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reducción de la condición de ser mujer a no más que su cuerpo o partes de éste. Imponiendo
objetivos, formas, ideas e incluso limitando lo que pueden hacer. Desde que las mujeres son
pequeñas se establecen en una cadena de relaciones que parten desde el sexo, definido
nace mujer: llega una a serlo” (p.13) resumiendo así lo fundamental de su trabajo de
manera magistral, pero quien mejor plantea la condición de opresión e injusticia en base a
la mera condición de ser mujer es Judith Butler (2007) en su obra El Género en disputa,
55), planteando que ambos son construcciones socioculturales, siendo la idea central y el
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reflexiones, donde la mujer puede ser asumida desde diferentes perspectivas, pero
principalmente se las considera como aquel ser que permite la reproducción y por tanto
compra, cocinar fregar los platos, hacer la limpieza y planchar. También cuida de los niños
y con frecuencia atiende a los padres ancianos u otros parientes” (Ann Oakley, citada en
Siguiendo con las ideas de Simone de Beauvoir y Judith Butler se puede establecer
manifiesto una posición política, hasta ese momento deslegitimada y en claro contraste con
sustentadas en la relación sexo-poder. En este sentido, el sexo y género son definidos con
el fin de enmarcar las relaciones biológicas y culturales que se dan entre hombres y
mujeres, por ello el concepto género puede ser considerado como aspecto concluyente que
muestra que las diferencias sexuales de cada ser en una cultura tienen como base la
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En este aspecto, desde los albores de la infancia, se hace una distinción, entre niños
y niñas: las niñas deben jugar con muñecas que imitan bebés, coches y artículos de cocina,
mientras que los varones pueden jugar con autos de carreras, jugar a la pelota, entre otras
cosas; también la crianza de una mujer es diferente a la del hombre, desde el punto de que
se les dice a las mujeres que no se sentirán completas hasta que sean madres, o esposas, que
deben saber hacer las labores del hogar, y deben cumplir con su función biológica, y
cualquier idea que surja de ellas que no coincida con estos estándares, como el negarse a
manera positiva sólo cuando está ligada a la procreación. El cuerpo de la mujer adquiere de
intercambiar y negociar, con los hombres y con las otras mujeres en la sociedad”
femenina, la despojan de erotismo volviéndola maternal, portadora de una fuerza vital que
los procesos que le ocurren a los seres humanos en sus cuerpos-vividos son procesos
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De esta forma el cuerpo femenino está sujeto a una presión social, que en la
estética que se le impone, que reduce a la mujer, (que aún no es madre, ni esposa), a su
apariencia, a los ideales de belleza, una imagen irreal, superficial, y en muchos casos
Bibliografía
Beauvoir, S. (1999). El segundo sexo. Buenos Aires: Sudamericana.
Lagarde, M. (2005). Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas.
Coyoacán: Universidad nacional autónoma de México.