernos serenos. Se trata de ignorar


los contenidos insultantes, subidos de tono o que se salgan de la discusión en sí, centrando
nuestra atención y la propia conversación en el hecho de que la otra persona está enfadada.

Para ello, dile que está enfadado, que retomaréis la discusión cuando se calme, debes
hacerlo con un tono de voz moderado, aunque la otra persona grite, tú no (solo esto puede
hacer que se dé cuenta de su actitud). Además, mírale a los ojos mientras se lo dices.

Formación sin barreras Pág. 15/16


AUTOAYUDA: HABILIDADES SOCIALES Unidad Didáctica n.º 4

Una forma puede ser pedirle que se siente o proponerle que se tome algo, hasta que
se calme. No retomaremos el tema de la discusión hasta que la otra persona se haya calmado.
Podemos hacer uso de la técnica del disco rayado (por ejemplo, repitiendo “Hablaremos del
tema cuando quieras, pero antes debes calmarte).

Procura estar prevenido, pues antes de que el otro reconozca que está enfadado y
comience a calmarse puede sufrir una especie de “rabieta” que deberás saber aguantar
manteniendo la calma y evitando entrar en cualquiera de los puntos de la discusión (disco
rayado).

Sin embargo, en casos extremos en los que la ira de la persona aumente hasta el
punto de que temamos ser agredidos físicamente, lo más inteligente ante estas situaciones es
marcharse del lugar.

Ignorar selectivamente

La finalidad de esta técnica es que la discusión se produzca de forma productiva y sin


caer en insultos o desacreditaciones personales. Es una técnica muy efectiva y fácil de
emplear, solo requiere atención y saber discriminar los comentarios no convenientes de los
convenientes.

¿Cómo proceder?

Muy sencillo, muestra atención y contesta a todo aquello que te dicen de forma
adecuada tanto en tono como en contenidos, ignora las manifestaciones injustas o
destructivas. Ignóralas del todo, a través del silencio, no respondas a ellas, retoma la
conversación normalmente cuando los contenidos sean adecuados.

VI. Consideraciones finales


No olvides que el entrenamiento en habilidades sociales y en asertividad requiere
práctica para ser efectivo.

Las HHSS y la asertividad deben ser flexibles, no algo rígido, por lo tanto, considera las
posibles consecuencias de tus actos antes de actuar. Utilizadas de la forma adecuada, con
destreza y adaptadas a las necesidades interpersonales, pueden mejorar la competencia social
de las personas.

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