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Universidad del Salvador

Facultad de Ciencias Sociales

Carrera de Relaciones Internacionales

La percepción del terrorismo internacional en América Latina:


una mirada desde Argentina.

Alumna: Adelaide Adurens Valente

Monografia para evaluación final de alumna de intercambio para la cátedra


de “Política Internacional Latinoamericana”.

Professor Jorge Arias

Buenos Aires, Junio de 2009.


La percepción del terrorismo internacional en América Latina: una
mirada desde Argentina.

Abstract

En ese trabajo va a tratarse de la cuestión del terrorismo internacional en la


región de Latinoamérica, a partir de la visión de un de los países de la región,
Argentina, intentando comprender como que esa amenaza es percibida y que relación
tiene las actitudes, o la ausencia de, por parte de ese país, con la realidad regional sobre
cuestiones de seguridad y también la relación con su realidad doméstica.

Introducción

La amenaza del terrorismo internacional está presente en el sistema


internacional, ganando relevancia en el período pos Guerra Fría y adentrando
definitivamente para las cuestiones de seguridad internacional después de los eventos
del 11 de septiembre del 2001 en los Estados Unidos.

La intención en ese trabajo es problematizar la percepción de ese fenómeno en la


región de América Latina a partir de un Estado, Argentina, y también intentar
comprender la postura, las acciones del mismo frente a esa amenaza, principalmente
después del 11 de septiembre y el contexto de la “guerra contra el terror”. La elección
del país se debe en parte por los ocurridos ataques terroristas que sufrió el país, en la
ciudad de Buenos Aires, en 1992 en la Embajada de Israel y en 1994 en la AMIA –
Asociación Mutual Israelita Argentina, con la pérdida de más de 100 civiles.

Un levantamiento bastante inicial de informaciones sobre el tema puede indicar


que, mismo habiendo sido víctima de ataques terroristas, Argentina no parece tener
grande preocupación con relación a esa amenaza. Cualquier busca relacionando las
palabras “terrorismo” y “Argentina”, en distintos sitios de busca, resulta en una
infinidad de informaciones relativas al “terrorismo de Estado” que vivió ese país
durante los gobiernos militares marcados por la fuerte represión, y muy menor cantidad
de informaciones relacionadas al tema del terrorismo internacional.

Ese dado inicial, juntamente con estudios sobre las tendencias pacíficas de la
región en relación a cuestiones de seguridad internacional, análisis de artículos
académicos y entrevistas con académicos argentinos que desarrollan trabajos
investigativos sobre el tema, conducen a un planteamiento inicial de que seria posible
proponer la explicación de que el porque Argentina no tiene tantas acciones
antiterroristas podría estar aliñado con una tendencia regional de siempre dar prioridad a
los asuntos internos en detrimento a los externos cuando se trata de cuestiones de
seguridad internacional.

Así, en un momento inicial, el trabajo trata de exponer cual es la tendencia de la


región al manejar el tema de paz y conflicto en la misma y también como es la relación
con el vecino norteamericano en lo que son eses temas, para después exponer las
acciones argentinas en lo que se refiere a combatir el terrorismo internacional, para por
fin presentar algunas conclusiones con relación al tema abordado.

Paz y conflicto en la región

La América Latina de hoy es una zona bastante peculiar, o mismo una


“anomalía” (Holsti;1996), en términos de ‘guerra’ y ‘paz’ en el sistema internacional, y
eso es resultado de un proceso histórico, por lo cual pasó la región, y que permite, en
parte, comprender y explicar como que América Latina logra ser una región en que hay
una paz en términos de no existencia de conflictos, o guerras, entre los Estados, (en el
siglo XX fueron sólo dos los conflictos interestatales, entre Bolivia y Paraguay, la
Guerra del Chaco, en 1932-1935 y entre Perú y Ecuador, la guerra del Marañón en
1941) pero que todavía vive problemas de violencia adentro de los Estados, como
guerras civiles y golpes de Estado, además de cuestiones como el crimen organizado,
guerrillas, narcotráfico, tráfico de armas, etc., y que por eso, no logra ser una zona de
paz absoluta.

Desde una mirada histórica, se puede notar que, durante el proceso de


independencias de la región hubo un proceso que puede ser descrito como siendo de
“doble fragmentación”. El proceso de doble fragmentación ocurre en la medida en que
además de un rompimiento con la metrópoli, la región de Latinoamérica pasa por un
rompimiento interno con la formación de nuevos Estados. Así en ese proceso,
observamos un contexto bastante conturbado por guerras civiles y de anarquía, pues los
Estados que estaban organizándose todavía no tenían una buena estructura institucional
una vez que siempre fueran comandados por las metrópolis.
Esa característica de que los Estados tuvieron que manejar los conflictos en el
exterior y en el interior al mismo tiempo hace con que las guerras interestatales sean
limitadas en tiempo y en espacio, pues los Estados no estaban bien organizados adentro
para promover una guerra afuera, y es aún más, tenían el desafío de organizarse, pues
recién se formaban y al mismo tiempo lograr imponer sus limites externos.

Otra resultante importante de ese proceso es que las guerras interestatales que
sufrió la región no sirvieron, como pasó en otras regiones del mundo, como por ejemplo
Europa1, para fortalecer aún más los Estados. Si en Europa, se puede decir que las
guerras contribuyeron para la consolidación de lo que se concibe como siendo el Estado
Moderno, pues sirvieron para mejorar los sistemas internos de los Estados, como
aumentar los sistemas de recogimiento de impuestos, en América Latina se observa un
fenómeno contrario, pues las guerras sirvieron para que los Estados terminasen aún más
frágiles y con problemas en relación a sus organizaciones. 2 Eso en parte se debe por el
hecho de que todavía no había una elite política unificada que vería en la guerra una
oportunidad de consolidación en el poder y también porque el pueblo no tenía un
sentimiento de nación, debido a la juventud de eses Estados que recién se formaban.

Después de ese proceso de luchas por demarcación de los límites se puede


observar que ya no hay muchos conflictos entre Estados en la región. Pero que sí sigue
habiendo conflictos y tensiones adentro de los Estados. Esa característica de la
formación conturbada de las organizaciones de esos nuevos Estados parece ser un rasgo
fundamental para la comprensión de lo que hoy pasa en términos de guerra y paz en
América Latina. Los Estados que se formaran no son muy fuertes, son débiles, y así
siendo, no ‘les conviene’ meterse en conflictos entre Estados pues eso solo sirve para
enflaquecerlos aún más. Además, siendo débiles tienen muchos problemas internos por
resolverse, lo que no les ocupa haciendo con que no tengan tiempo y recursos para
enfrentamientos exteriores.

Ese proceso histórico es uno de los rasgos centrales para entender la trayectoria
de la región, que juntamente con otros factores, como los que propone José Paradiso y
1
Esa Idea de que “La Guerra hace los Estados” es fuertemente trabajada por Charles Tilly en “War
Making and State Making as Organized Crime”.
2
Esa Idea de que la guerra no servió para garantizar la formación de los Estados también es trabajada por
George Sorensen, en su trabajo: “War and State Making: Why Doesn’t it work in the Third World”, pero
pensando en los Estados del Tercero Mundo en su conjunto. Acá la mirada es específica en la región de
Latinoamérica.
Mariana Luna Ponte (2003), a saber, descritos como siendo tres los principales: “la
condición americana”; la coexistencia con el poder hegemónico y el status periférico de
la región, que de alguna manera se relacionan entre si, y tienen conexión con el proceso
histórico descrito, dan instrumentos para comprender la “anomalía” de la región.

Eses dos autores van, en la conclusión del trabajo citado, plantear que los tres
factores juntamente con la necesidad de desarrollo de los países de la región, hace con
que la cooperación sea más importante, para mejorar los términos económicos de la
región y también hacer frente a la potencia hegemónica, haciendo con que las cuestiones
de seguridad no fuesen las de mayor preocupación y que, de alguna manera, también
fuesen resueltas en ese marco cooperativo que se desarrollaba.

Hoy, la situación que vive América Latina es de ausencia de guerras entre


Estados en la región. La región tiene una tradición fuerte en resolver sus problemas y
tensiones por la vía negociada, diplomática y cooperativa, o como se suele decir, es una
región permeada por una cultura del ‘legalismo’. Una posible explicación para esa
tradición de resolución de problemas por la vía negociada es presentada por Kacowicz,3
que plantea la existencia de una “Sociedad Internacional”, basado en los términos
propuestos por Hedley Bull,4 y que la existencia de esa sociedad garante mecanismos
comunes a nivel regional, basados en normas e instituciones comunes, que regulan los
comportamientos domésticos e internacionales de los Estados de esa región.

Decir que la región no vive guerras interestatales no es decir que la región no


tiene tensiones entre los Estados. Las tensiones, problemas, disputas siguen existiendo,
pero lo que se observa es que no suelen generar conflictos armados o guerras. Por otro
lado, sigue observándose movimientos que se utilizan de la violencia adentro de los
Estados, o sea, que seguimos observando problemas internos lo que no nos permite
decir que es una región de paz completa o total.

Otra cuestión a ser analizada, y que también es conveniente hacerlo desde una
perspectiva histórica, pero bastante breve, seria la relación de la región latinoamericana
con los Estados Unidos. La verdad es que muchas son las perspectivas que uno puede
tener para analizar el relacionamiento de América Latina con los Estados Unidos, pero
acá lo que nos interesa resaltar es la histórica contraposición entre el ideal de una unidad
3
En el trabajo “Latin America as an International Society”.
4
En el trabajo: “The Anarchical Society: A Study of Order in World Politics”.
latinoamericana, marcada por ejemplo por los proyectos de Bolívar para una
confederación de países latinoamericanos, con las ideas panamericanas, en que Estados
Unidos intentan proyectarse en la región, proponiendo una unidad americana.

La contraposición entre esas dos posibles unidades pasa a ser más notable en la
segunda mitad del siglo XIX con una política exterior desde Estados Unidos hacia
América Latina más marcada y más intervencionista, con nuevas doctrinas y acciones
norteamericanas como la Primera Conferencia Panamericana, el Destino Manifiesto,
Política del Big Stick, Corolario Roosevelt, Política del Dólar entre otras y que tiene
relación con la inserción de América Latina en el sistema internacional de forma más
definida (principalmente debido a la Revolución Industrial que ocurría en Europa). Eso
genera una mayor cooperación e integración de la región latinoamericana que, para
hacer frente al vecino norte americano, adopta nuevas estrategias diplomáticas para
defenderse de los intentos norteamericanos de acciones multilaterales.

Ese contraste entre actuar en un marco regional entre los países


latinoamericanos, o en un marco regional continental es algo presente y bastante
importante para la comprensión de acciones con relación al terrorismo internacional,
teniendo en cuenta que el marco del 11 de septiembre ocurrió en los Estados Unidos.

A partir de esas consideraciones en que se relacionan algunos trabajos que


intentan explicar la ausencia de conflictos entre los Estados en la región se tiene que
son justamente eses problemas internos a los Estados que tienen conexión con lo que se
puede llamar “nuevas amenazas”5, lo que incluye al terrorismo internacional.

Antes de partir para el análisis de la postura Argentina frente a ese fenómeno,


parece importante resaltar ese aspecto de que los fenómenos que persisten, como ya
citados, narcotráfico, guerrillas, crimen organizado y tráfico de armas, y que no
permiten a la región lograr una ‘zona de paz’, parecen ser visto por los miembros de la

5
Para la definición do que serian las nuevas amenazas para América Latina se puede tomar como
referencia La obra: “Nuevas Amenazas- Dimensiones y perspectivas. Dilemas y desafíos para la
Argentina y el Brasil”, compilada por Ernesto López y Marcelo Fabián Sain, donde se encuentra artículos
de académicos brasileños y argentinos en el intento de definir esa cuestión. Aunque no llegan a un
consenso sobre lo que serian las nuevas amenazas, están de acuerdo que: “(…) la amenaza es una
representación, una señal, una disposición, gesto o manifestación determinados, percibidos como el
anuncio de una situación do deseada o de riesgo para la existencia de quien los percibe. De tal modo, en
el caso del Cono Sur, las cuestiones relacionadas con el tráfico de drogas y los delitos conexos, los
conflictos sociales, los choques políticos-institucionales, el terrorismo y la subversión, las organizaciones
criminales transnacionales, etc., son parte de las ‘nuevas amenazas’.”- p.13.
región como siendo problemas internos y no se tiene la percepción de la
transnacionalización de las amenazas, o sea, no parece haber la percepción de la posible
conexión entre ellos y el terrorismo internacional, por ejemplo.

Argentina y el terrorismo internacional

Para pensar la relación terrorismo internacional y Argentina hay que destacarse


dos momentos: los ataques terroristas que sufrió en 1992 y 1994, respectivamente en la
Embajada de Israel y en la AMIA, y el momento del post 11 de septiembre de 2001.

Una primera cuestión es de que hay la percepción, o el sentimiento, de que eses


ataques parecen haber sido contra la comunidad judía, bastante fuerte y consolidada en
Buenos Aires, y no un ataque contra Argentina. Hay también que aclarar que hasta hoy
son casos sin respuestas claras sobre lo que realmente pasó.

El atentado a la Embajada de Israel, en 1992, parece haber sido parte de una


serie de atentados a Embajadas de Israel en otras partes del mundo, y parece tener
generado mucho menos impacto que el atentado de 1994 a la AMIA. Hay la hipótesis
de que fueron de autoría del Hezbollah, pero hay quien dude de eso.

La discusión acerca del atentado a la AMIA es bastante más extensiva y generó


más actos y medidas en busca de justicia, lo que incluye muchas cuestiones políticas
que involucran figuras importantes del escenario político y judicial argentino.

El intento acá no es de discutir eses dos ocurridos en detalles, pero el rol de ellos
en relación a lo que Argentina hace frente al terrorismo6. Lo que se nota es que,
principalmente el atentado de 1994 genera investigaciones en busca de los culpados,
pero hay un fuerte cuestionamiento de las mismas generando una cierta crisis
institucional, lo que hace con que la investigación que era realizada fuera anulada, 7 pero
fue retomada recientemente, con apoyo de la actual presidenta, Cristina Kirchner, a
6
Un mayor nivel de detalles sobre los atentados puede ser encontrado en el trabajo de Jorge Lanata y Joe
Goldman, “Cortinas de Humo”, que fue una investigación independiente sobre lo que estaría relacionado
con eses ataques. Disponible en:http://74.125.93.132/search?
q=cache:PIBgCoanrbwJ:argentina.indymedia.org/uploads/2007/02/lanata_jorge_y_joe_golman._cortinas
_de_humo.pdf+cortinas+de+humo+jorge+lanata&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=ar

7
Las investigaciones hechas por el ex juez federal Juan José Galeano habrían sido irregulares por
supuestas manipulaciones políticas del entonces presidente Carlos Menem generando así una sospecha de
una conexión local cuanto a los atentados además de la sospecha de la participación Iraní.
través de la Corte Suprema de Justicia, y también por presiones de organismos
internacionales como la INTERPOL, todo en un intento de clamor por justicia. Esas
iniciativas ganan fuerza, evidentemente, en el marco del combate al terrorismo que se
da a nivel internacional después del 11 de septiembre.

La resumida exposición de eses ataques es en el intento de mostrar que ellos no


hacen con que Argentina tome la amenaza terrorista como una preocupación de
seguridad. No hay cambios substanciales en las medidas antiterroristas, ni tampoco hay
notable empeño en identificar los culpables. Tal situación puede tener muchas
explicaciones, como a la de que el ataque fue a una comunidad y no a la Argentina, o
mismo que fue algo que realmente tuvo una conexión local y así era un problema
interno y no externo, que por motivos políticos internos no era conveniente que se
aclarase.

Sin embargo, son validas las iniciativas más recientes, sobretodo cuanto al
atentado a la AMIA, en aclarar los ocurridos, y que están respaldadas en las iniciativas
internacionales del combate al terrorismo, como ya fue mencionado anteriormente y
como será mejor analizado a seguir, con el estudio del posicionamiento de Argentina
después del 11 de septiembre.

Para que uno comprenda el posicionamiento de Argentina en relación a la


“Guerra contra el Terror” lanzada por Estados Unidos después de los ataques sufridos,
parece ser indispensable pensar en cuestiones y variables internas de ese país en 2001.
Hay que tener en cuenta dos principales factores: la crisis neoliberal que tiene su punto
máximo en 2001 y lo que se conoce como el “giro hacia izquierda” o como posturas
más antiimperialistas.

En el año de 2001, Argentina vive el rompimiento del modelo económico y


social neoliberal que utilizaban para su inserción internacional en los últimos años.
Hubo pérdida de las fuerzas productivas, desindustrialización, desempleo y queda de la
renta de sectores más pobres, endeudamiento nacional, entre otros efectos, como la
caída del gobierno y crisis institucional presenciada en el final de 2001, cuando hubo el
nombramiento de cinco presidentes en el periodo de dos semanas.

Esa situación hace con que el gobierno Argentino no ponga en su lista de


prioridades la cuestión del terrorismo internacional. Ni mismo los Estados Unidos lo
hacen en lo que se refiere a las relaciones bilaterales con Argentina. La crisis vivida por
Argentina tuvo reflejos en los Estados Unidos, en que la preocupación de las relaciones
se concentrara en el Secretario del Tesoro que tuvo que repensar la política hacia
Argentina. Esa cuestión, sin ninguna duda, era de mayor prioridad que la cuestión del
terrorismo internacional cuando uno piensa las relaciones bilaterales Estados Unidos-
Argentina en 2001.

Otra cosa importante es comprender el rechazo a ese modelo neoliberal que se


genera en la sociedad después de la crisis. Eso hace con que se genere un sentimiento
antiimperialista en una sociedad que ve a los Estados Unidos como imperialistas y un
intento de inserción de manera más autónoma. Eso también es marcado por lo que se
conoce como “giro hacia la izquierda”, marcado por la aproximación del gobierno de
Néstor Kirchner con los gobiernos más de izquierda como los de Bolivia y Venezuela,
aún que no rompa relaciones con Washington. Eso es más una señal de la autonomía
que Argentina toma para su inserción exterior y que le permite no tener que se aliñar
con todas las políticas propuestas por los Estados Unidos.

Argentina, después del 11 de septiembre mantiene un apoyo a la “Guerra contra


el Terror” que es mucho más consolidado en los discursos, aunque con algunas reservas,
do que en hechos concretos. Eso se debe en parte por la posición marginalizada que
tiene en los intereses de los Estados Unidos y que le permite mantener un apoyo mucho
más simbólico sin altos costos.

La manera primera de Argentina se solidarizar con los atentados sufridos pelos


Estados Unidos, fue declarar que repudiaba tales ocurridos una vez que también ya los
habían sufridos, haciendo referencia a los atentados de 1992 y 1994.

Además, la situación de combate global al terrorismo facilita a que se retome la


busca por justicia por los ocurridos en Argentina, pero aún así todo es mucho más fuerte
en la esfera del discurso do que en efectivos actos y medidas de antiterrorismo.

Una posible explicación para la falta de medidas antiterroristas se debe en parte


a la cuestión de la opinión pública. Desde 1988 hay una ley de Defensa, la ley 23.554,8
8
Disponible en: http://74.125.93.132/search?
q=cache:u_72U2GLHM8J:www.cbi.gov.ar/eng/marco/docs/Ley%252023554%2520-%2520Ley%2520de
%2520Defensa%2520Nacional.pdf+ley+23.554&cd=4&hl=es&ct=clnk&gl=ar
que estipula que las Fuerzas Armadas nacionales no pueden tratar de asuntos externos,
lo que haría con que el combate al terrorismo no este incluso entre las competencias del
sistema de defensa nacional.

Esa cuestión de evitar el uso de las fuerzas armadas en cuestiones exteriores


tiene relación con el proceso de democratización del final de los años 80 y comienzo de
los años 90. Cuando vuelve la democracia hay todavía un enorme esfuerzo en reducir el
poder que los militares tienen, como medida de evitar un nuevo golpe militar. Hay
mucho más miedo del “terrorismo del Estado” do que del terrorismo internacional.

Aún frente a esa limitación dada por la ley, y por la opinión pública, hay algunas
pocas medidas que se toman en el nivel internacional, como la cooperación a nivel legal
para hacer frente al terrorismo. Así, ya en 2004, hay la adhesión a algunas
convenciones relacionadas con la lucha al terrorismo, a saber:

• Convenio Internacional para la Represión de los Atentados Terroristas


cometidos con Bombas;

• Convenio sobre la Marcación de Explosivos Plásticos para los fines de


Detección;

• Convenio para la Represión de Actos Ilícitos contra la Seguridad de la


Navegación Marítima;

• Protocolo para la Represión de Actos Ilícitos de Violencia en los Aeropuertos


que presente servicio a la Aviación Civil Internacional;

• Convención sobre Protección Física de Materiales Nucleares;

• Convención sobre la Prevención y el Castigo de Delitos contra Personas


Internacionalmente Protegidas;

• Convenio para la Represión del Apoderamiento Ilícito de Aeronaves;

• Convenio sobre las Infracciones y ciertos otros Actos cometidos a bordo de


Aeronaves;

• Convenio Internacional para la Represión de la Financiación del Terrorismo;


• Convención Interamericana contra el Terrorismo (convención de la
Organización de los Estados Americanos, que junto con el Comité
Interamericano contra el Terrorismo (CICTE) están en el intento de luchar
contra el terrorismo, iniciativas que tienen recibido considerable apoyo por parte
de Argentina).

En 2007, hay otra medida antiterrorista, la aprobación de la Ley Antiterrorista 9,


que causó algunas protestas internas, pero que fue aprobada en parte por presiones
desde los Estados Unidos y también del Grupo de Acción Financiera Internacional
que acusaba Argentina como siendo país no seguro para inversiones.

Por fin, otra manifestación desde Argentina contra el terrorismo fue la


cooperación en lo que se conoce como “Tres más uno”, en la región de la Triple
Frontera. El mecanismo seria una cooperación entre los tres países que comparten la
frontera, Brasil, Argentina y Paraguay, más los Estados Unidos. Seria una
cooperación para investigar la posible existencia de células terroristas y de
actividades que financiarían la actividad. Sin embargo, numerosas veces se probó
que no hay tal presencia por parte de los tres países, y se evidencia que esa dinámica
se da debido a los intereses norteamericanos en la región, que ganan énfasis con el
11 de septiembre.

Con lo que fue planteado se nota que lo que hubo de medidas antiterroristas fue
poco y están marcadas por presión de los Estados Unidos y ocurren siempre en un
marco en que se hace necesario atender la demanda norteamericana para seguir con
beneficios de la relación bilateral, principalmente en el campo económico. Es
relevante percibir que la lucha contra el terrorismo no se da a partir de una demanda
interna por parte de Argentina.

Por fin, es interesante notar que, mismo haciendo concesiones a los intereses de
los Estados Unidos en la lucha contra el terror, el apoyo no es incondicional. La
invasión de Irak en 2003 fue condenada y Argentina parece siempre considerar las
cuestiones domésticas y la opinión pública al tomar o no ciertos comportamientos
de aliñamiento con los Estados Unidos, y su postura de inserción exterior ha sido

9
El proyecto que fue aprobado está disponible en: http://www.derechos.org/nizkor/arg/ley/te002.html
marcada por autonomía en las decisiones. Si es verdad que tomó medidas
antiterroristas parece haber sido por presiones principalmente económicas, y es
notable que el apoyo en la lucha contra el terror es mucho más fuerte en los
discursos que en las acciones.

Otro punto a se destacar, siendo este el ultimo, es de que siempre que pudo,
Argentina tomó esas medidas por la vía cooperativa y principalmente a través de
mecanismos regionales, como se observa por la actuación en el Comité
Interamericano contra el Terrorismo (CICTE), de la Organización de los Estados
Americanos (OEA).

Conclusión – ¿Cómo comprender la actitud Argentina frente al terrorismo


teniendo en cuenta el contexto regional de seguridad?

Lo primero que se puede concluir es que Argentina no toma medidas


antiterroristas por percibir el terrorismo internacional como una amenaza a su seguridad
nacional. Si es verdad que reconocen la existencia del fenómeno, no es verdad que sea
una de las principales preocupaciones de ese Estado, sea por parte del gobierno, del
Ministerio de Defensa, de la agenda de política exterior, de la opinión pública, etc.

Eso puede ser explicado teniendo en cuenta lo que se trabajó en la primera parte
del presente trabajo de que las preocupaciones con seguridad en la región no son el tema
de mayor importancia pues es una región de relativa paz, o ausencia de guerras.
Además, tienen la tradición de resolver las cuestiones conflictivas por la vía cooperativa
y negociada, y muchas veces con posicionamientos muchos más consolidados en el
discurso que en la práctica. O sea, no seria razonable esperar que Argentina se
involucrara en una “guerra contra el terror”. Si se espera algo desde Argentina, estaría
seguramente más relacionado con apoyo a mecanismos legales y cooperativos en el
intento de combatir el terrorismo.

Es interesante notar que las pocas medidas antiterroristas se dan en el marco de


presión de lo vecino norteamericano, y solo son tomadas pues envolvían otros intereses
argentinos, principalmente económicos. Eso retoma un punto también trabajado en la
primera parte del trabajo de que las dinámicas observadas en Latinoamérica muchas
veces son determinadas por la interferencia del país hegemónico a través de la histórica
contradicción entre la unidad latinoamericana versus la unidad panamericana.

La fuerte actuación a través de los mecanismos disponibles en la OEA es una


señal de que se percibe y acepta la presencia e influencia de los Estados Unidos en la
región, pero que también no se desconsidera las tradiciones regionales de actuar por la
vía legal y cooperativa y de no poner los temas de seguridad como prioritarios en
detrimento de otros intereses domésticos más importantes.

Así, uno podría concluir que, la poca actuación de Argentina frente al terrorismo
internacional puede ser explicado por la tradición de la región en resolver sus conflictos
de manera pacífica y de no se preocupar tanto con cuestiones de seguridad una vez que
sus problemas internos parecen siempre ser más urgentes y, si hay problemas de
seguridad internacional que uno debe preocuparse, es mucho probable que tengan
origen interna, como el caso de la Triple Frontera, por ejemplo, y suelen buscar
resoluciones por la vía cooperativa.

Por fin, se acepta que esa visión propuesta es bastante inicial y que el intento fue
de establecer una posible relación y explicación, pero que muchas son las cuestiones
todavía a ser mejor trabajadas, como la real interferencia de la agenda de los Estados
Unidos en materia de seguridad en las agendas de países como Argentina, o el real uso
de ese tipo de mecanismo para presionar otras áreas como la económica y comercial.
Por el momento, el trabajo fue en relacionar la percepción y las actitudes de un país
latinoamericano en relación a un fenómeno transnacional, teniendo en cuenta el
contexto regional y variables domésticas.

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