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Andrés Guillén, Edisson Narváez

Miércoles 3 de enero del 2018

Una ética ciudadana a través del ejercicio del derecho a la ciudad: justicia socio
espacial

El presente trabajo busca analizar la situación actual de la ciudadanía sobre la


construcción social de la ciudad, ante la cual emerge la fijación de la justicia socio
espacial como un eje determinante para el entendimiento de la dinámica en la ciudad.
Antes de abordar el tema de la justicia socio espacial en relación a la construcción de
una ética acoplada al ejercicio del derecho a la ciudad, es necesario analizar como se
han construido términos tales como la justicia, y el espacio social. Así una vez definido
que entendemos a partir de dichos términos, procederemos al planteamiento de ciertos
postulados base, que permitan una reconfiguración de la ética ciudadana para que la
justicia socio espacial corresponda a las necesidades de los habitantes de la ciudad, a
través de distintos enfoques. Por lo tanto, el trabajo consiste en identificar desde la ética
ciudadana como se ha definido la justicia socio espacial, y como a través de esta es
posible cambiar la ciudad, para que se desarrolle una dinámica mas equitativa.

En primer lugar, se pretende encontrar las bases de construcción del derecho al espacio,
tanto público como privado. Según Engels, la propiedad privada nace a partir de
cambios sociales y económicos plasmados en la conformación de la familia
monogámica, ya que como menciona: “Fue la primera forma de familia que no se basó
en condiciones naturales, sino económicas, concretamente en el triunfo de la propiedad
privada sobre la propiedad común primitiva originada espontáneamente.” (Engels, F.
1924. Pag. 72.) Por ende, la propiedad privada se establece como un beneficio que
poseen algunas familias, ante esto nace una institución que busca asegurar que esto no
se logre cambiar y dicha institución es el Estado. (Engels, F. 1924. Pag. 116). De manera
que el Estado crea sus cimientos en la defensa del espacio privado, mas no en la
equidad de derechos, lo cual sin duda ha definido la situación actual del Estado. Sin
embargo, cabe recalcar que el análisis histórico que realiza Engels sobre el Estado
corresponde a la historia occidental, por lo tanto, dicha institución es meramente un
vestigio de occidente que ha sido expandido al resto del mundo, y se ha ido modificando,
pero sin perder su esencia.

Ante la seguridad ofrecida por el Estado, en la actualidad la ciudad ha acatado ciertas


dinámicas que se ven atravesadas por las políticas públicas. Para Jordi Borja la
seguridad se ha modificado hasta el punto en que ha perdido su carácter universalista,
en la que ya no prima la defensa de la propiedad privada de todos, únicamente se enfoca
en la defensa de los derechos de las clases medias y altas, siendo el Estado la
institución que acentúa las diferencias. A su vez, Borja menciona que no existe un temor
al espacio publico debido a que este no brinda seguridad a sus habitantes y en la
mayoría de casos los espacios públicos son únicamente para circular, mas no para
convivir (Borja, J. 2000.Pag.9). Ante esto, en la ciudad también se crean diferencias de
espacios dependiendo ya no solo de la clase social, si no también de las condiciones
sociales de los individuos, como la de los emigrantes.

De manera que, la justicia y la seguridad se desarrollan independientemente de los


individuos, promoviendo una ética característica del modernismo, la ética de la
individualidad. Esta ética busca únicamente el resguardo de la persona en si misma, la
desconfianza del otro, la configuración de individuos incapaces de interesarse en otros.
Una de las varias causas que ha definido esta actitud, es la inseguridad a la que se han
visto configuradas las personas, y como mecanismo de preservación de si mismos se
ha establecido tal ética. Sin duda, la individualización supone uno de los grandes
cambios éticos a superar en la ciudad, debido a que, si no se crean relaciones de
confianza entre individuos a partir de territorios caracterizados por su identidad, se
dificultara el proceso de creación de una nueva ética para la construcción ciudadana.

Por lo tanto, nace la pregunta: ¿Qué hacer para revertir esta situación? Dicha respuesta
puede poseer dos entradas, una que nazca desde la perspectiva de los individuos en
comunidad, y otra que represente cambiar el rol de las instituciones que promueven
dicha conducta. Si bien desde las limitaciones culturales de la colectividad sobre la
persona, la individualización parece ser una respuesta para revelar el verdadero
carácter y gustos de cada persona, la realidad demuestra que antes de permitir al
individuo realizarse o encontrarse a nivel personal, resulta únicamente en un
impedimento de relacionarse con los demás lo que dificulta la cohesión social y, por lo
tanto, la participación de las personas en las decisiones colectivas se ve disminuida.
Esto se puede mitigar o contrarrestar a partir de que el individuo mismo tome conciencia
de las limitaciones de lo individual en lo colectivo, así como promover la identidad y el
territorio en la construcción subjetiva de cada individuo.

Desde el rol de la institución, el listado de soluciones que se pueden brindar son varias,
por lo que se escogió únicamente tres que parecen abarcar a las demás. Como primer
postulado, se encuentra en redefinir al Estado desde las perspectivas locales, con la
finalidad de que este pierda de una vez por todas su función principal caduca, que es
de defender la propiedad privada de manera desigual. Como segundo gran postulado,
es brindar los espacios de participación a los individuos, es decir, reducir el poder del
Estado y brindar a las personas comunes con la finalidad de que estos se empoderen
de su realidad. Y como tercer postulado, el Estado debe ser el encargado de igualar las
condiciones de los individuos con el fin de que los espacios públicos en las ciudades
dejen de pertenecer a clases y pertenezcan a identidades. Considerando estos
postulados, el rol del estado es amplio y abarcaría funciones que desde un punto de
vista neoliberal no son su competencia; por lo tanto uno de los objetivos claves es lograr
que el estado, en cualquiera de sus inclinaciones político-ideológicas, permita y
promueva estas acciones. Es entonces que desde cualquiera de estas entradas,
individual o institucional, una redefinición de las funciones del estado es importante,
complementando el nuevo carácter activo y participativo en la toma de decisiones que
tendría la ciudadanía.

Para la concepción de una verdadera ética colectiva, que se fundamente en el pleno


ejercicio del derecho a la ciudad, podemos añadir una tercera vía, que podría ser
anterior a las ya mencionadas, y tendría que ver con la interrelación entre lo estatal y lo
personal (cultura política). Así consideramos también a los nuevos derechos ciudadanos
planteados por Jordi Borja, los cuales, si bien pueden tener una base legal considerada
dentro de toda una normativa establecida, también tienen la característica de ser parte
de la cotidianidad en los espacios públicos. Para Borja estos nuevos derechos
ciudadanos pueden contribuir a una renovación de la cultura política dentro de la ciudad,
esta es importante para nuestro planteamiento, porque permite en un primer momento
el empoderamiento de los individuos y colectivos, y así se logra el acceso y
apoderamiento de los espacios físicos y de participación construidos desde la política
pública.

Como ya mencionamos, la noción de espacio público y privado está atravesada por la


individualización, y el reconocimiento de la protección a la propiedad privada como uno
de los derechos más importantes de los cuales somos sujetos. Es así que la ciudad
como tal se ha transformado en un espacio de lucha y de competitividad individual; la
ciudad al ser el espacio en donde está el mercado, ya no es más que una suma de
normalizadas interrelaciones monetarias. Si tomamos en cuenta estas características
de la sociedad actual, la lucha por el espacio, y la justicia socio-espacial, son búsquedas
de iguales oportunidades en el proceso de intercambio. No tienen relevancia los nuevos
derechos ciudadanos planteados por Borja, como por ejemplo: el derecho a la belleza o
el derecho a la calidad del medio ambiente; la cultura política entonces también está
basada en los procesos del mercado.
Entonces la justicia socio-espacial, requiere de todo un cambio del paradigma de
pensamiento de los sujetos, tanto de forma individual, como colectiva, exigir dicha
justicia, va más allá de exigir un espacio en el mercado, tiene que ver con la vivienda,
espacios de recreación, participación, identidad, etc. El carácter de mercancía que ha
adquirido también el espacio, dificulta que se dé un cambio en la ética individual de los
ciudadanos. En el caso de la ciudad de Cuenca podemos ver reflejado el bajo nivel de
participación de los ciudadanos, lo que indica efectivamente la complejidad de la
consecución de una cultura política que reconozca el derecho a la ciudad como un pilar
fundamental de la convivencia social; esto según la cuarta encuesta de percepción
ciudadana del Colectivo Cuenca ciudad para vivir, en donde el 88% de los y las
cuencanas no participan en la gestión pública. (CCCV, 2016)

Los requerimientos para el pleno ejercicio del derecho a la ciudad son muchos, y por lo
tanto la justicia socio-espacial dependerá de los pequeños logros y avances que se
tengan en relación a la participación ciudadana; los mecanismos en muchos casos se
encuentran incluso facilitados por el estado, en donde ya se encuentra algunos de los
postulados que fueron mencionados. Por lo tanto para aumentar una plena participación
ciudadana, en los espacios de socialización, decisión, ejecución y evaluación de las
políticas públicas, que implican ciertamente, temas como el acceso y creación de los
espacios públicos que vayan de acuerdo con las múltiples formas de vida, la
planificación del crecimiento urbano, los procesos de gentrificación y revalorización del
suelo, etc., se requieren el funcionamiento interrelacionado de estas dos vías: una
comunitaria que refleje una ética colectiva y una institucional; sumando una cultura
política renovada que considere las distinta problemáticas de la vida en la ciudad.

Bibliografía:

Engels, F. (1924). El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado. Ediciones AKAL.

Borja, J. (2000). Los nuevos derechos ciudadanos. .

CCCV. (2016). Calidad de vida en Cuenca. Cuenca.

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