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ASUNCIÓN. (PARAGUAY)
SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS. CÁDIZ Y CEUTA.
(ESPAÑA)
Tanto el contenido como el formato hacen de este libro una obra de consulta más que de
lectura continuada. Los autores sólo desean que sea ampliamente conocida, difundida y
utilizada por el público de lengua española, al servicio de la catequesis familiar, que en
este tiempo de nueva evangelización se presenta como una de las principales formas de
catequesis del futuro.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
ANTIGUO TESTAMENTO 18
El padre es el responsable de la educación de sus hijos 18
Transmite, mediante signos, la experiencia de Dios salvador 18
Es catequesis, en torno a la Palabra 18
El padre enseña a los hijos por mandato de Dios 18
Así como la experiencia de Dios pasa de padres a hijos 18
Corrección de los hijos 19
Desde los primeros años 19
NUEVO TESTAMENTO 19
Después de Pentecostés, los creyentes 19
Los Apóstoles 19
Cornelio avisado por Dios 19
En Filipos, Lidia 19
Conversión del carcelero 19
En Corinto 19
Familia evangelizadora 19
Cambia su domicilio pero no su actitud cristiana 20
Su fe contagia 20
Experiencia de Timoteo 20
PÍO XI 1922-1939
DIVINNI ILLIUS MAGISTRI.1929 20
Misión educativa de la familia 20
PABLO VI, 1963-1978
A los católicos alemanes 1964 23
Oración en común de la familia 23
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
DOCUMENTO DE MEDELLÍN 27
Familia formadora de personas 27
Educadora en la fe 27
Pablo VI A LOS JÓVENES. 1968 28
A las madres 28
AL EPISCOPADO POLACO. 1968 28
Familia, escuela de formación cristiana 28
A LA UNIÓN CATÓLICA ITALIANA. 1969. 28
Escuela y familia 28
III JORNADA MUNDIAL. 1969 29
Influencia de los medios de comunicación social en la familia 29
DEL SALUDO EN EL REZO DEL ANGELUS. 1969 30
Responsabilidad ante los medios 30
EN LA JORNADA MUNDIAL DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL. 1970 31
Responsabilidad de los padres en la formación de los jóvenes 31
EN EL REZO DEL ANGELUS.1970 31
Los padres, maestros de la fe de sus hijos 31
A UNA PEREGRINACIÓN DE HUNGRÍA. 1972 31
Familia, célula viva de la Iglesia y de la Patria 31
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
REDEMPTOR HOMINIS 40
La forma fundamental 40
CATECHESI TRADENDAE 41
Responsabilidad 41
Párvulos 41
La catequesis de adultos 41
La acción catequética en familia es una acción insustituible 41
A LOS UNIVERSITARIOS 42
La educación «en la fe» tarea y misión de la familia. 42
A LA CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA.1980 43
La familia, lugar privilegiado de la catequesis y evangelización 43
EN BRASIL 43
La catequesis en la familia 43
Misión de la familia en la formación de las vocaciones 44
FAMILIARIS CONSORTIO.1981 44
Puesto central en la evangelización 44
Comunidad de amor 44
La más amplia comunión de la familia 44
La madre, educadora 45
El hombre esposo y padre 46
Derechos del niño 46
Los ancianos en familia 46
El derecho-deber educativo de los padres 47
Educar en los valores esenciales de la vida humana 47
Misión educativa y sacramento del matrimonio 48
La primera experiencia de Iglesia 48
Relaciones con las otras fuerzas educativas 49
Un servicio múltiple a la vida 50
La familia, célula primera y vital de la sociedad 50
Los derechos de la familia 50
Ministerio de evangelización de la familia cristiana 51
La familia hoy 52
Predicar el Evangelio a toda criatura 52
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
La plegaria familiar 53
Plegaria litúrgica y privada 54
Plegaria y vida 54
Acción prioritaria 55
Preparación 55
Formación de sus miembros 55
Destinatarios y agentes de la comunicación social 56
LA CATEQUESIS DE LA COMUNIDAD 63
La familia lugar de catequesis 63
Participa de la misión de la Iglesia 63
La educación de la fe es misión propia 63
Objetivo de la catequesis familiar 63
Nacida de la misma vida familiar 63
Necesidad de un cambio de mentalidad 64
Religiosidad familiar 64
La educación familiar, y los otros ámbitos 64
Urge su preparación 64
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
HOMILÍA EN TÉRMOLI 65
La autoridad de los padres 65
A LOS OBISPOS DE LITUANIA 66
Los jóvenes en familia 66
ENCUENTRO DE SEREGNO 66
Misión de la familia en la educación de la fe 66
EN LA CATEDRAL DE VIENA 67
Los primeros 67
CARTA DE LOS DERECHOS DE LA FAMILIA 67
Derechos 67
A LA ASOCIACIÓN PARA LA FAMILIA SCHÖNSTANTT 68
La familia, «Iglesia doméstica» 68
CONFERENCIA DE PASTORAL. COREA 69
Oración en familia 69
HOMILÍA EN PAPÚA (NUEVA GUINEA) 69
Escuela de virtudes cristianas 69
A LA CURIA ROMANA 69
La educación católica de la juventud 69
A LOS OBISPOS DE PARAGUAY. 70
Ante el año de la familia 70
EN LA FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS 70
Padres y padrinos 70
EN PIURA (PERÚ) 71
Llamados a la conversión 71
EN LA PARROQUIA DE LA ASUNCIÓN (ITALIA) 71
La oración en familia 71
EL CATEQUISTA Y SU FORMACIÓN 71
Preocupación central 71
A PADRES DE ALUMNOS 72
Misión de los padres cristianos 72
AL PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA 72
El don de sí 72
EN PERTH (AUSTRALIA) 73
Plena maduración humana 73
A LOS OBISPOS DE MALTA 73
Inicio de la evangelización 73
A LAS ESCUELAS CATÓLICAS 74
Deberes y derechos 74
A LOS OBISPOS DE NICARAGUA 74
Catequesis familiar 74
CHRISTIFIDELES LAICI 75
Otros ambientes educativos 75
EN CHIHUAHUA (MÉJICO) 75
Primera comunidad de vida y amor 75
A UN GRUPO DE ESTUDIO SOBRE LA FAMILIA 77
La cuna y la guardiana de la vida 77
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA 77
Deberes y derechos de los padres 77
SANTO DOMINGO (R. Dominicana) 79
«Itinerario continuado» 79
7
La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
RECURSOS EN VIDEO
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
1. ABREVIATURAS
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
VS Veritatis Splendor.
El esplendor de la Verdad. Francisco, 1993.
Vat II Concilio Ecuménico Vaticano II.
AA Decreto Apostolicam Actuositatem. Sobre el Apostolado de los Seglares o
Laicos, 1965.
CD. Decreto Christus Dominus. Sobre los Obispos1965.
DH Declaración Dignitatis Humanae. Sobre la libertad Religiosa, 1965.
DV Constitución Dogmática Dei Verbum. Sobre la Divina Revelación, 1965.
GS Constitución Pastoral Gaudium et Spes. Sobre la Iglesia en el Mundo Actual,
1965.
LG Constitución dogmática Lumen Gentium, sobre la Iglesia en el Mundo1964
OT Decreto Optatam Totius. Sobre la formación Sacerdotal, 1965.
PC Decreto Perfectae Caritatis, Vida Religiosa, 1965
UR decreto Unitatis Redintegratio, sobre Ecumenismo.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
2. PROLOGO
Ahora bien, el relativismo incapacita al hombre de hoy para percibir la verdad y, por tanto,
el valor de la persona y de la sexualidad humana. Estas evidencias originarias sobre el
matrimonio y la familia están inscritas en la misma naturaleza de la persona humana. La
enseñanza multisecular de la Iglesia nos orienta abriéndonos a la verdad, quitando de los
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
ojos del corazón las cataratas de las ideologías que nos impiden conocer la realidad, para
redescubrir que el matrimonio-sacramento y el matrimonio natural coinciden. La
separación entre los dos lleva a concebir la sacramentalidad como algo añadido,
extrínseco, y, por otra parte, se corre el riesgo de abandonar la institución matrimonial a la
tiranía de lo artificial. En el texto que presentamos, por tanto, el pedagogo cristiano
encontrará la sabiduría que necesita hoy para un trabajo teológico y filosófico que no
puede ser limitado ni aplazado. Será crucial, por ejemplo, recuperar la “teología del
cuerpo” presente en el magisterio de San Juan Pablo II para poder afrontar la catequesis
y, sencillamente, para evangelizar.
Urge la misión evangelizadora pues la fe no es sólo la clave para la salvación eterna sino
también para la salvación de nuestra sociedad. Estamos llamados a comunicar a Cristo
en las periferias existenciales, pero «la futura evangelización depende en gran parte de la
Iglesia Doméstica» (FC 52). Debemos afirmar, por tanto, que existe el Evangelio de la
Familia, como puede verse en este elenco de textos, y que es posible discernir el camino
que cada familia concreta debe recorrer en su propia existencia, rica de múltiples
realidades y variedad, que encuentra unidad partiendo del designio divino en la misión
única de Cristo, en la comunión de la Iglesia. Solamente así será posible superar la
«colonización ideológica», que es una realidad innegable a la que es necesario responder
con el Evangelio de la familia, como afirma el papa Francisco.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
Espero que estos textos nos lleven al corazón del Evangelio para que se pueda llevar a
cabo la conversión personal y pastoral que necesitamos, y para construir una cultura de la
familia donde resplandezca la verdad, capaz de llenar los corazones y devolvernos la
esperanza que supera la banalidad.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
3. PRESENTACIÓN
En la Sagrada Escritura y a lo largo del Magisterio de la
Iglesia, que es Madre y Maestra, en tanto transmisora y
custodia de la Palabra de Dios, se expresa la idea clave de
la evangelización que dio lugar al lema del quinto encuentro
mundial de las familias en Valencia: la transmisión de la fe
en la familia. Como Madre y Maestra, la Iglesia no puede
sino querer procurar el bien de sus hijos. Recordar los
mensajes que a lo largo de la historia se han ido
sucediendo por parte de los Autores bíblicos, de los santos
Padres o de los recientes escritos del Magisterio de la
Mons. Mario Iceta. Iglesia, no constituye un descarnado ejercicio intelectual ni
Obispo de Bilbao. una remisión a una espiritualidad abstracta sino un práctico
y amable recordatorio de lo que portamos en el fondo del
corazón y de lo que la humanidad se siente sedienta, comenzando por los más pequeños.
Me refiero a la vocación a amar y a ser amado, que se encuentra en el núcleo de la fe
cristiana, radicando este amor en el amor de un Dios que nos amó primero y que entregó
su vida por nosotros. Dicha vocación en primera instancia se vive –surge y se alimenta, y
enriquece, o así debería ser- en el seno de la familia donde de forma natural se da el
nacimiento y desarrollo integral de la persona.
Partiendo de esta realidad, podemos comprender la hermosa exclamación relatada en el
libro de Ester (Est. 4, 17 m) «Mi Señor y Dios nuestro. Yo aprendí, desde mi cuna, en mi
familia, que Tú, Señor, elegiste a Israel entre todos los pueblos, y a nuestros padres entre
todos los antepasados, para que fueran por siempre tu heredad; y que Tú, Señor, hiciste
con ellos cuanto les habías prometido». Recordando este texto nos dirá Benedicto XVI:
«A Ester, su padre le había trasmitido, con la memoria de sus antepasados y de su
pueblo, la de un Dios del que todos proceden y al que todos están llamados a responder.
La memoria de Dios Padre que ha elegido a su pueblo y que actúa en la historia para
nuestra salvación. La memoria de este Padre ilumina la identidad más profunda de los
hombres: de dónde venimos, quiénes somos y cuán grande es nuestra dignidad. Venimos
ciertamente de nuestros padres y somos sus hijos, pero también venimos de Dios, que
nos ha creado a su imagen y nos ha llamado a ser sus hijos. Por eso, en el origen de todo
ser humano no existe el azar o la casualidad, sino un proyecto del amor de Dios. Es lo
que nos ha revelado Jesucristo, verdadero Hijo de Dios y hombre perfecto. Él conocía de
quién venía y de quién venimos todos: del amor de su Padre y Padre nuestro» 1.
La obra que tienes entre tus manos, propone un recorrido desde las Sagradas Escrituras,
recordando los consejos del Deuteronomio (Dt 4, 9-10) “…, guárdate muy bien de
olvidar… cuéntaselo a tus hijos y nietos…”, los cánticos o poesías de los Salmos que
proclaman cómo la experiencia de Dios pasa de padres a hijos hasta el Nuevo
Testamento en el que, por ejemplo, los Hechos de los apóstoles narran como “todos los
días , con un solo corazón …. Partían el pan en las casas”. (Hch 2, 46) o “…. No cesaban
1
BENEDICTO XVI, Homilía en la misa de clausura del V Encuentro Mundial de las Familias, Valencia 9/07 2006.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
de enseñar y anunciar la Buena Nueva de Cristo Jesús en el Templo y en las casas) (Hch
5,42)
De esta forma nos recuerda y va proponiendo una forma concreta y sugerente de realizar
esa misión encomendada a la Iglesia doméstica, que es la familia, de transmitir la fe como
el más valioso de los bienes que pueden y deben legar a sus hijos como nos recordaba
en el citado encuentro mundial de Familias el Papa Benedicto XVI: «La familia se nos
muestra así como una comunidad de generaciones y garante de un patrimonio de
tradiciones. Ningún hombre se ha dado el ser a sí mismo ni ha adquirido por sí solo los
conocimientos elementales para la vida. Todos hemos recibido de otros la vida y las
verdades básicas para la misma, y estamos llamados a alcanzar la perfección en relación
y comunión amorosa con los demás (…) La fe no es, pues, una mera herencia cultural,
sino una acción continua de la gracia de Dios que llama y de la libertad humana que
puede o no adherirse a esa llamada. Aunque nadie responde por otro, sin embargo, los
padres cristianos están llamados a dar un testimonio creíble de su fe y esperanza
cristiana. Han de procurar que la llamada de Dios y la Buena Nueva de Cristo lleguen a
sus hijos con la mayor claridad y autenticidad (…)
Por citar alguna otra referencia señalo la indicación sobre la necesidad de la oración en
común con la familia y aludida por Pablo VI y tantas otras anotaciones como las que
dimanaron de los escritos a raíz del Concilio Vaticano II. A riesgo de no citar muchas de
las sugerencias, importantes y útiles llamadas o referencias que contiene este trabajo, no
quisiera dejar de mencionar que dentro de la prolija información, bien ordenada
cronológicamente, de forma clara y de fácil lectura, se encuentra la llamada a ofrecer a los
padres, catequistas, presbíteros, diáconos… material y formación adecuada para que
puedan llevar adelante con gozo la hermosa tarea que Dios les ha confiado de mantener
el foco de la fe, esperanza y amor en el seno de la familia y transmitírsela con ardor a sus
hijos. De las numerosas aportaciones y escritos sobre la Familia de San Juan Pablo II, se
encuentran en el texto referencias concretas a la Catequesis en familia que realizó en
Brasil el 5 de julio de 1980, recordando su imperiosa necesidad y cómo, de forma
concreta, recuerda que los padres son los primeros catequistas de sus hijos… “los niños
tienen necesidad de aprender y ver a sus padres que se aman, que respetan a Dios…”.
Con estas breves anotaciones, quisiera recalcar el contenido práctico del trabajo
destacando las últimas referencias a las dos Asambleas Sinodales dedicadas a la familia,
así como al Encuentro mundial de Filadelfia, en el que el cardenal Sarah hace una
llamada a la santidad de los padres en su intervención titulada “La luz de la Familia en un
Mundo Oscuro”. En definitiva, nos encontramos ante un trabajo que compendia de forma
amena y práctica la importancia y la necesidad de la catequesis familiar como ha venido
siendo propuesto desde el principio por la Iglesia. Se trata de una propuesta que refleja la
belleza del matrimonio y la familia y la disposición de la Iglesia a servir con humildad y
decisión a las familias, recordando a los padres su tarea de primeros educadores y
transmisores de la fe de los hijos procurándoles, en la medida de sus posibilidades, los
medios humanos y materiales para que realicen dicha tarea en el camino de la santidad a
la que todos hemos sido llamados.
Mons. Mario Iceta. Obispo de Bilbao y Presidente de la Subcomisión Episcopal para la
Familia y la defensa de la Vida. Conferencia Episcopal Española.
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
4. SALUDA
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
«La herencia del Señor son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas»(Sal 127 126,
3)
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
19. En Corinto
«Crispo, el jefe de la Sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia» (Hch 18,8).
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iglesias de los gentiles. Saluden también a la comunidad que está en su casa». (Rm 16,3-
5a).
22. Su fe contagia
«Saluda a Priscila y Aquila y a la casa de Onesíforo». (2 Tm 4,19)
«Que el Señor conceda misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me ha
reconfortado». (2 Tm 1,16)
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
que quede en sus manos la educación cristiana de sus hijos, y apartarlos lo más lejos
posible de las escuelas en que corren peligro de beber el veneno de la impiedad6».
31. Hay que advertir, además que el deber educativo de la familia comprende no
solamente la educación religiosa y moral, sino también la física y la civil, principalmente
en todo lo relacionado con la religión y la moral.
32. Este derecho incontrovertible de la familia ha sido reconocido jurídicamente varias
veces por las naciones que procuran respetar santamente el derecho natural en sus
ordenamientos civiles. Y para citar un ejemplo entre los más recientes, el Tribunal
Supremos de la República Federal de los Estados Unidos de América del Norte, al
resolver una gravísima controversia, declaró que «el Estado carece de todo poder general
para establecer un tipo uniforme de
educación para la juventud,
obligándola a recibir la instrucción
solamente de las escuelas
públicas»; añadiendo a continuación
la razón de derecho natural: «El
niño no es una mera criatura del
Estado; quienes lo alimentan y lo
dirigen tienen el derecho, junto con
el alto deber, de educarlo y
prepararlo para el cumplimiento de
sus deberes».
33. La historia es testigo de cómo, particularmente en los tiempos modernos, los
gobiernos han violado y siguen violando los derechos conferidos por el Creador del
género humano a la familia; y es igualmente testigo irrefutable de cómo la Iglesia ha
tutelado y defendido siempre estos derechos; y es una excelente confirmación de este
testimonio de la historia la especial confianza de las familias en las escuelas de la
Iglesia, como hemos recordado en nuestra reciente carta al cardenal secretario de
Estado: «La familia ha caído de pronto en la cuenta de que es así como, desde los
primeros tiempos del cristianismo hasta nuestros días, padres y madres aun poco o nada
creyentes mandan y llevan por millones a sus propios hijos a los establecimientos
educativos fundados y dirigidos por la Iglesia».
6
LEON XIII, encíclica Sapientia echistianae 22. 10 enero 1890.
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Es necesario, además, educar a los niños para que, rebasando los límites de la familia,
abran su alma a las comunidades tanto eclesiásticas como temporales. Deben ser
incorporados a la comunidad de que son miembros vivos y activos del Pueblo de Dios. (AA
30)
37. La vida
El cultivo auténtico del amor conyugal y de
toda la estructura de la vida familiar que de él
deriva, sin dejar de lado los demás fines del
matrimonio, tienden a capacitar a los esposos
para cooperar con fortaleza de espíritu con el
amor del Creador y del Salvador , quien por
medio de ellos aumenta y enriquece
diariamente su propia familia. En el deber de
transmitir la vida humana y de educarla, lo cual hay que considerar como su propia
misión, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y como sus
intérpretes (GS 50).
Incumbe a cada hombre el deber de conservar su papel de persona humana integral (…)
valores que se fundan todos ellos en Dios creador y que han sido maravillosamente
sanados y elevados en Cristo.
La primera fuente alimentadora de esta educación es, ante todo, la familia. En ella los
hijos, rodeados de amor, descubren más fácilmente el verdadero sentido de las cosas.
(GS 61)
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
una sana sociedad humana y de la Iglesia. Por medio de la familia, en fin, se van
introduciendo suavemente en la sociedad civil y en el Pueblo de Dios. Dense cuenta, pues,
los padres de la gran importancia que la familia verdaderamente cristiana tiene para la
vida y el desarrollo del mismo pueblo de Dios.
La tarea de impartir la educación, que corresponde primariamente a la familia, necesita de
la ayuda de toda la sociedad. (GS 3)
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La Catequesis Familiar en los Documentos de la Iglesia
51. Educadora en la fe
6. Los esposos cristianos son para sí mismo, para sus hijos y
demás familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe.
Son para sus hijos los primeros educadores, y debe inculcar la
doctrina cristiana y las virtudes evangélicas a los hijos
amorosamente recibidos de Dios y realizar esta misión
mediante la palabra y el ejemplo, de tal manera gracias a los padres que precederán con
el ejemplo y la oración en familia, los hijos y aún los demás que viven en el círculo
familiar encontraran más fácilmente el camino del sentido humano, de la salvación y de la
santidad.
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13.Procurar, desde los años de la adolescencia, una sólida educación para el amor, que
integre y al mismo tiempo sobrepase la simple educación sexual, inculcando en los
jóvenes de ambos sexos la sensibilidad y la conciencia de los valores esenciales: el amor,
el respeto y el don de sí.
14. Difundir las ideas y facilitar en la práctica una preparación para el matrimonio
accesible a todos los que se van casar y tan integral como sea posible: física, sicológica,
jurídica, moral y espiritual.
15. Elaborar y difundir una espiritualidad matrimonial basada al mismo tiempo en una
clara visión del laico en el mundo y en la iglesia, y en una teología del matrimonio como
sacramento.
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70. La preparación
Se debe fomentar la adecuada intervención de los padres cristianos ayudados por una
formación apropiada que hay que darle: esta formación, por sencilla y acomodada que
sea a su nivel cultural, debe confiarse a competentes educadores (…) pues la Iglesia se
construye cuando los padres reciben ayuda para cumplir rectamente su misión.
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«PaxhuicDomui¡» (cfr. el librito de las oraciones en familia).
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que tal, un valor evangelizador y misionero. Cumple esta misión, esforzándose en llevar
un testimonio real de vida cristiana y llegando a ser así, siempre en primer lugar, una
llamada a acoger la Buena Nueva del Evangelio.
94. Conclusión
(…) Ocupan nuestra atención de modo especial los catequistas… con particular
agradecimiento nos dirigimos a las madres y padres de familia que educan a sus hijos,
desde los años infantiles, en el conocimiento de Jesús, en el espíritu de temor filial y en el
amor a Dios Padre, manteniendo viva en sus corazones la fe que recibieron en el
Bautismo y que ellos mismos ratifican en la Confirmación: de este modo, la familia
contribuye a mantener pujante el estilo de vida cristiana de forma que dé frutos
constantes, válidos para la vida eterna.
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Una relación de 34 proposiciones, junto con todo el material de base, ponencias, etc.
Pusieron los Padres Sinodales en mano de Pablo VI con el expreso deseo de que en su
día, tuviera a bien dirigir a la Iglesia universal un documento básico sobre la catequesis.
Más éste no lo pudo realizar, pues el Padre lo llamó a la VIDA; pasó también por las
manos del breve y fértil pontificado de Juan Pablo I y correspondió a S. Juan Pablo II
concluir y poner su firma al celebrar el primer aniversario de su pontificado, el 16 de
Octubre de 1979. Ha sido tan eficaz para la Iglesia como su paralela precedente
«Evangelii Nuntiandi». Veremos algún fragmento a continuación:
110. Responsabilidad
16. Los padres de familia tienen una responsabilidad singular.
111. Párvulos
36. Un momento con frecuencia destacado es aquel en que el niño
pequeño recibe de sus padres y del ambiente familiar los primeros
rudimentos de la catequesis, que acaso no serán sino una sencilla
revelación del Padre celeste, bueno y providente, al cual aprende a
dirigir su corazón. Las brevísimas oraciones que el niño aprenderá
a balbucir serán el principio de un diálogo cariñoso con ese Dios
oculto, cuya palabra comenzará escuchar después. Ante los padres
cristianos nunca insistiríamos demasiado en esta iniciación precoz,
mediante la cual son integradas las facultades del niño en una
relación vital con Dios: obra capital que exige gran amor y profundo
respeto al niño, el cual tiene derecho a una presentación sencilla y
verdadera de la fe cristiana.
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118. EN BRASIL
Porto Alegre, 5 de julio de 1980
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La familia cristiana está llamada además hacer la experiencia de una nueva y original
comunión, que confirma y perfecciona la natural y humana. En realidad la gracia de
Cristo, «el Primogénito entre los hermanos» es por su naturaleza y dinamismo interior una
«gracia fraterna como la llama Santo Tomás de Aquino». El Espíritu Santo, infundido en
la celebración de los sacramentos, es la raíz viva y el alimento inagotable de la comunión
sobrenatural que acumula y vincula a los creyentes con Cristo y entre sí en la unidad de la
Iglesia de Dios. Una revelación y actuación específica de la comunión eclesial, está
constituida por la familia cristiana que también por esto puede y debe decirse «Iglesia
doméstica».
Todos los miembros de la familia, cada uno según su propio
don, tiene la gracia y la responsabilidad de construir, día a
día, la comunión de las personas, haciendo de la familia una
«escuela de humanidad más completa y más rica»: es lo
que sucede con el cuidado y el amor hacia los pequeños, los
enfermos, los ancianos; con el servicio recíproco de todos
los días, compartiendo los bienes, alegrías y sufrimientos.
Un momento fundamental para construir tal comunión está
constituido por el intercambio educativo entre padres e hijos,
en que cada uno da y recibe. Mediante el amor, el respeto y
la obediencia a los padres, los hijos aportan su específica e
insustituible contribución a la edificación de una familia
auténticamente humana y cristiana (GS 48). En esto se
verán facilitados si los padres ejercen su autoridad
irrenunciable como un verdadero y propio «ministerio» esto
es, como un servicio ordenado al bien humano y cristiano de los hijos y ordenando en
particular a hacerles adquirir una libertad verdaderamente responsable, y también si
mantienen viva la conciencia del «don» que continuamente reciben de los hijos.
La comunión familiar puede ser conservada y perfeccionada sólo con un gran espíritu de
sacrificio. Exige, en efecto, una pronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno a la
comprensión, a la tolerancia, al perdón y a la reconciliación (…) al mismo tiempo, cada
familia está llamada por el Dios de la paz a hacer la experiencia gozosa y renovadora de
la «reconciliación», esto es, de la comunión reconstruida, y de la unidad nuevamente
encontrada. En particular la participación en el sacramento de la reconciliación y en el
banquete del único Cuerpo de Cristo, ofrece a la familia cristiana la gracia y la
responsabilidad de superar toda división y caminar hacia la plena verdad de la comunión
querida por Dios, respondiendo así al vivísimo deseo del Señor: que todos «sean una
misma cosa».
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9
SUMA CONTRA GENTILES. Sto. Tomás de Aquino. IV, 58.
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10
Cfr. Jn 4,23
11
Cfr. Ef 4,22-23
12
Cfr. Ef 4,13
13
Cfr. 1 Pe 3,15
49
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La tarea educativa de la familia cristiana tiene por esto un puesto muy importante en la
pastoral orgánica; esto implica una nueva forma de colaboración entre los padres y las
comunidades cristianas, entre los diversos grupos educativos y los pastores…
El Estado y la Iglesia tienen la obligación de dar a las familias todas las ayudas posibles, a
fin de que puedan ejercer adecuadamente sus funciones educativas. Por tanto, todos
aquellos que en la sociedad dirigen las escuelas, no deben olvidar nunca que los padres
han sido constituidos por Dios mismo como los primeros y principales educadores de los
hijos y que su derecho es del todo inalienable.
Pero como complementario al derecho, sepan el grave deber de los padres de
comprometerse a fondo en una relación cordial y efectiva con los profesores y directores
de las escuelas.
Si en las escuelas se enseñan ideologías contrarias a la fe cristiana, la familia junto con
otras familias, si es posible mediante formas de asociación familiar, debe con todas sus
fuerzas y con sabiduría ayudar a los jóvenes a no alejarse de la fe. En este caso la familia
tiene necesidad de ayuda especial por parte de los pastores de almas, los cuales no
deben olvidar que los padres tienen el derecho inviolable de confiar sus hijos a la
comunidad eclesial.
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Por esto la Iglesia defiende abierta y vigorosamente los derechos de la familia contra las
usurpaciones intolerables de la sociedad y del Estado. En concreto, los Padres Sinodales
han recordado entre otros, los siguientes derechos de la familia:
- A existir y progresar como familia, es decir, el derecho de todo hombre, especialmente
aun siendo pobre, a fundar una familia, y a tener los recursos apropiados para
mantenerla:
- A ejercer su responsabilidad en el campo de la transmisión de la vida y a educar a los
hijos.
- A la estabilidad del vínculo y de la institución familiar;
- A crecer y a profesar su propia fe y a difundirla;
- A educar a sus hijos de acuerdo con sus propias tradiciones y valores religiosos y
culturales, con los instrumentos, medios e instituciones necesarios…
14
EN 71.
15
LG 35.
16
CT 68.
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17
AA 30.
18
Mt 18,19.
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144. Preparación
66. en nuestros días es más necesaria que nunca la preparación de los jóvenes al
matrimonio y a la vida familiar.
La preparación al matrimonio ha de ser vista y actuada como un proceso gradual y
continuo. En efecto, comporta tres momentos principales: una preparación remota, una
próxima y otra inmediata.
La preparación remota comienza desde la infancia, en la
juiciosa pedagogía familiar, orientada a conducir a los
niños a descubrirse a sí mismos como seres
dotados de una rica y compleja psicología y de
una personalidad particular con sus fuerzas y
debilidades. Es el período en que se imbuye la
estima por todo auténtico valor humano, tanto
en las relaciones interpersonales como en las
sociales, con todo lo que significa para la
formación del carácter, para el dominio y recto
uso de las propias inclinaciones, para el modo
de considerar y encontrar a las personas del
otro sexo. Se exige, además, especialmente
para los cristianos, una sólida formación
espiritual y catequística, que sepa mostrar en el
matrimonio una verdadera vocación y misión, sin excluir la posibilidad del don total de sí
mismo a Dios en la vocación a la vida sacerdotal o religiosa.
Sobre esta base se programará después, en plan amplio, la preparación próxima, la cual
comporta –desde la edad oportuna y con una adecuada catequesis, como en un camino
catecumenal- una preparación más específica para los sacramentos, como un nuevo
descubrimiento. Esta nueva catequesis de cuantos se preparan al matrimonio cristiano es
absolutamente necesaria, a fin de que el sacramento sea celebrado y vivido con las
debidas disposiciones morales y espirituales.
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19
GE 3
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196. Derechos
Por el hecho de haber dado la vida a sus hijos, los padres tienen el derecho originario,
primario e inalienable de educarlos; por esta razón ellos deben ser reconocidos como los
primeros y principales educadores de sus hijos.
a) los padres tienen el derecho de educar a sus hijos conforme a sus convicciones
morales y religiosas, teniendo presentes las tradiciones culturales de la familia que
favorecen el bien y la dignidad del hijo; ellos deben recibir también de la sociedad la
ayuda y asistencia necesarias para realizar de modo adecuado su función educadora.
b) los padres tienen el derecho de elegir libremente las escuelas u otros medios
necesarios para educar a sus hijos según sus conciencias. Las autoridades públicas
deben asegurar que las subvenciones estatales se repartan de tal manera que los padres
sean verdaderamente libres para ejercer su derecho, sin tener que soportar cargas
injustas. Los padres no deben soportar, directa o indirectamente, aquellas cargas
suplementarias que impiden o limitan injustamente el ejercicio de esta libertad.
c) Los padres tienen el derecho de obtener que sus hijos no sean obligados a seguir
cursos que no están de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas. En particular,
la educación sexual –que es un derecho básico de los padres– debe ser impartida bajo su
atenta guía tanto en casa como en los centros educativos elegidos y controlados por ellos.
d) los derechos de los padres son violados cuando el Estado impone un sistema
obligatorio de educación del que se excluye toda formación religiosa.
e) El derecho primario de los padres a educar a sus hijos debe ser tenido en cuenta en
todas las formas de colaboración entre padres, maestros y autoridades escolares, y
particularmente en las formas de participación encaminadas a dar a los ciudadanos una
voz en el funcionamiento de las escuelas, y en la formulación y aplicación de la política
educativa.
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f) La familia tiene el derecho de esperar que los medios de comunicación social sean
instrumentos positivos para la construcción social sean instrumentos positivos para la
construcción de la sociedad y que fortalezcan los valores fundamentales de la familia. Al
mismo tiempo ésta tiene derecho a ser protegida adecuadamente, en particular respecto a
sus miembros más jóvenes, contra los efectos negativos y los abusos de los medios de
comunicación
Fuentes y referencias
Divini Illius Magistri, 27-34; Gravissimum Educationis, 3; Familiaris Consortio, 36; Codex
Iuris Canonici, 793 y 1136.
a) Familiaris Consortio, 36.
b) Gravissimum Educationis, 7; Dignitatis Humanae, 5; S. Juan Pablo II; Libertad religiosa
y el Acta final del Helsinki, 4b; Familiaris Consortio, 40; Codex Iuris Canonici, 797.
c) Dignitatis Humanae, 5; Familiaris Consortio, 37 y 40
d) Dignitatis Humanae, 5; Familiaris Consortio, 40
e) Familiaris Consortio, 40; Codex Iuris Canonici, 796.
f) Pablo VI: Mensaje para la Tercera Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales,
1969; Familiaris Consortio, 76
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L ´Observatore Romano, 11 de septiembre 1983; Edición en Lengua Española, 25 septiembre, pág. 8).
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hijos del tipo de escuela que se adecúe a las propias convicciones y no debe ser
obstaculizada por gravámenes económicos demasiado pesados, porque todos los
ciudadanos poseen en igualdad intrínseca, también y sobre todo en este campo. El
Concilio Vaticano II, incluso en la Declaración sobre la libertad religiosa ha dicho
explícitamente: «primeros catequistas de sus hijos».
A cada una de las familias, en cuanto a sociedad que goza de un derecho propio y
primordial, tiene derecho a ordenar libremente su vida religiosa doméstica bajo la
dirección de los padres. A éstos corresponde el derecho de determinar la forma de
educación religiosa que se ha de dar a sus hijos de acuerdo con su propia convicción
religiosa. Así pues, el poder civil debe reconocer el derecho de los padres a elegir, con
auténtica libertad las escuelas y otros medios de educación, sin imponerles ni directa ni
indirectamente cargas injustas por esta libertad de elección»(DH, 5).
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218. El don de sí
2.(…) Efectivamente, uno de los elementos propios de la vida familiar es la tarea de la
formación de los hijos. Los padres, que son los principales responsables de la educación
de sus hijos, se convierten, así, en sus primeros evangelizadores (cfr. LG 11), como su
vocación matrimonial requiere. Han sido llamados por Dios a transmitir la vida humana y
contribuyen además a la regeneración que Dios opera en ellos por la fe y el bautismo que
les da la vida divina. Así, pues –como recordaba en la Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio, «el deber educativo recibe en el sacramento del matrimonio la dignidad y la
llamada a un ser verdadero y propio “ministerio” de la Iglesia al servicio de la edificación
de sus miembros» (n.38).
3. Afirmar el valor de los hijos es,
lógicamente, al mismo tiempo los
dos aspectos inseparables como
son su procreación y educación.
La Constitución pastoral Gaudium
et Spes representa la procreación
y la educación de los hijos como la
corona propia de la institución del
matrimonio y del amor conyugal
(cfr.n.48). La importancia que la
doctrina cristiana sobre el matrimonio atribuye a la procreación, nunca ha sido, ni puede
ser referida a un orden exclusivamente genético, biológico. Lo que es requerido en la
constitución del matrimonio, y por esta razón exigido en la misma intimidad conyugal, es
una apertura al hijo al que se da la vida y se educa. Es el mismo amor que une a los
cónyuges entre sí que les abre al hijo, como fruto de su amor.
«El don de sí que inspira el amor mutuo de los esposos, se pone como modelo y norma
del don de sí que debe haber en las relaciones entre hermanos y hermanas y entre las
diversas generaciones que conviven en la familia»(Familiaris Consortio, 37). Y para
cumplir una misión así, los esposos cristianos «están fortificados y como consagrados por
un sacramento especial»(cfr. G S, 48).
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3. La familia es la Iglesia doméstica. Esta tradicional idea cristiana significa que el hogar
es la Iglesia en pequeño. La Iglesia es el sacramento del amor de Dios. Es una
comunión de fe y de vida. Es madre y maestra. Está al servicio de toda la familia
humana que, como ella, avanza hacia su destino último. De la misma manera, la
familia es una comunidad de vida y de amor. Educa y guía a sus miembros para su
plena maduración humana y sirve al bien de todos a lo largo del camino de la vida.
La familia es la «célula primera y vital de la sociedad»(A A 11; cfr. FC, 42), En el mismo
sentido, es una imagen viva y una representación histórica del misterio de la Iglesia
(cfr. FC 49). El futuro del mundo y de la Iglesia, pasa a través de la familia (Ib. 75).
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La misma Iglesia les recuerda en tantas ocasiones el deber que tienen de educar a sus
hijos, no sólo en lo cultural y social, sino también en la fe y en la vida cristiana, en las
virtudes humanas y
cívicas (cfr. LG 35 y 41).
Es cierto que en la
educación de los hijos
cuentan con la
colaboración de otras
personas: los maestros
en las escuelas, los
sacerdotes de sus
parroquias, los catequistas. Pero no olviden nunca que sus hijos dependen
primordialmente de ustedes. No olviden que su felicidad temporal, y no pocas veces,
hasta su felicidad eterna, dependerán de su ejemplo y sus enseñanzas. Rezando con sus
hijos, meditando con ellos la Palabra de Dios, acompañándolos en la Eucaristía y en los
demás sacramentos, llegarán a ser plenamente padres: habrán conseguido engendrarles
no sólo a la vida corporal, sino también a la vida eterna en Cristo.
7. La familia ha de ser también el ámbito donde los jóvenes sean educados en la virtud de
la castidad. Ella ha de ser la primera escuela de vida para los hijos, preparándolos para la
responsabilidad personal en todos sus aspectos, incluidos los que se refieren a los
problemas de la sexualidad. La educación para el amor, como don de sí mismo, es
premisa indispensable para una educación sexual clara y delicada que los padres están
llamados a realizar.
Dios ha querido que el don de la vida surja en esa comunidad de amor que es el
matrimonio, y quiere que los hijos conozcan la naturaleza de ese don en el clima del amor
familiar. Los padres cristianos tienen el derecho y el deber de formar a sus hijos también
en este aspecto. Es lógico que, incluso en este campo, reciban la ayuda de otras
personas. Pero la Iglesia recuerda la ley de la subsidiariedad, que la escuela o cualquier
otra entidad debe observar también cuando coopera con los padres en la educación
sexual, de modo que sea impartida de acuerdo con el espíritu querido por los padres (cfr.
FC 37).
Como señala la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio: «En este contexto es del
todo irrenunciable la educación para la castidad, como virtud que desarrolla la auténtica
madurez de la persona y la hace capaz de respetar y promover el “significado esponsal”
del cuerpo» (n.37), Una información sexual que prescindiera de los valores morales
constituiría un empobrecimiento de la persona y contribuiría a oscurecer su dignidad.
8. Los padres de familia pueden pedir individualmente, e incluso asociadamente exigir a
las autoridades, el respeto y la actuación de los propios derechos, como primeros y
fundamentales responsables de la educación de sus hijos. No se trata de obtener
privilegios; es algo debido en estricta justicia y que se debe reflejar en la legislación del
país. Por tanto, es legítima la acción de las asociaciones de padres de familia que operan,
a nivel nacional o internacional, cuando reclaman, dentro del orden establecido y en un
diálogo respetuoso con las autoridades de la nación, el derecho a educar libremente a los
hijos, según su propio credo religioso; a crear escuelas que correspondan a este derecho
y a que las leyes del país reconozcan explícitamente tal derecho.
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Padres, no exasperen a sus hijos, sino fórmenlos más bien mediante la instrucción y la
corrección según el Señor (Ef 6, 4).
2224. El hogar constituye un medio natural para la iniciación del ser humano en la
solidaridad y en las responsabilidades comunitarias. Los padres deben enseñar a los hijos
a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a las sociedades
humanas.
2225. Por la gracia del sacramento del
matrimonio, los padres han recibido la
responsabilidad y el privilegio de evangelizar a
sus hijos. Desde su primera edad, deberán
iniciarlos en los misterios de la fe de los que ellos
son para sus hijos los «primeros heraldos de la
fe» (LG 11). Desde su más tierna infancia, deben
asociarlos a la vida de la Iglesia. La forma de
vida en la familia puede alimentar las
disposiciones afectivas que, durante toda la vida,
serán auténticos cimientos y apoyos de una fe
viva.
2226. La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia.
Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe
mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el Evangelio. La catequesis
familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los
padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos
de Dios (cfr. LG 11). La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida
litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños
y de los padres.
2227. Los hijos, a su vez, contribuyen al crecimiento de sus padres en la santidad(cfr. GS
48,4). Todos y cada uno deben otorgarse generosamente y sin cansarse el mutuo perdón
exigido por las ofensas, las querellas, las injusticias y las omisiones. El afecto mutuo lo
sugiere. La caridad de Cristo lo exige (cfr. Mt 18, 21-22; Lc 17,4).
2228. Durante la infancia, el respeto y el afecto de los padres se traducen ante todo en el
cuidado y la atención que consagran para educar a sus hijos, y para proveer a sus
necesidades físicas y espirituales. En el transcurso del crecimiento, el mismo respeto y la
misma dedicación llevan a los padres a enseñar a sus hijos a usar rectamente de su
razón y de su libertad.
2229. Los padres, como primeros responsables de la educación de sus hijos, tienen el
derecho de elegir para ellos una escuela que corresponda a sus propias convicciones.
Este derecho es fundamental. En cuanto sea posible, los padres tienen el deber de elegir
las escuelas que mejor les ayuden en su tarea de educadores cristianos (cfr. GE 6). Los
poderes públicos tienen el deber de garantizar este derecho de los padres y de asegurar
las condiciones reales de su ejercicio.
2230. Cuando llegan a la edad correspondiente, los hijos tienen el deber y el derecho de
elegir su profesión y su estado de vida. Estas nuevas responsabilidades deberán
asumirlas en una relación de confianza con sus padres, cuyo parecer y consejo pedirán y
recibirán dócilmente. Los padres deben cuidar de no presionar a sus hijos ni en la
elección de una profesión ni en la de su futuro cónyuge. Esta indispensable prudencia no
impide, sino al contrario, ayudar a los hijos con consejos juiciosos, particularmente cuando
éstos se proponen fundar un hogar.
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243. El amor es
2. «En esto se manifestó el amor
que Dios nos tiene; en que Dios
envió al mundo a su Hijo único
para que vivamos por medio de
él»(1 Jn 4,9).
El amor es entrega de sí. Es salir
de sí mismo para ir al encuentro
del otro. Significa, en cierto
sentido, olvidarse de sí mismo por
el bien del otro.
El auténtico amor humano refleja
en sí la lógica del amor divino. En
esta perspectiva se comprende
plenamente el deber de la
fidelidad conyugal. «Tú eres todo para mí, me entrego totalmente a ti para siempre»: éste
es el compromiso que brota del corazón de toda persona sinceramente enamorada.
¡Fidelidad! Y, junto con ella, fecundidad, otro aspecto típico de la relación entre los
esposos. ¿No existe, acaso, un nexo entre la disminución demográfica y el fenómeno
alarmante de muchas parejas en las que el amor se agota fácilmente y muere?
Queridos esposos, ¡no tengan miedo! Vivan la grandeza del amor animados por el deseo
generosos de verlo dilatado y casi encarnado en el rostro de sus hijos. Cuando la pareja
rechaza colaborar con Dios para transmitir el don de la vida, muy difícilmente tiene en sí
los recursos necesarios para alimentar su entendimiento recíproco.
3. Continúa el texto bíblico: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó»(1 Jn 4, 10).
El amor de Dios es gratuidad total. El sí ha de ser el amor de una pareja y la relación
entre los miembros de una familia. Por amor los esposos deben gastar sus mejores
energías en la obra educativa, asegurando a sus hijos una guía coherente y rodeándolos
de afecto solícito y respetuoso. A su vez, los hijos han de hallar en el amor la motivación
más profunda para una actitud responsable, dócil y agradecida hacia sus padres.
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que dura toda la vida. Este despertar religioso infantil en el ambiente familiar tiene, por
ello, un carácter «insustituible».
Esta primera iniciación se consolida cuando, con ocasión de ciertos acontecimientos
familiares o en fiestas señaladas, «se procura explicitar en familia el contenido cristiano o
religioso de esos acontecimientos». Esta iniciación se ahonda aún más si los padres
comentan y ayudan a interiorizar la catequesis más sistemática que sus hijos, ya más
crecidos, reciben en la comunidad cristiana. En efecto, «la catequesis familiar precede,
acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis».
227. Los padres reciben en el sacramento del matrimonio la gracia y la responsabilidad de
la educación cristiana de sus hijos (84) a los que testifican y transmiten a la vez los
valores humanos y religiosos. Esta acción educativa, a un tiempo humana y religiosa, es
un «verdadero ministerio» (85) por medio del cual se transmite e irradia el Evangelio hasta
el punto de que la misma vida de familia se hace itinerario de fe y escuela de vida
cristiana. Incluso, a medida que los hijos van creciendo, el intercambio es mutuo y, «en un
diálogo catequético de este tipo, cada uno recibe y da».
Por ello es preciso que la comunidad cristiana preste una atención especialísima a los
padres. Mediante contactos personales, encuentros, cursos e, incluso, mediante una
catequesis de adultos dirigida a los padres, ha de ayudarles a asumir la tarea, hoy
especialmente delicada, de educar en la fe a sus hijos.
Esto es aún más urgente en los lugares en los que la legislación civil no permite o hace
difícil una libre educación en la fe. En estos casos, la «iglesia doméstica» es,
prácticamente, el único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica
catequesis.
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252. AL CELAM
A Francisco Javier Errázuriz Ossa, Cardenal Arzobispo de Santiago de Chile,
Presidente del CELAM. Mayo, 2005
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261. La Iglesia debe recibir con amor a los divorciados vueltos a casar
Todos sabemos que éste es un problema particularmente doloroso (…) Aunque no
pueden acudir a la Comunión sacramental, no están
excluidos del amor de la Iglesia y del amor de Cristo.
Cristo sufriente abraza de un modo particular a estas
personas y se comunica con ellas de otro modo; por
tanto, pueden sentirse abrazadas por el Señor crucificado
que cae en tierra y muere; y sufre por ellas y con ellas.
Es importante que el párroco y las comunidades
parroquiales ayuden a estas personas a comprender que,
por una parte, debemos respetar la indivisibilidad del
Sacramento y, por otra, que amamos a estas personas.
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21
En la catequesis familiar, las etapas de Camino, Manantial y Palabra asumen este reto.
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296. Se necesita
Papa Francisco
Se necesita más ardor,
métodos, una metodología
diferente y una nueva
expresión que hay que
crear22.
«Haz de tu casa un lugar de
conocimiento de Cristo, haz de tu casa un lugar de amor,
haz de tu casa un lugar donde brote el servicio hacia los
demás, haz de tu casa un lugar que se convierta en continua alabanza a Dios».
«Tener un lugar a donde ir se llama hogar, tener personas a quienes amar se llama
familia. Tener ambas es una bendición» Debemos bendecir a Dios por el valor de la
familia, que simboliza y trasmite la fe de la Iglesia.
22
Es lo que hace desde el inicio la Catequesis Familiar, con métodos novedosos, a veces incomprendidos
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23
Nos está pidiendo estar insertos en la pastoral Social de la Iglesia y desde una dimensión ecuménica. Ambas cosas ya
están programadas en las distintas etapas de la Catequesis Familiar. Nos corresponde NO olvidarlas y hacerlas.
24
Esto se realiza en la etapa de Confirmación 2º año, de la Catequesis Familiar.
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302. La Receta
Rev. Terrence D. Griffith
El Papa Francisco dejó cuatro soluciones prácticas que se han aplicado con éxito en
nuestras ciudades para la familia urbana:
- Combatir la sociedad sin
rumbo y frenética,
ofreciendo sentido de la
vida a quienes están
solos, desorientados,
heridos por una sociedad
frenética e insolidaria.
- Operar sobre el criterio de
una Iglesia samaritana y
periférica, saliendo a las
periferias geográficas y
existenciales, y que sea
una Iglesia samaritana en
medio de nuestras
ciudades del mundo.
- Impulsar la creatividad en la evangelización, en los grandes núcleos urbanos.
- Tener una imagen de Iglesia acogedora, integrada, evitando la disgregación del frío
anonimato, dentro de la comunidad, haciendo crecer el espíritu de auténtica
solidaridad, especialmente con los más necesitados.
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304. Insustituible
En la Exhortación Apostólica
CT 68, consta que la acción
catequética de la familia es
«en cierto sentido
insustituible». Veo una
progresiva toma de
conciencia, por lo que el
mismo papa, dos años
después afirma que:
- «Derecho-deber insustituible e inalienable» (S. J.P. II, 1981, FC 36), inalienable es
un derecho que nadie nos puede arrebatar y al que no podemos renunciar. En su
visita a España, quiso reconocer de nuevo este derecho
- «La escuela no podrá sustituir a los padres» (S. J.P. II, en Madrid, 1982).
La Conferencia Episcopal Española, reconoce un año después, recordando la enseñanza
papal, en el buen documento Catequesis de la Comunidad, afirma que:
- «La parroquia no podrá sustituir a la familia» (CC. 1983).
306. Ministerio
La Iglesia reconoce la labor catequética de los padres como un verdadero Ministerio
Eclesial. Así consta en la Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae (nº 68):
«Nunca se esforzaran bastante los padres cristianos por prepararse a este “ministerio
de catequistas” de sus propios hijos y por ejercerlo con celo infatigable y es preciso
alentar igualmente a las personas e instituciones que por medio de contactos
personales, encuentros o reuniones y toda suerte de medios pedagógicos, ayuden a
los padres a cumplir su cometido: el servicio que prestan a la catequesis es
inestimable» (CT 68).
El mismo S. Juan Pablo II lo repite dos años después y por siete veces en el documento
Familiaris Consortio, y lo nombra como verdadero ministerio, fruto del sacramento del
matrimonio:
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25
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma Contra Gentiles, IV, 58.
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Si desde Trento, más conscientes del Ministerio Sacerdotal, tomaron fuerza y consistencia
los seminarios, logrando santos y preparados sacerdotes, y produciendo un resurgimiento
eclesial; la Familia Cristiana, «Célula Madre de la Iglesia», con un ministerio educativo
equivalente al del sacerdocio, ¿No hará resurgir «Nueva Vida» si se la reconoce y prepara
como tal?
26
También en los cánones: 793,1; 796, 1-2; 797; 798;799 y 1136.
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311. La solución
El «Motu Propio» o Carta Apostólica «Ministeria Quaedam» del Papa Pablo VI, constata
como ministerios laicales el lectorado y el acolitado, sin negarse a la posibilidad de otros
si lo creen conveniente las Conferencias Episcopales, entre ellos el Ministerio del
Catequista.
Hemos visto que a la familia cristiana corresponde ser reconocida como verdadero y
propio Ministerio Catequético. Así lo recuerda San Juan Pablo II, de modo especial en
Familiaris Consortio, nº 38, considerando la afirmación de Santo Tomás de Aquino, en
Suma Contra Gentiles, IV, 58.
Por tanto, las Conferencias Episcopales tienen la posibilidad de pedir a la Santa Sede el
Reconocimiento de:
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“Que San José sea para todos un maestro singular en el servir a la misión salvífica
de Cristo, tarea que en la Iglesia compete a todos y a cada uno: a los esposos y a
los padres, a quienes viven del trabajo de sus manos o de cualquier otro trabajo, a
las personas llamadas a la vida contemplativa, así como a las llamadas al
apostolado.”(San Juan Pablo II, Redemtoris Custos 32)
102