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CRIMINOLOGIA DE MENORES
En primer lugar hay que señalar que el problema de los menores infractores
preocupa a muchas disciplinas, y dentro de ellas principalmente a la Criminología,
lo que se analizará precisamente en este subcapítulo; asimismo, en segundo
término, no podemos olvidar que desde la perspectiva jurídica existe también una
visión especial a cargo del Derecho de menores en su vertiente “penal”, como la
expresión más importante del sistema de control social de este tipo particular de
“criminalidad”.
Una de las denominaciones propuestas, para estos menores que realizan actos
similares a los delincuentes adultos, es la de “menores con trastornos de
conducta”, sin embargo la misma nos parece muy lata, incluso dentro de la
psiquiatría infantil se tiende a utilizar dicha denominación, pero abarcando diversos
trastornos como la hiperactividad, la falta de atención, la timidez, los sentimientos
de rechazo, la agresividad y la delincuencia, entre otros.
a. El discernimiento
o criterio psicológico: Como dice Alfonso REYES (96), el concepto mismo de
discernimiento es complejo, generalmente suele entendérsele como una aptitud
psíquica o cierto grado de madurez mental que permite a la persona, distinguir lo
bueno y lo malo o lo lícito e ilícito, y de actuar conforme a esa comprensión.
Al respecto Edmundo FUCHSLOCHER decía, que “si un niño nace con un defecto
orgánico que perturba eldesarrollo normal de su vida psíquica o se educa en un
medio corrompido, sin ver a su lado un ejemplo de virtud, por más inteligencia que
posea es casi seguro que será un delincuente, y si ha cometido un delito no es el
discernimiento lo que importa”. Además en estos casos lo que primas mas es el
propósito de protección y no tanto el discernimiento de su obrar.
Los “niños en la calle”. Dentro de este grupo se cuentan los menores que
deambulan en la calle, por no tener control familiar. Asimismo que trabajan en la
calle, realizando diversas tareas durante determinadas lloras, sea como
vendedores ambulantes, limpiando carros. Lustrando zapatos, entre otras
actividades, y que al término de su jornada: retornan generalmente a su hogar.
Asimismo los escolares que “hacer novillos”, que no asisten reiteradamente a la
escuela, y que por el hecho de frecuentar otros lugares en el lapso que deben
estar en clases, se hallan también en urea condición propicia para caer en alguna
forma de conducta infractora. En el estudio hecho por NACIONES UNIDAS ya
citado, se decía que «una elevada proporción de delincuentes siguió durante tres
años escolares antes de cometer verdaderos delitos, la práctica tic hacer novillos,
por lo cual este tipo de ausentismo escolar puede ser un síntoma de conducta
predelincuente”.
Los menores que consumen drogas y/o alcohol, sobre todo los habituales, por el
estado de intoxicación constante y por frecuentar ambientes negativos, se hallare
también más propensos a caer en la criminalidad. Lamentablemente muchos de
los “niños de la calle”, no sólo en nuestro país sino también en otros, además del
riesgo que significa vivir al margen de un hogar, inhalan también determinadas
sustancias voladles, como el terokal en nuestro medio, no descartándose también
la ingesta de otras drogas, haciendo más problemática su situación de riesgo.
Estas son algunas de las situaciones más importantes de riesgo en los menores.
Sin embargo, para que tales estados eclosionen en una franca conducta delictiva,
tienen que darse circunstancias contribuyentes o precipitarles favorables. Por ello,
estas situaciones de riesgo, que son las más saltantes, favorecen en muchos
casos la producción de un hecho antisocial, y en otras circunstancias no pasan de
ser estados de peligro social, pero que también requieren de atención urgente por
parte de la sociedad, y que de conformidad con el Código de los Niños y
Adolescentes deben ser atendidos según el artículo 256 y sometidos a algunas de
las medidas de protección que se enumeran en el artículo 265.
A. Por lo dicho más arriba, las estadísticas de los menores que están bajo tutela
institucionalizada, en los diversos centros existentes en el país, debido a conducta
infractora, nos muestran solo parte del índice cuantitativo de dicha criminalidad, ya
que probablemente la mayoría de menores investigados por conducta delictiva, no
son sometidos a medidas socioeducativas de internamiento.
En la década del 80, los niños bajo medidas de internamiento se enviaban a los
llamados Hogares de Menores y los adolescentes infractores sometidos a dicha
medida, eran remitidos a los denominados Institutos de Menores, los mismos que
también albergaban a adolescentes no infractores por decisión de los jueces de
esos años, tal como ya lo hemos anotado.
Aproximadamente un tercio de la población de menores(niños y adolescentes),
que se remitían a las instituciones cerradas que administraba el INABIF, estaba
constituida por menores no infractores, lo que realmente resultaba una práctica
irregular, que con la separación de la administración de las entidades concerniente
a los infractores a cargo del Poder Judicial, y menores abandonados a cargo del
INABIF, permitirá probablemente llevar adelante políticas más adecuadas para
cada grupo de menores problema.
Otro dato que debemos resaltar es que las infracciones contra el patrimonio
constituyen más del 55% de los casos denunciados.
d) Con respecto a las condiciones negativas tic la escuela, que tienen alguna
incidencia coadyuvante en el comportamiento antisocial es necesario plantear
cambios no sólo a nivel de docentes sino también nivel de dicha institución, que
permitan un mejor grado de orientación ayuda. a los que tienen problemas de
conducta y/o aprendizaje. Hay que considerar que un menor con graves
problemas de indisciplina escolar o deficiente aprendizaje, necesita urgente ayuda,
pero si la escuela abandona, margina o expulsa del seno, prácticamente acentúa
su problema y contribuye sin quererlo al riesgo de que caiga en una conducta
antisocial o agrave su situación de alto riesgo.
En 1972, conforme al Decreto Ley No. 19326 (Ley de Educación), todos los
centros de tutela del país pasaron a la Dirección de Educación Especial, Arca de
Irregularidad Social del Ministerio de Educación.
Un lustro más tarde, en noviembre de 1977, mediante Decreto Ley No. 21993, se
creó el Instituto Nacional de Asistencia y Promoción del Menor y la Familia
(INAPROMEF), y a partir de enero de 1978 todo lo referente a irregularidad social
y menores abandonados pasaron bajo su jurisdicción, dejando de pertenecer al
Ministerio de Educación.
* Psicólogo
* Trabajador Social
* Pedagogo
* Abogado criminólogo
* Médico.
Asimismo debe contar con los medios técnicos imprescindibles para su labor
diagnóstica.
El diagnostico individual de cada menor infractor debe abarcar por lo menos los
siguientes aspectos:
Samuel GAJARDO decía que una cárcel o un reformatorio son medios ficticios e
inadecuados que, necesariamente ejercer, influencia perjudicial, contribuyendo a
deformarla personalidad psicológica del niño, que necesita los elementos reales de
la vida diaria . Después, el especialista francés Jean CHAZAL, todavía observaba
los aspectos negativos de este régimen tutelar cerrado, que no había logrado
cambios sustanciales. Actualmente, al menos declarativamente, los principios que
orientan a los Centros de Reeducación, antes llamados Reformatorios o
Correccionales, propenden a la readaptación del menor a través de diversas
formas de tratamiento, y no precisamente propósitos punitivos o de
enclaustramiento rígido.
a) Se trate de actos dolosos cuya pena, según el Código Penal, sea mayor de 4
años de privación de libertad.
b) Por reiteración en la comisión de otras infracciones graves.
c) Por incumplimiento injustificado y reiterado de la medida socioeducativa
impuesta anteriormente.
El régimen abierto se puede desarrollar tanto en medio urbano como rural, lo que
debe estar en función de la experiencia de vida anterior de los adolescentes
iniciados. La aplicación de este régimen es muy, variada en los diversos países,
por ejemplo en la Argentina existe desde décadas atrás Precisamente carona
memoria antigua de esas Instituciones se dice: «La organización de nuestros
establecimientos se hace en el más riguroso sistema familiar. Si el abandono o la
delincuencia son, a menudo, consecuencia de crisis de familia, lógico es que
organicemos nuestras escuelas en forma tal que Compense esa vida familiar
deficiente que ha tenido y que cuando sea indispensable retirar a un niño de su
llegar, le formemos otro que reemplace al propio».
Este régimen de Escuela Hogar es recomendable igualmente, para determinados
menores en situación de riesgo delictivo que carecen de llegar y que no son
adecuados para un hogar sustituto, con el propósito de prevenir que Incidan en
conductas infractoras de la ley penal.
En nuestro, medio, el código penal de 1924 estableció legalmente por vez primera
esta medida, pero prácticamente no tuvo vigencia efectiva. Por ello se considera
que la libertad vigilada fue instituida por los artículos 108 y 109 del Código de
Menores de 1962, así como por el Decreto Supremo No.241 del 21 de noviembre
de 1963. Sin embargo la aplicación real de esta medida data aproximadamente
desde agosto de 1965 en Lima y de 1966 en el Callao. En su práctica ha recibido
fundamentalmente a menores infractores primarios de entre 12 a 13 años de edad,
de uno y otro sexo, y que cumplen determinadas condiciones psico-sociales. Las
contraindicaciones, además de otras ya señaladas, para que un menor no sea
recomendado a este régimen, son «Capacidad mental deficiente, desviación
psicopática o tendencia a la esquizofrenia». No obstante, creemos que tales
«contraindicaciones» son relativas.
Sobre esta técnica de tratamiento, diremos que existen diversas variantes según
las corrientes psicológicas existentes. Sin embargo la experiencia con menores
delincuentes, tuvo inicialmente un énfasis basado en la corriente psicoanalítica, y
luego expresiones menos ortodoxas, así como formas eclécticas, como las
indicadas por K. FRIEDLANDER, Jullen ROUART, Manuel SANCHEZ entre otros.
Al respecto, anota WEST, que el psicoanálisis tradicional trata de que el paciente
externalice sus sentimientos y motivos profundos, pero la mayoría de menores
antisociales no percibe el problema de su conducta desde esa perspectiva, y el
modelo psicoanalítico “no en caja”, porque el conflicto del delincuente, es con la
sociedad, no está dentro de sí mismo y el lenguaje y el modo de pensar del
terapeuta le resultar incomprensibles».
Desde la vertiente de la psicoterapia de grupo, la práctica conocida como
«COMUNIDAD TERAPEUTICA», se ha experimentado sobre todo en regímenes
cerrados como abiertos. La organización de una pequeña comunidad, en la vida
cotidiana, como un grupo terapéutico, el] el que los participantes aprendan
progresivamente a superar sus errores, sin perjudicarse a sí mismos ni a los
demás, es el propósito de una Comunidad Terapéutica, y precisamente los
institutos o centros de reeducación tren servido en algunos casos para intentar
esta experiencia.
Este sistema presenta grandes exigencias al personal administrativo, el cual debe
bajar de su pedestal y tolerar la familiaridad y la críticas personales por parte de
unos pupilos a menudo hostiles. Un experiencia notable fue la famosa escuela de
ALCHHORON en 1925 que inició sus prácticas con jóvenes delincuentes en
OberHollabru (Austria), bajo criterios de lo que hoy se denomina comunidad
terapéutica, con resultados positivos. El caso de la comunidad terapéutica de
COTTAG en los Estados Unidos no tuvo éxito. Aparte de tal modalidad, se emplea
también bastante las técnicas de DINÁMICA DE GRUPOS, para ayudar en el
proceso de readaptación de los menores infractores.