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ANTOLOGÍA DE LAS RIMAS

Gustavo Adolfo Bécquer

IV........................................................................................................................................2

XIII .....................................................................................................................................3

XXI.....................................................................................................................................3

XXII ...................................................................................................................................3

XXIII ..................................................................................................................................3

XXXVIII ............................................................................................................................3

XLII ....................................................................................................................................4

XLVI ..................................................................................................................................4

LXI .....................................................................................................................................4

VII ......................................................................................................................................2

XI........................................................................................................................................2

XIX.....................................................................................................................................3

XXX ...................................................................................................................................3

XXXI ..................................................................................................................................3

XXXV ................................................................................................................................3

XLVII .................................................................................................................................4

LIII .....................................................................................................................................4

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IV VII
No digáis que agotado su tesoro, Del salón en el ángulo oscuro,
de asuntos falta enmudeció la lira: de su dueña tal vez olvidada,
podrá no haber poetas, pero siempre silenciosa y cubierta de polvo,
habrá poesía. veíase el arpa.

Mientras las ondas de la luz al beso ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
palpiten encendidas, como el pájaro duerme en las ramas,
mientras el sol las desgarradas nubes esperando la mano de nieve
de fuego y oro vista, que sabe arrancarlas!
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera, ¡Ay!, pensé: ¡cuántas veces el genio
¡habrá poesía! así duerme en el fondo del alma
y una voz como Lázaro espera
Mientras la ciencia a descubrir no alcance que le diga: «Levántate y anda»!
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo XI
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando —Yo soy ardiente, yo soy morena,
no sepa a do camina, yo soy el símbolo de la pasión,
mientras haya un misterio para el hombre, de ansia de goces mi alma está llena.
¡habrá poesía! ¿A mí me buscas?

Mientras se sienta que se ríe el alma —No es a ti: no.


sin que los labios rían,
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila, —Mi frente es pálida, mis trenzas de oro:
mientras el corazón y la cabeza puedo brindarte dichas sin fin.
batallando prosigan, Yo de ternura guardo un tesoro.
mientras haya esperanzas y recuerdos, ¿A mí me llamas?
¡habrá poesía!
—No: no es a ti.
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran, —Yo soy un sueño, un imposible,
mientras responda el labio suspirando vano fantasma de niebla y luz.
al labio que suspira, Soy incorpórea, soy intangible:
mientras sentirse puedan en un beso no puedo amarte.
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa, — ¡Oh ven; ven tú!
¡habrá poesía!

2
XIX
XIII
Cuando sobre el pecho inclinas
Tu pupila es azul, y cuando ríes, la melancólica frente,
su claridad süave me recuerda una azucena tronchada
el trémulo fulgor de la mañana me pareces.
que en el mar se refleja.
Porque al darte la pureza,
Tu pupila es azul, y cuando lloras, de que es símbolo celeste,
las trasparentes lágrimas en ella como a ella te hizo Dios
se me figuran gotas de rocío de oro y nieve.
sobre una vïoleta.
XXX
Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea, Asomaba a sus ojos una lágrima
me parece en el cielo de la tarde y a mi labio una frase de perdón.
una perdida estrella. Habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

XXI Yo voy por un camino; ella, por otro;


¿Qué es poesía?, dices mientras pero al pensar en nuestro mutuo amor,
clavas en mi pupila tu pupila azul. yo digo aún: ¿por qué callé aquel día?,
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? y ella dirá: ¿por qué no lloré yo?
Poesía... eres tú.
XXXI

XXII Nuestra pasión fue un trágico sainete


en cuya absurda fábula
¿Cómo vive esa rosa que has prendido lo cómico y lo grave confundidos
junto a tu corazón? risas y llanto arrancan.
Nunca hasta ahora contemplé en el mundo
junto al volcán la flor. Pero fue lo peor de aquella historia
que al fin de la jornada
XXIII a ella tocaron lágrimas y risas
y a mí, sólo las lágrimas.
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo; XXXV
por un beso... yo no sé
que te diera por un beso. ¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día
me admiró tu cariño mucho más;
XXXVIII porque lo que hay en mí que vale algo,
eso... ni lo pudiste sospechar.
¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer: cuando el amor se olvida
¿sabes tú a dónde va?

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XLII XLVII

Cuando me lo contaron sentí el frío Yo me he asomado a las profundas simas


de una hoja de acero en las entrañas, de la tierra y del cielo,
me apoyé contra el muro, y un instante y les he visto el fin, o con los ojos
la conciencia perdí de dónde estaba. o con el pensamiento.

Cayó sobre mi espíritu la noche, Mas ¡ay! de un corazón llegué al abismo


en ira y en piedad se anegó el alma, y me incliné un momento,
¡y entonces comprendí por qué se llora! y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡y entonces comprendí por qué se mata! ¡tan hondo era y tan negro!!

Pasó la nube de dolor... Con pena LIII


logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo... Volverán las oscuras golondrinas
Me hacía un gran favor... Le di las gracias. en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
XLVI jugando llamarán.

Me ha herido recatándose en las sombras, Pero aquéllas que el vuelo refrenaban


sellando con un beso su traición. tu hermosura y mi dicha a contemplar,
Los brazos me echó al cuello y por la espalda aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
partiome a sangre fría el corazón. ésas... ¡no volverán!

Y ella prosigue alegre su camino, Volverán las tupidas madreselvas


feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué? de tu jardín las tapias a escalar
Porque no brota sangre de la herida, y otra vez a la tarde aun más hermosas
porque el muerto está en pie. sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío


LXI cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
Al ver mis horas de fiebre ésas... ¡no volverán!
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho Volverán del amor en tus oídos
¿quién se sentará? las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
Cuando la trémula mano tal vez despertará.
tienda próximo a expirar
buscando una mano amiga, Pero mudo y absorto y de rodillas,
¿quién la estrechará? como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
Cuando la muerte vidrie nadie así te amará.
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos
¿quién los cerrará?

4
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla
¿quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos


oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa
¿quién vendrá a llorar?

Quién ,en fin, al otro día,


cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?

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