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Tributacion y Finanzas
LA MEDIACIÓN Y EL ARBITRAJE
No obstante los grandes esfuerzos realizados indistintamente por todas las instituciones públicas y
privadas del sector jurídico, en España sigue reinando todavía en la actualidad una gran confusión
entre los institutos de la Mediación y el Arbitraje, y todo ello porque existe una convicción común
que las palabras “arbitraje” y “mediación” sean sinónimos cuando, en realidad, ambas palabras
representan jurídicamente a dos instituciones distintas que tienen una normativa, un
procedimiento y un efecto muy diferente entre ellas.
Ambas alternativas responden a una exigencia muy común, sobre todo en la actualidad, vistas las
recientes cifras crecientes de litigiosidad en España, que no es que otra que evitar largos y costosos
procedimientos judiciales que, en la mayoría de los casos, no ofrecen aquella flexibilidad y
cercanía que las partes están obligadas a buscar fuera de las salas de sus Señorías o en los pasillos
de los Juzgados y Tribunales, donde a veces se suelen alcanzar acuerdos de último minuto.
Por ello, aunque como veremos más adelante, con formas y efectos muy distintos, ambos sistemas
comparten únicamente una cosa: la finalidad que persiguen. Es decir, ofrecen la posibilidad de
resolver de forma rápida, cualificada, confidencial y eficaz las controversias surgidas entre las
partes.
Con el fin de aportar desde CECA MAGÁN nuestro granito de arena al fomento y al desarrollo de
estos dos sistemas que, en opinión de quien suscribe, mucho podrían hacer para favorecer el
correcto funcionamiento del sistema judicial español, pasamos brevemente a relatar las
principales diferencias que los caracterizan.
El Laudo dictado por el Árbitro tiene rango de cosa juzgada y sus efectos son vinculantes y de
obligado cumplimiento para las partes. Esto quiere decir fundamentalmente que, en caso de
incumplimiento del Laudo, se podrá solicitar directamente, por vía ejecutiva, el cumplimiento
judicial del mismo.
Por tanto, las ventajas que ofrece el arbitraje frente a su correspondiente procedimiento judicial
son enormes y se basan fundamentalmente en la confidencialidad, la rapidez, la cercanía, la
especialización y la independencia de los Árbitros frente a las partes (por lo que se refiere al
procedimiento en sí) y a sus efectos jurídicos, ya que, como hemos visto anteriormente, el Laudo
arbitral goza de las mismas garantías que una cualquiera Sentencia judicial, ya que ambas
resoluciones puedes ser directamente ejecutadas en caso de incumplimiento.
La figura del mediador es, de acuerdo con su conformación natural, la pieza esencial del modelo,
puesto que es quien ayuda a encontrar una solución dialogada y voluntariamente querida por las
partes. La actividad de mediación se despliega en múltiples ámbitos profesionales y sociales,
requiriendo habilidades que en muchos casos dependen de la propia naturaleza del conflicto.
El modelo de mediación se basa por lo tanto en la voluntariedad y libre decisión de las partes y en
la intervención de un mediador, activo y proclive a buscar una solución que les satisfaga
plenamente.
La Mediación ofrece algunas ventajas destacables desde el punto de vista individual y colectivo. En
efecto, las partes conocen mejor que cualquier otro sus verdaderos intereses y el límite de sus
pretensiones y, gracia a la mediación, pueden jugar libremente dichas cartas en el acercamiento
de sus posturas.
Por ello, la Mediación es especialmente conveniente en algunos tipos de conflictos en los que las
partes buscan una gran confidencialidad o una necesaria urgencia en la resolución del asunto o
cuando las relaciones entre las partes mantienen un cierto grado de permanencia, como es el caso
de controversias entre socios o entre empresas del mismo grupo o afines, así como litigios de
carácter familiar o comunidad de vecinos, etcétera.
Edwin Estupiñan Ing. Tributacion y Finanzas
Conclusiones: Por consiguiente, las grandes diferencias existentes entre ambos sistemas se
pueden resumir de la siguiente forma:
En un Arbitraje, el Árbitro tiene la obligación de resolver el litigio mediante una decisión que
obliga a las partes. Sin embargo, en la mediación, el Mediador se limita a acercar las posturas de
las partes, favoreciendo la firma de un posible acuerdo que satisfaga a ambas.
En la mediación son las partes, y sólo ellas, quienes ponen fin eventualmente a la controversia de
un modo voluntario mediante el correspondiente acuerdo. Las partes siguen siendo dueñas de la
(eventual) decisión tomada mientras que en el Arbitraje las partes están obligadas a aceptar y
acatar la decisión emitida por el Árbitro.
La mediación es un encuentro, cuyos resultados no serán vinculantes para las partes. Los
involucrados se reúnen con un Mediador cuya función es única y exclusivamente buscar puntos de
acuerdo entre las partes, pero de modo alguno podrá obligar a las mismas a que resuelvan su
conflicto.
En cuanto a los efectos, en la mediación las partes pueden eventualmente atribuir eficacia
ejecutiva al acuerdo mediante su elevación a escritura pública. En el arbitraje, el Laudo emitido
por el Árbitro tiene efectos ejecutivos propios como cualquier otra Sentencia judicial.
Esto quiere decir que el eventual incumplimiento de lo pactado (en la mediación) o de lo ordenado
(en el arbitraje) generará efectos diametralmente opuestos, visto que el incumplimiento del
Acuerdo logrado a través del mediador obligará necesariamente a una de las partes a interponer
de un procedimiento ordinario mientras que, el incumplimiento del Laudo, comportará
directamente la interposición de un procedimiento ejecutivo para conseguir el cumplimiento
judicial de lo establecido.
En un arbitraje, el árbitro tiene la obligación de resolver el litigio mediante una decisión que obliga
a las partes. Sin embargo, en la mediación, el mediador se limita a acercar las posturas de las
partes, favoreciendo la firma de un posible acuerdo que satisfaga a ambas.
En la mediación, son las partes -y sólo ellas- quienes ponen fin eventualmente a la controversia de
un modo voluntario mediante el correspondiente acuerdo. Las partes siguen siendo dueñas de la
(eventual) decisión tomada; mientras que, en el arbitraje, las partes están obligadas a aceptar y
acatar la decisión emitida por el árbitro.
La mediación es un encuentro, cuyos resultados no serán vinculantes para las partes. Los
involucrados se reúnen con un mediador cuya función es única y exclusivamente buscar puntos de
acuerdo entre las partes, pero de modo alguno podrá obligar a las mismas a que resuelvan su
conflicto.
En cuanto a los efectos, en la mediación las partes pueden eventualmente atribuir eficacia
ejecutiva al acuerdo mediante su elevación a escritura pública. En el arbitraje, el Laudo emitido
por el árbitro tiene efectos ejecutivos propios como cualquier otra sentencia judicial.