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FUENTES LITERARIAS
CERVANTINAS
FUENTES LITERARIAS
CERVANTINAS
FUENTES LITERARIAS
CERVANTINAS
1
BIBLIOTECA RO M Á NIC A H IS P A N IC A
E D IT O R IA L G R E D O S , S, A ,
MADRID
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
D ir ig id a p o r DAM ASO ALONSO
E D IT O R IA L GREDOS, S. A.
Vale como regla general que todo gran poeta recibe y da,
a su vez, mucho. No sólo rebosa éste de la cultura literaria
de su tiempo, sino que alcanza a cifrarla por entero, identi
ficándose con ella, en algunos casos excelsos (Homero, Dan
te, Goethe). ¿Y había de ser menos Cervantes? ¿Había de ser
menos quien confiesa no reprimir su pasión de lector ni aim
ante «los papeles rotos de las calles»? La existencia en Cer
vantes de una gran cultura literaria debe representársenos,
en primer lugar, como un postulado exigido por la misma
grandeza de su obra. Pero dicha noción es, por otra parte,
un hecho que la línea de encuesta señalada por El pensa
miento de Cervantes viene acreditando en términos irrefuta
bles (trabajos de Canavaggio, Riley, Avalle Arce, etc.). Gran
innovador si los ha habido, hace su revolución, como obser
va Francisco Ayala6, no en ruptura iconoclasta con la litera
tura de su época, sino subsumiéndola y doblegándola a sus
fines. No entender algo tan obvio fue el gran pecado y el
despeñadero del viejo cervantismo, ai que halagaba mucho
más la idea del genio como un ímpetu ciego y torrencial de
la naturaleza. El prejuicio de la indigencia cultural de Cer
vantes 7 caló tan hondo, como resultado, que aún es abriga
do socapa por acá o acullá. Hasta un catálogo, a todas luces
cauto, de libros conocidos por Cervantes, que compiló A. Co-
tarelo8, se ha visto combatido con argumentos de escasa
consistencia y mínima comprensión del problema 9.
6 «L a revolución literaria cumplida por Cervantes procede a la
inversa: pone a contribución las formas exhaustas, y las emplea como
material de construcción para levantar un nuevo edificio, creando
con él espacios espirituales cuya posibilidad nadie sospechaba, dimen
siones poéticas que la geometría literaria anterior no había descu
bierto»; «N ota sobre la novelística cervantina», Revista Hispánica
Moderna, págs. 43-44.
7 Expuesto y rebatido por R. de Garciasol en el prólogo a Claves
de España: Cervantes y el Quijote, Austral, Madrid, 1969.
8 Cervantes lector, Madrid, 1943.
9 A. González de Amezúa considera escandalosamente alta la lista
14 Fuentes literarias cervantinas
LA TESIS DE W . S. IIENDRIX
UN FRAGMENTO DRAMÁTICO
DE SEBASTIÁN DE HOROZCO
Do al diablo el insensato,
ya ha caydo;
aquí está echado dormido.
¡Ola! ¡Ola! a esotra puerta
qu'es corroço: da el ronquido
y no tiene más sentido
que si fuese cosa muerta,
¡Ah, bobazo! Ya despierta.
oficial española? Salvo porque los toledanos eran tal vez más
desconocedores que desconocidos, venían éstos a encarnar
de hecho, y a nivel colectivo, una suerte muy parecida a la
experimentada por Cervantes en el seno de aquella España
oficialmente aceptadora de personas. Lo que, en todo caso,
no puede ser puesto en duda es que el autor del Quijote se
sintió casi un toledano adoptivo46, en un medio humano que
desprendía para él cierto calorcillo de hogar.
Si ya no es que Cervantes, cuya avidez de lectura es bien
conocida, se hubiera hecho con alguna copia manuscrita de
la Representación, tampoco sería preciso recurrir a tal hipó
tesis para justificar su conocimiento, puesto que las obras
dramáticas de Horozco sabemos que fueron también repre
sentadas en Toledo. El mismo autor nos dice que su Parábo
la de San Mateo a los veinte capítulos de su sagrado Evan
gelio se representó en las fiestas del Corpus de 1548. Por lo
visto, no solía faltar alguna representación entre los festejos
con que monjas bautistas y evangelistas honraban al San
Juan que les resultaba más simpático, y tiraban la casa por
la ventana para dar en la cabeza a las del bando contrario.
Todo lo cual contribuye a reforzar la impresión de que las
tradiciones medievales del teatro en la iglesia pervivieron en
Toledo mucho más que en otras partes. Si no lo afirmara
el propio Horozco, nadie habría sospechado que cierto En
EL REFRANERO DE HOROZCO
ECOS DE LAS «C E LE ST IN A S »
curen estar siempre ocupadas (pág. 20), como era preciso recordárselo
a Altisidora.
E l rufián Brumandilón declara haber perdido «a los dados de
un m al azar» los seis reales que ie dio la que tiene en la mancebía
(página 162).
67 Cierto personaje describe así las buenas prendas del rufián
Galterio: « Y a osadas que no venga m ujer de nuevo a la mancebía
sin traelle carta; y lo primero que el rufián hace, venido a la ciudad,
es venir a hablalle para que le concierte con los alguaciles; y sus
más recios delitos son éstos, y dar avisos a la justicia algunas veces
de los males que se hacen» (pág. 144). Más adelante es el mismo
Galterio quien especifica sus artes; «M i principal intención es, como
ya sabes, ser amigo de todos los ministros de la justicia, porque
éstos contentos puede hombre desollar caras en medio de la ciudad
como cada día ves que se hace; y esto con poco trabajo se alcanza,
porque con dar, como antes apuntabas, algunos avisos de hombres
facinerosos, y de algunos que juegan juegos devedados, y de algunas
mancebas de casados, o frailes o clérigos pobres, que de los demás
otro norte se sigue, como luego verás, y también acostumbro acom
pañar algunas noches al corregidor, o teniente, y con llevarle alguna
vez algún presentillo liviano de cualquier par de perdices, y con otros
servicios de pelillo semejantes a éstos, puedes a banderas desplegadas
meter moros» (págs. 180-181). Su interlocutor califica al rufián con
el adecuado término de malsín y se lamenta del error de la justicia
al tolerar y proteger a semejante ralea; a esto le ataja Galterio
asintiendo, pero con la salvedad de que el de malsín «es oficio de
hombres justos y celosos de concordia», pues no a otra cosa se
dedican regidores y jurados delante del corregidor, irónicas reflexiones
paralelas al comentario de don Quijote sobre la utilidad de los
alcahuetes (1, 22) que en vano pretende tomar en serio Otis H. Green,
«Don Quijote and the alcahuete», Estudios dedicados a James Hom er
Herriot, Madison, 1966, págs. 109-116.
68 Véase Mariano Baquero Goyanes, «E l entremés y la novela
picaresca». Estudios dedicados , a Menéndez Pidal, Madrid, 1956, V I,
páginas 215-246. Domingo Ynduráin Muñoz, « Rinconete y Cortadillo.
60 Fuentes literarias cervantinas
¡Mallograda!
Que viniendo del arada
muchas vezes me ganó,
que tirava un aguijada
quatro passos más que yo.
¡Qué braçones,
qué pezachos, pemejones,
bocacha de oreja a oreja,
los ojos dos barreñones,
la nariz como una teja! 78.
bajada señora» el «Soberana y alta señora» (1, 26) con que comenzaba
la carta de don Quijote a Dulcinea.
78 Propaliadia and Other Works, II, págs. 462-463. Cuando el físico
hace desfilar las damas ante Aquilano, para averiguar quién es la cau
sante de su enfermedad de amor, interviene el rústico Galterio para
hacer el elogio de sus conocidas: «Mas, señor, / ¿quiés que vaya, por
tu amor, / en dos saltos a llamar / !a hija del texedor / que sabe
muy bien arar? / Y a Luzía, / la nieta de Antón García / que tiene
mil perfeciones, / y aun diz que siega en un día / más que dos bue
nos peones». E l otro rústico, Dandario, insiste en lo mismo: «¡G uay
de ti! / Llama, llama, juri a mí, / la hija de Antón Frontino, / que
se maja, en hendo assí, / media carreta de lino»; II, pág. 531.
66 Fuentes literarias cervantinas
30 Propalladia and Other Works, II, pág. 262, En otra ocasión los
escuderos Osorio y Godoy comentan esta plaga general con intencio
nes irónicas: «¿Vistes tal? / Veis qu'es regla general / que todos pien
san so capa, / Ί obispo ser cardenal, / y el cardenal de ser papa»;
a lo que responde Osorio: «¿Cómo no? / Pues también me pienso
yo / ser obispo de mi tierra»; II, pág. 223.
81 E l bobo Mendrugo, del paso La tierra de Xauja, se pone muy
contento al saber que su mujer va a recibir de la justicia un obispado
(de coroza, se entiende), y hasta tiene algunas dudas sobre si ella
será capaz de regirlo.
68 Fuentes literarias cervantinas
E L ESPÍRITU ANTERRtfSTICO
Y más adelante:
Dexemos de ser pastores
ques hato de mal asseo 102.
Cierto día de los albores del siglo xvi unos escolares bur
lan y repelan, en una plaza de Salamanca, a los pastores
106 Auto del repelón; Juan del Encina, Églogas, pág. 211.
107 En la Farsa de Isaac el curioso término de villero es usado,
con obvio matiz despectivo, referido al caso ideal del campesino que,
a causa de los desvelos de su madre, llega a ser clérigo de aldea;
Recopilación en metro, f. CV v. Sánchez de Badajoz está obviamente
obseso por el espíritu de rebelión social de los rústicos, que ilustra
con aguda conciencia y condena de acuerdo con las ideas habituales
en el humanismo cristiano. En la Farsa de la fortuna o hado el Pastor
despotrica contra la injusticia y mala ventura que le condena a duros
trabajos para sustentar la vida de holganza que los caballeros pasan
entre naipes y cacerías. E l Caballero logra convencerle, con gran ha
bilidad y paciencia, de que todos son miembros necesarios de un mis
mo cuerpo y de que la Providencia hace nacer a cada uno en el es
tado que más le conviene, para una vida igualmente marcada por el
dolor. E l fondo del conflicto está expuesto con máxima transparencia
en aquella Farsa de Isaac, cuyo pastor interpreta así la enemistad de
los mellizos Esaú y Jacob: « Y quantos dellos vinieron, / que nunca
bien se quixeron, / son judíos y gentiles. / Hizieron los malhazejos /
entre sí tantas carniças, / que an agora en fe parejos / entrellos nue-
uos y viejos / no faltan lias ojariças» (f. C IV v.)· La copla final, can
tada por el pastor, es igualmente inequívoca: «Y a no falta bendi-
78 Fuentes literarias cervantinas
PERSPECTIVAS FINALES
derarla obra de escaso influjo. Lo que con ella ocurrió es que, por
razones harto llanas, fue libro más leído que citado. Para nosotros se
refiere a ella (más bien que a los libros de Mirabilia urbis Romae)
el Viaje de Turquía por boca de Pedro de Urdemalas, al referirse
desabridamente a las cosas de Roma: «... desta poco hay que decir,
porque un libro anda escrito que pone las maravillas de Roma»; ed.
Antonio G. Solalinde, Buenos Aires, 1946, pág. 194.
94 Fuentes literarias cervantinas
FÓRMULA Y ACIERTO
FOLKLORE SACRISTANESCO
Un viejo pliego suelto, sin fecha, «en que recuenta las tachas
que tenía una dama», le achaca a su imperfecto dechado el
vicio de que «no descansa una hora / engañando a sacrista
nes», lo mismo que a los molineros, otro oficio con buena
prensa galante en la poesía popular16. Casi sesenta años an-
tes de La guarda cuidadosa damos ya en la Comedia llamada
Selvagia una imitación de La Celestina por Alonso de Villegas
Selvago (Toledo, 1554), con un chusco galanteo de una cria-
CONTRA LOPE
U N AUTOR SECUNDARIO
GÉNERO Y PECULIARIDAD
DE LA «M IS C E L Á N E A »
INTEGRACIÓN DE LA PERSONALIDAD
de Dios hoy día la fuente.» Cario famoso, Valencia, loan Mey, 1566,
canto X X X II, f. 180 r. Suplimos acentuación y puntuación moderna.
20 J. Huizinga, Et otoño de la Edad Media, Buenos Aires, 1947, pá
gina 145.
130 Fuentes literarias cervantinas
EL ERASMISMO DE ZAPATA
persolveris» (IV , 579 D). L a misión del buen príncipe será «consu
lendum alienis commodis, propria negligenda» (580 B). E l principe
que recapacite sobre sus deberes se dirá: «A t istud servire est, non
regnare. Im o hoc pulcerrimum regnandi genus» (587 CD). «Omnia
bonus Princeps publicis metitur commoditatibus, alioqui ne Princeps
quidem fuerit» (609 B ).
43 «In cudenda moneta bonus Princeps praestabit eam fidem, quam
et Deo debet et populo, neque sibi permittet quod atrocissimis suppli
ciis punit in aliis. Hac in re quatuor ferme modis expilari populus
solet... Primum ubi nomismatis materia mixtura quapiam vitiatur,
deinde cum ponderi detrahitur, praeterea cum circumcisione minuitur,
postremo cum aestimatione nunc intenditur, nunc remittitur, utcumque
visum est Principis fisco conducere» (594 EF).
44 A. Renaudet, Études érasmiennes (1521-1529), París, 1939, pági
nas 73 y 68.
45 Renaudet, Études érasmiennes, págs. 75 y 107-108. «Bona pars
imperii, consensus est populi, ea res primo reges peperit» (Institutio,
609 B ).
154 Fuentes literarias cervantinas
ORDEN DE PRISIÓN
LA COHERENCIA HISTÓRICO-LITERARIA
V II, 1958, pág. 69. También la sección «From the Epic to the Novel»,
en Riley, Cervantes's Theory of the Novel, págs. 49-57.
Don Luis Zapata 179
HISTORIA Y FABULA
INNOVACIÓN TÉCNICA
EL NARRADOR NARRADO 0
EL OBISPO INVEROSÍMIL
perar las cosas que ama y aborrece, y dar su sentencia y parecer más
libre; lo otro, que, dichas por una y otra persona, varía la lección
y no cansa tanto como si él sólo fuesse el que narrasse; lo otro, para
el mouimiento de los afectos es importantíssimo, porque, si otro que
Ulyses contara sus errores y miserias, y otro que Eneas contara sus
trabajos y desuenturas, no fuera la narración tan miserable, y, como
el deleyte de la épica, ansí como el de la trágica, viene parte mayor
de la copassión y misericordia, faltara mucho al deleyte de la tal
acción; y es muy bien hecho que no comience el poeta heroyco del
principio de la acción, sino que la dexe para que por otra persona
agena dél sea narrado»; Philosophia antigua poética, III, págs. 208-209.
E. C. Riley, que cita un párrafo muy similar de Alessandro Piccolomini
en elogio de la impersonalidad, observa que, aunque tales ideas no
puedan considerarse causa inmediata del uso por Cervantes de un
narrador ficticio, debieron contribuir a hacerle consciente de las
ventajas de no intervenir por sí mismo en una obra como el Quijote;
Cervantes’s Theory of the Novel, pág. 206. Dicha explicación es cierta
en lo esencial, pero es preciso añadir que Cervantes procede, además,
con su acostumbrada ironía hacia los preceptos al hacerse eco de
tales ideas con un recurso técnico como el de Cide Hamete.
90 Un juicio de ese orden viene a ser también el de Dale B. J.
Randall, The Golden Tapestry. A Critical Survey of Non-chivalric
Spanish Fiction in English Translation (1543-2657), Duke University
Press, Durham, 1963, págs. 4143.
234 Fuentes literarias cervantinas
GUEVARA EN CERVANTES
IGNATIüM CALVUM
Lo que, desde luego, no hizo allí don Ignacio fue «algo nue
vo». El buen cura «misae et ollae» no se daba cuenta quizás
de la seriedad latente en su aventura, ni de hasta qué punto
prolongaba aquella labor suya una tradición del más depu
rado humanismo. Lo único anómalo de tan peregrina empre
sa era el milagro de ser tan perfecta e ingenuamente ana
crónica. Aparte de la historia del desdichado crucifijo, hay
profunda lógica en que el Quijote macarrónico germinara en
el hortus conclusus de mi seminario «tridentino», último re
fugio vital de un humanismo de viejo cuño. Si bien se mira,
la chusca traducción macarrónica de Cervantes reviste el sen
tido de una vuelta al claustro materno, pues la robusta musa
de Merlin Cocaio es una de las que, por presencia y por
ausencia, auguran el nacimiento del Quijote. Lo único ex
traño es que la idea de don Ignacio Calvo y Sánchez no se
le ocurriera a ningún ingenio español de tres siglos atrás,
cuando aquel tipo de literatura retozaba con pleno vigor.
TEÓFILO FOLENGO Y LA
P O E S ÍA MACARRÓNICA
biais / ou est traicté les ruses de Cingar, les tours / de Boccal, les
aduentures de Leonard, les forces / de Fracasse, enchantements de
Gelfore & / Pandrague, & tes rencontres hereuses de Balde, &c. / Plus
l’horrible Bataille aduenuë entre tes Mousches & les Fourmis / A
Paris / Chez Pierre Pautonnier... 1606. (E jem plar en la Firestone
Library, Universidad de Princeton). Véase también Luzio, Maccheronee,
II, pág. 370.
19 O. Delepierre, Macaronéana ou Mélanges de littérature maca-
ronique des différents peuples de l’Europe, Paris, 1852, págs. 148 sigs.
Antoine de la Sable (Arena) escribe la Meygra entrepriza a la citada
campaña de Carlos V, aunque existen noticias de que atacó ya en
macarrones el saco de Roma (1527). La sátira de Joan Germain (Ger
manum), Historia bravissima Caroli Quinti imperatoris a provincia
libus paysanis trîumphanter fugati et desfibati, 1536, fue reeditada
por Victor Boy, Marseille, 1866. L a literatura macarrónica francesa
comienza con estas dos obras. Las contiendas y guerras religiosas
casi monopolizaron la temática macarrónica en el país vecino.
20 J. López de Toro, Los poetas de Lepanto, Madrid, 1950, pági
nas 176 sigs. R. Menéndez Pidal da otras noticias sobre una correspon
dencia macarrónica entre escolares salmantinos de hacia mediados del
xvi; «Cartapacios literarios salmantinos», Boletín de la Real Academia
Española, I (1914), pág. 167.
Teófilo Folengo y Cervantes 275
FOLENGO Y EL «QUIJOTE»
Pero todo es, claro está, una artimaña. Basilio suplica como
última voluntad la de ser desposado con la ingrata Quiteria
in articulo mortis, y en cuanto recibe la bendición nupcial,
«con presta ligereza se levantó en pie, y con no vista desen
voltura se sacó el estoque, a quien servía de vaina su cuerpo».
Los circunstantes, «más simples que curiosos», comienzan a
apelar milagro, pero Basilio les replica: « ¡No milagro, mi
lagro, sino industria, industria! ». El cura comprueba des
pués, en efecto,
286 Fuentes literarias cervantinas
que la cuchilla había pasado no por la carne y costillas de B a
silio, sino por un cañón hueco de hierro que, lleno de sangre,
en aquel lugar bien acomodado tenía, preparada la sangre,
según después se supo, de modo que no se helase (2, 21).
(I, 463-466)
EL ENCANTAMIENTO DE DULCINEA
( I l l , 28-30)
ser de otra manera, dado lo poco que las estructuras del poe
ma culto tenían que ofrecer para el desarrollo de la forma
novela. No tenemos sino que pararnos a considerar la ma
nifiesta simpleza de los poemas italianos en cuanto a medios
de narración, subordinados, por lo pronto, a la ley de la oc
tava rima: compromiso de construir un momento poético
delimitado por ocho facetas exactas y tajantes como las de
una piedra preciosa, y a la vez sistema de relaciones conde
nado por lógica geométrica a no poder integrar sino una
serie como de estampas dispuestas en serie lineal, que en
vano se pretende aligerar con saltos y empalmes bruscos del
relato. Acumulación de estrofas donde cada una de ellas
equivale a un recuadro, muy a la manera de nuestras actua
les historietas gráficas o tebeos. El poema épico culto es, si
se va a ver, eso mismo, una especie de tebeo poético incluso
cuando, como en el caso del Furioso, se trate de un tebeo
para poetas. Para la inmensa minoría de los poetas puros 91.
CERVANTES, FOLENGO Y LA
TRADICIÓN CABALLERESCA
í07 J. Bédier, Les fabliaux, quatrième édition, París, 1925, pág. 372.
Para el elemento cómico de la épica, dentro de las ideas medievales
sobre la risa en la literatura, véase Curtius, European Literature and
the Latin Middle Ages, págs. 429 y sigs.
ios La comicidad de las gestas se basa en la transgresión de las
costumbres establecidas en materia de buena crianza (comida, bebi
da, etc.). Con frecuencia se presenta como risible el uso de armas
toscas o inadecuadas, el pelear con cuanto no sean lanza y espada, o
a puñetazos. E l héroe de Aiol suscita la hilaridad de cuantos lo ven
cubierto con una armadura mohosa y cabalgando un mal jaco; N . Sus-
skind, «Guerri's Leg o f Venison: Tragic and Comic in the Chansons
de geste·», en Romances Notes, n. 1, I, 1959, págs. 65-68. Se trata, pues,
de una comicidad típicamente correctiva y puesta al servicio de los
valores fundamentales de la jerarquizada sociedad feudal, y de ahí
su culminación en el ridículo de la cobardía y de los débiles; R. N .
Walpole, «H um or and People in Twelfth Century France», Romance
Philology, X I, 1958, págs. 210-225. Excelente visión de la comicidad de
las gestas, sobre todo en su antipatía hacia los estamentos y estilos
de vida no nobiliarios (labradores, burgueses, clérigos), en el capítulo
«Comedy» (Gaydon) de W. Calin, The Epic Quest, Studies in Four Old
French Chansons de Geste, Johns Hopkins Press, Baltimore, 1966, pá
ginas 118 y sigs. Adviértase cómo nos encontramos ante uno de los
niveles de comicidad más visibles en el Quijote: el hidalgo pueblerino
cargado de años, con armas y cabalgadura patéticamente inadecuadas,
víctima de infinitos villanos estacazos, revolcado p or toros, cerdos,
etcétera. Como intensificaciones temáticas de la comicidad de las ar
mas cabría mencionar el propósito de don Quijote de usar una maza
desgajada de un árbol (resuelto después en el uso de un lanzón o
lanza corta) tras la aventura de los molinos de viento (1, 8), así como
los apuros del hidalgo por procurarse una celada de encaje, empresa
simbólica de la progresiva carestía del armamento que se ha formu-
Teófilo Folengo y Cervantes 341
Eso era cuanto tenía que decir aquel fraile atrabiliario y cor
tezudo, Savonarola disfrazado de payaso, como le llama con
acierto uno de sus mejores críticos 12°. Tras la apariencia
burlesca sólo se respira en lo íntimo de su poema la tiesura
del aula, la melancolía solitaria del cuarto de estudio y el tra
to aburrido de los rancios profesionales del saber.
123 s. de Madariaga, Gula del lector del Quijote, Madrid, 1926, pá
ginas 151 sigs.
352 Fuentes literarias cervantinas
Acuña, Antonio de, 202. Ariosto, 89, 117, 135, 157, 213, 232,
Acuña, Hernando de, 124. 266, 300, 315, 320, 321, 322, 323,
Adriano, 205, 206. 324, 325, 326, 327, 328, 329, 331,
Agostini de Del Río, A., 96. 332, 333, 334, 342, 354, 355, 357.
Agustín, San, 61. Aristóteles, 117, 177, 203, 208, 216,
Alarcón, Sánchez de, 42. 232.
Alarcos, E., 305. Asensio, E,, 78, 100, 102.
Alcor, Arcediano del, 114, 123, 166. Asensio, J. M., 105.
Alejandro Magno, 195, 238, 283. Astrana Marín, L., 21, 48, 97, 312.
Alemán, Mateo, 68. Atkinson, W. C., 218.
Alfonso X I, 250, 251, 252. Aub, Max, 242.
Alonso, Amado, 10, 21, 86, 196, Augusto, 225.
Alonso, Dámaso, 18, 19, 44, 88, 89, Austria, don Juan de, 275.
110, 124. Avalle Arce, J. B., 13, 51.
Alonso Cortés, N., 237. Avellaneda, Alonso Fernández de,
Alonso de Herrera, Gabriel, 249. 87, 89, 90, 187, 216, 248, 281, 309.
Álvarez de Toledo Zapata, Fer Avendaño, Francisco de, 72, 81.
nán, 132. Avery, W. T., 319.
Anaya, Manuel L,, 259. Ávila, Diego de, 66.
Andovino, 151. Ávila y Zúñiga, Luis de, 158.
Antequera, don Fernando de, 91. Ayala, Francisco, 13, 160.
Antequera, R., 21. Ayamonte, marqués de, 124.
Antonio, Nicolás, 243. Azáceta, J. M., 51,
Apuleyo, 226.
Aragón, don Femando de (duque
de Calabria), 247. Bacchelli, R., 323.
Aretino, 61, 135. Baena, Juan Alfonso de, 51.
360 Fuentes literarias cervantinas
Bajona Oliveras, I., 31. Busto, Bernabé, 136.
Bakhtin, M., 263, 306, 307, 341. Busto de Villegas, Sancho, 147.
Baldner, R. W., 257.
Balenchana, 29.
Bandello, 214. . Cabanelas Rodríguez, D., 314, 317.
Baquero Goyanes, M., 59. Cabezón, Antonio de, 134,
Barahona de Soto, Luis, 276. Cabré, J., 259.
Barajas, conde de, 149. Calderón de la Barca, 69.
Barrick, Μ. E., 62. Calin, W., 340, 350.
Basilio, San, 216. Calvete de Estrella, Juan Cristó
Bataillon, M., 11, 62, 320. bal, 128, 137, 138, 155.
Bayarte, 172. Calvo y Sánchez, Ignacio, 258, 259,
Bazán, don Alvaro de, 149. 260, 261, 262.
Bédier, J., 340. Cámera de Asarta, V., 283.
Béjar, duque de, 213. Canavaggio, J. F., 13, 177, 211, 212,
Bembo, Pietro, 135. 217, 218.
Benavente, conde de, 160. Caño, Juan del, 276.
Bencheneb, S., 53, .246. Capitolino, Julio, 189, 196, 201, 231.
Bernardi Perini, G., 265. Caravaggi, G., 305.
Berthaut, René, 204. Carballo Picazo, A., 211.
Billanovich, G., 264, 270, 315, 320, Carducci, G., 322.
335, 344, 345, 355. Carlomagno, 302, 323.
Biondolillo, F., 287, 343. Carlos V, 133, 146, 147, 149, 150,
Blecua, A., 273, 276. 220, 274.
Boccaccio, 236, 319. Carlos, príncipe don, 166.
Boiardo, Mateo, 213, 320, 323, 328, Carrasco, A., 111, 155.
329, 334, 339, 342, 355. Carrasco Urgoiti, M. S., 319.
Bolandos, 243. Cartagena, doctor, 224, 232.
Bolisani, E., 264. Casalduero, J., 53.
Bonilla y San Martín, A., 29, 72, Castellón (Castiglione), 135.
75,-81, 96, 105, 165, 216,-219. Castillejo, Cristóbal de, 94, 102.
Bonora, E., 265, 343. Castillo, Alonso del, 317.
Booth, W. C., 234, 235. Castro, Adolfo de, 221, 246.
Boscán, Juan, 134. Castro, Américo, 10, 26, 68, 105,
Bosco, H., 280. 162, 166, 184, 212, 220, 239, 249,
Bowen, B. C., 74, 101, 321, 329.
Boy, V., 274. Catilina, 236.
Bracamonte, Juan de; 165. Cazalla, Agustín, 137.
índice onomástico 361
Cecil, William, 99. Chevalier, M., 232, 321, 326, 329,
Cedillo, conde de, 45. 332.
Cejador, J., 329.
Cervantes, passim.
César, Julio, 139, 224.
Damiani, B. M., 29.
Cesáreo, G. A., 322, 325, 327, 331.
Daniello, Bernardo, 211.
Cestaro, B., 287.
Dante, 13, 44, 117, 135, 300, 319, 342,
Cian, V., 342, 347, 352.
343.
Cicerón, 117, 216, 231.
Dantisco, Lucas Gracián, 238.
Cisneros, 132.
Dares, 247.
Claudio, 226.
Delepierre, O., 274.
Clavería, C., 52,
Delicado, Francisco, 29.
Clemente V II, 142.
De Sanctis, F., 265, 269, 323, 325,
Cleopatra, 225.
328, 341, 342, 344.
Cobos, Francisco de los, 148, 150.
Descharmes, R., 119.
Colet, Louise, 119.
Díaz, Fernando, 32.
Cómodo, 206. . .. (
Díaz-PIaja, G., 302.
Constantino, doctor, 137, 138.
Dictis, 247.
Cordié, C„ 263, 269, 342,’ 347.
Domínguez Bordona, J., 102.
Corominas, J., 32.
Domínguez Ortiz, A., 42, 136, 243.
Corral, Pedro del, 243.
d ’Ovidio, F., 322.
Correa Calderón, E., 208.
Droz, E., 101.
Correas, Gonzalo, 30, 105.
Durán, M., 326.
Cortés, Hernán, 148.
Durante da Gualdo, Pietro, 336.
Cossío, J. M. de, 185.
Durero, 126.
Costes, R., 189, 197, 229, 230.
Duviols, M., 220.
Cotarelo, A., 13, 14, 95,101, 158,
160, 235.
Cotarelo, E., 20, 45, 46, 47.
Eguilaz y Yanguas, L. de, 53.
Cotronei, B., 287, 296.
El Saffar, R., 246.
Covarrubias, Sebastián de, 280. Encina, Juan del, 64, 69, 75, 77, 78,
Crawford, J. P. W., 75, 79, 104, 281. 81, 90, 124, 275.
Croce, Alda, 106, 278, 344. Enrique/delfín, 139.
Croce, Benedetto, 269, 325, 343, Enrique I I I de Francia, 151.
344. Enriquez, Enrique, 185.
Cron an, U., 29. Entwistle, W. J., 89, 325.
Cueva, Juan de la,. 58. Erasmo, 60, 78,. 114, 133, 135, 136,
Curtius, E. R., 12, 263, 338. 138, 139, 140, 141, 144, 152, 153,
362 Fuentes literarias cervantinas
154, 166, 167, 172, 173, 225, 287, Frappier, J., 303, 338, 341.
321, 344. Fucilla, Joseph G., 237.
Eraso, Francisco de, 149. Fuenllana, Miguel de, 134.
Ercilla, 178, 332. Fuensanta del Valle, marqués de
Escudero y Perosso, Francisco, 25, la, 29, 31, 92, 103.
273. Fuente, doctor de la, 47.
Étienne, Henri, 31.
Eutropio, 196.
Galdós, Benito Pérez, 197.
Galileo, 171.
Fabié, A. M., 137. Gallardo, Bartolomé José, 56, 57,
Fabris, G., 113. 165.
Fairman, P. S., 99. Gálvez, José M., 204.
Favorino, 226. García, M. J., 52.
Febvre, L., 308. García de la Fuente, A., 251, 252.
Felipe II, 100, 128, 137, 146, 147, García Soriano, J., 318.
148, 150, 154, 155, 156, 158, 166. Garciasol, R. de, 13.
Fellheimer, J., 257. Garcilaso, Inca, 219.
Fernández, Lucas, 64, 75, 78, 81. Garcilaso de la Vega, 130, 134, 163
Fernández, Sebastián, 58. 212, 276.
Fernández de Oviedo, Gonzalo, Garrone, M. A., 321, 324, 325, 326^
247. 335, 354.
Fernández de Velasco, Juan (con Gasto, marqués del, 149.
destable), 124, 276, 277. Gautier, L., 338.
Fernando el Católico, 215, 248. Gayangos, P., 110, 111, 273, 310.
Ferruz, Jaime, 73. Gelio, Aulo, 114.
Ficino, Marsilio, 135. Gelves, conde de, 155.
Filosa, C., 265, 269. Gentil, fray Bernardo, 221.
Flamini, F., 135. Germain, Joan, 274.
Flaubert, 16, 119. Gibbs, J., 221.
Flecniakoska, J. L., 96. Gillet, J. E., 31, 164, 173, 273.
Fôffano, F., 342, 343. Gilman, Stephen, 78, 216.
Foix, Germana de, 203, 209. Giménez Fernández, M., 132.
Folengo, Teófilo (Merlin Cocaio), Girón, Pedro, 203, 220.
19, 258-358 passim, Glauco, 226.
Fonseca, fray Cristóbal de, 184. Goethe, 13, 16.
Foulché-Delbosc, R., 103, 189. Goffis, C. F„ 269, 306, 345.
Fracastorio, 135. Gómez Cañedo, L., 221.
Francisco I, 203. Gómez de Toledo., Gaspar, 62.
índice onomástico 363
Gomis, J. B., 210. Homero, 13, 211, 226, 232, 278.
Gonela, 283, 284. Honesícrito, 200.
Góngora, Luis de, 97, 240, 277. Horacio, 116.
Gonzaga, Fernando, 345. Horozco, Sebastián de, 34, 35, 39,
González Amezúa, A., 13, 103, 108, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50,
113, 135, 158, 161, 165. 52, 53, 54, 55, 67, 68, 86.
González Carvajal, T., 276. Horsman, G. C., 110, 118.
González Ollé, F., 31. Huarte de San Juan, Juan, 33,
González Palencia, A., 24. 189.
Gracián, Baltasar, 216. Huizinga, J., 129.
Gramont, Gabriel de, 203. Hünerhoff, A., 350.
Green, O. H., 33, 59, 136. Hurtado, J., 24.
Grey, E., 197, 212.
Griego, comendador (Hernán N ú
Icaza, F. A. de, 58.
ñez), 134.
Infantado, duque del, 145.
Guarini, B., 213, 357. Isabel, Emperatriz, 207.
Guerrero, don Pedro, 120. Isabel la Católica, 52, 132, 145.
Guevara, fray Antonio de, 19, 21, Isabel Clara Eugenia, 112.
148, 162, 183-257 passim, 258. Isócrates, 226.
Guevara, Francisca de, 228.
Guillén, C., 15.
Gutiérrez, Melchor, 21. Jacob, E. F., 301.
James, Henry, 234.
Jerónimo, San, 226.
Jones, J. R., 189, 221, 222.
Haley, G., 234.
Jovio, Paulo, 135.
Hamilton, T. E., 240.
Juan I, 252.
Hatzfeld, H., 25, 236, 312, 357.
Junta, Juan de, 44.
Hazard, P., 296, 358.
Hebert, 273.
Hebreo, León, 184.
Keniston, H., 145, 148.
Heliodoro, 218. Kevenhiler de Aichelberg, conde,
Heliogábalo, 231.
217.
Hendrix, W. S., 25, 26, 27, 28, 30,
King, W. F., 319.
34, 39, 40, 43, 55, 102.
Kohler, E., 32, 33, 66.
Herrera, Fernando de, 124, 155,
Krappe, A. H., 164.
212, 213, 276, 277.
Herrero García, Μ., 90, 97, 105.
Hesiodo, 299. Laguna, Andrés, 167.
Hijes Cuevas, V., 190. La Barbera, E. M., 321.
364 Fuentes literarias cervantinas
La Fontaine, 256. Luján, Micaela de, 318.
Lafuente Ferrari, E., 108. Luna, Miguel de, 248.
Laiglesia, F. de, 148. Luzió, A„ 263, 265, 274, 283, 287,
Lapesa, R., 11, 97. 307, 315, 316, 337, 345.
Las Casas, Bartolomé de, 148.
Lea, Κ. M., 72, 74.
Lefranc, A., 31, 306. Macrí, O., 300, 315, 321, 325. .
León X, 67. Madariaga, S. de, 312, 351.
León, fray Luis de, 275, 276. Maldonado de Guevara, F., 68.
Levin, Harry, 257, 270. Mâle, É., 243, 346.
Lewicka, H., 101. Malfatti, M. E., 273, 305, 310.
Licurgo, 209. Mal Lara, Juan de, 14, 49, 113, 123.
Lida de Malkiel, M aría Rosa, 104, Manrique, don Alonso, 226.
163, 189, 193, 194, 200, 201, 229, Manrique, Jorge, 258.
230, 236, 237, 256. Mantua, don Benedetto de, 345,
Lida, Raimundo, 244. Manuel, don Juan, 296.
Lihani, J., 79. Marasso, A., 163.
Lifián y Heredia, N . J. de, 260. Maravall, J. A., 74, 115, 170, 173,
Lionardi, Alessandro, 211. 194.
Liparini, G., 335, 347. Marcilly, C., 53, 246.;
Loaysa, fray García, 120. Marco Antonio, 225.
Lobo, ¿Alfonso?, 142. Marco Aurelio, 188, 190, 191, 196,
Lomas Cantoral, Jerónimo, 124. 199, 201, 205, 221, 226, 231, 237,
Lope de Vega, 12, 26, 63, 81, 82, 242, 256.
83, 89, 104, 105, 106, 184, 213, 214, March, José M., 137, 157.
215, 216, 217, 218, 219, 242, 277, Mario, 236,
318, 320. Marques Braga, 70.
López Estrada, Francisco, 91. Márquez Villanueva, F., 68, 191,
López Morales, H,, 76, 79, 102. 192, 202, 230, 243, 354.
López de Toro, J., 272, 274, 275, Martínez, M., 275.
281, 282. Martínez de Burgos, M., 208.
López de Velasco, Juan, 94. Martínez de Cantalapiedra, Mar
López de Yanguas, Hernán, 31, 33, tín, 275.
78. Maximiliano de Austria, 157.
Lote, G., 306, 307. Medellin, condesa de, 145.
Lubac, A., 312, Médicis, Cosme de, 189.
Lucano, 117, 244. Mele, E., 277, 358.
Luciano, 200, 226. Mena, Juan de, 163, 255;
Luchaire, A., 352. Ménard, Ph., 350.
índice onomástico 365
Zapata de Chaves, Francisco, 143. Zumbini, B., 334, 335, 336, 337, 343.
Zeno, Niccoló, 180, 219. Zúñiga, Francesillo de, 189, 221,
Zielinski, M., 111. 230.
Zola, É., 197.
ÍNDICE GENERAL
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Págs
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