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CURSO BÁSICO DE INMUNOLOGÍA

13. INMUNIDAD CELULAR


ÍNDICE:
13.1 INTRODUCCIÓN *
13.2 INMUNIDAD MEDIATIZADA POR CÉLULAS FAGOCÍTICAS *
13.2.1 Quimiotaxis *
13.2.2 Unión del microorganismo al fagocito *
13.2.3 Desencadenamiento de la captación *
13.2.4 Fagocitosis y mecanismos matadores *
13.2.4.1 Mecanismos dependientes de oxígeno *
13.2.4.2 Mecanismos independientes de oxígeno *
13.2.5 Activación de los macrófagos *
13.3 PAPEL DE LAS CÉLULAS T COADYUVANTES (TH) *
13.4 CITOTOXICIDAD MEDIADA POR CÉLULAS *
13.4.1 Citotoxicidad directa específica (mediatizada por linfocitos CTL) *
13.4.1.1 Activación y diferenciación de los linfocitos T citotóxicos *
13.4.1.2 Fase efectora: Ataque y destrucción de la célula diana *
13.4.2 Citotoxicidad directa inespecífica mediada por células NK *
13.4.3 Citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos (ADCC) *
13.5 RESPUESTA DE HIPERSENSIBILIDAD DE TIPO RETARDADO *
13.5.1 Fases de la hipersensibilidad de tipo retardado *
13.5.1.1 Sensibilización *
13.5.1.2 Fase efectora *
13.5.2 Interacción entre citoquinas y células en la DTH *
13.5.3 Efectos de la hipersensibilidad retardada *

13.1 INTRODUCCIÓN

Actualmente se tiende a considerar como "inmunidad mediada por células"


cualquier respuesta contra microorganismos o tumores en la que los
anticuerpos jueguen un papel subordinado o secundario. Pero a estas alturas
ya sabemos que en Inmunología es difícil "poner puertas al campo":

En la respuesta inmune humoral específica hay que activar células al


principio de dicha respuesta.
En muchas respuestas celulares los anticuerpos juegan papeles esenciales
como "puentes" entre células (lo veremos con la citotoxicidad celular
dependiente de anticuerpos, ADCC).
Además, cualquier respuesta celular va acompañada en paralelo de
producción de anticuerpos, que a su vez pueden modificar las respuestas
celulares de varias maneras: p. ej., la formación de complejos Ag-Ac
provoca la activación del complemento, en la que se liberan péptidos que
funcionan como factores quimiotácticos que inducen la acumulación de
mayor número de células inmunes y el aumento de la respuesta
inflamatoria.
Por otro lado, no hay que suponer que todas las respuestas celulares dependen
de linfocitos T: de hecho las primeras líneas defensivas contra
microorganismos son inespecíficas, y descansan en la identificación de
componentes microbianos comunes por parte de células del sistema de
inmunidad natural (macrófagos, granulocitos neutrófilos, etc.).

Una de las posibles clasificaciones de la inmunidad mediada por células sería la


siguiente:

1. Reacciones dependientes de fagocitos del sistema natural:

fagocitosis
producción de citoquinas
2. El papel central de las células TH en la determinación del tipo de
mecanismo efector puesto en marcha.
3. La citototoxicidad directa que conduce a la lisis de la célula diana
enferma es realizada por varios tipos celulares:

dentro del sistema específico: linfocitos T citotóxicos (matadores), que se


denominan linfocitos T citolíticos (CTL) en su fase efectora;
dentro del sistema natural: células agresoras naturales (NK) y macrófagos.
Citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos (ADCC)
Células T CD4+ que median reacciones de hipersensibilidad de tipo
retardado, que en su estado efector se denominan TDTH.

13.2 INMUNIDAD MEDIATIZADA POR CÉLULAS FAGOCÍTICAS

El alumno encontrará provechoso repasar las características de las células


mieloides fagocíticas, tratadas en el tema 2. Aquí profundizaremos en estas
células, sobre todo en lo que atañe a los mecanismos de destrucción
intracelular del patógeno una vez que lo han engullido.

La actuación de estas células la podemos dividir a efectos pedagógicos, en


varias fases:

1. Quimiotaxis
2. unión del microorganismo al fagocito
3. desencadenamiento de la captación del microorganismo
4. fagocitosis y mecanismos matadores.

13.2.1 Quimiotaxis
La atracción de los fagocitos del sistema de inmunidad natural hacia el foco de
infección se puede deber a varios factores:

por sustancias de origen directamente microbiano. Tal es el caso de cortos


péptidos derivados de los extremos amino-terminales de proteínas
bacterianas (p. ej., el formil-Met-Leu-Phe es quimiotáctico para los
leucocitos, que llevan receptores capaces de reconocerlo).
Ciertos componentes microbianos (como la endotoxina de bacterias Gram-
negativas) activan la ruta alternativa del complemento, que libera los
péptidos C3a y C5a, que son muy quimiotácticos sobre fagocitos.

13.2.2 Unión del microorganismo al fagocito

Esta fase es importante, ya que de su éxito depende la ocurrencia de la


internalización ulterior y el desencadenamiento de los mecanismos matadores.
La unión inespecífica entre bacteria y fagocito se realiza por interacción entre
moléculas de superficie del microorganismo y receptores del leucocito:

molécula bacteriana receptor del fagocito

lectinas Oligosacáridos de
superficie

oligosacáridos de Lectinas
superficie

β -glucanos CR3 y LFA-1

lípido A (endotoxina) CR3 y LFA-1

Podemos hacer una tabla parecida, pero en la columna de la bacteria ahora


vamos a considerar moléculas del hospedador que recubren al microorganismo
(opsonización), y que a su vez sirven para que sean reconocidas por
receptores de leucocitos:

comp. opsonizantes del Receptor del fagocito


hospedador unidos a la
bacteria
C3b CR1 (*)

inmunoglobulinas FcR (*)


MBP C1qR

(*) Los receptores CR1 y FcR están entrelazados entre sí por medio del citoesqueleto, lo
que explica en parte su acción sinérgica
Los receptores inespecíficos de tipo lectina disminuyen en el macrófago activado (en
presencia de IFN-γ ), mientras que aumentan los CR1 y FcR. Ello permite a las células Th
indicar a los macrófagos que entran al tejido que fabriquen más moléculas capaces de
citoadherencia.

13.2.3 Desencadenamiento de la captación

La captación del microorganismo se ve facilitada si está recubierto por el


componente C3b del complemento y/o por anticuerpos: esta opsonización
permite potenciar poderosamente el mecanismo amebiano del fagocito.

13.2.4 Fagocitosis y mecanismos matadores

En el capítulo 2 ya nos referimos a la fagocitosis, por lo que no volveremos a


insistir aquí en ella, sino que nos centraremos en lo que ocurre cuando el
microorganismo, englobado en el fagosoma, recibe la descarga de los gránulos
(lisosomas) del fagocito. El contenido preformado de estos gránulos, junto con
sustancias producidas de novo, constituyen una batería de mecanismos
encaminados a la muerte del patógeno. Estos mecanismos se pueden clasificar
en dos grandes tipos: dependientes e independientes de oxígeno.

13.2.4.1 Mecanismos dependientes de oxígeno

Los podemos estudiar a su vez bajo dos categorías: los que se basan en
intermediarios reactivos de oxígeno, y los intermediarios reactivos de
nitrógeno.

1. Intermediarios reactivos de oxígeno (ROI). La unión de partículas a


los receptores de la membrana del fagosoma del macrófago provoca el
denominado estallido respiratorio (por activación de la ruta de la
hexosa monofosfato), que produce mucho NADH.
a. Antes de que el lisosoma se fusione con el fagosoma, en éste
tiene lugar una reducción de oxígeno molecular (O2) catalizada
por la NADH-oxidasa de la membrana del fagosoma; el anión
superóxido resultante (·O-2) es tóxico por sí mismo, pero a su vez
da lugar a otros radicales tóxicos de vida corta, como el peróxido
de hidrógeno (H2O2), el radical hidroxilo (·OH) y el oxígeno
singlete (O12). El macrófago se protege de los ROI que puedan
salir del fagosoma por medio de una cadena de reacciones redox
en que participa glutation.
b. Una vez que el lisosoma se fusiona con el fagosoma, aquél libera
la mieloperoxidasa, que actúa sobre los peróxidos en presencia de
haluros (I- y Cl-), para producir compuestos halogenados
(hipohaluros) muy tóxicos y de vida larga: ácido hipocloroso
(ClOH), e hipoiodoso (IOH).
2. Intermediarios reactivos de nitrógeno (NRI)
a. La enzima NOS (óxido nítrico-sintetasa) combina el oxígeno
molecular con el nitrógeno guanidino de la L-arginina, para
generar óxido nítrico (NO), que es tóxico para bacterias y células
tumorales.

Los macrófagos de ratón (pero no los humanos) necesitan para


activar esta ruta a un nivel óptimo dos señales: interferón gamma
(IFN-γ ) para activar la enzima NOS, y factor de necrosis tumoral
(TNF) (ver el apartado 13.2.5).

13.2.4.2 Mecanismos independientes de oxígeno

Estos mecanismos dependen de proteínas antimicrobianas preformadas y


acumuladas en los gránulos:

1. Proteínas catiónicas, con actividades de tipo antibiótico:


a. defensinas (en macrófagos de conejo y en PMN neutrófilos
humanos). Son péptidos catiónicos , de unos 30 aminoácidos,
ricos en cys y arg. Forman canales permeables a los iones en las
bicapas lipídicas de los microrganismos. Actúan antes de que
tenga lugar la acidificación del fagolisosoma.
b. Catepsina G
c. Azurozidina
2. Lisozima, que actúa rompiendo el peptidoglucano de bacterias (sobre
todo de Gram-negativas).
3. Lactoferrina (producida por neutrófilos): secuestra hierro, indispensable
para las bacterias.

13.2.5 Activación de los macrófagos

Los macrófagos en reposo pueden matar, desde luego, pero sus capacidades
microbicidas pueden mejorar por medio de su activación. Esta activación puede
provocarse por:

1. productos microbianos que causan


a. activación directa de monocitos y macrófagos
b. activación indirecta: los macrófagos sin activar y las células NK
liberan citoquinas que a su vez activan a los macrófagos.
2. Ulterior activación por citoquinas producidas por linfocitos TH, sobre todo
por IFN-γ . Provocan atracción quimiotáctica de fagocitos y/o activación
de los mecanismos dependientes e independientes de oxígeno.

En años recientes se está viendo que la activación del macrófago es algo más
complejo de lo que se creía. La idea clave que ha surgido es que el macrófago
despliega unas u otras de sus funciones efectoras dependiendo de la
combinación particular de estímulos químicos que reciba, a saber, citoquinas y
moléculas inflamatorias.

La activación de los macrófagos de ratón se puede lograr mediante el IFN-γ


secretado por el TH, o por la endotoxina (lípido A) de las bacterias gram-
negativas. Pero a su vez, los macrófagos activados secretan TNF-α , que al
actuar sobre macrófagos ya activados provocan una mayor potenciación de sus
capacidades al activarse la ruta dependiente del óxido nítrico.

En humanos, el macrófago, en presencia de IFN-gamma, activa la 1-alfa


hidroxilasa, que convierte el 15-hidroxicolecalciferol circulante en 1,25-
dihidroxicolecalciferol (calcitriol o vitamina D3). A su vez, este calcitriol activa
más al macrófago al tiempo que inhibe los linfocitos Th1. Esta respuesta en
humanos puede ser parte de la razón de que cuando falla la eliminación del
parásito haya un cambio desde TH1 a TH2, con lo que se hace crónica la
respuesta celular. La producción de calcitriol en el caso de tuberculosis o
sarcoidiosis puede llegar a circulación periférica, originando una afección de
hipercalcemia.

Llegados a este punto, quizá sea bueno llamar la atención sobre las diferentes
fases de la respuesta inmune en las que participan los macrófagos:

1. En la defensa inicial frente al patógeno: el macrófago sin activar tiene su


capacidad fagocítica basal. Al mismo tiempo secreta citoquinas que
ayudan a otras células (p. ej., recordar la IL-1 que participa en la
activación de linfocitos B).
2. En la presentación del antígeno: actúa como célula presentadora para
linfocitos TH, que a su vez se activan secretando citoquinas.
3. En la fase efectora el macrófago se activa por citoquinas (como el IFN-γ
secretado por linfocitos TH), lo cual va a potenciar sus actividades
antimicrobianas, antitumorales y de secreción de citoquinas.

Las citoquinas secretadas por macrófagos en respuesta a componentes


microbianos cumplen importantes papeles: la IL-12 y el TNF-α , en sinergia
con otros mediadores, mejoran la actividad antimicrobiana inespecífica:

el TNF-α mejora la capacidad microbicida de PMN neutrófilos y de los


propios macrófagos;
el TNF-α junto con la IL-12 provocan que las células NK liberen IFN-γ , el
cual aumenta la actividad de los macrófagos;
el TNF-α induce cambios en las superficies de células endoteliales y de
fagocitos, que pueden interaccionar de modo que los fagocitos se
extravasan para acceder al lugar de la inflamación, donde se localiza el foco
de infección.

13.3 PAPEL DE LAS CÉLULAS T COADYUVANTES (TH)

Las células TH desempeñan papeles esenciales en la inmunidad celular:

1. determinan la especificidad de la respuesta inmune (qué antígenos y


qué epitopos son reconocidos);
2. intervienen en la selección de los mecanismos efectores destinados a
eliminar al patógeno;
3. ayudan a la proliferación de las células efectoras adecuadas;
4. mejoran las funciones de fagocitos y otras células efectoras.

El primero de estos papeles citados ya ha sido abordado en otro capítulo: la


interacción del conjunto de receptores TCR-CD3-CD4 con los epitopos en el
MHC-II de células presentadoras condiciona la especificidad de la respuesta.

Pero el sistema inmune ha de efectuar una segunda decisión esencial: qué


mecanismos efectores se ponen en marcha, que sean los adecuados para la
naturaleza de cada infección en particular. Dentro de la inmunidad mediada
por células, existen varios mecanismos:

1. citotoxicidad directa específica, por medio de linfocitos T citotóxicos


CD8+ (CTL);
2. degranulación de eosinófilos y mastocitos una vez que han contactado
con la célula a eliminar a través de anticuerpos, que sirven de "puentes"
moleculares (ADCC);
3. activación de macrófagos y reacción de hipersensibilidad de tipo
retardado.

Entonces, ¿cómo se determina el tipo de acción para cada tipo de situación? La


respuesta estriba en buena parte en el patrón local de citoquinas producidas al
inicio de la respuesta inmune, desencadenado ante cada tipo de patógeno, así
como en la concentración local de metabolitos esteroideos y de vitamina D3 en
el tejido linfoide: estos factores determinan que predomine uno de dos
subtipos de células TH, lo que finalmente condicionará el desencadenamiento
de uno u otro de los mecanismos efectores.

Así pues, los linfocitos TH presentan dos subpoblaciones, denominadas TH1 y


TH2. Dichas subpoblaciones se desarrollan a través de una ruta que se bifurca:

TH estimulación estimulación memoria


vírgenes
inicial crónica largo plazo
THP TH0 TH1 THM

TH2

Cada uno de estos tipos de linfocitos TH secreta un patrón característico de


citoquinas:
THP TH0 TH1 TH2 THM

... IFN-γ IFN-γ ... ...

IL-2 IL-2 IL-2 ... IL-2

... IL-4 … IL-4 ...

... IL-5 ... IL-5 ….

.. … … IL-6 ….

…. IL-10 …. IL-10 …

…. ….. IL-3 IL-3 …

... ... TNF-α TNF-α …

... ... GM- GM- …


CSF CSF

(En la tabla se han resaltado en cursiva sobre color amarillo las citoquinas características
de TH1 y TH2, que no son comunes a ambas subpoblaciones).

Veamos pues, en qué se diferencian funcionalmente los lincitos de ambas


subpoblaciones:

Las células TH1 tienden a activar los macrófagos, y responden bien a


Las células TH2 tienden a incrementar la producción de mastocitos y
eosinófilos, y mejoran la producción de ciertos isotipos de inmunoglobulinas,
incluyendo la IgE. Las células TH2 responden bien a antígenos presentados
por linfocitos B.

Una vez establecidos, cada uno de estos patrones de respuesta es capaz de


inhibir o suprimir al otro, debido a la acción de ciertas citoquinas de cada tipo
de célula TH:

Esta diferenciación de TH1 y TH2 se descubrió en el ratón, pero existen cada vez
más pruebas de que igualmente existe en la especie humana. A los TH1 se les
suele llamar linfocitos T "inflamatorios", y a los TH2, "coadyuvantes".

Un ejemplo clínico de este papel particular de los dos tipos de células TH lo tenemos en
las dos clases extremas de lepra:

en la lepra tuberculoide se inducen sobre todo linfocitos TH1, por lo que hay
una buena activación de macrófagos, lo cual redunda en que se detectan
pocas bacterias intracelulares.
En cambio, en la lepra lepromatosa se induce la subpoblación TH2, que
colabora eficazmente en la respuesta específica humoral; pero los
anticuerpos evidentemente no pueden acceder al interior celular, por lo que
existen abundantes bacilos en el interior de los macrófagos; éstos, al no
poder ser activados eficazmente, no pueden eliminar al parásito. Hay gran
destrucción de tejidos.

13.4 CITOTOXICIDAD MEDIADA POR CÉLULAS

En este apartado vamos a tratar aquellos mecanismos efectores que dependen


de la acción de células del sistema inmune capaces de matar/lisar células
enfermas (células diana), a las que se unen de modo directo o indirecto:

1. Citotoxicidad directa específica: es la llevada a cabo por los linfocitos


citotóxicos (TC), que están restringidos por el haplotipo propio MHC-I, y
que poseen CD8+ como moléculas correceptoras. (aunque algunas son
CD4+ y están restringididas por MHC-II)
2. Citotoxicidad directa inespecífica: las células agresoras naturales (NK)
reconocen determinantes inespecíficos de células tumorales o infectadas
con ciertos virus.
3. Citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos: es un mecanismo
indirecto por el que células matadoras como NK, eosinófilos, etc.,
interaccionan con el antígeno por medio de puentes de anticuerpos
previamente unidos a receptores para Fc de la célula.

13.4.1 Citotoxicidad directa específica (mediatizada por linfocitos CTL)

El papel más importante de este mecanismo es el de eliminar células propias


infectadas por virus. Como veremos, los linfocitos TC en reposo, al activarse
apropiadamente, terminan diferenciándose a los llamados linfocitos T citolíticos
(CTL), que son los efectores de la inmunidad celular específica.

El 90% de estos linfocitos son CD8+, y están restringidos por el MHC-I propio.
Son capaces de reconocer a la mayoría de células nucleadas. Pero existe un
10% de linfocitos TC que fenotípicamente son CD4+ y están restringidos por
MHC-II.

La actuación de estas células la podemos considerar en dos fases:

1. Activación y diferenciación de los precursores TC hasta CTL


2. Fase efectora: destrucción de la célula diana, a su vez diferenciable en:

adhesión y formación del conjugado entre el CTL y la célula diana


golpe letal
disociación del CTL
destrucción de la célula diana.

13.4.1.1 Activación y diferenciación de los linfocitos T citotóxicos


Los linfocitos Tc vírgenes parece que se activan solamente en los órganos
linfoides secundarios, únicos entornos en los que reciben las señales
necesarias. Requieren en realidad 3 señales:

1. La señal específica suministrada por la interacción entre su complejo


TCR-CD3-CD8 con el MHC-I de una célula presentadora profesional
infectada (p. ej., una célula dendrítica interdigitante)
2. La señal coestimulatoria suministrada por la misma célula (unión entre
B7 y CD28).
3. La interleucina IL-2.

Parece ser que el Tc expresa tras la interacción inicial una pequeña cantidad de
IL-2, pero en el caso de estos Tc vírgenes no suele ser suficiente para
activarlos. La aportación clave de IL-2 procede de células Th1 cercanas. De
hecho, se piensa que tanto el Th como el Tc vírgenes se activan
simultáneamente al unirse a la misma célula presentadora (no olvidemos que
las APCs exhiben MHC-I y MHC-II).

En cambio, las células Tc de memoria tienen menos requerimientos para


su activación. De hecho, como ya sabemos, al tener moléculas de adhesión
celular diferentes a los correspondientes Tc vírgenes, pueden encontrarse el
antígeno (epitopo peptídico en contexto MHC-I) en tejidos extralinfoides.

1. No requieren obligatoriamente la señal coestimulatoria.


2. No requieren obligatoriamente la ayuda de Th, ya que al unirse de modo
específico a una célula propia infectada que le suministre el péptido
adecuado, provoca que el Tc produzca no sólo receptores de IL-2, sino
niveles adecuados de IL-2 capaces de auto-activarlas.

De esta manera, se provoca la proliferación y diferenciación del linfocito en


reposo (virgen o de memoria) hasta que se convierte en linfocito T citolítico
(CTL). Este CTL se caracteriza por poseer algo más de citoplasma que el TC, y
sobre todo por poseer gránulos densos a los electrones, rodeados de unidad de
membrana (llamados a veces granulosomas) y un aparato de Golgi.

13.4.1.2 Fase efectora: Ataque y destrucción de la célula diana

1) Formación del conjugado

Tras el reconocimiento específico, se produce una interacción de gran avidez


entre moléculas de LFA-1 del CTL y moléculas de ICAM-1 de la célula diana.
Esta unión dura unos 5-10 minutos, durante los cuales las señales de la unión
intercelular se transducen al interior del CTL por medio de cascadas de proteín-
quinasas y proteín-fosfatasas, que conducen a la activación de una serie de
funciones del CTL. Se dice entonces que el linfocito queda programado para
la lisis.

2) Golpe letal
El citoesqueleto del CTL se reorganiza, de modo que tanto el aparato de Golgi
como los granulosomas se sitúan en el polo celular que queda en contacto con
la célula diana. Entonces, los gránulos se fusionan con la membrana
citoplásmica, produciéndose la exocitosis de su contenido al estrecho espacio
intercelular ("beso de la muerte").

3) Disociación del CTL

Antes de que se produzca la lisis de la célula diana, el CTL se separa,


probablemente ayudado por el hecho de que la LFA-1 vuelve al estado de baja
afinidad.

4) Destrucción de la célula diana

Parece ser que la destrucción de la célula diana puede ocurrir por varios
mecanismos, predominando uno u otro en función de la naturaleza de la
superficie de la célula diana, y del grado de activación que haya alcanzado el
linfocito CTL.

Monómeros de perforina contenida en los granulosomas llegan a la membrana de la célula


diana, y en presencia de Ca++ se polimerizan para formar cilindros huecos de poliperforina (con
unas 20 unidades), que atraviesan la bicapa lipídica. De este modo se forma un canal (con un
diámetro de 5-20 nm) que es permeable a iones, y que puede provocar la lisis osmótica de la
célula diana (aunque su papel principal es servir como canal para dejar pasar a otros
componentes de los gránulos).
Pero no siempre el efecto de la poliperforina es la lisis. En otros casos
parece que el papel de los canales es el de permitir la entrada de otras
sustancias del granulosoma que inducen la apoptosis de la célula diana. De
hecho se ha visto que pueden entrar fragmentinas (granzimas) que inducen
la fragmentación de los cromosomas en múltiplos de nuclesoma.

Veamos algunas ideas actuales sobre el mecanismo de apoptosis


desencadenado por los linfocitos Tc.

Antes que nada, hay que aclarar el papel de la granzima B. Como ya


sabemos, se trata de una fragmentina, que induce fragmentación del ADN en
múltiplos de nucleosomas. Ahora bien, este efecto es indirecto: las
fragmentinas no son DNAasas, sino proteasas. La Granzima B tiene una
actividad parecida a la llamada enzima convertidora de interleucina 1-ß (ICE).

La ICE es una proteasa endógena con un papel central en la ruta endógena de la


apoptosis. Dicha ruta se puede activar por una serie de estímulos externos (carencia de
factores de crecimiento, ciertos virus, daño al ADN), que transforman la ICE inactiva a
forma activa. Una vez activada, la ICE rompe proteolíticamente un sustrato aún
desconocido, que induce las ADNasas, que fragmentarán el ADN.
Pues bien, se piensa que la granzima B secretada por el CTL (y que entra a la
célula diana a través de los canales de perforina) activa a la ICE o bien la
sustituye para desencadenar el mecanismo de esta ruta apoptósica endógena.

Pero este no es el único mecanismo inductor de apoptosis por parte de los


CTLs (de hecho, algunos clones de CTLs carecen de perforina y de granzimas,
y sin embargo inducen muerte celular de la célula diana). Podemos encontrar
otro mecanismo dependiente de la interacción entre el llamado ligando Fas
del CTL y el receptor Fas de la célula diana.

El receptor Fas (también llamado APO-1) es una proteína de membrana que


pertenece a la llamada familia TNF de receptores de citoquinas.
Por su lado, el ligando de Fas del CTL es una proteína de membrana que
exhibe homologías de secuencia con TNF, y se une al Fas.

La unión entre el ligando de Fas con el Fas de la célula infectada o enferma


induce en ésta una señal que dispara la ruta endógena de apoptosis, con la
consiguiente activación de la ICE y subsiguiente fragmentación del ADN.

Las vesículas del CTL pueden contener TNF-a y TNF-b (=linfotoxina), que
junto con el IFN-g producido por TC o por otras células, desencadena efectos
citotóxicos que tardan más tiempo (>3-4 horas) que los anteriores. Se
desconoce el mecanismo, pero parece que igualmente inducen apoptosis.

¿Cómo se protege el CTL de sus propios mecanismos matadores? Por lo


pronto, el condroitín sulfato (proteoglucano) del CTL se puede unir a la
perforina, inactivándola. Pero puede que haya otros mecanismos: por ejemplo,
la hipótesis de Peters dice que la perforina sale del granulosoma dentro de
pequeñas vesículas igualmente membranosas; la membrana de estas sub-
vesículas contendrían complejos TCR-CD3-CD8, que encaminarían a las
pequeñas vesículas hacia la célula diana, pero no al CTL.

13.4.2 Citotoxicidad directa inespecífica mediada por células NK

Recordemos que las células NK son un tipo de linfocitos granulares grandes (de
hecho NK es casi sinónimo de LGL), que suponen un 5% de las células linfoides
en sangre, y que carecen de los marcadores de linfocitos T y B. Se consideran
como linfocitos "inespecíficos", pertenecientes al sistema de inmunidad natural.

El mecanismo citotóxico de las células NK es parecido al de los linfocitos


citolíticos (CTL), pero a diferencia de ellos, carecen de especificidad y de
memoria, y no están restringidos por el MHC clásico.

Poseen un papel importante en los primeros días de una infección virásica, al


eliminar células en las que el virus se esté multiplicando. Constituyen pues un
mecanismo efector celular temprano, antes de que lleguen los linfocitos TC, y
especialmente preparado frente a ciertos virus que usan la estrategia de
inducir un descenso del nivel de MHC-I
Recientemente se ha propuesto un modelo de dos receptores para explicar
cómo reconocen estas células inespecíficas a las células infectadas por virus o
tumorales. Se piensa que las NK reciben señales de dos receptores de modo
que distinguen entre células sanas y enfermas.

Según este modelo, el receptor NKR-P1 se une a oligosacáridos de


glucoproteínas de superficie de la célula enferma, procedentes de
glucosilaciones anómalas. En principio, esta señal le indica a la NK que debe
prepararse para matar a la célula con la que ha contactado, pero para ello
debe de ocurrir simultáneamente una ausencia de señal procedente de
otro receptor, el Ly-49.

El receptor Ly-49 de la célula NK se une a ciertos alelos de moléculas MHC-I.


Cuando una célula NK se encuentra ante una célula normal, aunque reciba la
señal de NKR-P1, no la mata, ya que la interacción entre Ly-49 y las MHC-I
envía una señal a la NK para que detenga su mecanismo matador. En cambio,
muchas células enfermas (por virus o tumorales) presentan un bajo nivel de
MHC-I, por lo que el mecanismo dependiente de NKR-P1 no se ve frenado.

La actividad matadora de NK se activa por IFN-a e IFN-b (liberado por muchas


células enfermas al inicio de la infección), y por IL-12 (producido por
macrófagos). A su vez, la IL-12 y el TNF-a (también del macrófago) provocan
que la NK secrete grandes cantidades de IFN-g , con lo que se mantienen a
raya ciertos patógenos intracelulares hasta que se activen las células T. Como
se ve, un nuevo rasgo que parece indicarnos de nuevo el carácter de línea
defensiva temprana que intepretan estas células. De hecho, rara vez las
células NK eliminan efectivamente el virus, pero lo mantienen a raya hasta que
llegan las células TC.

13.4.3 Citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos (ADCC)

Existen varios tipos de células potencialmente citotóxicas que poseen


receptores para Fc de anticuerpos, y que pueden por lo tanto participar en la
destrucción de células diana (enfermas) o de helmintos recubiertos en ambos
casos por anticuerpos. Los acontecimientos suelen tener lugar en las siguientes
fases:

1. formación de inmunocomplejos (es decir, la célula enferma o el helminto


se recubre de anticuerpos);
2. una célula agresora adecuada (p. ej., la NK) interacciona con la célula
enferma o el parásito a través de los anticuerpos, que se engarzan con
el receptor para Fc de la célula agresora;
3. finalmente, dicha célula agresora libera por exocitosis el contenido de
sus gránulos, y/o secreta productos tóxicos, que tienden a matar a la
célula enferma o parásito.

De este modo, células que son propiamente del sistema inmune natural, y por
lo tanto son inespecíficas, pueden llegar a destruir específicamente mediante el
puente de anticuerpos. De hecho, actúan como células efectoras finales del
sistema humoral específico (es decir, pueden llegar a ser los "brazos armados"
o "verdugos" en una respuesta que se inició con la secreción de anticuerpos).

Las células NK, monocitos y PMN neutrófilos poseen el receptor Fcg RIII
(=CD16), de baja afinidad, que reconoce las subclases IgG1 e IgG3.
Los eosinófilos posen Fcε R-I y Fcε R-II, estando especializados en destruir
helmintos (p. ej., las esquistosómulas, que son las larvas de Schistosoma).

13.5 RESPUESTA DE HIPERSENSIBILIDAD DE TIPO RETARDADO

La hipersensibilidad de tipo retardado (DTH) es una reacción inflamatoria


localizada que se induce por citoquinas secretadas por ciertas subpoblaciones
de linfocitos TH (concretamente, de TH1) activados previamente por contacto
con ciertos tipos de antígenos, y que se caracteriza por el reclutamiento al foco
infeccioso de grandes cantidades de células inflamatorias, sobre todo de
macrófagos.

Se llama retardada porque, al contrario que la inmediata, tarda 2 o 3 días en manifestarse.

La palabra hipersensibilidad alude en principio a efectos negativos sobre el propio


hospedador, pero en muchos casos el efecto consiste en pequeños daños tisulares,
siendo en general la respuesta beneficiosa, puesto que va encaminada a destruir a ciertos
patógenos intracelulares.

13.5.1 Fases de la hipersensibilidad de tipo retardado

En la respuesta hipersensible de tipo retardado podemos distinguir una fase


inicial de sensibilización en la que se produce el contacto inicial con el estímulo
antigénico, y que no presenta síntomas, y una fase efectora, dependiente de
un contacto secundario con el antígeno, en la que se manifiestan tales
síntomas y que es la tendente a eliminar al patógeno.

13.5.1.1 Sensibilización

La fase de sensibilización dura de una a dos semanas, tiempo durante el cual


los linfocitos TH se activan y expanden clonalmente tras el reconocimiento del
antígeno presentado por células presentadoras (APCs). Dichas células
presentadoras pueden ser:

células de Langerhans de la piel, que transportan el antígeno desde la


epidermis hasta los ganglios linfáticos regionales, donde lo muestran a los
linfocitos TH;
macrófagos;
(en humanos y otras especies) células del endotelio vascular.
Al final de esta fase se tiene pues una población expandida de linfocitos T CD4+
de memoria, que recirculan constantemente.

13.5.1.2 Fase efectora

Esta fase ocurre en tejido extralinfoide, y es la reacción de hipersensibilidad en


sentido estricto, detectándose sus síntomas a las 24 horas del contacto
secundario con el antígeno que provocó la sensibilización inicial, pero alcanza
su apogeo a las 48-72 horas. En esta fase sale fibrinógeno al tejido, y se
convierte en fibrina, que junto con la acumulación de linfocitos T y de
macrófagos hace que el tejido se hinche y se vuelva duro (esto es la base de
los síntomas de induración y edema) La podemos subdividir en tres etapas:
desencadenamiento, inflamación y resolución.

En el desencadenamiento el linfocito T activado (que ahora


denominaremos como TDTH), ante el contacto secundario con el antígeno
presentado por una APC, secreta ciertas citoquinas, cuyas acciones dan paso
a la reacción de inflamación.
La inflamación se produce cuando las citoquinas secretadas reclutan y
activan a macrófagos y otras células inflamatorias hacia el sitio de infección,
poniéndose en marcha una compleja serie de interacciones entre células
inespecíficas del sistema inmunitario y citoquinas, con amplificación de la
respuesta. Todo ello va encaminado a destruir al agente patógeno
intracelular.
La resolución se produce porque los macrófagos activados aumentan su
capacidad de eliminación del patógeno. Estos macrófagos son la principal
célula efectora de la hipersensibilidad retardada, pudiendo representar el
90% de la población celular infiltrada.

Como se ve, esta respuesta tiene un claro valor adaptativo en la eliminación de


ciertos parásitos intracelulares, pero cuando el estímulo es demasiado
persistente, la DTH se vuelve destructiva para el hospedador. Este aspecto
inmunopatológico se manifiesta en la llamada reacción granulomatosa:
los macrófagos, con los parásitos sin eliminar en su interior, se adhieren unos
a otros, adquiriendo morfologías epitelioides; posteriormente estas células
epitelioides se pueden fusionar entre sí, generando células gigantes
multinucleadas, que pueden llegar a desplazar al tejido normal, con lo que se
forman nódulos o tubérculos, que pueden conducir a necrosis del tejido.

13.5.2 Interacción entre citoquinas y células en la DTH

En este epígrafe vamos a ampliar el aspecto molecular y celular de la


respuesta de hipersensibilidad retardada, resaltando cómo las distintas
citoquinas actúan sobre distintos tipos celulares, responsables de diversos
aspectos de esta respuesta.

La IL-2 del linfocito TDTH funciona de modo autocrino, permitiendo la


expansión clonal, con lo que aumenta el número de estas células, que
siguen produciendo más citoquinas. Conforme avanza la respuesta, la IL-2
también ejerce un efecto paracrino, estimulando a otros clones de linfocitos
TDTH.
La IL-3 y el GM-CSF inducen hematopoyesis del linaje granulocito-
monocítico en la médula ósea. Obviamente ello acarrea que mayores
cantidades de PMN y macrófagos puedan pasar al foco de infección.
El IFN-g el TNF-b de las células T, así como el TNF-a y la IL-1 de los
macrófagos actúan sobre las células endotelilales vasculares cercanas al
foco de infección, con los siguientes efectos:

aumento de la expresión de moléculas de adhesión (ICAM, ELAM, VCAM);

cambios de forma, tendentes a que las células endoteliales se separen entre sí,
dejando paso para la extravasación de leucocitos;

las células endoteliales estimuladas secretan IL-8 y otros factores


quimiotácticos que atraen a monocitos circulantes (quimiocinas).

Las consecuencias son que los PMN neutrófilos (primeros leucocitos en llegar) y
los monocitos circulantes se adhieren a las células endoteliales de las vénulas
postcapilares, pasan por diapédesis y entran al tejido infectado. La entrada de
los monocitos lleva consigo su diferenciación a macrófagos.

Los macrófagos son atraídos y activados en el foco de infección debido a la


acción de IFN-g y del factor quimiotáctico y activador de los monocitos
(MCAF). Otro factor secretado por TDTH, llamado MIF (inhibidor de la
migración de macrófagos) evita que el macrófago "pase de largo" el foco
infectivo, afinando su quimiotaxis.
Por lo tanto, los macrófagos van llegando en grandes cantidades al foco
infeccioso, y se van activando (sobre todo por el interferón inmune),
experimentando importantes cambios:

aumentan su tamaño

aumentan sus niveles de enzimas líticos en sus gránulos

aumentan su capacidad fagocítica (por opsonización con IgG2a -en el ratón-)

incrementan su efectividad matadora de microorganismos intracelulares

funcionan mejor como células presentadoras de antígeno, debido a que es


mayor el número de moléculas MHC de clase II en su membrana, porque
secretan mayor cantidad de IL-1 y porque expresan más moléculas de
adhesión como la B7 (coestimulatoria), ICAM-1 y LFA-3.

El que los macrófagos actúen mejor ahora como APC supone que activan a
más linfocitos TDTH, con lo cual se cierra el ciclo, pero amplificado.
Este tipo de respuesta que se retroalimenta positivamente puede llegar a convertirse en
un "arma de doble filo", ya que puede degenerar en una respuesta negativa para el
hospedador, una vez que se traspasa un umbral. Sin embargo, su valor positivo se ponde
de manifiesto en experimentos con ratones transgénicos noqueados (K.O.) que tienen
inactivado el gen del IFN-γ : son incapaces de matar a Mycobacterium bovis, una
bacteria contra la que los ratones normales se defienden perfectamente.

13.5.3 Efectos de la hipersensibilidad retardada

El efecto positivo de la DTH es que tiende a eliminar ciertos patógenos intracelulares y antígenos de
contacto:

bacterias intracelulares como Mycobacterium tuberculosis, M. leprae,


Listeria monocitogenes, Brucella abortus.
Hongos intracelulares como Candida, Pneumocystis carinii, Histoplasma,
Cryptococcus.
Protozoos como Leishmania.
Larvas de helmintos, como las de Schistosoma.
Virus.

La DTH desempeña un papel importante en la defensa contra estos agentes, ya


que el macrófago activado destruye mejor al patógeno, y el contenido de sus
gránulos, vertido a exterior, destruye células propias infectadas (en este último
papel es importante la acción del TNF-b ). Obviamente, se produce cierto daño
tisular, pero éste suele estar autolimitado y puede ser reparado ulteriormente.

El papel positivo de la DTH se puede comprobar "por contraste" considerando aquellas


enfermedades en las que precisamente este mecanismo está alterado: por ejemplo, en el
SIDA, en el que existen bajos niveles de linfocitos T CD4+: ello acarrea que se pierda la
facultad de montar una respuesta de hipersensibilidad retardada, por lo que los individuos
afectados están sometidos a frecuentes y amenazadoras infecciones por Candida,
Pneumocystis, Cryptococcus, o por bacterias patógenas e incluso oportunistas que no
suelen causar tanta mortalidad en la población sana. De hecho, una de las maneras de
seguir el curso del SIDA es evaluar periódicamente en laboratorio la capacidad de
respuesta DTH con células de los pacientes.

Sin embargo, en ciertos casos la propia respuesta defensiva degenera en


patológica: tal ocurre en la tuberculosis, en la que se pueden llegar a formar
nódulos (tubérculos) en muchos tejidos (típicamente en los pulmones), que
pueden terminar necrosándose (cavernas caseosas en pulmón).

En una situación de infección crónica por parásito intracelular (como en la tuberculosis)


las citoquinas producidas en la DTH estimulan la proliferación de fibroblastos y la
producción de colágeno, potenciándose los efectos por la acción de PDGF (factor de
crecimiento derivado de plaquetas) y de TGF-β del macrófago activado. Posteriormente
emigran y proliferan células endoteliales (angiogénesis, es decir, formación de nuevos
vasos sanguíneos). Se produce pues la sustitución del tejido normal por tejido fibroso
(cicatrización) y formación de granuloma.

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