Está en la página 1de 84

CUADERNO JURISPRUDENCIAL DE; PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA, TITULO SUPLETORIO,

RECTIFICACIÓN DE ÁREAS Y DESLINDE

PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA

La prescripción adquisitiva es un modo de adquirir la propiedad debido al transcurso del tiempo, y


es así como lo señalan expresamente los artículos 950 y 951 del Código Civil. Es un modo de
adquirir la propiedad porque se produce en base a la transformación del poseedor en propietario
de un bien a través del transcurso del tiempo, mediante la prescripción adquisitiva de domino lo
que se busca es reconocer como propietario de un inmueble a aquel que lo tuvo, utilizándolo
como si fuera real dueño, durante el plazo que la ley indica.

En los hechos, antes de que el prescribiente inicie el proceso de prescripción adquisitiva, el


propietario no poseedor del bien puede afectar en cualquier momento o anticiparse a la
inscripción de la demanda en registros públicos para afectar el bien con garantías reales como es
la hipoteca, los que afectarán directamente al poseedor prescribiente. Lo que hace formularnos
las siguientes preguntas: de qué manera afectan estas hipotecas sobre el bien inmueble materia
de usucapión que son gravadas intencionalmente por el propietario al ver que una decisión del
juez le otorgue la propiedad al prescribiente.

¿Existen mecanismos legales de defensa? ¿Se puede ejecutar la garantía real recaída sobre el bien
inmueble sin importar el derecho del poseedor? ¿Una vez que inicia el proceso de prescripción
adquisitiva, el poseedor adquirirá la propiedad con todas las cargas sobre el inmueble?

Nada impide que el titular registral de la propiedad inmueble materia de prescripción se le


constituya gravámenes para asegurar obligación alguna a favor de un tercero de buena fe.

Es aquí donde entra conceptos tan fundamentales como es la publicidad registral que surge por
necesidad de la certidumbre de la contratación y otorgar seguridad jurídica a través de un registro,
siendo relevante el contenido de la publicidad registral en nuestro sistema registral. La publicidad
registral, sería la exteriorización sostenida e ininterrumpida de determinadas situaciones jurídicas
que organiza e instrumenta el Estado a través de un órgano operativo para producir
cognoscibilidad general respecto de terceros, con el fin de tutelar los derechos y la seguridad en el
tráfico de los mismos. En tal sentido, la hipoteca de la que hablamos en perjuicio del prescribiente,
es un derecho real de garantía. También lo expresa así el Código Civil: Por la hipoteca se afecta un
inmueble en garantía del cumplimiento de cualquier obligación, propia o de un tercero. La
garantía no determina la desposesión y otorga al acreedor los derechos de persecución,
preferencia y venta judicial del bien hipotecado. La hipoteca, como todos los derechos reales de
garantía, es accesoria de una obligación. Esta última es lo principal y tiene vida propia: puede
subsistir sin la garantía. En cambio, la hipoteca no puede existir sola, necesariamente debe ser
accesoria de una obligación. La sujeción del bien a favor del acreedor es así consecuencia del
registro y no de la entrega del bien como en la prenda. Hay pues una sujeción jurídica y no
material.

El tercero adquirente ha estado en aptitud de saber, por el dato registral, que el inmueble estaba
hipotecado. Sufre entonces el embate del acreedor hipotecario, a pesar de que no tiene relación
jurídica con él.

Si bien es cierta la seguridad jurídica puede verse afectada al admitirse que los asientos registrales
se presumen válidos sobre los cuales recaería a la vez válidamente un gravamen, al existir
fácticamente una realidad extra registral que la contradice. Al hablar sobre un gravamen de
hipoteca que recae sobre una propiedad inmueble adquirida por

Prescripción adquisitiva puede extrapolarse las conclusiones a los que la doctrina se orienta
cuando hablan de un acreedor diligente, que puede traducirse en la verificación o comprobación
de que no solo se trata del propietario y titular registral quien ofrece en garantía el inmueble sino
que además tenga la certidumbre de que la posesión actual al momento de su constitución se
trate de un poseedor no prescribiente en este caso. Entonces resultaría conveniente exigir al
acreedor hipotecario realizar las diligencias necesarias para la verificación, no siendo suficiente
acogerse a los principios registrales en cada uno de sus requisitos, como el de la fe pública, sino
que deberá ser exhaustivo en los hechos, en los que predomina la facticidad del poseedor
usucapiente.

LA POSESIÓN

ETIMOLOGÍA.

Etimológicamente la posesión deriva de la palabra possidere, y esta del prefijo por (hacia, contra,
sobre), y del verbo sedere(sentarse, estar sentado), asimilando la última letra del prefijo y la
primera del verbo. Pero también, modernamente la posesión, se hace derivar de la palabra
posse(poder), demostrando el señorío sobre los bienes. A su vez, possevendría de potis(señor,
amo, jefe) (González, 2007: 147); así, possiderequerría decir asentarse o establecerse en un lugar
o sobre una cosa y la corriente más moderna que hablan de la derivación de poseer, o de potiso
pote sedeo, significan amo, señor o jefe, de modo que poseer significaría sentirse señor, es decir,
la manifestación del señorío, característica del poseedor.

DEFINICIÓN

Diferentes autores exponen diferentes definiciones sobre la noción de posesión, tomando para
ello nociones tales como “poder”, “hecho”, “Derecho”, entre otras. Es así que la posesión es el
poder de hecho general y exclusivo sobre una cosa, ejercida a título de dueño (León, 2005: 29) En
la concepción generalizada de la posesión, ésta es entendida como un poder o señorío de hecho
sobre un bien.

Según el Código Civil peruano la posesión es el ejercicio de uno o más poderes inherentes a la
propiedad; es así que el mismo código prescribe que son poderes inherentes a la propiedad: uso,
disfrute, a la disposición y reivindicación.

En opinión de Jorge Avendaño es discutible que este último sea un poder inherente a la
propiedad.

La posesión, a la vez, supone un ejercicio de hecho, en oposición a lo que sería de Derecho según
el mismo Avendaño (1999), pues para que haya posesión no es necesario ni suficiente la posesión
de Derecho, eso es, la que haya sido atribuida por un contrato o una resolución judicial, la
exigencia de que la posesión importe un ejercicio de hecho, tiene una segunda consecuencia, que
se descarta toda noción de legitimidad; por consiguiente posee tanto el propietario como el
usurpador. Es así que la posesión tiene una gran importancia porque es, como ya dije, el contenido
de muchos Derechos Reales.

En tal sentido se considera que la posesión es la primera manifestación del sometimiento de una
cosa a la voluntad, para lo cual se necesita dos elementos, el habeas que es la materialidad de la
tenencia de la cosa, y el animus: que es la voluntad de tenerla como propia. Entonces podemos
decir que es aquella persona que posee la cosa debe ejercer animo de señor, es decir, debe
realizar todos los actos propios de una persona que es propietario tales como el mantenimiento y
conservación de la cosa, esta figura es muy importante ya que si una persona propietaria
abandona una cosa y lo deja a su suerte, pero otra persona lo posee, cuida, la conserva, la mejora,
sería justo que con el trascurso del tiempo exista una figura que le permita adquirir la propiedad
de ese bien al cual le ha dado una utilidad y ha gastado tiempo en conservarlo, está en trascurso
del tiempo pueda adquirir los bienes mediante prescripción adquisitiva de dominio.

La definición en el sentido de considerar como un Derecho real autónomo conceptual y


jurídicamente en palabras de Bustos (citado por Bautista, 2006: 989):

“La posesión es un Derecho real perfecto, autónomo e independiente. El poseedor es protegido


porque es titular de un Derecho, como cualquier otro titular. Nada de apariencia, sino rigurosa
realidad. No hay engaño, no hay apariencia de realidad. No es que el poseedor aparente otra cosa
(por ejemplo, propietario, usufructuario, arrendatario, etc.), sino que exhibo un poder propio
inherente a la titularidad de su derecho”.

NATURALEZA JURÍDICA DE LA POSESIÓN

La posesión, al ser considerada un instituto independiente, debe ser analizada de manera muy
profunda para poder determinar si se trata de un hecho o de un Derecho. En ese afán ha surgido
un debate de carácter científico y técnico, arrojando posiciones encontradas, siendo las teorías
más importantes, la teoría subjetiva y objetiva. Esto determina que la posesión se protege, bien,
porque constituye un hecho determinado por la voluntad humana que se realiza sobre las cosas; o
bien, como Derecho, porque es el complemento y la plenitud del Derecho de propiedad (Vásquez,
2007: 118).

Aunque hay posiciones de autores que consideran a la posesión no como un Derecho, sino de un
concepto sustentado en lo enteramente fáctico. Pero la constante afirmación que la posesión no
es un Derecho, ha dado paso a comprender que es de carácter fáctico y que sólo otorga una
permanencia y protección temporal o provisional al poseedor, de tal manera que no es extraño el
menoscabo a tan importante institución iusreal (González, 2007: 142).

En virtud de esto es que la doctrina ha dividido en cuanto a determinar la naturaleza jurídica de la


posesión: ¿es un hecho o un Derecho? (Bautista, 2006: 98).

A esta pregunta que tiene caracteres definitorios podemos afirmar que es cierto aquello de que
todos los hechos producen Derechos, o que el Derecho nace de los hechos, y si la posesión nace
de los hechos genera un Derecho; en sí misma tiene vida propia y es objeto de negocios jurídicos.
De modo que la posesión nace, vive y muere por los hechos.

TEORÍA SUBJETIVA.

Según González (2007: 144) es propuesta por el alemán Friedrich Karl von Savigny, quien concibe
la posesión como el poder de la persona de disponer materialmente de una cosa, en base a la
intención de tener la posesión para así o como propietario (animus domini, animus rem sibi
habendi). Al a vez se afirma, que sin el elemento de la voluntad o psíquico (de comportarse como
propietario), la posesión es simple detentación o posesión natural y no posesión jurídica. Además,
sin el elemento material, la intención es simplemente elemento psíquico, sin representación en la
vida jurídica.

Considero a la posesión como un hecho con consecuencias jurídicas, que se manifiesta a través
del “corpus” y el “animus”. El primero, describe el hecho exterior de la posesión, en oposición al
segundo, que sería el interior del titular. En consecuencia, la teoría instituye como elementos de la
posesión, sobre si es un hecho o un Derecho, la noción del “animus “o la existencia del “animus
possidendi”, para SAVIGNY, no era sino, la intención de ejercer el Derecho de propiedad, es más,
dicho “animus” dejara de existir cuando el poseedor reconociese en otro la propiedad de la cosa
que posee.

TEORÍA OBJETIVA.

Para González (2007: 144) esta teoría es sustentada y propuesta por Rudolfo von Ihering, llamada
así (objetiva) por el mismo en contraposición a la teoría de Savingny, a la que llamo subjetiva,
según este autor Ihering afirmaba que: los Derechos no existen para realizar la idea de la voluntad
abstracta; por el contrario sirven para garantizar los intereses de la vida, ayudar a sus necesidades,
realizan sus fines. Tal es misión, el fin y la medida de la voluntad. Con expresión categórica
afirmaba, que la posesión resultaba siendo un Derecho, no un hecho.

El “corpus” para Ihering, no depende de la “presencia” o de la “posibilidad física” de adquirir la


posesión, sino de la relación exterior del sujeto con las cosas, conforme al comportamiento
ordinario del titular del Derecho respecto de ellas (las cosas). El “animus”, discrepando con la
doctrina de Savingny, afirmaba que será suficiente que haya corpus para que exista posesión sin
necesidad de un animus especial, por lo que califico la teoría de dicho jurista como “teoría
subjetivista” o “teoría de la voluntad” y emite su opinión afirmando:” cuando las dos condiciones,
que en general se requieren para la existencia de la posesión, esto es, el corpus y el animus
concurren, se tenía siempre posesión, a menos que una disposición legal prescriba,
excepcionalmente, que solo hay simple tenencia.”

La distinción entre posesión y tenencia, sostenía Ihering, no se funda en la voluntad de poseer, no


nace de ella, pues es exactamente la misma en el tenedor y en el poseedor. En uno y otro existe el
corpus y el animus, y si el primero tiene, no la posesión, sino la simple tenencia, el fundamento de
esto está, según la teoría objetiva, en el hecho de que movido por motivos prácticos, el Derecho
en ciertas relaciones ha quitado los efectos de la posesión al concurso perfectamente realizado,
de las condiciones de esta última.

Desde mi punto de vista al analizar la naturaleza de la posesión, podemos encontrar dos teorías
como la de Savingny y la teoría de Ihering, teniendo en cuenta estas dos teoría, considero que la
teoría de Savingy, es aquella que define la naturaleza de la posesión, ya que para ello la posesión
requiere de la cosa en si (el corpus) y de la intención de la persona de comportarse como su dueño
(el animus rem sibi habendi). Definitivamente se trata de un hecho con efectos jurídicos que es
protegido por la ley para que el poseedor no esté obligado de probar su título posesorio cada vez
que algún individuo pretenda interrumpir dicha posesión.

ELEMENTOS

EL CORPUS

Para Gonzáles (2007: 150), el corpus es el elemento material de la posesión, el cual da a conocer
objetivamente a terceros la existencia de la posesión, con relación al bien objeto de ella. El
“corpus” es la relación directa entre el sujeto y el bien. Cuando el ejercicio de la posesión es por el
titular del Derecho de propiedad, o por otros como derivación de este, basta el elemento
“corpus”, porque contiene el “animus” del poseedor, por cuanto esté pretende ejercer como
titular.
Según Sánchez, entiende al corpus, como el elemento material, y es para el poseedor el hecho de
tener la cosa física en su poder; “animo” es el elemento intencional, y es la voluntad en el
poseedor de conducirse como propietario respecto a la cosa.

EL ANIMUS POSSIDENDI

Es el elemento subjetivo, el elemento psíquico de la voluntad que se encuentra en la persona que


detenta la cosa; elemento que sirve para calificar la relación física de tendencia que da respaldo a
los actos posesorios ejercidos sobre la misma; es la voluntad de tenerla para sí, de modo libre e
independiente de otra voluntad y, en fin, del Derechos correspondiente, sea que éste exista o no
en cabeza del poseedor, tan importante que cuando esta voluntad falta,solo queda una fría
relación, sin alma de Derecho material, sin fuerza por si solo para atraer el Derecho. Por tanto se
requiere la concurrencia de los dos elementos para la existencia de la posesión (Quiñones, 2006).
Como menciona Velásquez (2004: 129) consiste en la conducta del poseedor de considerarse
dueño y amo del bien que ostenta.

Según Cortes (1999: 10) el animuses el elemento esencialmente personal de la posesión. Quien
tiene el corpussin el animus, no es poseedor, sino tenedor, por más que el Derecho clásico le llame
poseedoralineno nomine. Pero el poseedor si puede tener en muchos casos el animussin el
corpus, y se dice entonces que posee animo solo, tal ocurre cuando la posesión y la tenencia se
hallan en cabeza de distintos sujetos, o sea, cuando el poseedor tiene el animus, y un tercero el
corpus en su lugar o a su nombre.

En tal sentido considero que el corpus como el ánimo es de vital importancia, ya que si no existiera
estos dos elementos no se podría dar la posesión, puesto que el animus domini, es cuando el
poseedor ejerce el bien para él, o este ejerce funciones o se comporta como si fuese el verdadero
propietario, a pesar que este no cuente con un título de propiedad o un título de posesión que
acredite ser el verdadero propietario. Teniendo en cuenta al corpus podemos decir que este va a
consistir básicamente en la posibilidad que tiene el poseedor de disponer físicamente del bien,
además este también va a poder visualizar cuando la persona está en contacto directo con el
objeto.

Cabe recalcar que en el corpus no siempre es necesario el contacto directo con el bien, es
suficiente que exista la posibilidad que tenga la persona de poder de disponer del bien.

OBJETO DE LA POSESIÓN

La posesión solo puede recaer sobre cosas susceptibles de apropiación, tanto corporales como
incorporales. Un fenómeno difuso, como el viento, por ejemplo, es imposible de poseer. Un bien
de uso público no es objeto de propiedad privada; por el hecho de pertenecer a la comunidad en
general, el particular que lo ocupa no puede alegar posesión sobre él. Tampoco pueden poseerse
los Derechos personalísimos o de familia, de modo que nadie puede afirmar que ha adquirido la
patria potestad por prescripción.

Si se trata de una cosa corporal, es fácil concluir que sobre ella podemos ejercer actos de
posesión. Se puede poseer un terreno, abonarlo, sembrarlo, etc. Se trata de una operación
tangible o perceptible.

Cuando se trata de posesión sobre cosas incorporales en cuanto sobre ellas se permite ejercer un
poder de hecho, no necesariamente de tenencia corporal. Tener de hecho el poder en que el
Derecho consiste. Es así que si el titular o sujeto de un Derecho quien tiene sobre el poder
derivado del Derecho. Posee un Derecho de usufructo la persona que, independientemente de
pertenecerle o no, tiene la cosa, la usa y la disfruta como usufructuario. En un Derecho intelectual,
otra persona diferente de su autor puede modificarlo, negar nuevas ediciones, cobrar Derechos de
autor, etc., siempre que este lo haya abandonado. Ese poder de hecho es posesión (Velásquez,
2004).

SUJETOS DE LA POSESIÓN

Para Vázquez (2006), pueden ser sujetos de posesión las personas naturales o jurídicas pueden ser
sujetos de la posesión y es posible que varias de ellas gocen conjuntamente de la posesión, lo cual
tipifica la figura de la coposesión prescrita en el Articulo 899 del Código Civil: análoga de la
copropiedad; la primera se constituye cuando varias personas poseen un bien sin ser propietarios
de un bien poseyéndolo o no.

Cuando se trata de personas naturales, se exige la capacidad de ejercicio, cuando se trata de la


posesión perteneciente a una masa hereditaria, por excepción, a la muerte del causante se
transmiten simultáneamente la propiedad y la posesión conforme lo dispuesto por el artículo 660
del Código Civil (Vásquez, 2006).

ADQUISICIÓN DE LA POSESIÓN EN NUESTRO CÓDIGO CIVIL

Para el maestro Belmaña, nos dice que hablar de modos de adquirir la posesión es hablar de
hechos, dentro de ellos encontramos: a) los originarios o unilaterales y b) los derivados o
bilaterales.

LOS MODOS ORIGINARIOS.

Nos dice que son aquellos que permiten que el individuo que valla a tomar la posesión lo haga por
su sola y propia voluntad; por ello se dice que en estos modos hay independencia de un Derecho
precedente. La persona toma la cosa, por si misma de allí unilateral, y se dice que los modos
originarios de toma de la posesión son actos jurídicos unilaterales reales, que implican la
ocupación con producción de consecuencias jurídicas, con resultado de la vinculación real.

Dentro de esta clase de modos de tomar la posesión tenemos dos circunstancias:

La que se da cuando alguien, por su propia voluntad, toma una cosa que no tiene dueño o que fue
abandonada por él. Estas tomas de la posesión son normalmente asimiladas a los modos
originarios de adquirir el dominio, porque generalmente quien tomaba la cosa adquiere el dominio
de la res nullius o de la res derelictae.

La que se da cuando alguien se encuentra con una cosa, sea esta por un bien mueble o inmueble, y
por su propia y única voluntad la toma sin que su dueño tenga la intención de entregársela,
valiéndose de alguna de las ilicitudes que menciona el citado artículo (Juárez, 1999)

En tal sentido afirma Vásquez (2006) que la posesión originaria es aquella que se produce cuando
alguien entra a poseer la cosa por un acto personal, sin recibirla de otro. Es un acto unilateral,
debe mediar la voluntad de adquirir la posesión y solo la voluntad de quien quiere adquirir (tal es
el caso de la posesión que obtienen quienes se apoderan de cosas muebles que nadie pertenecen
como los productos de la caza y de la pesca; o de quienes ocupan ilícitamente un inmueble, como
es el caso del usurpador): y , es real, dada la circunstancia de que no es suficiente la sola voluntad,
sino que este debe estar acompañado de la efectiva adquisición del poder de hecho, o sea, la
constitución de una relación material con la cosa. Hay dos formas de adquisición originaria: la
Aprehensión y la Ocupación.

LA APREHENSIÓN

La aprehensión es un modo unilateral de adquirir, dado que la posesión se adquiere por la sola
voluntad o intervención del adquirente. Esto es lógico, porque al carecer la cosa de dueño no
existe quien pueda consentir en que se opere la adquisición.

Aprehender una cosa es tomarla o retenerla o retenerla para sí. Esta situación, desde la
perspectiva del sujeto, implica dos cosas.

Contacto personal con la cosa, objeto de la aprehensión; y Posibilidad física de tomarla sin ningún
obstáculo que le impide al poseedor disponer de ella.

Ahora bien, la aprehensión funciona en relación a los bienes muebles que no tienen dueño, en
virtud del principio res nullius(cosa sin dueño), pero debe entenderse que es en aquellos en que
no exista obstáculo alguno para su apropiación, porque la aprehensión de bienes muebles trae
consigo, no solo su posesión sino también su propiedad.
LA OCUPACIÓN

La posesión originaria de los bienes inmuebles se adquiere por ocupación. Este es un modo de
adquirir muy antiguo, tal vez sea el primero: y consistía en la forma de posesión de un inmueble
con la intención de convertirse en su propietario.

En efecto, la ocupación en su forma directa ya no puede dar lugar a la adquisición de la propiedad,


salvo que se realice mediante la usurpación, lo cual importaría un acto ilícito y sancionable
penalmente.

Sin embargo, la ocupación en su forma indirecta puede dar lugar a la adquisición de la propiedad;
esto es, que el hecho de la toma de posesión traiga consigo la titularidad sobre el inmueble,
siempre y cuando se hayan cumplido determinadas formalidades legales establecidas en la ley
normándose en la prescripción de dominio.

LA ADQUISICIÓN DERIVATIVA

Según Velásquez (2004), la posesión se adquiere en forma derivativa, cuando implica la expresión
de la voluntad del anterior poseedor en el sentido de poner al nuevo adquirente en dicha
condición. Cortes (1999) afirma que la posesión en sí misma no es transferible legalmente sino en
cuanto al Derecho real o presunto Contenido en ella, o sea que para ser sucesor de la posesión es
necesario un título antecedente que implique la transferencia del Derecho (Jaramillo, 2004).

Papaño, et. Al. (2004), nos dice que este modo se realiza cuando esta es trasmitida por un
poseedor anterior mediante entrega del objeto. La adquisición derivativa puede realizarse
intervivos o mortis causa, supone la entrega material de la cosa, exigiéndose, por tanto la entrega
corporal de ella; por cuanto la adquisición de un poder de hecho sobre una cosa, requiere que el
transmitente se desprende de la tenencia de dicha cosa, y la obtenga el adquirente mediante la
entrega o tradición.

LA TRADICIÓN:

La tradición es un modo de adquirir el dominio; es la simple entrega de la cosa que constituye un


acto jurídico bilateral en el cual hay un acuerdo. Normalmente se identifica a la tradición con la
entrega de algo con la finalidad de adquirir el dominio, pero en realidad no siempre es así.

La tradición es una entrega valorizada que constituye un acto jurídico bilateral; a su vez, es un
medio de pago, y además cumple funciones protectoras, porque cuando media tradición, como en
algunos casos como la transmisión de ciertos muebles, la entrega protege al que adquiere,
haciéndolo titular de la cosa.
Según Papaño (2004), la traditio es una forma legal muy antigua de adquirir la posesión. En el
Derecho moderno, el legislador ha querido restablecer la norma de que la posesión se trasmite
por la entrega material de la cosa. Por eso en la tradición es indispensable que existan dos
personas: el que cede la posesión (tradens) y el que la recibe (accipiens), además del acto material
de la tradición propiamente dicha.

Este modo de adquirirla posesión se encuentra normado en el Art. 900 del Código Civil: “la
posesión se adquiere por la tradición, salvo los casos de adquisición originaria que establece la
ley”

Ahora bien, el hecho adquisitivo que configura la tradición es preceptuando en el artículo 901: “la
tradición se realiza mediante la entrega del bien a quien debe recibirlo a la persona designada por
él o por la ley con las formalidades que establece la ley”.

PÉRDIDA DE LA POSESIÓN

La posesión se perdía consecuentemente, por la pérdida de uno de sus elementos. En el caso del
animus, cuando se dejaba de poseer como propietario, por ejemplo, cuando se vendía una cosa y
se conservaba físicamente, como mero detentador; y en el caso corpus, cuando se perdía el poder
físico, por ejemplo por su sustracción por un ladrón. No debe olvidarse que según el concepto
romano de la posesión, el poseedor conservaba el corpusa través de un detentador, como eran
considerados los precarios y los arrendatarios (Paiva, 2008) En lo que concierne a la pérdida de la
posesión según Papaño (2004), hay que tener en cuenta que la posesión desaparece o se extingue
cuando falta los dos elementos con el corpusy el animus domini, pues sin ellos no hay posesión,
pero que también cesa en algunos casos cuando falta uno solo de los elementos, ya sea el Corpus
o el Animus Domini. En ciertas circunstancias la falta del Corpus hará que se extinga la posesión
por ser el Animus insuficiente para conservarla, y en otras se perderá la posesión por falta de
Animus Domini, aun cuando subsista el Corpus posesorio. A su vez, hay situaciones en las cuales la
posesión se pierde porque faltan ambos elementos al mismo tiempo.

PERDIDA DEL CORPUS

La posesión se pierde por falta de corpus en todos aquellos casos en el que el poseedor se halla en
la imposibilidad de disponer físicamente de la cosa, en tanto esta imposibilidad sea definitiva, y no
transitoria, de modo que su intención no resulta suficiente para conservar la posesión. Por tanto,
no existe perdida si no se tiene el corpus, si no existe otra persona que tome la cosa con el ánimo
de hacerla suya.
PERDIDA ANIMUS

La posesión se pierde por falta de animus domini en aquellos casos en que cesa porque lo que
desaparece es la voluntad o intención de poseer por parte del poseedor, aun cuando subsista la
relación material con la cosa.

Teniendo en cuenta lo señalado, debemos precisar que si se pierde el corpus y el animus, se


pierde la posesión puesto que estos dos elementos son de vital importancia para que el poseedor
pueda seguir manteniendo la posesión del bien, por un lado tenemos al corpus que es el poder
físico que tiene una persona sobre la cosa, al igual que el animus viene a hacer la conducta que
ejerce el poseedor al obrar como si fuese el verdadero propietario. Entonces si estos dos
elementos no están presenta, el poseedor no va a poder ejercer la posesión y perdería los
Derechos que le correspondería como poseedor.

CARACTERÍSTICAS JURÍDICAS DE LA POSESIÓN

Es un hecho, ya que el poseedor tiene el poder físico que se ejerce sobre la cosa, poder que está
valorado en sí misma, independientemente de que sea o no conforme a Derecho.

El objeto de la posesión es toda cosa corporal in commercium.

El poseedor tiene gocé y el disfrute de la cosa, con independencia jurídica y económica.

La cuestión de la legitimidad e ilegitimidad es ajena a la esencia misma de la posesión.

El poseedor se comporta con la cosa, como propietario de la misma.

La propiedad implica la posesión, pero ambas pueden existir separadamente; ya que, hablamos de
la propiedad sin posesión cuando la cosa se encuentra en poder de un tercero, que la retiene con
ánimo de dueño. En cambio cuando se habla de posesión sin propiedad se tiene la cosa sin ánimo
de dueño, sin el Derecho a su propiedad.

MANIFESTACIONES JURÍDICAS DE LA POSESIÓN

La posesión para cumplir sus funciones asignadas por la ley en armonía al Derecho vivo (realidad
socio-económico y cultural de un país), se presenta bajo diferentes manifestaciones.

Con la expresión o la exteriorización del ejercicio de los Derechos reales en general. De cuya
manifestación se pueden exceptuar la hipoteca, la servidumbre, la prenda con tradición jurídica.

Como el contenido óntico (en esencia) de los Derechos reales. Por cuanto dicho contenido es de
naturaleza económica y productiva en beneficio del titular.
Como el fundamento del Derecho subjetivo material. Para constituir un Derecho real de propiedad
(usucapión), fundado en la posesión real y efectiva.

Como el ejercicio efectivo del uso y goce de los bienes. Sin ellos no habría la posibilidad de que la
posesión se manifiesta como un hecho de contenido económico y social.

LA COPOSESIÓN

El artículo 899 del Código Civil prescribe que existe coposesión cuando dos o más Personas poseen
un mismo bien conjuntamente. Cada poseedor puede ejercer sobre el bien actos posesorios, con
tal que no signifiquen la exclusión de los demás (Código Civil, 2009).

MODALIDADES DE LA COPOSESIÓN:

Según Gonzales (2007) la coposesión reconoce dos variables que funcionan como modalidades;
veamos:

LA PRIMERA ES LA COPOSESIÓN “SIMPLE”. Se produce cuando cada coposeedor ejerce un poder


de manera independiente sobre el bien, pero no ilimitado, toda vez que el otro coposeedor
también participa o comparte de la coposesión.

LA SEGUNDA ES LA QUE SE DENOMINA “COPOSESIÓN EN MANO COMÚN”, en la que ninguno de


los coposeedores ostenta el poder o señorío del bien de manera independiente, sino, como
sabemos, lo poseen todos en común o en conjunto.

CARACTERÍSTICAS DE LA COPOSESIÓN

PLURALIDAD DE SUJETOS POSEEDORES

Deben existir dos o más personas poseedoras, sean naturales o jurídicas, poseyendo cada una de
manera conjunta y material todo bien, lo que impide confusiones con la copropiedad.

UNIDAD DEL OBJETO

Los coposeedores deben ejercer posesión efectiva como el poder de hecho sobre “un mismo
bien”, o como todo.
PARTICIPACIÓN CONJUNTA Y HOMOGÉNEA EN EL PODER POSESORIO

Cada poseedor puede ejecutar actos posesorios, con la única limitación de que ese ejercicio no
signifique la exclusión de los demás coposeedores; porque además esta figura posesoria, no
permite el fraccionamiento ideal (cuotas) ni material.

LA PROPIEDAD

El artículo 923° del Código Civil prescribe que la propiedad es el poder jurídico que permite usar,
disfrutar, disponer y reivindicar un bien. Debe ejercerse en armonía con el interés social y dentro
de los límites de la ley.

Tomando como referencia a Vásquez (1996), nos explica que en la doctrina moderna se
consideraba al Derecho de propiedad (como a todo Derecho subjetivo), como el poder unitario
más amplio sobre la cosa, como un señorío global, donde las llamadas facultades o Derechos del
propietario no son una serie de sumados cuya adicción constituya la propiedad, sino solo aspecto
parciales del señorío total que esta es. En este sentido Manuel Albaladejo, define a la propiedad
como “el máximo poder jurídico pleno sobre una cosa. Poder en cuya virtud, está en principio
queda sometida directa y totalmente (es decir en todos sus aspectos y utilidades que pueda
proporcionar) a nuestro señorío exclusivo.”

Tomando como referencia a la constitución, es fundamental que el propietario reconozca en su


propiedad la funcionalidad social que le es consustancial. Así en la propiedad no solo reside en un
Derecho, sino también un deber: la obligación de explotar el bien conforme a la naturaleza que es
intrínseca, solo de esta manera está garantizando el bien común. Ello requeriría la utilización de
los bienes conforme a su destino natural de la economía.

Si bien es cierto que la constitución no solo reconoce a la propiedad como un Derecho subjetivo
(Derecho individual), sino también como una garantía institucional (reconocimiento de su función
social), en efecto se trata de un instituto constitucionalmente garantizado.

Entonces podríamos afirmar que la propiedad es del Derecho real máximo de una persona sobre la
cosa, en donde por el señorío del hombre sobre la cosa, este podía hacer con ella lo que quería,
siempre que este ejercicio que ejerce sobre la cosa no se realice fuere del ámbito del Derecho, o
vulnerando los Derechos de otras personas, puesto que si bien otorga un señorío sobre la cosa y la
libertad del ejercicio de la misma.
TEORÍAS QUE FUNDAMENTAN LA PROPIEDAD.

TEORÍA DE LA OCUPACIÓN

Según la doctrina que encierra esta teoría, se dice que en un momento dado de la historia los
bienes fueron comunes, que las personas podían ejercer la aprehensión o la ocupación de las
cosas con el propósito de satisfacer sus necesidades; consiguientemente, este hecho las convertirá
en propietarias. Esta teoría tiene la concepción histórica del origen de la propiedad y su
legitimidad fundada en la ocupación convertirá en propietario al ocupante. Los críticos dicen que
se trata de una teoría sin consistencia racional. Este planteamiento fue promulgado, entre otros,
por Grocio, Puffendorff, quienes pertenecen a la escuela del Derecho Natural. El segundo de los
autores nombrados decía que “no hay precepto alguno de Derecho natural que preceptúe su
reparto general de todos los bienes para signar como cosa propia a cada uno su parte.Lo que hace
la ley natural es aconsejar el establecimiento de la propiedad, cuando lo requiera la conveniencia
de la sociedad humana; dejando a la prudencia de los hombres el examinar si deben apropiarse
todas las cosas o solamente algunas, y las deben poseer separadamente o pro indiviso,
abandonando las otras al primer ocupante de modo que ninguno este imposibilitado de
podérselas apropiar”.

TEORÍA DE LA CONVENCIÓN SOCIAL

Denominada también teoría del contrato social. Para este planteamiento teórico la ocupación ni el
trabajo tienen suficiente argumento para fundamentar el Derecho de propiedad, por cuanto, no
generan la obligación en los demás individuos, para respetar el Derecho de propiedad. Esta teoría,
defendida, entre otros, por Kant, Rousseau, Wolff, explica que la obligación se genera de un
consentimiento reciproco o convencional.

TEORÍA DEL TRABAJO

Plantea que la fuente de la propiedad es el trabajo. El hombre con su capacidad creadora es capaz
de transformar la naturaleza con el propósito de acrecentar su utilidad. El resultado o producto
generado por el trabajo debe ser destinado a quien lo ha realizado.

La teoría del trabajo, para legitimar los fundamentos del Derecho de propiedad, surgió en el siglo
XVII, propugnado entre otros, por los economistas J.Stuart,Adán Smith, John Locke, este último
afirmaba que, el producto de nuestro esfuerzo por el trabajo es nuestro, y en consecuencia se
produce la propiedad que también es nuestra. Se critica esta teoría en el sentido de que el trabajo
no produce, solo transforma (el trabajo por sí solo no puede otorgar la propiedad); es más, se dice
que esta teoría no basta para explicar la propiedad, porque solo confiere la posesión que
transforma en propiedad mediante el trabajo. Para nosotros la teoría del trabajo como
fundamento de la propiedad no puede ser fácilmente rechazada, en razón de que nadie puede
negar que el trabajo, cuando es digno y libre, sea la fuente más fecunda de riqueza.

TEORÍA DE LA LEY

Para esta teoría, el Derecho de propiedad solo es generado o creado por la ley. Se sostiene que la
ley puede constituir o fundamentar la propiedad, disponiendo la renuncia y otorgando un título de
goce a uno solo. Esta teoría la advertimos como eficiencia solo en cuanto a la regulación positiva
que requiere de la propiedad, que no deja de ser creación humana. Tiene estrecha vinculación con
la teoría del contrato social, por cuanto es la ley que regula cómo funcionan normativamente los
actos de constitución de la propiedad y su intercambio. Entre sus defensores tenemos a
Montesquieu, Roberpiere, J. Benthan. Este último decía que, “la ley no dice al hombre trabaja y yo
te recompensare, sino que le dice trabaja, y los frutos de tu trabajo, es la recompensa natural y
suficiente, que sin mi tu no podrías conservar, y yo te asegurare el goce de ellas, conteniendo la
mano que quisiera quitártelos. Si la industria crea, la ley es la que conserva. Si en el primer
momento se debe todo al trabajo, en el segundo y en todos los otros momentos todo se debe a la
ley. No hay propiedad natural, y que ella es únicamente obre de la ley”.

La crítica sobre esta teoría argumente que la ley servirá para reconocer la propiedad, resultando
impotente para crearlo, no explica cuál es el Derecho de propiedad ni cómo nació. El Derecho de
propiedad como todo Derecho fundamental seria anterior y superior a la ley humana positiva.

TEORÍA DE LA FUNCIÓN SOCIAL

Esta teoría ve en la propiedad no solo Derechos, sino Deberes de parte del titular o propietario. El
deber que nace de la propiedad está vinculado fuertemente con la persona del propietario, quien
es el que ejerce todos los Derechos que le asigna la ley, y correlativamente la norma jurídica
también le crea deberes, para que en el uso o la explotación del bien participe la sociedad. Se
debe entender por función social, a decir de Novoa Monreal, “como una fórmula de armonía que
intenta concordar los intereses del individuo con los de la sociedad toda, impidiendo que el
ejercicio del propietario pueda menoscabar o afectar en forma alguna el bien común”.

La función social de la propiedad, creemos que solo es una limitación a la propiedad, pues va más
allá de ser un principio, para llegar a ser concebida como una categoría axiológica, que vive en el
mundo axio-teleológico del Derecho, junto a la justicia, la seguridad jurídica, el bien común, la paz,
etc.
CARACTERES DE LA PROPIEDAD

La propiedad civil o urbana es propiamente la que nos ocupa, pero ella tiene una gran injerencia
doctrinal y positiva en las otras propiedades (especiales), las cuales tienen notables diferencias de
aquella (urbana), sea por los sujetos, contenidos, objetos o caracteres, como ocurra con la
propiedad agraria, la propiedad comunal (comunidades campesinas), la propiedad minera, la
propiedad horizontal, la propiedad de autor, la propiedad de aguas. La doctrina es uniforme al
señalar los caracteres del Derecho de propiedad, como el de ser absoluto, exclusivo y perpetuo;
pero también algunos le atribuyen la elasticidad, la plenitud y la existencia autónoma.

ES ABSOLUTO

Este carácter de la propiedad emerge por ser un Derecho completo o pleno al reunir en el titular
todo el conjunto de poderes jurídicos, como le atribuye nuestra ley civil (artículo 923).el carácter
absoluto Del Derecho de propiedad debe entenderse con las puntuaciones siguientes.

Como relativo, por la influencia del interés social y del orden público.

Que no permite el abuso del Derecho de propiedad (uso injusto de la propiedad), por las
restricciones o limitaciones del Derecho de propiedad, las que son reguladas por la constitución y
las leyes.

Que jurídicamente nada, en el sentido estricto de la palabra, es absoluto; porque todo en el


Derecho como obra humana es relativo. Es más, porque los conceptos de las ciencias sociales, el
Derecho es parte de ellas, son siempre relativos.

ES EXCLUYENTE

Se dice que el Derecho de propiedad es de carácter excluyente, porque el que ejerce el Derecho
de propiedad excluye a los demás de todas las facultades que la ley de confiere, no pueden ejercer
dos personas el Derecho de propiedad sobre un mismo bien; excepto en la copropiedad, en la cual
hay propiedad en común por dos o más personas sobre un mismo bien, sin ejercer propiedad
determinada sino indeterminada o por cuotas ideales. El carácter que nos ocupa también es
indeterminada o por cuotas ideales. El carácter que nos ocupa también es conocido como
exclusivo en razón de que jurídicamente no es admisible como se ha dicho la existencia de dos o
más dueños sobre un mismo bien; de ahí que junto a la exclusividad de la propiedad resulta
enérgica e indesligable la presencia de las pretensiones que protegen el Derecho de propiedad,
como la reivindicatoria, la declarativa del mejor Derecho a la propiedad, el deslinde, etc.
ES PERPETUO

La propiedad se trasmite de una persona a otra, por el fenómeno del intercambio y la dinamicidad
patrimonial de los bienes, ya sea por sucesión universal o por actos inter vivos. Aquí no nace un
nuevo Derecho tomado al sucesor o al adquirente, el Derecho es el mismo, como dice Mazeaud”
el Derecho de propiedad subsiste, tan solo cambia de titular del Derecho de propiedad”. Por su
parte Colín y Capitán, cuando se ocupan del carácter perpetuo de la propiedad, expresan “qué
hemos añadido la característica de que el Derecho de propiedad es perpetuo. Esto no significa que
la propiedad de una cosa pertenezca siempre al mismo titular, el propietario puede morir,
entonces transmite su cosa a su heredero o a un legatario, y estos pueden enajenarla a favor de
otro individuo. Pero el Derecho en sí mismo no está destinado a extinguirse, más al contrario, se
perpetúa al transmitirse”.

OBJETO DE LA PROPIEDAD.

Son objetos del Derecho de propiedad, los bienes inmuebles que se hallan enumerados en el
artículo 885 del Código Civil, y los demás bienes a los que la ley les confiere tal naturaleza. Los
bienes inmobiliarios adoptan también la denominación de predios que clasifican en dos grandes
áreas: urbanos y rústicos o rurales. Son, asimismo, objeto del Derecho de propiedad los bienes
muebles señalados taxativamente en el artículo 886 del Código Civil; y como expresa la parte in
fine de este dispositivo, los demás bienes no comprendidos en el artículo 885 del Código Civil.

De manera general, como objetos del Derecho de propiedad, tenemos los siguientes:

Los bienes inmuebles y muebles, que son de naturaleza corporal o de existencia real, se
encuentran taxativamente en los artículos 885 y 886 del Código Civil, en concordancia con los
artículos 2088 (Derechos sobre bienes corporales ), 2092 (Derechos reales en medios de
transporte) y 2093 (Derechos reales relativos a obras intelectuales) del mismo cuerpo normativo.

Los bienes inmateriales como la propiedad intelectual, la industrial, etc.

Tienen regulación especial (lex specialis), conforme dispone el artículo 884 del Código Civil, en
concordancia con los artículos 923, 2092 y 2093 del mismo código.

EXTENSIÓN DE LA PROPIEDAD

La determinación de la extensión de la propiedad es con relación al objeto de la misma. Cuando se


trata de bienes muebles, estos no presentan mayor dificultad porque se hallan debidamente
definidos, determinados o delimitados por sus extremos o contornos; en cambio, en la
determinación de la extensión del objeto de la propiedad inmobiliaria adquiere relevante
importancia por la propia complejidad que presenta; lo que se quiere decir es, que la
determinación del suelo con sus limitaciones hacia el espacio aéreo y el subsuelo para algunos son
extensiones comunes, por tanto, no son posibles de apropiación. Hoy es difícil concebir, que la
propiedad se extiende para arriba hasta el cielo, y por abajo hasta el centro de la tierra. En la
actualidad se adoptan criterios razonables en la utilización del sobresuelo o espacio aéreo y del
subsuelo, es decir, son apropiables hasta donde es posible obtener beneficios económicos por el
propietario.

Los límites de la propiedad no son sino, las exigencias del interés económicos de su titular, bajo las
limitaciones y prohibiciones que establezca la ley fundada en el interés de la colectividad. En
consecuencia podemos establecer el siguiente:

Que la propiedad del suelo se extiende por el espacio y por el subsuelo hasta donde sea requerido
por el interés del propietario en relación al uso que se puede hacer del fundo, que se trate en las
condiciones actuales del arte y de la industria humana.

Que no se pueda prohibir al propietario, que una aeronave que atraviese la región aérea que se
levanta sobre su finca o que se abra un túnel en la montaña donde radica su fundo.

Que la extensión de la propiedad sobre los bienes inmuebles abarca a todo lo que sea posible de
apropiación y de utilidad.

Que los bienes de los inmuebles en el plano horizontal se determinan mediante el deslinde y la
operación de la demarcación con la colocación de hitos o el amojonamiento (en predios rurales)

Que el plano vertical de la extensión de la propiedad es hacia arriba (espacio aéreo o sobresuelo),
o hacia abajo (subsuelo).

La propiedad se extiende a todo lo que es susceptible de apropiación.

Se exceptúan las riquezas del subsuelo.

Considero que el contenido de la esencia del Derecho de propiedad no solo puede determinarse
únicamente bajo la óptima de los interés particulares, es decir como un derecho subjetivo
(Derecho individual, sino que se le debe tomar en cuenta en una dimensión de una función social,
que se le dota al propietario no solo un Derecho sobre su propiedad, sino que se le impone a su
titular el deber de explotar el bien de acuerdo a su destino natural en la economía.

ELTÍTULO DE PROPIEDAD.

En sentido extrínseco se denomina título al documento que evidencia la forma como se adquirió la
propiedad de un determinado bien. Es la justificación del Derecho y prueba una relación jurídica
real, esto es entre una persona con una cosa determinada.
La forma más común de adquirir la propiedad, es por su trasmisión, sea por herencia (mortis
causa) o por acto entre vivos. La propiedad originaria solo puede ocurrir respecto de cosas
derrelictas, esto es aquellas que no tienen dueño.

De las formas de trasmisión entre vivos, el contrato de compra venta es el más frecuente,
mediante este contrato, una persona (comprador) adquiere la propiedad de un determinado bien,
pagando al vendedor el precio convenido en dinero.

Por ser un contrato consensual se forma por el solo acuerdo de las partes contratantes en los dos
extremos o puntos fundamentales de este: la identidad del bien a transferir y el precio a pagar, y
para que conste se redacta un documento, que puede ser privado pero que, generalmente, ´por la
seguridad de las operaciones, se hace constar en escritura pública extendiendo en el Registro de
un Notario Público (protocolo), la que constituye el título de propiedad del comprador. El notario
expide copias certificadas de esa escritura, que se denomina testimonio, cuantas veces se le
solicite.

Si el Derecho de propiedad se inscribe en el Registros de la Propiedad Inmueble, además gozara de


la protección jurídica que otorga la publicidad, se presume de pleno Derecho, esto es sin admitir
prueba en contrario, que todos tenemos conocimiento del contenido de las inscripciones
efectuadas en ese Registro. El propietario tiene derecho a poseer y para asumir la posesión del
bien puede ejercer la acción reivindicatoria, que por su carácter real se dirige contra la misma cosa
y se ejerce contra todos aquellos que la posean sin título.

LA PROTECCIÓN DE LA PROPIEDAD

El reconocimiento del Derecho de Propiedad es por si solo insuficiente para garantizarlo, de ahí
que se hayan dado normas para protegerlo, tanto en el orden penal, como en el civil.

En el orden penal, quien se apropia de un inmueble, destruye o altera sus linderos, incurre en el
delito de usurpación; y tratándose de bienes muebles, se presentan los delitos de hurto, robo,
abigeato, apropiación ilícita, receptación, etc. En todos los casos el bien jurídico protegido es la
propiedad, de tal manera que la sentencia condenatoria deberá ordenar la restitución de la cosa.
La acción penal correspondiente es de naturaleza pública, pues interesa a toda la sociedad y al
Estado la persecución y sanción del infractor. El respeto a la propiedad, sea pública o privada, es
uno de los factores que asegura el desarrollo económico.

En el campo civil, y como se ha escrito líneas, la sanción del Derecho de propiedad es la acción
reivindicatoria, que se ejerce el propietario de la cosa contra el poseedor no propietario. La
Propiedad intelectual y la Marcaria tienen otros mecanismos de protección.
LA ACCIÓN REIVINDICATORIA

Es la acción que tiene el propietario no poseedor contra el poseedor no propietario. Es por tanto la
acción real por excelencia, se refiere a la relación del propietario con la cosa.

El propietario, normalmente, adquiere la posesión de la cosa mediante la trasmisión que le hace


quien está en posesión del bien, como consecuencia de un contrato o por sucesión. Pero cuando
es despojado de su posesión, o adquiere un bien que se encuentra en posesión de un tercero sin
título para poseer, la manera como recobra la posesión es mediante el ejercicio de la acción
reivindicatorio, que supone la exhibición del título de propiedad sobre el bien, pues esta acción
está reservada al propietario.

En consecuencia, el poseedor será siempre el demandado. Si el demandante no prueba su


Derecho de propiedad con título firme, funcionara a favor del demandado la presunción de
propiedad derivada de la posesión que ejerce. No debe iniciar acciones de reivindicación con

títulos imperfectos, pues ala rechazarse la demanda se habrá perdido la propiedad del bien a favor
del demandado, quien obtendrá en la sentencia el título, que tal vez, no tuvo antes de ser
demandado.

Algunos fallos judiciales en proceso de reivindicación, cuando ha resultado que el demandado


también tienen algún título, se han inhibido de pronunciarse y remitido la solución a un nuevo
proceso sobre mejor Derecho, para definir cuál es el título que debe prevalecer, lo cual a nuestro
parecer constituye un error, pues al tramitarse la reivindicación por los causes del proceso de
conocimiento, que es el más amplio, y donde las partes ha exhibido los títulos de propiedad que
tienen, entonces hay prueba y margen suficiente para que el mismo proceso se decida cuál es el
mejor título y se conceda o niegue la acción reivindicatoria. No tiene objeto remitir a los litigantes
a un nuevo proceso para determinar en forma previa el mejor título y Derecho y, luego, a un
tercer proceso de reivindicación. Esto es lo que aconseja la economía procesal y la necesidad
perentoria de administrar justicia y restablecer la paz social.

Es necesario señalar que la doctrina tradicional divide en dos grupos las acciones que protegen el
dominio: las acciones reales y las acciones personales, cuyos antecedentes más remotos los
encontramos en el Derecho Romano, en donde se conoció esta división como la actio in remen
contraposición a la actio in personam, de las que se derivaron los Derechos in remy los Derechos
in personam, respectivamente (von Humboldt, citado por Godenzi, 2006).

De lo anotado anteriormente se desprende que existen, pues, diferencias fundamentales entre


los Derechos reales y los Derechos personales, entre las que podemos mencionar, según a Godenzi
(2006), a las siguientes:
EN CUANTO AL NÚMERO DE ELEMENTOS

El Derecho real presenta únicamente dos elementos, el sujeto (titular del Derecho), y el bien, por
lo que se afirma que el Derecho real es el poder directo e inmediato que ejerce una persona sobre
un bien, originando así una relación directa entre dicha persona y dicho bien. El Derecho personal,
en cambio, se compone de tres elementos: el sujeto activo, el sujeto pasivo y el objeto o la
prestación, estableciéndose una vinculación entre ellas y quedando el sujeto pasivo obligado a
efectuar una prestación específica.

EN CUANTO A LA OPONIBILIDAD

El Derecho real es un Derecho absoluto, es decir, oponible erga omnes, por ejemplo todo tienen la
obligación de respetar mi propiedad, en cambio, el Derecho personal es un Derecho relativo, ya
que solo es exigible al sujeto pasivo.

EN CUANTO AL MODO DE EJERCICIO

En el Derecho real, el objeto se obtiene directamente, sin ningún intermediario; en cambio, en el


Derecho personal el objeto se alcanza por medio de otra persona.

EN CUANTO AL NÚMERO

Los Derechos reales tienen un número limitado (numerus clausus), ya que solo pueden ser creados
taxativamente por la ley, así lo señala nuestra norma sustantiva civil en el artículo 881; en cambio,
los Derechos personales pueden crearse ilimitadamente (numerus apertus). De lo anterior se
desprende que en los primeros se trata de normas de orden público, mientras que en los
segundos, prima el principio de la libre autonomía de la voluntad.

EN CUANTO A LA DETERMINACIÓN DEL BIEN

los Derechos reales se refieren a bienes corporales e individualmente determinados, la propiedad


"A", el usufructo "B", la hipoteca "C", en cambio, los derechos personales están referidos a objetos
inmateriales.
EN CUANTO AL IUS PREFERENDI

El Derecho real confiere a su titular un Derecho de preferencia frente al que tiene un Derecho
crediticio, y además establece la primacía ante otro Derecho similar, según su antigüedad. Los
Derechos crediticios no poseen esta característica, pues todos están en igualdad de condiciones.

EN CUANTO AL IUS PERSEQUENDI

El Derecho real otorga a su titular el Derecho de persecución sobre el bien, por lo tanto es
oponible a cualquier tercero que lo posea (excepto en los bienes muebles poseídos de buena fe
que Son irreivindicables), en cambio, los Derechos personales no tienen esa naturaleza "rei
persecutoria”.

Como consecuencia de lo anteriormente anotado se desprende, pues, que los Derechos reales
dejan expedito a su titular para invocar una acción real que le hará reivindicar el bien contra
aquella persona que lo tenga en su poder; en cambio, los Derechos personales solo se dirigen
contra el obligado, quien deberá cancelar su obligación. En el Derecho obligacional la acción nace
con el Derecho mismo, en el real la acción nace de la violación de él.

El artículo 927 consagra como una característica propia de los Derechos reales, la potestad
inherente del propietario para restituir a su dominio un bien de su propiedad a través de la
llamada acción reivindicatoria. En principio, la palabra “reivindicación” tiene su origen en las voces
latinas res, que significa “cosa” y “vindicare”, que significa “reclamar todo aquello que se ha
desposeído”, vale decir que, etimológicamente, esta acción persigue la restitución de un bien.

De lo anotado anteriormente se colige que existen requisitos necesarios para la procedencia de


esta acción, entre los que podemos mencionar:

Que el demandante o titular del Derecho tenga legítimo Derecho de propiedad sobre el bien que
pretende reivindicar.

Que el legítimo propietario o titular esté privado de la posesión del bien.

Que se trate de un bien inmueble determinado, preciso e identificable.

Estos requisitos nos llevan a determinar que el fundamento de la acción reivindicatoria no es otro
que el poder de persecución y la inherencia del Derecho a la cosa, propios de todo Derecho real y
muy en particular del Derecho de propiedad.
LA PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA DE DOMINIO

Para Ramírez (2004) es un modo de adquirir la propiedad (o de aun otro Derecho real) por medio
de la posesión continua, pacífica y pública, a título de dueño y por el tiempo (plazo) fijado por ley.
De la misma manera para Musto (2000)la adquisición del dominio (u otro Derecho real) por la
posesión (stricto sensu) continua e interrumpida, publica y pacífica, por el plazo que fija la ley. El
plazo varía según que, además de los elementos mencionados, se agreguen los de justo título y
buena fe (diez años) o que falten ambos o alguno de ellos (veinte años).

Según Mazeaud (citado por Ramírez, 2004) es la adquisición, por el poseedor de una cosa, del
Derecho de propiedad o de otro Derecho real sobre esa cosa, por efecto de la posesión
prolongada.

Para Cuadros (1995) la prescripción es el modo de adquirir la propiedad por la transformación de


la posesión en Derecho de propiedad debido al transcurso del tiempo.

Según Diez-Picazo y Gullón (1979, citado por Hinostroza, 2008), la usucapión es un caso particular
de la prescripción, cuya finalidad consiste en ser un medio de protección de aquellos adquirentes
cuya adquisición fue irregular o derivada de un non dominusy a quienes se protege por
consideraciones de seguridad pública convierten la apariencia iurisen realidad jurídica y hacen
objetivamente inadmisible la acción del verus dominus. Rotindi (1953, citado por Hinostroza,
2008) define a la usucapión como la adquisición de un Derecho mediante la posesión continuada
durante el período determinado por el legislador y que varía según los casos; es un modo de
adquisición a título originario porque la adquisición se produce independientemente de cualquier
relación de hecho y de Derecho con el titular anterior.

La Corte Suprema de Justicia de la República, en relación a la configuración adquisitiva o


usucapión, ha establecido lo siguiente.

La usucapión puede definirse como una investidura formal mediante la cual una posesión se
transforma en propiedad. Es pues algo más que un nuevo medio de prueba de la propiedad o un
mero instrumento al servicio de la seguridad del tráfico, es la identidad misma de la propiedad
como investidura formal ligada a la posesión.

La propiedad del inmueble se adquiere por prescripción mediante la posesión continua, pacífica y
pública como propietario durante diez años, reconociéndose de ese modo que la usucapión es un
modo de adquirir la propiedad de un bien inmueble ajeno mediante la posesión ejercida sobre el
mismo durante plazo indicado en la norma.

La prescripción adquisitiva de dominio constituye una forma originaria de adquirir la propiedad de


un bien, basada en la posesión del bien por un determinado lapso de tiempo cumpliendo con los
requisitos exigidos por la ley, lo que implica la conversión de la posesión continua en propiedad.
La prescripción adquisitiva es el modo de adquirir el dominio y demás Derecho reales poseyendo
un bien mueble o inmueble durante un lapso y otras condiciones fijadas por la ley; es decir, la
conversión de la posesión continuada en propiedad.

La institución de la prescripción adquisitiva, es la consolidación de una situación jurídica por efecto


del transcurso del tiempo, convirtiendo un hecho en Derecho, como lo es la posesión en
propiedad.

El Derecho adquirir por usucapión es constitucional por tanto irrenunciable.

NATURALEZA JURÍDICA

Para Ramírez (2004) el fundamento reside en la incuria que el (anterior) propietario pone en el
ejercicio del propio Derecho, en contra de la ajena actividad del goce que se manifiesta en la
prolongada y no interrumpida posesión y que sirve para poner en valor, con beneficio para la
generalidad, el bien que ha dejado inactivo o infructuoso el propietario.

Se tiene un gran interés con respecto a la usucapión, en la medida que constituye uno de los
soportes o fundamentos cardinales de todo el sistema jurídico. Otorga seguridad a las personas.
De hecho contribuye, asimismo, a la paz social, de otra parte, que constituye la medida de la
prueba de la propiedad, establece sus límites.

Cuadros (1995) sostiene que la naturaleza jurídica de la prescripción es un modo originario y


derivado de adquirir la propiedad, sostiene que es mixto, porque cuando se trata de la
prescripción larga o extraordinaria, no es necesario el título, consiguientemente puede ser
originaria la posesión para prescribir. Pero para que opere la prescripción corta, propiamente la
usucapión, es necesario el título adquisitivo que implica la tradición del bien y la transmisión del
Derecho.

FUNDAMENTO Y FINALIDAD

El fundamento de la prescripción adquisitiva reposa en un principio de puro Derecho. Se trata de


una institución establecida en base a la equidad e interesa a la sociedad conservar el principio de
seguridad del dominio, como presupuesto necesario de la paz social, evitando conflictos en el área
dominial.

Señala López (citado por Arias-Schreiber, 1993) que la prescripción estabiliza las relaciones
jurídicas, las torna intachables; les concede firmeza, solidez, borrando todo rastro de indecisión y
de incertidumbre. De no ser así, lo que no tuviera término crearía un inconveniente estado de
alarma y de intranquilidad en la vida social. Por ella, se convierte en titular del Derecho aquel que
por muchos años se desenvolvió como si realmente lo fuera; se otorga valor al hecho del que fue
dueño del bien, que se abstuvo de hacerlo producir, con daño no solo para el mismo, sino de la
colectividad. Su fundamento, es, todavía en la actualidad el que ya señalaba Gayo: que la
propiedad de la cosa no quedará en incertidumbre demasiado tiempo. Existe la necesidad de
asegurar la estabilidad del derecho de propiedad, de que el dominio no se mantenga
permanentemente incierto. Pese a que muchos.

Para Cuadros (1995) se fundamenta en tres razones fundamentales:

La necesidad de organizarla propiedad sobre la base de títulos conocidos, que no sería posible si
acaso tuviese que producirse la prueba diabólica de la propiedad hasta el primer adquirente. La
prescripción determina entonces el efecto de poder considerar el plazo máximo de ella, como el
origen de la propiedad.

Existe en principio una amplia y profunda razón que justifica la prescripción: la utilización de los
bienes y su servicio social. Por eso, más que el dueño que tiene un título y no explota un bien, será
dueño quien lo usa y hace producir. Entre el propietario que no usa su propiedad y en cuyo
abandono se encuentra una presunción de desapoderamiento y el poseedor que lo explota
continua e ininterrumpidamente, sin reclamo del dueño, la ley decide por transformar a este en
dueño.

La prescripción tiene también por objeto perfeccionar el título del adquirente; no es solamente la
que se concede al poseedor, sino al propio dueño. Tal es el caso de la prescripción corta.

PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA ORDINARIA

Adquieren los bienes inmuebles por prescripción adquisitiva ordinaria quienes lo han poseído
como propietarios durante cinco años por periodo continuo, pacífico y público, si es que esta
posesión se le añade el justo título y la buena fe. Si bien nuestro código civil no ha consignado la
denominación “prescripción adquisitiva ordinaria”, por el contenido está regulado en el artículo
950, segundo párrafo (en el caso de los bienes muebles), haciendo referencia a la clasificación que
hace la doctrina.

La prescripción adquisitiva corta, ordinaria o leve, como también se le conoce, tiene por objeto
favorecer a todos aquellos que creyéndose en justicia propietarios no son tales por razones ajenas
a su voluntad y previsión. Dicen Planiol y Ripert “que la prescripción de diez a veinte años tiende a
subsanar en cuanto el verdadero propietario, el vicio que resulta del hecho de no tener la
propiedad aquel de quien el poseedor haya obtenido su Derecho. La ley, como especial
consideración en favor del tercero que ha recibido un inmueble a “non domini”, le asegura, al
cabo de un breve plazo, la situación que hubiera tenido si hubiera tratado con el verdadero
propietario.
Requisitos de la prescripción adquisitiva ordinaria son:

POSESIÓN CONTINUA Y A TÍTULO DE PROPIETARIO

Según Villanueva (2008) a este primer elemento, se deberá aplicar el contenido de la posesión
sustentada en la teoría de Ihering, y luego, en segundo plano, la presunciones de posesiones del
tiempo intermedio entre la posesión actual y la anterior y la continuidad de posesión la de aquel
que le transmitió el bien e inclusive la presunción de propiedad, no sin antes haberse probado la
posesión en su real contenido y dimensión. De allí que esta posesión continúa tiene que ser:

En concepto de propietario, es decir, la posesión continua debe ejercerse en base a los poderes
facticos del Derecho de propiedad.

Publica, no basada en actos clandestinos.

Pacifica, obtenida sin violencia.

No interrumpida, la interrupción de la posesión está referida a la supervivencia de un hecho que,


destruyendo algunas de las condiciones de la usucapión (permanencia de la posesión, inacción del
propietario anterior) corta el curso de aquella, haciendo inútil el tiempo obtenido. Es interrupción
natural cuando hay lugar a la propia perdida de la posesión. Y hay interrupción civil cuando ocurre
la reclamación del propietario.

En síntesis, habrá posesión continua: a) cuando ella se tiene o ejerce sin interrupción, b) cuando la
interrupción es menor de un año, o C) cuando durando más de un año, esta le es restituido por
sentencia.

POSESION PACIFICA

La posesión para la usucapión también tiene que ser pacifica porque una posesión adquirida o
mantenida por todo en tiempo de la prescripción por medio de la fuerza o la violencia no permite
la adquisición del Derecho, habiéndose entender por violencia no solo las vías de hecho sino
también la violencia moral.

Las prescripción adquisitiva de bienes poseídos por la fuerza o por la violencia, no comienza sino
desde el día en que se hubiese purgado el vicio de la posesión, lo que a nuestro juicio sucede al
haber cesado la fuerza o la violencia, porque es solo acabo de ese tiempo que el poseedor vicioso
no tendrá contradictor en su posesión, al haber perdido el despojado la acción posesoria que le
hubiera permito recuperar el bien.

Es la posesión libre o exenta de violencia. Ello implica que tanto la adquisición como la continuidad
o continuación de la posesión. Deben fundarse en la no utilización de la fuerza o violencia. Se
excluye a la fuerza tanto material o física como la moral. Por ello la pacificidad se entiende como
lo opuesto a la violencia.
POSESIÓN PÚBLICA

La posesión pública como requisito de la prescripción adquisitiva o usucapión es trata por


Hernández (citado por Hinostroza, 2008) tal como lo señala:

Hay una cierta redundancia al añadir a la palabra posesión la palabra pública porque a la posesión
le es inherente una función de publicidad. Toda la teoría de la posesión muestra a esta como una
exterioridad o una exteriorización. La posesión es visible, perceptible sensorialmente. Mucho más
que los derechos o que el propio Derecho a la posesión.

En esa asequibilidad que tiene para ser captada desde fuera descansa en gran medida la razón de
ser de la protección. El mundo de los derechos se revela mucho menos al exterior y tiene un
trasfondo de interioridades que son siempre las decisivas. La función de legitimación, fundada en
la apariencia, que desempeña la posesión, descansa en la publicidad que le es implícita. Los
efectos jurídicos más importantes derivados de la posesión, que la trascienden hasta el punto de
engendrar derechos, descansan en lo que la posesión muestra y en la creencia que funda en los
observadores de buena fe. Por eso se equipara en algunos aspectos la publicidad posesoria a la
publicidad registral. El propio adquirente por usucapión reputa al transmitente con poder de
disposición en virtud de la que aparece al exterior.

DEBE EXISTIR JUSTO TÍTULO

El justo título es la causa eficiente para trasmitir el dominio creado por quien carecía de Derecho
de propiedad sobre el bien, o por quien carecía de capacidad para trasmitirlo válidamente. Es
pues, un título imperfecto, más que un “justo título”, denominación que censuramos por el error y
la contradicción entre lo justo y lo imperfecto o incompleto (Cuadros, 1995). Deriva de un acto
jurídico que implica una propiedad aparente ya que da la impresión de transferencia real del
dominio, sin embargo el disponente no tiene condiciones de propietario (Velásquez, 2004: 137).
Quiere decir un instrumento de orden legal destinado a la transmisión de la propiedad (la
compraventa, permuta, partición, dación en pago, el aporte a la formación de capital de una
sociedad, la herencia y el legado, entre otros).

El justo título para la usucapión ordinaria debe ser cualquier acto o negocio jurídico dirigido a la
adquisición, debe tratarse de un acto traslativo cuya finalidad sea la salida de un bien del
patrimonio de otro. Por esta razón, se descarta el testamento, y más todavía la sucesión intestada
o legal, ya que los actos por causa de muerte individualizan al adquirente, antes que producir
realmente un traslado del Derecho, por lo que para estos fines no se consideran un acto traslativo.

En consecuencia, el justo título será cualquier acto o negocio jurídico a título particular (no
universal, como la herencia) cuya finalidad sea la transferencia de la propiedad, siempre que sea
válido, por lo que su único defecto está circunscrito a la falta de poder de disposición del
transmitente. Por tal motivo, el defecto del título será subsanado a través de la posesión como
buena fe por el plazo correspondiente.

En buena cuenta, el titulo debe ser “justo”, es decir, legalmente suficiente para transmitir la
propiedad por sí solo, con la única deficiencia de la falta de titularidad del sujeto disponente. En
realidad la palabra “justo” produce una falta percepción de las cosas, pues si un título es justo se
supone que produce la transferencia dominical; el termino exacto seria que el negocio jurídico
debe ser “ajustado” a Derecho, en el entendido que, en abstracto, es suficiente para transmisión
del dominio; pero en el caso concreto ese efecto no se realiza por cuanto el enajenante no es
propietario del bien, esto es, carece de poder de disposición. El título es justo ( o” ajustado”)
desde la perspectiva obligacional, pues los deberes de las partes, resultantes del negocio, están
pre ordenadas para conseguir la adquisición de la propiedad; pero no desde el ámbito jurídico-
real, pues la ausencia de poder de disposición hace que no se transmita el dominio. En buena
cuenta, el “justo título “se mide desde la situación obligatoria, pero no desde la real.

REQUISITOS DEL JUSTO TÍTULO

Según Arias-Schreiber (1993) los requisitos o características que debe reunir el justo título son:

Ser un acto traslativo de dominio, como son la compraventa, la donación y otros análogos. No
deberá confundirse el acto jurídico con el documento que lo representa (artículo 225 CC)

Este acto jurídico no debe estar sujeto a una causal de nulidad absoluta, pues en este supuesto
carecería de idoneidad y no sería por lo tanto, justo.

Debe tener existencia real, efectiva. No tienen el carácter de justos los llamados “títulos
putativos”, que son aquellos que sólo merecen existencia en opinión de quienes lo alegan.

Debe probarse, pues no se presume. Si la prueba es del hecho de la usucapión en sí,


corresponderá a quien alegue que se ha producido. Y habrá de demostrarse que se dieron todos
los requisitos que la usucapión exija.

Por otro lado tenemos además que debe reunir:

JUSTO

Porque debe ser legalmente suficiente para transferir la propiedad.

VERDADERO

Que tenga existencia real, no valiendo ni el título simulado que perjudique a terceros, ni el título
putativo que debe ampararse en la usucapión extraordinaria (Contreras, 2008).

Para Gonzales (2013), el justo título debe ser verdadero, porque el acto o negocio jurídico debe
tener existencia real, no aparente; y, además, no tratarse de un título simulado.
VALIDO

Que el acto no sea jurídicamente nulo, sino que tenga plena validez. Siendo válido en sí, pero
incapaz para trasladar la propiedad, vendrá la usucapión a favorecerlo y ayudarlo haciendo que
realmente dicha propiedad se adquiera. La validez no tiene nada que hacer con la perfección del
acto jurídico, pues en este caso, serian verdaderos propietarios, y la usucapión no tendría lugar.

PROBABLE

Porque el justo título no puede presumirse.

BUENA FE

El poseedor deberá haber actuado de buena fe, esto es, teniendo la convicción de ser el legítimo
propietario del bien que posee. Conviene señalar que la buena fe no constituye simplemente un
estado anímico o subjetivo, sino que debe corresponder a un elemento causal, objetivo, cual es el
justo título del que tratamos anteriormente. La buena fe presupone este título y se apoya en él.
Faltando el justo título no existiría explicación racional de fenómenos anímicos. Reiteramos que el
justo título es un requisito fundamental. Por él se controla la libre expresión de un estado de
certeza que es, según se dijo, de naturaleza subjetiva y que de otro modo conduciría a
innumerables problemas, por su imposibilidad de comprobación.

La buena fe, es la convicción que tiene el adquiriente de la legitimidad de su título, es decir, que
presuma adquirir válidamente, de quien considere dueño. Esta presunción obedecerá a error de
hecho o de Derecho. Consiguientemente, no habrá buena fe, si a sabiendas que quien no es dueño
transfiere el bien se adquiere o si a sabiendas que el vendedor es menor de 18 años y carece de
capacidad absoluta se adquiere. De acuerdo a las normas de posesión de buena y mala fe, la
buena fe durará mientras el poseedor presuma en la legitimidad de su título y esa presunción
acabará en cuanto el poseedor tenga elementos que demuestren su ilegitimidad o sea emplazado
a juicio.

PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA EXTRAORDINARIA

Si faltan los dos elementos justo título y buena fe, que componen la prescripción adquisitiva
ordinaria, entonces, recibe el nombre de prescripción adquisitiva extraordinaria, debiendo estar
siempre presente el elemento basado en la posesión continua como propietario, siendo que
nuestro Código Civil vigente para esta clase de prescripción la extiende desde los cinco años a los
diez años.

La prescripción larga o decenal, llamada extraordinaria. Encuentra su origen en la prescripción


longi temporis del Derecho romano. Es modo originario de adquirir la propiedad; aunque sea ser
derivativo cuando el poseedor actual suma su posesión a las posesiones anteriores para invocar la
prescripción. Sus elementos son: posesión y transcurso del tiempo legal. Ya hemos dicho que la
posesión prescriptora es la que se ejercita a título de dueño directa o inmediatamente, o indirecta
o mediatamente Consiguientemente si el poseedor es mediador de la posesión ajena, como el
arrendatario, el depositario, el usufructuario, no podrá invocar la posesión para ganar la
prescripción.

La usucapión extraordinaria (o larga) tiene como antecedente la llamada “prescripción por largo
tiempo” (longi temporis praescriptio), cuyo fundamento no solo se encuentra en subsanar la falta
de poder de disposición del transferente, pues, con esta figura se logra subsanar cualquier defecto
del título, o incluso se consuman adquisiciones sin título. Por tanto, la usucapión extraordinaria es
el remedio último para regularizar situaciones de hecho alargamente consolidadas por el paso del
tiempo, y en las que se toma en cuenta los requisitos de orden jurídico-formal, pues basta la
posesión continua, pacífica y como propietario. En este caso, lo único que juega es la apariencia
fáctica y su continuidad, mas no la apariencia legal; por lo que la posesión de larga data, sin
requisitos legales de orden formal, puede convertirse en el mejor título.

La usucapión no está pensada para proteger al poseedor de mala fe, sino a cualquier poseedor
cuya apariencia sea compatible con comportamiento análogo al de un titular, según el ámbito
social en el cual se desenvuelve, y al margen de cualquier condicionamiento jurídico-formal. En
efecto, es perfectamente posible que un poseedor cuente con buena fe-psicológica, esto es, que
íntimamente haya actuado conforme a derecho, pero en realidad su conducta fuese negligente,
por lo que en el estricto marco jurídico tendrá mala fe.

Así, la persona que debió conocer un hecho, y no lo hizo, se reputa que es un actor jurídico
malicioso. El caso típico es el sujeto que compra a un titular presunto, al que todos aprecian como
tal, pero en realidad no lo es, ya que existe un tercero inscrito en el registro en calidad de
propietario. Ello hace descartar, en principio, la buena fe del adquirente. Pues bien, no caben
dudas que este último actuó con el convencimiento de que su situación era regular, pero un
formalismo de índole legal destruye su íntima honestidad, y la reemplaza por una social
deshonestidad. En estas hipótesis, y en muchas otras análogas, sería muy duro que el poseedor no
pueda convalidar su situación ante el mundo del derecho; y que, por tal circunstancia, quedase
imposibilitado de llegar a ser dominio.

Bien puede decirse que la posesión por un plazo muy extendido hace innecesario la buena o el
título, pues el transcurso del tiempo es mejor aliado para borrar el pasado y consolidar el
presente. En forma metafórica se alega que el poseedor de la usucapión extraordinaria ya no
necesita exhibir título alguno; de manera similar al poseedor que no necesita invocar derecho
alguno para mantener o conservar su estado a través de los interdictos. Algunos códigos civiles,
como el chileno y el colombiano, llegan a establecer la ficción que el plazo extraordinaria hace
“presumir la buena fe”, lo que en realidad significa que el poseedor ya no necesita probar la
existencia de título alguno, y que su adquisición queda consumada. . (Gonzales, 2013)
BIENES PRESCRIBIBLES E IMPRESCRIBIBLES

La usucapión funciona tanto sobre los bienes inmuebles cuando sobre los muebles, siendo
diversos los períodos de posesión que se exigen para usucapir ambas clases de bienes. Empero, en
cuanto a los segundos, el campo de aplicación es muy reducido, pues ya se ha explicado la regla
según la cual la posesión de buena fe de los muebles, crea o equivale a la propiedad (artículo 948
CC).

Los bienes que no pueden ser objeto de propiedad privada no son susceptibles de posesión, y por
ende, de usucapión. Sucede así con los bienes muebles e inmuebles de dominio público del
Estado:

Los bienes de dominio público (artículo 73 de la Constitución)

.Los recursos naturales

Los yacimientos y restos arqueológicos, construcciones, monumentos, lugares, documentos


bibliográficos y de archivo, objetos artísticos y testimonios de valor histórico, expresamente
declarados bienes culturales, y provisionalmente los que se presumen como tales. Todos ellos son
patrimonio cultural de la Nación, independientemente de su condición de propiedad privada o
pública.

EFECTOS DE LA PRESCRIPCIÓN

Son efectos de la prescripción; otorgar el Derecho de propiedad sobre el bien prescrito sin título y
perfeccionar el título justo del bien adquirido. Estos efectos son retroactivos al día en que se inició
la prescripción. Este efecto puede ser susceptible de renuncia por quien tenga capacidad de
ejercicio y adquisición (artículo 1991 CC). Pero el derecho a prescribir es irrenunciable (Cuadros,
1995)

Para que la adquisición por prescripción produzca efectos contra el anterior dueño y contra
terceros, es necesaria que la sentencia declarativa del Derecho, sea inscrita en el Registro de la
Propiedad Inmueble. Sus efectos son:

Constituye título eficiente del Derecho de propiedad adquirido.

Cancela el Derecho inscrito del anterior propietario

De acuerdo a los principios del Derecho registral, la prescripción ganada producirá efecto contra
terceros solamente desde el día de la inscripción de la sentencia en el Registro de la Propiedad
Inmueble. El principio de retroactividad de la inscripción, hasta el primer día de posesión, no está
expresamente reconocido por la ley.
Es importante esclarecer los alcances del artículo 952 del Código Civil, en cuanto establece el
Derecho que tiene el adquirente por prescripción, de accionar para que se le declare dueño. El
esclarecimiento tiene por objeto dejar establecido que la propiedad se adquiere por prescripción,
merced al transcurso del tiempo y no merced a la sentencia que se expida en el juicio autorizado
por el artículo 952: “La acción reivindicatoria es imprescriptible. No procede contra aquel que
adquirió el bien por prescripción”. Según Cuadros (1995) esto se debe a que el artículo 927
establece que la acción de reivindicación es imprescriptible, el propietario al ser emplazado con la
demanda de prescripción, podría muy bien oponerse a ella reclamando su Derecho de propiedad;
la que dada la imprescriptibilidad de la acción reivindicatoria, podría declararse fundada, burlando
la prescripción. Este efecto podría deducirse si se interpretase el título de propiedad del
prescribiente nacido solo de la sentencia. Por eso, es preciso tener en consideración que la
adquisición del Derecho de propiedad por prescripción opera al vencerse el plazo legal y que el
título en que consiste la sentencia que expida el juez dentro del proceso a que se refiere el artículo
952 es título para la inscripción del Derecho y no título adquisitivo de dominio. El título adquisitivo
de dominio es la prescripción razón por la que la imprescriptibilidad de la acción reivindicatoria no
podrá tampoco ser invocada contra el prescribiente, tal cual lo establece el propio artículo
927.Pero en contrario podría invocarse que recién en el procedimiento de expropiación se ha de
probar la posesión. Es importante entonces que el juez analice en el proceso si se ha producido o
no la prescripción y, en el caso de haberse producido, rechace la petición reivindicatoria. Pues la
prescripción no es un efecto ni del proceso, ni de la sentencia, es un efecto del tiempo y del
ejercicio de la posesión, con los requisitos establecidos por el artículo 950 del Código Civil.

IMPORTANCIA PARA LA PRUEBA DE LA PROPIEDAD

En la praxis judicial existen dos medios o formas de probar el Derecho de propiedad sobre un bien:
el título (de propiedad) y la usucapión. A falta del primero, la prueba de la propiedad sería muy
difícil por no decir imposible-si no existiera usucapión. El adquirente solo podría ser propietario si
su causante (transferente), a su vez, lo era también. La usucapión suprime esta dificultad, que
sería insoluble: cierto número de años de posesión bastan.

La usucapión viene a suplir o evitar esta prueba tan plagada de dificultades, toda vez que aquel
que se dice propietario solo deberá probar que él y sus antecesores han poseído el bien por el
tiempo que la ley establece para adquirir el dominio por usucapión y esa prueba será suficiente
para otorgarle un Derecho inimpugnable. Constituye, pues, una vía alternativa para probar la
propiedad.

Esta institución de la usucapión es de la mayor importancia, pues el sistema jurídico ampara a


quien sin ser propietario ejerce la posesión de un bien a través de un lapso determinado de
tiempo. De ahí que se dice que se gana por prescripción un bien cuando este efectivamente se
posee y no cuando se tiene una cadena de títulos de propiedad válidos.
TITULO SUPLETORIO

El título supletorio es la institución jurídica[1]que permite al propietario, que carece de título


de dominio escrito, ser acreditado en la posesión mediante la debida inscripción en
el Registro Público de la Propiedad -justificando previamente su posesión ante el Juez
competente- constituyendo de esa manera la garantía de su posesión sin perjuicio de tercero de
mejor derecho[2]Podemos decir a ciencia cierta, que la aparición de esta figura jurídica,
tuvo carácter subsanador o curativo en términos metafóricos, pues la falta de titulación ha sido un
fenómeno generalizado y análogo en sus causas tanto en el Reino de España donde se implementó
por primera vez como en nuestro país.

Lamentablemente la medicina, -en nuestro sistema jurídico- hasta ahora, ha resultado en cierta
medida peor que la enfermedad, ya que por medio del título supletorio ingresan al Registro
Público de la Propiedad, tanto la posesión del propietario como la del no propietario, generando al
igual que en España la doble inmatriculación, entre otros abusos no menos perjudiciales al tráfico
jurídico de la propiedad de bienes inmuebles. En otras palabras la posesión, que en términos
generales representa una contradicción externa o extraregistral con relación al dominio o
titularidad, pasó a una relación de carácter contradictorio interno con el Registro de titularidades
de derecho subjetivo.

No cabe duda que el conflicto por la tenencia de la tierra a lo largo de nuestra historia, ha sido una
de las causas de inestabilidad política y económica con consecuencias catastróficas para
la sociedad en su conjunto y por ende para la propiedad; y es, en ese contexto que se debe ver el
espíritu del legislador, pues no sólo se trata "de proteger la posesión en sí" sino de garantizar,
conservar y promover la paz social, aunque ésta haya sido o sea acosta del Derecho Inmobiliario
Registral, ya que la doctrina y el derecho moderno considera al Registro "el exponente de un
mundo jurídico formado por titulares de derechos subjetivos de carácter real inmobiliario" .

La tesis moderna con respecto al Registro es válida, pero no es menos válido lo que nos plantea
IHERING -sin pretender sacarlo de contexto- al señalar que debe verse a la "protección de la
posesión como un postulado de la protección de la propiedad en otras palabras, se debe
considerar a "la posesión como una posición avanzada de la propiedad, en el entendido, que no
sólo es protegida por sí misma, sino también mirando a la propiedad" Esta argumentación, nos
dice que la protección de la propiedad es inherente a la protección de la posesión, es decir que la
protección de ambas lleva el germen de su desarrollo o de su destrucción, pues según él, "es
imposible conceder esta protección al propietario sin que los no propietario se aprovechen de ella
al mismo tiempo" .

Desde nuestro punto de vista -sin tratar de justificar lo que muchos autores denominan una
aberración jurídica-, y tomando muy en cuenta las dos tesis anteriores. Vemos que, con el título
supletorio lo que se pretende es -parafraseando a FERRETTI- ajustar la norma con la realidad, o
como bien lo señalara SAVIGNY, -en el contexto de una polémica sobre el Código Civil Alemán,
pero que también cabe en este caso- el "derecho es sustancialmente un producto histórico y una
obra del espíritu del pueblo y no un producto de laboratorio" o sea que la institución jurídica que
hoy estudiamos es producto de una necesidad histórico socio-económica[ y su existencia jurídica
se debe limitar a subsanar la falta de titulación, y una vez cumplido su objetivo cerrarle el acceso al
Registro; conservando sus efectos, tal y como se hiciera con la ley Hipotecaria de 1947 en España.

Ahora bien, para comprender mejor esta compleja temática y hacer nuestras consideraciones, en
el Primer Capítulo llamado Generalidades, veremos: la evolución del concepto título supletorio -
evolución de la posesión: Derecho romano, germánico, canónico, moderno, contemporáneo
y español, evolución del título supletorio como institución jurídica-; concepto de título
supletorio; problemas del título supletorio como institución jurídica -problemas de orden registral,
problemas de orden procesal.

En el Segundo Capítulo, abordaremos los efectos jurídicos del título supletorio inscrito en
el Registro de la Propiedad de bienes inmuebles: Dominio y posesión -dominio, concepto del
dominio, posesión-; el título supletorio y el Registro de la propiedad -antecedentes mediatos e
inmediatos de la relación del título supletorio y el Registro de la propiedad, modo de proceder en
la solicitud de título supletorio-, y los efectos jurídicos del título supletorio inscrito en la legislación
vigente.

En el tercer Capítulo, veremos la naturaleza procesal del título supletorio, misma que
tiene carácter administrativo o sea que pertenece a la Jurisdicción Voluntaria, regulada en
el libro II del Código de Procedimiento Civil. De igual manera abordaremos el carácter constitutivo
que adquiere, de acuerdo a la doctrina, la inscripción del título supletorio en el Registro, al tratarse
de un nuevo estado jurídico; en tal sentido, citando a Roca Sastre, veremos las tesis que al
respecto señalan: Jerónimo González, Sanz Fernández, Cruz Berdejo, Wolff, Hedemann, así como
la posición de nuestro sistema jurídico de conformidad con el Art. 3,772C.

EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO TÍTULO SUPLETORIO

Hablar del título supletorio es precisamente hablar de la posesión del propietario que por
diferentes razones carece de un título formalmente escrito, haciendo la salvedad de la tesis de
PLANIOL y RIPERT, citados por ROCA SASTRE de que ésta última, la posesión es un hecho; y el
primero, como medio, es lo jurídico e institucional por consiguiente para interpretar
la evolución del concepto título supletorio, es necesario conocer la evolución de la "posesión" a
través del Derecho romano, el Derecho Germánico y el Derecho canónico, pero no sólo desde el
punto de vista jurídico e histórico, sino también desde el punto de vista doctrinal

Evolución de la Posesión

Derecho Romano

En la sociedad primitiva comunitaria, no existía la propiedad privada, por tanto la relación


posesoria del derecho colectivo de la propiedad y la posesión eran una misma cosa[16]"El hecho,
la apariencia del derecho, era el derecho mismo". Con el tiempo, nos dice CASTÁN TOBEÑAS
"debió aparecer la distinción con respecto a los bienes muebles" transformaciones que tienen
causas internas como externas, ejemplo de ello es la descorporalización gradual del
elemento corpus en la tradición, lo que realzó al elemento subjetivo, es decir el animus, en el
período posclásico.

A todas luces esta mayor relevancia del elemento animus sobre el elemento corpus en la posesión,
resultó de suma importancia para el tráfico jurídico de los bienes inmuebles, porque con la
descorporalización se obtiene, como resultante, un acto de transmisión posesoria que se funda
más en el elemento anímico subjetivo, es decir que se manifiesta con la admisión de la entrega
simbólica, en detrimento del formalismo expresado en la Mancipatio y en la In Jure Cessio.

Así mismo, está nueva situación permitió poder conservar la posesión no importando la pérdida
del corpus, dejando atrás la concepción natural de que "la posesión se pierde desde que un
tercero se la apropia", en otras palabras el "simple apoderamiento del predio por un tercero,
tiende a no tener incidencia posesoria" [20]Esto significaba que se podía detentar la cosa pero no
tener la propiedad sobre ella, por tanto en este nuevo estadio de la civilización romana, el
concepto de la posesión, es perfilada más como una relación de derecho, que como un simple
hecho.

En nuestra legislación -con influencia romanista y germánica-, "el poseedor puede perder la
posesión: por la posesión de otro aunque sea contra la voluntad del antiguo poseedor, si la nueva
posesión hubiere durado por más de un año", con la salvedad de que "los actos potestativos o de
mera tolerancia, no constituyen posesión".

Volviendo al Derecho romano, se perfilan, pues, a partir de aquí sólo dos tipos de posesiones: la
del verdadero dueño o del creer serlo de buena fe, con consecuencias jurídicas e integrada por los
elementos material o físico y psíquico o intelectual; y el de la mera tenencia[23]posesión natural o
corporal o sea la mera detentación o mera tolerancia como dice nuestro Código Civil; el que puede
ser vencido en juicio por el que tiene el animus domini debidamente registrado en acta pública. Es
apreciable que el Derecho romano, en su rica evolución histórico-jurídica dejó establecido que la
propiedad es un derecho y la posesión un hecho protegido con un trato bastante semejante a la
propiedad.

Estos cambios históricos se ven fortalecidos con la aparición del documento -instrumenta pública-
que recoge y plasma el acto de enajenación de inmueble -contrato obligatorio y acto de
disposición-, mediante "acta pública redactada por funcionarios con facultad de registrar actos
jurídicos y mantener archivada la documentación pertinente"[25]. Es decir que esta nueva técnica
corporiza el derecho, y lo ajusta a los nuevos y cambiantes intereses socioeconómicos y políticos
de la época, como nos lo hace saber TOPACIO FERRETTI. Dejando establecida la supremacía
del animus en el acto transmisivo, confiriéndole así un alto nivel de abstracción.

Además, en estos cambios trascendentales, en los diferentes estadios del Derecho romano -la
supremacía del animus, la división de la posesión en civil y natural, la escritura o documento
público-, encontramos que la idea de la posesión no era unívoca[26]o sea que en sus diferentes
momentos históricos y de acuerdo a sus necesidades tuvo tres tipos de situaciones, a saber:
primera, la simple detentación de la cosa, carente de especial protección; segunda, el señorío de
hecho, protegido por los interdictos; y tercera, que además podría llegar a convertirse en
propiedad gracias a la usucapión. Pero que posteriormente los compiladores redujeron a la
posesión natural y civil Cabe señalar que la posesión romana no se daba en cosas incorpóreas.

Se puede resumir en este punto que, en el período posclásico romano la tradición para ser válida
requería ser registrada en las actas de un funcionario imperial o municipal con facultad de
registrar; segundo, para adquirir la posesión sólo bastaba la voluntad -animus- de poseer, o la
posesión civil, es decir ya no se exigía la aprehensión corporal; tercero, la posesión se basó a partir
de estos cambios en una relación bastante semejante a la propiedad, como un estado de hecho
productor de efectos jurídicos; cuarto, quedaron definidas sólo dos tipos de posesiones: la del
verdadero dueño o del creer serlo de buena fe; y el de la mera tenencia: posesión natural o
corporal, que puede ser vencido en juicio por el que tiene el animus domini debidamente
registrado en acta pública; quinto, la posesión -como institución jurídica, como negocio de
transmisión posesoria- ya no es regulada por los jurisconsultos, sino que tiene carácter
legislativo[29]es decir del ámbito privado pasó al ámbito público, oficialista; y sexto la posesión
como institución independiente se protegía por sí misma.

Derecho Germánico

Con la caída del Imperio romano se produjo, hasta cierto momento, una especie de mezcla entre
el derecho romano y el derecho germánico -romano germánico-, en el entendido que una
determinada formación social no muere hasta que no se han desarrollado todas las fuerzas que
puedan dar lugar a nuevas instituciones, formas o concepciones. Ejemplo de esto es el concepto
de propiedad privada que de la tierra tenían los romanos y el que sobre la misma desarrollaron los
germanos; citando textualmente a Don Jerónimo González y Martínez, el romano decía "Yo soy el
señor, la naturaleza la esclava. Cuanto existe en el mundo, tiene el único fin de servirme".
En cambio el germano decía "La naturaleza es mi nodriza, cuyas órdenes debo atender…
La tierra es el patrimonio de la humanidad, los particulares son sus administradores responsables".

Estas concepciones -diametralmente opuestas- sobre la propiedad privada de la tierra, dejan


entrever los cambios con respecto a la protección de la posesión, ya que si bien en el derecho
romano era un estado protegible; el derecho germánico le da una mayor ampliación a dicha
protección, no presumible sino más bien detentable u ostensible. Dándole así la investidura -
Gewere-, entendida ésta como una "relación del hombre a la cosa reconocida como forma
aparente de un señorío legitimo sobre la misma".

Esta conceptualización parece haber inspirado a la definición que autores como ROCA SASTRE,
consideran la más acertada "poder o señorío de hecho sobre una cosa por parte de un sujeto, y
que se manifiesta en una actividad que corresponde al ejercicio del dominio o derecho real,
productor de consecuencias jurídicas".
En este período la posesión o gewere se reafirma como el elemento externo, la forma notoria del
derecho de cosas corpóreas e incorpóreas, tan necesaria para la relación jurídica que además, de
afirmar el derecho y favorece su ejercicio, tutela a tercero que de buena fe ha contratado sobre
las apariencias. Estamos, pues, frente a dos tipos de investiduras: De hecho o investidura corporal
y de dominio o titularidad real tal y como nos lo reafirma GONZÁLEZ Y MARTÍNEZ.

Podemos observar que en esta nueva etapa, la posesión adquiere una gran relevancia con
respecto a la propiedad, ya que al ser considerada como el elemento externo de la misma se le
tiene que proteger, es pues, la forma notoria del derecho del bien inmueble o derechos reales, y
del estado de hecho como bien nos lo dice IHERING, "la protección de la posesión como
exterioridad de la propiedad, es un complemento necesario de la protección de la propiedad, una
facilitación de la prueba a favor del propietario, la cual aprovecha necesariamente también al no
propietario" es decir que protege tanto a la investidura dominio o titularidad real, como a la
investidura de hecho.

Lo expresado nos demuestra por qué la posesión germánica afirma el derecho y favorece su
ejercicio como un modo especial del estado de hecho, criterio compartido por ROCA SASTRE y
THIBAUT para quienes la posesión, no es el hecho puro y simple, si no el ejercicio del derecho; en
ese sentido THIBAUT, en su teoría lo expresa así "es un principio imperativo y necesario para la
razón, que nadie puede vencer jurídicamente a otro, si no tiene motivos preponderantes en que
fundar su derecho; de lo cual resulta que un estado de cosas puramente de hecho en sí, adquiere
la más alta importancia, por cuanto lleva esta regla, según la cual todo aquel que ejerce de hecho
un derecho, debe ser mantenido en este estado de hecho hasta que otro haya demostrado tener
un derecho mejor".

Al respecto nuestro Código Civil en su Art. 1.730 señala que "contra la posesión inscrita no se
admitirá otra prueba más que otra posesión igualmente inscrita; y mientras subsista la inscripción,
el que se apoderare de la cosa a que se refiere el título registrado, no adquiere la posesión de ella
ni pone fin a la posesión existente". Definición que, aparentemente, se ajusta a dicha tesis
provocando una interpretación confusa entre la posesión inscrita mediante titulación supletoria y
el hecho puro y simple, pues, esta última no tiene acceso al Registro de la Propiedad.

Sin embargo existen voces que objecionan esta concepción, como de PLANIOL, que dice "hay que
guardarse de definir la posesión, como se hace frecuentemente, diciendo que es el ejercicio de un
derecho, pues el derecho puede existir o no"; también ALBALADEJO, opina al respecto al señalar
"la posesión consiste en la tenencia del poder de hecho sobre una cosa, o sobre el objeto de un
derecho, pero no en su ejercicio, porque tenencia de un poder y ejercicio o uso del mismo son
cuestiones diferentes". Y agrega, "si se admitiese, que posesión de un derecho es igual a ejercicio
de su contenido, cesando el ejercicio, cesaría la posesión; lo que no ocurre".

Esta controversia académico-jurídica resulta de suma importancia por la complejidad de esta


figura jurídica y por ende de su ejercicio, pero lo que hay que ver -como nos dice CARBONI citado
por CASTÁN - "es que este poder jurídico, se deduce del hecho de ejercitarlo, y de la manera por la
que ese ejercicio se realiza, independientemente de la existencia verdadera, real, del derecho
mismo, respecto a la cual toda cuestión permanece todavía imprejuzgado".

En todo caso, hay que preguntarse como lo hace IHERING ¿Por qué es protegida la posesión? ¿Por
circunstancias externas a ella, o por sí misma, o por ambas?

Posiblemente sea en primer lugar -como señalan SAVIGNY y HUFELAND- "porque estadísticamente
se demuestra que la mayoría de los poseedores son al mismo tiempo los propietarios o sea que se
trata de una propiedad presunta o provisional, es decir que lo que está protegido en la posesión,
es la propiedad posible"; en segundo lugar -como indica STAHL-, porque "La posesión, como la
propiedad, sirve al destino general del patrimonio… Por esto conviene concederle también una
protección jurídica diferente de la propiedad…tan solo una garantía del estado de hecho, dirigida
nomás contra aquel que hace cesar este estado"; y tercero por la paz social, como dice BRUNS,
contra "la violencia, la perturbación violenta y la sustracción".

Al margen de toda controversia, esta nueva concepción de la posesión o gewere, provocó los
siguientes efectos jurídicos, clasificados por HUBER y GIERKE, -citados por JERÓNIMO
GONZÁLEZ[40]en: defensivo, ofensivo y traslativo; el primero se apoya, según estos autores,
sobre pruebas personales o sea que el papel privilegiado corresponde al que tiene la facultad de
probar, pero que dicha prueba no se funda solamente en el modo de adquirir, sino más bien en la
existencia de una situación jurídica, misma que afirma quien tiene la Gewere; el segundo, reafirma
el poder de la gewere de probar en juicio -autor- contra el que gozaba de la posesión corporal,
reclamando en trámite ejecutivo su restitución o tomarla por la fuerza o por sentencia o sucesión
universal; y la tercera por la mera transferencia de la gewere, fuere esta de dominio o de hecho.

Según DIEZ PICAZO, quien sigue en lo fundamental a CASTÁN[41]los rasgos distintivos entre la
posesión romana y la Gewere germánica, son: 1ª la Gewere no separa la posesión jurídica de la
detentación, y carece del animus domini; 2ª la Gewere se aplica tanto a las cosas como a los
derechos, es decir a los derechos corporales e incorporales; 3ª para la Gewere tiene la posesión
sobre un mueble quien la detenta, sobre el fundo quien lo disfrute, sobre el derecho quien lo
ejerza; 4ª la Gewere sobre mueble es siempre real o corporal, y los inmuebles pueden ser real.
Además en la Gewere convergen varias investiduras: la del propietario que no explota su finca,
conocida como ideal o mediata, y la del arrendatario conocido como real o inmediata.

Derecho Canónico.

Esta institución jurídica-religiosa, que no sólo tenía jurisdicción sobre aspectos religiosos, sino
también sobre negocios puramente civiles, extendió la protección posesoria mucho más allá de las
cosas corporales: oficios y dignidades eclesiásticas, diezmos, estado matrimonial y en general, a
los derechos honoríficos, a los derechos de familia y al estado civil. Igualmente amplió la
protección contra el despojo —no sólo contra la simple perturbación posesoria— hasta en el caso
del mero detentador; es decir como señala DIEZ PICAZO "La protección se extiende a cualquier
detentador, sin indagaciones sobre la existencia de título o animus… La protección posesoria debía
ante todo servir para el mantenimiento del status de hecho constituido y la evitación de la
violencia".

Nuestra legislación, por una parte en cuestión de protección se distancia del mero o simple
detentador o mera tolerancia; y por otra "produce a favor del poseedor la presunción de
propiedad que las circunstancias podrán hacer más o menos atendibles".

La posesión canónica amparó, pues, numerosas relaciones que el Derecho romano había excluido,
y amplió otros, que el Derecho germánico mediante la Gewere había protegido: bienes
incorporales, posesión de derecho o el derecho correspondiente, servidumbres, derechos reales
en general, obligaciones - no muy seguros las puramente personales - tratándose de derechos
de créditos con un status semejante a la posesión.

Por lo tanto, como nos lo dice STOLFI, citado por CASTÁN "quien tenía el goce de un derecho
de crédito, estaba en posesión del estado de cónyuge, de hijo, etc., era garantizado por la ley en
su posesión, prescindiendo de la existencia del derecho, en el sentido de que correspondía al
adversario probar que él no era acreedor, conyugue, hijo; y hasta que tal prueba no se hiciese, no
se consideraba modificado el estado de hecho y de derecho existente".

Así pues, la tendencia fue extender la noción de posesión y la protección, a toda clase de derechos
susceptibles de ejercicio continuado o sea a cualquier detentador, sin indagación sobre la
existencia de título o de animus. Se trataba de mantener el status de hecho y con ello evitar la
violencia. Esta ampliación según no dice DIEZ PICAZO, se produjo por dos medios: 1º Oponiendo
excepción -el despojado- para crear una cuestión prejudicial, por la cual, antes de considerar el
fondo del litigio, se restituía al despojado. Siendo eficaz sólo cuando el despojado era demandado;
2º Cuando el despojado no es demandado, él puede por su propia iniciativa y acción.

Derecho Moderno y Contemporáneo

Ante los diferentes escenarios históricos jurídicos -civilización antigua, medieval, moderna y
contemporánea-, los pandectistas y glosadores han tratado de conciliar
las teorías y jurisprudencia romanística, germánica y canónica, pues a pesar de que existen
ciertos principios inmutables de justicia derivados del instinto social, como producto de la
razón[48]en su aplicación asumen diversas formas, especialmente en cuanto a la posesión
por estar basada en una combinación de principios en la que en algunos casos la influencia
romanista es mayor o en su defecto lo es la germánica:

Por ejemplo, los Códigos Alemán y suizo, en consonancia con la tradición germánica o Gewere,
eliminaron el requisito de la voluntad, ya que para ellos "todo señorío de hecho sobre una cosa
entra dentro del concepto de la posesión". Pero por una parte como dice CASTÁN, el Código
alemán, si bien no hacen distinción alguna entre posesión y detentación, no reconoce como
poseedor al servidor de la posesión. No así, en el Código suizo, que a pesar de inspirarse en el
Código alemán, no hace distinción entre poseedor, detentador y servidor de la posesión.
Otro grupo, del que nos habla CASTÁN, lo constituyen las legislaciones latinas, tradicionalistas
pero con matices de origen germánico y canónico, a saber: el Código francés, mismo que a través
de sus codificadores, lo primero que se hizo fue despejar toda una maraña de "conceptos jurídicos
unos afines o asociados: tradición real, tradición del derecho, posesión, obligación de entregar,
perfección y consumación de los actos jurídicos" [51]Estos codificadores, que culminaron con la
gran obra conocida también como el Código Napoleónico, definieron la posesión como la
"detentación o el disfrute de una cosa o un derecho que tenemos o que ejercitamos por nosotros
mismos o por medio de otros que lo tiene o que lo ejerce en nuestro nombre"[52]. Reconociendo
el animus sobre la cosa y sobre el derecho, al igual que nuestro Código Civil que llama posesión a
"la retención o disfrute de cualquier cosa o derecho", con la salvedad que hace PLANIOL en
el párrafo subsiguiente.

PLANIOL -citado por DIEZ PICAZO-, hace la salvedad u observación que en el Derecho francés "la
mera detentación o posesión precaria no goza de protección interdictal, que sólo se otorga
cuando ésta va unida al animus o intención de poseer" Esto último desde nuestra óptica, es lo que
esencialmente la convierte en romanista, eso sí, con sus propias particularidades, porque se ocupa
de ella sólo incidentalmente, en función de la prescripción tal y como no lo reafirma DIEZ PICAZO
en el acápite desarrollos modernos de su obra aquí citada.

Igualmente, señala CASTÁN, el Código Civil italiano, tanto el de 1865 como el de 1942 tienen
influencia romanística, el primero la define de la siguiente manera "la tenencia de una cosa o goce
de un derecho en su nombre", agregando en el artículo siguiente "la posesión es legítima cuando
es continua, no interrumpida, pacífica, pública, inequívoca y con la intención de tener la cosa
como propia". Por su parte el Código de 1942, la define así "el poder sobre la cosa que se
manifiesta en una actividad correspondiente al ejercicio de la propiedad o de algún otro derecho
real"[55]. Esta última definición desde nuestro punto de vista, es más elaborada que la
contemplada en nuestra legislación, es más específica al que hacer, al ejercicio de la posesión,
misma que se manifiesta en el tráfico jurídico de los bienes inmuebles o derechos reales.

Vemos que en esta legislación se establecen los requisitos para que la posesión sea legítima, sólo
careciendo de la especificación de "buena o mala fe", y por su puesto del germánico de un año y
día. Además, desaparece toda distinción entre possessio y quasi possessio, comprendiéndose así
bajo el nombre de posesión la tenencia de las cosas corporales como el ejercicio de los derechos
reales.

Con respecto al Código Civil Portugués, CASTÁN, señala que éste, ha seguido las líneas directrices
del italiano vigente, definiendo en su Art. 1.251 la posesión como el "poder que se manifiesta
cuando alguien actúa en forma correspondiente al ejercicio del derecho de propiedad o de otro
derecho real". Y en el Art. 1.253 se ocupa de la detentación: a) Los que ejercen el poder de hecho
sin intención de actuar como beneficiarios del derecho; b) Los que simplemente se aprovechan de
la tolerancia del titular del derecho; y c) Los representantes o mandatarios del poseedor y, de
modo general, todos los que poseen en nombre de otro.
Aquí, de acuerdo a nuestra percepción, la definición sobre posesión, adquiere una importancia -al
igual o mayor que la italiana- semejante al ejercicio del derecho de propiedad o de cualquier otro
derecho real, así mismo la simple detentación queda claramente codificada en tres incisos, lo que
revela la importancia que se le da a esta materia en la legislación portuguesa.

En cuanto a la legislación española, para CASTÁN, a pesar de la supuesta influencia dominante del
Derecho romano, en el fondo, sus normas reflejan influencias diversas, por ejemplo la regulación
de la posesión en el Código Civil español, para PÉREZ GONZÁLEZ y ALGUER, citado por CASTÁN, "es
un conglomerado de principios y conceptos romanos, germánicos y canónicos, no siempre
conexos entre sí, y no todos recogidos de fuentes directas, sino a través de los Códigos francés,
austriaco, italiano y portugués, sin faltar tampoco ideas y construcciones con propósito de
superación original".

Igual opinión deben expresar los autores nacionales -y latinoamericanos en general- con respecto
a nuestros Códigos Civiles de 1.867 y 1.904, mismos que fueron inspirados por los Códigos Chileno
y francés respectivamente.

En la modernidad el tema de la posesión, conlleva como requisito inherente el abandono de las


reglas tenidas por indiscutibles para establecer sus propias normas de verificación en busca de una
nueva concepción del mundo, espíritu del que está impregnado el Derecho. Aunque en este caso
lejos prescindir absolutamente de la influencia romana, germana y canónica el Derecho moderno
es el resultado de una combinación de principios magistralmente expresados por los clásicos,
especialmente de SAVIGNY e IHERING -constatado en toda la bibliografía estudiada al respecto-,
de quienes otros autores contemporáneos, según nuestra opinión, se han inspirado de manera
ecléctica o en su caso simplemente interpolando y raras veces ampliando o mejorando sus teorías.

Ejemplo de ellos son las siguientes teorías mixtas -teniendo en mente las teorías relativas y
absolutas antes referidas-, sobre la defensa de la posesión: A) Teoría de CARBONI, la primer tesis:
"la posesión, en su sentido genérico o simple detentación, se basa en la necesidad de asegurar la
paz y tranquilidad pública, prohibiendo el hacerse justicia a sí mismo; y la segunda: la posesión, en
sentido específico o legítima, tiene en sí la propia razón de ser: existe y es protegida en cuanto de
una relación de señorío". B) Teoría de MESSINEO, "la protección que se concede a la posesión
tiene un doble fundamento práctico: El primero, es la manifestación de aquel principio por virtud
del cual se respeta la apariencia del derecho, o lo que es igual , se presume, por el hecho del
ejercicio de un derecho, la cualidad de titular en quien ejercita el derecho mismo; y el Segundo,
ligado al principio del respeto al orden constituido, según el cual, para que no quede turbada la
paz social, no se puede modificar una situación, jurídica o de hecho, sin intervención judicial".

Es apreciable que las ideas de ambos pensadores se formulan alrededor de las teorías relativas y
absolutas. Tanto CARBONI como MESSINEO se refieren a la paz, al orden constituido o tranquilidad
pública e inclusive a la intervención judicial lo que caracteriza a las teorías relativas; así mismo
desde el punto de vista de las teorías absolutistas CARBONI y MESSINEO se refieren con sus
respectivas palabras a la defensa en sí, a la legitimidad de la posesión, a su exteriorización como
diría IHERING.
Con estos ejemplos sobre la defensa interdictal, podemos comprender el fundamento e
importancia de la misma. Pero además, por su relevancia, no podemos omitir la discusión sobre la
existencia o preponderancia de los elementos esenciales de la posesión: La teoría Subjetiva o de la
Voluntad -SAVIGNY-, que afirma que la posesión en sentido jurídico está compuesta por
el corpus y el animus, fundamental para convertir la detentación en posesión; y la Teoría Objetiva
o Moderna -IHERING- que considera que el animus es inherente al corpus, pues según éste autor,
el animus es el propósito del poseedor y el corpus la exteriorización de ese propósito.

Decimos relevancia, porque la posesión que se reviste con el título supletorio requiere
del corpus y del animus, no por nada reza el Art. 137RRP "El propietario que careciere de título
hábil para inscribir, deberá acreditar su derecho justificando previamente la posesión ante el Juez
competente". Por consiguiente en nuestro sistema la teoría de SAVIGNY, en este aspecto, sigue
siendo de actualidad. Con la salvedad como nos dice CASTÁN, que SAVIGNY, no hace referencia
al animus domini -intensión de ser dueño-, sino al animus possidendi -intención de tener la cosa
para sí-.

Al respecto nuestra legislación -Art. 780Pr, y siguientes, y 137RRP, y siguientes- resulta clara, pues,
nos expresa que todo propietario que por una u otra razón carece de título hábil, recurre a la ley
por voluntad propia para obtener un título supletorio que legitime el animus domini, y no
el animus possidendi; por razones más que obvias: la desventaja que este último representa frente
al primero debidamente inscrito en el Registro de la Propiedad, y sobre todo porque el primero se
presume propietario.

Por su parte, el Código Civil alemán -con influencia de IHERING en esta materia- reconoce como ya
lo hemos señalado anteriormente, una sola posesión y protege a todos aquellos que ejerciten un
poder de hecho, exceptuando a los que poseen en nombre de otro.

CONCEPTO DE TÍTULO SUPLETORIO

Hemos apreciado que ni la Ley Hipotecaria española de 1861, sus reformas; y tampoco los
Reglamentos del Registro Público -derogado y vigente- ni el Código Procesal Civil de nuestro
sistema jurídico definen un concepto específico de lo que es el título supletorio, tarea que sí ha
desarrollado nuestra Corte Suprema de Justicia, incorporando los elementos encontrados en la
evolución de la posesión latina y en la evolución del título supletorio como el medio institucional
en sus dos formas de proyectarse, registral y procesalmente. El título supletorio, según la Corte
Suprema de Justicia "es la comprobación de un hecho de posesión revestido de la garantía de una
declaración judicial que no es suficiente por si sola para demostrar el dominio, ni es justo título
para abonar una prescripción por sí sola para demostrar el dominio, decenal".

Es apreciable que la Corte Suprema de Justicia considera a la posesión como un hecho y no como
un derecho, tomando así partido en la controversia jurídico-doctrinaria ya analizada, de que si es o
no un hecho, o un derecho, o un hecho y además un derecho. Así mismo reconocen que de ella se
derivan consecuencias jurídicas al indicar que "está revestida de la garantía de una declaración
judicial", proposición que reafirma la semejanza entre el dominio producto de una titulación
ordinaria o notarial y el dominio producto de una titulación posesoria inscrita. Declaración judicial
que le permite el acceso al Registro de la Propiedad, mismo que es el "exponente de un mundo
jurídico formado por titulares de derecho sujetivo de carácter real inmobiliario".

A partir de este acceso al Registro de la Propiedad, el poseedor propietario que en términos


generales representó una contradicción externa o extraregistral con relación dominio o titularidad
ordinaria, pasa a una relación de carácter contradictorio interno con el Derecho Inmobiliario
registral[91]Contradicción, que no sólo genera determinados problemas, sino también como ya
señalamos una situación jurídica análoga al dominio inscrito de acuerdo a la legislación ordinaria.
Analogía, que experimenta una conversión de dominio pleno o de igualdad con la de la titulación
ordinaria, mediante la prescripción positiva Para lo cual se necesita una posesión de diez años.
Tomando en cuenta que en nuestra legislación el derecho de poseer se prescribe por la posesión
de un año.

Por tal razón, es que, la Corte Suprema de Justicia, nos dice que esa garantía emanada de la
declaración judicial "no es suficiente por sí sola para demostrar el dominio ni es justo título para
abonar una prescripción", o sea que en su calidad de justo título, requiere también como requisito
para la prescripción, que sea de buena fe -en el momento de la adquisición-, pacífica -sin violencia-
, continua -ininterrumpida- y pública -conocida por quién pretenda interrumpirla o debidamente
registrada[94]Este párrafo deja entrever -a pesar de la confusión que hace entre título supletorio y
prescripción-, que al reunirse tales requisitos lo que se está acreditando mediante .la inscripción
en el Registro de la propiedad es la titularidad dominical, y no la posesión de hecho.

Tanto la conceptualización de la Corte Suprema de Justicia, como el Art. 1729C., es contradictorio


a la doctrina, cuando esta última señala que sólo han de permitirse las inscripción del dominio o
derechos reales, pero nunca la posesión; y el artículo en mención señala "la posesión de los bienes
inmuebles se adquiere por la inscripción del título, con tal que haya durado un año tanto la
inscripción como la tenencia de la cosa", creemos y reiteramos que la posesión tiene su propio
medio de defensa: La interdictal.

Por consiguiente, el título supletorio es la institución jurídica que permite al propietario que
carece de título de dominio escrito, ser acreditado en la posesión mediante la debida inscripción
en el Registro Público de la Propiedad -justificando previamente su posesión ante el Juez
competente- constituyendo de esa manera la garantía de su posesión en calidad de propietario sin
perjuicio de tercero de mejor derecho. Por tanto, podemos decir a ciencia cierta, que la aparición
de esta figura jurídica, tuvo carácter subsanador, pues la falta de titulación ha sido un fenómeno
generalizado en nuestro país.
PROBLEMAS DEL TÍTULO SUPLETORIO COMO INSTITUCIÓN JURÍDICA

En principio el título supletorio tiene como objetivo primordial y específico acreditar una
titularidad dominical o propiedad[96]así como otros derechos reales en el Registro Público de la
Propiedad, mediante sentencia judicial, bajo la presunción de que el solicitante de dicha titulación
es el propietario que por diferentes causas -pérdida del título de dominio, defecto insubsanable, o
porque nunca existió dicho documento- no ha podido inscribir en el Registro dicha propiedad o
derecho real, ya que la posesión como tal no tiene acceso al Registro. En todo caso, como dice
ROCA SASTRE, a la posesión con la protección del Derecho Civil le basta o sea la defensa
interdictal.

Sin embargo, hay autores que dicen lo contrario como las de PANTOJA y LLORET "a los ojos de la
ley no puede pasar más que como poseedor aquel que no justifique su dominio con un título
escrito formalmente otorgado". Situación que sólo sería posible si no se le diera la debida
solemnidad a la titulación supletoria. En todo caso, el poseedor propietario tiene acceso al
Registro a través de un título supletorio, adquiriendo así la titularidad, salvo prueba en contrario
como lo establece nuestra legislación.

Esta figura jurídica tan necesaria como controversial presenta, por su naturaleza, problemas de
orden registral y de orden procesal. El primero, -que será abordado con mayor profundidad en la
parte referida a las relaciones de la titulación posesoria con el Registro- refleja la disparidad o
ventaja de un tipo de inscripción sobre otra: la titulación supletoria inscrita, y el título escrito
formalmente otorgado -al que se refieren PANTOJA y LLORET- vistos en dos planos diferentes; en
el segundo caso o sea el procesal, que en gran medida es consecuencia del primero, así como por
el procedimiento en sí, por no ofrecer las garantías suficientes: cuestión de derecho o de hecho,
discordia entre realidad y Registro, existencia de un poseedor de mejor condición.

Problemas de orden registral

Con el acceso de la titulación supletoria al registro, inevitablemente se provoca en nuestro sistema


jurídico una relación entre ésta y el Registro en dos aspectos: La posesión del propietario inscrita
mediante título supletorio y la posesión dominical, propiamente dicha, de los bienes inmuebles o
derechos reales inscritos. Éstos últimos, como es de saber se hallan, por su parte, protegidos por el
Registro; la titulación supletoria, también dominical, se inscribe en el Registro de la propiedad sin
perjuicio de tercero de mejor derecho. Por consiguiente, independientemente de estar
debidamente inscrita en el Registro, está amenazada "de ser destruida cuando se pruebe en
contrario: cuestión de derecho, o discordia entre realidad y Registro"[100], léase doble inscripción
o inscripción de una propiedad inexistente.

Esta situación, según algunos autores, afecta no sólo a la fe pública sino también, a la exactitud del
contenido registral que se caracteriza según la doctrina del Derecho Inmobiliario registral por
proteger al titular inscrito contra terceros, cosa contraria sucede -transitoriamente, a la espera de
la prescripción- con la titulación supletoria que se aprueba, como lo señalamos en el párrafo
anterior, por el judicial sin perjuicio de tercero de mejor derecho. Lo que no significa, que no tenga
la misma tipología de protección de certeza propia de todo cuanto entra al Registro frente a
tercero de igual o inferior derecho; o que dicha inscripción ordinaria o supletoria, convalide actos
o contratos inscritos que sean nulos o anulables conforme a la ley.

Por tal razón, dicha titulación posesoria inscrita en el Registro de la Propiedad produce mientras
subsista, los mismos efectos que el dominio ordinario, por ser precisamente titular de dominio. En
tal sentido es un título suficiente para ejercitar tanto la acción declarativa de la propiedad, como la
acción reivindicatoria, que constituye -como nos lo dice CASTÁN- "la más propia y eficaz defensa
de la propiedad", por tener como fin la obtención del "reconocimiento del derecho de dominio, y
en consecuencia, la restitución de la cosa que indebidamente retiene un tercero".

Problemas de orden procesal

Aquí nos encontramos con dos escenarios, el primero: la jurisdicción voluntaria en la que el Juez
competente puede ser Local o de Distrito para lo Civil, o sea de acuerdo a la cuantía. Esto,
tomando en cuenta que el conflicto de la propiedad en Nicaragua es histórico y complejo, no ha
sido una medida acertada por el legislador, en el entendido que el Juez de Distrito es más
experimentado o en su caso por cuestiones de jerarquía más comprometido con la justicia, lo que
sumado a la falta de una definición normada tanto para el representante de la Alcaldía como para
el Fisco, que no sólo los obligue a hacer acto de presencia, sino a tener la debida incidencia en
el proceso, y la omisión de requisitos claves como el Certificado de negativa del Registro de la
Propiedad ha afectado la imagen de la titulación supletoria, así como a la exactitud del Registro de
la Propiedad.

Los efectos de lo anterior, entre otros vicios son: doble inmatriculaciones, es decir registro de
fincas ya inscritas, inscripciones de propiedades inexistentes[104]al omitirse la inspección in situ,
ya sea por negligencia del judicial o por estar coludidos con el o los solicitantes de dicho título.
Situaciones muy similares a las experimentadas por la legislación española cuando se aplicó la Ley
Hipotecaria de 1861 y sus reformas, mismas a las que hace referencia la Ley Hipotecaria española
de 1909 en su preámbulo el segundo escenario, es cuando el proceso se vuelve contencioso, ya
sea por oposición del Estado o por un presunto propietario que tiene o no inscrito en el Registro el
bien solicitado. El primer caso se pudiese evitar de exigirse el Certificado de negativa al Registro de
la Propiedad y de existir la debida coordinación entre las instituciones administrativas involucradas
en el proceso, especialmente con el Catastro Nacional. Además, la oposición por ser un juicio
ordinario se vuelve tediosa y dilatada.

Han coadyuvado a la inseguridad jurídica del Registro de la Propiedad, la ley 14[106]Ley de


Reforma Agraria, al normar en su Art. 16 que las propiedades afectadas por la Reforma
Agraria "una vez firme la resolución dictada, el Ministerio de Desarrollo agropecuario y de
Reforma Agraria emitirá acuerdo cuya certificación se inscribirá en el Registro Público
correspondiente". Estos actos, según el Magistrado de la Corte Suprema de Justicia FRANCISCO
ROSALES, siempre han existido.

Reiteramos estos abusos se pueden disminuir o eliminar en gran medida, implementando como
requisito previo a la sustanciación del expediente posesorio, la presentación de la certificación de
negativa del Registro de la Propiedad, no tramitando o sustanciando el expediente ni mucho
menos inscribirlo, de estar ya inscrita. Medida que representará, no sólo una mayor garantía para
la propiedad inscrita, sino también economía procesal; tal como lo hiciera en su momento la Ley
Hipotecaria española de 1909[108]para evitar los abusos que encubrían actos nulos.

La exigencia, como requisito para la sustanciación del expediente posesorio, del certificado de
negativa le daría su verdadero valor al Art. 3954C, que literalmente dice "Inscrito un título
traslativo del dominio de los inmuebles, no podrá inscribirse ningún otro que lo contradiga". Esta
medida o requisito para la seguridad jurídica registral estaría reforzada con el Art. 52 de la Ley
General de Registro Público, aprobada por el Plenario de la Asamblea Nacional, en la segunda
sección que discute el dictamen[109]Esta norma evita el acceso directo de los usuarios a
los Libros registrales, pues para nadie es un secreto que abogados o personas inescrupulosas o el
crimen organizado desprenden o han desprendidos los folios del Registro para hacer aparecer a
los propiedades a usurpar como no inscritas.

Efectos jurídicos del título supletorio inscrito en el Registro de la propiedad

DOMINIO Y LA POSESIÓN

Dominio

El dominio o propiedad, es tan ancestral como la posesión, o sea que acompaña a la humanidad
desde los tiempos más remotos y hasta nuestros días con sus diferentes matizaciones en cada uno
de los periodos socioeconómicos que la humanidad ha transitado: antigua, medieval, moderna y
contemporánea, y que por su importancia ha generado una gran cantidad de estudios y teorías
que tratan de explicar la misma en sus diferentes contextos. Entre ellas tenemos las teorías de los
clásicos, que según CASTÁN, se subdividen en las generadas por actos individuales y las generadas
por actos colectivos.

En las primeras se agrupan las teorías de la ocupación y la teoría del trabajo; y en el segundo
grupo están las teorías de la convención y de la ley. La teoría de la ocupación se refiere a la
ocupación que en un momento fue pasajera y transitoria, la que con el tiempo se transformó en
definitiva y permanente; la segunda es la que mediante el trabajo, no sólo se transformó el
hombre sino también a la propiedad, dando a esta última el sello de su personalidad; la teoría la
convención, es la que tiene que ver con el pacto social, la obligación de respetar la propiedad,
obligación que es el resultado del consentimiento mutuo llamado convención; y la última sostiene
que la propiedad es obra de la ley, pues, se plantea que únicamente la garantía del poder público
puede sancionar la renuncia de todos y servir de título al goce de uno sólo.
Por su parte las teorías modernas, continúa diciendo CASTÁN, "se caracterizan por buscar a la
propiedad un principio de orden racional, o bien un principio de orden sociológico". Las primeras
señalan que la razón de ser de la propiedad o dominio está en la personalidad humana en
la libertad individual. Fundamentada en el derecho a la vida, a la conservación y
perfeccionamiento de nuestra existencia, es decir a la satisfacción de las necesidades humanas.
Las segundas, o sea las sociológicas en la utilidad que la propiedad o dominio presta a la sociedad.

Nuestra Constitución Política en el Art.44, recoge en gran medida los principios de estas teorías
haciendo énfasis en la sociológica al determinar que "se garantiza el derecho de propiedad privada
de lo bienes muebles e inmuebles, y de los instrumentos y medios de producción". Sin embargo
dicha garantía es vulnerable al interés social, por consiguiente los "bienes inmuebles pueden ser
sujetos de expropiación de acuerdo a la ley, previo pago en efectivo de justa indemnización". De
igual manera determina la forma, cuantificación, plazo de pagos, intereses en concepto de
indemnización para la expropiación de latifundios incultivados.

Concepto del Dominio

En el Título II del segundo Libro del Código Civil, Capítulo I, el Art. 615 conceptualiza al dominio o
propiedad de la siguiente manera "es el derecho de gozar y disponer de una cosa, sin más
limitaciones que las establecidas por las leyes. El Propietario tiene acción contra el tenedor[114]y
el poseedor de la cosa para reivindicarla".

En el derecho de gozar y disponer de una cosa, se encierran las facultades o el verdadero


contenido del dominio: usar, disfrutar, abusar, poseer, disponer y vindicar; y que modernamente,
como nos dice CASTÁN, han sido simplificadas por autores y Códigos en dos categorías: facultades
de goce o aprovechamiento[115]y facultades de disposición[116]En este sentido nuestro Código
Civil, en el primer párrafo del Art. 616 dice "Todo individuo es libre de disponer de sus
propiedades sin restricción alguna, por venta, donación, testamentos o cualquier otro título legal".

Sin más limitaciones que las establecidas por las leyes, dice la segunda parte del primer párrafo del
artículo -en clara alusión de que ese derecho, no es tan absoluto como se pretendió en el derecho
antiguo-, estableciendo así que el ejercicio del dominio tiene que ser racional y coherente con los
fines individuales, familiares, sociales y en última instancia con el interés público[117]Un ejemplo
de esta limitación es la servidumbre, tal y como la establece el Art.1.667C: "El dueño de un predio
tiene derecho para cerrarlo o cerrarlo por todas las partes, sin perjuicio de las servidumbres
constituidas a favor de otro predio".

Son variadas las clasificaciones que los autores han definido de acuerdo a sus respectivas
legislaciones o codificaciones, dignas de un estudio más especializado. Por el momento haremos
una abstracción, a fin de enfocarnos más en el análisis del concepto de dominio que hace nuestro
Código Civil, específicamente en la parte final que se refiere a la acción reivindicatoria, y que es
como bien señala CASTÁN, el clásico, medio de protección del dominio frente a una privación o
una detentación posesoria que le permite recuperar al mismo.
Nuestro Código Civil, recoge esta figura en el Título XXIX, en Capítulo único con treinta y nueve
artículos, de los cuales, el primero Art. 1.434 la define así "La acción de reivindicación nace del
dominio que cada uno tiene de cosas particulares, y en virtud de ella, el propietario que ha
perdido la posesión, la reclama y la reivindica, contra aquel que se encuentre en posesión de ella".
Así pues, la reivindicación no es otra cosa que la forma de protección de los dos roles, consistente
en recobrar la aprehensión física del bien que actualmente se halla en manos de un tercero sin
derechos a la ostentación.

Posesión

La posesión, como figura jurídica está codificada en el Título XXXIV en dos capítulos, en el mismo
libro segundo donde está ubicado el dominio; y en ellas, los Arts. 1715 al 1812C, del primer
capítulo -el segundo capítulo se refiere a casos especiales-; abordan de manera general todo lo
referido a la simple detentación o mera tolerancia, a la posesión como estado de hecho con
efectos jurídicos, entre ellos los poseedores no propietarios y los poseedores propietarios que
carecen de un título justo.

Posesiones todas, que junto al dominio -ya sea por título notarial o supletorio-, han sido y son
generadores de riqueza económica y factor de trasformaciones socio-económicas -Modos de
Producción- a lo largo de la historia de la humanidad. En este sentido, desde el punto de vista del
ordenamiento territorial, fiscal, tráfico y negocio jurídico, pero sobre todo por la valorización
correcta del inmueble y la protección registral, el poseedor propietario recurre al Estado por
voluntad propia conforme a la ley para que le tutele su pretensión material mediante una
titulación supletoria inscribible en el Registro de la propiedad; ya que, por su parte, el poseedor no
propietario está protegido -juicios sumarios- por los interdictos.

Lo aseverado en la parte final del párrafos anterior, nos permiten reiterar nuestro
cuestionamiento el Art. 1729C, diferenciando la posesión de hecho o sea la posesión del no
propietario del poseedor de derecho o sea al poseedor propietario, pues éste último es el que,
mediante la titulación supletoria, tiene acceso al Registro de la Propiedad.

La posesión es pues, una realidad histórica, que ha sido recogida por la doctrina, dando a la
posesión la relevancia debida. En este sentido, veamos lo que no dice IHERING, "es la
exteriorización de la propiedad, es el estado normal de la cosa, bajo el cual cumple el destino
económico de servir al hombre"[121]. Y en esa exteriorización, que no es más que el corpus,
SALEILLES, -citado por MORALES MORENO ve "un conjunto de hechos susceptibles de descubrir
una relación permanente de apropiación económica, un vínculo de explotación de la cosa puesta
al servicio del individuo". Para SALEILLES, pues, "la posesión posee un valor propio, desempeña
una función y es utilizada en materia de propiedad como una presunción de la propiedad o una
propiedad probable".

Por consiguiente, a la posesión debe vérsele también desde el punto de vista social y político ya
que en el sistema económico capitalista como dice HERNÁNDEZ GIL representa "un freno al
monopolio de la propiedad abriendo paso al proceso socializador"; y en las sociedades socialistas
opera a la inversa, como "correctiva de la propiedad estatal". Por consiguiente en sociedades en
vías de desarrollo como la nuestra la "posesión" adquiere su propia acepción y su propia
relevancia: una alternativa a los latifundios ociosos, a los minifundios no inscritos sin acceso al
crédito, a los sin tierras, a los sin techos, etc.

LA TITULACIÓN SUPLETORIA Y EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD

Antecedentes mediatos de la relación del título supletorio y el Registro de la Propiedad.

En la introducción y en el primer Capítulo referido a la "Evolución del Título Supletorio como


Institución Jurídica" del presente estudio abordamos, someramente las condiciones políticas,
económicas y sociales[125]en la que se encontraba el Reino de España, cuando se promulgó la
primera Ley Hipotecaria en 1861, previo antecedentes del Real Decreto de 19 de agosto de 1853.

Condiciones que los legisladores no podían pasar desapercibidos o hacer caso omiso a la falta de
titulación, en que apoyar los derechos de propiedad, aunque esta nueva titulación no inspirara,
para ciertos legisladores, la confianza deseada ni mucho menos la eficiencia de un verdadero título
de propiedad; tal y como lo expresara el Congresista de ese momento histórico ORTIZ ZÁRATE, "La
información que la ley establece es meramente posesoria: pero esto no es bastante, porque la
misma ley dice que en virtud de la información posesoria no se conceden más derechos que los
que la ley otorga a los poseedores de buena fe". Y justamente se preguntaba ¿Por qué al
propietario que puede disponer de sus bienes le hemos de convertir en simples poseedores?

Sin embargo, a pesar de dichas objeciones, esta situación requería, para los legisladores
españoles, de una respuesta práctica e inmediata, sobre todo porque se creía que la mayoría de
los poseedores eran propietarios, inquietud que fue recogida en el Art. 397 de la Ley Hipotecaria
de 1861[128]y que en gran medida ya hemos hecho referencia.

Desde nuestro punto de vista, esta medida fue y sigue siendo razonable, pues, la relación: título
supletorio y Registro, no debe verse como una circunstancia estática, por el contrario, debemos
verla en su propia dinámica, es decir analizando las etapas o edades que como tal transitaron en la
legislación española y que aun transitan en nuestra legislación, objeto de nuestro estudio.

Hay autores como SANZ FERNÁNDEZ, que dividen estas fases en función de lo que él, denomina
los dos principales aspectos de esta relación contradictoria: Primer aspecto, a) La posesión como
contacto material con la cosa, que se desenvuelve en la esfera de los hechos; y, b) La inscripción
que se desenvuelve en la esfera de la apariencia formal, por ser la expresión formal de los
derechos. Segundo aspecto, a) La posesión como objeto de inscripción o posesión inscrita; y b) La
posesión de los bienes inmuebles o derecho reales inscritos".

La posesión de los bienes inmuebles o derecho reales inscritos


Aquí también SANZ FERNÁNDEZ, distingue tres fases o etapas, a saber: La 1ª anterior a la Ley
Hipotecaria de 1909, donde vimos, al igual que FERNÁNDEZ, que el problema posesorio se
desenvolvió con mucha independencia de la inscripción o sea sin mucho rechinar como diría
NÚÑEZ LAGOS. En esta fase el titular que no poseía la finca o fuere inquietado, como nos dice
FERNÁNDEZ, estaba facultado para ejercer dos tipos de acciones, la reivindicatoria y la interdictal.

La 2ª fase se inicia, precisamente con la Ley Hipotecaria de1909, -período que representó el
momento culminante a favor de la atribución de efectos a la posesión inscrita- en la cual, según
FERNÁNDEZ, el titular inscrito tiene a su favor la presunción absoluta de que tiene la posesión de
los bienes, y disfruta no sólo la posibilidad de ejercitar los interdictos, sino ser reintegrado de
aquélla por un procedimiento especial, o por juicio de desahucio.

La 3ª comienza con el Real Decreto-Ley de 13 de junio de 1927, que vino a modificar los efectos de
la posesión equiparados al dominio, reduciéndola a una simple presunción-al reformar el párrafo
el Art. 41 de la Ley Hipotecaria de 1909- susceptible de ser destruida por un poseedor de mejor
condición; separando en dos planos diferentes la propiedad y la posesión, retornando a la doble
vía de los procedimientos: petitorios y posesorios, respectivamente. Además, el Decreto-ley de 13
de junio de 1927, redujo a diez años los treinta años para proceder a la simple conversión en
inscripciones de dominio de las inscripciones de posesión.

La titulación supletoria o expediente posesorio llegó a su fin en la legislación española -como


medio de inscripción posesoria- con la aprobación de la Ley Hipotecaría del año 1944, la que en
sus artículos 5 y 7 respectivamente dicen: "los títulos referentes al mero o simple hecho de poseer
no serán inscribibles"; "la primera inscripción de los bienes inmuebles en el Registro de la
propiedad será de dominio y se practicara con arreglo a los procedimientos regulados en el Título
VI de esta ley".

MODO DE PROCEDER EN LA SOLICITUD DE TÍTULO SUPLETORIO EN NUESTRA LEGISLACIÓN


VIGENTE

Mediante escrito dirigido al Juez competente de acuerdo a la cuantía -ahora, mediante la oficina
de distribución de Causas, el interesado presentará la Solicitud de Título Supletorio, justificando
previamente la posesión mapa catastral, solvencia fiscal y municipal, con los nombres y apellidos
de los tres testigos vecinales propietarios-; así mismo expresará: naturaleza, situación, medida
superficial, linderos, nombres, número y gravámenes de la finca cuya posesión se trata de
inscribir; la especie legal, valor, condiciones y cargas del derecho real de cuya posesión se trate, y
la naturaleza, situación, linderos, nombre y número de la finca sobre la cual estuviere aquel
impuesto. El nombre y apellido de la persona de quien se haya adquirido el inmueble o derecho, el
tiempo que lleva de posesión. Al determinar al Juez competente por cuantía, se nos dice que el de
menor cuantía es el Juez Local de lo civil, y el de mayor cuantía el Juez Civil de Distrito.
La circunstancia de no existir título inscrito o de no ser fácil de hallarlo, en el caso de que exista no
será necesaria la comprobación, porque ella se supone siempre que se hacen las solicitudes de
Títulos Supletorios, salvo prueba en contrario.

Habiendo constatado los requisitos de ley y una vez aceptada la solicitud el Juez, con citación del
Síndico -representación legal- Municipal o al Representante del Fisco donde se instruya la
información, si se tratare de inscribir el dominio pleno de alguna finca, y con la del propietario, o la
de los demás participes en el dominio, si pretendiere inscribir otro derecho real, mandará recibir la
prueba sobre la posesión que el solicitante haya tenido del inmueble, y posteriormente mandara a
publicar los carteles por tres veces de diez en diez días, y se agregará al expediente el último de los
ejemplares. Aquí la norma, no específica cual debe ser el actuar del Síndico o Representante legal,
mucho menos si tiene la facultad de tachar los testigos con arreglo a la ley, como sucede en otras
legislaciones.

Concluida cada una de las etapas señaladas pueden resultar los siguientes escenarios jurídicos: 1º
Que dentro del plazo de los carteles, aparezca una oposición entonces el Juez suspenderá el curso
del expediente hasta que recaiga sentencia definitiva en el juicio ordinario, el que se abrirá pasado
el término de los carteles; 2º Que la oposición sea del Estado[169]alegando que se trata de
terrenos baldíos nacionales, para ello el Juez concederá a la Parte -ahora contencioso- 15 días para
que desvirtúe al Estado, ya que si no lo hace el Juez sobreseerá en el procedimiento; 3º Que no se
presente oposición, ó si la sentencia en el juicio ordinario fuese favorable al solicitante, el Juez
aprobará y ordenará certificación al interesado para su inmediata inscripción en el Registro de la
Propiedad; y 4º Que el Registrador niegue la inscripción.

En el último de los escenarios, el Registrador dentro de tercero día de habérsele presentado la


certificación, expondrá las razones de su negativa; por su parte el Judicial dentro de terceros día
de haber recibido la certificación razonada, dictará su resolución la cual será apelable por las
Partes ante la respectiva Sala de lo Civil.

En caso que sean desechadas las observaciones, mediante sentencia ejecutoriada, el Registrador
deberá inscribir de inmediato la certificación; o aceptadas las observaciones del Registrador en la
sentencia firme en primera y segunda instancia, se le enviara copia de la misma para que la
custodie en su archivo[172]La resolución judicial es apelable por las partes ante la respectiva Sala
de lo Civil sea la resolución accediendo o denegando la inscripción.

Con respecto a la oposición cabe hacer algunas acotaciones, una de ellas es que el actor debe
presentar pruebas documentales, pues las testificales no son suficientes y además esta
documentación debe estar debidamente inscrita en el Registro de la Propiedad, y no ser una
anotación provisional porque para este procedimiento no tiene ningún valor la oposición versa
sobre Derecho real. También, dentro de estas observaciones cabe recalcar que los testigos
propuestos en la solicitud de la titulación posesoria no son idóneos para el juicio de oposición.

Es notorio que el articulado de este modo de proceder, no exige certificación del Registro de la
propiedad, como requisito para ser admitida la solicitud de título supletorio, en que contare si la
finca está o no inscrita -negativa registral- y a nombre de quién en su caso requisito que sí,
contempló la ley Hipotecaria española de 1909, como una medida para contrarrestar los abusos al
aplicarse a bienes ya inscritos.

Aunque, con la nueva ley de Catastro Nacional las medidas de seguridad se han fortalecido en
términos legales, -Art. 40 "Los tribunales competentes para poder tramitar solicitudes de títulos
supletorios y rectificaciones de área deberán exigir al interesado que presente un plano catastral
debidamente aprobado por la oficina de catastro correspondiente, indicando el área catastral, el
perímetro de la propiedad y la descripción de la misma, debiendo insertarse estos datos en la
sentencia"- se hace imprescindible una mejor coordinación entre todas las instituciones
involucradas en el procedimiento, tema del que hablaremos más adelante.

En el presente capítulo, hemos abordado -en el marco de sus respectivas complejidades- las
diferencias teóricas y prácticas o reales entre posesión y dominio; así como, los antecedentes
mediatos e inmediatos de la relación de la titulación posesoria y el Registro; el modo de proceder
en la solicitud del título supletorio: Así que, para concluir dicho capítulo, pasaremos analizar los
efectos jurídicos del título supletorio inscrito en el Registro de la propiedad, haciendo la salvedad,
que la posesión aquí referida es del propietario, y no la mera tenencia[180]Es decir la posesión
incoada en el título supletorio e inscrito en el Registro de la propiedad.

EFECTOS JURÍDICOS DEL TÍTULO SUPLETORIO INSCRITO EN LA LEGISLACIÓN VIGENTE

Hemos querido iniciar este acápite, señalando que el título supletorio inscrito en el Registro de la
propiedad produce -como nos dice CASTÁN y ROCA SASTRE-, los mismos efectos que el dominio,
salvo ante el verdadero dueño, ante quién está expuesto a la reivindicación de éste. Sin embargo
la titulación supletoria es título bastante para la reivindicación ante títulos más débiles o sea que
los efectos jurídicos de esta institución son relativos Obviamente lo expresado está determinado
por la presunción de que, a la titulación supletoria, le pertenece el derecho en la forma
determinada por el asiento registral respectivo de conformidad con el Art. 3949C.

Acción reivindicatoria, que constituye la más propia y eficaz defensa de la propiedad - como nos
dice CASTÁN-, tiene por fin obtener la restitución de la cosa que indebidamente retiene un
tercero". Este tipo de acción es cuando el despojo se ha consumado, es decir, es cuando "el
propietario no poseedor -indica SOHM citado por CASTÁN- hace efectivo su derecho a exigir la
restitución de la cosa del poseedor no propietario". Ahora bien si el despojo no se ha efectuado, la
acción que cabe es la acción de mera declaración, con "la finalidad de obtener una declaración de
que el actor es propietario de la cosa, acallando a la parte contraria que discute ese derecho o se
lo arroga" .

El primer párrafo del presente acápite, nos deja entrever que en el Registro de la propiedad, se
regulan, tanto los efectos del dominio, como los efectos de la titulación supletoria. Esto implica -
según SANZ FERNÁNDEZ, y reafirmado por CASTÁN- que la independencia de ambas instituciones
llega hasta donde la ley lo permite. En este sentido nuestra legislación vigente -al igual que las Ley
Hipotecaria de 1944, y 1946- les da un trato diferenciado, protegiendo plenamente al
dominio[184]emanado de un título formalmente escrito o notariado, y en términos relativos -con
relación al título notariado- al dominio emanado de un título supletorio.

Por consiguiente, en el mundo registral con respecto título supletorio inscrito encontramos dos
escenarios: en el primero se dan las relaciones entre el titular registral con titulación supletoria y
un tercero con título formalmente escrito por un Notario -mejor derecho-, no inscrito en el
Registro. Aquí, no hay protección registral definitiva[185]por aquello de que la información
posesoria se aprueba "sin perjuicio de tercero de mejor derecho"[186], o sea que el titular
registral está amenazado por la acción reivindicatoria del que presume mejor derecho[187]Éste
último tendrá, mediante resolución judicial o por voluntad del titular registral, que
anular[188]dicho asiento para poder inscribir su derecho[189]Mientras tanto, como diría ROCA
SASTRE, la inscripción supletoria seguirá produciendo sus respectivos efectos jurídicos;

Segundo escenario, relaciones entre el titular registral con titulación supletoria y tercero con título
más débil o igual, no inscrito. Aquí operan a plenitud los principios de la fe pública y legitimidad
registral es decir que el dominio del titular registral está plenamente protegido por el registro,
llegándose a consolidar con ello, una adquisición a non domino. Sin embargo en ninguno de los
dos escenarios la inscripción convalida los actos o contratos que sean nulos o anulables de
conformidad con el Art.3949C, arriba referido.

Los efectos jurídicos analizados en el párrafo anterior, explican el porqué, la expresión de la


providencia judicial-administrativa -jurisdicción voluntaria- "sin perjuicio de tercero de mejor
derecho" debe ser razonada en el Registro de la Propiedad. Esto es para que, un tercer adquirente
pueda ver el carácter del derecho que se le trasmite, pues éste debe estar claro que tipo de
dominio es el que adquiere, ya que la titulación supletoria no puede transmitirles más derechos
que los que tiene.

Lamentablemente, esta desventaja -del dominio basado en la titulación supletoria, con respecto al
dominio basado en la titulación notarial-, se refleja en el negocio jurídico, en el tráfico jurídico de
la misma, cuando -al igual que en la España de antaño- la banca comercial nicaragüense y otras
instituciones financieras se resisten o ponen muchas trabas al crédito hipotecario, y lo que es peor
aún, su precio en el mercado es subvalorado por esa condición, situación que ha sido aprovechada
por los antiguos terratenientes y capitales emergentes -nuevos capitalistas-, para comprarlos por
debajo de su valor.

Inscripciones que se volvieron más desventajosas con los títulos supletorios emanados de las
instituciones administrativas del Estado[193]y de las Municipalidades[194]sobre todo aquellos
productos de confiscaciones y expropiaciones en el período de la Revolución Sandinista. Otro gran
efecto jurídico del título supletorio inscrito en el Registro Público de la Propiedad, es que sirve de
base, mediante la prescripción positiva -regulado por el Derecho común- a la conversión de la
posesión en derecho de dominio.
Concluimos este acápite, enfatizando, que la titulación supletoria inscrita le da a quien la ostenta
la titularidad registral, por tanto posee -además de la debida protección-, las facultades de
transmitir, constituir, modificar o extinguir derechos con relación a su finca. En otras palabras, este
propietario tiene el derecho a servirse de la cosa para sus intereses y de acuerdo con la función
social del derecho, siempre y cuando esas conductas no violen preceptos legales ya establecidos, y
que la teoría denomina, como vimos en el acápite referido a las limitaciones del dominio, abuso
del derecho.

Naturaleza procesal del título supletorio

La naturaleza procesal del título supletorio, tiene carácter administrativo por no tratarse de un
juicio -salvo que se presente oposición-, y en ese sentido el interesado o solicitante es tutelado, en
su pretensión de un derecho material privado, por varias instituciones administrativas del Estado
en estricta división de funciones, a saber: el poder judicial -Juez o Tribunal-[199], en el marco de la
jurisdicción voluntaria por no tratarse de un litigio; la Procuraduría General de la República citada
al proceso en su calidad de representante judicial del Estado; las Alcaldías citadas en su calidad de
gobiernos locales y como unidad base de la división política administrativa del país; el Catastro
Nacional con sus tres fines, legal, administrativo y de ordenamiento de los bienes inmuebles en el
territorio nacional; y el Registro Público de la Propiedad de bienes inmuebles y su Reglamento.

JURISDICCIÓN VOLUNTARIA

La jurisdicción voluntaria es regulada por el Código de Procedimiento Civil en el Libro II. El Art.
553Pr, dice escuetamente y sin mayor argumentación que "son actos de jurisdicción voluntaria
todos aquellos que no tengan señalado un procedimiento en el Libro III -jurisdicción contenciosa-
de este Código, y en los cuales sea necesaria o se solicite la intervención del Juez, sin estar
empeñada ni promoverse cuestión alguna entre partes conocidas y determinadas, sin que al
verificarlo el Juez adquiera poder para obligar a nadie a hacer o no hacer alguna cosa contra
voluntad".

Según el artículo mencionado y la teoría, estamos -como dice Eduardo Pallares- ante un "acto en
que, por disposición de la ley o voluntad del interesado, se requiere la intervención del Juez"[205],
para que tutele la voluntad privada del solicitante de la titulación supletoria, y confirme la misma a
su favor. Solicitud que confía, como ya dijimos anteriormente, al órgano jurisdiccional en calidad
de una actividad administrativa. Por consiguiente, como dice la norma referida en el primer
párrafo de este acápite, no se trata de cuestión alguna entre partes, sino de uno o más
solicitantes, porque entre ellos no hay litigio o pleito jurídico que resolver.

Hay autores que plantean, que no hay propiamente jurisdicción voluntaria, sino proceso
voluntario a como hay otros que dicen, que la jurisdicción voluntaria no es un verdadero proceso -
según JAIME GUASP, porque no se trata de satisfacer coactivamente una pretensión procesal, o de
tutelar un derecho contra la voluntad del que lo desconoce-, sino la administración judicial del
derecho privado[208]En palabras sencillas, el interesado en una titulación supletoria recurre
voluntariamente, porque así lo establece la ley, ante el judicial competente para que mediante
providencia le apruebe la información posesoria y ordene certificación de la misma para su
inscripción en el Registro de la propiedad, con forme al Art. 140RRP.

Sin embargo, por la razones expuestas, la providencia que aprueba la información supletoria y
orienta su inscripción en el Registro, no causa estado o sea no es cosa juzgada, tal y como lo
asevera el Art. 140RRP, en su último párrafo "La información se aprobará sin perjuicio de tercero
de mejor derecho", o sea que en este caso no produce efecto contra tercero, como pasa siempre
en todo proceso "el dominio o cualquier otro derecho real que se mencione expresamente en las
inscripciones…producirá efecto, contra tercero desde la fecha del asiento de presentación del
título respectivo".

Otro aspecto a tener en cuenta en este acápite es el carácter constitutivo que adquiere la
inscripción del título supletorio en el Registro de la propiedad, pues se trata de un nuevo estado
jurídico: la titularidad registral del propietario, que en un momento determinado no tenía acceso
al Registro por carecer, como lo dijimos antes, de un justo título. En este sentido tanto
CHIOVENDA como WACH, señalan que "el carácter diferencial de la jurisdicción voluntaria es su fin
constitutivo"… Y que "lo contencioso tiene como fin la actuación de relaciones existentes"[210].
Discusión[211]que resulta de mucho interés, sobre todo porque el anteproyecto de la Ley General
de Registros Públicos, en su artículo 83 dice "La constitución, modificación o extinción de los
derechos sobre bienes registrados se produce para todo efecto legal con la inscripción del título
respectivo en el correspondiente Registro Público. La inscripción tendrá carácter declarativo
cuando las leyes así lo determinen". Sin embargo una buena parte de nuestros legisladores
prefirieron dejar las cosas como están en el Art. 3936C.

Para tener una mejor ilustración y reafirmar que la inscripción del título supletorio es realmente
constitutivo de un nuevo estado jurídico, veremos varias tesis al respecto de autores citados por
ROCA SASTRE en su obra Derecho Hipotecario. Para JERÓNIMO GONZÁLEZ, "las inscripciones
Declarativas son las que reconocen o declaran un estado jurídico que de antemano parece dotado
de acciones reales. Las inscripciones Constitutivas son las que transforman en real la situación
jurídica que no está cualificada de este modo".

Para SANZ FERNÁNDEZ, "la inscripción Declarativa es la que se limita a recoger los elementos
jurídicos que dan vida al derecho real, sin añadirles un valor espacial por sí misma. El derecho real
nace, existe fuera del Registro, y las inscripciones que en éste se practican se refieren a derechos
reales ya existentes…Concibe, al Registro como simple organismo de publicidad… La inscripción
Constitutiva es aquella que por sí misma o con otros elementos previos de carácter necesario, da
vida al derecho real o es un elemento de su constitución, supresión o modificación".

Para La CRUZ BERDEJO, "las inscripciones Declarativas son las que se limitan a manifestar un
cambio real sin haber intervenido en él, y Constitutivas las que publican un cambio real que ellas
mismas provocaron".
Para Wolff, a "las categorías de inscripciones meramente declarativas pertenecen especialmente
las de rectificación; están destinadas a eliminar una disensión entre la situación jurídica inscrita y
real -inscripciones del heredero del propietario-. Constitutivas llama a la inscripción que sea un
elemento de la constitución, supresión o modificación del derecho real -transmisión de finca,
concesión de hipoteca, etc.".

Hedemann, "en el Derecho alemán rige el principio de inscripción, lo que quiere decir, que todas
las relaciones jurídicas, en cuanto procedan del tráfico de los negocios jurídico, no nacen sino
mediante su inscripción en el Registro. Lo supuesto en este principio, sería que las relaciones
jurídicas naciesen antes de la inscripción, de suerte que ésta no tuviese otro carácter que el de un
medio de prueba que arbitrariamente se pudiese agregar o no a la transmisión realizada".

Nuestra legislación, al margen de la teoría dominante expuesta por los autores arriba citados,
tiene como regla general que la inscripción en el Registro es meramente declarativa, a excepción
de la hipoteca de conformidad con el Art. 3772C. Este planteamiento se fundamenta en que
constitución, modificación o extinción de los derechos reales por negocio jurídico, se dan
mediante el consentimiento emitido por las partes, sin necesidad de llevar al Registro el
documento en que consta dicho negocio jurídico.

RECTIFICACIÓN DE ÁRESAS Y LINDEROS

CONCEPTO Según el diccionario rectificar significa enmendar, modificar, reformar, enderezar,


mejorar, corregir, etc. Es aquella pretensión por la cual se concede al propietario de un bien
inmueble a fin de que rectifique el área total o parcial del terreno o las medidas perimétricas de
los linderos, o para que se limiten éstos mediante deslinde en forma correcta. Hay terrenos con
medidas perimétricas erradas y/o áreas que no coinciden entre el documento y la realidad del
bien, o también existe disputa con colindantes sobre una determinada área o lindero, la misma
que se tramitará judicialmente para su rectificación y luego remitirse al notario para que corrija el
título de propiedad y se pueda inscribir el dominio.

NATURALEZA JURÍDICA

En principio, la rectificación de área no determina el incremento o reducción de la extensión de un


predio, sino el reconocimiento del área real que siempre tuvo a efectos de eliminar la inexactitud
publicada por el Registro.

La realidad tabular del predio discrepa de la realidad física. El área publicitada del predio es mayor
o menor o con linderos total o parcialmente diferentes.
La incorporación de un predio al Registro desde su inicio estuvo carente de documentos gráficos.
Sin embargo, aun cuando los títulos inscritos contenían los planos o la representación gráfica del
predio elaborados por profesionales especializados, cabe siempre un error humano, el cual puede
originarse por un deficiente o erróneo apreciación de la realidad o en una plasmación inexacta en
el título. A través de estos mecanismos de rectificación registral jamás debe admitirse un aumento
del área con el pretexto de adecuar la realidad de partida, incorporando el área contigua que
nunca formó parte del predio.

Este proceso también se realiza cuando hay duplicidad de partidas registrales por superposición de
áreas de dos predios; es decir, que el mismo bien tiene dos fichas o partidas registrales.

Las formas que existen para realizar la verificación son:

Por mutuo acuerdo. Se efectúa mediante escritura pública suscrita por el propietario del predio y
los propietarios de los predios colindantes. Los últimos deben manifestar su conformidad con las
medidas de tu propiedad.

Por vía judicial. Se tramita como proceso judicial toda rectificación cuando el área real sea mayor a
la registrada y exista superposición de áreas o linderos con otro predio. También aplica cuando
surge oposición de terceros.

Por vía notarial. Se procesa como un asunto no contencioso ante notario siempre y cuando el área
real del predio sea inferior a la registrada en la partida.

Una vez obtenida la rectificación de las áreas y linderos del predio deberá inscribirse la misma en
los Registros Públicos a fin de que en la partida registral del predio obren las reales medidas del
inmueble.

REQUISITOS GENERALES DE LA DEMANDA

La demanda de títulos supletorios de dominio, prescripción adquisitiva de dominio, rectificación o


delimitación de áreas o linderos y deslinde, requieren aparte de los requisitos generales señalados
en los Artículos 424 y 425 del CPC, los requisitos especiales previstos en el Articulo 505 del
acotado cuerpo procesal:

1. Se indicara el tiempo de la posesión del demandante y la de sus causantes, la fecha y forma


de adquisición, la persona que, de ser el caso, tenga inscritos derechos sobre el bien, y cuando
corresponda los nombres y lugar de notificación de los propietarios u ocupantes de los bienes
colindantes.
2. Se describirá el bien con la mayor exactitud posible. En caso de inmueble se acompañarán
planos de ubicación y perimétricos, así como descripción de las edificaciones existentes, suscritos
por ingeniero o arquitecto colegiado y debidamente visados por la autoridad municipal o
administrativa correspondiente, según la naturaleza del bien, y cuando sea el caso, certificación
municipal o administrativa sobre la persona que figura como propietario o poseedor del bien. El
Juez podrá, si lo considera necesario, exigir la presentación de los comprobantes de pago de los
tributos que afecten el bien. Esta exigencia no es porque sea un control o fiscalización del pago del
tributo, sino para verificar la calidad de propietario del poseedor, que es un requisito sine qua non
para la procedencia de la usucapión.

3. Tratándose de bienes inscribibles en un registro público o privado se acompañara, además,


copia literal de los asientos respectivos de los últimos diez años, si se trata de inmuebles urbanos,
o de cinco años si se trata de inmuebles rústicos o bienes muebles, o certificación que acredite
que los bienes no se encuentran inscritos.

4. Se ofrecerá necesariamente como prueba la declaración testimonial de no menos de tres ni


más de seis personas, mayores de veinticinco años, sin perjuicio de los demás medios probatorios
que se estime pertinentes. Cuando se refiere a otros medios probatorios, estos pueden ser
documentos consistentes en recibos de agua, luz eléctrica, teléfono, contratos diversos,
declaración jurada de autoevalúo, etc, que prueben la posesión y el ejercicio como propietario.

5. Tratándose de deslinde se ofrecerá como prueba, además, la inspección judicial del predio.

EN NOTARIA SE PUEDEN SEGUIR DOS PROCESOS

Por mutuo acuerdo: mediante escritura pública suscrita por el propietario y los propietarios de
todos los predios colindantes.

Procedimiento notarial: siempre que el área real sea igual o inferior a la registrada en la partida

El o los participantes deberán pasar por una verificación biométrica, la cual será tomada en la
Notaría.

Solicitud:

· Presentada por el propietario, y suscrita por tres testigos mayores de 25 años.

Requisitos:

Planos de ubicación y perimétricos del inmueble. Escala 1/500. *

Memoria descriptiva del inmueble suscrita por arquitecto o ingeniero civil inscrito en el índice de
verificadores a cargo de la SUNARP o del R.P.U. Según sea el caso.

Cuando el área real es superior a la registrada, procederá este trámite siempre y cuando exista
una certificación registral de que la mayor área no se superpone a otra registrada.
Declaración jurada de autovalúo del último ejercicio, con el recibo de pago por el impuesto predial
del año en que se realiza el trámite.

Trámite:

1. Notificación personal.

Anterior propietario.

Al titular registral.

Al titular del registro municipal predial.

A los propietarios u ocupantes de los predios colindantes.

2. publicaciones.

Por tres veces con intervalo de 3 días.

En “El Peruano” y en otro de mayor circulación local.

3. Cartel.

En la parte más visible del inmueble.

4. Anotación preventiva.

Si está registrado el predio o

Si no está, se podrá pedir una partida especial y su primera anotación.

5. Acta de presencia.

Descripción y características del inmueble.

Posesión pacífica y pública.

Manifestación de los ocupantes de los predios colindantes.

6. Declaratoria.

Vencido el plazo de 25 días hábiles.

No debe haber oposición de terceros.

Se redacta un acta de notoriedad.

Se acredita la posesión con los documentos presentados.

Se acredita la posesión con los hechos verificados.


7. Se declara.

El saneamiento del área y linderos del inmueble.

8. Se protocoliza el acta

Los requisitos antes mencionados son meramente referenciales toda vez que los documentos
serán sometidos a evaluación. Viendo el caso en concreto.

DESLINDE

En cuanto una finca no esté correctamente delimitada o exista una controversia registral de la
misma, hay que proceder a deslindarla que, significa señalar y distinguir los términos de un lugar,
provincia o heredad, por consiguiente deslindar una finca, es señalar los límites de esa finca o
heredad.

El tema de los linderos de una finca, ha causado y sigue causando un gran problema en España,
siendo objeto de múltiples conflictos.

Hoy en día, es muy importante tener claramente definidos y con mucha precisión los límites
jurisdiccionales, puesto que la nueva Ley del Catastro Inmobiliario define las líneas límite como la
base para la tributación, cortando incluso parcelas y edificios contra ella

El Código Civil en su art 384 señala que todo propietario tiene derecho a deslindar su propiedad
con citación de los predios colindante, lo que es una de las facultades del contenido del derecho
de propiedad para su defensa, consistiendo en la fijación de los límites de los inmuebles contiguos
cuando sean inciertos o existan controversias pudiendo hacerse por acuerdo, o por procedimiento
de jurisdicción voluntaria o por juicio contencioso declarativo.

Competencia, legitimación y postulación

Competencia: Será competente para el conocimiento de este expediente el Secretario judicial del
Juzgado de Primera Instancia correspondiente al lugar donde estuviera situada la finca o la mayor
parte de ella.

Legitimación: Se iniciará el expediente a instancia del titular del dominio de la finca o, de ser
varios, de cualquiera de ellos, o del titular de cualquier derecho real de uso y disfrute sobre la
misma.

Postulación: En la tramitación del presente expediente será preceptiva la intervención de Abogado


si el valor de la finca fuera superior a 6.000 euros.

Solicitud de inicio del expediente de deslinde


El expediente se iniciará mediante escrito en el que se harán constar las circunstancias tanto de la
finca que se pretende deslindar como las colindantes, así como los datos identificativos de los
titulares de una y otras, incluidos los catastrales, con su domicilio si fuera conocido por el
solicitante. Cuando el deslinde solicitado no se refiriera a la totalidad del perímetro de la finca, se
determinará la parte a que haya de contraerse.

Respecto de las fincas colindantes que aparezcan inscritas en el Registro de la Propiedad, deberá
aportarse igualmente certificación registral.

El solicitante del deslinde deberá aportar, en todo caso, la certificación catastral descriptiva y
gráfica de la finca objeto del deslinde y de las colindantes, así como los documentos o justificantes
que sirvan de fundamento a su pretensión.

Además, en caso de que el promotor manifieste que la representación gráfica catastral no coincide
con la del deslinde solicitado, deberá aportar representación gráfica georreferenciada del mismo.

En todo caso, la representación gráfica alternativa habrá de respetar el resto de la delimitación de


las fincas afectadas que resulten de la cartografía catastral en lo no afectado por el deslinde. Dicha
representación gráfica deberá estar debidamente georreferenciada y suscrita por técnico
competente, de modo que permita su incorporación al Catastro una vez practicado el deslinde.

Inicio del expediente de deslinde y amojonamiento

El Secretario judicial, admitida la solicitud, comunicará el inicio del expediente a todos los
interesados, quienes, en el plazo de quince días, podrán hacer las alegaciones y presentar las
pruebas que estimen procedentes.

Transcurrido el plazo, el Secretario judicial dará traslado a dichos interesados de toda la


documentación aportada y les citará al acto de deslinde a celebrar en el plazo de treinta días para
buscar la avenencia entre ellos.

No se suspenderá la práctica del deslinde por la falta de asistencia de alguno de los dueños
colindantes, quedando a salvo su derecho para demandar, en el juicio declarativo que
corresponda, la posesión o propiedad de las que se creyese despojado en virtud del deslinde.

De la misma forma, si antes de la comparecencia, el dueño de alguna de las fincas colindantes se


opusiera al deslinde, archivará el expediente en relación a la parte de la finca lindante con la del
opositor, reservando a las partes su derecho para que lo ejerciten en el juicio declarativo que
corresponda y continuará con el resto.

Resolución del expediente de fincas no inscritas

De lograrse el acuerdo, entre todos los interesados o parte de ellos, el Secretario judicial hará
constar en un acta todo cuanto acuerden y que el acto terminó con avenencia total o parcial
respecto de alguno o algunos de los linderos, así como los términos de la misma, debiendo ser
firmada por los comparecientes. Si no pudiere conseguirse acuerdo alguno, se hará constar que el
acto terminó sin avenencia.

Finalizado el acto, el Secretario judicial dictará decreto haciendo constar la avenencia, o que fue
parcial respecto de alguno o algunos de los linderos, o que se celebró sin avenencia, acordándose
el archivo definitivo de las actuaciones.

Al decreto se incorporará el acta y, en todo caso, la certificación catastral descriptiva y gráfica y, en


el supuesto de discordancia con esta, la representación gráfica alternativa aportada.

El Secretario judicial remitirá testimonio del acta y del decreto al Catastro a los efectos de que
puedan realizarse por este, en su caso, las alteraciones catastrales que correspondan, según su
normativa reguladora.

Documentos necesarios para el expediente

El promotor del deslinde deberá aportar, en todo caso, la certificación catastral descriptiva y
gráfica de la finca objeto del expediente y de las colindantes afectadas, así como los documentos o
justificantes que sirvan de fundamento a su pretensión.

Además, en caso de que el promotor manifieste que la representación gráfica catastral no coincide
con el deslinde solicitado, deberá aportar representación gráfica georreferenciada del mismo.

El Notario comunicará el inicio del expediente a todos los interesados, quienes, en el plazo de
quince días, podrán hacer las alegaciones y presentar las pruebas que estimen procedentes.

El Notario dará traslado a dichos interesados de toda la documentación aportada y convocará a los
mismos, en el plazo de otros treinta días, a una comparecencia, para buscar la avenencia entre
ellos.

También notificará el inicio del expediente al Registro de la Propiedad en el que se encuentren


inscritas las fincas, al objeto de que se expida certificación de titularidad y cargas de las mismas y
de sus colindantes afectadas, cuyos titulares habrán de ser notificados del expediente por el
Notario, haciendo constar el Registrador por nota al margen de las fincas la expedición de dicha
certificación, con indicación del Notario que tramite el expediente y su finalidad. La referida nota
marginal se cancelará por caducidad trascurridos dos años desde su fecha.

La rectificación de linderos, descripción y superficie de fincas registradas

El expediente para rectificar la descripción, superficie o linderos de cualquier finca registral se


tramitará siguiendo las reglas prevenidas en el artículo 203 de la Ley Hipotecaria, con las
siguientes particularidades:

Quién puede promoverlo


a) Podrá promoverlo el titular registral de la totalidad o de una cuota indivisa en el dominio, o de
cualquier derecho real, mediante la aportación al Notario de la descripción registral de la finca y su
descripción actualizada, asegurando bajo su responsabilidad que las diferencias entre ambas
obedecen exclusivamente a errores descriptivos del Registro y no a la celebración de negocios
traslativos o en general a cualquier modificación, no registrada, de la situación jurídica de la finca
inscrita.

b) Asimismo deberá el interesado expresar los datos de que disponga sobre la identidad y
domicilio de los titulares del dominio y demás derechos reales sobre la propia finca y sobre las
colindantes tanto registrales como catastrales, aportando, en todo caso, la certificación catastral
descriptiva y gráfica de la finca o fincas objeto del expediente. Además, en caso de que el
promotor manifieste que la representación gráfica catastral no coincide con la rectificación
solicitada, deberá aportar representación gráfica georreferenciada de la misma.

c) No será de aplicación al expediente regulado en el presente artículo lo dispuesto en el apartado


c) de la regla segunda, los apartados d) y e) de la regla quinta y el último párrafo de la regla sexta
del artículo 203. En cuanto a la regla tercera, el contenido de las certificaciones se entenderá
limitado a la rectificación cuya inscripción se solicita.

d) En el supuesto de que se haya aportado representación gráfica alternativa, el Notario procederá


conforme a lo dispuesto en el párrafo segundo de la letra c) del apartado 2 del artículo 18 del
texto refundido de la Ley del Catastro Inmobiliario.

Expediente de rectificación descriptiva de edificios en división hoizontal

e) No podrá tramitarse el expediente regulado en los apartados anteriores para la rectificación


descriptiva de edificaciones, fincas o elementos integrantes de cualquier edificio en régimen de
división horizontal o fincas resultantes de expediente administrativo de reorganización de la
propiedad, expropiación o deslinde.

En tales casos, será necesaria la rectificación del título original o la previa tramitación del
procedimiento administrativo correspondiente.

Si el Registrador, a la vista de las circunstancias concurrentes en el expediente y del contenido del


historial de las fincas en el Registro, albergare dudas fundadas sobre la posibilidad de que el
expediente de rectificación de descripción registral encubriese un negocio traslativo u operaciones
de modificación de entidad hipotecaria, procederá a suspender la inscripción solicitada motivando
las razones en que funde tales dudas.

Podrá, no obstante, realizarse la rectificación de la descripción de cualquier finca, sin necesidad de


tramitación de expediente, cuando se trate de alteración de su calificación o clasificación, destino,
características físicas distintas de la superficie o los linderos, o los datos que permitan su adecuada
localización o identificación, tales como el nombre por el que fuere conocida la finca o el número o
denominación de la calle, lugar o sitio en que se encuentre, siempre que, en todos los casos, la
modificación se acredite de modo suficiente, en la forma que se determine reglamentariamente.
Las diferencias de cabida

Tampoco será necesario tramitar el expediente de rectificación para la constatación de diferencias


de cabida de la finca inscrita, en los siguientes supuestos:

a) Cuando las diferencias de cabida no excedan del diez por ciento de la inscrita y se acredite
mediante certificación catastral descriptiva y gráfica, siempre que de los datos descriptivos
respectivos se desprenda la plena coincidencia entre la parcela objeto del certificado y la finca
inscrita.

b) En los supuestos de rectificación de la superficie, cuando la diferencia alegada no exceda del


cinco por ciento de la cabida que conste inscrita.

En ambos casos será necesario que el Registrador, en resolución motivada, no albergue dudas
sobre la realidad de la modificación solicitada, fundadas en la previa comprobación, con exactitud,
de la cabida inscrita, en la reiteración de rectificaciones sobre la misma o en el hecho de proceder
la finca de actos de modificación de entidades hipotecarias, como la segregación, la división o la
agregación, en los que se haya determinado con exactitud su superficie. Realizada la operación
registral, el Registrador la notificará a los titulares registrales de las fincas colindantes.

SENTENCIAS

CASACION EN PRESCRIPCION ADQUISITIVA, LAS SENTENCIAS SON DECLARATIVAS Y NO


CONSTITUTIVAS

CASACION 750-2008 CAJAMARCA


MATERIA PRESCRIPCION ADQUISITIVA
CASO: LUCIO VASQUEZ CONTRA LA MUNICIPALIDAD DE CAJAMARCA Y OTROS

Lima, once de enero del año dos mil diez.- SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA DE LA REPÚBLICA, vista la causa setecientos cincuenta – dos mil ocho en audiencia
pública de la fecha emite la siguiente sentencia; MATERIA DEL RECURSO.- Viene a conocimiento de
esta Sala Suprema el recurso de casación interpuesto por Lucio Vásquez Goicochea en
representación de Manuel Abanto Abanto, contra la sentencia de vista de fojas setecientos
ochenta y seis, su fecha veintiuno de diciembre del año dos mil siete, que revocando la sentencia
apelada de fojas trescientos sesenta y cuatro, de fecha veintisiete de enero del año dos mil cinco,
declara improcedente la demanda; en los seguidos por Manuel Abanto Abanto y Otros contra
Mariana del Carmen Castro Jáuregui y Otro; sobre Nulidad de Acto Jurídico y Otros;
FUNDAMENTOS DEL RECURSO.- Esta Suprema Corte mediante resolución del veintiocho de mayo
del año dos mil ocho, obrante a fojas sesenta y uno del cuadernillo de casación, ha estimado
procedente el recurso por las causales de: i) Interpretación errónea del artículo 952° del Código
Civil; y, ii) Inaplicación de los artículos V del Título Preliminar y 219° inciso 8 del Código Civil;
expresando los recurrentes como fundamentos: i) Interpretación errónea: La Sala Superior ha
interpretado equivocadamente el artículo 952° del Código Civil, por cuanto, de una correcta
interpretación de dicho dispositivo se tiene que la sentencia dictada en un proceso de Prescripción
Adquisitiva de Dominio de bien inmueble es de carácter declarativo y con efectos retroactivos
desde el momento de la posesión y no a partir de la emisión o notificación con la sentencia; y, ii)
Inaplicación: El Superior Colegiado ha inaplicado los artículos V del Titulo Preliminar y 219° inciso 8
del Código Civil, pues al haberse dispuesto mediante la donación materia de la demanda de los
seiscientos ochenta y ocho punto cinco metros cuadrados (688.5 m2) por persona, pues a la fecha
que lo transfirió, carecía de la titularidad de dicha propiedad, se han contravenido los artículos 70°
de la Constitución Política del Estado y 923° del Código Civil, que reconocen el derecho imperativo
de propiedad, lo cual da motivo para que se declare la nulidad del acto jurídico de donación; y,
CONSIDERANDO: PRIMERO.- En relación a la causal de interpretación errónea, corresponde
señalar, en principio, conforme ya fue hecho por este Supremo Tribunal, que la prescripción
adquisitiva de dominio constituye una forma originaria de adquirir la propiedad de un bien, basada
en la posesión del bien por un determinado período de tiempo cumpliendo con los requisitos
exigidos por la Ley, lo que implica la conversión de la posesión continua en propiedad;
regulándose en nuestra codificación civil, artículo 950°, una prescripción extraordinaria o larga,
cuando se cumplen los requisitos de posesión continua, pacífica y pública como propietario
durante diez años; y, otra prescripción ordinaria o corta, cuando además de los requisitos citados
se satisfacen también los de justo título y buena fe; SEGUNDO.- La controversia a dilucidar por
esta Sala de Casación no versa sobre los requisitos para la configuración de la prescripción, sea
ordinaria o extraordinaria, sino respecto del carácter de la sentencia que ampara una demanda de
Usucapión, esto es, si es de naturaleza constitutiva de derecho o solamente declarativa, dicho de
otra forma, si la usucapión opera de pleno derecho o requiere de una sentencia que así lo declare
y por tanto a partir de ese momento el derecho de propiedad recién se ha constituido; TERCERO.-
Sobre este punto, esta Suprema Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema ya ha señalado en la
sentencia casatoria número dos mil setecientos noventa y dos – dos mil dos – Lima, del
veintinueve de marzo del año dos mil cuatro, en su considerando Quinto: “ Que asimismo, la
usucapión opera de pleno derecho, y la ley no obliga que para adquirir este derecho tenga
previamente que obtenerse sentencia favorable que así lo declare dentro de un proceso sobre
Prescripción Adquisitiva de Dominio, dado que el artículo 952° del Código Civil, es claro al
establecer que quien adquiere un bien por prescripción “… puede…” entablar juicio para que se le
declare propietario; aunque, claro está, el pleno efecto erga omnes solo derivará de la usucapión
reconocida por sentencia judicial e inscrita en los Registros Públicos conforme a la parte final del
citado artículo 952° del Código Civil”; CUARTO.- En efecto, la regulación contemplada en el artículo
950° del Código Civil sobre los requisitos de la usucapión no contiene disposición expresa que exija
para la adquisición del derecho de propiedad por dicha vía, además de los ya señalados, sentencia
favorable firme por parte del órgano jurisdiccional; criterio este que se sustenta en el artículo 952°
del Código Civil, por cuanto este dispositivo es expreso cuando señala que: “Quien adquiere un
bien por prescripción”, esto es, quien ya adquirió la condición de propietario de un bien por
cumplimiento de todos los requisitos establecidos en el artículo 950°, “puede”, no que deba, vale
decir, es potestativo del adquirente, “entablar juicio para que se le declare propietario”, y no para
que se le constituya en propietario, esto es, para que se le reconozca como propietario; QUINTO.-
Este criterio descansa en la esencia misma de la prescripción adquisitiva de dominio, cual es la
posesión, que es eminentemente un poder de hecho (un “ejercicio de hecho” de acuerdo al
artículo 896° del Código Civil) antes que de derecho, una vinculación material o señorío sobre la
cosa, el cual existe por el solo hecho de presentarse esa relación con el bien; que en ese sentido,
cuando la posesión comienza a prolongarse en el tiempo, desarrollándose en concepto de dueño,
en forma continua, pacífica y pública por un período considerable de tiempo, se producen un
conjunto de efectos dentro de la sociedad los cuales informan que el titular de dicha posesión ya
no es un simple poseedor sino que éste ejerce atribuciones sobre el bien propias de un propietario
que persuaden a su entorno del mismo y exige un reconocimiento como tal; SEXTO.- Entonces, es
ese estado de hecho que el derecho accedió a reconocer, ya de antigua data, como generador del
derecho de propiedad a través del instituto de la Prescripción Adquisitiva de Dominio o Usucapión,
“se trata de una investidura formal mediante la cual una posesión se transforma en propiedad. Es
pues, algo más que un mero medio de prueba de la propiedad o un mero instrumento al ser vicio
de la seguridad del tráfico, es la identidad misma de la propiedad como investidura formal ligada a
la posesión” (José Antonio Álvarez Caperochipi, Curso de Derechos Reales, Tomo uno, Editorial
Civitas Sociedad Anónima, Primera Edición, Madrid, página ciento cuarenta y tres), siendo el
proceso judicial respectivo y la sentencia dictada en el mismo por el órgano jurisdiccional
meramente de carácter declarativo, reconocedora de que luego de la probanza respectiva ha
operado ya la usucapión; SÉTIMO.- De acuerdo a todo lo expuesto, reiteramos la acción de
prescripción adquisitiva es evidentemente declarativa en tanto busca el reconocimiento de un
derecho a partir de una situación de hecho determinada o un pronunciamiento de contenido
probatorio que adquirirá certidumbre mediante la sentencia o resolución, de tal forma que el
contenido abstracto de la Ley se convierte en una decisión concreta, estableciendo una relación de
derecho entre las partes; de modo que no se puede llegar a una decisión jurisdiccional por la que
se considere que el posesionario se ha convertido en propietario del bien, por haberlo adquirido
por prescripción adquisitiva sin que reciba un título que lo considere como tal conforme al trámite
judicial, notarial o registral correspondiente; OCTAVO.- Por lo tanto, la regulación sobre la
potestad del adquirente por esta vía de recurrir al órgano jurisdiccional, notarial o registral, a fin
de obtener sentencia o resolución que reconozca la usucapión, responde a la necesidad de
ofrecerle un mecanismo para un mayor y más amplio reconocimiento a dicho derecho de
propiedad, menos dubitable o controvertible, revistiéndolo de una formalidad que permite la
inscripción de su derecho en los Registros Públicos en donde el efecto erga omnes tiene una plena
extensión publicitaria; NOVENO.- Ahora bien, establecido que la usucapión opera de pleno
derecho, es decir, que el efecto de la adquisición del derecho de propiedad sobre un bien en virtud
a una posesión cualificada y por el término legal opera por la satisfacción y comprobación de tales
requisitos corresponde ahora determinar cuáles son sus efectos en el tiempo, esto es, si se es
propietario recién a partir del cumplimiento de los diez años o cinco años de posesión, junto con
los demás requisitos, o se retrotrae al momento en que se inició la posesión; al respecto esta Sala
de Casación se inclina por la posición de estimar que una vez configurada la usucapión, esto es,
cumplidos todos los requisitos establecidos en el artículo 950° del Código Civil, ésta nos coloca en
la situación de considerar la existencia de una ficción legal en virtud de la cual los efectos de la
usucapión deben retrotraerse al momento en que se inició la posesión, dado que es en base a la
realidad de dicha posesión durante un lapso de diez años o ya de cinco años que se adquirió el
derecho de propiedad; DÉCIMO.- En tal virtud, trasladando todo lo expuesto al presente caso, se
tiene que la Sala Revisora ha revocado la sentencia apelada bajo la argumentación de que “…la
sentencia que declara propietario al poseedor no es declarativa sino constitutiva de derechos,
pues es a partir de la sentencia firme que se genera una nueva situación jurídica respecto de la
propiedad del bien y su titular; asimismo, el artículo 952° del Código Civil establece que la
sentencia es título para inscribir la propiedad en el registro respectivo y para cancelar el asiento a
favor del antiguo dueño; por tanto, éste dispositivo legal no otorga a la sentencia judicial de
prescripción adquisitiva únicamente el carácter de declarativa, pues de su aplicación concordada
con el artículo 950°, se concluye que es necesaria una sentencia judicial firme para que el derecho
de propiedad pueda ser plenamente ejercido …” y por tanto, dado que dentro del proceso civil
número noventa y tres – noventa y siete, los demandados Mariana del Carmen Castro Jáuregui de
Camacho y Vidal Camacho Trujillo, fueron recién notificados el veintisiete de noviembre del año
dos mil uno, con la resolución número sesenta y nueve, del dieciséis de noviembre del año dos mil
uno, por la que se tiene por recibidos los autos y se dispone cumplir con lo ordenado por la Corte
Suprema, los referidos demandados al nueve de noviembre del año dos mil uno, aún tenían la
calidad de propietarios y por ello actuaron conforme a su derecho y titularidad al donar el
inmueble sub-judice a la Municipalidad Provincial de Cajamarca; sin embargo, tal criterio de la Sala
Revisora comporta la interpretación errónea del artículo 952° del Código Civil, conforme ya se ha
expuesto, siendo la sentencia sobre Usucapión meramente declarativa y no constitutiva; DÉCIMO
PRIMERO.- Siendo ello así, desde ya esta Sala de Casación está facultada para, conforme al artículo
396° inciso 1, del Código Procesal Civil, en su texto original dado la temporalidad de la norma,
casar la sentencia de vista y actuar en sede de instancia; empero, resta aún analizar si se configura
o no la causal de inaplicación, presunto error jurídico que, revisado, coadyuva a ejercer una debida
actuación como sede de instancia; DÉCIMO SEGUNDO.- En efecto, en relación a la causal de
inaplicación y sin tener que ingresar a invocar hechos no recogidos en la sentencia de primera
instancia y tampoco en la segunda, es lógico concluir, dado el criterio preestablecido sobre la
operación de pleno derecho de la usucapión, que en virtud a que la sentencia de primera instancia
en el proceso de Prescripción Adquisitiva de Dominio, que declaró fundada la misma, fue dictada
el veinticuatro de noviembre del año dos mil, los demandantes ya habían adquirido la propiedad
del inmueble sub-judice mucho antes de dicha fecha; por consiguiente, al nueve de noviembre del
año dos mil uno, fecha en que los demandados, Mariana del Carmen Castro Jáuregui de Camacho
y Vidal Camacho Trujillo donan un área de siete mil ciento ochenta y uno punto ochenta y siete
metros cuadrados (7,181.87 m2), dentro de la cual se encontraba el inmueble sub-materia, a la
Municipalidad Provincial de Cajamarca, los referidos donantes ya no tenían la condición de
propietarios del mismo; ello significa que éstos donaron un bien ajeno al referido Municipio,
situación conocida por los donantes y la Municipalidad donataria, puesto que como se señala en el
voto discordante del señor Flores Arrascue: “la codemandada, Municipalidad Provincial de
Cajamarca no puede invocar la buena fe de su adquisición amparándose en el hecho de
desconocer la existencia del proceso judicial de prescripción iniciado por los demandantes, toda
vez que de la copia de la sentencia expedida en dicho proceso, obrante de folios trece a
diecinueve, se desprende a folios quince que la Municipalidad Provincial de Cajamarca, sí se
apersonó al referido proceso judicial…”; DÉCIMO TERCERO.- En tal virtud, tanto los donantes como
el donatario sabían perfectamente que el inmueble sub-judice era ajeno, por consiguiente,
estando a lo normado en los artículos 70° de la Constitución Política del Estado, el cual protege el
derecho de propiedad; y el artículo 923° del Código Civil, que regula los atributos de dicho
derecho, entre ellos, el de disponer, está reñida contra nuestro ordenamiento jurídico la
enajenación de bienes, invocando la condición de propietario, cuando se carece de dicho derecho,
precepto que constituye norma de orden público, lo que hace aplicable el artículo 219°, inciso 8,
del Código Civil, el mismo que prescribe: “el acto jurídico es nulo en el caso del artículo V del Título
Preliminar…”; siendo que el referido artículo V del Título Preliminar del Código Civil señala: “Es
nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas
costumbres”; por consiguiente, es evidente que se ha incurrido también en la causal de
inaplicación de los precitados dispositivos; lo que acarrea la nulidad del Acto Jurídico de Donación
y de la Escritura Pública del nueve de noviembre del año dos mil uno que lo contiene, así como
también del Acto Jurídico de Aclaración de Linderos y Medidas y de la Escritura Publica del
veintiséis de febrero del año dos mil dos que lo contiene; DÉCIMO CUARTO.- Ahora bien, respecto
de la extensión de la citada nulidad no escapa de esta Sala de Casación la regulación contenida en
el artículo 224° del Código Civil en el sentido que la nulidad de una o más de las disposiciones de
un acto jurídico no perjudica a las otras, por tanto, la nulidad tanto de la donación como de su
aclaración y sus respectivas Escrituras Públicas sólo se produce respecto del área sub-judice de
propiedad de los actores de seiscientos ochenta y ocho punto cinco metros cuadrados (688.5 m2),
subsistiendo los referidos actos jurídicos en cuanto al área restante; y, esto mismo sucede con la
pretensión de nulidad de los asientos registrales inscritos con motivo de los dos multicitados actos
jurídicos; DÉCIMO QUINTO.- En consecuencia, actuando en sede de instancia al haberse
configurado los dos errores jurídicos invocados, de interpretación errónea de una norma de
derecho material e inaplicación de una norma de derecho material, conforme al artículo 396°
inciso 1 del Código Procesal Civil, esta Sala de Casación, estima que debe confirmarse en parte la
sentencia de primera instancia en los términos precedentemente señalados y a su vez integrarse la
misma en el extremo referido a la pretensión de Indemnización por Daños y Perjuicios, declarando
infundada la misma puesto que si bien no existe pronunciamiento expreso sobre ésta en la parte
resolutiva de dicha sentencia el A-quo sí ha cumplido con sustentar la desestimación de dicha
pretensión en el considerando noveno de su sentencia; DÉCIMO SEXTO.- De conformidad con lo
dispuesto en el artículo 22° segundo párrafo de la Ley Orgánica del Poder Judicial, el Juez Supremo
ponente se aparta de cualquier otro criterio distinto expuesto anteriormente sobre la materia.
Estando a las consideraciones que preceden y de conformidad en parte con lo dictaminado por la
Señora Fiscal Supremo en lo Civil, declararon: FUNDADO el recurso de casación interpuesto por
Lucio Vásquez Goicochea representante de Manuel Abanto Abanto, su fecha veintitrés de enero
del año dos mil ocho, obrante a fojas ochocientos veinticinco; en consecuencia, NULA la sentencia
de vista de fojas setecientos ochenta y seis, su fecha veintiuno de diciembre del año dos mil siete;
y, actuando en sede de instancia, CONFIRMARON la Sentencia apelada de fojas trescientos sesenta
y cuatro, fechada el veintisiete de enero del año dos mil cinco en el extremo que declara Fundada
en parte la demanda de fojas treinta y seis; REVOCARON la misma en la parte que declara NULO el
Acto Jurídico de Donación de Lote de Terreno Urbano en la intersección de los jirones Once de
Febrero sin número (cuadra cuatro) y Jirón Apurímac sin número (cuadra nueve), celebrado entre
Mariana Castro Jáuregui y Vidal Camacho Trujillo con la Municipalidad Provincial de Cajamarca, de
fecha nueve de noviembre del año dos mil uno; NULO el Acto Jurídico de Aclaración de Linderos y
Medidas celebrado entre Mariana Castro Jáuregui y Vidal Camacho Trujillo con la Municipalidad
Provincial de Cajamarca, con fecha veintiséis de febrero del año dos mil dos; NULA la Escritura
Pública de fecha nueve de noviembre del año dos mil uno; NULA la Escritura Publica del veintiséis
de febrero del año dos mil dos; NULA la Inscripción Registral de Título de Dominio del nueve de
abril del año dos mil dos; ORDENARON a la Oficina Regional Registral de Cajamarca la cancelación
del Asiento Registral contenido en la Partida número uno uno cero dos seis seis tres; y,
reformando la apelada en dicha parte, declararon NULO el mencionado Acto Jurídico de Donación
y la Escritura Pública que lo contiene del nueve de noviembre del año dos mil uno, sólo en la parte
que se transfiere el inmueble sub-judice de seiscientos ochenta y ocho punto cinco metros
cuadrados (688.5 m2) de propiedad de los actores; NULO el referido Acto Jurídico de Aclaración de
Linderos y Medidas y la Escritura Pública que lo contiene del veintiséis de febrero del año dos mil
dos, sólo en la parte referida al inmueble sub-materia de seiscientos ochenta y ocho punto cinco
metros cuadrados (688.5 m2) de propiedad de los actores; ORDENARON a la Oficina Regional
Registral de Cajamarca cancele los asientos regístrales que han dado lugar los referidos actos
jurídicos sólo en los extremos referidos al inmueble sub-litis de seiscientos ochenta y ocho punto
cinco metros cuadrados (688.5 m2) de propiedad de los demandantes; INTEGRARON la sentencia
declarando INFUNDADA la demanda respecto a la pretensión de Indemnización por Daños y
Perjuicios; CONFIRMARON la apelada en lo demás que contiene; en los seguidos por Manuel
Abanto Abanto y Otros contra Mariana del Carmen Castro Jáuregui y Otro; sobre Nulidad de Acto
Jurídico y Otros; y, PUBLÍQUESE. Ponente Señor Palomino García, Juez Supremo.-
S.S.
PALOMINO

GARCÍA
MIRANDA

MOLINA
SALAS

VILLALOBOS
ARANDA

RODRÍGUEZ
Rvy

EL VOTO EN MINORÍA DEL SEÑOR JUEZ SUPREMO TICONA POSTIGO ES COMO SIGUE:——————
—————————————————————
VISTOS; y, CONSIDERANDO: Primero.- Que, la demanda de Nulidad de Acto Jurídico se sustentó en
las causales previstas en los incisos tercero, cuarto, quinto, sétimo y octavo del artículo doscientos
diecinueve del Código Civil, esto es, por tratarse de un objeto física o jurídicamente imposible, por
contener un fin ilícito, por adolecer de simulación absoluta, porque la ley lo declara nulo y en el
caso del artículo quinto del Título Preliminar; Segundo.- Que, los fundamentos de la demanda se
circunscriben al hecho de que los donantes, a la fecha de celebración de la donación, conocían de
la existencia del proceso de Prescripción Adquisitiva promovido por los demandantes en su contra,
en el que se venía amparando la demanda declarándoseles como propietarios; Tercero.- Que, para
determinar si se ha interpretado o no erróneamente el artículo novecientos cincuenta y dos del
Código Civil, y si los demandantes eran o no propietarios del inmueble a la fecha de celebración
del acto jurídico de donación, es necesario analizar debidamente los hechos y las pruebas y, sobre
todo, determinar sustentadamente si se configuran o no cada una de las causales de nulidad en
virtud de las cuales ha sido promovida la demanda, análisis que no ha tenido lugar de parte del
Colegiado Superior, ya que aquél se ha limitado a referir en términos genéricos que el acto jurídico
ha sido celebrado cumpliendo los requisitos exigidos en el artículo ciento cuarenta del Código Civil,
motivo por el cual el demandante no puede alegar defecto estructural del mismo; Cuarto.- Que,
en tal sentido, previo a emitir pronunciamiento sobre el fondo del recurso casatorio, el suscrito
estima que se hace necesaria la remisión del presente proceso al Colegiado Superior en calidad de
reenvió para que, a través de la valoración conjunta y razonada de la prueba y en atención a las
consideraciones que anteceden, determine si la demanda puede ser amparada; Quinto.- Que,
siendo así, en atención a lo dispuesto en el numeral dos punto uno, inciso segundo del artículo
trescientos noventa y seis del Código Procesal Civil; fundamentos por los cuales MI VOTO es
porque se declare FUNDADO el recurso de casación interpuesto por Lucio Vásquez Goicochea en
representación de Manuel Abanto Abanto mediante escrito de fojas ochocientos veinticinco; SE
CASE la resolución impugnada, en consecuencia, NULA la sentencia de vista de fojas setecientos
ochenta y seis, su fecha veintiuno de diciembre del año dos mil siete; y en calidad de reenvío, SE
MANDE que la Sala Superior emita nueva resolución, con arreglo a derecho y a lo actuado; SE
DISPONGA la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial “El Peruano”; en los
seguidos por Manuel Abanto Abanto y Otros contra Mariana del Carmen Castro Jáuregui y Otros;
sobre Nulidad de Acto jurídico y otro; y se devuelvan.- Sr.

TICONA POSTIGO

MODELOS DE DEMANDA

MODELO DE DEMANDA DE PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA

SEÑOR JUEZ ESPECIALIZADO EN LO CIVIL DE XXXX[1]

Sr XXXX, identificado con XXXX, domicilio en XXXX, y con domicilio procesal en XXXX, a Usted
respetuosamente decimos:
I. VÍA PROCESAL Y, RELACIÓN JURÍDICA PROCESAL

Que en Vía del Proceso Abreviado demando sobre Prescripción Adquisitiva de Dominio,
dirigiéndola contra XXXX a quien deberá notificarse en XXXX Asimismo, deberá ponerse en
conocimiento de los colindantes siguientes: Por el Norte con XXXX; por el Este con XXXX, por el
XXXX y; por el Oeste con XXXX por el XXXX Igualmente tratándose de un predio urbano se ponga
en conocimiento de la Municipalidad Provincial de XXXX.[2]

II. PETITORIO

Que ejerciendo el derecho de acción, interpongo demanda de Prescripción Adquisitiva de


Dominio, a fin de que se me declare Propietario del bien inmueble ubicado en el XXXX de la ciudad
de XXXX, por haber adquirido el citado bien por prescripción, al poseer en forma pública, pacífica y
continua por más de diez años a la fecha; y, consecuentemente se ordene la Cancelación de la
Inscripción Registral del anterior propietario Ficha Nro. XXXX de los Registros Públicos de XXXX y,
en su oportunidad se inscriba a favor del recurrente.

III. FUNDAMENTOS DE HECHO DEL PETITORIO

1. Que ingresé al inmueble sito en el XXXX de ésta ciudad en los primeros meses del año XXXX, por
transferencia que me hiciera XXXX[3], quién venía posesionando desde el año XXXX a título
gratuito otorgado por XXXX, padre del demandado[4], en merito a las relaciones de amistad que
sostenían ya una deuda pendiente a favor de mi transferente, la misma que, gratuitamente me
cedió el predio, sin mediar contrato alguno ya sea de arrendamiento, anticresis u otro, con el
objeto que lo detentara a titulo de propietario.
2. Fue así, que a partir de dicha fecha vengo conduciendo el citado inmueble a Titulo de Propietario,
es decir, con ánimus domini, o sea sin reconocer la existencia de otro propietario o poseedor
mediato del bien. Además, en forma pacífica, continua y pública hasta la fecha, es decir sin
perturbación alguna ni de hecho, administrativo o judicial; sin interrupción alguna durante el
transcurso de la posesión por más de diez años y, de pleno conocimiento de la vecindad y hasta
del propio demandado, quien últimamente había regularizado la transferencia de la propiedad a
su nombre e inscrito en los Registros Públicos, del mismo que desconocía.
3. Durante todo el tiempo de posesión he realizado una serie de mejoras útiles y necesarias así como
de recreo, tales como la remoción de todo el techo, la construcción de una vereda, la dotación de
los servicios básicos de luz, agua, desagüe y teléfono en forma independiente, los mismos que se
encuentran registrados a mi nombre en las respectivas empresas suministradoras de estos
servicios, conforme acredito con los recibos correspondientes. Además, vengo abonando el
Impuesto Predial a la municipalidad en forma anual.
4. La prescripción adquisitiva de dominio constituye una forma originaria de adquirir la propiedad de
un bien, basada en la posesión de un determinado tiempo y cumpliendo copulativamente todos
los requisitos que la ley señala, en nuestra legislación los previstos en el Art. 950 del Código Civil
referido a la prescripción larga, es decir obviando los requisitos de justo título y buena fe, que no
es necesario para el caso sub litis. La prescripción adquisitiva de dominio entre sus
fundamentos conlleva una de carácter social, por la cual se protege a quien posee un bien en
calidad de propietario por necesidad objetiva de la misma, castigando aquel que siendo
propietario abandona negligentemente su propiedad, por determinado tiempo.
5. Para efectos de la declaración de propiedad el inmueble tiene las siguientes características:´
Ubicación : XXXX
Área : XXXX
Linderos y medidas perimétricas : XXXX
Descripción de la construcción y servicios : XXXX
6. En suma, cumplo con los requisitos exigidos sustancialmente e igualmente los de orden procesal
previsto en el Art. 505 del Código Procesal Civil, como son la fecha y forma de la adquisición, el
tiempo y los demás presupuestos de este instituto civil conocido como usucapión.
7. Estando inscrito el bien, la sentencia que su Despacho dicte será titulo para la inscripción de la
propiedad en el Registro de Propiedad Inmueble de esta ciudad y para cancelar el asiento de
inscripción a favor del demandado como antiguo dueño a tenor de lo previsto en la última parte
del Art. 952 del Código Civil.

IV. FUNDAMENTOS DE DERECHO

Amparo mi demanda en lo dispuesto por las siguientes normas:


Código Civil
Artículo 950.- La propiedad inmueble se adquiere por prescripción mediante la posesión continua,
pacifica y pública como propietario durante diez años. Se adquiere a los cinco años cuando median
justo título y buena fe.
Artículo 952.- Quien adquiere un bien por prescripción puede entablar juicio para que se declare
propietario. La sentencia que accede a la petición es título para la inscripción de la propiedad en el
registro respectivo y para cancelar el asiento a favor del antiguo dueño.
Código Procesal Civil
Artículo 504.- Se tramita como proceso abreviado la demanda que formula: 2. El poseedor para
que se le declare propietario por prescripción; y
1. Retracto
(…)

V. MEDIOS PROBATORIOS
Ofrezco en calidad de medios probatorios debidamente aneados los siguientes:
1. Los recibos de agua, luz y, teléfono a mi nombre.
2. La declaración jurada de autoavalúo del impuesto predial que vengo abonando desde hace diez
años.
(…)

VI. OTROS ANEXOS


1. Copia de mi DNI
2. Arancel Judicial

POR TANTO
Pido a Ud. Señor Juez admitir la presente y tramitarla conforme a su naturaleza.
PRIMER OTROSÍ: Que solicito se publique en el Diario Oficial de ésta ciudad, por espacio de tres
días con intervalos el extracto de la demanda conforme señala el Art. 506 del Código Procesal Civil.
XXXX, XXXX de XXXX de XXXX

--------------------- --------------------
EL DEMANDANTE ABOGADO

MODELO DE DEMANDA DE FORMACIÓN DE TÍTULO SUPLETORIO

SEÑOR JUEZ ESPECIALIZADO EN LO CIVIL DE XXXX

Sr XXXX, identificado con XXXX, domicilio en XXXX, y con domicilio procesal en XXXX, a Usted
respetuosamente decimos:

I. VÍA PROCESAL Y, RELACIÓN JURÍDICA PROCESAL

Que en Vía del Proceso Abreviado interponemos demanda sobre Título Supletorio, dirigiéndola
contra XXXX a quien deberá notificarse mediante edictos, prestando juramento de que hemos
agotado los medios necesarios para ubicar su domicilio y no hemos logrado determinar su
dirección domiciliaria. Asimismo, deberá ponerse en conocimiento de los colindantes siguientes:
Por el Norte con propiedad de XXXX.; por el Este con propiedad de XXXX, por el XXXX. y; por el
Oeste con propiedad de XXXX por el XXXX Igualmente tratándose de un predio urbano se ponga en
conocimiento de la Municipalidad Provincial de XXXX.

II. PETITORIO

Que ejerciendo nuestro derecho de acción e invocando tutela jurisdiccional efectiva interponemos
demanda sobre formación de Título Supletorio a fin de que se nos declare Propietarios del
inmueble ubicado en XXXX por carecer de documentos que acrediten nuestros derechos de
propiedad sobre el bien mencionado y, se inscriba la propiedad en el Registro de Propiedad
Inmueble de XXXX en ejecución de sentencia

III. FUNDAMENTOS DE HECHO DEL PETITORIO


1. Que mediante contrato privado con firmas legalizadas ante el notario XXXX de fecha XXXX los
recurrentes adquirimos el inmueble ubicado en el Jr. XXXX del demandado XXXX, cuyas
características son las siguientes:
Ubicación : XXXX
Área y medidas perimétricas : XXXX
Precio : XXXX
Construcciones : XXXX
Servicios : XXXX
Antecedentes : XXXX
2. Sin embargo, dicho documento lo hemos extraviado y pese a nuestra ardua búsqueda no hemos
logrado ubicarlo, por lo que, recurrimos a través de la presente demanda a fin de que el
demandado nuestro vendedor, nos otorgue el correspondiente título de propiedad, pues la
compraventa quedó perfeccionada con el consentimiento del vendedor a tenor de los previsto en
el Art. 949 del Código Civil, que prevé que la sola obligación de enajenar un inmueble determinado
hace al acreedor propietario de él.
3. Asimismo, en el documento extraviado, se identificó el bien y el precio, haciéndonos entrega de la
posesión, que detentamos por más de XXXX años a la fecha, la misma que lo ejercemos como
Propietarios en forma pública, pacifica e ininterrumpida, porque es de conocimiento nuestro
legitimo derecho de propiedad y en donde hemos realizado construcciones, modificaciones; es
decir ejercemos todos los derechos inherentes al dominio.
4. En suma, la compraventa reúne los requisitos establecidos en el Art. 1529 del Código Civil y, al no
poseer dicho documento, resulta procedente la facción de títulos supletorios por disposición del
Art. 504 del Código Procesal Civil que estípula que el propietario que carece de documentos que
acrediten si derecho, puede entablar demanda en proceso abreviado contra su inmediato
transferente para obtener el otorgamiento del título de propiedad correspondiente.

IV. FUNDAMENTOS DE DERECHO

Amparo mi demanda en lo dispuesto por las siguientes normas:


Código Civil
Artículo 494.- Se tramitan en proceso abreviado los siguientes asuntos contenciosos:
(…)
2. Título Supletorio
Artículo 504.- Se tramita como proceso abreviado la demanda que formula:
1. El propietario de un bien que carece de documentos que acrediten su derecho, contra su
inmediato transferente o los anteriores a éste, o sus respectivos sucesores para obtener el
otorgamiento del título de propiedad correspondiente:
(…)

V. MEDIOS PROBATORIOS
Ofrezco en calidad de medios probatorios debidamente aneados los siguientes:
1. Los recibos de agua, luz y, teléfono a mi nombre.
2. La declaración jurada de autoavalúo del impuesto predial que vengo abonando desde la fecha
de adquisición.
(…)

VI. OTROS ANEXOS


1. Copia de mi DNI
2. Arancel Judicial

POR TANTO
Pido a Ud. Señor Juez admitir la presente y tramitarla conforme a su naturaleza.
PRIMER OTROSÍ: Que, de conformidad con lo dispuesto por el Artículo 80 del C.P.C., otorgo Poder
General a mi Abogado defensor XXXX, a fin de que asuma la representación judicial prevista en los
Artículos 74° y 75° del
Código Procesal Civil, manifestando enterado debidamente de la representación que otorgo y que
se tenga por señalado mi domicilio real indicado.

……, ……. de…..de…..

--------------------- --------------------

EL DEMANDANTE ABOGADO

MODELO DE DEMANDA DE RECTIFICACIÓN DE ÁREAS

SEÑOR JUEZ ESPECIALIZADO EN LO CIVIL DE XXXX

Sr XXXX, identificados con XXXX respectivos, domiciliados en XXXX, y con domicilio procesal en
XXXX, a Usted respetuosamente decimos:

I. VÍA PROCESAL Y, RELACIÓN JURÍDICA PROCESAL


Que interponemos en vía del Proceso Abreviado demanda sobre Rectificación de Áreas contra
XXXX, a quien deberá notificarse en XXXX Además, deberá ponerse en conocimiento de los
colindantes siguientes: Por el Norte con XXXX; por el Este con XXXX, y; por el Oeste con XXXX, por
el XXXX Igualmente tratándose de un predio urbano se ponga en conocimiento de la
Municipalidad Provincial de XXXX

II. PETITORIO

Que ejerciendo nuestro derecho de acción e invocando tutela jurisdiccional efectiva interponemos
demanda sobre formación de Título Supletorio a fin de que se nos declare Propietarios del
inmueble ubicado en XXXX por carecer de documentos que acrediten nuestros derechos de
propiedad sobre el bien mencionado y, se inscriba la propiedad en el Registro de Propiedad
Inmueble de XXXX en ejecución de sentencia

III. FUNDAMENTOS DE HECHO DEL PETITORIO


1. Que mediante contrato privado con firmas legalizadas ante el notario XXXX de fecha XXXX los
recurrentes adquirimos el inmueble ubicado en el Jr. XXXX del demandado XXXX, cuyas
características son las siguientes:
Ubicación : XXXX
Área y medidas perimétricas : XXXX
Precio : XXXX
Construcciones : XXXX
Servicios : XXXX
Antecedentes : XXXX
2. Sin embargo, dicho documento lo hemos extraviado y pese a nuestra ardua búsqueda no hemos
logrado ubicarlo, por lo que, recurrimos a través de la presente demanda a fin de que el
demandado nuestro vendedor, nos otorgue el correspondiente título de propiedad, pues la
compraventa quedó perfeccionada con el consentimiento del vendedor a tenor de los previsto en
el Art. 949 del Código Civil, que prevé que la sola obligación de enajenar un inmueble determinado
hace al acreedor propietario de él.
3. Asimismo, en el documento extraviado, se identificó el bien y el precio, haciéndonos entrega de la
posesión, que detentamos por más de XXXX. años a la fecha, la misma que lo ejercemos como
Propietarios en forma pública, pacifica e ininterrumpida, porque es de conocimiento nuestro
legitimo derecho de propiedad y en donde hemos realizado construcciones, modificaciones; es
decir ejercemos todos los derechos inherentes al dominio.
4. En suma, la compraventa reúne los requisitos establecidos en el Art. 1529 del Código Civil y, al no
poseer dicho documento, resulta procedente la facción de títulos supletorios por disposición del
Art. 504 del Código Procesal Civil que estípula que el propietario que carece de documentos que
acrediten si derecho, puede entablar demanda en proceso abreviado contra su inmediato
transferente para obtener el otorgamiento del título de propiedad correspondiente.
IV. FUNDAMENTOS DE DERECHO
Amparo mi demanda en lo dispuesto por las siguientes normas:
Código Civil
Artículo 494.- Se tramitan en proceso abreviado los sigueinetes asuntos contenciosos:
(…)
2. Título Supletorio
Artículo 504.- Se tramita como proceso abreviado la demanda que formula:
1. El propietario de un bien que carece de documentos que acrediten su derecho, contra su
inmediato transferente o los anteriores a éste, o sus respectivos sucesores para obtener el
otorgamiento del título de propiedad correspondiente:
(…)
V. MEDIOS PROBATORIOS
Ofrezco en calidad de medios probatorios debidamente aneados los siguientes:
1. Los recibos de agua, luz y, teléfono a mi nombre.
2. La declaración jurada de autoavalúo del impuesto predial que vengo abonando desde la fecha
de adquisición.
(…)

VI. OTROS ANEXOS


1. Copia de mi DNI
2. Arancel Judicial

POR TANTO
Pido a Ud. Señor Juez admitir la presente y tramitarla conforme a su naturaleza.
PRIMER OTROSÍ: Que, de conformidad con lo dispuesto por el Artículo 80 del C.P.C., otorgo Poder
General a mi Abogado defensor XXXX., a fin de que asuma la representación judicial prevista en los
Artículos 74 y 75 del
Código Procesal Civil, manifestando enterado debidamente de la representación que otorgo y que
se tenga por señalado mi domicilio real indicado.

……, ……. de…..de…..

--------------------- --------------------
EL DEMANDANTE ABOGADO
Sentencia de Corte Suprema de Justicia - Sala Constitucional y Social
Transitoria de 24 de Abril de 2007 (Expediente: 002484-2006)

Ponente: Ticona Postigo

Fecha de Resolución: 24 de Abril de 2007


Emisor: Sala Constitucional y Social Transitoria
Expediente: 002484-2006
Vocales: Ticona Postigo, Palomino García, Miranda Canales, Castañeda Serrano, Miranda Molina
Procedimiento: CASACION
Resumen

Indemnización por daños y perjuicios Para efectos de otorgar a la parte que resulta vencida la
tutela jurisdiccional efectiva, la resolución que expida el colegiado superior necesariamente debe
respetar el principio de congruencia....

Texto

Contenidos

Corte Suprema de Justicia de la República Sala Civil Transitoria CAS 2484-06 LIMA. Lima,
veinticuatro de abril Del dos mil siete.- LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA DE LA REPUBLICA; vista la causa número dos mil cuatrocientos ochenticuatro - dos mil
seis, con los acompañados, en Audiencia Pública de la fecha, y producida la votación con arreglo a
ley, de conformidad con el dictamen de la señora Fiscal Suprema en lo Civil, emite la siguiente
sentencia;

MATERIA DEL RECURSO


Se trata del recurso de casación interpuesto a fojas setecientos sesentitrés por Segundo Ricardo
Sánchez Peña, contra la sentencia de vista expedida por la Primera Sala Civil de la Corte Superior
de Justicia de Lima de fojas setecientos cincuentidós, su fecha veinticuatro de marzo del dos mil
seis, que revoca la sentencia apelada de fojas seiscientos seis, corregida por resolución de fojas
seiscientos veinticinco, que declaró fundada en parte la demanda interpuesta, con lo demás que
contiene, y reformándola, la declara improcedente, sin costas ni costos, dejando a salvo el
derecho del demandante para que lo haga valer con arreglo a ley;
FUNDAMENTOS DEL RECURSO
El recurso de casación ha sido declarado procedente mediante resolución del veintitrés de
noviembre del dos mil seis, por las causales previstas en los incisos primero, segundo y tercero del
artículo trescientos ochentiséis del Código Procesal Civil, en virtud de lo cual el recurrente
denuncia: I) la aplicación indebida del artículo mil novecientos setenta y uno inciso primero del
Código Civil, pues la Sala Superior, al dirimir la controversia, ha precisado que los demandados
actuaron en el ejercicio regular de un derecho y en virtud a un mandato legal; sin embargo, dicha
posición implicaría desconocer la ejecutoria suprema expedida en el proceso de amparo, la misma
que tiene calidad de cosa juzgada. Añade que, en dicha ejecutoria, se estableció la responsabilidad
de los magistrados emplazados con la presente demanda, quienes incumplieron con lo previsto en
el artículo octavo del Decreto Ley veinticinco mil quinientos cuarenta y seis, en razón a que nunca
le notificaron para que realice sus descargos; II) la inaplicación de los artículos once de la Ley
veintitrés mil quinientos seis, mil novecientos ochenta y uno del Código Civil y doscientos de la Ley
Organiza del Poder Judicial, pues en el aludido proceso de amparo ya se estableció la
responsabilidad de los magistrados emplazados y del Poder Judicial, sin excluir a ninguno, y en
dicha causa se dejó a salvo su derecho para que reclame la indemnización que ahora demanda.
Agrega que los referidos magistrados, al integrar la Comisión Evaluadora del Poder Judicial creada
por Decreto Ley veinticinco mil cuatrocientos cuarenta y seis, lo hicieron en su condición de
funcionarios del Poder Judicial, siendo sus funciones de carácter administrativo, existiendo por ello
responsabilidad por los daños causados por su ejercicio, que es solidaria con su empleador, es
decir, el Poder Judicial; III) la contravención de las normas que garantizan el derecho a un debido
proceso, toda vez que la sentencia recurrida: a) infringe el artículo cuatrocientos sesenta y seis del
Código Procesal Civil, pues lo magistrados emplazados dedujeron la excepción de falta de
legitimidad para obrar pasiva, alegando los argumentos que sirven de sustento a la sentencia de
vista, siendo que dicho medio de defensa fue desestimado por infundado mediante resolución
número diez del cuaderno de excepciones, decisión que fue confirmada por el Superior, y no
obstante ello, la referida Sala ha contradicho su propia resolución de saneamiento al señalar que
debe demandarse al Estado Peruano y no a los tres magistrados, sin considerar que el Estado
Peruano ya ha sido demandado en este proceso, a través del Poder Judicial, cuyo procurador ha
apelado la sentencia de primera instancia; b) se ha expedido sin tener en cuenta la ejecutoria
suprema dictada en el referido proceso de amparo, violándose lo previsto en el artículo veintidós
de la Ley Organiza del Poder Judicial; c) contraviene lo dispuesto en el artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Civil y el artículo ciento ochenta y cuatro inciso segundo de la Ley
Organiza del Poder Judicial, pues al existir la aludida ejecutoria suprema que encontró
responsables a los magistrados emplazados, debía aplicarse las normas pertinentes tales como los
artículos once de la Ley veintitrés mil quinientos seis, mil novecientos sesenta y nueve y mil
novecientos ochenta y uno del Código Civil, veintidós y doscientos de la Ley Organiza del Poder
Judicial; d) vulnera lo dispuesto en el artículo ciento veintidós inciso tercero del
Código Procesal Civil, al no ajustarse a los hechos ni al derecho, careciendo de los requisitos de
validez de los actos procesales, los mismos que devienen en ineficaces; y,
CONSIDERANDO
Primero
- Que, por escrito de fojas ciento setenta y ocho, Segundo Ricardo Sánchez Peña interpuso
demanda contra Luis Edmundo Serpa Segura, Luis Felipe Almenara Bryson, David Ruelas Terrazas y
el Poder Judicial, solicitando que éstos le indemnicen de forma solidaria con la suma de dos
millones de nuevos soles, más intereses legales, por los daños y perjuicios causados al haber
dispuesto su destitución del cargo de Secretario Titular del Segundo Juzgado Civil de la Corte
Superior de Justicia del Callao. Sostiene que los señores Serpa Segura, Almenara Bryson y Ruelas
Terrazas, integrantes de la Comisión Evaluadora encargada de los procesos de investigación y
sanción -entre otros- de secretarios de juzgado, emitieron un informe de siete líneas opinando por
la destitución de suscrito, sobre la base de un inexistente documento remitido por el Colegio de
Abogados del Callao respecto de su conducta funcional, sin darle la oportunidad de defenderse y
presentar sus descargos, siendo directamente notificado con el Acuerdo de Sala Plena de la Corte
Suprema de Justicia del tres de noviembre de mil novecientos noventa y dos que disponía su
separación definitiva del cargo, lo cual motivó a que interpusiera demanda de acción de amparo
contra los citados magistrados y contra la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia de la
República, que luego de recorrer las tres instancias, culminó con sentencia de la Sala
Constitucional y Social del doce de diciembre del dos mil uno que declaró fundada su demanda y
ordenó la reposición del actor a su puesto de trabajo y el pago de sus remuneraciones dejadas de
percibir, por haberse conculcado sus derechos constitucionales al trabajo y al debido proceso, e
improcedente en cuanto al pago de la indemnización de daños y perjuicios, dejándose a salvo el
derecho del accionante para que lo haga valer con arreglo a ley en un proceso declarativo, razón
por la cual procede a interponer la presente demanda indemnizatoria;
Segundo
- Que, según se advierte del auto admisorio obrante a fojas doscientos dos, la demanda se admitió
contra Luis Edmundo Serpa Segura, Luis Felipe Almenara Bryson, David Ruelas Terrazas y el Poder
Judicial, disponiéndose que este último fuera notificado en la persona del Presidente de la Corte
Suprema de Justicia y a través del Procurador Público a cargo de los asuntos judiciales del Poder
Judicial;
Tercero
- Que, conforme aparece del cuaderno de excepciones, la Procuraduría Pública a cargo de los
asuntos judiciales del Poder Judicial formuló las excepciones de prescripción extintiva y de
incompetencia; de otro lado, los señores Ruelas Terrazas, Almenara Bryson y Serpa Segura
formularon las excepciones de prescripción extintiva, oscuridad o ambigüedad en el modo de
proponer la demanda y de falta de legitimidad para obrar del los demandados, propiamente de
aquellos tres emplazados, sustentando este último medio de defensa en que fue la Sala Plena de
la Corte Suprema de Justicia, y no ellos, quienes dispusieron la separación del actor de su cargo;

Cuarto
- Que, al dictar el auto de saneamiento respectivo, que obra a fojas ciento cuarenta y ocho del
cuaderno de excepciones, la Juez de la causa declaró infundadas las excepciones propuestas, y en
el caso de la alegada falta de legitimidad para obrar de los señores Ruelas Terrazas, Almenara
Bryson y Serpa Segura señaló que el análisis de los argumentos en que se sustenta implicaría un
pronunciamiento sobre la existencia del derecho, lo que se establecería recién en la sentencia.
Apelada que fuera esta decisión por los citados ex magistrados, la Sala Superior la confirmó por
sus mismos fundamentos disponiendo que la relación material se establezca al expedirse
sentencia;
Quinto
- Que, la Juez de la causa declaró fundada en parte la demanda, sólo en cuanto la misma se
encuentra dirigida contra el Poder Judicial, en razón a que la Sala Plena de dicho Poder del Estado
destituyó al demandado violando la garantía del debido proceso, conforme se determinó en la
sentencia recaída en el proceso de amparo, e infundada la misma demanda en cuanto se
encuentra dirigida a título personal contra los señores Ruelas Terrazas, Almenara Bryson y Serpa
Segura por no haberse acreditado que el informe desaprobatorio remitido a la Comisión
Evaluadora por el Colegio de Abogados del Callao fuera falso, además de que la opinión emitida
por la citada Comisión no decidió la destitución del actor. Apelada que fuera la resolución por la
Procuraduría Pública a cargo de los asuntos judiciales del Poder Judicial y por el demandante
Segundo Ricardo Sánchez Peña, la Sala Superior resuelve revocar la apelada y reformándola la
declara improcedente, sobre la base de los siguientes fundamentos: 1) que los demandados Luis
Edmundo Serpa Segura, Luis Felipe Almenara Bryson y David Ruelas Terrazas actuaron en el
ejercicio regular de un derecho, a tenor de lo previsto en el artículo mil novecientos setenta y uno
del Código Civil, además que la decisión de cese la tuvo la Sala Plena de la Corte Suprema, por lo
que la responsabilidad a título personal de los miembros de la Comisión Evaluadora resulta
desestimable; en todo caso, el actor deberá adecuar debidamente la relación procesal de los
presentes autos y dirigir su demanda contra el Estado Peruano; 2) a mayor abundamiento no se ha
acreditado respecto de los demandados el alegado daño causado por dolo o culpa en aplicación de
lo dispuesto por el artículo mil novecientos setenta y nueve del Código Civil, por lo que merece
desestimarse la demanda;
Sexto
- Que, existiendo denuncias por vicios in iudicando e in procedendo, corresponde verificar primero
si se ha configurado o no esta última causal, pues en caso de ser estimada, se dispondría el reenvío
de la causa al estadío procesal correspondiente, impidiendo que sea factible el análisis de las
normas materiales en las que se sustenta o debió sustentarse la resolución recurrida;
Sétimo
- Que, al formular el primer extremo de la denuncia procesal (acápite a del punto III), el recurrente
refiere que existiría incongruencia entre lo resuelto por el Colegiado Superior al confirmar el auto
de saneamiento y lo resuelto por el mismo órgano al expedir la sentencia de vista. En primer lugar,
se debe tener presente que tanto el Juez de la causa como la Sala Superior determinaron que las
alegaciones de los demandados respecto de la responsabilidad en los hechos imputados en su
contra debían ser resueltos al momento de expedir sentencia y no al resolverse la excepción de
falta de legitimidad para obrar pasiva, por lo que el pronunciamiento de fondo respecto de la
existencia de dicha responsabilidad no resulta incongruente con lo resuelto en el auto de
saneamiento. En segundo lugar, es necesario advertir que el último párrafo del artículo ciento
veintiuno del Código Procesal Civil, faculta a los jueces a pronunciarse excepcionalmente sobre la
validez de la relación jurídica procesal al emitir su resolución final, por lo que la declaratoria de
improcedencia de la demanda por ausencia de una de las condiciones de la acción resultaría,
prima facie, ajustada a derecho;
Octavo
- Que, sin embargo, en el caso concreto, no escapa a este Supremo Tribunal que la relación jurídica
procesal que se ha establecido en autos no sólo ha considerado como parte pasiva de dicha
relación a los señores Luis Edmundo Serpa Segura, Luis Felipe Almenara Bryson y David Ruelas
Terrazas (a título personal y como integrantes de la Comisión Evaluadora), sino también al Poder
Judicial, por su actuación a través de la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, órgano máximo
de gobierno de dicho poder del Estado. Tal circunstancia fue tomada en cuenta por la Juez de la
causa al emitir su sentencia, declarando infundada la demanda contra los ex magistrados
supremos, pero fundada en cuanto al Poder Judicial, precisamente por su actuación a través de la
citada Sala Plena; sin embargo, el Colegiado Superior, evidenciando falta de estudio de los autos,
consideró en su razonamiento que sólo los señores Serpa Segura, Almenara Bryson y Ruelas
Terrazas eran quienes habían sido demandados y que, en tal sentido, al no tener ellos
responsabilidad, sino la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, la demanda resultaba
improcedente, por lo que el actor debía dirigir la misma contra el Estado Peruano, sin considerar
que aquél ya era parte del proceso;
Noveno
- Que, además de esta gruesa omisión, también se advierte error en la motivación cuando la Sala
Superior, sobre la base de argumentos de fondo, declara la improcedencia de la demanda. Debe
tenerse en cuenta que la doctrina reconoce que tanto la demanda como la pretensión pueden ser
sometidos a diversos juicios o exámenes en la oportunidad procesal pertinente, y para nuestro
Código Procesal Civil dichos juicios son tres: a) de admisibilidad, en el que se analiza si la demanda
contiene o no todos los requisitos formales o extrínsecos exigidos -en términos generales- por los
artículos cuatrocientos veinticuatro y cuatrocientos veinticinco del Código Procesal Civil; b) de
procedibilidad, en el que se analiza y verifica si la pretensión contiene o no todos los requisitos de
fondo o intrínsecos, es decir, si concurren en él los tres presupuestos procesales (competencia del
Juez, capacidad procesal de las partes y requisitos de la demanda) y, a continuación, las dos
condiciones de la acción (legitimidad para obrar e interés para obrar) y c) de fundabilidad, que
emitirá al expedir sentencia, y luego de haber efectuado los juicios de admisibilidad y
procedibilidad, en el que el Juez analiza si los hechos sustentatorios de la pretensión han sido o no
probados en el transcurso del proceso, decidiendo sobre el fondo del conflicto de intereses.
Particularmente, el juicio de procedibilidad negativo determina la improcedencia de la demanda,
mientras que el juicio de fundabilidad negativo determinará que ésta se declare infundada. Por
ello, cuando en el presente caso la Sala Superior, valorando pruebas obrantes en autos, señalan
que no existe responsabilidad de los señores Luis Edmundo Serpa Segura, Luis Felipe Almenara
Bryson y David Ruelas Terrazas por no haber sido aquellos quienes destituyeron al actor y porque
habrían actuado en el ejercicio regular de un derecho, emite un juicio de fundabilidad y no de
procedibilidad, por lo que concluyen en una improcedencia que no correspondía;
Décimo
- Que, en consecuencia, para efectos de otorgar a la parte que resulte vencida la tutela efectiva de
sus derechos, con sujeción a un debido proceso, la resolución que expida el Colegiado Superior
necesariamente debe respetar el principio de congruencia procesal, y en ese sentido, la parte
considerativa debe guardar perfecta concordancia con la parte resolutiva; razón por la cual, si una
demanda se desestima por improbanza de la pretensión, la parte decisoria no puede juzgar la
ausencia de un requisito intrínseco de la demanda, y al existir tal divergencia, la misma debe ser
enmendada. Por estas razones, este Supremo Truibunal estima atendible en parte el primer
extremo de la causal procesal citada, pero además también el último extremo de la causal (acápite
d del punto III), pues los fundamentos de hecho que sustentan la decisión de vista y su parte
resolutiva no se sujetan al mérito de lo actuado ni a derecho, por lo que el recurso de casación
resulta fundado;
Décimo Primero
- Que, en cuanto a las denuncias procesales contenidas en los acápites b) y c) consistentes en que,
al expedirse la recurrida, no se habría tenido en cuenta la ejecutoria suprema recaída en el
proceso de acción de amparo ni determinadas normas materiales para resolver la causa, carece de
objeto pronunciarse sobre las mismas, pues se tratan de argumentos del recurso de apelación
interpuesto por el demandante sobre los cuales la Sala Superior necesariamente deberá
pronunciarse al momento de emitir nueva sentencia, respetándose así el principio constitucional
de la doble instancia que tutela el inciso sexto del artículo ciento treinta y nueve de la Constitución
Política del Estado;
Décimo Segundo
- Que, en consecuencia, al verificarse la contravención de normas que garantizan el derecho a un
debido proceso, debe ampararse el recurso de casación y proceder conforme a lo dispuesto en el
numeral dos punto uno del inciso dos del artículo trescientos noventiséis del acotado Código,
careciendo de objeto pronunciarse sobre las causales materiales denunciadas; por cuyas razones,
Declararon: FUNDADO el recurso de casación interpuesto por Segundo Ricardo Sánchez Peña
mediante escrito de fojas setecientos sesentitrés; CASARON la resolución impugnada; en
consecuencia, NULA la sentencia de vista de fojas setecientos cincuentidós, su fecha veinticuatro
de marzo del dos mil seis; MANDARON que la Sala Superior emita nueva resolución, conforme a
derecho y a los actuados; DECLARARON que carece de objeto pronunciarse sobre las causales de
aplicación indebida e inaplicación de normas de derecho material; DISPUSIERON se publique la
presente resolución en el Diario Oficial El Peruano; en los seguidos por Segundo Ricardo Sánchez
Peña contra Luis Edmundo Serpa Segura y Otros sobre indemnización de daños y perjuicios. Vocal
Ponente Señor Ticona Postigo; y los devolvieron.-
SS.
TICONA POSTIGO
PALOMINO GARCIA
MIRANDA CANALES
CASTAÑEDA SERRANO
MIRANDA MOLINA
rsb
INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS Y PERJUICIOS

También podría gustarte