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Tanto en la primera etapa de su obra (la de los parágrafos finales del Tractatus o la Conferencia sobre ética), en la que la estética se identificaba con la ética y con “lo místico e indecible” (Reguera, 1992, p. 10), como en la etapa que culminaría en las Investigaciones Filosóficas, –que gira sobre la intuición de que “las palabras también son acciones” (IF I, & 546)– desde su perspectiva resulta imposible ofrecer una teoría estética propiamente dicha.
«Lo importante, tanto en la realización de la obra de arte por parte del artista, como en su contemplación por parte del espectador o crítico (el esteta) no son los sentimientos supuestamente íntimos que les embargan, ni el lenguaje etéreo, por fuerza, que pretenda expresar o describir esas oscuridades anímicas, sino sus reacciones prácticas, qué hacen, incluso, y sobre todo, qué hacen o qué quieren hacer con las palabras que dicen.» (Reguera, 1992, pp. 14-15)
(No poseo los derechos de ninguna de las imágenes. Archivo creado con fines puramente educativos.)
Tanto en la primera etapa de su obra (la de los parágrafos finales del Tractatus o la Conferencia sobre ética), en la que la estética se identificaba con la ética y con “lo místico e indecible” (Reguera, 1992, p. 10), como en la etapa que culminaría en las Investigaciones Filosóficas, –que gira sobre la intuición de que “las palabras también son acciones” (IF I, & 546)– desde su perspectiva resulta imposible ofrecer una teoría estética propiamente dicha.
«Lo importante, tanto en la realización de la obra de arte por parte del artista, como en su contemplación por parte del espectador o crítico (el esteta) no son los sentimientos supuestamente íntimos que les embargan, ni el lenguaje etéreo, por fuerza, que pretenda expresar o describir esas oscuridades anímicas, sino sus reacciones prácticas, qué hacen, incluso, y sobre todo, qué hacen o qué quieren hacer con las palabras que dicen.» (Reguera, 1992, pp. 14-15)
(No poseo los derechos de ninguna de las imágenes. Archivo creado con fines puramente educativos.)
Tanto en la primera etapa de su obra (la de los parágrafos finales del Tractatus o la Conferencia sobre ética), en la que la estética se identificaba con la ética y con “lo místico e indecible” (Reguera, 1992, p. 10), como en la etapa que culminaría en las Investigaciones Filosóficas, –que gira sobre la intuición de que “las palabras también son acciones” (IF I, & 546)– desde su perspectiva resulta imposible ofrecer una teoría estética propiamente dicha.
«Lo importante, tanto en la realización de la obra de arte por parte del artista, como en su contemplación por parte del espectador o crítico (el esteta) no son los sentimientos supuestamente íntimos que les embargan, ni el lenguaje etéreo, por fuerza, que pretenda expresar o describir esas oscuridades anímicas, sino sus reacciones prácticas, qué hacen, incluso, y sobre todo, qué hacen o qué quieren hacer con las palabras que dicen.» (Reguera, 1992, pp. 14-15)
(No poseo los derechos de ninguna de las imágenes. Archivo creado con fines puramente educativos.)