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NÓM 14 BARCELONA, 9 DE JULIO DE 1 9 1 3 10 CENTS.

—¿Cómo está el a g u a Pepin?


— | M a y salada, papá, m u y salada!
CRÓNICA
D i e z a ñ o s j u s t o s y cabales ha n e c e s i t a d o la conde-^a de la fioche-
foneauld para dar con n n a tecla de vibrante sonoridad en materias
s o c i ó l a g a s . H e dicho t e c l a y he dicho mal; la condesa ha dado con el
dedo, porque de sus e s t u d i o s é i n v e s t i g a c i o n e s ha sacado en limpio que
los a s e s i n o s t i e n e n al nacer l a m á c u l a de s u s f u t u r o s c r í m e n e s . S o s t i e -
ne la ilustre dama que el hombre qne mata t i e n e i n v a r i a b l e m x n t e el
dedo gordo del pie m á s g r a n d e qUd el común de los humbres. La con-
desa h a v i s i t a d o v a r i o s presidios, h a observado los pies de los presidia-
r i o s y e s t á s e g u r a de no e n g a ñ a r s e .
— T o m e usted un n i ñ o de pocos meseü,—le decía á un repórter d e l >
Motín.—obsérvele a t e n t a m e n t e el dedo g o r d o del pie y HÍ es m u y g r u e s o
y corto puede decir que el bebé que s o s t i e n e e s un futuro criminal.
Quedóse preocupadísimo el repórter y lo m i s m o me ocurre á mí
desde que h e leído l a d e s p a m p a n a n t e noticia; en c u a n t o d o y c o n n n
a m i g o , a n t e s de darle la mano me ñjo e n s u s pies. ¿Cómo andará de
dedos gordos?—pienso,—y t a : es la s u g e s t i ó n que tentado estoy á veces
de pedirles que s e quiten e l z a p a t o y el c a l c e t í n . Es u o a lástima que
n o andemos todos como los buenos Padres Capuchinos y d e m á s ó r d e n e s

BUENA OOCINGBA
—Esto D O es sopa de sémola.
—81, señor; sólo que como no tenia anfleiente, eché nn poco de
papel secante del despacho del señor.

de descaíaos, a s i s a b r í a m o s siempre á que a t e n e r n o s , a s i podríamos


aquilatar en s n j u s t o medio el g r a d o de honorabilidad de n n e s i r o s
conocidos.
"~^|Diez afios c o n t e m p l a n d o pies de g e n t e s maleantes!.., L á s t i m a de
t i e m p o p e r d i d o , porque indudablemente se habrán d e s c u i d a d o m u c h a s
atenciones ú t i l e s para dedicarlo á t a n t a inutilidikd.
PACHIN
asoo de corazón
—A mi borriquito solo
le falta hablar,—soliadecir
Ketnigio hablando de su
1 i n o ('lape/.
Y tenía razón; si hubie-
hablado de fijo hubiera
llegado á académico, á di-
putado ó á conferenciante;
con solo oirle rebuznar se
adivinaba en él al asno
superior; pero si carecía
de palabra sabia en c a m -
bio Clavel expresar muy
bien sus ideas y de una
m a n e r a tan clara como
expresiva; de ahí que h a -
biendo oído un día á su
amo que hablando con un
vecino le decía: '< — Este
asno se cansa como una - . J o v e n Cxlfnez, m e conjnpfari usted otnco
borriquita». Clavel sin- v e e e s el v e r b o : Y o m e d i v i e r t o en c l a s e .
— L e a s e g u r o á ust- d q u e n n . . . s e ñ o r m a e s t r o .
tiendo gravemente lasti- Entonces ¿qué bace usted?
mada su dignidad asnal no —Preeisameuto me aburro mmeho.
tardó en demostrar á Re-
migio su disgusto de una manera elocuente, esto es soltándole un
par de cocos de las más persuasivas y contundentes; lo que no le
privó de demostrar nuevamente su disgusto pocas horas después.
Desde su encierro acertó á ver al maestro del pueblo que hablaba
de un discípulo suyo con un conocido.
—Este chico es un verdadero asno,—decia el hombre indignado.
Clavel que oyó la afirmación, herido en su dignidad vengó de
una furiosa dentellada el inesperado insulto. El pobre maestro salió
con el pantalón desgarrado y destrozado el chaqué, cuyos despojos
escupió Claoel con aire altanero.
Uri día, sin embargo ocurrió un hecho que demostró claramente
que si Clavel era un asno susceptible, lo era asimismo de corazón.
Volvía Remigio del mercado montado en su asno, cuando oyó de
pronto el redoble de un tambor. Clavel enderezó sus orejas y partió
a galope.
¿Qué mosca le había picado? ¿Era que el tambor le infundía
arranques é impulsos bélicos? No. Era que sentía levantarse en el
fondo de su corazón su amor filial. Llegóse al tambor regalándole
la más fenomenal rociada de coces. ¡Aquel hombre al redoblar
batía la piel de su padre!
M E.
PELÍCULAS PINTORESCAS I

PICATANTROF
IV

Era preciso que nuestro héroe recorriese en impresiones toda


la escala social, y así lo hizo.
Ya le tenemos convertido en opulento banquero, y además en
coleccionista de objetos raros. Una noche sin embargo, le robaron
el penacho del casco de Pepe B o -
tella, no siendo la vez primera que
le robaban, pues ya con anteriori-
dad se le había volatilizado la punta
de la nariz de una estatua de Nerón
que guardaba como oro en paño.
Para evitar la repetición de nuevos
hurtos, decidió velar algunas n o -
ches, medida que no resultó inútil, pues á la primera estando
oculto en un corredor vio qne se abría una puerta, dando paso á un
hombre. Era el ladrón que venia á continuar sus hurtos, apode-
rándose de un guardapelo que guardaba un pelo de la peluca que
había pertenecido á Luis el Calvo. Picatantrof sentía el arte y el
amor á las antiguallas pero ¡ay!
era un cobardón, por lo cual á
la vista del intruso limitóse á es-
conderse debajo de una cama;
al otro día las cosas cambiaron
por completo. Vistióse una cota
de malla y una coraza encima,
cubrió su cabeza con un casco,
y su rostro con la mascarilla y empuñando enorme espada se puso
á la defensiva.

A la hora acostumbrada llegó el ladrón pero ¡oh terror! e n c o n -


tróse cara á cara con un ser tan formidable'que volvió la espalda
y echó á correr.
Por vez primera en su vida pl inofensivo Picatantrof habia
logrado infundir pánico. El éxito le prestó la audacia necesaria
para correr tras el ladrón, que en su huida tropezó con una gran
balsa á la cual se arrojó, para ganar á nado donde salvarse; cuando
divisaba la orilla des-
cubrió el temible g u e -
rrero lo que le obligó á
zambullirse de n u e v o
para ganar la opuesta,
pero alli se e n c o n t r ó
con una lavandera que
al ver aparecer la inesperada cabezota, le largó un tremendo golpe
con la pala.
Pocos momentos después el amigo de
lo ageno, era conducido á la comisaria por
Picatantrof y la lavandera, que apiadándose
de él lo había sacado medio muerto de la
balsa.

LA ENVIDIA Y LA DtSOBLDIENXIA
Había en lluelva un matrimonio torrero de faro que tenían un
hijo llamado Enrique.
Como era el único que tenían, le prodigaban toda clase de aten-
ciones.
Pasados dos años del nacimiento de Enrique vino al mundo otro
niño al que pusieron por nombre Paco. Durante un año vivieron
felices Antonio y Manuela (que asi se llamaba el matrimonio
torrero). Enrique tenía envidia de su hermanito, puesto que por
ser el más pequeño necesitaba más protección de los padres.
La envidia pasó á ser odio, asi es que cuando el pobrecito Paco
iba con su hermano, éste le pegaba. Poco duró este martirio pues
enterado un perro que tenía llamado Turco, siempre que Enrique
pegaba á Paco iba á la habitación en que se encontraba la madre y
tirándole del vestido la llevaba donde estaban los niños y pegaba á
Enrique y acariciaba á Paco.
Llegaron los niños á la edad de diez y doce años respectiva-
mente, y el padre los compró una lanchita para que se acostumbra-
ran á saber lo que era el mar.
Estaban ya acostumbrados, puesto que el padre ya los dejaba
IA FUERZA DE LA COSTUMBRE ir solos. Todas ln^
tardes iban á dar un
paseo en lancha y
volvían al anoche-
cher s i n n i n g u n a
novedad.
^'a estaban s u -
padres tan contento-
creyendo que Enri-
que se había olvi-
dado de la envidiíi
que, tenia cuando e i .
chiquitín.
No era asi. En-
rique a b r i g a b a ui
d e s e o de venga ;i/
p a r a su h e r m a u
l'aco, cuya vengan/
era tirarle al mar.
Llovía. Las ola~
encrespadas choca-
ban con las r o c a -
p r o d u c i e n d o gran
cantidad de espuma
blanquísima.
Llegó la hora' áe
la venganza, pens;i
ria Enrique, puesi
que c o m o á diario
creia iba á obtener
permiso de su padre
para ir con la barca.
Y como lo pensó asi
lo h i z o , pidiéndole
permiso á su padi
y ésto se lo negu.
¿Cómo era posible que un padre diera su permiso para <|ue s u s
hijos saliesen á pasear por el mar en un dia de tormenta?
Pero el desobediente Enrique, haciendo caso omiso, tomó la
barca y se fué á d a r el
paseo cuotidiano.
La d é b i l embarca-
ción crugióy un boque-
te se hizo en la barca
y penetró el agua ame-
nazadora.
Sin duda h u b i e r a
perecido l'aco si el pe-
rro, el inteligente Tur-
co, al ver los movimien-
tos de los niños al echar
la «barca al agua, no se
hubiese acurrucado
d e b a j o de un asiento
sin ser visto de los her-
manos, y nadando vigo DIBÜJANTE EECALOITKANTE

rosamente siempre con —iQue s o n l i g e r o s m i s d i b u j o s ! | T a s e v e q u e n o


t i e n e u s t e d el t r a b a j o d e l l e v a r l o s e n c i m a t o d o e l
Paco cogido del delan- d i a d e un l a d o A o t r o l

tal hasta que llegó al


faro.
Turco fué recibido
111 triunfo.
En el semblante de
los esposos se reflejaba
á un tiempo la alegría
y la tristeza.
Va alegría por ver
con vida á su querido
Paco y la tristeza por
la muerte t r á g i c a de
Enrique que aunque no
le querían tanto como
á Paco, también era su
hijo.
—Te p a r e c e , A r t u r i t o , q u e el s a l ó n ea e l s i t i o A
pi r o p ó s il t o p a r a Jj ungg as ir á' "b a l a s .
— I n d i c a d i ^ i m o ,. m mia m á , T a s a b e s q u e h a y s a l o n e s
E. ALVAREZ LÓPEZ
p a r a j u g a r al b i l l a r .
-'V o « o A IV S o »

—Mira Elvirita, i r i s al mercado con les Aqtíi t i e n e s los dos © i s recios; v a y a Elvi- —¡Lo que pesan e s t o s condenadosl Si e s t e
g a n s o s y s i e n d o l i s t a como e r e s m e pi rece r i t a qtie p u e d e s sacar de ellos la t r i p i t a sefior que viene l e y e n d o fnese rico y m e los
q u e h a r i s con ellos tin buen negocio. para todo el afio. comprase, que g a n g u l t a para mi padre!

—¡Socorro! ¡FavorI Me pareee que en tor- N o fué flojo el chapuzón.


—Por c u a r e n t a reales se los doy señor.
tilla vamos i acabar los dos. —En cambio de los g a n s o s tendremos que
—¡Zambomba! H i j a , para e s t o n o h a y d e s a y u n a r n o s con u n o s cuantos peces.
necesidad que me los p o n g a s e n el oogote.
AL PIE DEL ÁRBOL
Sí; daba g a s t o en a n a m a ñ a n a de primavera madrileña estar en
a q a e l nido, enclavado en nn rincón, un la horqnilla m á s i g n o r a d a de la
copa, r e s g u a r d a d o del cierzo por la espesa urdimbre de l o s brazos del
árbol y bañado de sol por un rayo c a r i t a t i v o que horadaba el n a c i e n t e
follaje, e n t r á n d o s e á calentar l a h a b i t a c i ó n de pajas de los inquilinos
del tronco.
| M u y bienl P e r o hacía una atrocidad de tiempo qne habia a m a n e o i -

DIÁLOGO CONYUGAL
—|Y pensar que algún dia tendremos qne separamosi
—¿Por qné?
—lAy, esposa mia, no somos mortales!
P n e e b i e n : s i m u r i é s e m o s c u a l q u i e r a d e l o s d o s , m e r e t i r a r é é,'un'co-.i-
vento.

do. l a cría s e c a n s a b a de mirair el pedazo de h o r i z c n t e azul que se des-


cubría por un boquete de la fronda y . . . nada, no se d i s t i n g u í a n u n a s
a l a s n e g r a s ni para un remedio, ni v e n í a el d e s a y n n o . jCómo tardarían
t a n t o l o s padres! N o f a l t ó en l a cría q n i e n propnsiera hnir de la casa
paterna á buscarse por esos aires la vida. |Qae b u e n a idea! | A s l no se
haría esperar el almuerzo! ¡Pero si n o sabían v o l a r ni t e n i a n en la
e s p a l d a m á s que u n a porquería de p l u m a s inútilesl
No había otro remedio qne esperar y matar el t i e m p o contemplando
l a m a ñ a n a , que era todo n n a sefiora mafiana de e s a s qne l l e n a n
el c o r a s ó n de d e s e o s , h a c e n brotar l a s fresas y abren l a s rosas; en
espacio l a t í a t a n t a Inz que l o s pajarillos pensaban si habria estallado
un f r a g m e n t o del s o l , y á no ser por el viento qne s a l t a n d o al N o r t e se
traia U s ú l t i m a s a g u j a s de frío de l a sierra, no h u t i e r a tenido t a c h a
aquella m a ñ a n a de primavera tan azul.
P o r fin oyeron e n el espacio un chillar conocido. L o s cuatro ala v e z
piando cada quisque con furia: —¡A mil ¡A mí! ¡A mil—y abriendo
todos c n a n t o pudieron l o s picos, se empinaron l a s avecillas a p o y á n d o s e
en l a s s u a v e s paredes de! nido y pidiendo á vocet. la pitanza. La madre
l l e g ó como u n a bala al árbol, se entró en la copa escurriéndose entre
s u cordaje y dejó caer en el pico que encontró más cerca nn i n s e c t o
qne l l e v a b a en la boca. E n í e g n i d a se r e m o n t ó cuidando de no olvidar
al hijo que habia comido. Otras alas m á s g r a n d e s bajaron despnés y
dieron de almorzar á otro pequeño largándose en el acto; era el paore.
T o r r ó la h e U i . r a C( n m á s a l i m e n t o y se lo t r a n s m i t i ó á u n o de l o s
pequeños que e s t a b a n t o d a v í a en a y u L a s , d o m i n a n d o el alboroto de
los d t m á s , que pugnaban para atraparlo. L u f g o v o l v i ó el macho, ahora
t r a í a nn buche de a g u a en la boca. 7 asi les fué el rato, t r a g a que tra
ga, al sol; entre el follaje, y f i n v e r s u s e e t í m a g t s a h i t e s .
La madre iba á e l e v a r s e E n aquel m e m e n t o guardaba silencio la
cría. De pronto, fnera de la cepa, en la calle estalló el g e m i r d e s c o n -
solado de u n niño que lloraba y la v c c e c i t a de o t i o que procuraba
calmarlo con s u s palabras acariciadoras y llenas de ternura. L a pájara
se asomó c a u t e l o s a m e n t e por entre las ramas atraída por JOS s o l k z o s
y miró á dos pobres criaturas s u c i a s , m u g r i e n t a s , desarropadas, des-
c a l z a s , casi desnudas qne p t d i a n limosna t e m b l a n d o de frió y buscando
con ansia aquel rayo de sol ardoroso y apetecido qne bajaba del árbol
y qne t e n i a resplandores para l o s pájaros y p a i a l o s n i ñ o s . A p e n a s
c u b i e r t a s de andrajos s u s carnes a t e i i d a s , a c u i r n c a d c s j n n t o al t r o n -
co, prestándose calor m u t u a m e n t e , a l a r g a b a n s n s t r é m u l a s m a n e c i t a s
á l o s que transitaban por el paseo. L o s dos p e q u t ñ u e l o s eran i n b i ó e ,
n i n g u n o o s t e n t a b a rosas en s n s
mejillas y ambos presentaban
n n a carita chupada h u e s o s a
transparente en fuerza de flaca
sin s e ñ a l e s de besos'ni de cari-
cias, y unos ojos t r i s t e s , apa-
g a d o s , sombríos, s i n n i n g u n a
claridad en s u fondo oscuro y
misterioso.
A d e n t r o e n la copa, l a insa-
ciable cria tornaba á chillar
t u r b u l e n t a m e n t e en pro de la
•panza, aguijoneada de n u e v o
por el hambre. L a pájara acabó
de mirar t r i s t e m e n t e á l o s ni
ños, pió á l o s s u y o s ; —Tened
paciencia,—y se remontó otrt-
v e z á c a z a de i n s e c t o s murmu-
rando al tender l a s a l a s , con l a
honda c o n m i s e r a c i ó n de todas
l a s madres: KN E L BESTAURA-NT
chiroi^n^nÍ^Uriifdol ^ - l — , pero cnanto tarda en R e . .
A. P A R B Z N I E V A —No ee extrafio, señorito: sopa;de tortng».
DESDICHAS DE "CARAMBOLA"
IV
BROMAS D K «CARAMBOLA»

El oomportamiento de Carambola, por otra parte, no era el más á


propósito para inspirar confiansa. E s verdad q u e s u j u v e n t u d y s u
inexperiencia de las costumbres c a -
seras podían disculpar s n s d e s m a n e s ,
ero E d n v i g i s no lo estimaba así.
I-^Q s u ausencia penetró Carambola
la cocina, y atraído por el apeti-
•riso olor que despedía una pierna de
carnero que se estaba asando, no se
c o n t e n t ó con saborearla á s u s an-
chas, sino que hasta s u rabo hundió
en í a cacerola. El guiso, á pesar de que abrasaba, le resultó riquísimo;
j a m á s en los frondosos bosques de! P a r a g u a y había saborrado t a n
e x q u i s i t o manjar, y en tanto estuvo con Mr. Bidel, s u pitanza fué
siempre ran pobre como escasa.
L a indignación de la cocinera,
no t u v o l í m i t e s : amenazó con nn
palo a l atrevido mono; pero éste,
reconociendo su f a l t a , bajó l a
cabeza y fuese derecho á la fre
g a d e r a , donde c o n gran asombro
de E d u v i g i s en uu momento le
l a v ó l a vajilla dejándola como á
n u e v a . Con el qne no corría m n y bien era oon Per»l, qne le resultaba
el peor educado de l o s loros; cansado de s u s insultos trepó un d í a en
la panoplia de sn a m o , apoderóse de n n a pistola y encaramándose
s e g u i d a m e n t e en la percha del
pajarraco d i s p a r ó haciendo
b l a n c o e n u n a de s n s a l a s ,
incrnetándoBe de rechazo e n
uns Jarra de aceite, encima de
la cnal descansaba Coral, qne
no tardó en verse s u m e r g i d o
en nn inesperado baño. Quedó
el pobre g a t o hecho u n a l á s t i -
ma, y tales fueron s n s gritos y s u desesperado maullar, qne P i n t a d o
y E d u v i g i s corrieron presurosos en s u auxilio presintiendo a l g u n a
treta del atrevido mono.
A l v e r al loro y al g a t o , v í c t i m a s de la n u e v a hazafia de CarambUa.
— H a y qne ponerle i n m e d i a t a m e n t e á l a calle,—dijo E d u v i g i s per-
s i g u i é n d o l e & escobazos.
£1 bueno de P i n t a d o intercedió en favor del cnlpable, e n c a r g a n d o
& s n s i r v i e n t a qne en lo s u c e s i v o le
v i g i l a r a un poco m&s.
D e s d e aquel d í a , loro y g a t o , e s -
qnivaron l a c o m p a ñ í a del mono, por;
el qué s e n t í a n t a n t o m i e d o oomo
rencor.
F á c i l m e n t e se comprenderá que
t a l e s mafias n o eran l a s m á s á pro
pósito para qne Carambola v i v i e s e en paz con l o s qne con él c o n v i v í a n , I
al c o n t r a r i o , parecía e m p e ñ a d o en aumentar el número de s u s enemi
g o s . Como t o d a s l a s c a s a s bien organizadas t e n i a l a de P i n t a d o su
portero, c u y a mujer se l l a m a b a Enfína y padres ambos de C b a n i t o ,
chicuelo a m i g o de t o d o s l o s de la
vecindad.
Desde l a v e n t a n a donde estaba
c a u t i v o , miraba Carambola el de
p a r t a m e n t o de l o s porteros, sien
do cada v e z m á s v i v o s s n s deseo.-
de darse una v u e l t a por él y divir
t i r s e un rato oon C h a n i t o . P e r o
¿cómo burlar l a v i g i l a n c i a j d e s u s
cuatro carceleros? ¡Ahí ¡Si hubiese podido escapar, a u n q u e sólo hubie-
se sido por cinco m i n u t o s !
£1 dia t a u deseado l l e g ó al fin.
D i s p o n í a s e R a f i a a á barrer s u departamento, en t a n t o Chanito
j u g a b a con-un t e a t r o
Guiñol caando entró
en l a p o r t e r í a Flo-
rencia, i n q u í l i n a del
q u i n t o piso, mujer
c u e n t e r a y chismosa
como la que m á s .
Al verla aparecer,
l a p r i m e r a precau-
ción de Rutina fué decirle á Chanito que .tomara el j u g u e t e y se I m s a
con él á otro c u a r t o , e v i t a n d o de esta s u e r t e qne fuese o y e n t e del
chismorreo de l a recién l l e g a d a .
Murmurando y con l a cabeza baja obedeció el chiquillo, e n t r a n d o
Carambola por l a puerta que salió, pues^^después de mil t e n t a t i v a s
había logrado burlar la vi-
gilancia de Rufina y el ace-
cho de Coral y Perol.
Al quedarse sola con Ru-
fina invitóla E d u v i g i s & que
se sentara, pero tan apurada
estaba la primera ron sns
cuentos y diretes, qne no
había por donde fijar su
atención.
—Vamos,desayunaremos
j untas, —dijo la porte ra para
distraerla de sus cuentos.
—¡Oh, no! Muchas gra-
cias, sería abusar ..
—Gracias, me las darás
después. — Mamá, ¿ e n q a é dta e s S a n TiagoV
—Es qne tengo mucha - E n ninguno.
— ¿ I ó m o n o í Si era un a p ó s t o l .
prisa. —Querrás decir San Santiago.

- una taea de café pronto se


apura.
- V e n g o de la compra y he de
preparar el cocido para cuando v e n g a
.Juan
—El cocido se prepara en un m o -
mento.
Rufina qne rehusaba solo por cum -
plido se dfjó tentar y á los pocos
momentos sentadas á la mesa apura-
ban ambas comadres un buen bol de
caíé con leche acompañado de la obli
gada tostada con manteca.

EN U N EXAMEN DE HIGIENE
M profesor.—Caa,Bdo uno se l e -
vanta ¿que US lo primero que hace?
El alumno no contesta.
El profesor —A ver, ¿cuando us-
ted se l o v a u t a , qué es lo primero que
hace?
El alumno, después de un rato de
reflexión;
— P u e s . . . tomo el chocolate.
FRANCISCO L Ó P B Z
E c h a r un t r a g o .
^ PASATIEMPOS ^
REGALOS CHARADA

N o t a e s mi primera
OEL "CORREO DE LOS NIÑOS" n o t a e s mi segunda,
mi cuarta v tercera;
V desde el fin al p r i n c i p i o ,
1." Un precioso reloj de oro. , O el todo s i n e n g a ñ a r t e
2.' Un retrato con marco do- v i e n e á ser u n participio
rado. C. d e la C. H.

3." Un magnífico juguete, á


En una casa de música.
eligir. —¿Tiene usted piezas de piano?
Más de 500 premios en —No señor, no tengo más que
cuentos y nouelitas infantiles. pianos enteros.

—¿Quién sucedió á Amadeo IJ


ACERTIJO
—Hombre, pues Amadeo II.
T o n o t e n g o vida si n o me la dan
A. MKNÉNDKZ ALBXANDRB
y sefialo la v i d a de l o s dem&s.
Mis m a n o s d e s i g u a l e s La> toluciones en el próximo número.
á u n cuerpo circular,
dan d o s v u e l t a s por dia SOL UOIÓN á lo» paaaliempo» del
s i n pararse jam&s. número anterior
Y siempre ando, ando, Solución del pasatiempo,—
sin m o v e r m e n i andar,
y que cuando m e paro A —A.
1 R -Ir.
c u a n d o v i d a no m e d a n . G A T A -Gata.
Y o t e n g o doce d e s c a n s o s T A R I M A —Tarima.
para hablar, M A R G A R I T A —Margarita.
y sus obligaciones G A R I T A -Garita.
& cada u n o recordar,
R I T A —Rita.
M I —Mi.
S o y de pared ó bolsillo R -R.
¿y quieren ustedes m á s
para poder s i n peligro Jeroglifico—UfíTia..
mi fácil nombre sacar?
Para la correspondencia al director de
A. MENÉNDBZ ALEXANDRE Coireo de los Niños, Ipartado, 88

JüROOLÍFICO por Peñaíver

R e d a c c i ó n y A d m i n i s t r a c i ó n : OaUe d e l a s C o r t e s , 6 9 5 . — B a r c e l o n a .
M i e n t r a s P a s t r a d e s lee l a s d i - do en la l e c t n r a a p a r t a s u a v e m e n -
vertidas h a z a ñ a s del c a p i t á n Sin t e el calendario de pared y por un
N o m b r e , n n despreocupado que lo b o q u e t e que con p a c i e n t e labor
observa por n n orificio practicado había r e a l i z a d o , i n t r o d u c e por él
en l a pared y al v e r l e e n s i m i s m a - á un hábil felino que se apodera

de un magnifico pollo, con el que pollo recién c o c i d i t o al estado


contaba regalarse F u s t r a d e s , f ó c i l , P e r o de cuyo parecer no
que no se e x p l i c a r a en j a m á s de andaba conforme s u v e c i n o , que
los j a m a s e s l a transformación que p o n i é n d o s e el a v e en l a s n a r i c e s
se h a o p e r a d o en su casa, de aspiraba sus deliciosas emanacio-
que pasara en pocos m i n u t o s un nes, y s e g u r a m e n t e serian t a l e s

q u e llegaron á delatarlo á un l u g a r u n a caja que n n t i e m p o


obrero que por c a s u a l i d a d pasaba g u a r d ó r i q u í s i m o s habanos, pero
por la a z o t e a y j u z g ó cosa prác- que en la a c t u a l i d a d s i r v i ó para
t i c a que el v o l á t i l saliera á tomar dar el g r a n camelo al práctico
el aire, y en cambio dejó en sn prestidigitador.

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