Está en la página 1de 7

REPRESION

Atengámonos preferentemente a la experiencia clínica tal como nos la brinda la práctica


psicoanalítica. Aprendemos entonces que la satisfacción de la pulsión sometida a la
re-presión sería sin duda posible y siempre placentera en sí misma, pero sería inconciliable
con otras exigencias y de-signios. Por tanto, produciría placer en un lugar y displacer en
otro. Tenemos, así, que la condición para la represión es que el motivo de displacer cobre un
poder mayor que el placer de la satisfacción. Además, la experiencia psicoanalítica en las
neurosis de trasferencia nos impone esta conclusión:

La represión no es un mecanismo de defensa presente desde el origen; no puede


engendrarse antes que se haya establecido una separación nítida entre actividad condente
y actividad inconciente del alma, y su esencia consiste en rechazar algo de la conciencia y
mantenerlo alejado de ella.3 Este modo de concebir la represión se complementaría con un
supuesto, a saber, que antes de esa etapa de la organización del alma los otros destinos de
pulsión, como la mudanza hacia 10 contrario y la vuelta hacia la persona propia, tenían a su
exclusivo cargo la tarea de la defensa contra las mociones pulsionales.

Ahora caemos en la cuenta de que represión e inconciente son correlativos.

Pues bien; tenemos razones para suponer una represión primordial, una primera fase de la
represión que consiste en que a la agencia representante {Representanz} psíquica (agencia
representante-representación) de la pulsión 6 se le deniega la admisión en lo conciente. Así
se establece una fijación; a partir de ese momento la agencia representante en cuestión
persiste inmutable y la pulsión sigue ligada a ella. (MEDIANTE ESTA REPRESION SE INSTAURA
LAS 3 INSTANCIAS PSIQUICAS)

Esto acontece a consecuencia de las propiedades de los pro-cesos inconcientes, que hemos
de considerar después.7 La segunda etapa de la represión, la represión propiamente dicha,
recae sobre retoños psíquicos de la agencia representante reprimida o sobre unos itinerarios
de pensamiento que, procedentes de alguna otra parte, han entrado en un vínculo asociativo
con ella. A causa de ese vínculo, tales representaciones experimentan el mismo destino que
lo reprimido primordial. La represión propiamente dicha es entonces un «esfuerzo de dar
caza».8 Por lo demás, se comete un error cuando se destaca con exclusividad la repulsión
que se ejerce desde lo conciente sobre lo que ha de reprimirse. En igual medida debe
tenerse en cuenta la atracción que lo reprimido primordial ejerce sobre todo aquello con 10 cual
puede poner-se en conexión. Probablemente, la tendencia a la represión no alcanzaría su
propósito si estas fuerzas {atracción y re-pulsión} no cooperasen, si no existiese algo
reprimido desde antes, presto a recoger lo repelido por lo conciente.(HAY REPULSION,
REPRESENTA AL PRECONSCIENTE Y “CAZA” PALABRAS, ESOS DESEOS QUE SE MODIFICAN Y SE
TRANSFORMAN EN PALABRAS)
Pero si ahora nos volvemos al aspecto contrario, comprobamos que ni siquiera es cierto
que la represión mantenga apartados de lo con cien te a todos los retoños de lo reprimi-do
primordiapo Si estos se han distanciado lo suficiente del representante reprimido, sea por las
desfiguraciones que adoptaron o por el número de eslabones intermedios que se
intercalaron, tienen, sin más, expedito el acceso a lo conciente. Es como si la resistencia
que lo conciente les opone fuese una función de su distanciamiento respecto de lo
originariamenté reprimido.

Ahí opera un fino sopesamiento cuyo juego se nos oculta; empero, las modalidades de su
acción eficaz nos hacen colegir que se trata de detenerse antes que se llegue a determinada
intensidad en la investidura de 10 inconciente, rebasada la cual 10 inconciente irrumpiría
hacia la satisfacción. La represión trabaja, entonces, de manera en alto grado individual; cada
uno de los retoños de 10 reprimido puede tener su destino particular; un poco más o un
poco menos de desfiguración cambian radicalmente el resultado.

Lo mismo que se consigue con un más o un menos de desfiguración puede alcanzarse, por
así decir en el otro extremo del aparato, mediante una modificación en las condiciones de
producción de placer-displacer. Existen técnicas particulares creadas con el propósito de
provocar alteraciones tales en el juego de las fuerzas psíquicas que 10 mismo que de otro
modo produciría displacer pueda por una vez resultar placentero; y tan pronto como uno de
estos medios técnicos entra en acción, queda cancelada la represión de una agencia
representante de pulsión que de otro modo sería rechazada.

Esas técnicas sólo se han estudiado hasta ahora con precisión respecto del chiste.14 Por
regla general, la cancelación de la represión es sólo provisional; enseguida se restablece.
Ahora bien, experiencias de esta índole bastan para hacernos notar otros caracteres de la
represión. Ella no sólo es, como acabamos de consignarlo, individual, sino en alto grado móvil.
No tenemos que imaginarnos el proceso de la represión como un acontecer que se
consumaría de una sola vez y tendría un resultado perdurable, como si aplastáramos algo
vivo que de ahí en más quedara muerto. No, sino que la represión exige un gasto de
fuerza constante; si cejara, peligraría su resultado haciéndose necesario un nuevo acto
represivo.

En las elucidaciones anteriores consideramos la represión de una agencia representante de


pulsión, entendiendo por· aquella a una representación o un grupo de representaciones
investidas desde la pulsión con un determinado monto de energía psíquica (libido, interés).
Ahora bien, la observación clínica nos constriñe a descomponer lo que hasta aquí concebimos
como unitario, pues nos muestra que junto a la re-presentación {Vorstellung} interviene algo
diverso, algo que representa {rapresentieren} a la pulsión y puede experimentar un destino
de represión totalmente diferente del de la representación. Para este otro elemento de la
agencia representante psíquica ha adquirido carta de ciudadanía el nombre de montú de
afecto/7 corresponde a la pulsión en la medida en que esta se ha desasido de la
representación y ha encontrado una expresión proporcionada a su cantidad en procesos que
devienen registrables pata la sensación como afectos. Desde ahora, cuando describamos un
caso de represión, tendremos que rastrear separadamente lo que en virtud de ella se ha
hecho de la representación, por un lado, y de la energía pulsional que adhiere a esta, por el
otro.(3 CAMINOS AL ESTABLECERSE LA REPRESION= 1- INHERVAR EL CUERPO; 2-DESPLAZARSE A
OTRO AFECTO; 3-MUDARSE EN OTRO AFECTO.

PROPIEDADES DEL SISTEMA INCONSCIENTE

El núcleo del Ice consiste en agencias representantes de pulsión que quieren descargar su
investidura; por tanto, en mociones de deseo.Dentro de este sistema no existe negación
{Negation} , no existe duda ni grado alguno de certeza. Todo esto es introducido sólo por el
trabajo de la censura entre Ice y Prce. La negación es un sustituto de la represión, de nivel más
alto.Dentro del Ice no hay sino contenidos investidos con mayor menor intensidad.

Por el proceso del desplazamiento, una representación puede entregar a otra todo el monto
de su investidura; y por el de la condensación, puede tomar sobre sí la investidura íntegra de
muchas otras. He propuesto ver estos dos procesos como indicios del llamado proceso psí-quico
primario. :Qentro del sistema Prce rige el proceso sectmdario.

Los procesos del sistema lec son atemporales, es decir, no están ordenados con arreglo al
tiempo, no se modifican por el trascurso de este ni, en general, tienen relación alguna con él.
También la relación con el tiempo se sigue del trabajo del sistema Ce. Tampoco conocen los
procesos Ice un miramiento por la realidad. Están sometidos al principio de placer; su
destino sólo depende de la fuerza que poseen y de que cumplan los requisitos de la
regulación de placer-displacer.rJ Resumamos: ausencia de contradicción, proceso prinu:rio (
movilidad de las investiduras ) , carácter atemporal y sustitución de la realidad exterior por
la psíquica, he ahí los rasgos cuya presencia estamos autorizados a esperar en procesos
pertenecientes al sistema Icc

Esta situación movió a J. Breuer a suponer dentro de la vida anímica dos estados diversos de
la energía de investidura : uno ligado, tónico,y otro móvil, libre y proclive a la descarga.

Al sistema Pree competen , además, el establecimiento de una capacidad de comercio entre


los contenidos de las re-presentaciones, de suerte que puedan influirse unas a otras, el
ordenamiento temporal de ellas,8 la introducción de unacensura o de varias, el examen de
realidad y el principio de realidad. También la memoria conciente parece depender por
completo del Pree;

Ha de separársela de manera tajan te de las huellas mnémicas en que se fijan las vivencias
del J ce, y probablemente corresponda a una trascripción particular tal como la que quisimos
suponer.

NOTA SOBRE EL CONCEPTO DE LO INCONSCIENTE EN EL PSICOANALISIS

Una representación -o cualquier otro elemento psíquico-- puede estar ahora presente en mi
conciencia, y un momento después desaparecer de ella; puede reaflorar intacta después de
un intervalo, y hacerlo, corno decirnos nosotros, desde el recuerdo, no corno consecuencia
de una nueva percepcién sensorial. Es para dar razón de este hecho que nos vemos llevados
a suponer que la representación ha estado presente en nuestro espíritu también durante el
intervalo, aunqu,� latente en cuanto a conciencia {laten! in [onsÓOUS1Jcss}. Pero no
podemos formular conjetura al-guna sobre la forma en que pudo haber existido mientras
estaba presente en la vida anímica y era latente en cuanto a conciencia.

Ahora llamemos «conciente» a la representación que é..;tá presente en nuestra conciencia y


de la que nosotros nos per-catamos {we are aware}, y hagamos de este el único sentido del
término «concÍente»; en cambio, a las representaciones latentes, si es que tenemos
fundamentos para suponer que están contenidas en la vida anímica -como los tuvimos en el
caso de la memoria-, habremos de denotarlas con el tér-mino «inconciente». r':ntonces, una
representación inconcicnte es una de la 'lue llo�otros no nos percatamos, a pesar de lo
cual estamos dispuestos a admitir su existencia sobre la base de otros indicios y pruebas.

Esto podría con sideral "e un trabajo descriptivo o clasificatorio 'lilrto insípido si además de
los hechos de la meLloria o (�e la asociación a través de eslabones inconcientes ninguna
otra experiencia apelara a nuestro juicio. Pero el bien conocido experimento de la
«sugestión poshipnótica» nos enseña a insistir en la importancia del distingo entre conciente
e inconciente.

Nos hemos visto llevados de una concepción puramenk descriptiva del fenómeno a una
dinámica. La idea de la acción ordenada en la hipnosis no devino un mero objeto de la
conciencia en un momento determinado, sino que, adem,ís, devino tficiente ( active ), y este
es el aspecto más llamativo del hecho: fue trasferidil a la acción tan pronto como la
conciencia se hubo percatado de su presencia. Puesto que el estímulo real para actuar es la
orden del médico, es difícil no conceder que la idea de la orden del médico devino
eficiente también, Sin embargo, esta última no fue acogida en la cunciencia (did no! reveal
ítsel! lO (()Il.\ciousncss} como ocurrió con su retoño {outcome}, la idea de la accilÍn;
permaneció inconciente y por eso fue al misl11r¡ tiempo eficiente e inconciente.

La vida anímica del paciente histérico rebosa de estos pensamientos {ideas} eficientes, pero
inconcientes; de ellos provienen todos los síntomas. Es de hecho el carácter más llamativo
de la mente histérica el estar gobernada por re-presentaciones inconcientes. Si una mujer
histérica vomita, acaso 10 haga desde la idea de estar embarazada. Pero ella no tiene
noticia alguna de esta idea, aunque se la puede descubrir fácilmente en su vida anímica
mediante uno de los procedimientos técnicos del psicoanálisis, y hacérsela conciente. Cuando
ejecuta LIS convulsiones y gestos que constituyen su «ataque», ella ni siquiera se representa
con cientemente las acciones intentadas y quizá las observe con los sentimientos
desapegados de un espectador. No obstante, el análisis podrá demostrar ljue ella desempeñaba
su papel en la reproducción dramática de una escena de su vida, cuyo re-cuerdo era
inconcientemente eficiente durante el ataque.

Por tanto, del análisis de fenómenos neuróticos aprendemos ljue un pensamiento latente o
inconciente no necesarialllente es débil, y que su presencia en la vida anímica admite pruehas
indirectas de la mayor fuerza, equivalentes casi * a Lt prueha directa brindada por la
conciencia.

Ahora hemos adljuirido la convicci6n de que hay cIertos pensamientos latentes que no
penetran en la conciencia por intensos que sean. Llamaremos entonces preconcientcs a los
pensamientos latentes del primer grupo, mientras qUl' 1'('servaremos el término incollricntc
(en el sen 1 ido pr(lpio) para el segundo grupo, que hemos l'stlldiadn ('11 1:1< 11('III\,:,i,,- U
término «¡¡¡('OllriOltl'», (\11<' ILI�;f:l lIqld Clllplr"'d :1I11(), e11 unsentido meramente
descriptivo, recibe ahora un significado más amplio.

Hemos hallado un preconciente eficiente, que sin dificultad pasa a la conciencia, y un


inconciente eficiente, que permanece inconciente y parece estar cortado {cut off} de la
conciencia.

Al producto de lo inconciente eficaz en modo alguno le es im-posible penetrar en la


conciencia, mas para ello es necesario cierto gasto de esfuerzo. Si lo intentamos en nosotros
mismos, recibimos el nítido sentimiento de una defensa {repulsion} que tiene que ser
dominada; y si 10 provocamos en un paciente, recibimos los más inequívocos indicios de lo
que llamamos su resistencia a ello. Así aprendemos que el pensamiento inconciente es
excluido de la conciencia por unas fuerzas vivas que se contraponen a su aceptación,
mientras que no estorban a otros pensamientos, los preconcientes.( LO INCONSCIENTE ES
RECHAZADO DE LA CONSCIENCIA Y SE DA LA RESISTENCIA Y LA DEFENSA)

Lo inconciente es una fase regular e inevitable en los procesos que fun-dan nuestra
actividad psíquica; todo acto psíquico comienza como inconciente, y puede permanecer tal o
bien avanzar desarrollándose hasta la conciencia, según que tropiece o no con una resistencia.
magen.

Pero el distingo entre actividad preconciente e inconciente, y el discernimiento de la


barrera que las divide, no es ni el último ni el más significativo resultado de la investigación
psicoanalítica de la vida anímica. Hay un producto psíquico que se encuentra en las
personas más normales y, empero, ofrece notabilísima analogía con las más silvestres
producciones de la insania; por otra parte, no fue más inteligible para los filósofos que la
insania misma.

Me refiero a los sueños. El psicoanálisis se funda en el análisis de sueños; la interpretación


de estos es el trabajo más acabado que la joven ciencia ha realizado hasta hoy.

Un caso típico de la formación de sueños puede describir5e del siguiente modo: Un


itinerario de pensamiento {train 01 thoughts} fue despertado por la actividad mental del día
y ha retenido algo de su capacidad eficiente; en virtud de esta, ha escapado a la
disminución {inhibition} general del interés, la cual es la introducción al dormir y su
preparación mental. Durante la noche, este itinerario de pensamiento consigue hallar la
conexión con uno de los deseos {tendencies} inconcientes que han estado siempre
presentes desde la infancia en la vida anímica del soñante, pero por lo común reprimidos y
excluidos de su presencia conciente. Entonces, en virtud de la fuerza que les presta ese
apoyo inconciente, estos pensamientos, los relictos del trabajo diurno, pueden devenir otra
vez eficientes y aflorar a la conciencia en la forma de un sueño. Han ocurrido, pues, tres
cosas:

1. Los pensamientos han experimentado una mudanza, un disfraz y una desfiguración, que
constituye la parte del socio inconciente.

2. Los pensamientos han conseguido investir {have occupied} la conciencia en un momento


en que no debía serIes ello asequible .

.3. Un fragmento de 10 inconciente.ha aflorado en la con-ciencia, cosa que de ordinario le


habría resultado imposible.

Hemos aprendido el arte de descubrir los «restos diurnos» {«residual thoughts»} y los
«pensamientos oníricos latenten>; por su comparación con el contenido manifiesto del sueiío
somos capaces de formarnos un juicio sobre las migraciones {changes} por las que han
atravesado y sobre el modo en que estas sobrevinieron.

Los pensamientos oníricos latentes no se diferencian en nada de los productos de nuestra


actividad anímica conciente ordinaria. Merecen el nombre de pensamientos prcconcientes y
de hecho pueden haber sido concientes en algún momento de la vigilia. Pero en virtud de
la conexión que por la noche establecieron con las aspiraciones {tendencies} inconcientes,
fueron asimilados a estas últimas, en cierto modo rebajados al estado de unos
pensamientos inconcien tes y sometidos a las leyes por las que es regulada la actividad
inconciente. Y aquí se ofrece la oportunidad de aprender algo que no habríamos podido
colegir sobre la base de reflexiones o cualquier otra fuente de saber empírico: las leyes de la
actividad anímica inconciente se distinguen en amplia medida de las que rigen a la
actividad conciente.

Mediante un trabajo de detalle tomamos noticia de las peculiaridades de lo inconciente y


podemos esperar aprender todavía mucho de una exploración más a fondo de los procesos
que sobrevienen en la formación del sueño. Esta indagación no ha llegado siquiera a
promediarse, y no es posible exponer los resultados obtenidos hasta ahora sin entrar en los
problemas, en extremo enredados, de la interpretación de los sueños. Sin embargo, no
quiero interrumpir esta elucidación sin apuntar el cambio y el progreso de nuestra
inteligencia de 10 inconciente, que debemos al estudio psicoanalítico de los sueños.

Lo inconciente nos pareció al comienzo un mero carácter enigmático de un cierto proceso


psíquico; ahora significa para nosotros algo más: es un indicio de que ese proceso participa
de la naturaleza de una cierta categoría psíquica, de la que tenemos conocimiento por otros y
más importantes caracteres, y pertenece a un sistema de actividad psíquica que merece
nuestra mayor atención. El valor de lo inconciente como índice ha superado con mucho a
su significación como propiedad. A falta de una expresión mejor y menos ambigua, damos
el nombre de «el inconciente» al sistema que se da a conocer por el signo distintivo de ser
inconcientes los procesos singulares que 10 componen. Para designar este sistema propongo
las letras Ice {Ubw}, abreviatura de la palahra «inconciente» {«Unbe-

wusst»} .

Este es el tercer sentido, y el más importante, que el término «inconciente» ha cobrado en


el psiconnálisis.(ES UN SUSTANTIVO E INDICA EL LUGAR EN EL QUE ESTA LO REPRIMIDO Y SON LOS
CONTENIDOS INFANTILES)

También podría gustarte