Está en la página 1de 9

2012

Retos epistemológicos de las


migraciones transnacionales

Sibely Cañedo Cázarez


Materia: Tópicos de la migración
Profesor: Dr. Arturo Santamaría Gómez
- Control de lectura
15/02/2012
El estudio de las migraciones transnacionales enfrenta el desafío de modificar y ampliar
enfoques clásicos que han terminado por constreñir la visión acerca de la problemática de los
grandes movimientos migratorios como fenómenos unilineales y determinados por una gama
limitada de causalidades. Las teorías economicistas, por ejemplo, han ejercido enorme influencia
sobre las teorías de la migración, al grado de resaltar los conceptos del capital como causas
fundamentales de este fenómeno social, las leyes de la oferta y la demanda en el mercado de
trabajo, las necesidades del capitalismo en cada época histórica, pasan a ser elementos reificantes
que dictan la dinámica de los movimientos migratorios. Y no es que los factores económicos
resulten irrelevantes, sino es que se descarta la heterogeneidad y la complejidad que cada vez más
se pone de manifiesto, debido a la incapacidad de las explicaciones tradicionales, pero también a
los cambios sociales provocados por la globalización económica, los cuales han obligado a teóricos
de distintos campos a replantear conceptos ampliamente utilizados, muchas veces de forma
sistemática e irreflexiva.

El libro Retos epistemológicos de las migraciones transnacionales, coordinado por Enrique


Santamaría bajo el auspicio de la editorial catalana Rubí (2008), se da a la tarea de revalorar
significados y sistemas de símbolos que por mucho tiempo han constituido argumentos hasta
cierto punto incuestionables. En el formato de una obra colectiva, los autores de los más de 14
capítulos apuntan hacia visiones innovadoras que en algunos casos son incipientes propuestas
teóricas. Sin embargo, pretende ser un punto de partida para hacer crecer la discusión
internacional de esta importante temática.

Entre otros, uno de los conceptos “problemáticos” es el de transnacional, cuyo uso


generalizado y abusivo provoca confusiones en el plano empírico e imprecisiones teóricas en el
ámbito académico. Según Liliana Suárez Navaz, este concepto –al igual que el de globalización--
“corre el riesgo de morir de éxito”, es decir, de tan populares terminan por pertenecer a una
categoría vacía de significado. Lo transnacional se refiere a prácticas y procesos económicos,
sociales y políticos vinculados a, y configurados por la lógica de más de un Estado–nación y que se
caracterizan por el cruce constante de sus fronteras.1 Actualmente se utiliza como sinónimos de
internacional, multinacional o binacional de forma indiscriminada. Lo transnacional en el estudio
de las migraciones se contrapone al enfoque polarizado de concentrar la atención tan solo en el

1
Santamaría, Enrique (2008). Retos epistemológicos de las migraciones transnacionales. Barcelona: Editorial
Rubí, pp. 55

2
país receptor ignorando al país de origen. Suárez Navaz advierte sobre este riesgo y a la vez
defiende la necesidad de adoptar un uso restringido y acotado del concepto transnacional en los
estudios migratorios. “Un uso extremadamente cuidadoso a nivel epistemológico y novedoso a
nivel metodológico”, el cual aporta herramientas útiles para eliminar el sesgo que impone el
nacionalismo metodológico, permitiendo estudiar realidades humanas más abiertas y
enriquecedoras al explorar las profundas transformaciones generadas por la globalización. Cabe
señalar que lo transnacional no es nuevo históricamente, sino más bien como perspectiva de
análisis, como una nueva lente a través de la cual mirar lo que ya se había visto antes.

“Las conexiones transnacionales toman relevancia en el contexto de los nuevos estudios


culturales, y las perspectivas postmodernas y postcoloniales. En este sugerente conjunto de
trabajos el énfasis en procesos de interconexión cultural se presenta como un fenómeno heredero
de la situación colonial pero hasta cierto punto nuevo, vinculado a las nuevas tecnologías en
comunicación y transporte”. En el contexto de la globalización la interconexión entre distintas
escalas territoriales, a través de procesos de descentralización en lo económico y en lo social, han
hecho que la perspectiva del desarrollo nacionalista se tambalee y no arroje suficiente luz sobre
los fenómenos culturales, y por ello el enfoque transnacional ayuda a investigar este nuevo tipo de
relaciones entre lo local y lo global, o lo supranacional y lo nacional, que cada vez cobran mayor
importancia.

De acuerdo a la misma autora, otro enfoque transnacional subyace en estudios empiricistas


cuyo centro de atención se coloca en las redes sociales, especialmente familiares; pero a pesar de
su preocupación por configuraciones cognitivas creadas en el hiperespacio, se olvidan de las
conexiones con las estructuras del mundo material, una base que implica la acción de diversos
actores sociales como las instituciones y el Estado. Es decir, sobrevaloran las redes como
entidades desterritorializadas para desde una perspectiva integracionista apuntar que los
migrantes operan a través de un nuevo tipo de integración que articula a la vez los países de
origen y de destino.

Lo transnacional se ha visto también por muchos autores como una globalización desde abajo,
debido entre otros factores al auge de los estudios de caso y al uso de la etnografía como método
de estudio, este tipo de reivindicación social es posible a través de la agencia social, donde debe
ser incluido el punto de vista de los migrantes para entender el fenómeno de la migración. Y
aunque es un enfoque novedoso y atinado, se ha criticado la tendencia a generalizar conclusiones

3
a raíz de casos particulares así como el peligro de desestimar otras fuerzas sociales y económicas,
como el Estado y el flujo de capitales, por ejemplo. En síntesis, la propuesta que se plantea en este
capítulo introductorio es considerar los fenómenos migratorios como parte de un campo social
(según concepto de Bourdieu), donde se entrelazan una serie de relaciones sociales en un espacio
que no se circunscribe dentro de las fronteras de los Estados nacionales. La idea del campo
bourdiano permite alejarse de la búsqueda de las funciones que la red migratoria cubre en las
formaciones sociales de origen y destino y eludir no sólo el componente espacial de los límites
territoriales nacionales, sino el funcionalismo implícito en gran parte del nacionalismo
metodológico.

Un análisis interseccional

Se ha hablado mucho de la doble discriminación que significa el ser, por ejemplo, mujer y de
raza negra, en un contexto donde la cultura hegemónica impone la prevalencia del fenotipo
anglosajón, como puede ser el caso de Estados Unidos de Norteamérica; la adscripción a
cualquiera de estos grupos étnicos implica una dinámica particular a través de procesos sociales e
históricos diferenciables; no obstante, en la vida cotidiana las personas que se encuentran en esta
situación sufren un entrecruzamiento de los diferentes tipos de exclusión social, lo que se agrava
si le agregamos la variable de la clase social. Para estudiar este tipo de fenómenos, la
investigadora Sandra Ezquerra Samper propone un análisis interseccional, que subsane las
deficiencias de una perspectiva unidimensional, como puede ser abordar la temática a través
únicamente de la visión de género. El método planteado como el idóneo para este propósito es la
etnografía institucional, concepto acuñado por Dorothy Smith que se refiere a la investigación
empírica de “conexiones entre escenarios locales de la vida cotidiana, organizaciones y procesos
translocales de administración y gobierno”, como parte de un complejo sistema de control que
Smith llama relaciones de dominio, según Ezquerra Samper.

El artículo en cuestión analiza las experiencias de vida de trabajadoras filipinas en el sector


doméstico y de cuidado de personas en Estados Unidos de Norteamérica, así como su relación con
políticas estatales y de gestión de la inmigración respecto al trabajo reproductivo. 2 A pesar de que
históricamente la economía de mercado se ha sustentado en este tipo de trabajo doméstico, no se

2
Por trabajo reproductivo se entiende aquí las actividades domésticas u otras que garantizan la
continuación del sistema económico y social y que es realizado principalmente por mujeres, como el
cuidado de los hijos, la gestión de los servicios en el hogar y el mantenimiento de la familia.

4
le tomó en cuenta sino ya muy entrada la segunda mitad del siglo XX con los movimientos
feministas a la cabeza, que elevaron al debate público las relaciones entre capitalismo y
patriarcado y, sobre todo, en cuanto al trabajo no remunerado de miles de mujeres; sin embargo,
se infiere que no es sólo una cuestión de género sino que tiene que ver con todo un sistema de
relaciones sociales y de poder que resultan en un tipo específico de marginación social. En los
nuevos tiempos de la globalización, se advierte una privatización de la solución del trabajo
reproductivo que ha hecho que estas realidades salten a la vista incluso en el discurso cotidiano.

En suma, el estudio de las experiencias concretas de las y los inmigrantes a través de un análisis
interseccional proporciona las herramientas para entender la problemática en su complejidad y
heterogeneidad de causas y efectos. La autora mencionada propone hablar más que de una doble
o triple discriminación, de un sistema de opresiones múltiples, el cual nos coloca ante la necesidad
de investigar a los sujetos en su carácter polivalente, y a las realidad como resultado de una
dialéctica social en lugar de pensar a las sociedades separadas en distintas categorías. Se trata de
pensar en la heterogeneidad de forma simultánea. El reto parece arduo, sobre todo pensando en
soluciones metodológicas. Sin embargo, el lugar donde se articulan las diferentes categorías es en
las experiencias concretas; y por eso, como ya se habló antes, la etnografía institucional
representa herramientas útiles. En el caso de las mujeres filipinas, se concluye que su situación de
marginalidad proviene tanto de factores económicos como de las políticas laborales y migratorias
que emite el Estado. Los puntos a considerar son su situación socioestructural: mujeres
provenientes de una excolonia actualmente en crisis; y segundo, la ideología acerca del trabajo
reproductivo en el país receptor, como una labor irrelevante y destinada para grupos inferiores.
Pero estos además, combinados con la actuación de un Estado que a través de sus instituciones y
agentes ejerce una influencia no neutral que obedece a intereses nacionalistas, económicos y
empresariales.

Según la explicación de Ezquera Samper, las disposiciones oficiales en términos de visa y leyes
laborales son singularmente opresoras para las trabajadoras femeninas provenientes de países en
subdesarrollo. Los largos periodos contemplados por la ley para la reunión familiar propician que
cada vez más personas estén dispuestas a la inmigración ilegal, así como las leyes laborales
proporcionan un poder desproporcionado de los patrones hacia las trabajadoras domésticas, al
dictar un tipo de visado en el cual sólo con el mismo patrón pueden conservar sus derechos de
estancia en la Unión Americana. Todas estas leyes y políticas gubernamentales obedecen a las

5
prioridades legislativas que se inclinan a sectores de la economía que se consideran más
relevantes para el sistema capitalista, y normalmente dominados por hombres.

El enfoque interseccional también ofrece la ventaja de no sujetarse a un centro epistemológico,


una “identidad/dentro” desde la cual se juzga y se crean conceptos y concepciones de las cosas
limitando el contexto y la participación de otros actores sociales. Sin embargo, implica la dificultad
de mirar a más de un lugar a la vez y representa un esfuerzo cognoscitivo que se descarta de
antemano en el positivismo y en el estructural-funcionalismo, que analizan a través de una misma
ventana, supuestamente objetiva e inobjetable, las complejas realidades sociales.

Identidad/alteridad: en el paradigma de la complejidad

Así como el análisis interseccional propone una sociología de lo múltiple, una etnografía de lo
diverso y sus zonas de interrelación, los abundantes estudios de la multiculturalidad, así como de
las identidades y alteridades observan una forma distinta de tratar los fenómenos sociales,
adoptando el paradigma de la complejidad, del cual uno de sus principales promotores ha sido el
filósofo Edgar Morin. Este paradigma considera a todo sistema social como un sistema abierto
causado y causante a la vez e interpenetrado por múltiples factores, así como otros sistemas y
subsistemas. Julieta Piastro defiende la superación del paradigma de la simplicidad en el contexto
histórico actual que se caracterizar por un descentramiento de la racionalidad imperante como
mundo moderno y progresista, con base en la Europa occidental y que ha entrado en crisis. Esto
supone, según la autora, no sólo el sinsentido de la muerte de los grandes relatos imperiales y, por
ende, los fundamentos psíquicos del individuo, sino también la aparición de un sujeto más libre en
posición de apreciar la diversidad humana. “El orden se reduce a una nueva ley, a un principio. La
simplicidad ve a lo uno y ve a lo múltiple, pero no puede ver que lo Uno puede, al mismo tiempo,
ser múltiple. El principio de simplicidad o bien separa lo que está ligado (disyunción) o unifica lo
que es diverso (reducción)”, según la reveladora cita de Morin retomada por Piastro. Los efectos
en el conocimiento del paradigma de la simplicidad se derivan, por lo tanto, en falsas disyuntivas y
reduccionismo en los campos sociales, limitando a la ciencia como ente que aprueba o desaprueba
el conocimiento pero sin fuerza creativa, y atrapada en un mundo obligado a la exactitud y al
orden como efecto de la racionalización, que excluye todo aquello que no cabe en un sistema
lógico y coherente. Para entender el paradigma de la complejidad, se declaran tres principios
básicos: 1) Principio dialógico, referente a que la racionalidad representa un diálogo permanente
entre las estructuras lógicas que creamos los seres humanos para conocer la realidad y el mundo

6
real. 2) El principio de recursividad organizacional: un proceso recursivo es aquel en el cual los
productos y los efectos son, al mismo tiempo causas y productores de aquello que los produce; y
3) principio hologramático: no sólo la parte está en el todo, sino que el todo está en la parte.
Además, para comprender este paradigma es necesario desentrañar el dualismo objeto/sujeto, ya
que según el sistema de pensamiento occidental, el objeto es lo cognoscible, lo manipulable,
incontaminado del sujeto, mientras que éste representa la ausencia de conocimiento, y es
descalificado sistemáticamente como lo subjetivo.

Al trasladar las premisas a los estudios migratorios, Piastro comienza por el análisis de las
identidades como una construcción social heterogénea, y para la cual se requiere un ejercicio de
interpretación, no solo un cuerpo de datos, es decir, no sólo el objeto, sino también la
interpretación del sujeto como parte cognoscible y aprehensora del conocimiento. Al ser el todo
explicado a través del conocimiento de sus partes, los fenómenos sociales pueden ser estudiados a
través de las experiencias de los sujetos individuales sin dejar de lado el enfoque holista. La
identidad surge como un ejercicio narrativo, dialógico, a través del diálogo que se configura en
interacción permanente con los “otros” significativos. En el contexto de identidades inmigradas, la
investigadora se pregunta ¿es posible la comunicación desde distintos marcos conceptuales?,
¿cómo cambian los marcos conceptuales de una identidad transferida a un contexto
transnacional?

Segú la propuesta de Julieta Piastro, el inmigrante no es sólo el que llega, sino que antes fue
también “el que se va”. Es decir, debe adaptarse a sobrevivir en un nuevo texto, en una nueva
narración identitaria. Al desplazarse el inmigrante conserva su identidad primaria sólo a través de
la memoria, cuando este desplazamiento es más o menos duradero y no existe la posibilidad real
de regresar a su anterior condición de vida. Las identidades inmigradas, así, tienen que lidiar con
dos mundos: el suyo interno conformado por su experiencia de vida y su imaginario de
representaciones sociales propias y colectivas; y el externo o impuesto a través del proceso de
migración, donde quizá la integración sea solo un proceso latente pero no necesariamente
concretable. El entendimiento de las identidades abre el debate no sólo para conceptualizar la
identidad/alteridad, sino también para establecer modelos sociopolíticos de convivencia entre
culturas, como lo expone en el último apartado de su artículo, Julieta Piastro apunta a dos
vertientes: multiculturalismo e interculturalismo. La primera defiende la diversidad cultural per se,
mientras la segunda los intercambios entre las culturas. La discusión no viene exenta de

7
complicacones, pues no se ha logrado cimentar en la práctica política y cotidiana una forma de
comprensión entre diferentes culturas, aunque se ha comenzado a buscar respuestas, desde el
ámbito de los estudios culturales, con mayor intensidad que en el siglo anterior.

La reapropiación de la “metáfora étnica”

Hablando de supuestos epistemológicos, el concepto de raza y etnia recibe una revisión amplia
y crítica en el artículo de Katia Lurbe i puerto, “Sobre la reapropiación de la metáfora étnica para
alterizar las minorías transnacionales”. Más que una noción biologista, la autora las expone como
una construcción social e histórica, siendo ésta su acepción más importante. La racialidad, más
que la raza, es la categoría básica que orienta la acción de los sujetos sociales en cuanto al
interjuego de las identidades con base en adscripciones de raza y de etnia. Como muestra, se
expone el recorrido de la noción de etnia a lo largo de distintas épocas, en el que se distinguen dos
categorías: la metáfora aproblematizada y la metáfora étnica teorizada. La etimología de esta
palabra viene del griego ethnos, que significa originariamente bárbaro o pagano. Su uso se dirigió
a designar a “lo otro”, lo que está fuera de, lo que no era normal dentro de la vida cultural
helénica. Y con ese carácter, se extendió a otros contextos y culturas. Sin embargo, agrega la
investigadora, en las Ciencias Sociales la noción de etnia se generalizó en la década de los setenta,
en el periodo de la colonización en África y Asia, y por la constitución de nuevos Estados-naciones.
Así, se empezó a utilizar como una aportación de la antropología cultural para designar a los
distintos grupos humanos que mostraban diferencias en cuanto a sus rasgos físicos, su lenguaje y
su historia. Académicamente, la noción de Max Weber fue fundacional, al diferenciar el concepto
de “comunidades étnicas” de los conceptos de clase, estatus y partido político. Para este autor, la
base de lo étnico es una creencia subjetiva de parentesco, y no necesariamente en el tipo
antropológico, lo que sería relativo a la raza. Ya en esta parte, que corresponde a la teorización de
la metáfora étnica, sobresalen las aportaciones de otros autores como el texto de Barth, The Social
Organizacion of Cultural Difference (1969), cuyo novedoso enfoque incorpora una noción de
cultura dinámica y variable y fue la primera en considerar a lo étnico como una forma de
“administrar” la diversidad inherente a los seres humanos, asignando roles y funciones a cada
grupo distinguible para una mejor organización social. Al parecer, Barth retoma a otro antropólogo
Hughes, de la Escuela de Chicago, quien advierte una lógica relacional en la configuración de las
identidades étnicas, que tiene que ver con los in y los out, como el grupo de partida, el propio, y
los que ostentan la diferencia/otredad. Así, las identidades étnicas asignan roles limitados en el

8
campo social a determinados actores sociales. Algunos debates enriquecen la noción de “metáfora
étnica”. A juicio de Katia Lurbe, las corrientes primordialista e instrumentalista dan cuenta de dos
visiones diametralmente opuestas, pero que incluso podrían llegar a ser complementarias. La
primera defiende a la identidad étnica como una dimensión esencial de la vida humana y, por lo
tanto, invariable; mientras que la segunda, advierte este tipo de identidades como algo
meramente situacional, estratégico y mutable. A pesar de las múltiples discusiones que ha
generado la etnicidad y de su carácter relacional, existen puntos invariantes inherentes a esta
noción estratégica en Ciencias Sociaels: 1) el nombre propio que designa la colectividad de
individuos que comparten mitos de descendencia ancestral. 2) Las memorias históricas
compartidas. 3) Los elementos de cultura común que hacen específicas las pautas cotidianas de
conducta. 4) La conexión con una tierra, el “hogar originario”. 5) El sentimiento de adhesión a una
colectividad.

En conclusión en el artículo en cuestión se plantea la construcción de identidades, como un


juego de espejos donde cada colectivo identificado e identificador responde a los estímulos
sociales, a los interjuegos de lenguajes donde una narrativa social va configurando las identidades,
a raíz de la acción de los propios actores sociales, como algo no natural sino naturalizado, que
deconstruye, por ejemplo, la noción biologista de raza, como un concepto hasta cierto punto
forzado socialmente. La misma idea de “metáfora étnica” nos da un acercamiento de la postura de
la investigadora en cuestión acerca de los efectos epistemológicos cuya construcción ha
provocado.

En general, los retos son arduos a la hora de replantear los conceptos e ideas que definen los
fenómenos migratorios, y luchar contra las inercias académicas y las tendencias en los estudios
migratorios transnacionales, es la invitación que realiza el libro Retos epistemológicos, en el
contexto de la globalización económica y del cambio de paradigma de la modernización
progresista, lineal y evolucionista, a un paradigma de la complejidad, multifactorial y dinámico.

También podría gustarte