Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Los Agentes Británicos en El Desastre de 1898
Los Agentes Británicos en El Desastre de 1898
Más cosas decía Salas, señalando orgulloso las malas artes que el liberalismo
desarrollaba en España…pero no desarrollaba en Inglaterra, por ejemplo, si bien esas
malas artes eran desarrolladas, justamente por ingleses como Jeremías Bentham, en
colaboración con los agentes británicos con nombre español. Uno de ellos, Álvaro
Queipo de Llano y Valdés, el primer conde de Toreno, el más autorizado de los políticos de
la época escribía a Bentham el 6 de agosto de 1821 elogiando su doctrina de una forma
que no hubiese sido tolerada en Inglaterra, pidiendo luces al autor de una doctrina que
era rechazada para ser aplicada en su propio país, pero que estaba diseñada para ser
aplicada en España.
En un lenguaje del más estricto servilismo, remite al mentor el proyecto de
Código penal, y lo tranquiliza por aquellos aspectos que, contrarios a lo que se hallaba
diseñado para España, debían estar presentes en un primer borrador, presumiblemente
para guardar las apariencias.
Decía Queipo de Llano:
1
Se trata de una legión de propagandistas que como Toribio Nuñez, Jacobo
Vilanova, Félix José Reinoso, Ramón Salas, etc… eran seguidores de Jeremías
Bentham, para quién toda la ciencia social se reduce a aritmética, análisis y dinámica.1
Esa legión estaba extendida también en Cuba, donde Tomás Gener Bohigas,
diputado que fue por Cuba en las Cortes del 1822 y 1823, fue exiliado a los Estados
Unidos cuando Fernando VII reinstauró el absolutismo, volviendo en 1835 al amparo de
la amnistía decretada por María Cristina. Fue en ese momento cuando empezó a ejercer
una especie de apostolado en favor de la anexión a los Estados Unidos, ejerciendo una
labor esencial en la difusión de principios antiespañoles en las escuelas.
1
No es objeto de este trabajo el análisis filosófico de Bentham Los interesados deberán remitirse a su
obra,
2
No es por tanto de extrañar que cuando estalló en Baire la insurrección, el 23 de
febrero de 1895, el personal de la Universidad y de los Institutos, así como algunos
catedráticos, se fueran a la manigua con los insurrectos y otros a conspirar desde el
extranjero.
Estos hechos puntuales, sí, son de 1895, pero veinticuatro años antes, en la
Gaceta de la Habana de 15 de Septiembre de 1871 se hablaba ya, en el preámbulo de
una reforma en la enseñanza, de la urgente necesidad de proveer con maestros españoles
las muchas vacantes que han dejado los que,
3
La gran verdad es que la relación sería interminable. Sólo en el Cuerpo de
Comunicaciones de Cuba había más de cien funcionarios cubanos, lo que representaba
algo más del cincuenta por ciento de la plantilla.
Pero como hemos señalado, era la enseñanza la que estaba copada, no por
cubanos, sino por separatistas.
El rector de la Universidad de La Habana D. Joaquín F. Lastres era cubano, lo
eran igualmente el vicerrector D. José María Carbonell, el secretario general D. Juan
Gómez de la Maza y Tejada, y los decanos de todas las facultades, D. José Castellanos y
Arango, de Filosofía y Letras, D. Manuel J. Cañizales Benegas, de Ciencias, D.
Leopoldo Barrier y Fernández, de Derecho, Don Federico Hortsman y Cantos, de
Medicina, D. Carlos Donoso y Landier de Farmacia, y el director del Jardín Botánico.
D. Manuel Gómez; resultando que de 80 catedráticos eran cubanos 60.
Pero nada se hizo al respecto, y nada había de extraño cuando a sus espaldas
llevaban ya sesenta años conspirando con la complacencia de las autoridades civiles y
militares. Ya en 1835, el procurador a Cortes don Juan Montalvo y Castillo, conde de
Casa Montalvo, que ostentaba la Gran Cruz de Isabel la Católica, había dirigido al
pueblo habanero una proclama al partir para Madrid, alimentando esperanzas
subversivas, sin que nadie le pusiese la mínima cortapisa. Era el agente de los
partidarios del separatismo.
Y la actuación de todos ellos se encontraba perfectamente coordinada desde
incluso antes de esa fecha; así, Rafael de Riego, muerto en 1823, había hecho grandes
elogios de José Reinoso, autor de la obra, Examen de los delitos de infidelidad a la
patria, dentro de la coreografía orquestada por los seguidores de la doctrina de
Bentham, que apadrinaron al autor en su candidatura para diputado.
Y en 1823, una conspiración encabezada por José Francisco Lemus fue
descubierta por el gobernador militar Dionisio Vives, masón que mandó a prisión a los
principales implicados, pero que puso en libertad al también masón puertorriqueño
Antonio Valero de Bernabé, quién acto seguido se unió al estado mayor de Simón
Bolívar.
Las conspiraciones se sucedían, y en 1844, O’Donnell se encargó de sofocar la
que fue conocida como “conspiración de la escalera”, cuyos miembros,
mayoritariamente eran negros libres.
4
En 1848 fue descubierta la conspiración, pero el Capitán General, Federico
Roncali Ceruti, alertó a López y le facilitó la huída a Nueva York. Ya en los Estados
Unidos, y contando con una importante financiación, convino con el general Worth,
mediante el pago de tres millones de pesos, la invasión de Cuba, lo que no pudo llevarse
a efecto por el fallecimiento del militar usense.
Entre julio y agosto de de 1849 López organizó una invasión a Cuba que salió de
Round Island, Nueva Orleáns, compuesta por veteranos norteamericanos de la guerra
contra México, a los que se les había ofrecido 1.000 dólares y 64 hectáreas de Cuba.
A primeros de 1850, Narciso López organizó una flota con la intención de
invadir Cuba, a cuyos miembros llamó soldados de la expedición de Cuba, y a la que se
dirigía en inglés,
pues eran norte-americanos casi todos los que constituían aquel ejército
filibustero. (Pirala 1895: 80)
Durante este intento de invasión fue izada por primera vez la bandera separatista
cubana, que no por casualidad lleva una estrella solitaria. El motivo de la misma era el
deseo de que Cuba fuese anexionada por los EE.UU. El creador de la misma no fue otro
que Narciso López.
5
. Los prisioneros usenses que cayeron en poder de las fuerzas nacionales fueron
absueltos y puestos en libertad por las autoridades españolas.
Lo curioso del caso es que la intentona estaba anunciada, si que las autoridades
españolas hiciesen nada al respecto.
cuya ejecución se retardó desde las siete y media hasta las once, por la falta
material de tiempo para tomar las necesarias declaraciones á los reos ,á bordo
de la fragata Esperanza, y necesitarse intérprete para muchos. A gran número
se sentenció á presidio y á ser deportados, y un indulto, de muy distintas
6
maneras apreciado, salvó después la vida de infinitos desgraciados, que no se
mostraron luego muy agradecidos. (Pirala 1895: 101)
Muy de destacar entre los agentes británicos es José Morales Lemus, que había
sido uno de los comisionados reformistas convocados por Cánovas del Castillo en lo
que se denominó “Junta de Información” en 1866, para exponer en Madrid las quejas de
los cubanos, se significaría como uno de los más importantes exponentes separatistas en
la labor de sometimiento a los intereses usenses, siendo presidente de la Junta Central
Republicana de Cuba y Puerto Rico, con sede en Nueva York.
Quedaba por surgir el que sería principal entre los agentes británicos, José Martí,
que con dieciocho años, en 1871, se encontraba en la península estudiando Derecho,
cuya carrera terminó en 1874. En este tiempo es cuando, parece, se acercó a la
masonería. En 1878 volvió a Cuba y al año siguiente fue deportado a la Península.
Regresó a Nueva York al poco tiempo y se dedicó al periodismo, al tiempo que se
ocupaba de las actividades de los exiliados. Pasó a ser presidente y coordinador del
Comité Revolucionario Cubano de Nueva York. En enero de 1890 fundó la Liga de
Instrucción, para que hiciera de escuela en la formación de revolucionarios. Cónsul de
Argentina y Paraguay, representó a Uruguay en la 1ª Conferencia Monetaria
internacional que tuvo lugar en Washington en 1891. En 1892 creó el Partido
Revolucionario Cubano y fundó en Nueva York el periódico Patria.
Del análisis de estos asuntos podemos inferir la tolerancia y el fomento de las
sublevaciones por parte de los Estados Unidos, pues resulta de todo punto inconcebible
que sin un consentimiento tácito de un gobierno fuerte como el de los Estados Unidos,
salieran impunemente de uno de sus puertos más concurridos, expediciones armadas
con destino a socavar la autoridad de un país amigo.
Pero resulta evidente que con el fomento de las revoluciones, Estados Unidos
aseguraba su intervención.
No obstante, eso no era lo más grave para España. Podremos pensar, a pesar de
lo señalado, a pesar de las actuaciones llevadas a cabo desde primeros de siglo, que las
autoridades nacionales no tenían conocimiento del asunto. Podemos pensar que eran
unos inútiles, que algo hay a tenor de lo que nos cuenta Damián Isern, pero no unos
pérfidos. Sin embargo parece que había más de lo segundo, pues aunque tarde, se
enteraron de la situación con tiempo sobrado para resolverla, y no hicieron nada por
corregirla.
La voz de los peninsulares, que una y otra vez protestaba contra estado
de cosas tan vergonzoso, se oyó muchas veces en el Ministerio de
Ultramar, pero fue siempre la voz del que clama en el desierto. Ministro
hubo que llevaba algunos meses de serlo, y apenas tenia noticia de que
hubiese Institutos de segunda enseñanza en Cuba, y no volvía de su
asombro; cuando una comisión que le visitó, hubo de hablarle de
irregularidades cometidas en la provisión de cátedras del doctorado de
7
la Universidad de la capital de la gran Antilla, y su asombro nacía,
según averiguaron los presentes, de que ignoraba que existieran tales
enseñanzas en la indicada Universidad. (Isern 1899: 162)
Siendo entonces Presidente de los Estados Unidos Mr. Pierce, le fué dirijida
una petición por los anexionistas en la que reclamaban su apoyo para
apoderarse de Cuba. Es de notarse que tal petición estuviera secundada por
algunos senadores americanos. (Mendoza 1902: 24)
Pero nada más se hacía al respecto, salvo preguntarse cual sería el siguiente
paso, fácil de prever gracias a los constantes avisos que no podían pasar desapercibidos
ni a Manzano ni al gobierno, que dos meses y medio antes de esa comunicación de
Manzano tuvieron noticia de la proclama anti española emitida en Nueva York.
8
que iba á recibir de los Estados Unidos. Según comunicaciones que se leyeron,
D. Miguel Aldana y Morales Lemus debían dar el grito en Cuba en Septiembre
ó en los primeros días de Octubre próximos.
Debido á la complacencia de las autoridades se propalaba en público la causa
de la libertad. En las reuniones, en los cafés, en los clubs y periódicos se hacía
ostentación de los proyectos, se discutían los planes y hasta se celebraban los
triunfos, que tenían por seguros los conspiradores. (Mendoza 1902: 31)
á raíz del grito de Baire, la autoridad superior de aquella isla telegrafiaba casi á
diario al Gobierno, quitando toda importancia á la insurrección, y diciéndole que
no necesitaba ni una peseta ni un hombre más, porque nada significaba lo
ocurrido. Triste era que telegrafiase en tales términos el general Calleja, pero era
peor que obrase en consecuencia. En efecto, dice un testigo presencial: «El
general no hacía nada por reprimir lo que en un principio pudo ahogarse con poco
esfuerzo. En esta época puede decirse que no había enemigos de España en los
Estados Unidos, ni había prensa filibustera en aquel país, pero no los había porque
todos se habían instalado en La Habana y otras poblaciones de la isla. (Isern
1899: 289)
BIBLIOGRAFÍA:
Arrozarena, Cecilia (2012) Los vascos en las guerras de Independencia de Cuba. Los
vascos y las guerras de Independencia de Cuba. Editorial Txalaparta S.L.L. Tafalla. Isbn
978-84-15313-30-4
9
Vidal, César (2005). ¿Influyó la masonería en la pérdida de Cuba? En Internet
http://www.libertaddigital.com/opinion/fin-de-semana/influyo-la-masoneria-en-la-
perdida-de-cuba-1276229547.html Visita 22-1-2017
10