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LA MUERTE

“Sí aquí en la orilla, mi huella


en la arena el mar borra con tres olas,
¿qué será en la alta playa
donde el mar es el tiempo?”
FERNANDO PESSOA

Pareciera que nos preocupa la muerte, por aquello de que tenemos memoria,
sabemos que la muerte pasa, y que eso que le pasó al otro nos puede pasar a nosotros, y
entonces uno comienza a pensar en los pendientes con la vida. Maria Zambrano en 1992
nos dice que el hombre es el ser que sufre su propia trascendencia, y es ese deseo de
permanecer lo que le ha puesto a temblar tanto tiempo.

El futuro es incierto, reducido, ignorado. ¿Los viejos (se preguntaba Hemingway)


dormirán poco para tener un día más largo?. Pero ¿Qué pasa con el resto de nosotros?
Vivimos una época hedonista, y no sé bien como funciona esto pero si la muerte es perder
todos los sentidos, ¿qué es estar vivo? De alguna creo tiene que ver con el cuerpo. Sabines
se preguntaba “Qué pensaría Lázaro cuando iba a morir por segunda vez?. La segunda
muerte ¿fue distinta de la primera, como el lunes es distinto del martes?¿a cuantas
muertes tenemos derecho cada uno? Porque la vida es siempre la misma, pero la muerte...”
Resulta que la muerte nos acecha todo el tiempo, ¿pero la vida?

Pasamos ensayando la muerte y no la vida, nos preocupamos por nuestro ser natural
y por tanto efímero. No hablo de cuestiones espirituales, si no, de ese deseo que nos mueve,
y que muchas veces nos aferra más a ese oscuro laberinto que es la muerte, que a la
claridad que tiene la vida. Cesar vallejo nos contaba que el moriría en parís con aguacero,
día del cuál ya tenía el recuerdo.

Goytisolo, nos aclara un poco el panorama, dice que la muerte es una puta, con todos se va,
a nadie desprecia y a todos les cobra con la vida. La muerte es la primera prueba del destino
y preocuparse por ella puede ser una perdida de tiempo.

Como si la muerte y la manera en que vaya a ser se pudieran decidir… la muerte no


tiene remedio, pero la vida sí. Decía Vallejo: “yo nací un día en que Dios estuvo enfermo”.
La idea, de sentirse afectado directamente por la religión es a fin de cuentas un reproche
más que puede hacerse, la religión es igual que la idea de la muerte, tan contundente, dios
mío decía vallejo, si tu hubieras sido hombre hoy supieras ser dios. Pero uno que ya es
hombre debería de aprender como imaginarse un dios. Todo tiene que ver con esas
preguntas, esas que nos siguen y nos atormentan y que nunca encontraremos respuesta ¿y
después de esto qué sigue? ¿y antes de mi que ha sido? Pero sólo tenemos el presente, ¿qué
hacemos con él? ¿Vivir para el trabajo?, ¿vivir para alguien más?, ¿morir todavía? Y luego
cae el pasado encima como lo irremediable, y como la memoria a falta de un alz heimer
sigue funcionando, reclama, como Borges dice:
“Si pudiera vivir nuevamente mi vida
en la próxima trataría de cometer más errores,
no intentaría ser tan perfecto, me relajaría más,
tomaría muy pocas cosas con seriedad,
sería menos higiénico.

Correría más riesgos, haría más viajes,


contemplaría más atardeceres, subiría más
montañas, nadaría más río […]

Y continúa lamentándose de la trágica vida que se negó. El punto de este articulo


no es encontrarle a la muerte los huesos, si no a la vida su piel.

Entregarse a la muerte es dejar de sentir, de hacer, eso que dejamos pasar como
tiempo vacío, vivir de aquello que no queremos y para eso que no hemos elegido. Y si bien
nos consterna la muerte, allá ella, que se preocupes sobre su función en el mundo y la
interminable lista de trabajo por hacer. Y bueno les dejo con un poco más de Sabines:

Si sobrevives, si persistes, canta


sueña, emborráchate.
Es el tiempo del frío: ama,
apresúrate. El viento de las horas
barre las calles, los caminos.
Los árboles esperan: tú no esperes,
éste es el tiempo de vivir, el único.

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