Está en la página 1de 3

Otra mirada a la Semana Santa

Amantes de los ritos de la pasión, curiosos o turistas son los principales visitantes del Museo de la Semana Santa.
Esta sala de exposiciones es desconocida para muchos guatemaltecos, pero contiene los recuerdos de una de las
tradiciones más arraigadas en el país.

La octava avenida de la zona 1 aún mantiene el tranquilo aspecto de antaño del centro histórico. La casa número 4-
52 es una antigua vivienda que ha servido como recinto museístico de algunas valiosas piezas utilizadas en la
celebración de la pasión de Cristo.

Un cartel y una vidriera de tonos morados son los indicativos de esta exhibición discreta, pero de gran valor
sentimental, que merece la pena visitar sobre todo en las fechas de la celebración de la Pasión de Cristo. Es para
esta ocasión que el Museo se engalana con una decoración exclusiva.

Una advertencia: no es necesario tener una especial sensibilidad religiosa para disfrutar de este museo.

La muestra enseña algunos recuerdos de una vivencia que ha calado en la vida cotidiana guatemalteca, al margen
de creencias particulares. Por eso, quizás para los más ajenos a las costumbres católicas, este escenario sorprenda
por la recreación artística de pasajes bíblicos y detalles de los momentos más sorprendentes de las procesiones, en
fotografías.

El lugar no sólo es visual, también es olor y sonido. Al entrar, uno se encuentra en un ambiente con aroma a incienso
y marchas fúnebres, donde se ve un cuadro representando la escena de un anda y anuncios sobre las diferentes
actividades de la Semana Mayor. Un poco más adelante, te recibe un cucurucho, que es en realidad un maniquí
luciendo galas de hermandad. Puedes pasar libremente, ya que la visita no tiene costo alguno.

La primera sala, pequeña, oscura e íntima, recibe al visitante con la escena, más impactante y también más bella,
del misterio de la pasión. Frente al Gólgota, el monte donde aún las cruces recuerdan los recientes sacrificios, Cristo
yace sereno en espera de la resurrección. El motivo invita a la meditación y al recogimiento perfecto para adaptarte
al contenido museístico.

Así, en la sala principal, el espacio encierra las muestras más llamativas del recinto.

A un lado, con una alfombra magnífica en el piso, se despliega una gran escena de la historia del Nuevo Testamento.
“Cada año hacemos una nueva por la cuaresma”, explica Mariano García, quien actúa como cuidador y guía del
Museo. En esta ocasión, la sentencia a Jesucristo por Poncio Pilato ha sido escenificada en varios planos
decorativos para conseguir profundidad. Al otro lado, un maniquí representa una escena típica de los hogares
guatemaltecos de la antigüedad, con una mujer cosiendo mientras escucha una gran radio clásica.

Belleza a partir de lo sencillo

El fervor religioso ha tenido muchas veces que convivir con épocas de escasez, como las ocurridas durante el
terremoto de 1976. De esta época son algunos recortes periodísticos y fotos que guarda el museo, que constatan
cómo los guatemaltecos salieron a celebrar a pesar de la destrucción. Esas experiencias han dotado a las
expresiones artísticas de una creatividad que es posible apreciar en el recinto.

En la segunda sala, se expone una carga con los detalles de las quillas, liras para subir cableado y farolillos de
candelas. Hay un precioso sagrario que constata este talento con materiales muy económicos. El duroport que sirve
de base ha sido trabajado de tal forma que parece realmente madera con laminado de oro. En su interior, el cáliz se
guarda con un efecto suntuoso.

La última habitación de la casa se dedica a la Virgen de la Soledad del Templo de la Recolección. Allí se guardan
algunas de las prendas que han vestido a la imagen durante la Semana Santa. Destaca el manto de consagración de
la coronación episcopal y nombramiento como Reina de la Humanidad de María Santísima de la Soledad.

Como el recorrido ha sido ordenado con relación a los días principales de la Semana Grande, antes de la salida, en
el patio, hay un Judas colgando en el Sábado de Gloria. Puede sorprender al que desconozca la tradición, ya que la
figura se hace de retazos de trapos viejos que luego se ponen como muñecones frente a las casas . Con esta visión,
entre dramática y burlesca, te despides de una exposición que si la visitas durante esta época del año, puedes
continuar disfrutándola en las calles y en las iglesias.

Testimonios mudos

Una de las colecciones más interesantes del museo es la de fotografías de la Semana Santa en diferentes épocas
de la historia. Se trata de imágenes no sólo de las procesiones, sino también de algunos de los personajes que más
contribuyeron al sostenimiento de esta tradición. Otto René Mansilla Ortiz fue quien desde la TGW, La voz de
Guatemala, emitió el primer programa de pompas fúnebres. El licenciado Raúl Valdeavellano que fue cucurucho
ininterrumpidamente desde 1917. Marco Antonio Asturias, hermano del Premio Nobel, Miguel Angel Asturias, que fue
cargador de la imagen de uno de los Jesús Nazareno. Don Carlos Díaz del Cid, cuya constancia escrita dejó huella
de las tradiciones alrededor de la Semana Santa. Y otros muchos, cuya memoria permanece silenciosa en esta
exposición.

Viviendo la Semana Santa en Familia

Si algo he aprendido en mis tres años de ser una mamá católica es que la batalla de mantener el balance entre los
aspectos religiosos y seculares de una celebración no son tan fáciles de llevar. Y, no es fácil, porque las
celebraciones seculares casi siempre son más atractivas que su contraparte religiosa.

La Pascua no es la excepción. Como católicos que somos, la Pascua es la celebración litúrgica más importante del
año. Es un día en que reafirmamos nuestra fe en la Resurrección de Cristo entre los muertos. Pero, para la mayoría
de los chicos, es el día en que el conejo de Pascua les trae una canasta llena de dulces y regalos. Les garantizo que
si ustedes le preguntan a cualquiera de sus hijos menores de 10 años que escojan entre ir a Misa para celebrar la
Resurrección de Cristo o participar de una fiesta con conejo pascual incluido de seguro este gracioso animal ganaría.

El hecho es que, he descubierto que si me esfuerzo al máximo, siempre hay maneras de encontrar conexiones entre
la religión y las tradiciones seculares. El como lo hacemos es nuestro desafío como padres, abuelos, tíos, tías y
padrinos católicos que somos.

Por ejemplo, mientras tus niños les encanta la cacería de los huevos de pascua por la casa, (así se ganarían los
premios escondidos dentro), les puedes explicar que la costumbre de los huevos de pascua tiene un origen cristiano
y que simboliza a Cristo: así como el huevo oculta una vida que brotará, la tumba de Jesús también oculta su futura
resurrección. También, que el anhelado conejo de Pascua es un símbolo cristiano de la Resurrección. Su uso se
remonta a antiguos predicadores del norte europeo que veían en la liebre un símbolo de la Ascensión de Jesús y de
cómo debe vivir el cristiano: las fuertes patas trasera de la liebre le permiten ir siempre hacia arriba con facilidad,
mientras que sus débiles patas delanteras le dificultan el descenso. Estas pequeñas explicaciones –que se las
puedes decir a manera de historias- pueden abrir la puerta para una discusión entretenida sobre el bautismo, la
resurrección de Cristo, etc.

Aún si el niño es muy pequeño para entender lo que el Sacramento del Bautismo, por ejemplo, verdaderamente
significa, es bueno ir introduciéndolos sobre este tipo de temas de una forma sencilla y entretenida. Por ejemplo,
cuando tu hijo abra su libro de fotos y observe las fotos de su bautismo, junto con tu esposo pueden ir contándole
que esas fotografías fueron tomadas el día en que ella entró a formar parte de la familia de la Iglesia. Tales
argumentos, por lo menos, hacen que los hijos sean consciente de este sacramento y de lo que significa.

Explicando temas difíciles

Parte del desafío de hacer participar a nuestros hijos en las celebraciones religiosas es que la mayoría de las fiestas
de la Iglesia son para adultos en naturaleza y contenido.

Por ejemplo, algunos años atrás, leí un libro sobre la Semana Santa y la Pascua a mi sobrina de cuatro años,
Samanta. Luego de semanas de leer el libro, Samanta le hizo preguntas a su mamá –que sólo podría hacerlas niñas
de cuatro años- acerca de lo injusto que había sido el arresto y la crucifixión de Jesús y como él se las "ingenió" para
resucitar entre los muertos después de tres días.

En vez de apartar su atención de estos temas, mi hermana aprovechó la oportunidad de responder, de una forma
creativa, las preguntas de Samanta a la luz del Evangelio.

Los muchos símbolos e historias que acompañan la Semana Santa y la Pascua provee numerosas oportunidades
para comprometer a los chicos y enseñarles más acerca de la fe. En esta Pascua busca oportunidades para hacer
conexión entre las tradiciones festivas seculares y las cristianas. Oportunidades hay, tu deberás aprender algo nuevo
en el proceso.

Si no estás segura cuales son esas conexiones, debes visitar nuestra sección Celebraciones en donde encontraras
los recursos necesarios para tu información y formación sobre Semana Santa. Tu parroquia también debe tener
recursos disponibles.

Los mayorcitos de la casa

¿Cómo hacer que los adolescentes se involucren en la Pascua? En esta etapa difícil y rebelde de todo ser humano,
toma un poco más de esfuerzo hacer que ellos se involucren ya que por lo general los chicos aprovechan estas
fiestas para pasar más tiempo con sus amigos en lugares de diversión o simplemente optan por estar fuera de casa.
Por ello, conviene apoyarse en los grupos juveniles que existen en las parroquias o en los propios colegios. Casi
siempre, durante los oficios de Viernes Santo, los pasajes del Evangelio sobre la Pasión de Cristo, su muerte y
Resurrección son leídas o interpretadas en alguna obra teatral.

Estas obras a menudos son interpretadas en la Cuaresma y Pascua. Se sugiere que el grupo juvenil o grupo de
amigos –con la guía de un párroco o liturgista- protagonicen la obra de la Pasión para la comunidad parroquial o
escolar.

También podría gustarte