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  -Estudiante de la Universidad Central del Ecuador.

E l trabajo, constituye un bien del hombre. Y es no sólo un bien útil o ³para


disfrutar´, sino un bien digno, es decir, que corresponde a la d ignidad del
hombre -es un bien de su humanidad-, porque mediante el trabajo el
hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias
necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un
cierto sentido, ³se hace más humano´.

Etimológicamente la palabra trabajo viene de la voz latina trabs, que significa


traba, obstáculo, dificultad. De acuerdo con esta acepción, el trabajo sería la
³lucha contra las dificultades, lucha que es necesaria al hombre para atender la
satisfacción de sus necesidades vitales´. También podría venir de la locución
latina labor laboris, que significa ³actividad encaminada a producir, a realizar
algo´.

¿Pero qué pasaría si se presentasen ciertas dificultades que obstruyan este


bien para el hombre como es el trabajo, el mismo que por su naturaleza se le
considera como negocio jurídico; obstáculos, como la falta del pago de deudas,
remuneraciones, por fuerza mayor, por quiebra, concurso o por simplemente
despido, qué debería proseguir, para que
principalmente la parte más débil de la relación laboral,
³el trabajador´ no fuera el perjudicado?

Es que lo que debería proseguir como solución


inmediata al problema, es el pago de deudas y el cobro
de créditos, todo lo que encierra el concepto de
³liquidación´, lo que queda en la misma manera de la
que se expresa, como un concepto, puesto que su
efectivo y obligatorio cumplimiento, en condiciones por
lo menos igualitarias para ambas partes o favorables
para el trabajador, lo que de manera indudable es
como debiera ser, pues así lo exige el derecho social,
el derecho laboral y la vida cotidiana..

La doctrina jurídica y la ley nos menciona que debe determinarse el origen de


la liquidación, por ejemplo cuando se diera por circunstancias de fuerza mayor
se procederá a la indemnización simple, o por otro lado por la voluntad o culpa
de la empresa liquidada, los despidos versarán sobre el patrimonio de dicha
empresa.

Pero la regla general, que se maneja en las diferentes legislaciones, y que en


otras se aplica aunque no se la disponga en cuerpo legal alguno de manera
expresa, nos menciona que el empleador, sea persona natural o jurídica, en
cualquier instante, puede efectuar el acto de liquidación, por lo que desde el
primer momento asistimos al arbitrio de la parte empleadora , que siempre pone
en frente el pretexto que por ley debe notificar con una anticipación mínima de
un mes al trabajador/es, dando por terminado el contrato de trabajo, donde la
única y diminuta traba, eso si así es el caso, para el empleador, es obtener el
visto bueno de la Superintendencias de Sociedades, de Bancos o de
Compañías, según sea el caso, para la respectiva investigación y el
establecimiento de las respectivas indemnizaciones. Acudimos a un atentado
contra la estabilidad laboral y garantizar la estabilidad laboral de los empleados
ha sido una de las consignas más importantes que han enarbolado juristas,
laboralistas, sindicalistas y políticos desde que se comprendió la importancia
social que posee y otorga el trabajo como fuente de ingresos y gar ante de la
economía familiar e individual, y eso no se discute. ¿Dónde queda el principio
tutelar del derecho, acaso el trabajador no es ser humano y tan solo es una
máquina o marioneta del empleador? De la misma manera, viola lo dispuesto
en el Protocolo de San Salvador, donde dice que "la estabilidad de los
trabajadores en sus empleos, de acuerdo con las características de las
industrias y profesiones y con las causas de justa separación. En casos de
despido injustificado, el trabajador tendrá derecho a u na indemnización o a la
readmisión en el empleo o a cualesquiera otra prestación prevista por la
legislación nacional".

Pero bien, también se establece que la liquidación debe ser definitiva, lo que
viene a significar que en el plazo de un año, la parte em pleadora no realizará
las actividades que venía ejerciendo, y en caso que vuelva a desarrollarlas
antes de ese plazo, tendrá que realizarlas con los mismos trabajadores y en las
mismas condiciones.

Recuerdo hace unos años cuando leía a un tratadista colomb iano, llamado
Antonio Cerón quien manifestaba que el Estado social de derecho debe
intervenir, sin duda ni reserva posibles, en la regulación de todos aquellos
supuestos económicos y sociales que, interesen la dignidad del hombre, a fin
de evitar que ésta sea desconocida o lesionada. El trabajo, cualquiera que sea
su tipo o categoría: intelectual o material, independiente o subordinado,
remunerado o gratuito, no solamente interesa la dignidad del hombre sino que
en una muy importante medida contribuye a con stituirla. El trabajo dignifica al
hombre, es su más trascendental proyección.´ Y es que donde quedan por
ejemplo los ministerios de Trabajo, sus Inspectorías, como autoridades
administrativas o los jueces como autoridades judiciales, que vendrían a tener
como atribuciones y obligaciones tramitar estas causas; pero el problema está
en que en los diferentes ordenamientos legales, no se establece la forma de
procedimiento de manera expresa, en algunos como el ecuatoriano o el
argentino se los trata como análogos al preaviso o desahucio, o en otros como
en el español, donde no se trata como liquidación del contrato de trabajo, solo
infiriéndose dentro al campo mercantil; con contradicciones que solo pueden
ser resueltas con un con ³conocimiento de causa, sabid uría y hasta por sentido
común´, de lo que carecen o no demuestran tener los cuerpos legislativos.
Apreciamos ³la burla de los empleadores´ dentro de un sistema que lo permite,
el primer paso comienza por nosotros, en el conocimiento de nuestros
derechos y obligaciones y en cómo ponerlos en práctica.
ë 

° KROTOSCHIN, Eduardo. Tratado práctico de Derecho del Trabajo.
Volumen I. Roque de Palma Editor. Buenos Aires 1 955.
° CABANELLAS, Guillermo. Tratado de Derecho Laboral. Tomo II.
Derecho Individual d el Trabajo. Volumen 3. Editorial Heliasta. Buenos
Aires.
° DE BUEN, Néstor. Derecho del Trabajo. Tomo Primero. Editorial Porrúa.
México 1998.
° DE CASTRO, Federico. El Negocio Jurídico. Editorial Civitas. Madrid,
1985.
° OSSORIO, Manuel. Diccionario de Ciencias Políticas y Sociales. Versión
Electrónica.
° PROTOCOLO DE ³SAN SALVADOR´.




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